Charmed (1.2 Entre Hermanos)

Chris revela la verdadera razón para volver del pasado, con cierta ayuda de un demonio muy caliente, Barbas.

**1.2.

Entre Hermanos**

Cualquier duda, sugerencia o comentario pueden escribirme a leopoldo_relatos80@yahoo.com.mx y yo con gusto les responderé, además disfruto mucho recibir mails de mis lectores.

I

Chris Perry entraba a la mansión Halliwell con un papel en la mano. Su padre lo había dejado junto a él mientras dormía y en él le pedía que se encontraran en la casa. En una silla del comedor encontró a Leo, con una bata roja que se ajustaba perfectamente a su cuerpo musculoso. Se contemplaba en el espejo.

"Aquí estoy papá, ¿Para qué querías verme?", se anunció Chris.

"Tu madre y tus tías están arreglando unos asuntos en la edad media y no regresaran por unos días a nuestro tiempo, así que te quedarás aquí conmigo para que pueda cuidarte. ¿Alguna objeción?"

El hijo negó con la cabeza.

"Pues bien, si observas la hora en aquel viejo reloj puedes ver que ya son las diez de la noche es muy tarde para que mi bebé esté despierto. Así que te voy a tener que bañar, darte leche calientita y arroparte en tu cuarto."

Leo se levantó y dejó caer la bata sobre una vieja alfombra. Una vez más Chris pudo ver el cuerpo de su macho padre, marcando pectorales y abdomen cubiertos de sudor.

Ante esta impresionante vista de uno de los seres mágicos más hermosos del mundo (por lo menos así lo parecía para el joven Halliwell) empezó a quitarse la ropa. Primero su camisa blanca y siguieron los pantalones de cuero. Como se lo habían ordenado, en lugar de bóxers tenía la tanga que se le había dado.

"Bebé, quién te ha dado permiso de quitarte la ropa."

Chris lo miró en silencio.

"No ha sido tu padre", continuó Leo.

"Papá, tu dijiste que es muy tarde para mí y por eso debo bañarme. Por eso me quito la ropa."

El padre caminó hasta el hijo para darle un beso y después una cachetada.

"Nunca vuelvas a hacer algo que no se te ha pedido, bebé. Debes ser muy obediente y sólo hacer lo que se te ha pedido. Pero ya que estás sin tu ropita te puedo bañar. Ven conmigo", dijo Leo tendiéndole su mano fuerte. Juntos subieron la escalera hasta el baño.

Fue el padre quién dejó caer el agua caliente y pronto se empañaron los vidrios y el espejo.

"Entra, bebé. Debo bañarte."

Y el hijo obedeció como siempre. Ya que estuvieron los dos adentro, Leo tomó la pastilla de jabón y empezó a frotarla contra el pecho ligeramente musculoso creando un poco de espuma, al tiempo que las bocas se encontraban para el beso, pues así es como un padre le demuestra a su hijo el gran amor que le tiene. Chris levantó los brazos y dejó que el jabón tallara fuertemente sus axilas peludas. El enjabonado fue especialmente largo en sus bolas y en su pene. Después siguió la entrepierna y los pies, que fueron besados por el padre.

"Ahora debes voltearte para que siga con el resto de tu cuerpo."

Y haciéndolo así, sintió como la misma pastilla de jabón era tallada con su espalda mientras Leo mordisqueaba su oreja tiernamente. Al igual que la vez anterior, la mano fue bajando hasta llegar al culo que, según la opinión de Leo, estaba muy sucio.

"Esto no va a salir con jabón, bebé, tendré que usar la lengua."

Chris gimió al ser penetrado por la lengua de su padre. Con las manos contra la pared sintió como se relajaba hasta sentir como un gran tubo de carne empezaba a entrar. Leo lo estaba violando otra vez.

"Calma, bebé, estoy explorando tus entrañas para asegurarte de que estés bien."

"Pero, papi, me duele mucho", gimió Chris en tono infantil.

Recibió una nalgada por decir eso.

"Por lo visto tú nunca llegarás a ser macho, tan sólo eres mi bebé. Siempre serás mi nenita. Calma, que pronto va a pasar. Esto es necesario ¿No lo ves?"

Chris seguía gimiendo de dolor ante la gran verga de su padre. Al bajar la mirada adivinó un hilillo de sangre entre el agua que seguramente venía de su culo. Pasaron varios minutos con el metisaca que Leo Wyatt le hacía su hijo menor, indefenso bajo el agua caliente. Hasta que la punta de su pene escupió el semen que tan celosamente guarda para familia.

El agua dejó de caer sobre sus cuerpos desnudos. Los dos hombres salieron de la ducha y Leo, tomando una toalla azul, envolvió el cuerpo de su hijo para secarlo.

"Parece que nada más nos dejaron una toalla, bebé", comentó Leo.

"¿Quieres que revise en el armario para ver si tenemos toallas limpias?"

"De ninguna manera, hijo, usarás tu lengua como toalla y me secarás."

"Pero, papá…"

"¡Hazlo!", la voz de Leo era enérgica.

Chris abrazó el cuerpo de su padre para empezar a lamer. Realmente fue el tiempo más que el trabajo del joven brujo lo que secó los grandes músculos de Leo.

"Buen trabajo, ahora debes tomar tu leche calientita."

Y sin decir nada más, el hijo se inclinó ante el padre para engullir el pene que se había vuelto a levantar con las grandes chupadas de Chris sobre la piel húmeda.

"Eso, perra, métetelo todo a la boca para que puedas conseguir tu premio. Aagghh… la leche calientita de tu padre te va a hacer crecer grande y fuerte como yo… tienes que dejar de ser una nenita y volverte un macho… puta, aquí está tu premio."

Y como lo dijo, la leche caliente saltó por su garganta. Deliciosa. Exquisita. El verdadero manjar que Chris había añorado por varios días.

Leo levantó a su hijo y lo volvió a besar, después le dio grandes lengüetadas a su cara para limpiar un poco de leche que había quedado sobre la piel.

"Muy bien, mi bebé, ahora es tiempo de arroparte para que te vayas a la cama."

"¿No me vas a vestir?", preguntó Chris.

"No, una tanga te espera en la cama de tu madre. Sólo eso usarás mientras estés en la casa bajo mi cuidado. Vamos."

Y los dos hombres caminaron hasta la habitación de Piper, donde el hijo se vistió con esta tanga negra de encaje y se dejó envolver por las sábanas.

"Buenas noches, mi puta nenita.", dijo Leo.

"Buenas noches, mi macho padre", contestó Chris.

El padre dejó la habitación para que el hijo pudiera dormir en paz, sin darse cuenta que Barbas lo esperaba entre las sombras.

II

Barbas ha sido conocido como el demonio del miedo, y esta vez usaría este gran poder para poder conseguir el placer que tanto ha buscado por miles de años. Se acercó al bello durmiente, a Chris Halliwell, y empezó a hacer un además con su mano derecha.

"Sí, ya puedo sentir el miedo que tanto escondes en tu corazón, maldito brujo, lo que más temes es que tu familia se entere del verdadero motivo de tu regreso del pasado y que Wyatt regrese por ti. Tengo algo que te va a gustar."

Envolviéndose de luces mágicas de color blanco, su cuerpo se separó en dos y cada uno empezó a mutar. El primero representaba a su padre, con el pecho desnudo y pantalones de vestir cubriendo su paquete, él se sentó en un sillón sobre la cama. El segundo representaba al hermano mayor de Chris, Wyatt, un macho alto y musculoso con grandes rizos dorados que caen hasta su espalda. Él vestía con pantalones negros, camisa blanca y chaqueta de cuero. El sonido de la magia despertó al pequeño Chris y observó las dos figuras entre las sombras. Las reconoció.

"¿Sabes porque regresó Chris del futuro, papá?", preguntó Wyatt con su voz profunda.

"Supongo que mi bebé regresó para salvarte del mal", contestó Leo.

"No, papá. Regresó para cambiar los papeles. Al crecer pude domar y dominar a mi hermano hasta convertirlo en mi perra favorita. Una de tantas. Siguiendo tu ejemplo aprendí a ser un hombre con mi hermano y yo le robé la virginidad a los quince años como regalo de cumpleaños. Desde entonces he sabido controlar su voluntad para que obedezca sólo mis órdenes. Ahora él quiere ser el macho, él quiere estar sobre mí."

Leo asintió, pensando en su respuesta.

"Entonces no encuentro otra solución más que le demuestres quién manda, hijo. Usa tu gran pene Halliwell para romperle el culo. Yo lo haré contigo para que te acuerdes de tu padre."

Los dos sonrieron y Chris sólo tragó saliva.

Padre e hijo, sólo que esta vez eran Wyatt y Leo, se besaron frente a Chris para quitarse la ropa uno al otro y demostrar como los dos poseían grandes cuerpos atléticos con duros pectorales y abdomen marcado. Sus penes estaban erectos.

"A ver, puta. Ponte en cuatro patas como la perra que eres y acepta a tu macho en tu culo", ordenó Wyatt.

"Hazle caso, bebé", añadió Leo.

Chris no tuvo más que obedecer y colocarse en la posición que le habían ordenado. Su hermano se acercó por detrás y le arrancó la tanga.

"Ya no vas a necesitar esto. Las perras no usan ropa."

"Sí, hermanito", gimió el menor de los Halliwell.

Pronto pudo sentir como un gran pene luchaba en la entrada de su culo. Chris ardía en ansías de convertirse en la mujercita de su hermano y de su padre. Wyatt lo penetró con fuerza, y Leo hizo lo mismo con el culo de Wyatt. Se oyeron tres gemidos de placer.

"Sí, Aagghh…así es como me imaginé que sería en cuanto supe que fueron procreados. Putas para dar placer, no sirven para nada más… Aagghh… sólo culos mágicos que penetrar cada vez que yo sienta placer. Son míos y de nadie más", gemía Leo.

"Sí, papá… Aagghh… yo soy tuyo y por eso me coges como un buen padre que eres. Aagghh…Sigue así, penétrame con fuerza para demostrarme que eres un hombre de verdad. Tú me hiciste hombre también, así que tengo la responsabilidad de coger a esa perra", gemía Wyatt.

Chris, en cambio, sólo se limitaba a gritar de dolor y gemir. Caían lágrimas de su rostro porque no soportaba el gran pene que con fuerza era forzado a entrar y salir de su culo. Poco a poco los cuerpos empezaron a brillar para denotar sus grandes músculos y se vieron más hermosos que nunca. Perfectos. Inmaculados. Hasta que se fundieron en uno y volvieron a ser Barbas otra vez. El demonio del miedo se corrió dentro del cuerpo de Chris y desapareció dejándolo sólo, violado, envuelto en sangre sudor y semen sobre la cama de su madre. Ahora Barbas quería atacar a Leo.