Chantaje adolescente
Como conseguí follarme a dos amigas a base de chantajes.
Me llamo Raúl y tengo 18 años. Esta historia ocurrió hace ya 4 años, cuando aún estudiaba.
Siempre he sido una persona demasiado adelantado para mi edad. Con once años me dedicaba a jugar con equipos de electricidad y con trece ya me entretenía, cuando mi padre me dejaba, a revelar y positivar negativos de blanco y negro en un laboratorio que él tenía instalado en casa. Debido a mi soltura con los reveladores y a mi afición, conseguí que papá me dejase manga ancha para montar mi propio "negocio" con los compañeros y conocidos. Como mis estudios iban superbien, me dejaba dedicar casi todo mi tiempo libre a revelar fotografías. Compraba material que empleaba en revelar lo que me daban mis amigos, y con lo que les cobraba lo reinvertía en mi "negocio". No era para hacerse rico, pero sacaba algunos ahorrillos para mis vicios. Con catorce años mi picha tenía ya vida propia, que yo aprovechaba para darle gusto cada vez que podía, que era muy a menudo, siempre fantaseando con Elena, una chavalita de mi clase que está superbuena. La muy zorra salía desde hacía unos meses con un pavo cuatro años mayor que ella que no paraba de hacerle mimos y carantoñas que me ponían de una mala leche cada vez que los veía tan acaramelados.
Como la Elena, cada día que pasaba estaba más buena, me propuse hacerle una faena para llevármela al huerto, ya que mis acercamientos por las buenas siempre habían terminado en un rotundo fracaso y en amenazas con azuzarme a su novio. Como yo no podía competir con la torre de su novio, opté por emplear la maña sobre la fuerza y me dispuse a preparar un buen plan que me llevase a llenarle en coño a la niña, pues sabía de cierto que la putilla ya se dejaba follar por su novio, aunque siempre con condón, tal y como me confió una amiga común llamada Gema.
Para este plan contaba con mis conocimientos y experiencia en fotografía que me servirían mucho para llevar a buen puerto la jugada.
Durante las clases de gimnasia, las chicas se cambiaban en un cuartillo separado de los chicos, cuartillo además que servía para guardar el material. Durante varios días, con la escusa de coger balones me dediqué a estudiar el lugar para realizar mi plan. Además de colchonetas, redes de bolei, pelotas, un potro, bancos y un plinton, no había nada dónde ocultarse. Durante varios días mi plan se fué al garete, pero una noche, pensando antes de dormirme, tuve una excelente idea que me calentó tanto que no tuve más remedio que meneármela a la salud de la niña.
Al día siguiente cogí mi cámara de fotos, dos carretes y me dispuse a completar mi plan. Durante la clase anterior a la hora de gimnasia le dije al profesor que no me encontraba bien y que me iba a casa, por lo que salí con mis cosas y me dispuse a iniciar la jugada. Con cuidado me fui al cuarto de material y me metí debajo del plinton, levantando los cajones y procurando que los agujeros para moverlo quedasen enfocados hacia la zona donde se cambiaban las chicas. Allí esperé oculto y a oscuras a que sonase el timbre. Los minutos que faltaban para el cambio de clase, la oscuridad y la situación que me esperaba me pusieron a cien, y no tuve más remedio que sacarme la polla y darle unos meneos, sin llegar a correrme, pues quería dejarlo por si tenía mejores ocasiones para hacerlo.
Se escuchó el timbre y comenzó la espera. Unos segundos después se encendió la luz y llegaron las chicas. Tras cerrar con pestillo la puerta comenzaron a desnudarse. Desde dónde estaba pude ver a varias chicas quitarse la ropa y quedarse en braga y sujetador, así que tras arrimar la cámara al hueco del cajón comencé a disparar como un loco esperando obtener buenas fotos. Me centré en Elena después de sacar varias fotos de las otras chicas, la zorra me daba la espalda, así que saqué las tomas que pude procurando no hacer mucho ruido y cuando gasté el negativo, y viendo que no iba a obtener nada mejor, me saqué la polla y fantaseando con la niña me casqué un pajote que me produjo una corrida que casi me deja sin sentido, lanzando varios chorros de leche que supongo mancharon las paredes del cajón. Me vestí, seguí mirando y tras ver a las chicas que se ponían el chandall y salían, me dispuse a hacer lo mismo. Fui corriendo a casa y me lié a revelar el carrete. Había 24 fotografías, 10 de Elena en casi todas las posturas, con braga y sujetador blancos, medio vestida y con chandall, era un éxito relativo pues mi idea era sacarla en pelotas. La verdad es que después de verla en vivo aquellas fotos casi ni me excitaban, pero para mi plan servirían.
Por la tarde volvimos a clase, y entre clase y clase, Elena marchó al servicio. Con cuidado entré tras ella y cerré la puerta tras de mí.
-Que coño haces aquí...? me dijo cabreada.
-Quiero que me des tu sujetador... le dije con la boca seca sin saber su reacción.
-Tu estás gilipollas...vete de aquí o te meto una patada en los cojones que te mato... contestó.
-Bueno, tu misma, si no me lo quieres dar te lo va a ver todo el colegio en el tablón... le dije a la vez que sacando de mi bolsillo una foto se la mostraba.
La muy zorra, cuando reaccionó me la quitó de un tirón y la vió.
-Que hijo de puta...- acertó a decir.
-Piensatelo, tu verás... le dije y salí de allí como alma que lleva el diablo.
Volví a mi pupitre a esperar. Comenzó la clase de tecnología y ella se sentó en su sitio. La profe nos dijo que siguiésemos con el trabajo y cada uno siguió con lo suyo. Elena miraba hacia adelante y yo la veía cabreada. Unos minutos después se levantó y se dirigió hacia mi.
-Eres un cabrón, que quieres de mi...- me dijo.
-Sólo quiero tu sujetador. respondí.
-Vale, esta tarde te traeré uno...
-No, quiero el que tienes puesto... le dije.
-Estas tonto o qué... añadió mientras se marchaba a su sitio.
Desde mi pupitre, atrás del todo podía ver toda la clase y la seguí con la vista hasta que se sentó.
Al rato se levantó, habló algo con la profe y salió del aula. Unos minutos después volvió dentro y se dirigió hacia mi.
Supuse que traía las tetas al ire porque las vi moviéndose acompasadamente bajo la camisa.
-Toma...- me dijo ofreciéndome el puño cerrado con disimulo. Cogí el bulto blanco arrugado que me ofrecía y lo guardé en la cartera.
-Ya estamos en paz...- me dijo.
-Bueno, aún no... todavía me quedan algunas fotos más...- le dije mientras mostraba la punta de otra del bolsillo de mi camisa.
-Que cojones quieres ahora..-respondió cabreada.
-Suéltate dos botones de la camisa, quiero verte las tetas... dije excitado.
Como respuesta obtuve el regreso a su sitio.
No tardó mucho en mirar hacia dónde yo estaba, momento que aproveché para sacar otra foto y hacer como que la enseñaba.
Volvió con rabia la cabeza y miró al frente. Vi sus manos moverse y al momento se acercó a mi con la camisa algo desabrochada.
Se agachó sobre la mesa y yo miré entre la tela. Sólo pude ver el nacimiento de sus tetas blancas, pero no observé las aureolas ni los pezones.
-Suéltate otro...- le dije.
Elena miró a los lados para ver si nos veían y se soltó otro botón.
Se volvió a agachar y ahora si pude verle los senos. Me llamó la atención el contraste oscuro de sus aureolas y pezones con el blanco de la piel.
Al instante se me puso dura. Me recreé mirando los pezoncillos erectos, y con disimulo acerqué la mano derecha hacia su camisa, rozando con mis dedos el bultillo que formaba en la camisa. Al principio se retiró un poco, pero luego se dejó caer y volví a tomar contacto con él.
De un rápido movimiento me sacó la foto del bolsillo, se abrochó la camisa y volvió a su sitio.
-Se acabó...- me dijo al salir de clase.
-Que te lo crees tú...- Le respondí mientras le enseñaba otra foto.
-Ahora que quieres, cabrón...-
-Que me la menees; te espero esta tarde a las ocho en la caseta abandonada del río...-le dije con recochineo.
Allí la esperé. Fue puntual. Llegó vestida con una faldita corta azul y una camisa beige.
-Venga, quiero terminar con esto cuanto antes...-fue lo único que dijo al sentarse a mi lado.
-Empieza...-dije.
Me desabrochó la bragueta, me apartó el calzoncillo y cogió mi polla. Aún establa flacida, pero al contacto con su mano revivió.
Comenzó a agitarla de mala manera, haciéndome daño.
-Tú misma. Si no me corro no hay trato.- le dije como pasando del tema.
-Júrame que cuando termines me darás todas las fotos y que no volverás a chantajearme más con ellas...-me dijo.
-Te lo juro...-asentí.
-Se incorporó, me desabrochó el pantalon, bajó un poco el slip y mojándome la punta con un poco de su saliva comenzó a meneármela suavemente.
Mi cuerpo comenzó a calentarse, al ver su manecilla subiendo y bajando por mi rabo, por lo que con cuidado moví mi brazo y con la mano le agarré una teta.
-Que cojones haces...-me regañó.
-Si no me excito no llego, tu verás...-contesté.
-Vale pero acaba pronto...-
Seguí explorando su teta por encima de la camisa mientras con la otra mano le acariciaba el muslo.
Ella continuó con la paja, moviendo el pellejo arriba y abajo con lentitud pero sin parar, haciendo que mis calores se fueran elevando por momentos.
Ante su asentimiento mi mano desabrochó uno de sus botones y se coló bajo el sujetador. Ahora podía acariciar su pezón con libertad. Lo estrujé con suavidad, cambiando del derecho al izquierdo alternativamente mientras mi otra mano subía por su pierna hasta alcanzar su braga. Con ciudado introduje los dedos bajo ella hasta alcanzar sus pelillos, hasta plantar toda la mano en su coño, que sobé con ansias mientras mis huevos se preparaban para lanzar la leche.
No sé cuanto pudo durar aquello, pero entre el roce de sus pezones, la humedad de mi dedo entre los labios de su coño y el meneo que me estaba dando, no pude aguantar más. Sentí una corriente desde el interior de mis piernas que subiendo por todo mi cuerpo llegó hasta mis huevos. Noté como la leche comenzaba a fluir, primero lanzando varios chorros que llegaron hasta el vestido de Elena y después en forma de lava que pringó su mano. Cuando notó el calor de la leche disminuyó el movimiento pero no paró.
Me quedé sin palabras mientras la veía mirándome a los ojos. Con ciudado se limpió la mano en la pared y me la guardó dentro del pantalón.
-Toma...- le dije dándole los negativos y el resto de copias que me quedaban.
-Hasta nunca......cabronazo...- me respondió.
-Gracias por el gusto que me has dado...nos veremos cuando te dejes follar...-le dije con chulería.
-Ni te lo creas mamón...aquí acabó todo. dijo mientras abandonaba la casucha con prisa.
Cuando me pude recuperar del pajote, me incorporé y detuve la videocámara que había estado todo el tiempo oculta grabando la escena. Cuando llegué a casa y ví la cinta me la volví a cascar.
Durante algunos días ni siquiera nos cruzamos palabra, aunque yo cada vez que la veía me empalmaba de nuevo.
A la semana, cuando creí que era el momento, dije a Elena que quería hablar con ella en privado. La cité para la tarde en mi casa, dónde sabía que no habría nadie en varias horas.
Cuando llegó, mi me miró, puso los brazos en jarra y esperó.
-Quiero que veas una cosa...-le dije mientras ponía en marcha la cinta. En ella se veía como Elena me desnudaba y comenzaba a pajear mi polla..
Al ver aquello puso cara de terror y se marchó corriendo de mi casa.
Al día siguiente durante el recreo se me acercó con disimulo y me preguntó que qué quería a cambio de la cinta y de mi silencio.
-Quiero metértela un poco...- le dije con chulería.
Se alejó un poco mientras se lo pensaba y al rato volvió a mi lado.
-Vale...pero sin correrte dentro, y sólo una vez, sin trucos y luego dejarás de molestarle...respodió a mi oferta.
-Ok...pero además hay algo más...quiero metérsela también a Gema.-
-Tú estas loco....pídeselo a ella cacho cabrón. A mi no me metas en líos...
-Ese es el trato chica, o lo tomas o lo dejas...cuando la tengas en el bote me llamas...Ah, y no tardes mucho, tengo prisa por joderos. Como lo consigas es cosa tuya, pero no tardes mucho.-dije.
Transcurrió un par de semanas sin novedades. Pero cuando pensaba que mi plan se iba a la mierda me llamó en el recreo.
-Dice Gema que vale, pero con dos condiciones: una que le des además dos mil pesetas y dos que no te corras dentro...
-Vale esta tarde a las seis en mi casa...- dije alegre.
-Me sorprendió que Gema aceptase, pues aunque la muy zorra ya se había acostado con algún que otro chico, no creía que lo hiciese conmigo, aunque seguro que con las dos mil pelas y la comedura de coco de Elena acabó cayendo en mi red.
Llegó la hora señalada y ambas chicas llegaron a mi casa.
Las recibí y juntos subimos a mi cuarto.
-Desnudaros...-les ordené.
Ambas comenzaron a quitarse la ropa. Elena se quitó la camisa y me enseñó el sujetador blanco que traía cubriendo sus pequeñas tetas. Gema, por su parte se quedó en sujetador, mostrándome sus melones, mucho mayor que los de su amiga. Ambas se soltaron las faldas quedándose en bragas. Las de Elena eran blancas con puntilla y las de Gema de flores.
-Enseñarme las tetas...-ordené
Ambas se quitaron la parte superior mostrándome sus pezones. Los de Elena eran pequeños, rodeados de una aureola oscura también pequeña. Los de Gema eran mayores, rodeados de una zona mayor que la de su amiga. Cogí una regla y les medí la aureola. La de Elena medía justo dos centímetros de diámetro y 4 y medio la de su amiga. Aproveché para pasarles la lengua a ambas.
-Oye tío, que eso no entraba en el lote...- me dijo Gema.
Les bajé a ambas las bragas y comparé sus chochos. El de Elena estaba menos poblado, aunque el de su amiga me pareció más sabroso por lo carnoso que lo tenía. Se los toqué a ambas, metiendo un poco el dedo para cerciorarme de su lubricación.
Tras desnudarme me senté en la cama, cogí a Elena de la cintura y con mucho cuidado la acerqué a mi vientre para poco a poco meterle la punta y tras dejar que su coño se acomodase a mí se la clavé toda.
Cuando la cabrona notó que le llegaba al útero, se levantó casi sin darme tiempo a reaccionar.
-Ya tienes bastante cabrón..., Gema te toca...- musitó entre dientes.
Ahora fue su amiga quien sin yo decir nada se acopló sobre mis piernas, cogió mi rabo empapado por los jugos de su amiga y se lo clavó hasta el fondo cabalgando sobre el varias veces hasta que su amiga le indicó que lo dejara..
-Escucha tía...-dije a Elena.
-Si no me corro te vas a ir de aquí igual que has venido...así que es mejor que colaboréis...dije alzando la voz.
-Venga cabrón, pero no se te ocurra correrte dentro de mi ni de la Gema o te enteras...¿Que hacemos...?.me dijo.
-Poneros de rodillas las dos juntas...-señalé.
Ambas chicas se pusieron de rodilla juntando los culos. Me acerque a Elena y se la metí con cuidado por detrás.
Empujé y la saqué y metí suavemente mientras contaba en voz alta hasta ocho, sacándola enseguida y metiéndosela a Gema. Bombeé dentro de ella suavemente hasta que mis pelos rozaron los suyos contando con cada embolada hasta llegar de nuevo a ocho.
La saqué y se la metí a Elena. Ahora su conejo estaba más lubricado y noté menos el roce, empujé mi polla dentro de su coño aprovechando el gusto que me proporcionaba contando de nuevo hasta ocho.
Se la saqué y se la coloqué a su amiga. Aquello nos iba gustando a los tres, o al menos así lo creía yo. Cada vez que se la metía a una chica contaba despacio hasta ocho mientras me inclinaba y les tocaba las tetas que colgaban por la posición en que estaban.
De nuevo se la metí a Elena hasta juntar sus rizos con los míos, ahora ya contaba para mi, metiendo y sacando mi polla con más energía que al principio. Las chicas no decían nada, pero yo notaba sus humedades que facilitaba mi follada. Me encontraba dentro de Gema cuando noté que me iba a correr. Una descarga de corriente comenzaba a subir por mis piernas hasta llegar a mi estómago y de allí a mi polla. Me mordí el labio para no chillar y delatar mi corrida. Tan pronto como noté que la leche se acercaba, empujé mi nabo hasta el fondo de Gema dejando que el primer chorro de esperma abandonase mis huevos llenando el conejo de la niña. Aún dejé que el segundo chorro se vaciase para sacarla enseguida y clavársela de un golpe a Elena, dónde expulsé el tercer y cuarto chorro. Dejé que las palpitaciones terminasen antes de sacar un poco la picha y volver a metérsela para depositar las últimas gotas que salieron. Disfruté de la relajación de mi miembro dentro de Elena, y lo saqué aún erecto aunque limpio, pues la leche que quedaba estaba ya dentro de mi amiga.
-Esta bien...-dije.-
-Ya os podeis ir,... me guardaré la corrida para otro día...-mentí.
-Vámonos...-dijo Elena.
Se vistieron rápidamente y se fueron, no sin antes recoger la cinta de video que arrojaron a un contenedor según dijeron después.
Creo que nunca se enteraron de que me las follé bien a las dos, Seguí en la misma clase de ambas, a las que ahora veo con otros ojos, pues sé que cada una de ellas ha llevado dentro de su coño mi leche y que con sus cuerpos he disfrutado de una corrida que jamás volveré a tener. Por cierto, aún guardo la cinta que grabé mientras me las follaba.
RAUL.