Chanchita, usada por un colega

Mi nueva putita online promete. A sus 18 ya se animó a quedar con un amigo que le enseñó algunas cosas básicas para una buena sumisa. Relato real de dominación. Una putita adolescente usada y humillada.

Como les contaba en la

intro

de mi último relato, hace poco apareció una putita adolescente porteña que está alterando un poco mi plan editorial. Tiene 18 cumplidos recientemente pero

acaba de pasar a

5º año. La explosión de sus hormonas a los 14 la llevó a repetir segundo año, se la pasó todo el año con

su primer

noviecito follando

a escondidas, en todos lados,

sin parar

. Su

noviete

se sentaba en el banco de al lado y ella estaba todo el día pensando con su coño. S

u cabeza no pudo concentrarse en nada más

, se llevó 9 materias y tuvo que repetir

. Se vuelve tontita cuando se excita

, lo cual es maravilloso. Sin embargo, me ha sorprendido su capacidad de contar las situaciones que vive, cómo describe sus sentimientos y debates internos.

Ahí parece mucho más madura de lo que en realidad es.

Es una putita de zona norte, hija de una fiscal (o abogada de una fiscalía

no entendí bien

) y un empresario

vinculado a la industria automotriz

. Sus padres son bastante controladores y, viendo el percal, no estaría bueno que descubran lo puta que es y que tiene un dueño de más de cuarenta que le da órdenes a distancia. Por ese motivo he decidido ser muy cuidadoso con las imágenes que nos intercambiamos y las precauciones que tomo para sus encuentros.

Nuestra relación pasa sobre todo por Snapchat y correos.

La he bautizado “Chanchita” y le he pedido que se refiera a mi como “Profe” o “Profesor”.

Más allá de esta introducción, de momento, no voy a contar mucho de nuestra relación. Aprovecharé que me gusta como escribe y compartiré directamente sus mensajes y reportes. Poniendo a veces un poco de contexto si fuera necesario.

Lo primero que hice fue pedirle que me escriba diciéndome por qué quería ser mi puta. Este fue su correo:

Quiero ser tuya porque quiero aprender a ser una buena puta. Es lo que me gusta y lo que necesito. No sé calentarme si no es con un hombre que me diga y me muestre lo que soy, una chanchita.

Quiero que me enseñes todo lo que me hace falta, todavía soy muy chica, muy principiante... quiero estar perfectamente entrenada para complacer. Quiero ser usada. Por eso te doy el control de mi vida sexual, para que hagas de mí lo que quieras.

El trabajo básico con ella, más allá de algunos ejercicios para potenciar sus músculos vaginales y para acabar de conformar su personalidad obediente, estuvo centrado en el control del orgasmo. En los siguientes correos podréis ver el efecto que voy consiguiendo en ella, cómo mi putita me necesita para correrse.

Profe,

Hoy estuve más caliente que nunca, todo el día.

(…)

Estuve todo el día pensando en complacerte, pendiente de ver si me llegaba algún mensaje tuyo... es normal que piense bastante en mi entrenamiento durante el día, pero hoy fue peor que nunca.

(…)

Cuando llegué a casa, te habrás dado cuenta, estaba desatada. No sé cómo fue que me calenté tanto, pero se acumuló y no podía parar.

(…)

Me dijiste que ibas a sacar

screen

para mostrarle a tu amigo, y yo la verdad me llené de orgullo. Que me presumas como tu putita es uno de mis objetivos, me pone a mil.

Y después... finalmente cumplí uno de los castigo

s

.

A mí siempre me calentó más que nada la dominación “mental”, por decirlo así. Que me humillen, que me hablen mal...

Nunca me había llamado tanto la atención el sado, el dolor, aunque sabía que iban inevitablemente de la mano. Antes de vos, nadie me había pedido nada tan exclusivamente sado (o

pseudosado

, porque esto que hice hoy no es nada comparado con otras cosas, ya sé). Siempre me pedían boludeces.

Y cuando vos me empezaste a pedir las pinzas, y los cordones, y la cuchara... al principio estaba escéptica. No sé por qué fui a comprar las cosas, seguramente si hubiera sido otro lo hubiera mandado a la mierda. Pero no me pude resistir.

Y la sensación de sacarme las pinzas... me volví loca. Estaba

mojadísima

, y en algún punto me sorprendió. No sabía que lo estaba disfrutando TANTO. Lo único que podía pensar era en tocarme y no dejar pasar el calentón.

Pero no llegué al orgasmo. Paré antes. En la ducha me froté un poquito, pero no mucho, porque estaba muy sensible y quería esperar.

Me terminé de bañar y entré a mi pieza. Ni me importó si alguien entraba, solo podía pensar en que me quería venir. No dudo que esa desesperación algo tiene que ver con la negación del orgasmo de este tiempo.

Me puse las pinzas de nuevo... no sé por qué. Me pareció que te iba a gustar, me quería portar bien, pensaba en que quizás mañana me recompensabas contándome con detalle lo que comentan con tu amigo. Pero además lo necesitaba, casi que sentí que sin eso no me iba a poder venir.

No sé por qué sentí todo tan fuerte hoy, por qué estaba tan especialmente puta.

Me metí el marcador en el culo como me pediste. Ni siquiera me paré a pensar si me iba a doler. Entró fácil, porque estaba bien lubricado con los jugos de mi concha. Lo dejé ahí mientras me tocaba, pero de nuevo, no me vine...

Creo que después de no venirme por tantos días, cuando lo haga quiero que me estés viendo vos, que estés conectado, para poder agradecerte el premio. No sé, solo sé que sola no me quise venir, me sentía como en falta.

Aunque me costó mucho parar, no me sentí vacía como me suele pasar; al revés, me sentí más caliente, más puta.

Para prepararla para su primera cita, en donde un amigo mío le iba a romper el culo, le hice ver unos videos de Pierre Woodman. Para que fuera perdiendo el miedo. Este fue su reporte:

Hola, profe.

Anoche vi el video que me pediste, el de Leila Smith. Me calentó muchísimo.

Al principio estaba un poco decepcionada, porque a la traductora no le entendía nada (no sé si por el acento o por qué), y a mí una de las cosas que más me gusta ver e imaginarme es la humillación verbal. Las respuestas de ella me interesaban mucho, y entendí menos de la mitad.

Lo único que rescaté de la primera parte fue que la chica estaba muy nerviosa, que nunca había probado semen, y que este Woodman era bastante hijo de puta y me calentaba muchísimo. Al principio no entendía qué hacía la piba ahí si parecía que no le gustaba ni siquiera mostrarse desnuda, pero bueno, se ve que necesitaba plata para el colegio (y que seguramente en el fondo sabía que quería que la dominaran y la trataran como a una puta).

Me empecé a calentar cada vez más a partir del momento en el que el tipo se saca el cinturón y le ata las manos a la espalda. No entiendo en qué momento ella pasó de no querer acostarse en la cama, a gemir como una puta mientras él le pegaba cada vez más fuerte, pero yo me volvía loca mirando. Me imaginaba estando ahí, que eras vos, después me imaginaba que me

dominabas vos con él, y tu amigo, y mientras tanto la piba seguía gimiendo, y tuve que parar de tocarme varias veces porque en cualquier momento me iba a venir.

Cuando le puso lubricante y le empezó a dedear el culo me asusté, porque por primera vez me dieron ganas de que me lo hicieran a mí. Vos ya

sabés

que yo soy bastante miedosa con ese tema, pero ayer me toqué pensando que me rompían el culo como a la piba del video. Desde que el tipo se puso el forro hasta que se la metió entera por atrás, nada más en esos diez segundos (como mucho), tuve que parar dos veces para no acabar.

Gracias por compartírmelo, profe. Espero que algún día me puedan dominar así a mí.

Y ese día llegó. Fue difícil conseguir que se animara. Y es lógico. Quedar con un completo extraño, con el que te concretó una cita otro extraño que te viene dominando hace un mes desde una ciudad a 11.000 kilómetros no es lo que más confianza da. Pero bueno, tomamos las precauciones del caso: le contó a una amiga que sabe que tiene un

Dom

, que le había concertado una cita, la amiga la acompañó y se quedó esperándola en una pizzería cercana, por si la necesitaba; además le pasé el teléfono de mi amigo, se pudieron escribir algunos

whatsapps

para coordinarse.

Su instinto de puta es más fuerte que el miedo

, así que acá está, contado por ella, su encuentro en un

telo

barato de Palermo.

““

Llegué a la puerta del

telo

a las ocho en punto como me había pedido mi profe. Estaba vestida con una pollerita bastante corta, que dejaba a la vista medio culo si me agachaba, un top por abajo de las tetas y una tanguita de encaje negra que me había comprado especialmente para el encuentro. Iba sin corpiño y tenía los pezones bien parados, como le gusta a mi profesor.

No tenía idea de la cara del tipo al que esperaba, ni de su nombre. Mi profe me había indicado que esperara en la puerta; eso, sumado a mi ropa y a la poca elegancia del

telo

que había elegido, me hacía parecer una puta novata esperando un cliente. Algunos autos que pasaban me tocaban bocina, otros me gritaban cosas desagradables, y las mujeres que me pasaban por al lado me miraban de arriba a abajo. De cualquier manera, yo estaba muy nerviosa para preocuparme por los gritos o las miradas descaradas. Era la primera vez que me iban a usar en persona, la primera vez que iba a trabajar para mi profe y (quizás lo que más me preocupaba) seguramente iba a ser la primera vez que me dieran por el culo...

El hombre llegó un poquito antes de las ocho y diez. Lo primero que vi fue que vestía una camisa y zapatos, me imaginé que volvería del trabajo. Parecía apenas más grande que mi profe, aunque no tenía más de cuarenta y siete años. No era nada feo, aunque si lo hubiera sido no me hubiera importado. En el momento en el que lo vi me puse tan caliente que me hubiera dejado coger por cualquiera que se me cruzara.

Traté de tranquilizarme y le sonreí antes de saludarlo. No sabía bien que hacer, fui a darle un beso en el cachete pero en cuanto me agarró de la cintura el tipo me comió la boca. “Linda putita”, lo escuché decir cuando nos separamos, y agarrándome del culo me metió adentro del hotel.

Era mi primera experiencia en un

telo

, también. Todo me parecía nuevo y cada cosa que veía me hacía calentar un poco más. Aunque estaba nerviosa (tan nerviosa que estoy segura de que

el tipo lo notó), mi cuerpo parecía no darse cuenta y de a poco me iba mojando y sintiendo mi propia humedad entre las piernas.

Lo primero que hizo el tipo fue ponerme un collar de perro al cuello. Después le enganchó una correa y me hizo pasear un poquito por el suelo, a cuatro patas. Yo iba tratando de sacar cola lo más que podía, y él se reía de mí y de mi esfuerzo. La pollera se iba subiendo de a poco hasta que quede prácticamente en tanga, aunque el top me seguía tapando las tetas. Cuando se aburrió, me dijo que me pusiera de rodillas y sin aviso, me pegó una cachetada que me dio vuelta la cara. El gesto me sorprendió, pero no dije nada. Lo único en lo que podía pensar era en ser muy obediente y hacer quedar bien a mi profesor.

Él sonrió contento con mi respuesta, y me ordenó que me fuera sacando la ropa. Me paré despacio, como pidiendo permiso, y traté de parecer confiada mientras me sacaba las prendas de a una, aunque estuviera prácticamente temblando de nervios. No

se

si sirvió, o si fue simplemente mi cuerpo desnudo, pero a él se le puso la pija dura al instante.

Hizo un gesto con la cabeza, que entendí como una orden de volver a arrodillarme, y así lo hice. Se desabrochó el pantalón y me acercó la pija a la boca. Lo primero que miré fue que no era muy grande, pero sí larga, y miré a mi nuevo amo (temporal, claro) a los ojos, como preguntando qué hacer, por dónde empezar.

-Tranquila, que ya tu profe me explicó que

sos

bien pendeja, y principiante -me dijo mirándome desde arriba -. Por hoy no voy a ser tan bruto. Pero eso sí, de que te rompa el ojete no te vas a salvar.

Se

rió

y me pegó dos veces con la pija en la cara. “Dale,

chupá

” me dijo, y automáticamente abrí la boca.

Quería hacerlo muy bien para que mi profe estuviera orgulloso. El hombre (Alejandro se llamaba, me enteré después) empezó lento, ayudándome a acostumbrar la garganta para que no me ahogara. Yo trataba de respirar por la nariz y abrir bien la boca al mismo tiempo, de no usar los dientes... nunca me había concentrado tanto para hacer un pete, siempre había sido más espontánea y habían salido bastante bien, pero sentía que este tenía que ser perfecto. En un momento miré a mi amo, y tratando de evaluar si estaba bien lo que hacía, me saqué la pija de la boca y bajé a comerle los huevos. Parece que el gesto le encantó. Me agarró la cabeza y me tuvo ahí, haciéndome chuparle el culo cada tanto, hasta que me tiro del pelo y me la volvió a meter entera. Empezó un mete-saca lento, pero continuo. Una vez que me acostumbré a respirar por la nariz, aumentó el ritmo y me ordenó mirarlo a los ojos. Al principio me dieron unas cuantas arcadas, en un momento hasta pensé que iba a vomitar, pero después de unos minutos me relajé y me dejé hacer. Pensaba en mi profe, en lo importante que era que no me quejara, que me portara lo mejor que podía...

No sé cuánto pasó hasta que paró, pero no fue mucho tiempo. Para cuando sacó la pija de mi boca, Alejandro ya estaba muy caliente, y tengo que admitir que tenía un poco de miedo por lo que pudiera hacerme en ese estado.

-

Subite

a la cama, dale, y

ponete

en cuatro - me dijo mientras se acercaba a su mochila, alejándose de la cama.

Me puse en cuatro con la cabeza bien pegada al colchón y el culo en pompa, como me había enseñado el profe. No lo sentí acercarse, por lo que me sobresalté un poco cuando sentí su cuerpo pegado al mío desde atrás.

-Qué linda cola

tenés

, muy buen gusto el de mi amigo...

Y mientras seguía haciendo comentarios sobre mi cuerpo, me agarró fuerte de la cadera y empezó a frotar su pija contra mi culo. Por el roce me di cuenta de que ya estaba desnudo, y me empecé a calentar y a desesperar un poco.

-Te morís de ganas de que te la meta, no putita?

Yo asentía con la cabeza y tiraba un par de gemidos bajitos, quejidos.

-A ver,

pedímelo

por favor.

Yo ya estaba chorreando, y no era la misma que la que esperaba nerviosa, afuera del

telo

. La calentura siempre actuó en mí llevándome a un estado de desenfreno, algo como si estuviera borracha. Gemía cada vez más fuerte y le pedía por favor que me partiera al medio, que hiciera lo que quisiera conmigo.

Mientras movía el culo y decía un montón de cosas denigrantes, el tipo aprovechó para agarrar dos pinzas y apretarme los pezones. Dolió, sí, pero me hizo calentar el doble de lo que ya estaba. Alejandro me hizo moverme para ver como se movían mis tetas, a la vez que volvía a ubicarse atrás mío y a frotarse contra mi concha y mi culo.

Sin previo aviso, me la metió entera en la concha. Con lo lubricada que estaba entró sin problemas y una vez adentro, empezó a moverse con furia. Yo gemía, gritaba, le decía que era su puta, que aprovechara, que me rompiera. Así estuvimos un rato largo, en el que me costaba cada vez más no llegar al orgasmo. Lo tenía prohibido, pero estaba disfrutando tanto que ya tenía claro que no iba a lograr terminar la sesión sin un castigo por venirme sin permiso.

De repente, el movimiento paró. Alejandro se

rió

bajito mientras respiraba un poco cansado, y me acarició la cabeza como a los perros.

-Se nota que la estás pasando bien, perrita.

“Por favor, no pares...” fue lo único que le pude contestar.

Me agarró fuerte del pelo, otra vez, y me hizo mirarlo desde mi posición.

Sacó la verga despacito, y la acomodó en la entrada de mi culo. Yo solo podía negar con la cabeza, todavía agarrada por su mano, y pedirle por favor que no lo hiciera, que no todavía no, que me iba a doler mucho...

Mis súplicas parecían divertirlo todavía más, y cuando le pareció buen momento, me soltó la cabeza y empezó a untarme con lo que supuse era lubricante.

En el fondo, muy en el fondo, me moría de ganas

de que

ese tipo que acababa de conocer me rompiera el orto. Quería ver cuánto podía aguantar, estaba ansiosa por contárselo a mi profe, sabía que me iba a hacer sentir más puta que nunca y eso era exactamente lo que buscaba.

Primero sentí un dedo, a eso estaba más bien acostumbrada. Mi profe había insistido en que me fuera acostumbrando, obligándome a dedearme el culo con dos, o hasta tres dedos. El problema fue cuando metió el cuarto y empezó a moverlos rápido. Yo murmuraba bajito, “por favor, por favor...”, y Alejandro se reía y los sacaba enteros y los volvía a meter hasta el fondo.

Enseguida se aburrió de tanta preparación y sacó los cuatro dedos de golpe. No llegué ni a preocuparme, porque en un segundo tenía su pija empujando contra mi único agujerito virgen.

Una vez que entró la cabeza, la metió de golpe. Me dolió mucho y solté un gritito del que enseguida me arrepentí. Mi amo me dijo que era una perra muy ruidosa y desde donde estaba me agarró de la cabeza para hundir mi cara en el colchón. Me decía cosas cada vez más denigrantes mientras embestía con fuerza y no soltaba su agarre. No tuvo compasión ni le importó que fuera mi primera vez recibiendo por el orto. La tenía grande y me daba fuerte, y yo sentía que mi culo se abría cada vez más y tenía miedo de que me lo rompiera.

En ese momento entendí mi situación: entregada en cuatro para un hombre al que acababa de conocer, que no paraba de recordarme que era su puta, luchando por respirar con la nariz pegada al colchón de un

telo

barato. No necesité más que entender eso para que mi excitación se comiera al miedo y al dolor que podía sentir, y empecé a gemir como la puta en la que me iba convirtiendo.

Entre mis gemidos ahogados, los insultos de Alejandro, y la sensación de toda su pija en mi culo me vine, solo unos minutos antes de que él lo hiciera llenándome con su leche.

Cuando terminó, me empujó a un costado y me obligó a limpiarle la pija. Yo chupé con ganas, todavía caliente, hasta que a él le pareció que ya era suficiente y me soltó, dándome antes algunas cachetadas en la cara. Después empezó a vestirse, sin decir una palabra. Yo me quedé en mi lugar, dudando, hasta que me animé a pedirle un último favor.

-

Esperá

... ¿no me

sacás

una foto? Es para mandarle a mi profe...

El flaco soltó una carcajada que todavía hoy me calienta. “Qué putita patética...”, pero accedió de todos modos a sacarme un par de fotos de distintos ángulos. Mi culo chorreando, mi concha hinchada, algunas posando en cuatro y hasta le pedí que me metiera un par de dedos en la boca para la última foto de la sesión.

Después me tiró mi ropa, me vestí rápido y bajé yo primero. Cuando llegué a la plaza me senté en un banco, y volví a mojarme recordando todo lo que acababa de vivir, y mandándole a mi profe las fotos de lo que era suyo.

””

Como habrán podido leer, a esta putita le encanta que hablen de ella, que la humillen y que la compartan. Los animo a dejar comentarios al relato para que se caliente. Y si hay algún pendejo de Buenos Aires con ganas de cogerse a esta putita, también me pueden escribir al email de mi perfil. Si son reales, verificables y demuestran ser de fiar, quién les dice que no son los próximos protagonistas de algún relato de Chanchita.