Chantaje (2)

Al día siguiente, a las 5:00 ya estaba en el parque. Decidí ponerme una minifalda vaquera que me legaba por la mitad del muslo y una camiseta blanca en la que, a causa de la excitación que tenía desde el día anterior, se me marcaban los pezones.

CHANTAJE (2):

Al día siguiente, a las 5:00 ya estaba en el parque. Decidí ponerme una minifalda vaquera que me legaba por la mitad del muslo y una camiseta blanca en la que, a causa de la excitación que tenía desde el día anterior, se me marcaban los pezones. Me senté en un banco que estaba más o menos en la mitad del parque y notaba como los hombres, jóvenes y maduros, se giraban para verme. A las 5:30, Luis apareció y se dirigió hacia mí. Llevaba en una mano una bolsa totalmente blanca, pero no podía adivinar lo que tenía dentro. Cuando llegó a mi altura, me desnudó con la mirada y me sonrío con su habitual sonrisa perversa.

  • Veo que me has hecho caso, y que no llevas ropa interior- dijo posando su mirada en mis pechos.

  • Sí. Señor, le he hecho caso. Ahora, por favor, devuélveme la cinta- me atreví a decirle con lagrimas en los ojos.

  • Mira zorrita- me contestó susurrando, pero con un tono que no dejaba lugar a dudas de quién mandaba allí- la cinta no te la voy a dar en tu puta vida y creo que este descaro por tu parte se merece un castigo.

No respondí, pero bajé la cabeza en signo de sumisión. ¿Me estaba volviendo una sumisa? ¿Ese era mi destino? Estábamos en Mayo y era mi último año en el instituto ¿después de los dos meses que faltaban se acabaría todo?...

  • ¿A qué esperas? Vamos levántate, y vamos a esa esquina de allí, que no creo que desde allí nos vean.

Le seguí hasta una esquina donde no se veía el exterior por un muro que tapaba todo. Cuando llegamos, sacó de la bolsa un objeto. El corazón me dio un vuelco: eran unas bolas chinas. Las había visto en alguna película porno que mi ex me convencía para ver con él.

  • Dime Sonia, ¿Sabes lo que son?

Yo asentí tímidamente con la cabeza-

-No te oigo- me dijo. Se notaba que le encantaba humillarme.

  • Sí, sí sé lo que son. Son unas bolas chinas.

  • Muy bien. Ahora te las voy a meter en tu húmedo coño. ¿No te habrás masturbado, verdad? – Negué con la cabeza – Bien, pues te las voy a meter, y solo te las podrás quitar en cuanto llegues a casa, pero siempre que salgas las llevaras con tigo, en tu coño. Tranquila, nadie se va a dar cuenta porque te prohíbo salir con tus amigas y mucho menos con algún chico hasta nuevo aviso.

Una vez sentada en el suelo, fue metiendo las bolas una a una. No le costó mucho ya que tenía en coño encharcado. Lo peor de todo era que el contraste entre mi coño ardiendo y las bolas que estabas muy frías me estabas llevando a las puertas de un orgasmo inmenso, cosa que Luis vio.

  • Veo que estas apunto de correrte, así que si me lo pides adecuadamente igual te deje hacerlo.

Me estaba humillando totalmente, pero la excitación era tal que con la respiración entrecortada le supliqué:

  • Señor, te lo suplico, déjame corredme, que no aguanto más

  • De acuerdo, pero después me lo vas a tener que agradecer- me dijo con una sonrisa muy pícara.

En ese mismo momento me corrí como no recordaba haberme corrido antes, cosa que no comprendía ya que nunca lo había pasado tan mal. Me avergonzaba pensar que una parte de mí estaba gozando escandalosamente de esta situación.

  • Jajaja, ¿ves como en realidad eres una verdadera puta? Bueno verte gritar como una zorra me la ha puesto dura, así que arrodíllate y hazme una buena mamada.

Aun no había pasado ni cinco minutos desde que me corrí, estaba de nuevo excitadísima, así que sin discutir le saqué la polla del pantalón. La tenía muy empalmada, razón por la cual se corrió en pocos segundos.

Después de esto, no levantamos, y empezamos a dirigirnos hacia la multitud. Me costaba mucho andar ya que a cada paso que daba, el roce de las bolas en mi coño era más intenso.

No sabía a donde íbamos pero tras unos minutos de silencio empecé a hablar:

  • Señor, ¿A dónde vamos ahora?

  • A mi casa

  • Pero ¡¡no quiero que tu madre me vea así!! – Le dije escandalizada. Algo de pudor todavía me quedaba.

  • Tú no decides – me respondió enfadado -. Pero para tranquilizarte de diré que mis padres están en Jamaica de viaje y no volverán hasta dentro de dos semanas.

La verdad es que eso no me tranquilizaba porque ¿qué haría conmigo en una casa, los dos a solas?

No quería pensar en ello. No tardamos mucho en llegar al portal de un edificio muy elegante de unos ocho pisos. Cuando entramos, me mandó ir directamente al ascensor y pulsó al número 7.

Mientras subíamos me tocaba distraídamente en coño, de nuevo encharcado, haciéndome estremecer. Antes había aprendido que, cuando quisiera corredme, le tendría que pedir permiso; y así lo hice:

-Señor ¿me deja corredme, por favor?

  • No. Todavía no – Me respondió con vos autoritaria., pero al menos quitó su mano de mi coño.

Al llegar al séptimo piso, abrió la puerta y me dijo:

-Desnúdate, tienes un castigo que recibir.

CONTINUARÁ

Me gustaría que me dieseis consejos para seguir escribiendo. y agradezco cualquier comentario. Me podéis escribir a quierosersumisa@hotmail.com