Chapero adolescente

Un adolescente vive su primera noche en el mundo de la prostitución masculina, con morbo, sexo y sorpresas...

CHAPERO ADOLESCENTE

Esta historia me sucedió el verano pasado. Tengo 18 años, me inicié con los tíos a los 15, y desde que empecé, podría decirse que no he parado de follar, ya que tengo buen cuerpo y dicen que soy bastante guapo, normalmente con gente que conocía en los chats gays. Un dia me enteré en el chat de qua había un parque cercano a mi barrio, donde por las noches solían ir gays a buscar rollo, y en concreto una zona donde se ponían chavales jóvenes que buscaban sexo por dinero, chaperos  vamos. A mí, que deseaba probar experiencias nuevas, la idea de follar con tíos cobrando me ponía cachondísimo, el dinero me llamaba, pero era sobretodo morbo, así que, con lo lanzado que soy yo, esa misma noche, aprovechando que era viernes y me dejaban salir con los amigos pensaba darme una vuelta por ese parque.

Me arreglé bastante, poniendome ropa provocativa. Una camiseta blanca ceñida que resaltaba mi buen torso y unos pantalones que me quedaban bastante apretados, aunque sin llegar a lo ridículo, claro está, y me fui para allá. Cuando llegué no había apenas gente, era pronto aún y supuse que estaría más animado más tarde. Ví a algunas parejas de chicos sobándose o morreándose en algún banco, otros estaban como mirando por todos lados tanteando terrenos, yo me dirigí hacia la zona donde había oído que se ponían los chaperos. Por el camino algún hombre me hizo gestos de querer ligar conmigo. Aunque me hice un poco el tonto, el morbo de la situación empezó a dominarme. Un poco más adelante, al pasar entre unos matorrales, ya casi llegando a la zona de chaperos, pude distinguir en la oscuridad una escena que terminó de calentarme totalmente. Escondidos entre árboles, había un hombre gordo, de unos 40 años con un chaval que no tendría más de 20. El chico joven estaba apoyado en un árbol mientras el otro le daba por culo, ambos tenían la ropa puesta, solo se habían bajado el pantalón lo justo, pero se notaba que estaban follando. La cosa parecía que iba en serio en aquel parque.

Llegué a la zona que andaba buscando. Era una zona oscura, casi al final del parque, donde estaban las casetas en las que los jardineros y la gente de mantenimiento guardaba los trastos. Me fijé y vi que había dos chicos jóvenes, de unos 19 o 20 años sentados en bancos diferentes. Se notaba en sus caras y ropas que era extranjeros, y siendo jóvenes pensé que serían chaperos, por lo que, aunque estaban bastante buenos, no me iban a tirar los trastos, ya que estaban allí para lo mismo que yo. Me senté yo en otro banco. Los tres nos mirábamos, examinándonos como se examina a tus rivales en un partido de futbol o algo así. Poco tiempo después un hombre mayor, de más de 50 años, diría yo apareció y se fue a hablar con uno de los chicos. Estuvieron un par de minutos intercambiando palabras y después se fueron y se metieron entre los arbustos. Uno de nosotros ya tenía cliente. Estuvimos un rato más sentados cada uno en un banco, empecé a tener frío, ya que aunque era verano, por la noche corría aire freco. Apareció por el camino un hombre también de unos 45-50 algo regordete, con el pelo canoso y barba. Pensé que se iría a por el otro chico, pero después de mirarnos a los dos vino hacia el banco en el que yo me encontraba y mi corazón dio un vuelco. Me saludó y se sentó a mi lado.

  • Hola, ¿tú sueles venir por aquí? - me preguntó.

  • No, aquí es la primera vez que vengo - respondí para que no descubriera que era novato.

  • Pues eres muy guapo, ¿sabes?

  • Gracias - le contesté aún nervioso.

  • ¿Cuánto? - me preguntó.

  • Depende lo que quieras hacer

  • Que me la comas y darte - contestó.

  • 40 euros.

Sabía que era poco dinero, pero como ya he dicho no estaba allí por dinero, sino por morbo, y prefería empezar cobrando poco, para tantear el terreno.

  • Muy bien, pues vamos ahí detrás a los árboles.

Se levantó y se dirigió hacia los matorrales, yo le seguí. Nos metimos por un camino y llegamos a una zona oscura llena de árboles. Entonces, y solo entonces, con los nervios de la situación pensé en lo confiado que estaba siendo y lo peligroso que podía ser aquello, pero ya no había marcha atrás. Se paró cerca de un árbol grande y dijo que ahí estaba bien. Se giró hacia mí y mientras me miraba empezó a desabrocharse el cinturón y los pantalones. Se los bajó un poco, y después los calzoncillos, dejándome intuir en la oscuridad una polla normal, tirando a grandecita, algo torcida hacia un lado.

  • Venga, agáchate y chupa.

Yo obedecí y me agaché delante de él. Le cogí la polla y la pajeé un poco antes de metérmela en la boca. Cuando me la metí noté un fuerte sabor a hombre, aunque no me desagradó, pues estaba acostumbrado a comerme pollas de gente de mi edad, que tampoco son precisamente el mejor ejemplo de higiene. Trataba de meterme la mayor cantidad posible en la boca y de utilizar bien la lengua para darle el máximo placer, y al parecer lo estaba consiguiendo, porque el tío no paraba de gemir y de cogerme la cabeza. A veces me cogía por el pelo y me empujaba su polla hasta el fondo de la garganta y la dejaba allí un rato. Me habría causado arcadas si no fuera por lo acostumbrado que estaba a eso.

  • Joder, que bien la comes, se nota que has comido muchas pollas. ¿Qué edad tienes chaval?

  • 18 - mentí yo sacándome de la boca momentáneamente su nabo.

  • Sigue, sigue, no pares.

Seguí mamándosela un rato, acelerando el ritmo hasta que me dijo que parara, que no quería correrse aún y que me levantara. Le obedecí y cogiéndome por la cintura me hizo girarme y me empujó levemente hasta quedar cerca del árbol. Me dijo que me agachara y me apoyara en el árbol mientras empezaba a desabrocharme el cinturón. Después me desabrochó el botón y bajó mi bragueta. Palpó un poco mi polla por encima del slip.

  • Buena polla, chaval.

Me bajó los pantalones y después los calzoncillos y sentí el frescor de la noche en mis huevos. Sin esperar más, el tío era muy directo, empezó a ponerme saliba en el culo y me metió un dedo, haciéndome gemir de placer.

  • Veo que te gusta putita...tienes el culito acostumbrado, ¿eh? Voy a clavártela.

Se puso un condón y un poco de saliba en la polla y me la apoyó en la entrada de mi culo. Empezó a hacer fuerza y aquella polla se fue abriendo paso en mi interior con facilidad. Cuando la tuve toda dentro sentí un placer inmenso que me recorrió todo el cuerpo de arriba a abajo. Ahí estaba yo a mis 18 años con el culo en pompa ofreciéndoselo a un tío que no conocía de nada y que podría ser mi padre por dinero. La sensación de ser una puta total me invadió y supe que aquello me encantaba. El tío empezó a bombear rápidamente, se notaba que estaba cachondísimo. Me la clavaba hasta el fondo en cada embestida, haciéndome ver las estrellas, hasta que poco a poco acabé totalmente empotrado contra el árbol en el que me apoyaba. Me empezó a coger por los pelos, haciéndome sentir aún más dominado y siguió durante un buen rato. Me daba igual lo que tardara, yo estaba disfrutando mucho y no me apetecía que acabara aún mi primera relación sexual como chapero. De repente me pareció oir un ruido y giré la cabeza. No muy lejos, entre las sombras distinguí una figura que se acercaba a donde estábamos nosotros.

  • Oye tío...ahí hay alguien.

  • No te preocupes - me contestó mientras seguía dándome caña -. Aquí suelen venir mirones que no tienen pasta para follar y se pajean mirando. ¿Te molesta que nos vean?

  • No, me da igual.

La figura se paró detrás de un árbol y pude distinguir cómo se sacaba la polla y empezaba a pajearse. Lo cierto es que si a todo lo que me estaba sucediendo le sumaba que además había gente mirando, la situación me daba más morbo aún. El tío siguió clavándomela cada vez más y más fuerte, mientras por el otro lado vi que había al menos otro tío mirando cómo me follaban. A lo lejos podía oir los gemidos de alguien más, probablemente otro chapero como yo que estaba recibiendo polla no muy lejos de donde yo me encontraba. La situación era absolutamente alucinante. El hombre empezó a darme más fuerte si cabe y a cogerme con mucha fuerza por la cintura. Supe que estaba a punto. Me la metió hasta el fondo en un movimiento que me hizo clavarme del todo al árbol y empezó a correrse en medio de grandes gemidos. Notaba como su polla se convulsionaba en mi interior y descargaba toda su leche. Cuando terminó me la sacó, se quitó el condón y lo tiró al suelo entre los árboles. Se subió los pantalones, y mientras yo hacía lo mismo sacó su cartera y me dió el dinero.

  • Eres alucinante tío, eres muy bueno...ha sido la hostia.

  • Me alegro de que te haya gustado - le contesté.

  • ¿Vas a volver más por aquí?

  • Sí, vendré muchos días.

  • Vale, pues hasta otra entonces.

Se alejó mientras me guardaba en el bolsillo el dinero. Cuando estaba a punto de seguirle y volver fuera, uno de los tíos que había estado pajeándose se acercó a mí.

  • Oye chaval - era un hombre de unos 28 -30 años, algo demacrado, y llevaba la polla fuera - ¿cuanto me cobras por poner el culo para que acabe? Estoy a punto.

  • Si te queda poco 20 euros.

  • No llevo condón, ¿te da igual a pelo?

  • No, a pelo no, yo llevo condones.

Le di uno que llevaba en mi bolsillo y empecé a bajarme de nuevo los pantalones mientras él se lo ponía. Cuando estuvimos a punto se acercó y me la metió de golpe. me dolió un poco, porque tenía el culo algo escocido del primer cliente, pero como no la tenía demasiado grande aguanté bien. Realmente no le quedaba mucho, así que en un par de minutos follándome empezó a correrse. Me pagó y se fue, yo me volví a vestir. Sin embargo cuando estaba a punto de salir de allí y volver al camino me dio la vena curiosa y decidí asomarme a un lugar que quedaba entre un grupo de árboles a la izquierda de donde yo había estado trabajando, desde donde me venían sonidos de gente follando. Me asomé y vi dos figuras, una de ellas arrodillada en el suelo, con el culo en pompa mientras un hombre le enculaba salvajemente. Me acerqué un poco y vi que el pasivo era uno de los chicos que había en los bancos cuando yo había llegado al parque, un ecuatoriano de unos 20 años, que estaba completamente desnudo, ya que por lo que parecía, su cliente había terminado quitándoselo todo en vez de follárselo bajándole un poco los pantalones como a mí. El hombre que le estaba dando aún no me era visible desde ese ángulo, y no se por qué maldita razón en vez de marcharme de allí busqué un lugar mejor para verlo bien. Cuando lo distinguí mejor me llevé la gran sorpresa de mi vida. Yo concocía a aquel hombre corpulento, moreno, con mucho vello que estaba martirizando al pobre chaval con unas embestidas absolutamente brutales. De hecho lo conocía muy bien, porque vivíamos en la misma casa. La imagen de mi padre follándose salvajemente a un chapero joven me heló la sangre y me hizo alarmarme, intentando salir de allí lo más rápidamente posible. Para mi desgracia, las prisas no son buenas compañeras de sigilo, y de tanto que me había acercado, al moverme, el ruido de las ramas alertó a mi padre. Se giró hacia donde yo estaba y por un momento nuestras miradas se encontraron. Paró de embestir al ecuatoriano mientras yo me giraba y salía corriendo de allí con la esperanza de que en la oscuridad no me hubiese reconocido. No paré de correr, incluso cuando un tío se me acercó y me dijo por cuánto se la mamaba pasé de él y seguí. Pude oír cómo los gritos del ecuatoriano volvían a ponerse en marcha, señal de que mi padre había vuelto a embestirlo...quizás fuera porque no me había reconocido...con esa esperanza seguí corriendo hasta mi casa. Al llegar subí a mi habitación y me metí en la cama...no pude dormir por los nervios...¿qué pasaría si me había reconocido en la zona de chaperos? ¿Y qué hacía él ahí follándose a un jovencito ecuatoriano cuando se suponía que estaba de cena con los de su empresa?

CONTINUARA...