Ceviche de Sexo

Omar viene de visita con su nueva conquista, un muchachito precioso que ama los falos tanto como mi esposo. (trío gay)

Ceviche de Sexo

¡Buenaaaaass! ¿Se puede?

¡Omar! ¡Qué gusto de verlo! ¡Kike, amor, Omar nos vino a visitar!

Aquella fue una visita inesperada, como todas las que nos hacía siempre. Vestido con una pantaloneta de lona hasta las rodillas, playera, sandalias de cuero, cachucha y unos lentes oscuros que, dada la poblada barba que tenía, lo hacían ver como Facundo Cabral. Siempre era lo mismo, siempre que se iba de viaje a los Cayos del Diablo, Omar nos pasaba a visitar.

Ya lo conocen, lo vieron cogernos en varios de nuestros relatos anterior, como "Noche de Bar". El era el amante-novio de nuestro amigo de Baldo, pero se separaron porque este último ya no aguantó con sus infidelidades e inestabilidad, Baldo quería una relación seria y duradera.

Alto, barbudo y peludo, su metro con 82 de corpulento cuerpo estaba adornado con una panza indisimulablemente cervecera. Malencarado, parecía una persona mucho menos amable y amigable de lo que realmente era (cuando usa chumpa de cuero parece matón de narcos).

Siempre que nos visitaba nos llevaba pescado y mariscos, que el mismo había pescado. Se metía a mi cocina y preparaba unos deliciosos ceviches al estilo mazateco, con salsa de tomate y de soya, limón, perejil, algunas especies y carne de mariscos hasta rebalsar el vaso. En lo personal no soy muy aficionada a los mariscos, me gustan sobre todo en caldos. Pero nunca desprecio un ceviche bien preparado… siempre y cuando no me digan qué contiene, je, je.

¡Omar, qué bueno verte mano! – lo saludó mi esposo.

El gusto es mío… les presento a Ludvin… un amigo.

Mucho gusto. – dijo el joven.

Ese Omar nunca va a cambiar. Kike y yo intercambiamos miradas… "amigo", si, cómo no… ese muchacho era su más reciente conquista. Hay que reconocer que tiene buen gusto, Ludvin era bastante lindo. Moreno y delgado, además de bajito, tal y como le gustan a Omar, destacaban en el sus ojos oscuros y su nariz fina, además de su cutis terso. Era más que finito, digamos algo amanerado.

Agarré 2 barracudas y un montón de caracoles, calamares, pulpos y cangrejos… las barracudas nos las vamos a volar asadas, lo demás para un ceviche de ¡puta madre! – sin más entró y se metió a mi cocina, así era el de macizo, pero alegre y agradable al fin y al cabo.

Pues bien, Kike se fue a acompañarlo en la cocina, mientras yo me quedé en la sala haciendo algunas cuentas. Ludvin, como un pollo comprado, se fue a sentar junto a mi y entablamos plática. ¡Ese Omar es un inconsciente!, el muchacho tenía 17, ¡qué bruto! Me tomó confianza rápidamente y terminó contándome que es un vecino de nuestro amigo, que desde hacía bastante le gustaban los hombres y que, cuando lo invitó a acompañarlo a los Cayos, aceptó pues ya sabía lo que pasaría.

¿Y te dejó satisfecho Omar? – le pregunté, haciendo que se pusiera rojo como un tomate.

Si… es muy bueno y la tiene… bueno… me gustó… – no era para menos, Omar es una máquina de coger con un miembro de 18 cm, más o menos grueso.

Interrumpí la plática pues me di cuenta de algo, ya no escuchaba las risotadas de los 2 hombres en la cocina. Eso solo podía significar una cosa, tenían las bocas ocupadas y ya yo sabía bien con qué.

Me puse de pié y me acerqué sigilosamente a la cocina, Ludvin vino detrás de mi. Allí estaba los 2 hombres, Omar preparando una bebidas, micheladas para ser más exacta, y Kike arrodillado mamándole la verga. Por la cara que puso Ludvin me pude dar cuenta de que no se lo esperaba, seguro que no conocía del todo bien a Omar. Aquellos 2 se separaron cuando me oyeron carraspear.

Pues bien, las barracudas estuvieron deliciosas, así como el ceviche y las micheladas, el almuerzo fue muy ameno y animado, y Omar no dejaba de contarnos graciosas anécdotas. Al mismo tiempo le tiraba fuerte los perros a su joven amante, que ya no paraba de estar rojo.

Laurita, dígame, ¿verdad que el patojo está chulo?

Si Omar, está chulito

¿Y vos Kike, qué opinás?

Está para comérselo… – el pobre de Ludvin cambiaba de un rojo intenso a un casi morado.

¡Precioso está el niño!… a ver Ludvin, parate y date la vuelta para enseñarles la colita… dale, dale patojo, que aquí estamos en confianza.

El pobre de Ludvin se puso de pié y se dio la vuelta como le indicó Omar. Vestía un pantalón de lona muy ceñido, algo raído, una camiseta blanca y algunos collares de conchas en el cuello. Era tan delgado que se veía hasta frágil. Nos mostró un trasero pequeño, de caderas estrechas, nada del otro mundo.

Ahorita se mira plano, sin ni mierda, pero espérense a que se lo saque, van a ver un culito moreno y redondito, redondito… a ver vos, dale, quitátelo

¿Frente a ellos?

¡Si hombre!, si ya te dije que son amigos míos de confianza… además, ya viste lo que estaba haciendo con Kike en la cocina, ¿me vas a decir que no te gustó y que no te dieron ganas? ¡Si pasaste todo el fin de semana de rodillas cerote! – Ludvin se puso más colorado todavía.

¡Omar es un salvaje!, a veces me sorprende que aun sigamos siendo sus amigos. Es un tipo tosco que no tiene sensibilidad ni tacto para nada… tiene sus cosas buenas también, pero me saca de quicio muy fácilmente. No quise participar en aquello, así que me levanté y me dirigí a la cocina, con la excusa de ir por más aguas gaseosas.

Desde la cocina oía las risotadas de ese tipo, celebrando los atributos físicos de su joven amante. Poco a poco el gritería se fue haciendo menos, y una música apareció de fondo. Curiosa como soy (mucho muy curiosa) decidí asomarme para ver, y vi lo que ya me esperaba. El puto calenturiento de mi marido se estaba pegando una agarrada de campeonato con Ludvin, que ya no tenía ni los calzoncillos puestos, tan solo la camiseta. Desde atrás, Omar le metía mano por en medio de las piernas.

Kike se iba despojando de la ropa poco a poco, quedando completamente desnudo. Entonces se sentó en su silla y atrajo hacia si a Ludvin. Le dijo que pararían en cuanto el lo pidiera y lo sentó en sus rodillas. Me puse celosa, ¡solo yo me siento en sus rodillas!… ¡pero qué tonta debí haberme oído ahorita!

Siguieron besándose mientras Omar se desnudaba y acariciaba su hermoso falo, un elegante miembro de 18 cm, bastante gordo. De pié se acercó a los 2 amantes que se besaban y manoseaban sobre la silla. Colocó su pene en medio de ambos rostros, y estos, sacando ambas lenguas, se dedicaron a lamerlo. Pronto se hallaban turnándose para darle lametones y chupadas.

Omar movía sus caderas de adelante hacia atrás, dejándolo mamársela como se les diera la gana. Kike a su derecha y Ludvin a su izquierda, le propinaban una deliciosa mamada doble en la que cada uno lamía y succionaba la mitad de ese aparato. Y Omar cada vez respiraba más aceleradamente.

Tomó a su joven amante del cuello y lo besó con fuerza. Luego lo puso sobre una silla, de frente a esta y dándoles la espalda a ellos. Así los otros 2 se pusieron a manosearlo y a lamerle la espalda, sobándole las nalgas y tratando de meterle varios dedos entre el ano. Este cedió rápidamente, obvio, si Omar se la pasó metido en el todo el fin de semana.

Kike, ¿me hacés los honores?… ¿vos no querés que te coja Kike patojo?

Si… si… – respondió casi entre susurros, muy excitado – que me coja

Dale pues Kike, cogételo duro que el pisadito aguanta.

Ni lento ni perezoso, mi esposo fue por un condón y se lo colocó, aceptando la invitación de Omar, que también estaba enfundando su arma. Kike colocó la punta de su herramienta sobre el redondo y oscurito ano de Ludvin, presionó un poco y sintió como este se iba deslizando poco a poco a través de esa apretada y caliente abertura. El muchacho suspiraba hondamente, se le veía estremecerse a cada centímetro de su ser que era invadido y dejaba salir leves gemiditos de su garganta.

Kike esperó un momento antes de comenzar con los movimientos de la cogida, tiempo que Omar aprovechó para acariciarle la línea del culo con las yemas de los dedos. Entonces mi esposo comenzó a empujar con fuerza dentro del ano del muchacho, que empezó a gemir como si estuviera pariendo adobes.

Omar se colocó frente a Ludvin, con su enorme pene parado y apuntándole a la cara. Este, más caliente que una estufa prendida, se inclinó para poder mamársela al mismo tiempo que le ofrecía el culo a mi esposo. El hombretón tomó las manos del muchacho y se las sujetó con fuerza sobre su espalda, de manera que el no podía oponer resistencia cuando Omar le enterrara la paloma hasta la garganta. Podía ver sus cara enrojecida, como le faltaba el aire, pero también como no hacía ni un esfuerzo para quitarse de allí, al muchacho le iba la rudeza.

Mientras tanto Kike le seguía dando curo por el culo, aferrándose a sus caderas. El cuerpo blanco y nervudo de mi marido me encanta, aun me sorprendo de que sea tan femenino cuando se convierte en Kika. Tenía a Ludvin viendo estrellas, siendo penetrado por una verga hermosa mientras mamaba otra.

Luego de un rato, Omar sacó su pene de la boca de su joven amante y se dirigió detrás de Kike. Este, que ya sabía lo que vendría y lo esperaba con ansias, separó un poco las piernas y se recostó sobre la grupa morena del otro. Hizo que Ludvin se inclinara un poco más sobre la silla y se sostuviera con los codos sobre el asiento. El grueso y duro falo de Omar se empezó a abrir paso a través del estrecho conducto de mi marido, que, gracias a la extensa práctica de que gozaba, fue alojando esa poderosa barra de carne mientras se ensanchaba un poco más cada vez.

Una vez que tuvo a mi maridito amado empalado hasta los huevos, Omar se lo comenzó a coger como más le gusta: violentamente y a gran velocidad. El trencito quedó armado, Ludvin gemía me medio de largos y agudos suspiros mientras se sostenía con los codos sobre el asiento de la silla y era penetrado por un Kike enloquecido que se sostenía de su espalda sudorosa. Mi marido berreaba y bufaba enrojecido mientras era barrenado violentamente por un Omar debocado que lo sujetaba del cabello mientras la decía cosas al oído, supongo yo que obscenidades. Aquella "visita de amigo" que Omar nos hizo se había convertido en una orgía de campeonato y su nuevo noviecito había resultado ser tan puta como el, o como Kike… o como yo.

Aquí les mando un dibujo que me enviaron bastante ilustrativo sobre como se veía ese trencito.

Por mi parte me masturbaba frenéticamente, metiendo las manos y dedos por debajo de la falda que traía. Tuve mi primer orgasmo cuando el tren se recién formaba, y el último a los 15 o 20 minutos de la cogida, un poco antes de que Kike lanzara un grito cuando se vaciaba dentro de su condón, aun metido en las entrañas del muchacho, que resistió como un héroe. Al mismo tiempo mi amado compañero exprimía la gorda verga de Omar para lograr exprimirle hasta la última gota de semen cuando este acabó.

Los 3 se quedaron un rato sentados en el suelo. Yo, en cuanto me hube recuperado de mis varios orgasmos, desnuda y sudorosa, me acerqué a ellos contoneando las caderas. Mirándolos con ojos deseosos y voz aguda y sensual, les dije:

Qué no se les ocurra pensar que yo me voy a conformar con mis deditos… ¡hay 3 vergas aquí y las quiero a todas paradas ya!

Bueno, no les voy a contar lo que me hicieron esos 3, pero solo les voy a decir que aquella visita sorpresa de nuestro amigo, se convirtió en un recuerdo muy memorable en mi agitada y muy rodada vida sexual… ¡me hicieron carne para ceviche!

Garganta de Cuero.

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