Chantajeada por mi hermanito

Lo que tuve que hacer para que mi hermanito no me delate.

Chantajeada por mi Hermanito

Hola, soy Erika, tengo actualmente 23 años, y cuando ocurrió la historia que les voy a contar, vivía en Lima y tenía sólo 18 años.

Tengo que reconocer que tengo un cuerpo de infarto, el cual debo de haber heredado de mi madre, que sumado al ballet y al deporte que siempre practiqué, moldearon unas piernas, un pompis y unos pechos, que hasta ahora, y pese a lo recatada que soy, levantan miradas de deseo y de envidia por todos lados. Aunque no tengo unas caderas enormes, si tuviera que elegir una parte de mi cuerpo, creo que me quedo con mi trasero, me encanta, son dos nalgas duras redondas y bien formadas, que están siempre bien paraditas y ligeramente separadas. Cuando voy a la playa y uso una de mis mini tangas, todos y todas se quedan mirando y admirando esto que me dio la naturaleza.

Volviendo a la historia, les diré que mi hermano César, (dos años menor) y yo estudiábamos en un colegio muy cerca a la casa, yo estaba en el último año, pensando y sin definir aún qué era lo que iba a estudiar. Tenía un enamorado muy lindo, buenote, estudioso, Tomás, a quien quería mucho, era romántico, me escribía poemas de amor y me decía que me iba a amar por siempre.

Mi padre trabajaba todo el día, nos quería, pero era muy estricto con nosotros y llegaba por la noche muy cansado, sólo para cenar y dormir, y a mi madre (separada de mi padre hacía varios años), casi no la veía, pues se había ido a vivir a otra ciudad.

El caso es que a mi hermano César le encantaba ir a nadar a la playa con sus amigos,  no se aparecía por la casa hasta entrada la noche, y yo estaba siempre sola cuando salía del colegio. Bueno, sola no, porque tenía a Tomás que me acompañaba a la casa, para estudiar, comer algo y luego comernos a besos. La escena era casi siempre la misma, salíamos del colegio caminando, comprábamos un helado en el camino, y tomados de la mano o abrazados, recorríamos la distancia que separaba el colegio de mi casa. Llegábamos, abría la puerta y nos íbamos directo a mi cuarto, totalmente desnudos metidos adentro de la cama y ahí nos ahogábamos entre las sabanas blancas, todos los días, todas las horas………….. . Tomás fue la primera persona a la que le mostré mi cuerpo totalmente desnudo, orgullosa y segura de lo que enseñaba. Nos encantaba estar desnudos, conociéndonos totalmente, cada rincón, cada pliegue, cada sendero, cada músculo. Recorríamos nuestros cuerpos con nuestros dedos, lenguas, labios, manos, nos tocábamos todo, a él le encantaba recorrer todo mi cuerpo, todas mis curvas, todas mis redondeces, tranquilamente, sin apuros, como admirando lo que se tiene delante.

Empezaba por la cabeza, jugueteando suavemente mi cabello lacio con sus manos, pasándome electricidad cuando bajaba sus dedos de pianista por toda mi espalda, mientras que yo lo besaba y sentía su lengua recorriendo mi boca, mis labios, mis dientes, y luego empezaba a recorrerme entera, bajando hasta mis labios vaginales, hasta mi clítoris, en donde se entretenía, lamiéndolo, chupándolo, haciendo que me venga en su boca, y le encantaba, sentir todos de mis jugos, subir rápidamente y con la boca llena, compartir conmigo ese elixir.

A Tomás le había dado mi virginidad en una tarde de esas en la que estábamos solos, y no me arrepentía. Hacer el amor era lo más lindo y satisfactorio que me había pasado en la vida. No había violencia, no había maltratos, había amor, pasión deseo y el descubrimiento del sexo. Queríamos sexo y más sexo, no nos interesaba comer o salir con otra gente, era el sexo lo que nos hacía sentir tan bien. Hacer sentir un orgasmo a la persona que amas, creo que es una de las cosas más gratificantes que te puede ocurrir.

Bueno, prosigo con la historia. Una tarde en mi habitación, desnudos y abrazados, le dije a Tomás: tócame, bésame, acaríciame todita, nota cómo aumentan mis latidos, estoy totalmente mojada,   muero de deseos que me penetres. El ni corto ni perezoso, me puso de espaldas y me entornilló de un solo tirón toda su verga en mi cuquita, me penetró limpiamente, dejándome sin respiración. Estábamos haciendo el amor estilo "perrito complaciente", yo mostrando a Tomás mis nalgas, y el morboseando y jugueteando con un dedo en  mi ano. Yo estaba arrodillada y apoyada sobre mis manos, mientras que Tomás tenía introducida su verga dentro de mi vagina, escuchando música muy suave, creo que una canción de Roxana ("no puedo estar sin ti", o algo así), sintiendo la suave cadencia del mete y saca, de sentir invadida mi vagina con tremendo trozo de carne, y por momentos sentir hasta el choque de sus huevos contra mi trasero, yo con los ojos entrecerrados, mirando la escena a través de un espejo que tenía a un costado de la habitación. De pronto, en ese estado de ensoñación sentí un leve ruido fuera de lugar, un sonido muy bajo que no venía ni de la radio, ni de la cama, ni de la habitación, parecía que venía de afuera del pasillo que conectaba mi habitación con el resto de la casa, o de la calle, que no era muy transitada. Pensé por un momento que había alguien más en la casa! Yo creía que estábamos solos, sin nadie más. Primero pensé en mi padre (lo que hubiera sido terrible por lo estricto que era), pero hubiera escuchado el ruido del motor de su auto al llegar. También quedaba una posibilidad, César, mi hermano, pero no escuché nada más. Bueno, pensé, debe haber sido un ruido de la calle, no me tengo que preocupar, seguí gozando.

No quise decirle nada a Tomás, y dejé que terminara dentro de mí, que me llenara de su semen, que me abrazara fuertemente mientras salían las últimas gotas de su pene. Igual fue delicioso, y eso hizo que yo terminara viniéndome también. Tomás tenía una cualidad, no era egoísta, todo lo contrario, se preocupaba que yo sintiera cada movimiento, conocía cada parte de mi cuerpo que me hacía estremecer, que hacía que los ojos se me blanqueen, que me hacían vibrar de deseo y me hacían sentir el sexo plenamente. Mi clítoris estaba a su merced, y de tanto frotarlo con su pene, me mojaba y me venía jugosamente. Esto es lo que ocurrió otra vez esa tarde, y terminé completamente exhausta, medio mareada de tanto movimiento, pero con una cara de felicidad que no me la quitaba nadie. Creo que el dicho debería ser: "vagina llena, corazón contento". Jajaja!!

Después de descansar un momento y recuperar las fuerzas, y no sentir la tembladera en las piernas por haber estado tanto rato así, me levanté de la cama y nos dimos un baño juntos. Abrazados, nos besamos y nos juramos amor por siempre, mientras las tibias gotas de aguas tibia limpiaban nuestros cuerpos sudorosos de toda esa placentera tarde.

Después comimos algo, y él después muchos besos, abrazos y reiteraciones de amor eterno, se fue a su casa. Me quedé sola en el umbral de la puerta. Yo tenía puesta solo una bata de felpa y nada más, pensaba secarme el cabello y cambiarme para luego ponerme a estudiar, hacer las tareas y luego esperar que llegue de surfear mi hermano César, y más tarde, mi padre. Entré a la casa y cerré la puerta. Estaba caminando a mi habitación, cuando escuché ruidos que venían del cuarto de César.  Caminé hacia allá y lo encontré echado en su cama con la Laptop. Lo saludé efusivamente: "hola hermanito, cómo te fue con las olas?" El me dijo que el mar estaba demasiado tranquilo, sin olas, por lo que nadó un rato en la playa y luego regresó a la casa. Mientras me decía esto, seguía jugando con su computadora, cuando de pronto hizo click con el mouse, y pude ver que la pantalla de la laptop se llenaba con la foto de una tremenda vagina, depilada y húmeda. Eso me dejó impresionada, normalmente mi hermanito no me mostraba cosas así, es más, pensaba que no las tenía. Hizo otro click con el mouse, y en la pantalla mostró otra diapositiva, esta vez de un culo que cubría toda la pantalla, entreabierto, donde se podía ver hasta el ano mojado y brilloso, con un dedo introducido hasta la mitad. No sé porqué, pero esa imagen se me hizo conocida. Al poco rato mostró una tercera fotografía, en dónde se veía a una pareja haciendo el perrito, y por supuesto, (ya me había dado cuenta), éramos Tomás y yo.

Después de unos segundos, en los que perdí el habla y la compostura, le dije: ¡Qué es esto? Estás loco? Qué has hecho?, y me dijo: "mira hermanita, yo hace tiempo que casi no voy a la playa con mis amigos, prefiero venir a la casa, y tomarles fotos y hasta grabaciones a Tomás y a ti. Me encanta verte!!! Siempre me ha gustado tu cuerpo, desde hace años, cuando tenía 13 años y un día por casualidad te vi saliendo de la ducha desnuda, no he podido dejar de pensar en ti, en tu cuerpo, que veo que otros chicos del colegio miran con deseo y se morbosean, pero que no conocen. Yo en cambio, lo veo, y lo veo a cada momento, lo veo desnudo, te veo en el baño, en tu cama, en tu cuarto, lo veo a cada momento. Es más veo cuando tú y Tomás hacen el amor. Y sabes cómo? Pues he colocado cámaras ocultas en tu cuarto y en tu baño, tengo todo grabado. A mí no me interesan otras chicas, sólo me gustas tú, vivo por ti, vivo para ti.

Mientras decía esto, César iba mostrando fotos mías sola, bañándome, secándome, depilándome, desnuda, con ropa interior, mirándome al espejo, teniendo sexo con Tomás, en todas las posiciones, etc. Tenía cientos, miles de fotos y grabaciones mías, desde hacía varios años, porque me veía más joven, con el pelo corto, con la piel más tostada, o más blanca, dependiendo de la estación.

Continuó: "Yo se que eres mi hermana, te admiro, te deseo desde siempre. No he estado con nadie, ni me interesa, sólo me importas tu. Hace tiempo que con mis propinas fui comprando cámaras que he ido colocando en tu habitación y en tu baño. No te molestes, pero tenía la necesidad de hacerlo, de verte, tan lejos, pero a la vez tan cerca de mi corazón, de mi cuerpo, y de todos mis deseos."

Lejos de molestarme, primero me sorprendió lo que me expresó de sus sentimientos hacia mi, luego me sorprendió que hubiera puesto cámaras en mi habitación y en mi baño y desde no se cuando, estaba mirándome cuando estaba desnuda, o teniendo sexo con Tomás, o inclusive cuando me sentía sola y me masturbaba y sentía el placer del sexo a solas, lo cual hacía con bastante frecuencia, e incluso tenía un pequeño muñeco de goma, que aparte de acompañarme en las noches, lo usaba para rozar y tocar mi clítoris y meterlo a mi vaginita desde hacía varios años.

Todo esto pasó  por mi mente y me di cuenta que César me conocía más que nadie en el mundo. No me molesté, pero con cara de amarga le dije: qué  es lo que pretendes con esto? Me dijo: "Que por una sola vez seas mía, y hagamos todo lo que he visto que sabes hacer. Yo te amo, te admiro, te quiero y te deseo, por favor hermanita, se buena y ayúdame a superar esto."

Al verme atrapada en esta situación, fue entonces que decidí darle lo mejor de mí, al menos lo iba a intentar. Me iba a mostrar a mi hermano como una zorra sumisa. Antes le dije. Está bien, lo vamos a hacer una sola vez, y nunca más, luego prométeme que no vas a volver a grabarme, fotografiarme ni nada de eso, y me vas a entregar todo, absolutamente todo lo que tienes guardado. "Te lo prometo hermanita" fue su respuesta. Quítate la ropa, le ordené, lo que hizo en pocos segundos.

Me acerqué lentamente a su cama y dejé caer lentamente la bata que cubría mi cuerpo hasta mis tobillos, cogí una crema hidratante para después del baño que tenía en mis manos, y empecé a echármela suavemente, primero por mis pechos, uno por uno, dejando que la crema se absorba, mientras mis pezones se ponían duros, no sólo por el roce de mis manos, si no por ver la cara de deseo de mi hermanito menor. Llené varias veces mis manos con la crema, recreándome y sintiendo mucho placer al frotar mi estómago, mis senos, mis piernas. Después de un rato, le dije, ahora me toca la espalda, me ayudas? Le entregué el chisguete, me puse de espaldas  y el torpemente sacó crema que la puso en sus manos y empezó a frotarme el cuello, la espalda alta, hasta que poco a poco fue mejorando sus movimientos, siendo más sensuales y candentes. Esto ya me tenía excitada sobremanera.

Mientras él seguía por detrás, yo, con una mano acariciaba mis tetitas con sus pezones duros y punteagudos, y con la otra mano me metí mis deditos en mi cuquita y empecé a moverlos con furia.

César al notar esto me dijo: "déjame besarte, comer tu cosita, que te corras mientras te lo beso, quiero sentir tus juguitos mojando mi cara, luego lamer tu vagina, tu clítoris hasta la última gota, y saborear ese delicioso jugo que sale de ti".

El sólo escucharlo me hizo humedecerme más, y desear que todo eso se cumpla de inmediato. Sólo les diré que lo dejé hacerme todo, me recorrió entera, me besó todos mis labios vaginales, me vine en su boca mientras él trataba de introducir su lengua en mi vagina. César lo recibió feliz, se lo tomó y siguió lamiendo, besando y mordiendo suavemente hasta que le dije que parara, que no aguantaba más, y que quería tener su pene dentro de mí.

Para tener 15 años, tenía un respetable instrumento, era el segundo que veía en mi vida, y creo que era más grande que el de Tomás, medio rosadito, largo y gordito. Parecía rico.

Mis manos avanzaron sobre sus musculosos pechos de deportista, apretándolos y bajando lentamente hasta su bajo vientre y encontrar allí el pene de mis ensueños. Se lo acaricié de arriba abajo muchas veces, mientras que lejanamente escuchaba que mi hermanito gemía. Luego acaricié y besé  sus huevos duros, gorditos y sin pelos, haciéndoles cosquillas con mis dedos.

Cogí nuevamente el pene de César y la noté dura, caliente, suculenta. Acerqué  mi boca y empecé a chuparlo lentamente como si lo estuviera besando. Poco a poco lo fui metiendo en mi boca mientras lo frotaba con las manos. Con un ritmo lento de chupadas y jugando con mi lengua, mi hermanito, mientras se moría de gozo, no aguantó ni dos minutos y se vino con todo, llenando mi boca con su semen. Me encantó sentir esos estertores dentro de mí. Me lo tomé todito, qué rico fue eso!

Luego nos quedamos echados unos minutos en la cama, hasta que ya repuestos de esta pequeña batalla sexual, él tomó la iniciativa y me susurró como suplicando, que ahora quería conocer mi vagina. Cuando me di cuenta, César estaba entre mis piernas lamiendo mi sexo, poniéndome en las nubes. Al poco rato, sentí que cambiaba de posición, y me dijo, quiero hacer lo que ahora hiciste con Tomás. Ponte de rodillas.  Entendí que quería hacer el "perrito complaciente" que a mí me encanta, así es que me puse de espaldas y el rápidamente me atravesó con su pene y empezó a taladrarme sin pausa, brutalmente. Se movía y movía, metiendo todo su miembro dentro de mí. Yo tocaba mi clítoris con mis dedos mientras sentía cómo era embestida por este muchachón más grande y fuerte que mi novio. Agarró con la mano derecha mi pelo y me lo jaló con fuerza mientras me seguía montando, no aguanté mucho, casi de inmediato me vine, gritando y temblando. Esto lo animó más y mientras me seguía penetrando, sentía sus dedos dentro de mi ano. Seguimos así hasta que sentí que se venía pronto dentro de mis entrañas. Recibí su esperma caliente en mi vagina, mientras abrazaba y besaba mi espalda, seguía jalando mi pelo con una mano, y con la otra acariciaba la punta de mis senos. Fue sensacional, terminamos echados sobre la cama sin poder hablar, sólo acariciándonos.

Lo besé una vez mas y le dije: hermanito, esto sólo lo vamos a hacer esta vez, nunca más, yo ya cumplí mi parte, eres todo un semental, todas las mujeres van a morir por ti.

Cuando me levanté  para irme a bañar me dijo, ok hermanita, gracias por todo, voy a borrar todo de mi laptop y voy a sacar las cámaras de tu cuarto y de tu baño, nunca más lo vuelvo a hacer. Lo prometo.

Mientras caminaba, lo pensé bien y le dije con una sonrisa pícara: sabes bebé? Deja las cámaras en mi cuarto, no me fastidian, total ya me conoces, y me excita mucho pensar que me puedes estar mirando.  Le di un beso volado y lo dejé con una sonrisa de oreja a oreja.

Creo que fui una zorra, no creen? Igual seguí tirando con Tomás durante todo un año, y creo que César siguió mirando a su hermanita, masturbándose sola o con Tomás haciéndome todo tipo de "cositas".

Al siguiente año, viajé a Piura para estudiar en la Universidad, mi papá y César se mudaron a un departamento más pequeño y nunca volví a mi habitación donde en el último año de colegio sentí tanto placer con mi enamorado Tomás, y fui fotografiada y grabada en todos los ángulos posibles, dándole placer a mi hermanito.