Chapero

"De pronto me estaba volviendo adicto a su culo, lentamente me separo y veo el cuerpo desnudo de mi cliente con su cabeza sumergida en la almohada y su blanco trasero levantado esperando mi próxima acción"

Camino por las oscuras calles de la ciudad, el trayecto siempre es el mismo aunque este día había muchas más personas buscando algo de dinero. Dejo de moverme al ver como un carro se estaciona justo al frente, en él iba un retraído chico que no pasaba de los 20 años. Me señala para que me acerque al carro y lo hago sin dudarlo.

Sus fracciones se van haciendo más evidentes a medida que avanzo, no estaba equivocado, con esos grandes lentes y un peinado de lado parecía de esos chicos cerebritos. Recuesto mi antebrazo en el marco de la puerta de su vehículo que tenía un suave olor a aromatizante con cigarro.

—Que hace un chico tan pijo como tú por estos lugares, acaso andas perdido chiquillo— Digo sacando el último cigarro que tenía en mis bolsillos llevándomelo a los labios para luego encenderlo.

— Acaso este no es donde…Mejor olvídelo, me voy— Se notaba que el chico estaba con timidez.

Me gustan así.

Dirigió su vista hacia la carretera y sus temblorosas manos tocaron el volante.

—Espera un momento, ¿no deberías estar en la escuela? —Lo veo titubear unos instantes y me adelanto hablar— Bueno ya dejaré las bromas, ¿qué tipo de servicio quieres?.

—No quiero tu servicio, ya me voy—En el momento en el que iba arrancar me monte en el asiento del copiloto— ¿Pero qué demonios te crees que haces?

— Sé muy bien a lo que has venido y te aseguro que no vas a encontrar a alguien como yo en este lugar— Agarre su mano que estaba en el volante y la dirigí hacia mi polla que ya se estaba haciendo notoria. — Esto lo comprueba, carne de la mejor calidad.

Note como sus dedos comenzaron apretar mi miembro que se mantenía escondido en el pantalón. Dirigí su otra mano para que pudiera inspeccionar mis trabajado abdomen, lo cual recorrido hasta llegar a mis pechos. Con mucha dificultad empezó a masajear mis pechos para luego brindarme una mirada lujuriosa.

—Vamos a salir de este maldito lugar— Digo sacándolo del trance libidinoso.

—Mi residencia está a pocos metros.

El trayecto fue rápido, entramos a una calle donde las casas se iban convirtiendo en mansiones a medida que avanzaba, aparco el carro al frente de lo que parecía ser una fraternidad. Fui caminando  a sus espaldas hasta oír una fuerte música proveniente de la casa. El joven se voltea y posa uno de sus dedos en sus finos labios como muestra de silencio.

Al entrar veo algunos cuerpos tendidos en el suelo y muchas botellas de licor vacías. Pasamos brincando los cuerpos hasta subir las escaleras y llegar a su habitación.

—Entra sin hacer ruido iré por unos tragos.

Observe todo el lugar y comprobé que mi cliente era un estudiante de medicina fanático de los comics. Espero sentado un rato hasta que aparece con un vaso y una botella de tequila.

—Fantástico, es mi bebida favorita—  Le hecho otro vistazo al lugar—mis servicios se pagan adelantados— Me acerco hasta posar mis labios en su cuello y con mucha delicadeza mis manos entran en sus bolsillos extrayendo su cartera.

—Oye, no abuses de mi confianza— con fuerza me arremete la cartera—¿cuánto por tus servicios?

—Dame ese billete de cincuenta, el resto lo pone la casa, hoy quiera disfrutar contigo.

Lo comienzo a desvestir para poder apreciar su blanca y delgada figura. Mis manos recorren todo su torso hasta llegar a sus mejillas con brusquedad le quito los lentes y los tiro hacia un lado.

—No los necesitas, ahora termina de desvestirte. Déjame probar ese pedazo de tranca que tienes entre las piernas— Rápidamente me despojo de todas mis prendas

Estamos los dos desnudos intercambiando miradas y algunas sonrisas. El joven toma la iniciativa poniendo sus manos en mis hombros presionando para luego caer en su regazo.

Coloque mis nos manos entre sus delgado y largo pene masturbándolo por unos minutos hasta que soltó la primera gota de líquido preseminal y para efecto de que su pija volviera a estar limpia, mi lengua recorrió su glande saboreando  lo salado ese delicioso néctar.

Rico como me gusta a mí.

Sin más preámbulos metí todo su pene en mi boca, lo que en respuesta hizo emitir unos gemidos. Debo confesar que me éxito aún más oír como a medida que succionaba se voz se quebraba.

Mis labios iban  y venían voluntariamente sin parar, recorrí el cuerpo de su traca hasta llegar a sus peludos testículos y no dude en metérmelos a la boca. De pronto toda la habitación olía a sexo.

Fui recorriendo mi lengua hasta llegar a sus pequeños pezones para después terminar en un puro beso que me hizo trasladarme a la época de mi primera relación. Se esmeraba en recorrer con su lengua toda la cavidad.

— Ahora es mi turno de tener el control— Le dije tumbándolo con fuerzas hacia la cama, al caer boca abajo me dirigí rápido pasando mis manos por su pubis y lenvantadole el culo para poder apreciar bien lo que me iba a comer.

Ahí estaba delante de mí su rosado orificio, perfecto, con poco bello. Pedía ser atendido, palpitaba y se abría por algunos instantes. Al pasar uno de mis dedos, el chico se separó rápidamente.

—Pero tío que pasa, porque te quitas bruscamente cuando estaba en la mejor parte.

—No, no quiero— sus grandes y verduscos ojos se llenaron de lágrimas. El joven intento ponerse de pie, pero con una mano se lo impedí

—Está bien, si quieres que trabaje de pasivo no hay problema. Solo te pido que te dejes llevar— Lo volteo para volver a la antigua posición— Déjame comerme tu culo, me mata lo delicioso que esta.

Mi lengua fue directa a su orificio dándole algunos toques a lo que puede escuchar mi compañero disfrutar, fui bajando por su periné hasta toparme con sus bolas que no tarde en introducírmelos a la boca, uno por uno. Los succionaba y jugaba con ellos notando que en cada uno de mis calculados movimientos el chico soltaba un eufórico gemido.

Retome el camino hacia su virginal agujero, empecé a besarlo e introducir más mi lengua con ayuda de un dedo.

—¡aaah! Joder, que bien lo haces. No pares— me susurraba cada vez que mi lengua tocaba su ano. Era la mejor mamada de culo que había hecho en toda mi vida, era un delicioso manjar acompañado por sus gemidos.

De pronto me estaba volviendo adicto a su culo, lentamente me separo y veo el cuerpo desnudo de mi cliente con su cabeza sumergida en la almohada y su blanco trasero levantado esperando mi próxima acción.

—   ¡Dios! No esperes más y métemela de una vez, fóllame el culo— giro su rostro tratando de observarme, sus dientes mordían el labio inferior, sus ojos le brillaban como dos perlas.

—   Tranquilo todo a su tiempo, aun quiero probar todo tu divino cuerpo.

Me acerqué y empecé a besar su espalda de abajo hacia arriba, llegando hasta su oreja y con mis labios introduje su lóbulo derecho en mi boca. Podía ver la mitad de su rostro por un pequeño vidrio que tenía colgado al frente. Su cara era de completo éxtasis, unas cuantas gotas salían de su frente y caían en la cama, su boca estaba abierta intentando obtener una mejor fuente de aire.

Mis manos bajaron hasta buscar cada pezón y con fuerza los hale, haciendo que perdiera el control y sus piernas no aguantaron por lo que cayó de golpe en la cama. Sus blanca piel hacia juego con su juego de sabanas, con un poco de tenor se dio la vuelta y pude ver como su cara estaba completamente roja.

No voy a mentir, chicos como este son los que más me atraen.

Agarre de su barbilla con delicadeza y lo lleve hasta el borde de la cama. Estaba erguido y sus ojos verdes esperaban a que actuara.

—Quiero que abras esa linda boquita y recibas toda mi tranca— Justo como lo predije, tenía el control de todo su cuerpo.

Comencé  acariciarme la polla intentar avivar a un más mí ya erecto mástil. Sus ojos se abrieron aún más cuando me fue acercando y contemplo muy de cerca mi miembro. Era grueso y de un tamaño bastante largo, los dioses me bendijeron con ese don, por esa razón no puedo desperdiciar mis dotes.

—Joder ¿cuánto te mide? Parece la de un caballo

Separé sus labios he introduje mi miembro en su boca de una sola vez. Sentía como rozaba su garganta, hasta el punto que dos gruesas lágrimas se asomaron de sus ojos.

—Abre bien tu linda boquita, que ahora es que falta polla —  le metí el resto de golpe, hasta el fondo tocando mis testículos de su barbilla.  Comencé  a follarlo como un desquiciado, la sacaba de golpe y se la metía hasta el fondo. Su saliva resbalaba por todo mi mástil, lo que hacía más fácil el introducirlo por su garganta—trágatela toda joder, no sabía que fueras tan bueno mamando—Seguía follándolo, notaba como su polla llegaba hasta mi garganta y volvía a salir.

—   ­Que rico estas— me decía a cada momento inspeccionando con sus largos dedos mi trabajado abdomen.

—   Es el sabor de un verdadero semental. Ahora quiero que me muestres de nuevo tu culo, quiero probarte.

Al principio dudo, pero basto con unos cuantos besos para que se sintira en confianza y me brindara su culo.

Sin aviso le introduje el glande, su cuerpo comenzó a tensarse y ponerse algo caliente, no chillo sino hasta que ya tenía más de la mitad introducida. Presione con fuerza sus caderas y me dispuse a introducirla por completo.

—¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah! joder, ¡aaaaaaaaaaaaah!, me estas rompiendo por todo dentro— observo como intenta controlar el dolor respirando pausado.

—Pero si te has comido toda casi de un solo golpe, tienes un culo muy tragón.

Dejo por unos instantes que su cuerpo se acostumbre al tamaño de mi mástil y comienzo a moverme lentamente.

Los gemidos del chico cada vez se iban haciendo más fuerte, no paraba de gritar, de gozar el momento. Con una mano lo empiezo a masturbar mientras que la otra se introduce por completo en su boca, ahogando sus gritos en mi puño.

Me levanté y ahora fui yo quien se sentó en la cama boca arriba con mi polla mirando hacia el techo. No tardo mucho tiempo para que el chico se sentara, buscando perder la sensación de vacío en su ano.

Fue bajando lentamente hasta que finalmente sus nalgas tocaron mi pubis. La cara de dolor unido con la estreches de su trasero hacía pensar en que pronto acabaría. Estaba en mi clímax, viendo desde abajo como su cuerpo subía y bajaba tratando de comerse todo mi mástil, acompañado de gemidos que iban al compás del acto sexual.

Comencé a moverme y a follarlo sin piedad, su boca se abría del todo, pero ya no le quedaba aliento para seguir gritando. Nuestros cuerpos estaban unidos, sentía su sudor, su calor y el presemen saliendo por su glande, bañando todo mi abdomen.

Mis manos fueron a recoger ese salado néctar, pero al momento en que hice contacto con su pene, tres fuertes chorros de semen salieron y nos llenaron el vientre, fue como una especie de bomba.

Lo último en escuchar fue un fuerte suspiro antes de que su cuerpo se derrumbara arriba del mío y terminara de soltar lo que ya hace tiempo estaba reteniendo.