Chantaje a Mía

Como chantajeo a una chica que me contestó a un relato caliente.

Me extrañó tener una carta en el correo. Desde que escribí aquel relato sobre chantaje a una chica, hacía ya más de un mes, nadie había vuelto a escribirme. Asombrado moví el puntero del ratón hasta situarlo sobre aquel sobrecito cerrado. Cliqué dos veces y la carta se abrió. Leí ávido aquella misiva.

"!Ya lo sabes, tu peor pesadilla, y si te vas de la lengua, estas jodida...- añadí amenazante."

Con esa frase, me conquistaste :Las amenazas siempre me han puesto y mucho. La idea de que alguien me espíe el correo, controle mis contraseñas, me joda y me putea, me gusta, incluso he fantaseado con q alguien me ponía un troyano para posteriormente chantajearme. Me gustaría hablar contigo por msn, si quieres. Me llamó Mía.."

Me mandó su MSN, que por cierto agregué enseguida.

No tardé en contestar a mi lectora secreta, sobre todo haciéndole hincapié en presentarme sólo como un escritor, sin que en ningún momento pudiese sospechar que mi relato sobre chantaje había sido tan real como la vida misma.

Así que escribí los consabidos saludos de rigor y una pequeña historia inventada sobre como empecé en mi afición de escribir relatos picantes. En mi mente daban vueltas las escenas en las que veía a mi interlocutora yaciendo bajo mis encantos, sometida a mí, bajo pena de contar y mostrar lo que de ella poseía.

Ideé un plan para conseguirla. Lo primero que hice fue averiguar su número de teléfono, para lo cual solicité los favores de una amiga, bueno, más bien de una chica a la que una vez seduje y logré poseer con mi técnica del chantaje, y que no pudo decir que no a mi extraña petición (aún guardaba en mi casa la grabación comprometida que le tomé una noche, en la que la hice mía bajo los efluvios del alcohol y las drogas).

Elena, así se llamaba mi contacto en la empresa suministradora del servicio de teléfonos, no tardó en llamarme y darme el teléfono, al cual estaba asociado la cuenta de correo electrónico desde la que Mía me mandó su carta.

-Te debo un favor Elena...- me limité a decirle.

-Dejaré que tu marido crea que le eres fiel... al menos por el momento...- amenacé con sorna.

Ya tenía la primera pieza de mi tablero de ajedrez, ahora sólo me quedaba diseñar los primeros movimientos y ganar la partida. El teléfono de Mía correspondía a una ciudad cercana, apenas a una hora de viaje desde mi casa. Se me olvidaba decir que junto al teléfono, Elena me había proporcionado el domicilio en el cual estaba instalado ese teléfono.

El fin de semana, aprovechando que libraba en mi puesto de trabajo, me desplacé a su ciudad, tenía que ver de primera mano el lugar dónde residía Mía y llegar a verla a ella si me era posible.

Conduje pensando como sería y que ocultaría bajo su ropa. Si no me había engañado, tenía unos 32 años años, una edad ideal para ser maltratada. Una vez allí, esperé dando vueltas por el barrio hasta familiarizarme con él, esperando a que fuera la hora de comer, pues seguro que mi futura víctima estaría ya en casa.

Miré el reloj, las 14:30 horas. Era el momento. Entré en el portal, subí las dos plantas y llamé a la puerta. Tras unos segundos de espera abrió una chica joven,de unos 15 años.

-Hola, que desea...? me preguntó.

-Está tu madre...?. Pregunté.

-Si un momento... mamáaaaaaaaa... se limitó a decir la chica.

Tras unos segundos mirándonos ambos a la cara, llegó su madre.

-Que desea...? interrogó.

-Mire, soy del Registro de la Propiedad y tengo que comprobar si en este domicilio reside María Pérez de la Lastra...- engañé.

-No, aquí sólo vivimos mi hija y yo, y yo me llamo María Elena.

-Puede mostrarme su DNI, por favor...- le pregunté con cara de inocente esperando que cayese en mi trampa.

-Un momento...- respondió.

Se alejó unos metros hasta desaparecer de mi vista en un dormitorio. Al instante regresó con una cartera de la que sacó el DNI mostrándomelo. Mi traje caro y la cara de persona responsable no la hizo desconfiar.

-Mire... me dijo mientras me lo mostraba.

-Ajá, me parece que me equivoqué de domicilio...tenga señora y perdone...- le dije mientras grababa en mi mente los más mínimos detalles de su anatomía e imaginaba lo que escondería esa bata azul que lucía sobre su piel.

Me despedí cortésmente y abandoné el domicilio con mi objetivo cumplido. Ya sabía su nombre, dónde vivía y como era su aspecto. Además sabía que tenía una preciosa hija de 15 años.

-mmmmmmmmmmm...- me relamí de gusto mientras conducía hacia mi casa.

La primera parte de mi plan ya estaba concluida. Ahora comenzaba la segunda parte.

Por la noche volví a conectarme al MSN a esperar que apareciese mi linda dama. No tardó mucho en conectarse.

Conectamos ambos la CAM, mostrándonos solamente el torso. Ella vestía una camisa azul clarita sobre la que se insinuaban sus dos pechos. Yo por mi parte, mostraba una camiseta deportiva sin mangas que resaltaba mis músculos pectorales.

Con mi sabida diplomacia comencé a sonsacarle información. Me comentó que se llamaba María Elena, pero que todos la conocían por MIA. Era madre soltera, tenía 32 años, una hija de 15 años y trabajaba limpiando unas oficinas por las que no ganaba demasiado dinero. Me dijo que se atrevió a contestarme esa carta tan picante porque era una fantasía que siempre había tenido, aunque luego, cuando le propuse chantajearla me dijo que no, que aquello era sólo una fantasía, que ella era muy normalita y que casi lamentaba haberme escrito.

Yo me inventé mi enésima personalidad, esta vez como piloto de aerolínea comercial. Para evitar que se asustará y me dejase sin admisión, evité preguntarle cosas íntimas que pudieran ponerla a la defensiva. Durante los primeros días solo hablamos banalidades, me contó acerca de sus gustos, sus películas preferidas, sobre sus clases de aeróbic o como ayudaba a su hija a realizar sus deberes de clase.

Por mi parte le conté mil y unas mentiras sobre mi vida. Como perdí a mi esposa en un accidente de coche (esta táctica siempre resulta a la hora de desarmar a mis adversarios, hacerlos más vulnerables y llevármelos a mi terreno, o sea a la cama), sobre la forma de entretenerme leyendo o viendo cine clásico, mis largas horas de lavandería, etc...

Al quinto día me preguntó cuanto tiempo hacía que no estaba con una mujer. Le mentí diciéndole que desde la muerte de mi esposa no conocía cuerpo femenino (mentira puñetera, pues aún conservaba en mi boca el sabor salado de la vagina de mi última víctima, que aún dormía entre las sábanas de seda azul de mi cama).

La conversación ese día no llegó a más.

Al séptimo día me atreví a preguntarle si me dejaba hacerle una pregunta personal. Como me respondió que sí, le interrogué sobre cuanto tiempo hacía que ella no conocía varón.

Mía se sintió un poco incómoda al principio, pero tras unas risas por la circunstancia se atrevió a contestarme.

-Dos años y medio...- respondió supongo que ruborizándose, pues en ningún momento nos habíamos mostrado algo más que el torso.

-Y no es demasiado tiempo para una chica tan agraciada como tu...?- pregunté.

-Bueno... la verdad es que de vez en cuando me acarició un poco...- respondió.

La conversación iba subiendo cada vez más de tono.

-¿Te masturbas...?- osé preguntar.

Su respuesta se demoró un poco pero al final llegó.

-Bueno... alguna vez si... aún soy joven y tengo necesidades... sabes...- me dijo.

Aquella sinceridad acabó de despertar mi verga que creció de inmediato dentro de mi pantalón. No me imaginaba a aquella madre tan tierna frotándose frenéticamente entre las piernas, hasta correrse mientras su garganta emitía gritos de placer. Con disimulo saqué mi verga del pantalón y comencé a acariciarme suavemente el rabo.

Como la conversación estaba calentándose y Mía se sentía incómoda, preferí dejar el tema alegando que me llamaban por teléfono.

-Perdoname un momento Mía, me llaman por teléfono... mentí como un bellaco.

-Vale, yo mientras me serviré un cubata...- se limitó a contestarme.

Sabía que estaba caliente como un pan y no iba a dejar pasar esta oportunidad, así que instalé mi videocámara enfocando al monitor, con el fin de grabar su imagen y todo lo que hacía.

Probé varias posiciones hasta encontrar la que mejor se adaptaba a mi plan.

-...ya estoy de nuevo aquí... le dije unos 5 minutos después.

Seguimos hablando banalidades. Como ví que casi se había tragado su cubata, le volví a mentir diciéndole que acababan de llamarme para decirme que me hacían jefe de no sé qué, y que iba a cobrar más. Así que le propuse celebrarlo tomándose otra copa. Aceptó encantada. Yo también fui a por una a la cocina, sirviéndome solo el refresco. La conversación seguía, pues era viernes por la noche y según me dijo su hija estaba en casa de su hermana y no volvería hasta el domingo.

Tras su segunda copa la piqué diciéndole que no era capaz de beberse otro más. Ella, como un corderito, entró al trapo y se sirvió un tercero, haciendo yo lo mismo pero poniendo solo el refresco de nuevo.

Se notaba que el alcohol la estaba calentando (en todos los sentidos). Le propuse jugar al juego de las adivinanzas pero en la versión strip, quitándose una prenda cada vez que uno perdía.

Dejé que me ganase varias partidas seguidas para quitarme la ropa, quedándome solo en pantaloncito corto. Ella por su parte aún no había perdido nada de ropa. Supuse que calentándola todo sería para mi mucho más fácil.

Hice que perdiera dos veces, teniendo que quitarse la camisa y la falda, quedándose sólo con un sujetador blanco de encaje y unas braguitas a juego.

-Mía, enséñame un pezón...- le escribí como haciéndome el borracho pesado.

-Noooooooooooooo.-se limitó a escribirme.

El alcohol estaba haciendo su trabajo. Notaba que su mente estaba deseando mostrarme sus encantos pero su moral aún no la dejaba. Como quien no quiere la cosa, le mandé varios vídeos sexis. En uno se veía a una chica chupándole el rabo a un joven, hasta embarrar sus mejillas de lefa blanquecina, que resbalaba hasta la comisura de sus labios. El segundo era más explícito. En él se veía a una chica tocándose el coño mientras su cara no paraba de mostrar gestos inexpresivos.

Perdí de nuevo y me quité todo, quedándome como dios me trajo al mundo. Le mostré mi erecto rabo de cuya cabeza comenzaba a manar una pléyade de gotas transparentes que restregué por toda la roja cabezota.

Noté que no perdía detalle de mi maniobra, por lo que comencé a subir y bajar el pellejo de mi rabo sabiendo que aquello haría efecto enseguida en su líbido.

No llevaba ni un minuto de meneo de paja cuando vi como su mano izquierda se hundía bajo la tela de la copa derecha de su sujetador, comenzando a amasar su pezón.

Aquello me puso a cien, así que agité más deprisa mi rabo. Su mano seguía entrando y saliendo bajo la tela. Parte de la misma se bajó, dejando al descubierto una aureola oscura, bastante grande para el tamaño de su pecho. Me encantaban las aureolas grandes y aquella no iba a ser menos. Tengo como costumbre fotografiar las aureolas de todas las chicas que me follo, creo que llevo ya cuatro álbumes. Me relamí pensando como sería su sabor.

Ví que Mía se levantaba, se hacía hacia atrás sentándose en la cama. Se veía una mesilla de noche a un lado de la misma y sobre ella una fotografía. En la pared, detrás del todo una fotografía de un grupo de personas en un jardín y a un lado un crucifijo muy raro, como realizado por Picasso. Enfrente los pies de la cama, y sentada en ella Mía con una mano dentro de la copa derecha del sostén acariciándose el pezón y con la mano derecha bajo el elástico de su braga masajeando su inflamado clítoris.

Aproveché su total desinhibición para ofrecer un primer plano de mi polla, mientras la masajeaba de forma controlada para evitar correrme antes de tiempo. Quería hacerlo a la vez que Mía.

Las dos manos de la chica se movían como locas. No se le veía la cara. Pero ofrecí mi reino por poder ver sus facciones cuando el gusto le recorriese todo el cuerpo. Con el meneo de su mano bajo la braga, parte de la misma se bajó dejando al descubierto el nacimiento de sus rizos oscuros. Me encanta comerme un buen coño cubierto de pelo. Abrir con los dedos los labios dejando a ambos lados la pelambrera. O ver como cuando tras correrme dentro de una buena almeja, parte de mi leche resbala hacia fuera impregnando de blanco los pelos rizados de la chica.

Hice multitud de fantasías con Mía mientras presentía que mis huevos se disponían a vaciarse de un momento a otro. Disminuí la presión de mi rabo esperando las convulsiones de la chica.

Los movimientos de las manos de Mía se hicieron cada vez más bruscos hasta desencadenar el orgasmo. Levantó ambas piernas a la vez que desplazaba la espalda hacia atrás, dejando ver parte de su rostro desencajado. Los temblores de sus muslos me indicaron que acababa de correrse. Este era el momento. Aceleré algo más los movimientos de mi mano sobre mi rabo, hasta sentir como un latigazo eléctrico recorría todo mi cuerpo, desde la planta de los pies hasta la cabeza de mi rabo. Noté como mis huevos se estrujaban hasta exprimir hasta la última gota de mi leche que subió como un torrente por mi polla hasta descerrojar cuatro o cinco cañonazos que salieron despedidos quien sabe a dónde. Expelí el aliento mientras el gusto que acababa de sacarme viendo la paja de Mía, terminaba de abandonar mi cuerpo.

Miré el monitor como hipnotizado mientras la chica sacaba su mano de la entrepierna y la dirigía a su boca. Aunque no la veía, sabía que estaba lamiendo sus propios jugos. Tras unos minutos en silencio, se levantó, se colocó la ropa que mostraba media aureola izquierda y parte de sus rizos negros y se sentó de nuevo al teclado.

-...Lo siento, esto no debía de haber pasado...- escribió con mano temblorosa. Unos segundos después desconectó el MSN.

Varias sensaciones distintas se mezclaron en mi cerebro. Por una parte sentí temor de que me dejase sin admisión y no volviese a conectarse más conmigo. Por otra me alegraba del pajote que me acababa de hacer viendo a Mía sacarse el gusto con mi rabo y una tercera de euforia al ver parpadear el led dela cámara de video, que me indicaba que toda aquella escena había sido grabada tal y como había sucedido.

Cuando me recuperé de la tembladera de piernas apagué la cámara, rebobiné la cinta y descargando el programa en el ordenador visualicé la grabación. En ella se veía a Mía sentada en la cama haciéndose un dedo. Me fijé en los detalles de la pared. Se veía perfectamente la foto de una chica vestida de comunión sobre la mesilla, la foto del grupo de mujeres sobre un jardín al fondo y la cruz picasiana a su izquierda.

Ya tenía el material que necesitaba para dominar a Mía.

Dejé transcurrir una semana conectándome cada día para intentar hablar con ella. Nada. Supongo que su mentalidad conservadora le impedía volver a hablar conmigo. Al noveno día decidí que ya era el momento de iniciar mi venganza, así que esperé a que fuesen las 3 de la tarde para llamar a su casa.

-Digamé...? Contestó su hija con una linda voz de adolescente.

-Esta Mía...? –Pregunté.

-...un momento, ahora se pone...- respondió.

Se escuchó a lo lejos decir "-mamá al teléfono...-". Tras unos segundos más de espera al fin se puso al teléfono.

-...diga, quien es...?- preguntó.

-Hola María Elena, soy el centro de tu última paja... recuerdas...? no cuelgues ni intentes averiguar nada de mi, no lo conseguirás...-

-...como ves te estoy llamando desde un móvil que he comprado sólo para hablar contigo. Ahora quiero que te conectes al MSN y escuches lo que te voy a decir. Como ves, sé donde vives y muchas más cosas de ti, que tú mismo me has contado, así que no hagas tonterías, conéctate y hablaremos tú y yo. Te espero en cinco minutos o tendrás una desagradable sorpresa...- me limité a decir mientras colgaba el teléfono.

Rápidamente colgué el móvil, no quería sorpresas desagradables de última hora y conecté el ordenador del ciber. Esperé unos minutos a ver si Mía se conectaba. Aún nada. Ya habían pasado tres minutos y nada aún. El reloj indicaba ya la hora y el icono de Mía seguía apagado.

-Maldita zorra...-mascullé entre dientes.-

Me disponía a volver a llamar a su casa cuando repentinamente el icono se iluminó. Por fín se había conectado.

-Quien eres... que quieres de mi...- se limitó e escribir en el monitor.

-Escucha zorra, ahora el que manda aquí soy. Acepta el archivo que te voy a mandar y espera.-me limité a escribirle.-

Le envié un resumen de la escena en la que se veía como se hacía un dedo mientras estaba sentada en la cama. En ella se veía a Mía moviendo frenéticamente ambas manos y los detalles del fondo de su habitación.

Una vez se terminó de descargar, esperé un tiempo a que lo hubiese visionado y le volví a escribir.

-Como ves, esa eres tú, y tu habitación. Ahora, si no quieres que tu hija y en tu trabajo reciba un correo con este video quiero que hagas algunas cosas para mí...-

-Para empezar quiero que vayas a tu habitación, te desnudes, cojas tu cámara digital y te hagas varias fotos desnuda, con primeros planos de tus pezones, y de la pelambrera de tu coño. No quiero tonterías, así que dispones de sólo 5 minutos para hacerlo o supondré que no quieres hacer tratos conmigo y tomaré mis represalias. Tu tiempo comienza ya .- fueron mis amenazas escritas a través del MSN.-

De nuevo miré el reloj. Eran y 12 minutos. Tenía hasta y 17 para hacer lo que le había dicho. Era mi primera manera de averiguar si estaba en mis manos o no. Me levanté de mi puesto, minimicé todo, encendí un cigarrillo y sin perder de vista el terminal esperé a saborear las mieles de mi éxito. Dí varias caladas al cigarro antes de tirarlo. Miré el reloj. Eran y 20 minutos. Le dí unos minutos de cortesía.

De nuevo abrí el MSN. Aún nada. El de ella permanecía encendido pero completamente vacío. Comencé a desanimarme y a pensar qué estaría haciendo ella ahora.

Un minuto después su pantalla se animó y varios ficheros comenzaron a ser enviados. Dejé que todos se cargasen antes de comenzar a abrirlos. Mi rabo ya había comenzado a despertar cuando quise abrir el primero. En ella se veía a Mía, toda desnuda reflejada en el espejo del baño de su habitación. Se veía sus pechos pequeños rodeados de esa aureola grande y oscura, y cubriendo su raja una deliciosa pelambrera oscura. La foto estaba algo borrosa, supuse que debido a sus nervios. En la segunda foto se veían sus dos tetas blancas, contrastando con el color oscuro de sus grandes aureolas y con un pezón erecto en medio.

La tercera foto mostraba solamente el seno izquierdo, bien grande y con un primer plano de su redondel oscuro en el que se notaban una docena de pequeños bultitos y su pezón, grueso y duro.

La cuarta foto era de su coño. Se veían las dos piernas separadas, sus labios de color rosado oscuro abiertos como queriendo ser lamidos, el interior de su conejo de un color más claro y los numerosos rizos castaños rodeando todo el conjunto, aunque bien delimitados en la línea del biquini. Creí percibir alguna gota de rocío transparente dentro de su agujerito. La cosa comenzaba bien para mi.

Guardé las imágenes en un lápiz extraíble y escribí la respuesta.

-Muy bien Mía, pero esto sólo es el comienzo, tienes 3 días para enviarme estas mismas fotos, pero esta vez... de tu hija... – envié mientras mi polla casi palpitaba sólo de pensarlo.

-Si dices algo o no me obedeces... ya sabes lo que te pasará...

-Ahora te dejo... vete preparando mi envío. Tienes hasta las 22 horas del miércoles. –escribí y cerré el MSN como queriendo reafirmar mi autoridad.

Aboné el alquiler del equipo y me marché a casa dispuesto a cascarme mi segunda paja fantaseando con el cuerpo de Mía. El miércoles que viene nos volveremos a ver y les contaré como va todo.

Espero impaciente sus fotos en mi correo fotografowapo@yahoo.es