Chantajeando a mi prima casada (2)
El señor al ver que ella no hacia nada, se lanzó y empezó a meter la mano por debajo de la falda.
Hace unos dias mandé la primera parte de mi historia , si la habéis leído, esta es la continuación de las situaciones que provoqué después del primer encuentro.
Nada más salir de su casa, empecé a maquinar ideas a las cuales someter a mi primita, que ya había cumplido mis órdenes una vez y no dudaba en que lo volvería a hacer, por el miedo a que todo el mundo viera esas fotos.
A la semana siguiente, me presenté una mañana en su casa. Me abrió la puerta y puso cara de asco y de miedo, se imaginaba para que iba a verla. Le di una bolsa y le dije que se pusiera lo que iba dentro. Era un conjunto de ropa interior con un sostén de color negro de encaje y unas braguitas a juego, con semitransparencias que dejarían ver sus pelos más íntimos. También iba una falda que le llegaria por encima de la rodilla y una blusa negra. Se opuso a ponérselo, pero le recordé las fotos que tenía en mi poder, y tuvo que hacerlo. Cuando salió me dieron ganas de follarla allí mismo, pero contuve porque tenía otra idea.
-Hoy nos vamos a dar una vuelta-. No le hizo mucha gracia la idea, me dijo que no, que lo que tuviera que hacer lo hiciera allí mismo. Pero la convencí, volviéndola a amenazar.
Una vez en la calle, nos dirigimos a la parada de metro más cercana. Era hora punta, así que los vagones iban repletos. Entramos y rápidamente quedamos apretados entre la gente. Comencé a tocarle el culo por encima de la falda, y ella no dijo nada, un señor que había a mi lado se dio cuenta de lo que pasaba, tendría 60 años, le hice un gesto para que la tocara, al principio hizo como que no vió nada, pero al insistirle, tímidamente empezó a tocarle el culo por encima de la falda. Anabel creyendo que era yo, se dejaba tocar, de mala gana, pero sabia que no podia negarse. El señor al ver que ella no hacia nada, se lanzó y empezó a meter la mano por debajo de la falda, siguió su osadía y ya le estaba tocando el coño por encima de las bragas, en ese momento ella se giró y se dio cuenta que no era yo quién la tocaba, hizo el gesto de quitárselo de encima, pero rápidamente le susurré al oido, sin que el hombre lo notara:
-No te muevas y cállate.
El calentón del hombre era mayúsculo, cada vez se acercaba más, y mientras ya había metido dos dedos por debajo de las bragas y le tocaba su coño directamente, estaba restregando su bulto en el culo de Anabel. En ese momento, comenzó a bajarse la cremallera del pantalón y metió la polla entre las piernas de Anabel rozando sus bragas, con el roce de los muslos internos y las braguitas, se estaba haciendo una paja, comenzó un leve balanceo, para que nadie lo notara. Yo sin saber porqué, estaba muy caliente viendo como aquel tipo se hacia la paja con ella, sin ella poder pararlo. Me miró e hizo un gesto para que ese tipo parara.
Creí que ya era suficiente y tampoco iba a dejar que aquel cabrón se corriera en la ropa que yo le había traido. Entonces le pegué un empujón al tipo, al ver que su polla quedaba a la vista, se tapó rapidamente. Se bajó en la siguiente parada, seguramente buscaria el primer lugar solitario que encontrara y cascarse una paja.
Salimos del metro, ella se giró muy cabreada:
eres un cabrón, esto ya es demasiado.
En vez de cabrearte, lo que tienes que hacer es disfrutarlo- lo que la enfadó todavía más, porque sabía que no podia negarse. Para ella todo aquello era impensable, para ella, el sexo era hacer el amor con su maridito, sin ningún tipo de jueguecito sexual.
Me habia puesto tan caliente el hecho del metro, que al llegar otra vez a su casa, le dije que me la chupara.
Yo nunca he hecho eso
Pues hoy aprenderás.
Se puso de rodillas frente a mí. Me la saqué, estaba semierecta, empezó poco a poco, cuando ya la tenía tiesa, se metia la puntita, como vi que aquello no era su fuerte, empecé a follármela literalmente por la boca, ella no sabía que hacer, estaba más pendiente de las arcadas que le daba, que de chupármela, la cogí del pelo para ayudarme, entonces al escupir las primeras gotas de semen, ella intentó apartarse, pero la agarré con más fuerza del pelo y me corrí en su boca, como no podía tragarse todo el chorro que le había lanzado, comenzaron a salirle chorros por la comisura de la boca. Ahora vete a lavarte la boca que todavía no he acabado contigo.
Al volver, saqué un pañuelo de seda negro de mi bolsillo y le tapé los ojos. Que más vas a hacer conmigo- dijo con resignación. Tranquila y haz todo lo que te diga-.
Al pensar en el hecho del metro, que me había puesto tan caliente, pensé que por qué no dejar que otros disfruten de mi primita, mientras yo lo observaba todo. Le dije que se estuviera quieta y esperara unos minutos. Salí a la calle a buscar al afortunado, después de 15 minutos no encontré a nadie "digno", de vuelta a casa, pensé que me la follaría yo mismo, ya tendría más oportunidades. Pero subiendo por las escaleras, me encontré al vecino de arriba de su piso, con el que sabía que había tenido muchas discusiones con él, se llevaban muy mal. Pensé que era el "afortunado". Un tipo de unos 50 años, gordo con mucho pelo en todo el cuerpo, llevaba una camiseta de tirantes sudada y muy sucia. Lo paré:
Hola ,mire podría ayudarme en el piso de mi prima, tengo un problema y no sé cómo resolverlo.
Yo a esa señora no le ayudo en nada.
Por favor, le aseguro que le recompensaré.
De acuerdo, pero me tendrá que pagar mucho-.
Entonces entramos los dos al piso, al entrar al comedor se quedó parado al ver a mi prima con los ojos vendados y quieta. Le hice un gesto con el dedo, para que estuviera en silencio. Me fui hacia mi prima y la giré hacia el hombre. Ahora vas a hacer todo lo que yo te diga, verdad?-. Asintió con desgana.
El hombre se acercó incrédulo a mi prima, no se podía creer que lo que iba a ocurrir, ese hombre jamás podría poseer a una mujer como Anabel, le desabrochó los botones de la blusa lentamente,y luego el sosén, y le manoseaba sus tetas con fuerza. Me haces daño- dijo ella,pensando que era yo quién la tocaba.- Cállate-le grité.
Ahora quitate la falda poco a poco- Ella me obedeció, y se quedó allí delante de nosotros totalmente desnuda menos sus braguitas. El hombre ya tenia el bulto del pantalón que se le iba a salir. Se acercó a Anabel y la llevó a su habitación, y la tiró bocarriba en la cama. No aquí en la cama de matrimonio, no-. Para ella eso era algo muy fuerte, ser follada en su propia cama por otro hombre que no era su marido. Te he dicho que te calles-. le volví a gritar.
Entonces el vecino se abalanzó sobre ella y de un tirón violento, le rompió las bragas, y empezó a chuparle el coño, con mucha fuerza, le metía la lengua por su rajita como un poseso, le chupaba el clítoris, lo mordía, se estaba volviendo loco. De un salto se puso de pie y se bajo los pantalones, su polla ya estaba tiesa (aunque la verdad es que no era muy grande), se me acercó y al oido me dijo: -No tienes un condón?- Que pasa, que no prefieres follártela a pelo- Con este comentario se puso más cachondo si cabe, se fue hacia mi prima, la cogió por las piernas la abrió y empezó a metersela sin contemplaciones, yo me estaba haciendo una paja viendo como aquel barrigón se follaba a mi prima.
El vecino muerto de placer, la cogió y la puso a cuatro patas, y siguió bombeándola por su coño, Anabel tenía que aguantarse con sus manos contra la cama, por las fuertes embestidas del vecino. Todo aquello estaba pasando sin que ella supiera que no era yo quien me la follaba.
-No te corras dentro, por favor,-dijo con miedo. El vecino me miró, yo le hice un gesto afirmativo, como dándole permiso a que lo hiciera. Me acerqué a ella y quitándole la venda de los ojos ,le dije:
Eso no depende de mi primita- Al verme a su lado, se dio cuenta que no era yo quién me la follaba, rápidamente giró su cara y vió a su vecino, y empezó a gritar:
Cabrón,no,no,no- y comenzó a llorar y gritar, mientras intentaba escapar, le sujeté fuertemente los brazos, en el mismo momento en que el vecino empezó bombear más rápido, y dio un grito de placer mientras se corría dentro de mi primita, la cual ya se habia resignado, pero sin dejar de llorar,y decía en voz baja:
-No,no, eso no-. Una vez había acabado, el vecino dejó su polla dentro del coño, como esprimiendo hasta la última gota.- Te voy a dejar preñada, puta, te he follado!!!- gritó con cara de satisfacción. Se levantó, se vistió y se marchó.
Anabel no paraba de llorar, se sentía muy humillada. Con el calentón que llevaba yo, me saqué la verga, y me empecé a masturbar, estaba tan caliente que me corrí enseguida,y le eché todo el semen en su cara, manchándole toda la cara y el pelo, pero ella ni se inmutó, lo del vecino le había humillado demasiado.
La dejé allí llorando, diciéndole que volvería a tener noticias mias. Me había calentado muchísimo, ver como otro tipo se follaba a mi putita.
Continuará.......