Chantaje a una profesora
Dos alumnos obtienen pruebas de que el hijo de una atractiva profesora ha cometido un robo. Gracias a ello, tendrán un agradable encuentro con la maestra.
La profesora que había empezado a darlos clase en el colegio tenía 42 años, llegó de otra ciudad, por motivos personales. Eso le comentó el padre de Arón, que como dueño, fue quien la contrató. Era una mujer atractiva, que para ninguno de los chicos pasó inadvertida. Carmen, era casada y su hijo, Gino, había venido con ella a vivir a la ciudad, mientras que su marido se había quedado en el lugar de origen, a más de 600 kilómetros de distancia, en su anterior residencia, lo que hacía que sus encuentros hubieran de demorarse a una o dos veces al mes. Gino era reservado, algo mayor que los muchachos a quien ella daba clase, de carácter altivo y parecía estar de vuelta de la vida, a pesar de contar con apenas diecinueve años.
Arón, es como he dicho, hijo del dueño del colegio en el que Carmen daba clase y su mejor amigo Francis, hijo del comisario de policía de la ciudad. Ambos son íntimos desde niños. Aunque se les podría considerar bastante inteligentes, pero malos estudiantes, por lo que sus aprobados solían ser raspados.
Gino acudía frecuentemente a buscar a su madre a la salida de clase. Aunque Arón y Francis intentaban entablar conversación con él, y a pesar de la frialdad del muchacho, los chicos consiguieron ganarse la amistad con el hijo de la profesora.
Un día, le ofrecieron acompañarlos. Tenían un poco de hierba, compraron bebida y se marcharon a las afueras de la ciudad a fumar unos porros y tomar unos litros de cerveza.. Allí, Gino se confió a ellos. Les dijo que su madre había cambiado de trabajo y de residencia por él, puesto que había tenido algún problema legal. Su padre no tenía posibilidad de pedir traslado, y además estaba ya cansado de sus andanzas, por lo que se se habían trasladado los dos solos. Eso fue todo lo que consiguieron sacarle
Les intrigaba los motivos por los que tenían que haber abandonado su ciudad, aunque eran conscientes que la causa, seguramente era algún problema de drogas o tal vez, un robo.
De vez en cuando, el padre de Francis trabajaba por las noches, y como sólo vivían los dos en la casa, se iba a dormir a su casa, lo que les permitía escaparse alguna madrugada, aunque tuvieran clase a la mañana siguiente.
En una de esas escapadas, habían salido a dar una vuelta, cuando los amigos vieron de lejos a Gino, que hablaba con dos hombres mayores que él. Era muy tarde, en torno a las cuatro de la mañana, y las calles estaban desiertas. Parecían discutir, y escondiéndonos entre los coches se acercaron a ellos. Arón tuvo la impresión de que tramaban algo, comenzó a sacar fotos compulsivamente con su móvil, sin saber muy bien para que le servirían. Al momento, Gino subió en un todo terreno, mientras que los otros dos hombres se dirigieron a otro coche que tenían aparcado justo detrás. Arón no dejaba de sacar fotos, en principio sin ningún fundamento.
Les siguieron con la moto de Francis, y la sorpresa fue mayúscula al pararse en frente de una joyería. Dio marcha atrás con el coche, y rompió los cristales. Se bajó del 4 x 4, con la cara enmascarada, y en pocos segundos salió de la joyería con una bolsa llena. Después se dirigieron al aparcamiento de un centro comercial, donde Gino entregó la bolsa a los otros hombres, y dejaron el vehículo en el que habían perpetrado el robo abandonado.
Al día siguiente, no se hablaba de otra cosa en aquella pequeña ciudad, un lugar donde nunca sucedía nada. Habían hecho un alunizaje en la joyería y según decían, el botín había sido abundante, el coche había sido robado unos días antes, y la opinión de la policía es que sería una banda procedente de otro lugar.
Arón pasó todas las fotografías al ordenador. Se le veía perfectamente como subía al coche, como se había encapuchado, como entraba y salía de la joyería, y como entregaba el botín a sus compañeros.
Francis dijo que le diera las fotos para decírselo a su padre, y que detuvieran al ladrón, al fin y al cabo tampoco tenían mucha relación con él. Pero Arón le convenció para que no dijese nada, sabía que estas pruebas serían mucho más valiosas en sus manos.
Los chicos ya habían chantajeado a una antigua profesora porque la habían visto besarse con un alumno, y aunque sólo tenían su palabra, ella les aprobó con muy buena nota. Ahora era aún mejor, tenían unas pruebas concluyentes, en las que su hijo, podría ir a la cárcel.
Arón, pasó todas las fotos al ordenador. Lo cierto, es que ni el mejor paparazzi habría hecho un trabajo de mejor calidad.
Un viernes por la mañana los acercamos a hablar con ella. Le pidieron que les diese una tutoría individual el viernes por la tarde. El padre de Arón, se iba a pasar el fin de semana fuera, por lo que , como hacía frecuentemente, le dejaría a él las llaves del colegio y sería quien se encargase de cerrarlo. Las normas del colegio era que no se podía tutear a los profesores, por lo que siempre los alumnos debían llamarlos de usted.
A Carmen le extrañó que aquellos chicos tuvieran interés en unas clases particulares. Tal vez no le apeteciese mucho, pero no se podía negar a dárselas al hijo de su jefe.
Cuando las clases habían terminado, los dos chicos se acercaron a ver a Carmen. No quedaba nadie en el colegio, por lo que ella los llevó a la sala de profesores.
La profesora sacó unos libros y varios cuadernos con notas. Por su parte, Arón encendió su portátil.
- Qué duda tenéis exactamente?
Los chicos se miraron.
- Donde está Gino? Hace días que no le vemos
- Se ha ido a pasar una temporada con su padre, respondió.
- Creo que sabemos porque se ha ido.
Lo cierto es que la mujer no tenía ni idea del motivo de la espantada de su hijo, aunque estaba extrañada que estuviese con su padre, ya que su relación no era demasiado buena.
- A si? Y por qué se ha ido según vosotros? Preguntó con cierto aire de superioridad
Gino comenzó a enseñarle las fotos. La cara de Carmen palideció.
- Quien sabe esto? Queréis que os apruebe? Es lo que buscáis?
- Sólo lo sabemos por el momento nosotros tres, respondió Francis. Aprobar? No sólo nos aprobará, sino que será con nota, pero a parte, queremos hablar del tema detenidamente con usted. Sabemos que nadie la espera, así que nos veremos en casa de Arón en media hora.
La mujer estaba desconcertada. Creía que los chicos le pedirían dinero. Ahora no estaban en su mejor momento, pero si era necesario pediría un crédito sin que su marido se enterase, ya que este estaba un poco harto de los problemas con su hijo Gino.
Los jóvenes prepararon la casa para recibir a Carmen. Si todo les salía como lo habían planeado, pasarían unas horas bastante entretenidas. Sólo había que ver el grado de implicación de la mujer hacia su hijo.
A la media hora, sonó el timbre de la puerta. El director tenía una enorme casa a la salida de la ciudad. La profesora pasó dentro y la invitaron a sentarse en el salón.
- Tomad, es todo lo que he podido conseguir. Os puedo dar el lunes algo más.
Dejó sobre la mesa mil euros. Ambos chicos rieron.
- Nos quedaremos con los mil euros de hoy, nos daremos una fiesta con ellos, aunque no es dinero lo que queremos, dijo Arón riendo.
La mujer quedó desconcertada y sin saber lo que aquellos muchachos pretendían de ella.
- Bien, presentaré mi dimisión y me iré del colegio, si es lo que queréis
- Para nada, no queremos que se vaya, y no te irá.
Los chicos le explicaron que les apetecía pasar una noche casera, en la que ellos hicieran de profesores y ella de alumna, con el único límite que pusiera su imaginación. Podía aceptar y salvar a su hijo de una condena segura o marcharse y que su hijo terminase entre rejas.
Carmen se sintió indignada, cogió los mil euros y salió de la casa llorando. Llegó hasta el jardín de la casa, pero apesadumbrada, volvió a llamar a la puerta, donde sonriente, la recibió de nuevo Arón.
Sin decir nada, la mujer volvió a sentarse y a dejar de nuevo los mil euros sobre la mesa.
- No quiero que mi hijo vaya a la cárcel. No lo soportaría. Decidme que queréis de mi
- La queremos a usted. Sin límites, como hemos dicho antes.
Arón sacó unas cervezas y algo de picar, mientras Carmen estaba sentada, pensativa y cabizbaja. Los muchachos sacaron dos paquetes de tarjetas que dejaron encima de la mesa y le explicaron el juego.
- Carmen, hay dos grupos de tarjetas, empezaremos por este, que son preguntas a las que deberá contestar de forma sincera, mientras que el otro serán pruebas que deberá ir pasando.
- Sois unos críos, les recriminó.
Los muchachos le dejaron claro de nuevo que podría marcharse si lo deseaba, pero si se quedaba, debía empezar a sacar tarjetas del primer montón. También le advirtieron que si dejaba de contestar serían ellos quien pararían el examen así que Carmen empezó a leer:
1, Ha sido usted alguna vez infiel, leyó. Su respuesta fue no.
2, Carmen, defínase físicamente..Altura media, rubia, ojos azules, complexión normal.
- Detalle como va vestida, incluída la ropa interior.
- No me veis? Preguntó malhumorada y cansada de los juegos de los críos.
- A la siguiente impertinencia tuya, romperemos el trato. Conteste y haga todo lo que pidamos.
- Llevo un vestido de lana morado hasta un poco más abajo de las caderas, unos leggins negros y unas botas altas, unos centímetros por debajo de la rodilla. Esto es absurdo, reclamó.
Limítese a contestar y hacer lo que le digamos, no habrá más avisos.
Sujetador negro y un tanga rosa, añadió
Siguieron las preguntas referidas a sus experiencias sexuales, pérdida de virginidad, sexo anal, veces por semana. Por las respuestas, Carmen parecía ser una persona con poca experiencia sexual.
El taco de las preguntas terminó, y temerosa de lo que le esperaba, esperó a que alguno de los chicos le pidiese que empezase a leer de nuevo. Fue Arón quien lo hizo
- Quítese las botas y los calcetines.-- Lo hizo sin dudar demasiado
- Quítese los leggins.-- Les dijo a los muchachos que el vestido era muy corto, pero hiceron caso omiso a sus quejas, incluso se burlaron diciendo que eligiera un vestido corto para ella o una condena larga para Gino.
Carmen dudó, pero sabía que no podía hacer nada, así que ahora ya con cierta vergüenza, se quitó los pantalones. Sus ojos ahora estaban mojados. El vestido le subía un palmo por encima de las rodillas, lo justo para tapar sus bragas. Su aspecto era de una mujer de 42 años vestida como una de quince, con una minifalda extrema.
- Vuelva a ponerse las botas ahora.-- Lo hizo con cierta soltura.
4.Quítese el vestido, de forma lenta.--Protestó, pero los chicos se limitaron a esperar sabiendo que terminaría obedeciendo.
Arón enchufó una lámpara hacia el cuerpo de su profesora, mientras esta dejó su cuerpo tapado por un sujetador negro y un tanga rosa, tal y como había contestado en las preguntas. La profesora intentaba cubrir su cuerpo de las miradas indiscretas de los muchachos.
- Deberá pedir a sus alumnos, de forma educada, introduciendo en la frase la palabra, por favor, que le quiten su sujetador.-- Dudó, lloraba desconsoladamente, pero los chicos se limitaban a esperar. Con voz entrecortada, les habló
- Por favor, podríais quitarme el sujetador? Dicho esto le dio un ataque de llanto.
Uno de los muchachos se acercó a ella por detrás y se lo desabrochó, mientras que el otro lo sacó por delante. Inmediatamente procedió a taparse los pechos con sus manos. A los chicos pareció no importarles, era cuestión de pocos momentos que tuviera algo más importante que tapar.
- Diríjase al espejo que hay en el salón, sitúese de frente, abra sus piernas y diga el nombre del alumno que desee que meta su mano bajo la parte delantera de su tanga, de nuevo, introduciendo en la frase la palabra, por favor.-- Se sentía agobiada, lloraba, no podía pensar. La estaban humillando, pero necesitaba salir airosa de la situación. A quien elegir, al hijo del dueño del colegio o al hijo del comisario. Gino era lo principal, sólo una madre sabía que haría cualquier cosa por su hijo.
- Francis, por favor, puedes meterme la mano por la parte delantera del tanga? Se ahogaba al decirlo, pero terminó sus palabras.
La mujer se situó frente al espejo mientras que el muchacho alcanzaba su sexo con su mano. Francis estaba excitado, besaba la cara de Carmen que lloraba. Francis la miraba en el espejo, sus pechos, su pequeño tanga, sus botas altas. La abrazó por detrás y su mano se deslizó por debajo de su vientre, entrando en sus bragitas y disfrutando de su presa. Le pasaba la mano, acariciaba su clítolis, le introducía lentamente su dedo.
- Qué pensaría tu marido si te viese ahora? Le preguntó el muchacho mientras le mordía su oreja y acariciaba todo su sexo.-- Ella hizo intención de dar un brusco giro, pero la agarró fuerte y al oído le volvió a decir que debía pasar su examen para que su hijo no tuviera problemas.
Francis se apartó y le pidió que volviera a sacar una nueva tarjeta
- Sitúese de nuevo frente al espejo y deberá pedir al alumno que no ha participado en la prueba anterior que le quite su tanga, de nuevo, con la palabra, por favor-- Estaba sofocada. Estos chicos no tenían fin, pensaba Tan sólo estaba tapada por unas botas y un pequeño tanga. Volvió a situarse frente al espejo.
- Arón, por favor, quítame el tanga.-- El chico se colocó de rodillas, colocando su cabeza a la altura de las caderas de Carmen, que tenía sus piernas muy juntas y mirando al espejo comenzó a deslizarlo por sus muslos hasta que con cierto esfuerzo, lo sacó por debajo de sus botas.
Su sexo quedó a la vista de los muchachos. Una mata de pelo negro, en forma rectangular, cubría su vagina. Los muchachos lo contemplaron y le ordenaron sacar otra tarjeta.
- No habéis tenido ya bastante? Tenéis delante de vosotros a vuestra profesora desnuda.
- Una palabra más de desaprobación, y terminaremos con el examen, dijo Francis
- Siéntese en la silla, abra bien las piernas y permita que sus alumnos la unten de aceite corporal.-- En ese momento Carmen fue consciente que esa noche tendría sexo con los muchachos. Hundida y humillada abrió se sentó y abrió ligeramente las piernas. A cada prueba, la imagen de su hijo aparecía en la cabeza de la mujer.
Arón le gritó a la vez que le decía que las piernas debían estar más abiertas, las separó bruscamente con sus manos. Los dos chicos, tomaron abundante aceite que extendieron por todo el cuerpo de su profesora. Las cuatro manos se alternaban por cuello, brazos, muslos, pero los lugares preferidos eran los pechos y entre las piernas. Los dedos de los muchachos se perdían en la cavidad sexual de su profesora.
Aún quedaban varias tarjetas, y Carmen, ya entregada, sacó la siguiente.
- Abra el archivo numerado como 10 en el ordenador y proceda a hacer lo mismo.-- Era un video en el que una mujer hacía una felación a dos hombres que tenían sus pollas juntas.
- Por favor, por favor. Replicó entregada. Sólo dijo esas palabras en voz baja para volver a su silla.
Los chicos se desnudaron, mientras que la mujer, sentada en la silla comenzó a chupar los miembros de sus alumnos. Los muchachos agarraban su cabeza y la llevaban de un pene a otro. No se llegaron a correr, aunque hilos de semen salían de la boca de la madre de Gino. No tenían prisa, y tenían aguante, pero antes de que sus pollas explotasen, la invitaron a sacar otra tarjeta.
- Abra el archivo numerado como 11 en el ordenador y proceda a hacer lo mismo. En este caso era otro vídeo. La mujer estaba tumbada en una mesa, mientras un hombre la penetraba por delante, su boca hacía una felación al otro, después cambiaban de posición.
Lamentos en voz baja, súplicas que caían en saco roto. Los chicos acompañaron Carmen a la mesa y empezaron a replicar la escena. Francis se quedó de pie y torció la cabeza de la profesora para meter su miembro entre sus labios, mientras que Arón, le abrió las piernas e introdujo bruscamente su miembro en el coño.
Jugaban, disfrutaban y evitaban correrse. Los chicos cambiaron sus papeles y Francis comenzó a penetrarla y Arón a disfrutar de su boca. Cuando llevaban unos minutos, Arón preguntó a su compañero.
- Nos corremos ya?
- Perfecto por mi parte.
Las embestidas de ambos aumentaron hasta hacerse ciertamente violentas. Casi a la vez, la boca de Carmen se llenó de semen y su coño recibió el chorro de Francis.
Los chicos quedaron relajados. Carmen estaba dolorida y hundida. Lloraba, apenas se movía, pero con las fuerzas que le quedaban, se acercó e intentó recomponer su ropa.
- Qué hace?, preguntó Francis
- Me voy a mi casa. Ya habéis tenido lo que queríais, no? Os lo habéis pasado de puta madre, verdad?
- Señorita Carmen, quedan aún tres tarjetas. Lea la siguiente.
Se hundió de nuevo. Estos muchachos no tenían fin. Andando lentamente, sacó otra tarjeta.
- Siéntese en el sofá, abra las piernas, y comience a tocar lentamente su clítolis y a meter el dedo dentro de su coño-- Carmen cerró los ojos. Aún quedaba más, aunque esperaba que fuese poco.
Se sentó, abriendo las piernas como le habían indicado y empezó a tocarse. Los chicos la jaleaban para que abriese sus labios vaginales. Ella obedecía como una autómata. Poco a poco, los dos alumnos se fueron excitando de nuevo. Cuando sus penes volvieron a estar erectos le indicaron que leyese la siguiente.
- Coja la moneda que está sobre la mesa. Láncela al aire. Si sale cara tendrá sexo anal con Arón, si es cruz, Francis.-- Carmen se estremeció. Era virgen por detrás. Negaba con la cabeza pero a la vez cogió la moneda y la tiró al aire.
- Podríamos evitar esto?, por favor, haré otra cosa que queráis.
No obtuvo respuesta. Tiró la moneda y salió cara. Arón la colocó de rodillas, con la cabeza apoyada en el sofá. Le dio un poco de aceite corporal que habían usado anteriormente y le introdujo su pene, desgarrando su ano, a la vez que ella daba muestras de dolor. La estrechez de su trasero hizo que el chaval se corriese rápidamente.
- Hemos terminado? Preguntó ella entre sollozos, en voz baja y abatida
- Queda una tarjeta más. Ábrala y podrá marcharse. Hoy ha salvado a su hijo de ir a prisión. Gino puede sentirse orgulloso de tener una madre que le quiera tanto.
Carmen leyó la última tarjeta.
- Sitúese junto a la pared y haga un posado para ser fotografiada con cada una de las prendas de su ropa. La primera, será como está ahora. Sus manos siempre estarán detrás de su cabeza-- Carmen protestó, pero ya que había llegado a tanto aquella noche.
Dudó y al final preguntó que como sabría que no enseñaría esas fotos a alguien.
- Si enseñamos esas fotos, te echarán del colegio, y no queremos que eso suceda, verdad Arón?
Ella estaba confundida y no sabía las consecuencias que traería eso en su vida. Arón sacó su cámara y le hizo la primera foto, totalmente desnuda, sólo con sus botas. En la segunda, le añadieron el tanga, la tercera el sujetador, cuarta el vestido. Carmen se quitó las botas para ponerse sus calcetines y leggins, y le hicieron una última foto
- Ahora se puede ir usted. Ha sido un placer que haya obtenido tan buena nota en su examen, dijo jocosamente Francis.
La profesora salió por la puerta. Los chicos automáticamente fueron buscar una cámara de video que estaba escondida, que había estado funcionando desde la entrada de ella en la casa y con la que habían filmado todo el encuentro completo.
- Francis, con las fotos de Gino robando la joyería, sus fotos ligerita de ropa, y este video, tenemos a Carmen en nuestro poder. Si alguien viera este material, no sólo sería despedida del colegio, sino que no volvería a trabajar nunca como profesora, y su hijo iría a prisión.
Los muchachos cogieron los mil euros que les había dado Carmen, y salieron a vivir la noche.