Cesar

Este relato no puede llevar otro título mas que tu nombre.

CESAR

Me muero por aspirar cada uno de tus olores

Mis labios y mi boca anhelan saborear tu piel

Mi piel se vuelve más sensible al pensar en la tuya

Mis ojos brillaran realmente cuando encuentren los tuyos

Mis oídos desean más que nada escuchar la música de tu voz

Mis sentidos se agudizan solo de pensar en tenerte… algún día

Eres el culpable de mis desvelos. Las últimas noches no he podido dormir por tu culpa, pero mi insomnio pensándote es demasiado dulce como para preocuparme. Anoche sin ir mas lejos me giré en mi cama y estabas ahí de nuevo, desnudo, mirándome con ojos de deseo y ese gesto tuyo que me invita a abalanzarme encima sin demora.

Me miré y estaba desnuda también, pero me concentré de nuevo en detallar tu cuerpo, el cuerpo del delito, la invitación más dulce a pecar. Estabas tumbado de medio lado con un brazo bajo tu cabeza. Acerqué mis manos a ti y toqué tu pecho con la yema de mis dedos para saber si eras real. Mis manos cobraron vida propia y navegaron por tu cuerpo, palpando tus brazos, enredándose en tus manos, acariciando tu vientre para luego ir mas al sur hacia las deliciosas y cálidas profundidades de los tesoros de tu entrepierna.

Le dediqué especial atención a tus partes más íntimas, sin dejar de mirarte a los ojos para ver cada una de tus reacciones, estudiarlas, analizarlas y aprenderme de memoria cada gesto.

Cerré mis ojos para escuchar tus leves gemidos con atención y luego los abrí para abismarme en los tuyos y perderme en ellos.

Te acercaste a mi y me sentí vulnerable, perdida y a la vez como si naciera de nuevo. Alguna vez te he dicho que cada noche junto a ti es como si naciera de nuevo? Eso me ocurre a tu lado, con cada beso, con cada caricia y cada orgasmo muero y vivo de nuevo. Tu me haces vivir e iluminas el lado oscuro de mi corazón.

Pegaste tus labios a los míos tomándome por las caderas y apretándome a tu cuerpo con fuerza como queriéndome indicar quien tenia el control… sin duda eres tu amor mío, me gusta que me poseas y me domes y me gusta poseerte por completo. Nada hay mejor en el mundo que entregarse sin reservas a ese ser que se entrega a ti en la misma medida, es decir, sin medida.

Me rendí a tu boca y tus caricias, a tus labios que comenzaron a bajar por mi cuello hasta llegar a mis pezones los cuales apretaste entre tus labios, aspirándolos, fumándolos uno por uno con deleite, sin soltarme ni un momento, agarrándome con suavidad pero con firmeza, aunque yo no quisiera escapar de tu cárcel, de los barrotes que formaste con tus brazos y piernas alrededor de mi cuerpo.

Mis manos mientras tanto recorrían tu espalda y tus brazos, reconociendo cada lugar despacio como si el tiempo se hubiera detenido.

Nuestros cuerpos se enfrascaron en una lucha sin tregua cuando entraste en mi cuerpo y nos fundimos en uno solo, tus gemidos y los míos, tu lengua y la mía, nuestros sexos húmedos moviéndose de manera acompasada y frenética al compás de una música que solo tu y yo podíamos escuchar mientras nuestras manos volaban y se entrelazaban aferrándose a las sábanas que nos envolvían.

Cada movimiento tuyo hacia mi fue correspondido con uno mío hacia ti, para acercarme mas, para no dejarte salir ni un momento. Solo deseaba que te adentraras en lo mas profundo de mi cuerpo y que mi cueva se uniera perfectamente, palpitando como si tuviera vida propia.

Me aferré a tus nalgas empujando sin tregua y mis piernas se envolvieron en tu espalda mientras mis pies te acariciaban.

Mi piel se resbalaba en la tuya por nuestro sudor, resultado de nuestra lucha en la cual no hubo vencidos, solo vencedores cuando en un momento glorioso explotamos a la vez abrazándonos exhaustos, casi sin aliento, con la respiración agitada, las pulsaciones aceleradas, temblorosos y felices.

Me abracé a tu espalda llenándola de besos, acoplando mi cuerpo al tuyo mientras nos recuperábamos de nuestro encuentro. Ni el aire cabía entre tu cuerpo y el mío, esa noche fuimos uno solo de nuevo.

Por fin logré conciliar el sueño aunque con miedo porque sabía que al abrir mis ojos no estarías, pero el recuerdo de tu cuerpo me acompañaría todo el día, hasta la noche en que nos encontráramos de nuevo para tener un round bajo las sábanas.

Te amo.

Tu Horny.