Chef 1.

Prólogo de la historía. Al ser el prólogo es bastante largo. Espero que os guste.

Prologo.

(En este prologo hay poco sexo, es una introducción a los personajes y la historia. La parte sexual y erótica esta al final)

Destartalado. Esa era la palabra que me vino a la mente cuando vi por primera vez el local que Martín, mi mejor amigo y jefe, había comprado.

-¿Estás seguro de esto? -Pregunté completamente inseguro- Solo arreglarlo ya nos costará bastante dinero.

Martín sonrió.

-Tío... ¿Cuando me he equivocado en estas cosas?

-¿De verdad quieres que conteste?

Nos miramos y nos empezamos a reir. La razón de esta conversación era, como ya he dicho, el local que había comprado Martin con el objetivo de reformarlo y convertirlo en un restaurante. Sin embargo, lo que he visto hasta ahora del sitio no me convencia nada, nada.

-Sigueme -Dijo con voz imperiosa-Te voy a mostrar porque lo he comprado.

Le seguí hasta el que sería nuestro frente de batalla díario: la cocina. La cara me cambió completamente: era espaciosa y tenía todo lo necesario.

-Parece mentira -Dije- Con lo mal que esta el exterior, lo bien que se conserva esto.

-Sí. ¿Crees que aquí podremos hacer nuestra magia?

Sonreí satisfecho y asentí.

-Perfecto, pues empecemos.

Mientras nos poníamos manos a la obra recordé todo lo que me había llevado hasta aquí. Y, para eso, debía rememorarme muy atrás. A un desengaño que ocurrio hace mucho, mucho tiempo.

Desde que tengo memoria siempre había estado enamorado de mi vecina: María. Una chica que me parecia un ángel sobre la tierra. Aunque tenía un año menos que yo, como vivímos en dos chalets adosados, siempre nos habíamos llevado muy bien. Nos hicimos confidentes y, con el paso de los años, supe claramente que lo que sentía por ella era algo más que una simple amistad.

Sin embargo, había una gran diferencia entre nosotros: ella era, como ya he dicho, un ángel mientras que yo era un chico del monton.

Su melena castaña la caía un poco mas abajo de los hombros y su flequillo adornaba sus ojos marrones. Nunca iba excesivamente maquillada, llevaba lo justo para resaltar por encima de las demás. Su cuerpo era casi perfecto, fruto de su temprana pasión por el ejercicio. Mientras que el mío era lo contrario, fruto de mi temprana pasión por la comida.

Sin embargo, cuando yo tenía 16 años y ella 15. En mi último año de la ESO, decidí confesarme y probar suerte. Muerto de miedo la pedí salir. Ella me miró sorprendida y, tras unos segundos, aceptó. En ese momento empezaron los mejores meses de mi corta vida. Sin embargo terminaron, y lo hicieron bruscamente.

Estabamos a mitad de vacaciones de verano cuando llegó a mi poder un vídeo, en dicho vídeo se veía a mi querida y amada novia cabalgar medio poseida la polla del "malote" del insti. Mientras él se reía de mis cuernos y lo putita que era.

Por si me quedaba alguna duda que se reía de mí se podía ver perfectamente en el cuello de María el colgante que la regalé por su cumpleaños hacía unas semanas. Su colgante hacia juego con el anillo que ella me regaló por mi cumpleaños.

Con el corazon y el alma rotos, me dirigí a su casa. Cuando me abrió intentó besarme, sin embargo, le rechacé el beso.

-¿Qué pasa? -preguntó. Parecía sinceramente preocupada.

-Mira este video y dame una buena explicación.

La dí mi móvil y le di al "play".

Ella se puso pálida, pálida. No le salían las palabras con coherencia.

-Victor... yo... verás...

Suspiré y me quité el anillo que ella me regaló e hice ademán de dárselo. Al verlo, ella empezó a llorar desconsoladamente.

-¡No! Poh.. poh favoh... déjame... arreglahlo -decía entre lloros- Hare loh que seah.

Al ver que no quería aceptar el anillo. Lo dejé encima del pequeño mueble que había al lado de la puerta de su casa.

Me dí la vuelta e intente irme. Pero ella me abrazó, me suplicó, pidió y rogó que entrase. Que hablase con ella, que la dejase arreglarlo. Que nunca volvería ha hacerlo.

Mi respuesta consistió en quitármela de encima suavemente y volver a mi casa mientras ella lloraba de rodillas en la puerta de su casa.

Yo llegué a mi casa y me desplomé sobre mi cama. Por alguna razón las lágrimas no me salían, pero estaba enfadado, enfadado con el mundo. Dos horas más tarde, poco antes de cenar, llamarón a la puerta. Abrió mi madre y me llamó.

Estaban los padres de María y ella, completamente pálida y con la cara de haber llorado sin parar hasta que llegaron sus padres. Sus padres parecían preocupados.

-¿Qué ha pasado?-Preguntó su padre- ¿Por que mi hija esta llorando?

-Pase lo que pase podéis hablarlo. Hacéis muy buena pareja y sé que os queréis de verdad -Dijo su madre.

-Tienen razon, hijo -Dijo mi madre- Habla con ella. Podréis arreglarlo.

Mi respuesta fue la misma que le dí a Maria. Saque el móvil y les enseñé a todos el vídeo.

La preocupación en la cara de los padres de María pasó a ser palidez y vergüenza.

-Nos vamos -Dijo el padre duramente. Y miró a su hija -Tú y yo vamos ha tener una buena conversación cuando lleguemos a casa.

-Lo... Lo siento mucho... No pensaba... que... -La madre de María tartamudeaba. Finalmente se dió cuenta de que no podría mantener una conversación y se fué detrás de su marido y su hija.

-¿Estas bien? -Preguntó mi madre-¿Quieres hablar?

Negué con la cabeza y volví a mi habitación. Al día siguiente el padre de Maria volvió y se disculpó conmigo y me aseguró que su hija ha aprendido la lección. Y, que por favor, la diese una oportunidad más. Que seguro que ella me quiere.

-No es que ella me quiera o no. Es que me ha traicionado. Y no puedo ni pensar en ella sin recordar el vídeo. Así que no, no la voy a dar otra oportunidad.

Tras esto no volví a saber nada de sus padres ni de María en el resto del verano. Mis "amigos" descubrieron en pocos días lo que había pasado y se pusieron de su parte. Dejándome tirado. Ese mismo día, hablé con mis padres y les pedí permiso para ir a Madrid ha estudiar cocina allí.

Me costó mucho convencerlos, pero al final me dejaron ir con mis tios, siempre y cuando ellos estuvieran de acuerdo.

Conseguí sin muchos problemas que me aceptasen y empecé a estudiar cocina. Tras graduarme conseguí trabajo en un pequeño restaurante. A los meses un subchef de un restaurante más o menos importante se fijó en mí y me ofreció trabajo en el restaurante en el que trabajaba.

Nos hicimos amigos y un día me dijo que pensaba abrir un restaurante por su propia cuenta. Que si quería ser su subchef. No necesité pensarlo mucho. Estuvimos durante meses valorando opciones y finalmente decidimos mi ciudad. Ante la poca oferta de restaurantes de buena calidad que había en la misma y los precios asequibles de los locales.

Finalmente, volví a mi ciudad con intención de quedarme. Le agradecí de corazon a mis tíos y les invité a la inauguración. Esta es la historia de mi vida.

Volviendo al presente Martin y yo pasabamos día y noche en el que sería nuestro nuevo restaurante. Reformándolo nosotros mismos. Tras varias semanas de duro trabajo estabamos preparados para abrir, en cuanto, encontrasemos personal.

-Vamos a celebrarlo -Dijo Martín- ¿Conoces un buen antro por la zona?

-Conocía algunos, pero no se si seguirán estando bien.

-Pues probemos.

Nos cambiamos, arreglamos y fuimos al primer antro que recordaba. Por fuera parecía el tipico bar, pero por las noches ponían música y se podía bailar y disfrutar hasta las tantas de la mañana.

Cuando llegamos me dió una copia de la llave del apartamento que había alquilado.

-Por si tienes suerte -Dijo guiñandome un ojo- No querrás ir donde tus padres a follarte a una chica, ¿no?

Sonreí y entramos. Yo no soy de beber mucho asi qué me divertí viendo como le daban calabazas. Finalmente encontré a una chica que me llamó la atención: 1.65, pelirroja, buen culo, carita de niña buena y completamente incomoda por el chico que la había entrado hace unos minutos.

Me acerqué a ellos con toda la naturalidad del mundo. Y me pegué a la chica.

-Cariño, perdona por tardar. Ya sabes como está el tráfico.

Ella me evaluó durante unos segundos, me pasó el brazo por la cintura y sonrió.

-¡Ya me estaba preocupando! Mira este es Alejandro, me estaba haciendo compañía hasta que llegases.

El chico se puso rojo...

-No sabía... que... Adios. -El chico se fue.

Ella me obsequió con una bonita sonrisa.

-¿Así es como ligas con las chicas?¿En plan principe encantador?

Me reí a carcajadas.

-No. Las conquisto con mi comida.

-¿Cocinas bien?

-Me dedico a eso. Más me vale cocinar bien.

-Asi que eres chef. Algún día me podrías cocinar algo, ¿verdad?

Sonreí.

-Podría prepararte el desayuno mañana.

-¿Esa es tú gran frase? -Preguntó sonriendo.

-Depende... ¿Ha funcionado?

-Puede -dijo ella ensanchando más la sonrisa.

Estuvimos hablando casi una hora hasta que me dijo al oido:

-Creo que me apetece mañana un buen desayuno de alta cocina. ¿Me harías uno? -Dijo mientras una de su mano se acercaba a mi pene que estaba cogiendo fuerza.

-Te haría muchas cosas más -Y la bese.

Nos fuimos al apartamento de Martin y directos a la habitación de invitados entre besos y sobeteos. Cerré la puerta y nos empezamos a desnudar. La empujé sobre la cama y rápidamente me coloqué entre sus piernas.

La hice una comida de coño acompañando con mis dedos. No tardó mucho en empezar a retorcerse y gemir. Finalmente se corrió suavemente.

Coloque mi polla (con preservativo) en la entrada de su cueva y, mientras la besaba, empujé lentamente. Ella dejó de besarme cuando subí el ritmo y solo sabía decir: "Si" "Oh" "Joder" "Más fuerte"

Me obligó a ponerme boca arriba y me cabalgó poseida hasta que nos corrimos juntos. Por el agotamiento se durmió encima mía y yo a los pocos segundos me dejé vencer por el sueño.