Charleston

Un club de intercambio inolvidable

Las manos se deslizaban por debajo del vestido.

Estar en la barra esperando la bebida no era un impedimento a la hora de mostrarle las ganas que le tenía.

La oferta susurrada al oído fue aceptada con una sonrisa. Ambos se desplazaron a una habitación con una cama ancha, muy ancha, donde pidiendo permiso podía entrar cualquiera.

Tumbándola completamente la deja con la piernas abiertas mientras hábilmente le desprende las bragas.

Así, totalmente volcada en el lecho, también se deja atar las muñecas con dos tiras de tela que cuelgan de la pared.

Viéndose atada de brazos se le acelera el pulso. Esta excitación le hace humedecer su coño, que ya caliente comienza a palpitar esperando el placer que se le avecina.

Clara está excitada, más, cuando cualquier desconocido enmascarado puede aparecer en cualquier momento.

Ximo, colocándose en cuclillas fuera de la cama se pasa las piernas de ella por los hombros, y así, en esa postura, comienza a lamer su clítoris, al igual que un felino lame su plato de leche, él, se esmera en los labios ocultos de su pareja.

Un inmenso placer comienza a brotar de su vulva.

Unas ganas locas de tocar a Ximo le recuerdan que está impedida, que su voluntad está sometida a dos tiras de tela que no la dejan libre.

Sometida a la voluntad de él ella se deja llevar, por el momento y por su imaginación.

Con la cabeza inmersa entre sus piernas él se esmera, lame los labios, clítoris y el interior de los muslos. Clara retoza placer, levanta las caderas para que las manos de Ximo alcancen las nalgas, y una vez alcanzadas sean estrujadas, provocando así, más placer si cabe.

En uno de esos movimientos la máscara de ella sube su posición dejándola casi sin visión, una pequeña rendija le permite a duras penas observar la habitación. Y es así que vislumbra una figura masculina que se ha colado dentro. Girando la cara y forzándola con el brazo se coloca bien la máscara, y al volver la vista ve un hombre alto con traje y pajarita que observa desde detrás de Ximo todo el panorama.

Su corazón da un vuelco, entre excitación y vergüenza los minutos se hacen eternos. Ximo sigue trabajando la entrepierna como si de un minero se tratara, a pico y pala. Ella no quita ojo al desconocido que ya no puede ocultar su erección, y como de vez en cuando, se toca el miembro por encima del pantalón.

Ximo se pone de pie, bajándose los pantalones muestra su polla erecta que en un instante va a introducirla en el coño. Así, colocándose encima la penetra de un golpe.

Clara siente un inmenso placer, el coño lo tiene ocupado con una polla.

El desconocido abre su cremallera y saca una polla enorme y gruesa que es paseada de arriba a bajo por su propia mano, una somera paja que Clara no pierde detalle levantando la cabeza de vez en cuando. El individuo se acerca a la altura de ella, y despacio le desliza la parte de arriba del vestido para mostrarle al mundo unos pechos firmes y duros.

Hará unos cinco meses que Clara sucumbió a los deseos de Ximo y accedió a operarse los pechos.

El hombre observa los magníficos pechos de ella mientras se masturba aceleradamente, Ximo sigue penetrándola cada vez más, a más ritmo.

Aganchándose el desconocido comienza a tocarle los pechos con las dos manos, su miembro, ya está a la altura de la cara de ella.

Está completamente sometida, no puede hacer nada con sus manos, es manoseada y follada con total sumisión. Su voluntad no existe, se impone el deseo de dos hombres sobre su cuerpo, le encanta.

Ella cree enloquecer, un desconocido literalmente le está estrujando los pechos mientras es follada por su pareja, y para más morbo, hay un enorme cipote que mirando al techo saluda con una terrible erección.

El sujeto deja por un momento de sobarle los pechos para coger su polla y pasársela por el rostro de ella. Un subidón de adrenalina estalla en el corazón de ella, de repente y por primera vez, le apetece chupar una polla mientras su pareja se la folla.

Ximo, de improviso se aparta y alzándola de las caderas le da la vuelta obligándola a ponerse de rodillas mientras cruza los brazos, en un gesto brusco, es recordada que está atada.

Para disfrute del desconocido Ximo le levanta el vestido mostrando todo su culo y coño. El tipo se acerca y comienza a manosearle las nalgas.

Clara está completamente humeda, la situación le da un morbo terrible, alguien que no conoce le está metiendo mano delante de su pareja, le encanta, la pone terriblemente cachonda, por ello, no quiere que acabe nunca el momento.

El hombre separando las nalgas con las manos, invita a Ximo a que se la vuelva a follar. Él gustoso acepta la invitación y la penetra de un solo golpe. El sujeto se lleva su dedo índice a la boca, y lo chupa profundamente, al cabo de un instante se lo introduze por el ano a Clara.

Ella cree enloquecer, mientras se la follan un desconocido la están masturbando el ano con su dedo, se muere de placer y morbo. A punto de correrse, el desconocido deja de masturbarle y se coloca a la altura de su cabeza, con la mano derecha le sujeta las muñecas y con la izquierda agarra su polla y se la acerca a la boca, ella se la mete profundamente. Mientras el tipo la agarra del pelo ella le pasa la lengua por la polla.

A duras penas puede respirar con temiendo miembro en la boca, pero no quiere sacársela, quiere seguir chupando, le encanta la situación, el coño lo tiene ardiendo, y la boca también.

Ximo comienza a gritar eyaculando en el interior de su coño, mientras se corre golpea las nalgas con la mano abierta, ella, está a punto de correrse también, pero en el momento que Ximo se aparta, el hombre saca su miembro de la boca de ella, y se va a su espalda, sacando un preservativo, se lo pone en su enorme zipote, agarra las caderas de ella firmemente y la penetra.

Clara, está a punto de correrse, un enorme y desconocido miembro la está traladando las paredes del coño mientras su pareja le masajea el clítoris.

A los pocos segundos de la penetración y a consecuencia del tamaño, las cachetadas, el masaje en el clítoris y el ritmo de la follada, Clara suelta un tremendo alarido de placer que le hace sentir un orgasmo brutal que le recorre a modo de latigazo desde la sien hasta el clítoris.

Un inmenso orgasmo que le provoca un leve desvanecimiento.

El hombre sacando la polla y llevándose el condón eyacula de forma heroica en las nalgas torturadas de nuestra amiga...