Chacha Ardiente, Beata Indecente. 1

Soy Sara, una mujer madurita de México, casada y madre de cuarenta años. Después de haberlo pensado y hablado con mi hijo, nos hemos decidido a explicar nuestra singular historia, habiendo cambiado los nombres, por discreción.

Este relato es totalmente ficticio. Cualquier parecido con alguna persona o situación real, es pura casualidad y coincidencia.

Soy Sara, una mujer madurita de México, casada y madre de cuarenta años. Después de haberlo pensado y hablado con mi hijo, nos hemos decidido a explicar nuestra singular historia, habiendo cambiado los nombres, por discreción.

Nos atrevemos a contarla en la web de todorelatos.com por haber pasado ya cierto tiempo.

A mí jamás se me dio bien el escribir. Espero que les parezca interesante, nuestro relato.

Debido a una estupidez de mi esposo, hace unos años tuvimos que salir de México, casi con lo que llevábamos puesto.

Por suerte una amiga de la infancia que, vivía en España me quiso ayudar. Vivimos en un barrio obrero, en una ciudad del norte.

Trabajo como asistenta del hogar en casa de unos Sres. de alto nivel económico, empresarios desde hace varias generaciones. La Sra. es de México. Esto hizo que tuvieran la deferencia de contratarme a pesar de no contar con referencia alguna, salvo la única recomendación de mi amiga.

Por discreción prefiero no dar su nombre.

Desde hace meses estoy «atrapada» en una endemoniada relación a tres. Con mi hijo Ángel, y el hijo de los Sres. Él se llama Luis, peró todos le llaman Luisito.

Ambos tienen la misma edad, dieciséis años. Desde joven he sido siempre una mujer temerosa de Dios. En mi familia somos pobres, trabajadores que hemos dependido de nuestro trabajo.

En lo tocante a la religión soy creyente, de ir a misa casi a diario.

Sé que muchos pensaran que parezco de otra época. Es posible que estén en lo cierto, pero es como me educaron desde niña, haciendo de mí una beata.

Esto me ha hecho ser una mujer pudorosa en el tema del sexo. Mí esposo Rogelio, al igual que yo es un hombre creyente, de poca estatura, unos años mayor que yo.

Aunque no esté bien que lo diga, físicamente Rogelio es muy poca cosa. Esto unido a los extenuantes horarios que sufre como guardia de seguridad, ha hecho que pase fuera muchos fines de semana.

Quizás por esta razón he malcriado a Ángel, haciendo de él un chico chiqueado, demasiado consentido.

Al ser él tan recatado y yo tan pudorosa como he dicho más arriba, ha hecho que en el tema del sexo, apenas hayamos tenido relaciones una vez al mes.

Incluso en ocasiones ha estado meses sin intentar tocarme lo más mínimo.

Esto no quiere decir que yo no haya sentido un deseo sexual ardiente, cada vez más a menudo

El ver cómo me miran los hombres, sobre todo los más jóvenes, me ha hecho sentir deseos de ser acariciada, como mi recatado marido no lo ha hecho jamás.

Ése deseo obsceno me ha llevado a tener fantasías sexuales, en las que me he visto teniendo relaciones pecaminosas, con chicos muy jóvenes, adolescentes de la misma edad que mi hijo, Ángel.

Cuándo ha sucedido esto, me he tenido que meter los dedos como una posesa, como si estuviese poseída por un súcubo.

En el momento de llegarme el placer, me pongo con los ojos en blanco. Los dedos se me meten como si no fueran míos, hurgándome «la panocha» como decimos allá, como si fuera la mano de un extraño. Al sentir el orgasmo se me tensa el cuerpo. Me veo sacudiendo la cabeza y arqueando la espalda, moviendo el culo como una vulgar meretriz.

En esos instantes, ruborizada hasta las orejas a pesar de tener una piel morocha, color canela, miro morbosamente como los dedos me cogen la panocha, toda velluda y carnosa.

Cuándo más placer siento, mi mente se llena con las imágenes de mi hijo Ángel y de Luisito, el hijo de los Sres. para los que trabajo.

Esto hace que me sienta una beata obscena y lasciva, a la vez que me siento una madre pervertida, inmoral.

Aunque me siento mal al explicarlo, esta situación me calienta haciéndome sentir una «GUARRA», como jamás había pensado sentirme.

Mí físico es normal, pero me gusta salir a correr todos los días un ratito para estar en forma. De mi cuerpo la parte que más atrae la mirada de los hombres y chicos, es mi culo.

Es duro y apretado, con forma de Manzana. Más de una vez y de dos he descubierto a Ángel, embobado mirándome las nalgas, con lujuria en sus ojos. No soy guapa, tengo unas facciones duras que dejan entrever mi carácter.

Tengo una boca de labios carnosos, que parece estar hecha para chupar, lamer, ser besada, junto con unos pómulos acentuados que me dan un aspecto algo exótico. Llevo una melena oscura, rizada, por debajo de los hombros. Para finalizar mi descripción, mis pechos son pequeños.

Gasto una 85 copa B. Esto hace que aun siendo una mujer decorosa, a veces me atrevo a ir sin sujetador por casa, cosa que al salido de mi hijo le encanta.

Él es un chico alto para su edad, mide algo más de un metro setenta. A su padre y a mí nos saca casi toda la cabeza.

Yo apenas mido un metro cincuenta y cinco, aunque con una figura esbelta, con los muslos rotundos por salir a correr, como ya expliqué antes.

Después de discutirme con él varias veces, he conseguido hacerle entender que, es importante que acabe sus estudios de bachiller. Tanto mi hijo como yo somos los dos de piel morochita y de pelo negro.

Después de explicar a grandes rasgos como es mi familia, paso a relataros como dio comienzo la depravada situación en la que me encuentro.

Jamás imaginé que una señora creyente, beata y pudorosa como soy yo, se vería en las puertas del infierno.

Tropiezo inesperado con Luisito. 1.2

El día que dio comienzo mi relación con Luís fue un Viernes.

Los Sres. se fueron temprano de fin de semana. El chico es un «hijo de papá», un chiqueado al que todo se lo consienten.

Él se quedó en la casa conmigo. Al día siguiente parece que tenía campeonato en la piscina cubierta. Como expliqué más arriba tiene la edad de mi hijo.

Es algo más alto que Ángel, mide como un metro ochenta, de espalda ancha, con los brazos musculados.

Después de acabar de limpiar los cristales, me fui no más a hacer el baño principal, en el primer piso.

Entré sin mirar creyendo que Luís estaría en su recámara.

Nada más entrar me quedé con la boca abierta, en estado de shock. El chico estaba sentado en la taza del váter.

En su mano sostenía una verga gruesa como una morcilla. Mi mirada quedó atrapada, los ojos miraban cada detalle de aquella polla. Era gruesa y venosa, con una cabeza amoratada que daba miedo mirarla.

Se me escapó de los labios un gemido apagado, a la vez que recé bisbiseando—Ah…Jesús y María…

Los ojos parecía se me iban a salir de la impresión que me llevé. Con la boca abierta, sin ser consciente comparé aquella gruesa morcilla con la polla ridícula que tiene mi marido.

El chico movía más rápido a cada instante la mano, apareciendo en la amoratada cabeza algunas gotas de leche.

Sin abrir los ojos gimió de placer, hablando de forma soez y vulgar.

—Uuufff…que ganas tengo de coger una mami madurita…Mmm… ¡Sara!

Al oír mi nombre se me escapó una exclamación por la sorpresa.

—…Ah?

Luís abrió los ojos quedando por un instante tan sorprendido cómo lo estaba yo. Sin darme cuenta de ello, estaba con el pantaloncito de deporte a medio bajar.

Tras un momento de tenso silencio, nervioso por la sorpresa, balbuceó sorprendido.

— S-Sara…?

Apenas pronunciado mi nombre me cogió de la mano. Sin dejar de mirarme se levantó, e hizo que le cogiera la polla, moviendo mi mano adelante y atrás. Yo estaba hipnotizada, por la gruesa morcilla.

Nada más agarrarla, respiré agitada toda ruborizada. Me sentí húmeda la panocha a la vez que noté los pezones como nunca los había sentido antes.

Mi mano cogió la polla sin que él tuviera apenas que obligarme a hacerlo. Una beata, que jamás antes había visto ni tocado otra que la de su marido. Me vi dándole morbosos apretones, haciéndolo gemir por cómo se la apretaba, como si comprobara lo dura que estaba.

—Mmm…¡¡ OH SARA…!! Tu mano…

Más excitada de lo que quería reconocer, sonrojada, recé entre susurros, dejando ir una vulgar exclamación

—Jesús…y María…¡¡ QUE POLLA…!!

Luís me bajó con desparpajo el pantaloncito de deporte.

Me manoseó con torpeza la panocha por encima de la tela. Rápido descubrió que tenía húmedas las braguitas. Más osado a cada instante, metió los dedos por dentro de la tela. Antes de ese momento ningún hombre excepto mi marido esporádicamente, me había tocado la panocha.

Excitado, me dijo con descaro lo carnosa y mojada que tenía la panocha…

—Joder…que chocho tan carnoso y jugoso…

Me hizo poner un pie en alto, en la taza del váter.

Así espatarrada, sin dejar de tironearle la gruesa morcilla, me hurgó la panocha como quiso. Me habló muy caliente y vulgar, sobre lo que le gustó mí coño.

—Uf…que chocho tan caliente…me mojas los dedos…OH…como me tocas la polla…

Me abrió los carnosos labios, hurgándome los dedos el chocho, cómo lo llamaba él. Nunca había sentido un placer así, como el que aquel chico estaba sabiendo darme…

—AH…nadie me ha tocado así…

Sin esperarlo, me vino un placer tan intenso que me tuve que coger a su cuello. El aprovechado me metió los dedos hasta el fondo, haciendo mi panocha un chapoteo acuoso muy guarro.

—SPLAFSSS…SSSAH…que…placer…SPLAFSSS…SSS…me viene…

—SPLAFSSS…SSS…te…estás…corriendo…SPLAFSSS…SSS…

—OOOGGG…nunca he sentido…tanto gusto…¡¡ ME VOY…!!

Luis al ver que me corría, se arrodilló encajando su boca en mi panocha. Me dio lametazos como si fuera un perro.

Me vi sacudiendo la cabeza a uno y otro lado, toda despeinada, sujetándole la cabeza mientras me sacó los jugos a lametones.

—SLURPPP…SLURPPP…MMM…¡¡ QUE PANOCHA…!!

—AH…esto es pecado…Jesús y María…¡¡AAAHHH…!!

Nada más correrme, Luís me cogió de mi abundante melena. Me hizo ponerme de rodillas, haciendo que le chupara la gruesa verga.

Apenas me cabía por el grosor que tenía. Nunca le había hecho algo tan sucio y pervertido a mi marido.

—Abre la boca Sara…Uf…¡¡COMETELA…!!

No me atreví a oponerme, pues no sabía cómo podría reaccionar…

—MMMPPP…MMMPPP…es muy gruesa…MMMPPP…

Luís más excitado a cada instante, envistió más profunda la polla que, estaba más gruesa por momentos.

—OH…cómo te la tragas…

El descarado me la metió hasta la garganta, como si me cogiera la boca. Me provocó arcadas al no poder respirar.

—MMMPPP…Cof…Cof…me ahogas…MMMPPP…MMMPPP…

Sin entender cómo era posible, noté como la panocha se me mojaba más a cada instante, soltando jugos por los muslos…

Yo que nunca me había notado la panocha húmeda por nada.

Sin dejar de tenerme bien cogida del pelo, me hizo le lamiera la gruesa morcilla pasándole la lengua sin prisa ninguna, el muy aprovechado.

—UF…sí lamela toda…no pares…

—SLURPPP…SLURPPP…esto es sucio…SLURPPP…

Lamí toda la polla hasta los huevos. Al sentir el olor de aquella verga, estando ruborizada me noté excitada y caliente.

Eso me hizo sentirme una mala esposa y madre. Sin que me tuviera que obligar, le di lengüetazos en la gruesa cabeza, ciñéndola entre mis labios y los carrillos.

—MMMPPP…MMMPPP…MMMPPP…SLURPPP…

Luís bramó de placer por cómo le estaba comiendo el cipote…

—OH…que boca tienes…para o me voy a correr…Sara…

Nada más hacerme parar, se sentó en la taza del váter.

Me hizo sentarme encima de él dándole la espalda. Sin darme tiempo a reaccionar, me sujetó por las caderas, haciendo que me sentara encima de la gruesa polla.

Me vi doblada hacía adelante, mirando morbosamente con los ojos saltones, como me frotaba la gruesa cabeza adelante y atrás como si fuera una brocha de carne, poniéndome muy caliente.

Con una habilidad que no esperaba en un chico de su edad, me metió la polla sin ayudarse de las manos.

—UF…TU CHOCHO…ES ESTRECHO Y JUGOSO…

—AH…¡¡ LA ESTÁS METIENDO…!!

Jamás en mi vida había sentido algo como lo que sentí, al notar aquella gruesa cabeza abriéndome toda la panocha.

—AH…Jesús y María…ES MUY GRUESA…MMM…

Mí marido tiene una polla como la de un crío, sin descapullar. Nada más sentir el grueso cipote dentro de mí, me corrí de placer.

—OH…COMO TE CHORREA LA PANOCHA…

Yo he tenido a mi hijo por cesárea. Esto unido a mi físico, hace que sea estrecha de puente, teniendo un coño muy estrecho.

Luís, al ver cómo le mojé de jugos la verga, teniéndome cogida de las nalgas, me la metió toda en dos envestidas…

—¡¡AAAYYY…!! ME CORRO…LA METES MUCHO…

—UUUFFF…ES MUY JUGOSA…¡¡ MUEVE LA PANOCHA…!!

Con un desparpajo impropio de su edad, se atrevió a darme

nalgadas, haciendo que le moviera la panocha como él quería.

—PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…TOMA…CACHONDA…

Me dio un mete saca lento y profundo. Toda ruborizada, me fue imposible no mirar morbosamente como me la metía toda, lentamente.

A cada envite noté el cipote en el fondo de la panocha, volviéndome loca de placer.

—AH…QUE…POLLA...¡¡ME…CORROOO…!!                                                                           Sin previo aviso, me dio la vuelta sin apenas sacármela.

La gruesa morcilla estaba brillante de mis jugos.

Sentada de cara a él me noté las mejillas arder hasta las orejas, por el terrible pecado que estaba cometiendo, una señora beata como yo.

Sentí a la vez que placer, un pudor y recato que me encendió toda. En esta postura me la metió más que en la pose anterior.

Al sentir el cipote en el fondo de la panocha, solloce de placer como una guarra, mirándole a los ojos…

—AH…ASÍ…ME…LA…METES…MÁS…

Luís me rodeó con sus musculados brazos, cogiéndome por la cintura y las nalgas. Sin sacarla apenas, me culeó como si fuera un perro…

—UF…QUE PANOCHA TAN JUGOSA…¡¡ COGE…!!

Oírlo atreverse hablarme así, me puso excitada y cachonda, como nunca me había sentido antes.

—…AY…ESTÁ MUY GRUESA…¡¡ COGEME LUÍS…!!

Al escucharme el chiqueado chico, me dijo algo que no me esperaba oír…

—UF SARA…COMO FOLLAS…SI FUERAS MÍA…TE COGERIA…CADA DÍA…

Al oírlo no sé qué le pasó a mi cuerpo. Parece que a él le pasó algo parecido. Se lanzó por mis tetas, como si fuera un hambriento.

Me chupó los pezones, metiéndoselos dentro de la boca, dándoles lengüetazos con vicio.

Moví la panocha como si fuera una puta, buscando que me la metiera más. Al sentir su boca comerme así las tetas, le chorreé de jugos la gruesa morcilla, atusándole el pelo amorosamente para que no dejara de hacerlo…

—AY…MIJO…COMETE MIS TETAS… ¿TE GUSTARÍA…FUERA TUYA…?

Nada más oírme, Luís se levantó teniéndome encima de él, sin sacármela.

Me sujetó con fuerza por las nalgas. Yo le ceñí las caderas con mis gruesos muslos, cogiéndome a su cuello. Así, de pie contra la pared me folló como un animal, metiéndomela toda a cada mete saca.

Me corrí en varios orgasmos encadenados, como jamás había pensado que se podía gozar un placer tan obsceno y lascivo.

—OH…¡¡PUTA…!! QUE PANOCHA TRAGONA…VOY A DARTE…CIEN EUROS…

Su pervertida propuesta me puso salida. Sonrojada, recé entre bisbiseos al sentir su polla cogerme la panocha.

—OG…Jesús y María…¡¡ QUE VERGA…!!

Al oírme hablarle así, se corrió dentro de mí, llenándome de leche. No sabía que un chico se podía correr tanto, ni con esa fuerza.

A cada mete saca, mi panocha le ciñó la polla. Me disparó varios chorros de leche, con una fuerza que me puso loca de excitación.

—OH…BEATA…¡¡ME CORROOO…!!

Nos corrimos comiéndonos la boca como dos amantes furtivos. Resoplando el uno en la boca del otro, sin dejar de metérmela hasta que le saqué la última gota de leche…

—MMMPPP…LA METES TODA…ME…CORROOO…

Antes de irme a casa, Luisito vino a la cocina. Estaba algo nervioso, con las mejillas sonrojadas, sin atreverse a mirarme a los ojos.

Yo me sentía igual que él. Acercándose a mí, extendió su mano apoyándola tímidamente encima de mis menudas tetas.

Respiraba con dificultad…

— S-Sara…esto es para ti…

Entre los dedos sostenía dos billetes de cincuenta euros.

Era lo que su madre me pagaba por una semana de trabajo. Tan sonrojada cómo él, con la respiración agitada, me metí los billetes entre las tetas, con sus dedos envueltos en los billetes.

Con timidez ocultó su cara en mi oscura melena. Me besó el cuello, dándome algún mordisco, chupándome la oreja.

Yo lo abracé pegándolo contra mí. Luís movió sus caderas, frotándome el paquete contra mi vientre. Noté rápido la dureza de su polla contra mi panocha.

Me comió toda a besos, hasta que se atrevió a besarme en los labios. Me metió la lengua como mi marido no lo había hecho nunca.

Mientras le atusé el pelo, con la otra mano le cogí el culo…

Esa noche me costó mucho dormirme. Recuerdo que al hacerlo me noté la panocha húmeda como nunca la había tenido antes.

Cerré los ojos, sintiendo como me dolían los pezones.

Sin que mi marido notase nada, me dormí sin ponerme las braguitas, con mi mano cogiéndome la panocha.

Al día siguiente, nada más llegar a casa de los Sres. antes de las nueve, desperté a Luís no fuera a quedarse dormido.

Me fui a la cocina a prepararle el desayuno. Cuando apenas le había preparado el vaso de leche con cacao, lo noté detrás de mí. Me observó en silencio sin decirme nada.

Al mirar de reojo para atrás un instante, descubrí el bulto exagerado que le hacía el bóxer. Parecía que iba a romper la tela. Descubrir esto hizo que se me agitara la respiración, notándome las mejillas algo sonrojadas.

Hice como si no hubiera visto nada peró él me había visto. Sin que me diera cuenta, se puso de rodillas en el suelo detrás de mí.

Me bajó el pantaloncito de deporte junto con las braguitas de un tirón. Le grité sorprendida por su descaro, más que por estar molesta o asustada.

—¡¡ LUÍS…!!

Rápido, descubrió que tenía la panocha algo húmeda.

Al tener unos labios muy abultados, desde dónde estaba, tenía una visión lasciva de mi chocho como lo llama él. Me veía los labios algo abiertos, brillantes de jugos, salidos, asomando entre la exuberante pelambrera de pelos ensortijados.

La lujuriosa visión hizo que se quedará con la boca abierta, y se le pusiera dura y gruesa la polla.

—Uf…Sara desde aquí te veo todo el chocho…húmedo y abierto…

Sin saber cómo reaccionar, ruborizada y tan excitada como el chico, apenas me quejé, aprovechándolo el muy descarado…

—Mmm…no me mires…me da pena…soy una señora casada…

Apenas pronunciada la última palabra, me abrió los muslos para poder ver mejor. Me separó las nalgas como si fuera su mercancía. Al hacerlo, descubrió cómo soltaba jugos.

—Joder con la beata…tienes el chocho soltando jugos…

¡¡ GUARRONA…!!

—Mmm…no me toques así… ¡pervertido…!

Con descaro amasó las mollas, abriéndolas de forma exagerada, oliéndome intensamente la panocha.

—Snifff…Snifff…Uf…que caliente te huele la panocha…

Nada más olerla se lío a darme lengüetazos, dándome a la vez nalgadas, emborrachándose con mis jugos que, pareció le ponían salido.

—SLURPPP…SLURPPP…MMM…SLURPPP…

Al sentir su lengua hurgarme la panocha, recé por pudor, por el placer que estaba sabiendo darme.

—Jesús y María…Mmm…AH…tu lengua…

—UF…SLURPPP…QUE CHOCHO TAN SABROSO…SLURPPP…

Excitada y caliente como nunca me había sentido antes, me vi con los ojos en blanco, frotándole el coño contra su boca.

—…Jesús…y…María…TU…LENGUA…OG…

El aprovechado me metió la lengua por toda la panocha.

—OH…SLURPPP…Dame el chocho que te lo coma…SLURPPP…SLURPPP…

—MMM…AH…tu lengua…me comes toda la panocha…

Viéndome tan excitada y caliente, el chico supo atraparme

el clítoris entre sus labios, dándome chupete como decimos allá en México.

Nada más sentir como me comía, me espatarré inclinada encima de la pica. Luís me atrapó la pipa, volviéndome loca de placer, corriéndome como una puta…

—AY…SÍ…CHUPA AHÍ…Jesús…y…María…ME…CORROOO...

Sacudí mi culo como si tuviera un ataque epiléptico.

—SLURPPP…SLURPPP…QUE PIPA…SLURPPP…OH…

Cuando aún estaba corriéndome, dejó de comerme el clítoris. Cogiéndome del pelo, me metió la polla en la garganta.

—CHUPAMELA…¡¡BEATA GUARRONA…!!

—MMMPPP…MMMPPP…MMMPPP…

Tan excitada como el adolescente, le pasé la lengua por toda la verga…

—MMMPPP…SLURPPP…MMMPPP…SLURPPP…MMMPPP…

El chico se quejó sorprendido por cómo se la comía, dándole tanto placer…

—UF…BEATA…como me comes la polla…no pares…OH…

Excitada por sus palabras, y por la propuesta que me había hecho el día anterior, le atrapé el grueso cipote entre los labios y el carrillo.

—MMMPPP…MMMPPP…que cipote…MMMPPP…

Al sentirlo, el chico se dobló sobre su cintura, bramando de placer, sujetándome la cabeza, para que no parara de comerle el cipote…

—OH…GUARRONA…SÍ COMETE EL CIPOTE…

Incapaz de soportar el placer me hizo detenerme a los pocos minutos.

—UF…para o me correré en tu boca…quiero cogerte…   Poniéndose detrás de mí, me cogió por las caderas, tironeándome del pelo, para que le acercara la panocha a la gruesa cabeza.

Echada sobre la pica, toda ruborizada de pudor, empujé las caderas como una adultera pervertida. Excitado por tener a una señora casada, así toda expuesta y ofrecida, me metió la polla de una envestida.

Los dos al unísono, aullamos obscenamente de placer como dos animales en celo…

—OG…¡¡ QUE POLLA…!!

—OH…¡¡ QUE CHOCHO…!!

Tras dejármela metida unos intensos minutos se lío a darme un mete saca, lento y profundo.

A cada envestida, mi hambrienta panocha ceñía la gruesa morcilla, notando como me llenaba toda.

Sincronizados como si fuéramos amantes, desde hacía tiempo, fuimos acelerando nuestras caderas a cada instante.

—OOOGGG…LA METES MUCHO…

—OOOHHH…TU CHOCHO TRAGA MI VERGA…

Para que le moviera la panocha como él quería, me tironeó con fuerza del pelo, atreviéndose hablarme de forma pervertida…

—UF…¡¡GUARRA…!! MUEVE EL CHOCHO…

—AY…LA METES TODA…¡¡CHINGÓN..!!

Excitado por mis palabras se echó en mi espalda, cogiéndome las tetas, culeándome sin sacármela.

En esa postura me la metió más profundo, rozándome más la gruesa morcilla, cogiéndome con más fuerza a cada envite.

—OH…SARA…¡¡MUEVE EL CHOCHO…!!

Al oírlo, volví a recordar su pervertida propuesta del día anterior… SI FUERAS MIA…TE COGERIA…CADA DÍA…

Mi mente me decía que aquello no estaba bien. Una beata como yo, cogiendo con aquel adolescente.

Sin que mi cuerpo me obedeciera, como si fuera un súcubo empujé las caderas como aquel adolescente me estaba pidiendo, hablándole de forma vulgar, ruborizada…

—AH, AH, AH…ME COGES TODA LA PANOCHA… ¿TE GUSTARÍA FUERA TUYA…COMO DIJISTE AYER…?

Nada más oírme, me hirvió la sangre.

Las mejillas las sentí como si me estuvieran quemando.

Me noté la boca reseca, de lo recaliente y cachonda que me puso, hablarle así a aquel chico, que podía ser mi mijo.

Sentí como su polla ganó grosor y dureza, nada más oírme.

Me la metió como un animal, haciéndome gritar como si me estuviera matando.

—UF ¿…SERAS MÍA?…TE VOY A MATAR A POLLAZOS…

—AH…SÍ LO SERÉ…SE TE HA PUESTO MÁS GRUESA…

Nada más oírme, me echó en el suelo de la cocina, excitado como un animal.

Se puso mis tobillos en los hombros, haciendo que le ofreciera todo la panocha en vilo. En esa impúdica postura, me la metió de un envite. Le grite fuera de mí, como poseída por un súcubo…

—¡¡ AY…COGEME CARIÑO!!

—SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

La panocha me chapoteaba jugos como una fuente, a cada mete saca de su gruesa morcilla.

Los dos mirábamos morbosamente como entraba la polla.

A cada mete saca, los huevos chocaban con violencia contra mi panocha, haciendo un lujurioso chapoteo acuoso.

— SPLAFSSS…S SPLAFSSS…S SPLAFSSS…

Con los ojos en blanco, sacudí la cabeza a uno y otro lado, con la melena toda desmadejada.

— SPLAFSSS…S SPLAFSSS…S SPLAFSSS…

Sonrojada de recato de sentirme una beata guarra, acompañé con mi mano cada mete saca acariciándole los huevos que noté llenos de leche…

—OH…SARA…QUE RICO COGES…

Al oírlo atreverse a hablarme así, loca de excitación, le hable de forma soez y vulgar…

—OG...MIJO…¡¡ COGEME…!! [JGC1]

Al escucharme Luís, me cogió por las nalgas. Noté su polla ganar grosor, al sentir como mi panocha se la ceñía con lascivos espasmos a cada mete saca.

Con las mejillas purpuras de oírme, me cogí a su cuello. Le rodeé con mis muslos por las caderas.

Me besó como nunca lo había hecho antes ningún hombre, metiéndome toda la lengua, sellándose nuestras bocas.

—MMMPPP…¡¡ LUÍS…!!

—MMMPPP…¡¡ SARA…!!

—OG…QUE BIEN COGES…¡¡ FOLLAME MIJO…!!

— SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

Le moví la panocha como una puta, al ritmo que él me marcaba. Ocultó su cara en mi oscura melena, dándome un mete saca seco y profundo, follándome todo el chocho.

— SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

—OG…QUE POLLA…¡¡ COGEME LA PANOCHA…!!

Al sentir el grueso cipote, dónde ningún hombre me había llegado antes me corrí, chorreándole de jugos la polla.

Le grite fuera de mí, cosas que me hicieron sentirme una BEATA GUARRA. Parecía como dije más arriba, poseída por un súcubo…

— SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

—AY…ME ROMPES LA PANOCHA…¡¡ COGEME CARIÑO…!!

—OH…QUE PANOCHA…¡¡ FOLLA BEATA…!!

A cada disparo de leche, me hizo estremecerme toda.

Con las bocas selladas, resoplamos el uno en la boca del otro.

—MMMPPP…ME CORROOO…NO DEJES DE COGERME…

—MMMPPP…ME SACAS LA LECHE…

—MMMPPP…AH…TU LECHE ME QUEMA…

— SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

—OH…ME CORROOO…¡¡ SARA…!!

—AAAYYY…CORRETE EN MI PANOCHA…

Quedamos abrazados con la respiración agitada.

Parecía como si hubiéramos sufrido una mutación sexual.

Al mismo ritmo que recuperamos la respiración normal, pareció como si fuéramos conscientes de la inmoral y pervertida relación que acabábamos de tener.

Luís se puso de píe el primero, ayudándome a incorporarme.

Nada más hacerlo, es como sí sintiéramos que habíamos cruzado una puerta que, no podíamos volver a cruzarla de vuelta.

Los dos sonrojados, sin atrevernos a miranos a los ojos, nos abrazamos como sí no existiera un mañana.

Agachado hacia mí, con la cara oculta en mi densa melena, me olió profundamente, llenándose de mi olor.

Sin decir palabra, me besó mimosamente por toda la cara.

Yo le correspondí, besándolo igual. Sin dejar de estar sonrojadas nuestras mejillas, nos besamos en la boca, como si lo hiciéramos con miedo.

Tras unos segundos, me metió la lengua, hasta la garganta.

Nuestras lenguas se lamieron y chuparon la una a la otra.

Tras unos instantes, desapareció sin decir nada.

Al separarnos pude ver la tremenda erección que llevaba.

Cuándo aún lo estaba viendo alejarse, sentí como su leche me bajaba por los muslos, notándome la panocha húmeda de nuevo.

Antes de salir, vino a despedirse de mí en la cocina. Estaba preparándole la cena. Sonrojado, me metió dos billetes de cincuenta euros, entre las tetas.

Igualmente sonrojada, le sostuve su mano entre las tetas hasta que se fue a nadar.

El fin de semana, intenté estar lo más natural posible. Que mi hijo ni mi marido me notarán nada raro. Estando en misa, me noté como me temblaban las piernas. La cabeza no paró de darme vueltas.

Jamás había pensado en hacer de puta. Tenía un trabajo seguro, decente, más o menos bien pagado. Mi marido también trabajaba. No sé sí lo hice por dinero, o por el morbo de cogerme a aquel chiqueado.

O lo hice realmente porque quise hacerlo, harta de ser una devota beata, casada y mal follada.

Además, estaba lo de actuar como si fuera su porno chacha; no sé en qué instante esa pervertida y amoral idea, pudo entrar en mi cabeza.

Lo mejor era devolverle el dinero. Que el pendejo no se creyera que iba a volver a tocarme ni por casualidad. Había sido todo un desafortunado encuentro. Bueno dos, uno el Viernes y otro el Sábado.

Con la mente totalmente ausente, no me di cuenta que, la misa había acabado. Al levantar la vista del banco, vi al señor cura en el pasillo, a mi altura.

Después de observarme unos instantes, me habló con su cálida y serena voz.

— ¿Estás bien hija, te preocupa algo?

Sorprendida, miré hacía el suelo.

En el momento que me habló, mi mente se llenó con las imágenes de aquel chiqueado, haciéndome suya en la cocina…

—N-no padre…e-estaba meditando…qué camino tomar…—le

respondí titubeando, algo nerviosa.

—Dios va a estar contigo hija, elijas un camino u otro. Él sabe perdonar nuestras debilidades, y todos nuestros pecados…aunque nos parezcan imperdonables…

Al escucharlo, por un instante me sentí como si el señor cura sospechara qué había hecho.

Salí azorada mirando al suelo, apretando los muslos. Estando en casa, dije a mi marido e hijo sí querían pedir una pizza individual para cada uno.

— ¿Les apetece cenar una pizza cada uno, a su elección…?

— ¿Nos tocó algo, siempre pedimos una para los tres…?

Se extrañó mi hijo al escucharme.

—Sí no quieren no les obligo, pensé les gustaría más así.

No vamos a arruinarnos por una vez, peró ya está.

—Una napolitana para mí— respondió mi marido, Rogelio.

—Que sea a la barbacoa, pues— al decírmelo apoyado en mi espalda, mi hijo me dejó la mano en el culo

Lejos de molestarme, no le dije que la quitara. Eso hizo que, se envalentonará, atreviéndose a cogerme la nalga con deseo.

En ese instante, oí a mi marido que venía hacía la cocina.

Le quité la mano, mirando hacia el otro lado, ruborizada.

Mi hijo también sonrojado, salió de la cocina como si le persiguiera el demonio. Mi marido como siempre, no se enteró de lo que pasaba delante de sus narices. Nada más salir de la cocina Rogelio, me noté extrañamente excitada. Sin poder evitarlo, me descubrí pensando para mis adentros— ¿Qué está pasando contigo, Sara?

La semana siguiente, los Sres. se fueron unos días a su segunda residencia, aprovechando las vacaciones del chico, Luís.

Yo fui a trabajar igualmente, cada día, aunque lo único que hice fue limpiar sobre limpio. Mientras estaba en la casa, sobre todo en la cocina, me fue imposible no recordar como aquel adolescente me había hecho suya, como si fuéramos dos animales.

Por las noches me desperté en mitad de sueños húmedos. Descubrí que tenía el coño como le dicen acá, húmedo, soltando jugos como nunca antes lo había tenido.

La triste verdad es que hasta que me hizo suya, Luís, no sabía que era tener un orgasmo, aunque suene triste.

Deseos Lascivos de una Beata. 2.1

Para que los lectores de todorelatos.com lo entiendan bien, voy a explicarles cómo ha sido mi decorosa vida sexual, como la Sra. beata que soy. Jamás en mis años de casada, ni de soltera me atreví jamás, a decirle a Rogelio, mí esposo cuales eran mis deseos más íntimos.

Sé por alguna amiga, más moderna y de mente más abierta que sus maridos, las acariciaban la panocha utilizando la lengua. Incluso ellas mismas se acariciaban el clítoris, obteniendo un placer muy intenso según me decían.

Yo no sé sí quizá por recato, decoro o tener un marido tan pudoroso y parado como yo, jamás me atreví a confesarle mi deseo porque me chupará la panocha.

Y yo chuparle a él su verga, hasta hacerle acabar. Esto ha hecho que se convierta para mí en un deseo inconfesable. Durante años me he sentido indecente, una «BEATA GUARRA» por tener esta clase de deseos.

Esto ha provocado que muchas noches, deba levantarme e ir al lavabo, a meterme los dedos como una mujer viciosa, lujuriosa.

El Sábado aprovechando que los Sres. no estaban salí antes para comprarme algo de lencería, maquillaje e ir a la peluquería. Me compré unas braguitas lilas que, nada más verlas me sentí algo incómoda.

Por delante la tela era como un paquete de tabaco, no más grande, de blonda muy vaporosa, con un lacito encima del borde. Por detrás, la tela era la mitad de estrecha que por delante, quedando encajada entre las nalgas.

Mientras las miraba, sonrojada, miré para todos lados, no fuera a verme alguna conocida.

Nada más entrar en casa, Ángel se quedó un instante sorprendido, al verme recién peinada, y algo maquillada.

Mí esposo Rogelio, como esperaba, no fue capaz de echarme cuenta.

Igual que la semana pasada, pedimos una pizza para cada uno.

Esa noche, tuve un sueño húmedo, intenso. Tanto que pareció que fuera real. Me desperté toda alterada, con la respiración agitada. Me noté tenía la braguita húmeda, como si me hubiera meado.

Me levanté sin hacer ruido, yendo al lavabo. Nada más bajarme las braguitas, me pasé la mano por la panocha, descubriendo como estaba de húmeda. Al olerlo para asegurarme que no era pis, el olor me llenó la mente.

Olía a panocha caliente. Volví a pasarme la mano, manoseándome la panocha, sin poder detenerme.

Me vi poniendo un pie en alto, en la taza, igual que Luís me había puesto una semana atrás. Los dedos me hurgaron la panocha, como nunca antes me había atrevido a hacerlo, por recato y pudor.

Ruborizada, entorné la puerta del lavabo. Me volví a sentar en la taza. A cada instante los dedos se me metían más rápido, como si no fueran míos.

Cachonda perdida, mordí la toalla. Sin saber cómo, los dedos me pinzaron el clítoris que, estaba duro fuera del capuchón.

Al sentir la impúdica caricia, sollocé como una guarra, atrapando entre los muslos mi mano.

—MMMPPP…AY…MMMPPP…QUÉ ES ESTO…MÍ PANOCHA…

Sin dejar de morder la toalla, me corrí como nunca lo había hecho antes. Se me llenó la mente con la imagen de Luís,

cogiéndome por detrás en la cocina.

—MMMPPP…AH…ME COGIÓ…COMO UN ANIMAL…ME CORROOO…MMMPPP…

Cuando aún estaba corriéndome, entró mi hijo Ángel adormilado con los ojos cerrados, con la polla en la mano.

Tras unos momentos que me parecieron una eternidad, observe con ojos saltones la verga algo morcillona que sostenía.

Me noté la boca reseca, respiraba con dificultad. De repente sin pensarlo, le agarré la polla tironeándola, acercándolo hacía mí.

Ángel sufrió un sobresalto, asustado, dejando ir una exclamación…

—…¡¡AH…!! ¿M-mamá…?

Con los ojos como platos, me miró sin creer lo que estaba viendo.

A cada caricia mía la polla ganó grosor y dureza.

Le di morbosos apretones, como sí no me creyera que mi hijo tuviera una polla tan gruesa. Ángel gimió entre susurros, el placer que le daba mi mano…

—Mmm… ¡OH JODER…!

Ruborizada de oírlo, me noté la boca reseca, sin poder apartar los ojos de la verga.

—Ssshhh…no levantes la voz…

Era más gruesa y grande que la de Luisito, apenas podía cerrar la mano.

Al ver que no dejaba de tocarle la polla, para mi sorpresa, se atrevió a cogerme del pelo, moviendo sus caderas hacía mi cara.

El descarado me dio con el grueso cipote en los labios. Sonrojado y nervioso, me sujetó con fuerza del pelo, frotándome la polla en los labios.

Tan sonrojada y nerviosa cómo él, atrapé la amoratada cabeza entre los labios y el paladar. Sorprendido, mi hijo sollozó doblándose sobre mí, cogiéndome firmemente del pelo, metiendo más la polla en mi boca…

— ¡OH MAMÁ…!

—Mmmppp…Ssshhh calla…Mmmppp…Mmmppp…

A cada envite, Ángel aceleró sus caderas, cogiéndome la boca más. Mi boca apenas podía tragar la gruesa verga. Nerviosa y excitada, con torpeza le di lengüetazos en el cipote, notando como ganaba grosor.

Mientras me tenía sujeta con una mano, me manoseó las tetas, metiendo la mano bajo la camiseta.

Me pellizcó los pezones como su padre nunca lo había hecho. Los puso duros y tiesos como no los sentí antes.

Ni siquiera con Luisito hacía pocos días, había sentido tanto placer. Gemí al notar como me los tocó, estirándolos con un descaro que no me esperaba…

—Mmm…OG mijo…no los estires así…

Ángel viéndome más excitada a cada instante, me sujetó con ambas manos del pelo.

Me envistió la polla hasta la garganta, excitado por cómo se la mamaba, llenándola toda de saliva.

—Mmmppp…Slurppp…Slurppp…Mmmppp…Slurppp…

—¡¡OH MAMÁ…!! Chupala toda…

—Mmmppp…Slurppp…Ssshhh calla…Slurppp…Slurppp…

Ángel gimió con los ojos entornados, metiendo la polla con más fuerza a cada envite…

—OH…MAMÁ…tu boca…

Noté algo de líquido en la lengua. Señal de que le faltaba poco para correrse. La polla tenía un grosor que daba miedo.

A cada lametazo en el cipote, mi panocha pulsaba como si fuera un corazón.

De improviso Ángel me la sacó de la boca. Me levantó las piernas sujetándome por los tobillos, doblándome espatarrada, en la tapa del váter.

Aunque hago ejercicio a diario, no sabía que era una mujer tan flexible, capaz de hacer una postura como aquella. Al ver qué pretendía, me opuse entre bisbiseos, evitando levantar la voz…

—Nooo…Ángel…¿...Estás…loco?...No…podemos…hacer esto…eres…mi…hijo…esto…es…es… ¡In-ces-to!...

—Ssshhh…dejame meterla…por favor…sólo el cipote...

Se reclinó sobre mí, frotándome la gruesa morcilla por toda la panocha, adelante y atrás.

Al contacto con mi panocha, pudorosa y excitada recé entre bisbiseos…

—AH…Jesús…y…María…

Más excitada de lo que quería reconocer, apenas me opuse

al sentir su verga frotarme la panocha…

—UF… ¡Mamá!…tu panocha es peluda…que rico te froto la polla…

—AH…no el frote así…me abres mucho…

A cada frotamiento, la polla me abrió los labios, mojándola de jugos, sintiendo lo dura y caliente que estaba.

—OH…mamá…me…mojas…la…polla…

—MMM…AH…mijo…no…me…digas…esas…cosas…

Con un desparpajo que no esperaba en un chico de su edad, me pintó la panocha con la gruesa cabeza, como si fuera una brocha de carne.

A cada pasada del cipote, sin apartar los ojos, gemíamos de placer ruborizados hasta las orejas…

—OH…mamá…tu panocha…es carnosa...

—AH…hijo…no la frotes…así…

Me sentí las mejillas arder por el incesto que estábamos teniendo.

A la misma vez me noté excitada y caliente como nunca antes me había sentido.

Con deseo en los ojos, mirábamos morbosamente cómo me frotaba la polla adelante y atrás.

—La voy a meter…¡¡ OH MAMÁ…!!

—Es incesto…¡¡ NO HIJO…!!

Incapaz de soportar la excitación, en uno de los envites metió la verga, sintiendo como me abrió toda la panocha.

Los dos soltamos un obsceno alarido de placer. Él por meterle a su madre la polla y sentir como mi panocha se la apretó.

Yo porque mi hijo me metió toda la verga, abriéndome toda la panocha.

—OH…¡¡QUE PANOCHA…!!

—OG…¡¡TU POLLA…!!

Los dos nos quedamos en silencio, quietos, aterrados de que mi marido nos hubiera podido oír. Ángel me dejó toda la polla metida.

Noté mi panocha muy abierta, soltar jugos, ciñendo la gruesa verga, dándole lascivos apretones.

Pasados unos instantes que se nos hicieron eternos, mi hijo gimió de placer entre susurros, ocultando su cara en mí rizada melena, atreviéndose a hablarme de forma soez y caliente, por cómo le apretaba la verga.

—¡¡UF mamá…!! tu panocha se traga mi polla…

Al oírlo hablarme así me excitó, noté como se me mojó más la panocha.

Le hablé de forma obscena, notándome muy caliente…

—¡¡AH nene…!! me abres mucho la panocha…

Me vi sujetando a mi hijo por las nalgas, con mis rotundos muslos. Noté las mejillas como me ardían de pudor y vergüenza, incapaz de mirar a mi hijo a los ojos.

Ángel excitado, comenzó a moverse con un mete saca lento y pausado, dejándola metida unos instantes a cada envite.

La panocha chapoteaba jugos haciendo un sonido acuoso que nos puso más calientes…

—PLAFSSS…PLAFSSS…PLAFSSS…Tu panocha es jugosa…

A cada envite metía más la polla, arrancándome gemidos de placer que yo no quería hacer, ruborizada, sintiendo su cipote abrirme toda la panocha…

—PLAFSSS…Mmm…PLAFSSS…OG…la…metes…mucho…

PLAFSSS…¡¡ AY…!!

Incitado por mis palabras se reclinó sobre mí, ruborizado, acercando sus labios temblorosos a los míos…

—…UF tu panocha es tragona…

Apenas pronunciada la última palabra, me dio un mete saca

rápido y profundo, chocando con fuerza sus huevos en mi peluda panocha, mientras me morreaba como su padre no me había besado jamás.

—UUUFFF…PLAFSSS…PLAFSSS…¡¡ QUE PANOCHA…!!

—MMMPPP…OG...OG…NO LA METAS ASÍ…

La panocha se me movía sola a cada mete saca de la gruesa morcilla.

Nos besamos ruborizados, por el incesto que estábamos disfrutando…

—PLAFSSS…PLAFSSS…PLAFSSS…

—OG…HIJO…ME LA METES TODA…

—UF…¡¡ MAMÁ…!! TU PANOCHA ES JUGOSA…

Con desparpajo y una habilidad impropia para un chico de su edad, me la metió toda de un envite.

Noté como la gruesa polla me llenó toda la panocha. Mi marido tiene una polla ridícula, al lado de la de mi hijo.

Recé entre bisbiseos, con los ojos en blanco, al sentir como la polla me abrió toda, sintiéndola en el fondo de la panocha…

—Jesús y María…OG…me llenas toda la panocha…

Excitado, Ángel me susurró al oído cosas calientes y sucias, sobre lo bien que me cogía en esa impúdica postura…

—OH…así la meto más…¡¡ MAMÁ BEATA!!

—AH…descarado…la metes mucho…

Me cogió de las nalgas, haciendo que le moviera la panocha como una guarra…

—UF…mueves rico la panocha...

—OG…me llenas toda la panocha…

Mi hijo me besó y mordió la oreja y el cuello, loco de excitación.

—¡¡OH MAMÁ…!! MUEVE LA PANOCHA…

—PLAFSSS…OG PLAFSSS…¡¡COGEME…!!

Al sentir como mi vulva le ceñía la polla a cada mete saca, se corrió clavándomela toda, como un animal.

A cada mete saca me susurró palabras, excitándome con él, haciendo que la panocha se me moviera sola.

—Uf…Que rico te follo…ME CORROOO…

—OG…Me follas duro…ME CORROOO…

Locos de excitación y lujuria, nos abrazamos como si nos fuera la vida.

Me agarré al cuello de mi hijo, como si quisiera ahogarlo, atenazándolo con mis muslos por los riñones. Ángel me sujetó de las nalgas y la cintura.

A cada violento mete saca, me soltó un disparo de leche, en el fondo de mi hambrienta panocha.

—SPLURTTT…OH…ME CORRO EN TU PANOCHA…

—SPLURTTT…AY...ME LA CLAVAS TODA…

—SPLURTTT…OH…TOMA LA LECHE…

Ángel ocultó su cara en mi melena, mientras me cogía como un animal, llenándome la panocha de leche.

A cada envestida de su verga, le atusé el pelo, susurrándole que me cogiera y me diera su leche…

—SPLURTTT…¡¡ OH MAMÁ!! COMO COGES…

—SPLURTTT…OG…¡¡ COGEME MIJO!!...DAME LA LECHE…

Me llegó un orgasmo como jamás lo había sentido antes con ningún hombre. Para que mi marido no me oyera, mi hijo me comió la boca, silenciando así mis sollozos.

—SPLURT…AY…¡¡ COGEME ÁNGEL…!!

—SPLURTTT…OH…¡¡ COGE BEATA…!!

Ángel se corrió en mi panocha como mi marido no lo ha hecho jamás. Nunca pensé que me oiría hablando de la forma tan obscena como lo hice.

Arrastrada por la lujuria del incesto, le sollocé a mi hijo que me cogiera la panocha y me la llenara con su leche.

—SPLURTTT…OG…COGE MI PANOCHA…

—SPLURTTT…UF…TOMA VERGA…

—SPLURTTT…OG…DAME TU LECHE…

—SPLURTTT…ME CORRO EN TU PANOCHA…

—SPLURTTT…AY…TU LECHE ME QUEMA…

Sin entender cómo era posible, seguí notando la polla de mi hijo, igual de dura que antes de haberse corrido. Me comió toda a besos, besándome ambas mejillas de forma zalamera. A cada beso mío, notaba la verga latir dentro de mi panocha.

Las paredes de la vulva pulsaban la dura verga, como si quisieran exprimirla. Estaba dura como una piedra.

Ángel me hizo que me cogiera a su cuello, atenazándolo con los muslos por las caderas.

Al ver que pretendía, traté de oponerme, hablándole entre susurros, con la voz tomada por lo cachonda y excitada que me puso aquella situación tan peligrosa.

Le hablé sin poder apartar la vista de su gruesa morcilla, metida en mi panocha…

A cada paso, me dio un mete saca pausado y profundo, haciéndome gemir y sollozar de forma lasciva…

—Mmm…OG...está muy dura…OG…dejame…OG…

Así, sin sacármela me llevó hasta su habitación, en el extremo opuesto del pasillo. A cada paso, noté como el cipote se me clavaba más. Apreté los labios, ruborizada, ocultando mi cara en su hombro por verme en aquella postura tan lasciva, una señora beata como yo, a horcajadas de su hijo.

Nada más entrar en su cuarto, se recostó en la puerta cerrándola. Se dejó caer de espaldas en la cama, haciendo que me recostara en su pecho.

Se atrevió a besarme en la boca, sellándose nuestras bocas…

—Mmmppp…mamá…dejame besarte…

—Mmmppp…las madres y los hijos no pueden…

Al tocarse las puntas de las lenguas, se nos erizó la piel, ruborizándonos.

Turbados con el rostro enrojecido de vergüenza y pudor…

—Mmmppp…nene no podemos…besar…Mmmppp…

—Mmmppp…papá no lo sabrá…Mmmppp…

Viendo que me oponía menos a cada instante, Ángel me cogió de las nalgas, haciendo que cabalgara encima de su polla.

En esa postura, su gruesa morcilla se me metió dónde su padre no me había llegado jamás.

Me llegó un orgasmo como un golpe de látigo. Resoplé en la boca de mi hijo, agitando mis caderas como una guarra, al notar como aquella gruesa verga me llenaba toda la panocha…

—Mmmppp…AH…la noto muy dentro…

—Mmmppp…OH Mamá…como mueves la panocha…

Mi hijo excitado me nalgueó ambas nalgas, a la vez que me hizo mover las caderas como una puta.

—OG…entra mucho…

—UF mamá…¡¡ COGE…!!

Al oírlo, nos cogimos de las manos, sentándome en la gruesa morcilla.

Cabalgué a Ángel haciendo que su polla se me metiera toda en cada envite.

A cada mete saca sus huevos chocaron con violencia contra mi panocha que no paraba de soltar jugos.

—PLAFSSS…PLAFSSS…PLAFSSS…

La cámara se llenó del obsceno chapoteo, exaltándonos los sentidos a madre e hijo...

—OH…QUE RICO MUEVES LA PANOCHA…

Al oírlo me comencé a correr a chorros como nunca antes lo había hecho.

—AH…¡¡ME CORROOO…!!

Cansada me recosté en su pecho, sin dejar de mover mis caderas. Con los ojos en blanco, le susurré algo que jamás pensé le diría a mi hijo.

Y menos una beata de ir a diario a misa…

—…AH…¡¡…COGE…MI…PANOCHA…!!

Ángel al escucharme hablarle así, me sujetó de la cintura, rodeándome con sus fuertes brazos.

Me dio un mete saca diabólico, sin apenas sacármela, como si imitara a un perro.

—PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…

—OH…COMO COGES…BEATA…

A cada envite me hizo sollozar como si me matara de placer…

—PLAF…AH, PLAF…AH…PLAF…AH, PLAF…AH…ME VOY…

Al oírme correrme de placer, se corrió conmigo, llenándome la panocha de leche, como mi marido no lo había hecho jamás.

—SPLURT…S ME CORRO EN TU PANOCHA…SPLURT…S

A cada chorretón de leche, me metió el cipote en el fondo de la panocha, arrancándome un lascivo sollozo de placer…

—SPLURT…OG, SPLURT…OG, SPLURT…OG…

Nos corrimos a la vez como dos amantes experimentados.

A cada envite de mi hijo, las paredes de la vulva ciñeron su gruesa morcilla.

—TU PANOCHA ME APRIETA DURO…

Me sentí arder de rubor, por cómo estaba disfrutando el endemoniado incesto.

Como si en vez de ser su madre una señora beata, fuera un súcubo…

—OG…ME COGES TODA LA PANOCHA…

Mientras nos corríamos, nos besamos como animales en celo, con las bocas selladas, resoplando de placer.

Durante el domingo, ni Ángel ni yo nos miremos a los ojos. Mi esposo siempre ausente a nosotros, no se dio cuenta de nada.

Durante la comida, tuvimos que disimular, sin saber para dónde mirar. Rogelio mi esposo, embobado con la tele y las noticias del futbol.

Mientras fregaba los platos, entró Ángel pegándose a mi espalda. Mi esposo quedó dormido en su sillón ausente a todo, para variar.

Me abrazó rodeándome con sus fuertes brazos, mientras se frotó con descaro contra mi culo. Yo llevaba un pantaloncito como un short, que enseñaba el final de las nalgas.

—Mamá...quiero hablar contigo sobre lo que ha pasado…

Ángel me mordió el cuello, chupándome la oreja.  Como un chiqueado, me beso de forma zalamera, comiéndome toda a besos.

Yo le empujé el culo para que no se me frotara con aquel descaro.

—Eso es algo…monstruoso…somos madre e hijo. Tu padre no debe saberlo jamás será nuestro secreto… ¿sí mijo?

Su padre jamás me había besado ni rozado como él estaba haciéndolo.

Al hacerlo noté el grosor y la dureza de su paquete.

Me fue imposible no mirar el enorme bulto. Al verlo recé entre susurros con las mejillas ruborizadas, la panocha se me humedeció, aunque me avergüence reconocerlo…

—…Jesús y María…

Al ver que apenas me oponía a cómo me mordía el cuello, y se me frotaba, se atrevió a cogerme las tetas. Con descaro me tocó los pezones que se pusieron rápido duros y tiesos, haciéndome gemir…

—AH…mijo, no seas chiqueado, tu papá está acá…

Con un desparpajo que no esperaba me manoseó la panocha, poniéndome más excitada de lo que quería reconocer. Más descarado en su manoseo, metió la mano en el short.

Rápido descubrió como tenía de húmeda la panocha, haciéndomelo saber.

—UF mamá…tienes la panocha jugosa…

—Ssshhh…tu padre te va a oír…

Con desparpajo me bajó el short de un tirón. Me sujetó con firmeza inclinada sobre la pica, poniéndome un brazo en la espalda.

Teniéndome así, metió su gruesa morcilla entre las braguitas, frotándome toda la panocha adelante y atrás, sin prisa ninguna.

A cada envite, me abrió los carnosos labios que no podían estar más hinchados y húmedos, mojándole de jugos la polla a cada frotamiento.

Se inclinó sobre mi espalda, mordisqueándome el cuello, chupando mi oreja, excitándome muy a mi pesar, mientras me dijo lo mucho que le gustaba y me deseaba.

—Oh madre que buenas estás, estoy deseando cogerte…

—Ah…no podemos…es incesto…¡¡Jesús y María…!! Eres un demonio…me confundes…

A pesar de mi oposición aunque débil, traté de oponerme.

Mí cuerpo iba por libre. Inclinada como estaba, toda ruborizada miré morbosamente entre las piernas como la gruesa polla me frotaba toda la panocha, apareciendo el grueso cipote a cada envite entre mi exuberante pelambrera.

—¡¡OH MADRE…!! ME CHORREAS LA POLLA…

Ésta visión me excitó más de lo que quería reconocer, notando como se me mojó más la panocha a cada envite, mientras no podía apartar los ojos de la gruesa cabeza.

—¡¡OG ÁNGEL…!! ME FROTAS LA PANOCHA…

Más excitado y descarado mi hijo me propuso algo perverso.

—Dale a papá un tranquilizante…así no nos oirá. Tu panocha tiene hambre de mi polla mamá…

Agitada de oír su pervertida y perversa idea, me solté de sus brazos, toda ruborizada y excitada.

Salí al salón descubriendo a Rogelio totalmente dormido.

Con el rubor en las mejillas, zarandeé a mi marido un instante.

— Rogelio después no dormirás...

Sin saber porque lo hice, le di un vaso de agua con un tranquilizante disuelto.

—EH…me despiertas para eso, metiche…

—Tomátelo, no te despierto más…

Me respondió malhumorado…

—…¡¡ves a la cocina…!!

Nada más entrar en la cocina, Ángel me volvió abrazar igual que antes de ir a ver a su padre.

Me cogió las tetas, envistiéndome el paquete en las nalgas.

Sin perder tiempo, metió las manos debajo de la camiseta.

Me pellizcó los pezones como mi marido no lo había hecho nunca, mientras me mordisqueó el cuello, chupándome la oreja, poniéndome excitada como a una adolescente.

Al sentir cómo me acarició los pezones, me arrancó varios sollozos de placer.

—…Mmm…Ángel…AH…no sigas…AH…

Viendo que apenas me oponía a sus impúdicas caricias, me cogió la panocha llenándose la mano con ella.

—Mamá…tienes la panocha caliente…

Su padre nunca me había tocado así, ni por asomo.

Sin darme tiempo a reaccionar, me hizo que le acariciara la verga, que estaba tiesa.

Tenía un grosor que casi no podía cogerla. Al tenerla en la mano, oré entre susurros por la impresión que me causó

— Jesús…y…María…que…polla...

Sin que apenas me tuviera que obligar, me vi dándole morbosos apretones, como si comprobara lo gruesa y dura que era.

Mi hijo viendo cómo le tocaba la polla, toda excitada, sin que tuviera que obligarme y sin quitarle ojo a la amoratada cabeza, me bajó el short de un tirón.

Metió la mano dentro de la braguita, cogiéndome la panocha con desparpajo.

—OH MAMÁ...JALA MI VERGA…

Ángel me manoseó los carnosos labios, hinchados y brillantes de jugos, por cómo sabía tocarme el aprovechado.

—AH…MIJO…nadie me ha tocado así…

Con una habilidad que nunca le vi a mi marido, me hurgó

toda la panocha metiéndome dos dedos.

Mientras me tocó así, me mordisqueó el cuello, comiéndome toda a besos, hablándome sucio, poniéndome excitada y caliente.

—UF MAMÁ…tu panocha es recaliente…

—MMM…AH…TUS DEDOS…LOS METES MUCHO…

Sin que mi cuerpo me obedeciera, me vi tironeándole morbosamente la polla, a la vez que mi mano la acariciaba toda.

Ángel me metió los dedos en el fondo de la panocha. Solté jugos sin parar, doblándome de placer hacia adelante, sin dejar de acariciarle la verga.

Sus dedos hicieron un chapoteo lujurioso, corriéndome a chorros…

—…ME CORRO...Jesús…y…María…MI PANOCHA…OG…

Al ver cómo me corría, mi hijo me habló excitado, sin dejar de hurgarme la panocha…

—UF…CORRETE BEATA…DAME TUS JUGOS MAMÁ…

—AH…ME SACAS LOS JUGOS…MIJO…

Nada más correrme, con un descaro y seguridad que no esperaba, me cogió del pelo, haciéndome poner de rodillas. Me metió la gruesa morcilla en la boca. Teniéndome sujeta con ambas manos, me envistió la polla como si mi boca fuera una panocha.

A cada envite, metió más la gruesa morcilla. Una señora beata como yo, con el marido durmiendo en el salón, le estaba comiendo la verga al hijo.

Ángel se atrevió hablarme como si fuera su puta, en vez de su madre, ruborizándome al oírlo hablarme así…

—UF…¡¡MAMÁ…!! CHUPA MI POLLA…

Arrastrada por la excitación, ruborizada, chupé la gruesa polla entre los labios y el carrillo, dándole lengüetazos como una guarra.

—MMMPPP…MMMPPP…SLURPPP…MMMPPP…QUE VERGA…

—OH…TUS LABIOS…TRAGAN MI POLLA…

Al sentir como le mamaba la polla, me pidió que me detuviera. Noté en el paladar algunas gotas de leche…

—UF…MAMÁ NO AGUANTO, PARA O ME CORRO…

Nada más detenerme, Ángel me volteó poniéndome inclinada sobre la pica de los trastes. Después de frotarme la verga en las nalgas, se puso de rodillas detrás de mí.

Me separó de forma exagerada los muslos, pegando su boca

encima de la panocha, que estaba toda húmeda con los labios hinchados de excitación.

Después de olerme intensamente, dio varios lametazos con toda la lengua en las braguitas húmedas de jugos, pegadas a la panocha.

Mi hijo me hizo saber lo sabrosos que le pareció mis jugos,

ruborizándome de pudor y recato al oírlo…

—Snifff…snifff…Mmm…Slurppp…slurppp…que jugos…tan sabrosos…

—Aaahhh…Jesús y maría…no hagas eso…es sucio...

Mi mente me decía que lo detuviera. Pero mi cuerpo al sentir la lengua de mi chiqueado mijo, respondió traicionándome.

A cada lametón encima de mi panocha, hizo que me mojara más, como una madre pervertida.

Ángel apartó la fina blonda, abriendo los labios de mi panocha a lametazos como si fuera un perro.

—SLURP…SLURP…SLURP…SLURP…SLURP…SLURP…SLURP…

Jamás nadie me había acariciado de una forma tan impúdica y atrevida.

A cada lametazo, me arrancó un lascivo sollozo y gemido de placer, notándome arder los pómulos.

—SLURP…Mmm, SLURP…Og, SLURP…Ah, SLURP…¡¡ Ángel…!!

Se bebió los jugos que me supo sacar, como un perro sediento, bramando lo sabrosa que le pareció mi panocha…

—SLURP…que sabrosa…SLURP…tu panocha…SLURP...Mmm…

Sin entender cómo es posible en un chico de su edad, me metió la lengua en el fondo de la panocha. Al sentir como me comía así la panocha me corrí en su boca.

—SLURPPP…SLURPPP…SLURP…dame la panocha…SLURP…

—AAAHHH…tu lengua…me come la panocha…

Le froté la panocha en la boca para que no dejara de comérsela…

—SLURPPP…que jugos tan ricos…SLURPPP…SLURPPP…

—OG…ME CORRO…tu boca…obscena…

Mientras me corría en su boca como una pervertida, Ángel me cogió las tetas, llenándose las manos, poniéndome más caliente y excitada sí eso era aún posible.

Cuándo se bebió mis jugos, se pudo detrás de mí, sin dejar que me levantara del fregadero. Me sujetó de las caderas,

frotándome adelante y atrás el grueso cipote, por toda la panocha, abriéndome mucho los labios, haciendo que se lo mojara de mis jugos.

—UF…TU PANOCHA ESTÁ…ABIERTA Y JUGOSA…

A la vez me comió toda a besos mordisqueándome el cuello, sin dejar de chuparme la oreja. Al ver lo que pretendía, intenté oponerme pretextándole débilmente.

—Mmm…No podemos…¡¡ Es inces...to…!!

A cada roce de la gruesa morcilla, me noté más caliente.

—UF…¡¡ MAMÁ!!...tu panocha chorrea mí polla…

—AH…¡¡ ÁNGEL!!...no la frotes así…

En uno de los envites Ángel acertó a meter el cipote.

Sentí como me abrió la panocha, tirando de los labios hacía dentro. Al sentirla sacudí mi abundante melena a un lado y otro, grité de placer de forma obscena…

—AY…¡¡ QUE POLLA…!!

Las paredes de la vulva ciñeron la polla con obscenos apretones, como si quisieran tragársela. Mi hijo aulló de placer igual que yo, de manera vulgar…

—UF…¡¡ QUE PANOCHA…!!

Excitado mi chiqueado mijo se echó doblado en mi espalda como había hecho antes, cogiéndome de las tetas, culeándome sin apenas sacarla, como un animal.

Al sentir el cipote en el fondo de la panocha, la impresión me arrancó un obsceno rezo…

—AH…Jesús…y…María…me…coges…toda…la…panocha…

Así enganchados, me dio un mete saca diabólico sin sacarla como si fuéramos dos perros encelados…

—PLAF…PLAF...PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…

Madre e hijo como si estuviéramos poseídos, a cada mete saca, dejemos ir una obscena letanía.

—PLAF…OG, PLAF…OG, PLAF…OG, PLAF…OG MIJO…

—PLAF…OH, PLAF…OH, PLAF…OH MAMÁ…

Arrastrada por mi chiqueado mijo, me vi empujando las nalgas para que no dejara de follarme, como una madre pervertida.

—PLAF…PLAF…TE COJO RICO…PLAF...PLAF…PLAF…

—PLAF…PLAF…AY MI PANOCHA…PLAF…PLAF…PLAF…

—PLAF…PLAF…MUEVE LA PANOCHA…PLAF…PLAF…PLAF…

—PLAF…PLAF…¡¡ COGEME…!! PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…

Con un desparpajo impropio de un chico de su edad, tomó

la iniciativa de llevarme a mí cámara, así como me tenía sin sacármela.

Nada más salir de la cocina y encarar el pasillo, Rogelio mí esposo, dejo ir unos sonoros ronquidos…

—JJJrrr…Zzz…JJJrrr…Zzz…JJJrrr…Zzz…

De reojo le vimos la cabeza torcida en una cómica pose.

Me llevó tironeando mi larga melena, sujetándome de un brazo hacía atrás.

A cada paso que dábamos me dio un mete saca, tironeándome del pelo para que le empujara las nalgas y no se saliera la gruesa morcilla de mi panocha.

—PLAF…Oh nene, PLAF…Uf mamá, PLAF…Og Mmm…

En medio del pasillo nos detuvimos, tironeándome de ambos brazos hacía atrás.

Teniéndome sujeta así me la clavó como un demonio, hablándome de forma vulgar.

—¡¡TOMA POLLAAA…BEATA…!!

—PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…

A cada mete saca me arrancó un sollozo de placer…

—PLAF…AH, PLAF…AH, PLAF…AH…ME COGES DURO…

El pasillo se llenó con el acuoso chapoteo que hacía mi panocha, por los jugos que me sacó a cada envite…

—SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

Siendo una señora beata y pudorosa, mi mente y mi cuerpo no estaban acostumbrados a sentir aquel placer endemoniado.

Me llegó un orgasmo como un azote, haciendo que se me moviera sola la panocha, buscando la polla de mi hijo.

—PLAF…AH, PLAF…AY SÍ…, PLAF…OG…ME CORROOO…

—UF MADRE…TU PANOCHA…ME APRIETA…

Al notarlo Ángel me culeó sin sacarla, dándome más placer.

—TE LA METO TODA BEATA…PLAF, PLAF, PLAF…

—PLAF… LA METES MUCHO…PLAF…ME CORRO...

Nada más llegar a la cámara, me hizo recostarme con la cabeza apoyada en el colchón.

En esa impúdica postura para una madre, me vi ofreciéndole las nalgas y la panocha para lo que él quisiera.

Sin decirme nada, me dio un lento y profundo mete saca, intercalándolo con algunas nalgadas.

—PLAF…¡¡AY MIJO!! PLAF…AH, PLAF…AH…

A cada mete saca y nalgada nos sentíamos más excitados y calientes.

La respiración de los dos estaba agitada por la excitación.

Parecía que mi cuerpo lo hubiera poseído un súcubo incestuoso. A cada envite del cipote en el fondo de mi panocha, noté como las paredes de la vulva ceñían la polla, dándola lascivos apretones.

Ángel a pesar de su edad, se dio cuenta haciéndomelo notar.

—UF…TU PANOCHA…TRAGA MI POLLA…

—AH...TU POLLA ME LLENA LA PANOCHA…

Mi hijo al verme tan excitada y caliente me sacó la polla, poniéndome ansiosa por que siguiera.

Metió y sacó el grueso cipote lentamente de forma repetida, poniéndome fuera de mí, más caliente…

A cada perverso mete saca mi peluda panocha quedó soltando jugos, abierta de forma obscena.

—SPLAFSSS…MMM, SPLAFSSS…AH, SPLAFSSS…AAAY…

Como sí en vez de ser su madre y una señora casada fuera una puta.

Mi hijo exaltado de verme tan caliente y excitada, aceleró el mete saca, echándose en mi espalda, metiéndomela toda de un envite.

—¡¡TOMA POLLA EN TU CALIENTE PANOCHA…!!

—AH…¡¡ESTÁ…MUY GRUESA Y DURA…!!

Ángel doblado en mi espalda me culeó como un animal, sin sacármela, haciendo que me corriera en varios orgasmos encadenados.

—PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…

—AAAY…Jesús y María…¡¡ME CORROOO…!!

Con su padre jamás había tenido un solo orgasmo.

Tironeándome del pelo hizo que nos subiéramos en la cama de matrimonio.

Echado en mi espalda, me comió a besos, sin dejar de mordisquearme el cuello y chuparme la oreja. Con la ayuda de sus pies, me espatarró toda en el centro de la cama. Así con una habilidad que me sorprendió en un chico de su edad, me culeó sin sacármela, cogiéndome las tetas.

Ningún hombre me había llegado tan profundo como estaba haciéndolo él.

—OH MAMÁ…TU PANOCHA ES ESTRECHA Y JUGOSA…

—PLAF, PLAF, PLAF, PLF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…

—AH…ME LA METES TODA…¡¡CHINGÓN!!

Ángel se separó de mi espalda, apoyándose en sus brazos. En esa postura me envistió duro.

—OH…QUE PANOCHA TAN TRAGONA…

—PLAFSSS…AH, PLAFSSS…AH, PLAFSSS…¡¡QUE POLLA!!

Teniéndome espatarrada, sentí sus gruesas bolas chocar contra mi culo a cada envite. Agarrada a sus brazos levanté las nalgas, moviendo mi panocha al ritmo que él me marcaba.

—AAAG…COGE MI PANOCHA…¡¡CHINGÓN!!

Mi hijo excitado y algo nervioso, me pidió algo que no me esperaba en ese instante.

—Mamá q-quiero verte por favor, date la vuelta…

—Oh…me da pudor y vergüenza…

Tras unos instantes deshicimos la penetración. Me eché abierta de muslos. Me noté el corazón latir como si se me fuera a salir del pecho.

Llena de pudor me tapé la cara con el brazo. Ruborizada hasta las orejas le dije en un susurro…

—Ven mijo…

—Oh mamá, estás preciosa…

Ángel se echó entre mis muslos, dejándome su gruesa morcilla encima de mi exuberante panocha.

Me besó con timidez, ruborizado hasta las orejas. Rodee a mi hijo con mis muslos por las nalgas.

Tras el contacto de nuestros labios, sentimos una descarga eléctrica. Llena de pudor y recato, ruborizados entreabrimos tímidamente las bocas.

Ángel me metió con descaro la lengua, chupando mi lengua con deseo contenido. Noté mi panocha mojarse más. Mi hijo volvió a sorprenderme de nuevo.

Sin ayuda de sus manos, moviendo las caderas logró enfilar su grueso cipote en mi vulva.

Noté como me estiró los carnosos labios hacia dentro.

Nada más notar como mi panocha ciñó la gruesa cabeza, me la metió toda de un envite, cogiéndome de ambas nalgas.

Sentí cómo la polla de mi hijo me llenó la panocha, hasta el útero.

Al sentirme así de follada, levanté las nalgas del colchón.

Ceñí a Ángel con mis muslos por los riñones, cogiéndome a su cuello.

Me arrancó un obsceno y vulgar alarido de placer, como jamás le he dicho a ningún hombre, ni si quiera a su padre…

—AH…¡¡COGEME RICO…!!

Mi hijo al oírme, excitado me habló igual de forma vulgar y soez…

—UF…¡¡COGE REPUTA…!!

Con mis nalgas en vilo, Ángel me la metió como sí el mundo se acabara esa tarde. A cada envite sus huevos golpearon con violencia mi panocha.

—PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…

—AH…MI PANOCHA...LA ABRES MUCHO…

—OH…ES ESTRECHA…Y TRAGONA…

Nuestras bocas quedaron selladas, resoplando y respirando uno en la boca del otro.

A cada envite del grueso cipote en el fondo de mi panocha, mi vulva apretaba duro la verga, soltando jugos como una lasciva fuente.

—SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

Con los ojos entornados, y los sentidos exaltados por el placer que me estaba dando, le hablé como si fuera mi amante en vez de mi hijo…

—AH…NO PARES…¡¡COGEME CABRÓN…!!

Mis palabras exaltaron la excitación de Ángel. Noté como se le puso más gruesa. Me dio un mete saca seco y violento, haciendo correrme a los pocos segundos.

Cuándo aún me corría, agarrada a su cuello como una garrapata, con habilidad felina se volteó quedando sentada encima de él.

Sin darme tiempo a reaccionar, hizo que nos cogiéramos las manos.

Me hizo cabalgarlo como si fuera su puta. Así noté su verga en el estómago en cada envite. Me vi moviendo mis caderas como una guarra, clavándome el cipote de mi hijo en el útero…

—AH…TU CIPOTE...SE ME CLAVA MUCHO…¡¡ÁNGEL…!!

—OH…VEO TU PANOCHA…¡¡COGE BEATA…!!

Bajé la vista descubriendo como la polla de mi hijo se metía toda en mi panocha a cada envite de mis caderas. Esta visión me puso caliente como una perra.

—AH…ES VERGONZOSO…SE ME CLAVA MUCHO…

Ruborizada, noté como la panocha se me movía sola.

Moví las caderas como si tuviera un ataque epiléptico.

—AAAY…MI PANOCHA…¡¡COGEMELA HIJO…!!

—UUUF…MUEVES RICO LA PANOCHA…

Al oírle hablarme así, aceleré mis caderas, me comencé a correr de nuevo chorreándole la polla con mis jugos.

—AAAY…ME CORRO MIJO…

Mi hijo al notarlo me hizo reclinarme encima de su pecho. Teniéndome así me sujetó por la cintura, metiéndola como un animal en celo.

—PLAF…TOMA POLLA…PLAF…AAAY…PLAF…ME VOY…

Se le puso más gruesa al notar como mi panocha le daba apretones a cada mete saca.

—OH MADRE…¡¡TU PANOCHA ME COME…!!

—AH…CARIÑO…DAME LA LECHE…

Mi hijo me soltó en el fondo de la panocha, varios disparos de leche, a cada envite de nuestras caderas.

—PLAF…AAAH TU LECHE…PLAF…PLAF…

—PLAF…OOOH…QUE PANOCHA…PLAF…PLAF…

Sentada encima de él, oculté mi cara ruborizada en su hombro. A cada envite, le ceñí su gruesa polla con un obsceno apretón de mi panocha.

Le hablé en susurros como si fuera mi amante furtivo, en vez de ser el hijo de una señora casada, recatada y beata…

—PLAF…OG DAME TU LECHE…PLAF…PLAF…

—PLAF…OOOH TOMA POLLA Y LECHE…PLAF…PLAF…

—PLAF…AAAY…¡¡QUE POLLA…!!PLAF…ME CORRO…PLAF…

Con el último envite seco y violento de su polla en mi panocha, quedamos uno encima del otro, adormilados.

Desde hacía muchos años no me dormía con una sonrisa de felicidad, como lo hice esa noche.

REENCUENTRO CON LUISITO 2.2

El Lunes por la mañana nada más entrar en la casa de los Sres. sin saber porque lo hacía decidí cambiar mi habitual atuendo.

En lugar de utilizar un pantalón corto me vestí con un guardapolvo, una bata algo corta hasta medio muslo.

Me puse unas medías a juego con una de las braguitas que me [J2] había comprado el sábado. me maquillé dándome algo de color en los pómulos.

Para acabar me pinté los labios. Al mirarme en el espejo, me noté la panocha húmeda sin entender la razón.

Mientras fregaba los útiles de la cocina, me llegó la imagen

de cómo se atrevió a hablarme mientras me hizo suya…

—OH…SARÁ…QUE RICO FOLLAS…— y como le respondí, hablándole como no imaginé lo haría jamás…

—OG...NENE…¡¡ FOLLAME…!!

Con estos sucios pensamientos, no oí llegar por detrás a Luisito.

Me agarró las tetas por sorpresa, ocultando su cara en mi rizada melena. Noté su gruesa morcilla, dura y caliente, frotándose contra mi culo. Se había desnudado en silencio detrás de mí, sin yo darme cuenta.

—UF Sara…estás preciosa…así maquillada y el pelo rizado…

Me mordisqueó el cuello, chupándome la oreja, haciendo que la sangre se me subiera a la cabeza.

—Mmm Luís…soy una señora casada…esto no puede ser…

Con un desparpajo impropio en un chico de su edad, me hizo le agarrara la polla. La note más gruesa y dura que la semana anterior. Me pellizcó los pezones, poniéndomelos duros y tiesos, como mi marido no me lo había hecho jamás.

—AH…mis tetas…nadie me ha tocado así…Jesús

y María…eres un aprovechado…

A pesar de mi protesta, aunque débil, no le solté la gruesa polla.

Mi mano le dio morbosos apretones, como si no creyera que un chico de su edad, se gastará una polla como aquella. Soltándome una de las tetas, metió la mano bajo la bata, hasta dentro de la braguita. Rápido descubrió como tenía de húmeda la panocha.

Me manoseó la panocha con toda la mano, abriéndome los labios con descaro. Nunca me había sentido así de acariciada.

Sin dejar de mordisquearme el cuello, y tocarme las tetas, me metió dos dentro de la panocha. Me doblé de placer, sobre la pica, sin soltarle la polla…

—Mmm…AH…no me toques así la panocha…AH…me confundes…so aprovechado…

Sin detener sus caricias, el chico me levantó el guardapolvo hasta la espalda.

Así como estaba doblada hacía delante, metió la polla dentro de las braguitas, frotándome la panocha a cada envite, sin soltarme las tetas, ni dejar de mordisquearme el cuello…

Me fue imposible no recordar que mi hijo Ángel me había hecho lo mismo el día anterior. Esto me recalentó mucho.

Excitado como un animal, me susurró palabras muy calientes, excitándome con él…

—UF…que chocho tan peludo y jugoso tienes…BEATA CACHONDA…te voy a follar como tu marido no lo hace…

—AH…no me toques así…estoy casada…AH…no podemos…

En uno de los envites, Luís acertó a meterme la polla.

Nada más sentirla dentro, gritamos como dos bestias en celo…

—OH…¡¡ SARA…!! — OG…¡¡ LUÍS…!!

Me culeó como un salvaje, diciéndome lo sabroso que le parecía mi panocha.

—UF…QUE CHOCHO TAN JUGOSO…TÓMA POLLAAA…

—SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

—AAAY…LA METES MUCHO…

A pesar de mis protestas, me vi empujando las caderas para que no dejara de cogerme. El descarado al darse cuenta de lo caliente que estaba, y como movía la panocha, me habló como a una puta…

— SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

—UF…GUARRA…QUE RICO MUEVES EL CHOCHO…

—AH…ME FOLLAS TODO EL COÑO…

Me tironeó del pelo, haciendo que le moviera el culo como él quería…

— SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

—OH… ¿TE COJO RICO…CHACHA-BEATA…?

Al oírlo llamarme así, me corrí con los ojos en blanco.    Luís al ver cómo le movía la panocha, me tironeó del pelo hasta que acabé doblada por la cintura.

En esa postura, toda doblada sujeta a mis piernas en medio de la cocina, me envistió como un animal.

La metió con una fuerza endemoniada como si su polla fuera un pistón mecánico…

—PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…

A cada mete saca, me sacó los jugos a chorros, en varios

orgasmos encadenados…

—PLAFSSS…AH, PLAFSSS…AH, PLAFSSS…ME CORRO…

—UF…CHACHA REPUTA…QUE CHOCHO…TOMA VERGA…

—PLAFSSS…OG, PLAFSSS…OG, PLAFSSS…MMM…

Al hacer ejercicio a diario y ser bastante flexible, acabe espatarrada, doblada por la cintura con las manos en el suelo.

Así con toda la panocha ofrecida, Luisito me cogió como un animal. Para cogerme más profundo, sin sacármela me llevó hasta el salón.

A cada paso, noté como se le puso más gruesa y dura.

Cerca del salón se detuvo para darme un mete saca diabólico, al sentir como mi panocha le ceñía la verga, con lascivos apretones a cada mete saca.

—UUUFFF…CHACHA-BEATA…TU CHOCHO ES TRAGÓN…

—OG...COGE MI PANOCHA…HAMBRIENTA…

—PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…

— ¿ASÍ…CHACHA-BEATA…? TOMA POLLAAA…

PLAF…OG, PLAF…OG…, PLAF…SÍ, FOLLA MI PANOCHA…

Acabé doblada sobre el sofá, mientras me tironeaba de ambos brazos hacia atrás.

—UF…CHACHA-BEATA…QUE CHOCHO TAN ESTRECHO…

—AY…ME ROMPES EL COÑO…FOLLAME…CHINGÓN…

—PLAFSSS…PLAFSSS…PLAFSSS…

Luisito al oírme se le disparó la excitación. Sin sacarla nos subimos los dos en el cómodo sofá.

A pesar de ser de la misma edad que mi hijo, se dio cuenta rápido que, esa postura es la que más caliente y excitada me pone.

En la postura del perro, se echó sobre mi espalda, después de habernos desnudado del todo. Me pregunto si de verdad iba a ser su porno-chacha.

—Sara ¿en serio que vas a ser mi porno-chacha…?

Antes de responderle pensé lo que iba a decirle.

—Lo seré sí no pones en peligro mi trabajo, y eres un buen chico…quiero decir que seas discreto y cumples todo lo que me dijiste…

Se ausentó un momento, al volver trajo en las manos dos billetes de cincuenta euros. Tras dejarlos en la mesa del salón, se puso detrás de mí.

Me envistió hasta que sus gruesos huevos golpearon mi culo.

—MMM… OG…seré tu CHACHA-PUTA… ¿Eso quieres…?

Luisito se volvió a echar en mi espalda. Me cogió de las tetas, ocultando su cara en mi pelo, envistiéndome la polla sin sacarla, culeándome loco de excitación, de follarse a una mujer madura de mi edad.

—UF…TU CHOCHO ES JUGOSO Y CALIENTE…

—AH…FOLLA MI COÑO HAMBRIENTO…

Al oírme pedirle que me follara el coño, le fue imposible no correrse.

Lo hizo sujetándome por las caderas, haciendo que me corriera de nuevo con él. Jamás en mi vida pensé me vería

en una endemoniada situación como en la que estaba.

—PLAFSSS…PLAFSSS…PLAFSSS…

—AH…ME COGES TODA LA PANOCHA…ME CORROOO…

—OH…COMO FOLLAS PUTA…TOMA LECHEEE…

A cada chorretón de leche, me clavó el cipote en el fondo de la panocha.

Noté como mi vulva le ordeñó la gruesa verga, dándole obscenos apretones a cada mete saca.

—SPLURTTT…AH, SPLURTTT…TU LECHE, SPLURTTT…OG

—SPLURTTT…QUE CHOCHO, SPLURTTT…TOMA LECHE…

—SPLURTTT…AAAY TU CIPOTE, SPLURTTT…AAAY…

Nada más correrse me quedé sorprendida de la fuerza de aquel chico. Se acababa de correr y seguía con la polla casi igual de dura que antes.

Siguió envistiéndome lentamente, dejándomela sentir toda metida en el fondo de la panocha. Ambos notemos como las paredes de mi vulva ceñían la gruesa morcilla a cada envite, dándola lascivos apretones como si quisiera ordeñarla.

Luisito me llevó en contra de mi voluntad a la habitación de sus padres. La ancha cama la presidía un enorme espejo en la cabecera.

Me hizo ponerme a cuatro patas en el centro de la cama.

Teniéndome así me cogió con fuerza del pelo haciendo que le lamiera toda la polla…

—Chupámela Sara, seguro que una beata como tú nunca ha follado delante de un espejo… ¿Cierto…?

Le respondí más excitada y caliente de lo que quería reconocer.

—SLURPPP…no, SLURPPP…cierto, SLURPPP…es vergonzoso.

Le pasé la lengua por toda la polla, dándole lentos lametones, saboreándola de forma lasciva i libidinosa.

Me noté los pezones tiesos y duros que me dolían. Por la excitación.

Luisito gimió de ver como se la lamía con aquel vicio…

—UFFF…eres una beata viciosa...te gusta, ¡¡TOMA POLLA!!

Diciendo esto me metió la polla hasta la garganta. Como si fuera su puta de toda la vida, le atrapé entre el carrillo y la lengua, dándole lengüetazos como una viciosa.

—MMMPPP...—OOOH…—MMMPPP…—UUUF…¡¡SARA!!

M noté la panocha soltando jugos como un grifo mal cerrado.

Luisito me hizo detener la felación—para o me correré—.

Excitados y calientes como si fuéramos un cliente y su puta, nos pusimos de cara al espejo. El adolescente me hizo ponerme toda espatarrada encima de él, dándole la espalda.

Me vi reflejada en la pulida superficie, toda ruborizada.

Se me veía una panocha exuberante de pelos negros y ensortijados. En medio asomaban unos labios carnosos, brillantes de jugos.

El chico me frotó la amoratada cabeza arriba y abajo, por toda la panocha. A cada roce me noté un escalofrío, notándome más excitada…

—PLAFFF…UUUF…¡¡ QUE CHOCHO…!!

—PLAFFF…MMM AAAH NO HAGAS ESO…

—PLAFFF…ESTÁ CALIENTE Y JUGOSO…

—PLAFFF…AAAH…¡¡QUE POLLA…!!

Con los ojos entornados, cachonda y loca de excitación como no pensé sentirme jamás, con la palma de la mano me froté la empinada morcilla contra la panocha.

Luisito al verme, me empaló toda la polla de un envite.

Los ojos de ambos miraron morbosamente como mi hambrienta panocha se tragó la gruesa polla. Los músculos de la vulva apretaron de forma lasciva la polla.

Sentí el amoratado cipote en el fondo de la panocha.

Al unísono gritemos un vulgar y pervertido alarido de placer…

—OOOG…¡¡QUE POLLA…!!

—UUUF…¡¡QUE CHOCHO…!!

Con la palma de la mano acaricié la base de la dura morcilla, a cada mete saca. Sacudí las caderas con movimientos secos y violentos. Luisito movió las caderas al ritmo que yo le marqué.

Me llegó un orgasmo traicionero, como un azote.

—AAAY…¡¡ME CORROOO…!!

A cada sacudida de mis caderas noté el cipote más grueso y duro en el fondo de la panocha.

—AAAH…LA METES MUCHO…

Luisito me sujetó con sus manos por debajo de las nalgas.

Sin apartar ambos los ojos del espejo, me hizo mover la panocha como una guarra.

—MUEVE ASÍ LA PANOCHA…¡¡PUTONA…!!

—ME COGES RICO…¡¡CHINGÓN…!!

Vi en la superficie pulida una imagen que, no se parecía en nada a la Sra. casada madre de familia, beata y pudorosa que había sido hasta hacía pocos días.

El reflejo me mostró una mujer toda ruborizada, desinhibida, que hablaba de forma vulgar mientras estaba follando con un adolescente de la misma edad que su hijo.

Sin descartar que aquel pervertido hijo de papá, se imaginara por unos instantes que se estaba cogiendo a su madre…

Teniéndome así me la sacó y metió con un mete saca diabólico, como si fuera un animal.

—PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…PLAF…

—AAAY…ME LA CLAVAS MUCHO…

Sus hinchados huevos chocaron con violencia contra mi panocha, mientras habló de forma vulgar de cómo mi panocha se tragaba la verga.

—OOOH…TU PANOCHA ES TRAGONA…

—AAAH…ME LA METES MUY DURO…

Mientras me corría sin parar, no sé por qué pensé que Luisito tenía la edad de Ángel, mi hijo.

—ME CORROOO…¡¡DAME TU LECHEEE…!!

Esto me llevó a excitarme y calentarme como una perra.

Vi en el espejo la imagen mía y de mi hijo Ángel en la cama de matrimonio, el día anterior.

Noté las paredes de mi vulva ciñendo de forma violenta la gruesa verga. Él lo noto, quejándose del placer que mi coño le daba…

—UUUF…TU COÑO…ME APRIETAS LA POLLA…

Esta imagen me hizo hablarle al adolescente de forma pervertida y lujuriosa, como no pensé sería capaz de hacerlo jamás…

—ME CORROOO…MI HIJO…TIENE TU EDAD…

—OOOH…ERES UNA MADRE…CHINGONA…

Los dos más excitados por los pervertidos comentarios, todo sudados, movimos las caderas como animales.

Me oí sin saber de dónde me salió la voz…

—AAAH…COGE A TU MADRE…¡¡CABRÓN…!!

El adolescente al oírme me la metió toda sin sacármela.

Noté como se le ponía más gruesa, lanzándome varios violentos chorros de leche hirviente.

—SPLURTTT…SPLURTTT…COGE MIJO, SPLURTTT…

Me culeó con violentos movimientos de caderas. A cada envestida me soltó un disparo de leche.

—OOOH…ME CORROOO…¡¡MADRE GUARRONA!!

—AAAY…TU LECHE…COGE RICO MI PANOCHA…

Cuándo aún seguía soltando leche me la saqué, ordeñándolo frotándosela con la panocha.

Le hablé ruborizada, mirando el espejo como una pervertida, dispuesta a ser su CHACHA-PUTA y lo que él quisiera.

—AH…cuanta leche… ¿te excita cogerme como a tu mamá…?

Yo seguía sintiendo varios pequeños orgasmos, como no los había tenido jamás con nadie.

Luisito siguió soltando leche, salpicándome las tetas, sin que la polla se le bajase nada.

Al contrario, al escucharme se le puso más dura.

Me respondió tras unos segundos, sintiéndonos los dos con los sentidos exaltados…

—…PUTA…TE VOY A COGER MUCHO. MAMÁ…

Apenas pronunciada la última palabra me metí de nuevo la polla. Sollocé de placer como una guarra…

—AAAH… ¡SÍ!

Estaba como una barra de hierro. Luisito sin sacármela me dio la vuelta, poniéndome de cara a él.

Ruborizado como yo, me sujetó con fuerza por la cintura y el culo.

Teniéndome así me hizo reclinarme sobre su pecho. Me penetró con un mete saca lento y profundo. Como sí entre los dos hubiera «algo pervertido», y quisiera hacérmelo sentir…

—SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

—UF…QUE CHOCHO TAN JUGOSO…

—AAAY…LA SIENTO EN EL FONDO…

—SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

Sus hinchadas pelotas golpearon repetidamente con fuerza mis nalgas. Me la metió como si fuera un pistón.

—PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…

—AAAY…ME COGES MUCHO LA PANOCHA…

Noté como se le puso más grande y dura. La tenía algo más grande que mi hijo, aunque no tan gruesa. La noté en la entrada del útero.

Al oír lo que me decía y sentir su cipote en el fondo de la panocha me corrí a chorros. Luisito me susurró de forma pervertida y caliente…

—AAAY…QUE ME CORROOO…

—OH…te excita cogerme como tu hijo…¡¡PUTA…!!

Ruborizada y loca de excitación le empapé la polla con mis jugos, hablándole como si fuera mi hijo Ángel…

—…COGE RICO A MAMÁ…¡¡CHINGÓN…!!

Luís al oírme hablarle de forma obscena, fue incapaz de contenerse.

—UF…TU PANOCHA ME ORDEÑA LA POLLA…

—OG…METELA TODAAA…¡¡COGEME…!!

A cada envite sentí un disparo de leche en el fondo de la panocha, notando como las paredes ceñían con fuerza la dura verga.

—PLAF…PLAF…PLAF…

—AAAY…DAME TU LECHE…LUÍS…

—OOOH…ME CORRO…TOMA LECHE…CHACHA…

Excitado como un animal, levantó las caderas del colchón, levantándome con él. Me clavó la polla con envites secos y duros. A cada mete saca noté como me llenaba de leche la panocha—PLAF…OG, PLAF…OG…, PLAF…¡¡ QUE POLLA…!!

Ruborizada oculté mi cara en su hombro, hablándole como una guarra…

—AAAY…QUE CIPOTE…¡¡COGEME CABRÓN…!!

—OH…QUE PANOCHA…TOMA LECHE…

—SPLAFSSS…SPLAFSSS…SPLAFSSS…

Luís me rodeó con sus fuertes brazos por la cintura.

Se dejó caer en el colchón, dejándomela toda metida. Sin sacarla apenas, me culeó, hablándome de forma soez sobre cómo mi panocha le ciñó la polla, sacándole toda la leche.

—…QUE PANOCHA…ME SACAS LA LECHE…

—AAAH…LA METES MUCHO…

Nada más corrernos Luís insistió en que nos ducháramos juntos. En la ducha con los chorros de agua caliente, nos volvimos a excitar. El chiqueado hijo de papá me volvió a coger como si se acabará el mundo.

Pero esto lo contaré en el próximo relato sí es que esté tiene una buena acogida…

Una beata indecente...

FIN

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[JGC1] —OH…MAMÁ…QUE RICO FOLLAS…

—OG...HIJO…¡¡ FOLLAME…!!

[J2] REENCUENTRO CON LUSITO.