Chantaje o placer? (6)
Tras desahogarme con Yolanda, me volví a tumbar en la cama, esperando la llegada de Ana, no sin indicarle a Yolanda que se quedara en el baño de rodillas, sentada sobre sus talones y las manos atrás.
Tras desahogarme con Yolanda, me volví a tumbar en la cama, esperando la llegada de Ana, no sin indicarle a Yolanda que se quedara en el baño de rodillas, sentada sobre sus talones y las manos atrás.
Nada más pasar la puerta de mi casa Ana se dirigió a mi habitación, la muy puta, venía como nunca, minifalda, era la primera vez que yo la veía así, medias negras, con raya atrás, un tacón de aguja y una camisa blanca a medio abrochar y un sujetador negro de encaje que se veía perfectamente a través de su camisa blanca, y unos pezones tratando de atravesar el sujetador y la camisa.
Le pregunté si había venido así en el autobús, y me dijo que sí, y que estaba muy húmeda nada más de ver cómo le miraban los tíos, y sobre todo los viejos, yo sólo atiné a decir que se estaba volviendo una buena puta y que eso me hacía muy feliz.
Me levanté de la cama y me acerqué a comerle la boca, y a la vez le toqué el coño a través de las bragas, y lo tenía mojadísimo, las bragas eran puro líquido.
La separe de mí, y le pedí que me contara cómo le había ido los días que había estado fuera. Ella sólo me dijo que llevaba excitada todos estos días, que no sabía dónde estaba su cuerpo, pero que en todo momento sabía dónde y con quién estaba su mente. Me dijo que eso al principio le asustó, es más aún tenía miedo, pero que no paraba de pensar en lo que yo estaba haciendo, y sentía celos muchos celos, y que terminaba pagándolo con su marido, pero a la vez esos celos la tenían excitadísima, y como una perra en celo, eso y el no poder correrse. Le pedí que se quitara la falda y la blusa, y que se paseara como lo puta que era ante mí, que quería disfrutarla, ella se separó un par de pasos de mí y empezó a desnudarse lentamente y mirándome a los ojos, cosa que a mí me excitó aún más, pero no hacía mucho que me había corrido, y aún no estaba mi polla para mucho, pero mi excitación sí que estaba disparada. Cuando terminó le dije que fuese al baño y que tenía un regalo para ella, para que lo usase cómo y cuándo quisiera.
Ella se fue directa al baño, y yo la seguí, y al entrar vio a su cuñada tal y como yo le había ordenado, Ana se volvió y acercándose a mí se colgó en mis hombros y me beso, dándome las gracias por el regalo.
Le dije que era suya, que le pertenecía y que si quería correrse que la usara.
Ana se acerco a su cuñada y cogiéndola del pelo le levantó la cabeza y le dijo: "Empieza a comerme el coño, como sólo tú sabes hacerlo zorra, vas a tener el gusto de hacer lo que el cornudo de tu hermano se ha quedado con las ganas estos días puta".
Y sin quitarse las bragas le puso el coño en la boca para que Yolanda se lo comiese, y ésta inmediatamente empezó a lamérselo, en principio por encima de las bragas, y agarrándose a las nalgas de Ana a saborearlo. Después le apartó las bragas a un lado y le metía la lengua en el coño, así como le tiraba pequeños mordisquitos en el clítoris, en eso es una experta la muy zorra, además de que no necesito mucho, porque el grado de excitación de Ana era tal que a los dos minutos agarró con fuerza a su cuñada de la cabeza y casi asfixiándola se la pegó al coño, diciéndole: "Perra me corro, me corro en la perra de mi cuñada", soltando un grito que se tuvo que sentir en todas partes.
Su corrida fue tal que se tuvo que sentar en el suelo, pero antes le ordenó a su cuñada que quería el coño limpio por si a su Señor le apetecía usarlo, a lo que Yolanda, sin hablar, se amorró otra vez al coño de Ana, y se lo dejó limpio, pero era tal el grado de excitación de Ana, que empezó a gemir y a gritar que se corría otra vez, que siguiese que no se lo ocurriera parar, volviéndose otra vez a correr, pero esta vez, para que no chillase como antes le metí la polla en la boca, cosa que ella no esperaba, pues tenía los ojos cerrados, pero al abrirlos sólo sonrió y empezó a lamer y chupar mi polla, que ya sí que estaba otra vez a punto de estallar con el espectáculo que me habían dado las dos zorras. Como no me quería correr en su boca, la levante y me la llevé a la cama, tirándola en ella y ordenándole que se pusiese a cuatro patas, que me la iba a follar como a una perra, MI perra, y a su cuñada le dije que me siguiese pero a cuatro patas y nada de tocarse, que sabiendo lo puta que es ya debía de estar casi a punto de correrse, a lo que me miro y me dijo "sí, mi Señor, esta puta, su puta, lo está deseando, pero esperara a lo que mis Señores ordenen", la verdad es que eso me la puso más dura aún, pues ella había aceptado su condición de sumisa ante Mí y su cuñada.
Cuando entré en el dormitorio, Ana ya estaba en la cama y tal y como la había dejado, así que me puse detrás de ella y se la metí en su coño, y empecé a follármela fuerte azotándole el culo con fuerza, me gustaba ver cómo se le pone rojo mientras me la follaba, y ella sólo decía que siguiera, que le encantaba sentir la mano de su Amo en su culo o en cualquier parte de su cuerpo, a los poco minutos, ella empezó otra vez a resoplar y a gemir como la perra que es, y yo para evitar otra vez los gritos, le ordené a su cuñada que se subiera a la cama y que le pusiera el coño a Ana en la boca, pero que lo hiciera fuerte para que no se sintieran sus gritos. Mientras yo seguía follándomela y azotándola a la vez, haciéndole sentir mi poder, ella dejando de chupar el coño de su cuñada durante un momento, volvió la cara, qué cara de perra en celo que tenía, y me pidió permiso para correrse porque no aguantaba más, a lo que yo le conteste que sí, que yo también me iba a correr, y empezó a convulsionar todo su cuerpo, a gemir como podía, pues su cuñada la tenía bien cogida de la cabeza, y cuando empezó a tranquilizarse, pero sin dejar de comerle el coño a su cuñada, yo me salí de ella y empecé a correrme en su espalda. Me levanté y le dije que su cuñada se había ganado el correrse, pero no hizo falta que terminase de decirlo pues Yolanda también empezó a correrse como la zorra y perra que era.
Ana, tumbándose en la cama del todo le dijo que le limpiase la espalda de la leche de su Señor, cosa que Yolanda empezó a hacer con mucho gusto; cuando acabó, yo le dije que se morrease con su cuñada y que ambas saborearan mi corrida, cosa que ambas hicieron.
Cuando terminaron, me tumbé en la cama junto a Ana, y a Yolanda la mandé al suelo, pues ése era su lugar.
Ana aún seguía con las bragas puestas y, claro, estaban ya que se podía sacar dos vasos de jugo de su coño estrujándolas, le dije que se las quitase, y una vez las tuve en la mano se las tiré a Yolanda, ordenándole que las chupara y lamiera, y se bebiera los jugos de su Ama.
La verdad es que ver a Yolanda era todo un placer, pues estaba aún con pegotes de mi corrida de la noche, el pelo revuelto, las medias medio rotas, olía a semen y meados míos, y ahora chupando las bragas de Ana, y se le veía disfrutar y ser feliz.
Mientras descansamos le conté a Ana todo lo que había acontecido en su ausencia, y por sus gestos se veía que algunas cosas no le gustaban, más por celos que por otra cosa, y en un tramo de la conversación, me reprochó algo, a lo que le respondí con un bofetón, y le advertí que la puerta estaba abierta y no estaba obligada a estar allí, que las normas las marcaba yo y que eso es lo que había, ella sólo agachó la cabeza y me pidió perdón, y me dijo que, en estos tres o cuatro días, había sido más feliz que nunca y había disfrutado de su cuerpo como jamás lo había hecho, y que sentía celos de las que habían podido quedarse a mi lado. Sin más la miré a la cara y le dije que el perdón tendría que ganárselo, y que para empezar cogiese a su cuñada y la llevase al baño y la aseara, y la pusiera en condiciones, para irnos a tomar algo.
Una vez que Yolanda y Ana se habían aseado, le dije a Ana que le prestase algo de ropa de la que ella traía en su maleta, pues la de Yolanda no estaba para volver a usarla, pero le dije que las bragas fuesen las que ella traía puestas, que, la verdad, estaban aún chorreando entre los jugos de Ana y la saliva de Yolanda, de cuando se las di para que las saboreara.
Y mientras ellas se vestían yo me metí en la bañera para asearme y relajarme un rato.
Cuando salí de la bañera y me fui a mi cuarto a vestirme, ya estaban las dos preparadas, Ana con la misma ropa que había venido, pero con ropa interior limpia y Yolanda, con una falda por encima de las rodillas estrecha, y un jersey, que le quedaba muy bien y que hacía que se le notasen los pezones, pues la zorra los tenía aún de punta, exageradamente de punta, y unas medias de rejilla beige.
Me vestí yo y nos fuimos los tres a tomar algo. Ana tenía que irse a casa porque por la tarde participaba con la hermandad, así que nos montamos en mi coche y yo, para humillar aún más a Ana, me fui para el bar de su exnovio, pero sin decirle nada, ya que ella pensaba que íbamos directos a su casa, por el camino que cogí, pero al ver dónde estaba aparcando su cara se descompuso, sólo me miró un momento, sabía que estaba pagando su descaro de antes, así que fuimos a tomar algo.
Cuando entramos en el bar los tres, su ex se quedó parado, pero no dijo nada, y más al ver cómo iban vestidas las dos; nos dirigimos a una mesa y mandé a Ana a pedir a la barra, quería que se pasease y que se acercara a su ex, se puso de todos los colores, pero se dirigió a la barra a pedir y, mientras, le dije a Yolanda que llamara a Inma y que le preguntase si quería seguir y si era que sí que le dijese que se preparase para irnos a comer los tres.
Entonces me fijé en Ana, y en cómo se movía, me di cuenta que había despertado a una puta, pues a pesar de estar roja, se movía provocando y esperando que todos se fijaran en ella. Mientras, Yolanda hablaba con Inma, su rostro era de satisfacción, así que supuse que Inma no había puesto muchas pegas. Di por sentado que había aceptado y me volví a fijar en Ana y en lo puta que se había vuelto para Mí en tan pocos días. Cuando se dirigía hacia la mesa, me levanté y me acerqué a ella diciéndole que en dos minutos la esperaba en el aseo, y yo me dirigí hacia allí a esperarla, pero no tardó ni dos minutos, porque entró detrás de mí, así que la cogí del pelo y empecé a besarla y morderle los labios, sin importarme si le hacia daño o no, y, como pude, la metí en el baño de señoras, Sin cerrar la puerta le puse las manos en la taza del váter y subiéndole la falda se la metí en el coño de golpe, estaba húmedo, a la muy zorra le calentaba el exhibirse, yo continué follándola mientras le decía que era una zorra y que me gustaría que entrase alguien en ese momento y nos viese así, yo follándomela y ella humillada con la cabeza casi dentro del retrete. Ella sólo gemía sin importarle nada, sólo atinó a decir que a ella también le gustaría, que todo lo que a mí me gustase a ella le volvía loca, y eso me excitó aún más y le dije que me iba a correr, a lo que ella contestó que dentro, que la preñara, que su cornudo no servía y que ella quería que su Amo la dejase preñada si así yo lo deseaba; nada más terminar la frase empezó a chillar y a correrse, y en ese momento también lo hice yo, me corrí dentro de ella, como hacía días que no lo hacía, la muy puta me tenía excitado a no poder más.
Me salí de ella y me limpié la polla en sus bragas, y en la falda, dejándosela manchada, y sin decir nada salí del servicio, dejándola allí recuperándose de su orgasmo y recomponiéndose la ropa.
Al salir, note alguna mirada pícara, pero como era temprano tampoco había mucha gente, la que sí noté fue la de su ex, era todo un poema.
Al llegar a la mesa Yolanda me sonrió y sólo me preguntó que si había disfrutado, aunque con mi cara ya veía que sí, que había hablado con Inma y que, aunque al principio era reacia, tampoco le tuvo que insistir mucho, pues si ella era una zorra, Inma aún lo era más, cosa que yo ya sabía. En eso llegó Ana, con una sonrisa de oreja a oreja, diciéndome que no se iba a lavar en todo el día, que ya que no iba a poder disfrutar conmigo, por lo menos se iba a acordar de Mí. Nos sentamos los tres y nos tomamos algo mientras hacíamos tiempo para recoger a Inma y a que Ana se fuera a su casa con el cornudo, como así lo llamaba ella.
Al rato nos fuimos cada uno por su lado, Yolanda y yo en mi coche y Ana andado, pues no le pillaba lejos su casa, pero la muy zorra como sabía que la estaba mirando se movía como tal, como una zorra.
Le dije a Yolanda que condujese ella, que yo me iba a subir atrás con Inma, y ésta, sin decir palabra, solo sonreír, cogió las llaves y nos dirigimos a por Inma. Cuando llegamos a su casa, ella ya estaba en la puerta esperándonos, y vestida para la ocasión.
Cuando me vio que yo iba en la parte de atrás del coche no pregunto, sólo se subió atrás conmigo y al sentarse se subió la falda y se sentó sobre su culo, dejando al aire sus piernas enfundadas en unas medias violetas.
La besé y le dirigí la cabeza a mi bragueta, por lo que no tuve que decirle nada, sólo sacó mi polla y empezó a lamerla, pero si levanto la cabeza sonriendo y guiñándome me dijo: "esto es lo que hacías con la zorra de Ana mientras hablaba Yolanda conmigo", yo le devolví el guiño y le dije que sí, que eso era lo que hacía y que ahora quería que la lamiera y limpiara, y me la pusiera dura, pero que no me quería correr, sólo excitarme.
Yolanda se volvió y me preguntó que a dónde íbamos a comer, a lo que yo le indiqué el sitio, que no era otro que donde trabajaba un camarero que conocí en mis inicios, y al que, a veces, de propina le dejaba follarse a mis amigas Rocío y Ana, (léase inicios de un Amo); ahora estaba bastante mayor y grueso, pero también tenía su pequeño restaurante y con un pequeño reservado.
Éste, al vernos llegar, sonrió y se acercó a mí saludándome efusivamente, yo le pregunté si tenía libre el reservado y me dijo que sí, que lo tenía a mi disposición, yo me reí y le dije que, si todo estaba como siempre, esta vez también estaría a su disposición el reservado, y le guiñé el ojo, Yolanda e Inma me miraron pero no entendieron nada, sólo creían que bromeaba con él.
Nada más entrar, nos dijo que no nos molestarían a no ser que les llamásemos, pero que en todo momento él sería el único que nos serviría.
Me senté y las dos lo iban a hacer cuando les dije que no, que esperasen de pie ambas, que aún no tenía decidido quién se sentaba en un lado y quién en otro, y ambas se quedaron de pie esperando mi decisión. Les dije que, para decidirme y como el camarero no iba a entrar hasta que yo lo llamase, quería verlas comerse el coño una a la otra, tal y como estaban. Inma se quedo más parada, pero Yolanda la cogió del pelo y haciendo que se pusiese de rodillas, se levantó la falda y le puso el coño en la boca, diciéndole que a qué esperaba, que lo estaba deseando desde hace un rato al ver cómo me comía la polla e imaginar cómo me follaba a Ana en los servicios.
Inma cedió enseguida así que Yolanda fue dejándose caer al suelo y empezó también a comerle el coño, aunque la postura de ésta era para verla, pues Inma es más pequeña y le costaba llegar al coño.
Una vez que las dos no hacían nada más que gemir y llamarse zorra la una a la otra, llamé a Eduardo, y éste no tardó en entrar y cerrar la puerta tras de él, mientras ellas seguían a lo suyo, pues no se habían dado cuenta de la entrada de Eduardo, éste, nada más que verlas, sonrió y me dijo que era un cabrón con suerte.
Yo me limité a pedir por los tres, y mientras lo hacía ambas empezaron a decir que se corrían, y explotaron casi a la vez en un orgasmo. Al ir a incorporarse se dieron cuenta de que el camarero estaba allí, y me miraron con extrañeza una y la otra, pero con una sonrisa como si ya lo esperase.
Cuando terminé de pedir, Eduardo se marchó sin decir nada, pero ya tenía la bragueta que le iba a estallar.
Inma me dijo que era un cerdo y que ella no estaba dispuesta a aguantarme esas chulerías, yo sin alterarme me puse de pie y le solté un bofetón, recordándole que si estaba allí era porque quería y porque había aceptado pertenecerme y que ahora no había vuelta atrás, ella me miró, se tocó la cara y se sentó. Le dije que hacía calor y que se quitase la blusa que iba a comer sólo con el sujetador. No discutió, sólo se levantó y se quitó la blusa quedándose con un sujetador también morado como las medias, de encaje, pero que parecería que no le servía de mucho porque las tetas se le salían por todas partes.
Durante la comida, Eduardo entraba y salía como quería sólo por admirar las tetas de Inma. Cuando pedí los postres, le dije a Yolanda que se desnudara y que se quedara sólo con las medias y las bragas de su cuñada, con una sonrisa se puso de pie y se quitó la falda y el jersey, y se volvió a sentar.
Eduardo entró con los postres y los dejó en la mesa, los tres eran postres con nata. Le dije a Inma que se levantara e hiciese lo mismo que su amiga, cosa que hizo, se desvistió quedándose sólo con los zapatos y las bragas, así que las puse a las dos de pie junto a su postre. Les dije que, sin sentarse y con las manos atrás, empezaran a comer el postre. Las dos lo hicieron y de muy buena gana pues las dos estaban otra vez como perras en celo, yo me puse detrás de las dos y tal y como estaban agachadas empecé a follármelas, a Yolanda al ser mas alta no me costaba trabajo, pero Inma, por su estatura y menos mal que llevaba tacones, me costaba así que metí la polla en su nata y me puse detrás de ella y empecé a follármela por el culo y sin avisar, por lo que se le escapó un grito, pero sólo atinó a decir: "Me gusta, me encanta, me voy a correr", yo me salía de una y me metía en otra sin miramientos, hasta que a Yolanda también se la metí por el culo, las dos gemían y gritaban. La primera que se corrió fue Yolanda, que metió toda la cara en la nata para que no se sintieran los chillidos fuera, y después lo hizo Inma pero a ésta no le importo gemir y que la sintieran.
Yo seguí un rato metiéndola de una a otra, hasta que me iba a correr, así que la saque, ya ni me acuerdo del culo en el que la tenía metida, y acercándome a la mesa me corrí en la copa. Ambas se sentaron como pudieron para recuperarse, pero les dije que se limpiasen la una a la otra la cara de guarras que tenían, pero sólo la cara, y ambas como dos buenas zorras empezaron a limpiarse y a comerse la una a la otra, pero esos no eran mis planes así que las mande parar.
Cogí la copa y repartí la corrida entre ambos postres de nata, ¡qué bueno!, la verdad es que estaban que daban asco, pero les dije que quería el plato limpio, cosa que realizaron rápidamente, pero Inma mientras lo hacía me miraba como desafiante.
Cuando ambas terminaron, echaron mano a vestirse, pero yo le dije a Inma que ella no había terminado, que su insolencia la tenía que pagar, si quería, claro, continuar con nosotros, ella me miró pero al final agachó la cabeza y dijo que sí, que quería seguir.
Yo llamé a Eduardo y cuando entró le dije que, recordando viejos tiempos, Yolanda y yo nos íbamos a tomar el café fuera en la barra, y que el tenía a Inma para su uso y disfrute durante media hora, él sabia que era medio hora, porque otras veces lo había dejado a medias. Le pregunté si le debía algo de la comida, a lo que me contestó que no, que todo estaba pagado, que hacía tiempo y ya ni se acordaba de lo que era tener a una niñata para él.
Yolanda y yo nos salimos fuera y nos pedimos un café mientras esperábamos, pero yo me di cuenta que era tarde y le dije que se quedara ella esperando y con mi coche, y que luego a la noche nos veríamos en mi casa, que en la guantera había un juego de llaves.
Y yo me fui, sonriendo y contento.
Ahora todo es distinto, Ana sigue con su cornudo, pero ahora consentido, aunque yo la dejé libre, porque me estaba empezando a gustar mucho y no era ése mi deseo.
Inma se casó, creo que también con un cornudo, porque a veces ha intentado quedar conmigo, ha suplicado quedar conmigo, y Yolanda, pues felizmente casada con un Amo londinense y propietario de un Castillo donde se enseña y adiestra a sumisas.
Y no me olvido de Lorena, pero eso es otra historia y si algún día me da permiso se la narraré como ésta.