Charo. Vacaciones en Marbella 6

Siguiente parte de las vacaciones, tarde de chicas, SPA y uñas...

Este es el sexto capítulo, del relato de la historia de Charo, una madrileña de 29 años, con unos días libres, en su trabajo, que decide irse de vacaciones a Marbella, y, su vida, comienza a cambiar, cuando, por sus ganas de fumar, nos encontramos.

Charo sigue narrando su propia historia

En un restaurante de Marbella, después de la peluquería, con Claudia y con Alfonso

Salimos de la peluquería de Lorena, y, fuimos al parking, a agarrar el coche de Claudia, para ir al parking, del restaurante, en el que, Alfonso, nos estaba esperando.

Llegamos las dos, al restaurante, y, la mesa, era, para 4, pues, Daniela, nos estaba también esperando, llevaba una falda de cuero, de tubo, unas botas altas, negras, y, una camisa, también negra, si no fuera porque ya la conocía, y, sabía que, en realidad, no era más que una puta, y, una esclava sexual, podía pasar por una ejecutiva,

buenorra

, eso sí.

Joder, qué envidia me daba su cuerpo... (Lo pensé, al verla)

Alfonso, me saludó, con un beso en la boca, y, por el rabillo del ojo, vi como Claudia y Daniela, también se saludaban, así, besándose en la boca.

Nos sentamos en las sillas, en la mesa, Alfonso y Daniela, ya se estaban bebiendo, cada uno, una copa de vino, mientras esperaban a que llegáramos.

Alfonso me dijo que le gustaba mucho cómo me había dejado Lorena, el pelo, el pequeño cambio de look, que me había hecho.

Yo, sin saber muy bien, que estaba a punto de cagarla, cometí una imprudencia...

Si habéis leído, el capítulo anterior, os conté que, me puse el tanga “sucio”, cuando me duché, tras el gimnasio, porque tenía acceso libre, a mis genitales.

Pues bien, yo, con toda mi buena intención, me subí el vestido, negro y corto que llevaba, para, que, Alfonso, pudiera ver mi coño, totalmente depilado, gracias a Lorena.

Alfonso, claro está, lo vio, además, en HD, podría decirse, porque Él, sabía que llevaba el tanga “incorrecto”, el “sucio”, y, así me lo dijo, delante de todo el restaurante, cuando me lo vio:

Habla Alfonso

Alfonso: “Serás, cochina, Charo, no te has cambiado de tanga, después del gimnasio”

Yo, me puse roja, no sabía muy bien, qué decir...

Yo: “Pues sí, Alfonso, no me lo he cambiado, por si acaso, Claudia, o tú, me queríais meter mano, y tocar mi coño, meterme un dedo, en él, fuera más sencillo, me encanta ese tipo de lencería, tan accesible”

Mientras decía eso, notaba que mi coño, se humedecía, me excitaba, sentirme un poco puta, en público.

Alfonso, no dijo nada más, sobre eso, porque, por suerte, llegó ya el primer plato de la comida, que, por cierto, había escogido Alfonso, para los 4, pero, no se le olvidó, después, ya en casa, castigarme por ello, por ser una cochina.

La comida, transcurrió, sin incidentes, no estuvimos demasiado tiempo, no alargamos la sobremesa, porque, Alfonso, tenía que volver a trabajar.

Quedamos con Alfonso, en que, nos volveríamos a ver, para cenar, en su casa, y que, teníamos la tarde libre, para hacer lo que quisiéramos.

La tarde con Claudia y con Daniela.

Salimos del restaurante, y, fuimos, caminando, a un bar cercano, a tomar un café, para hacer tiempo, a que abrieran un local de uñas, porque, era lo que me faltaba, para estar ya de 10, a nivel corporal.

En el bar, nos pedimos 3 cafés, y pasamos un rato, de charla, con amigas, la típica charla de chicas.

Pensé en avisar a Alba, por si se quería adobar, pero, Claudia me dijo que no, porque, seguramente, no iba a poder, no salía mucho de casa, porque aún arrastraba muchos problemas físicos, y, no se acababa de encontrar del todo bien, tampoco, a nivel psicológico.

Claudia me explicó, que, ella sabía que, a Alba, le iban a tener que operar del ojo que le quedaba, y que, casi, al 100%, lo iba a perder, pero, Alba, eso aún no lo sabía, por eso, se sentía un poco mal por ella...

(Claudia me dijo que no podía decirme, cómo era, que sabía eso)

Cuando dieron las 17:00, fuimos al local de uñas, que Claudia me dijo, pues, al parecer, también estaba a cargo, una de las amigas de Alfonso, era uno de esos negocios puestos, para blanquear dinero del narco.

Llegamos al local de uñas, que también ofrecía masaje, o, al menos, tenían camillas para dar masaje.

Claudia, que ya conocía a la encargada, a Marcela, una mujer, también de Venezuela, como Daniela, y, con muy buen cuerpo también, todo hay que decirlo, se saludaron, con otro beso en la boca, y, pasamos las 3, al interior del local.

Mientras Daniela, esperaba en la sala de espera del local, yo recibí un masaje, de manos de 2 mujeres venezolanas, cuyos nombres, desconozco, pero, que, tenían pinta de ser putas de las que trabajaban para Alfonso, por lo que me hicieron, ya que fue, “con final feliz”

Claudia, por su parte, estaba haciéndose las uñas, con Marcela.

**El masaje

a 4 manos**

Llegué a la sala de masaje, y, lo primero, me tuve que desnudar, las dos masajistas venezolanas, con cuerpazos ambas, de hecho, al verlas, me entraron ganas, de hacer un trío lésbico, ahí mismo, estaban completamente desnudas, y, preparadas, para entrar a matar, en cuanto que yo me tumbara en la camilla de masaje, que, era de piel negra, y, estaba un poco fría.

Una vez ya desnuda, por completo, y

descalza,

una de las masajistas, sacó dos parches, y, me tapó, cada uno de los ojos, para que, al no poder ver, estuviera totalmente relajada, después, me puso, lo que parecía una venda, por encima, ahí, ya sí, me relajé, la oscuridad, era total, justamente, eso es lo que quería para dormir.

Noté como me ponían una especie de máscara, fina, y de red, en la cabeza, que tapaba toda mi cara, pero, podía respirar, sin problemas.

Después, fui notando como iban tapando la máscara, con

algo,

que no pude identificar muy bien, pero, que era un poco pesado, se iba notando el peso, en la cara, pero, era agradable.

Lo que me habían puesto, se iba endureciendo, parecía, una escayola, pero, en toda la cara, me estaba excitando.

Tenía la nariz y la boca libres, por el momento, así que, podía respirar y hablar, una de las masajistas, me preguntó, cómo me sentía, y, yo le respondí que, relajada, pero muy caliente.

Yo, al no poder ver, no sabía lo que me esperaba...

Noté, como una de las masajistas, me introducía algo en el coño, primero, metió uno de sus dedos, yo, gemí, porque me gustaba, y, después, metió una especie de vibrador, no muy grande.

En ese momento, sonó mi móvil, era mi madre, que me llamaba, para saber, cómo me estaban yendo, mis “solitarias” vacaciones.

Tuve que responder, para decirle y casi, suplicarle, que, más tarde, llamaría yo misma, porque, me estaba dando un masaje, y, no podía atender la llamada, en ese momento.

Con todo este trajín de sexo, me había olvidado de mi vida en Madrid.

Al acabar la llamada, una de las masajistas, puso en marcha, el vibrador, y yo, empecé a gemir, suavemente, el vibrador, poco a poco, iba más fuerte, mi coño, notaba los impulsos eléctricos, los movimientos, estaba disfrutando a tope.

Mientras el vibrador actuaba, también lo hacían las 4 manos, de las 2 masajistas, pero, por el resto de mi cuerpo.

Yo, al tiempo, me corrí, supongo que dejé toda la camilla manchada con mis fluidos, pero, no se enfadaron las masajistas.

Al acabar el masaje, oí la voz de Claudia, que venía a ayudarme, a ir, a la sala de las uñas, aún tenía que llevar la cabeza vendada, un rato más, para que tampoco pudiera ver, lo que me hacían en las uñas, órdenes de Alfonso, pensé, y, mi coño, se volvió a humedecer, sólo de pensar en Él.

Me senté en la silla de las uñas, y, Marcela, me hizo, primero, las uñas de los pies, y, después, las de las manos.

Al acabar, pasé a otra sala, donde, una de las dos masajistas, me empezó a quitar la venda de la cara, y, por fin, pude ver mis uñas, pintadas de negro, perfectas.

Me volví a vestir, y, ya pude ver a Claudia, que ya había acabado, y, me estaba esperando, mientras hablaba con Daniela, que, nos había estado esperando, ella no se había hecho ningún tratamiento.

No había mirado la hora, pero, eran las 19:00, cuando acabamos con las uñas, así que, fuimos ya para la casa de Alfonso.

Claudia conducía, yo iba de copiloto, y, Daniela, se montó detrás, en el coche de Claudia.

En la casa de Alfonso, esa tarde.

Llegamos a la casa de Alfonso, Claudia aparcó su coche, en el garaje techado, y, Daniela, que tenía las llaves de la casa, y del garaje, nos fue abriendo las puertas, de la casa de Alfonso.

Subí a mi habitación, con Claudia, bueno, mejor dicho, a la habitación de Alfonso, la que, de algún modo, compartía con Él, y, Claudia y yo, nos desnudamos, pues, yo, ya estaba acostumbrándome, a estar en la casa de Alfonso, medio o totalmente, desnuda, aunque, me quedé con las botas, me estaba, también, empezando a acostumbrar.

Bajamos al salón, y, Daniela, nos trajo, una botella de batido de chocolate, de nuevo, por el tema de no mezclar gas y lácteo.

Claudia, sacó de su bolso, la bolsa con cocaína, puso 5 rayas, 2, se las metió ella, otras 2, Daniela, que, era la primera vez que veía cómo se metía cocaína, y, la otra raya, fue para mí.

Daniela, propuso que nos fumáramos, uno de los puros de Alfonso, yo, dudaba, pues no sabía si a Alfonso, eso le iba a gustar, pero, Daniela, me dijo que, no habría problema, que ella misma se echaría la culpa, y, recibiría el castigo, si Alfonso, se enfadaba.

Daniela fue, al despacho de Alfonso, y, volvió, con 3 puros, y un mechero, y, nos los fue encendiendo, a cada una, nuestros respectivos puros.

Estábamos, a la mitad de los puros, cuando, Alfonso, llegó; era, en torno a las 20:15, ya había oscurecido.

Alfonso, no se enfadó, aunque, creo que sí que se sorprendió, de vernos, a las 3, fumando puros.

Al llegar, nos saludó a todas, a mí, me dio un beso en la boca, y, le pidió a Daniela, que se fuera a la cocina, a preparar la cena, porque, tenía que hablar con Claudia y, conmigo.

Lo que nos dijo Alfonso

Alfonso: “Veréis, Claudia y Charo, mañana, tengo que ir a Madrid, a resolver varios asuntos de trabajo, vosotras dos, os vendréis conmigo, pasaremos allí dos días, lo justo, para que tú, Charo, te despidas de tu madre, por el momento, le cuentes que te mudas a vivir aquí, conmigo, y, de paso, también renuncies a tu trabajo, para que, trabajes para mí, en un negocio que, próximamente, voy a abrir, y, tú, Charo, vas a llevar”

También nos dijo Alfonso, que, los tres, nos alojaríamos en el chalet de Alfonso, en Villaviciosa de Odón.

Yo aproveché, para llamar a mi madre, y, decirle, que, al día siguiente, ya me iba a volver, porque me había surgido un imprevisto, nada grave, le dije para tranquilizarla, y que, nos veríamos.

El resto de la noche

Tras una cena, ligera, y en casa, a las 23:00, nos fuimos a dormir, pues, al día siguiente, aunque yo no lo sabía, nos íbamos a tener que levantar muy pronto, para volver a Madrid, y, pasar una dura prueba.

Alfonso, me enseñó, el paquete de parches, para los ojos, que me había prometido, yo, me puse contenta, y, cachonda, porque, me excitaba la idea de no poder ver, aunque fuera sólo para dormir.

Alfonso, me fue tapando los ojos, con los parches, y, me colocó el antifaz, encima de los parches, noté la diferencia, ya no había nada de luz, tardé muy poco en dormirme...

En el próximo capítulo, os contaré, el viaje de vuelta, y la estancia, en Madrid.

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