Cerda 28, parte IV
Los animales también sienten celos... situación provocada expresamente para evaluar la reacción del animal.
La semana había transcurrido tranquila, sin usos ni abusos fuera de lo normal, más bien todo lo contrario, calma, demasiada calma.
La cerda no estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, si bien agradecía la calma y la tranquilidad que le ofrecía una semana corriente como la que había tenido, sabía que tras la calma llega la realidad, que no la tempestad.
Ella, como buen animal, necesitaba que la humillaran con frecuencia, que se le recordara cual era su lugar, cual era su realidad para que se le metiera en su puta cabeza la situación a la que había llegado.
Los días habían transcurrido en soledad, sin interferencias de terceros, sólo Él y ella, Él y su animal.
Nadie había molestado la tranquilidad y la sobriedad de las horas, nadie había interferido en su relación, ni humano ni animal alguno ajeno al núcleo familiar.
Ella sabía que no le pertenecía, sabía que Él no le debía nada a ella, que podía hacer lo que quisiera, pero cuando esas situaciones se producían, día tras día simplemente con ella como única compañía, al animal le daba por soñar, por pensar que esa era la situación ideal y que quien osara entrometerse en ella era el objetivo a batir, que Él era suyo, de su propiedad y que nadie tenía derecho a hacerlo gozar ni a disfrutar de sus atenciones ni de su compañía.
Él sabía que el no degradar y ofender de forma continuada a la cerda podría provocar esa situación en su cabeza, pero le gustaba jugar con su autoestima, con sus ideas, con su seguridad. Le gustaba llevarla hasta lo más alto para luego, sin más, dejarla caer.
Le gustaba ofrecerle ilusiones para luego, sin más explicación, hacerlas desaparecer.
Esas precisamente eran las ensoñaciones que habitaban la cabeza del animal hasta esa misma tarde, en que todo cambió.
La rutina los últimos días había estado muy definida... Él salía temprano de casa para ir a trabajar no sin antes haber meado al animal... éste se ocupaba de atender debidamente la vivienda y preparaba la comida... al regresar Él disfrutaba de los manjares diarios mientras depositaba en el suelo la porción correspondiente al animal y éste la disfrutaba a sus pies, directamente desde el suelo... siempre había creído que para un montón de mierda como ella era demasiado lujo poder disponer de comedero para perros, así que optó por darle de comer directamente en el suelo.
Tras acabar la comida, Él se tumbaba en el sofá para repasar las noticias del día en cualquiera de los dispositivos electrónicos de que disponía mientras la cerda le lamía los pies hasta que El echaba una cabezadita y ella se dirigía a la cocina para recogerla y que estuviera disponible cuando Él despertada.
Por la tarde él se ocupaba de los quehaceres rutinarios en el portátil y el animal permanecía a sus pies sin molestar pero disponible y dispuesta para cualquier cosa que se le requiriera.
La cena transcurría de forma parecida a la comida y antes de irse a dormir, ella le daba un masaje para liberar las tensiones del día y él se corría en cualquiera de sus agujeros.
Tras esto, Él dormía plácidamente en su cama mientras ella le guardaba el sueño en el suelo, a sus pies.
Pero ese día las cosas cambiaron... él estaba distinto ya desde el momento en que regresó del trabajo. La hizo ponerse de rodillas justo entró por la puerta, le cruzó la cara un par de veces, la humilló verbalmente y le escupió con cara de asco... ¿estaba regresando la normalidad? Le ordenó continuar con la comida y ella obedeció sin rechistar.
Se quejó de que los platos que le ofrecía estaban demasiado calientes, demasiado vacíos, demasiado salados... ese día no comieron juntos, lo único que ella recibió fueron las sobras de los platos que él había criticado una vez Él hubo acabado de comer.
Cuando Él se levantó para dirigirse al sofá tras haber tirado al suelo toda la comida para que ella la limpiara con la lengua, ella no supo que hacer, si dirigirse a lamerle los pies como los días precedentes o si quedarse humillada y hundida lamiendo la comida que le había tirado.
Optó por seguirle, pero Él la paró... “come”, le dijo... ella volvió a cuatro patas sobre sus pasos y regresó junto al suelo embadurnado de pasta con tomate, ensalada y restos de pescado al horno.
Se dedicó a lamer el suelo cumpliendo sus deseos, mientras Él consultaba su smartphone, sin perderle de vista para así poder responder con celeridad si le daba alguna orden.
En esas estaba cuando sonó el timbre... ella se sobresaltó ya que no esperaban a nadie, al menos ella no sabía que iban a tener visita... le miró y Él se levantó para ir a abrir con una semi sonrisa en la boca. Al pasar junto a ella lo único que dijo fue “come”... ella obedeció.
Cuando la puerta se abrió y estando ella con la cabeza baja lamiendo las sobras de la comida, sólo atinó a ver unos delicados pies embutidos en unas medias negras y éstas en unos zapatos que parecían caros.
Oyó carcajadas y un “te estaba esperando” saliendo de su boca... (esperando? Esperaban a alguien?)... luego se hizo y el único sonido que acertó a adivinar, fue el de la saliva pasando de una boca a otra, la estaba besando, fuera quien fuera la visita, la estaba besando... uffff... ¿por qué hacía eso? Él era suyo!!”
Cuando volvió a oír sus voces fue la de ella la primera en llegar a sus oídos... “¿qué es eso?”... (¿!¿!eso?!?!) se estaba dirigiendo a ella como eso?, ya empezaba a caerle mal, muy mal. Ella era un animal, un montón de mierda asqueroso, pero no un “eso”. ¿Quién era esa pelandrusca que venía a romper la hegemonía de su hogar?”
Los pies, que eran lo único que podía ver mientras seguía lamiendo se dirigieron al sofá. Al mismo sofá donde cada día, en los últimos tiempos ella le lamía los pies para que Él se relajara y pudiera echarse una cabezadita en condiciones.
Quería levantar la cabeza para poder ver quien era esa zorra y que pretendía, mirarla a los ojos para con su mirada de odio poderle decir que aquí no pintaba nada, y que ya se estaba yendo por donde había venido, que no era bien recibida y que nadie la había invitado, pero sabía que si hacía algo así podía ser que Él se cabreara, la sacara del salón y la única que saldría perdiendo sería ella porque no sabría ni vería lo que iba a pasar a continuación y aún celosa como estaba de la visita que habían tenido, quería saber de primera mano lo que iba a pasar, así que siguió comiendo lentamente para intentar no perderse detalle.
Mientras trataba de alcanzar un macarrón que se escurría, vio como la zorra se arrodillaba delante de él y como unas delicadas manos le quitaban los zapatos y los calcetines para luego levantar su pie y llevándoselo a la altura de su boca, empezar a lamerlo.
¿!¿!¿!Acaso estaba ocupando su lugar?!?!? Eran sus pies, ella era quien los lamía cada mediodía, no esa puta barata venida a menos, ¿qué se había creído? Además, no lo estaba haciendo bien, A Él le gustaba que le lamieran los pies, pero con la cabeza a ras de suelo, no levantándole el pie para hacerlo de forma más cómoda. Esa tía además de imbécil era torpe, muy torpe, dentro de nada Él le llamaría la atención y ese momento sería digno de ver :D
Pero eso no ocurrió, si no todo lo contrario, se oyó un “mmmmm” de boca de Él que dejó a la cerda con la boca abierta... “¿estaría la furcia esa lamiéndole la planta de los pies para que Él emitiera esos ruidos de “ui como me gusta lo que me estás haciendo?”
No podía ser cierto lo que estaba pasando delante de ella, una don nadie aparece en la puerta, Él la deja entrar, la besa como si no hubiera mañana y ella osa quitarle el lugar al animal lamiéndole los pies de una forma que a Él no le gustaba... estaba descolocada, algo no iba bien, tenía un sentimiento en su interior que no debería tener, odiaba a esa puta, la odiaba, estaba celosa de su presencia, debía irse, debía hacer algo para que desapareciera, para que no tuviera derecho ni acceso a ninguna otra parte de su cuerpo...
Inmersa en sus pensamientos estaba el animal cuando oyó un “ven” y rápidamente una sonrisa se plasmó en su cara y levantó la cabeza del suelo sin haber terminado de comer porque Él la había llamado... finalmente las aguas volverían a su cauce y ella ocuparía su lugar, que no era otra que el de estar a sus pies y así poder alejar a la zorra esa... pero lo que vió fue a la puta rubia, porque pudo ver que era rubia, entre sus brazos y en Él su mirada de cabreo mientras únicamente dos palabras salieron de su boca “come cerda”. Ella bajó la cabeza y la mantuvo a ras de suelo mientras las imágenes que había presenciado se agolpaban en su cabeza y pasaban como en cámara lenta una y otra vez por delante de sus ojos... él mirándola con cara de pocos amigos y la puta entre sus brazos, a su mismo nivel, no a ras de suelo como ella.
Oyó los típicos ruidos de la ropa cuando se quita con rapidez y mientras cae al suelo. Se imaginó lo que no quería aceptar. Se estaban desnudando, ambos dos, porque las prendas de ropa de los dos caían al unísono.
Se hizo el silencio, sólo se oían las respiraciones fuertes procedentes de dos gargantas ansiosas por completar el apareamiento.
Sabía que sería rápido, estaba segura, la pondría a cuatro patas, se la follaría y la echaría, lo hacía así con todas las amigas que tenía, esta no sería diferente. Se acabaría en pocos minutos y volvería a ser suyo, sólo suyo, todo volvería a la normalidad y ella le recuperaría. Esto sólo habría sido un mal sueño, una pesadilla y todo estaría de nuevo en su lugar.
Pero las cosas no sucedieron así, ella empezó a susurrar, él a reír a carcajada limpia, luego silencio, luego más risas... fricciones de carne, primero lentamente, luego con ansia, finalmente casi con brutalidad para volver a las caricias, palabras cariñosas, promesas que probablemente no se cumplirían...
Ella seguía con la cabeza baja, no podía creer lo que estaba viviendo, ¿se estaba poniendo cariñoso con esa tía? ¿con esa fulana que probablemente era la primera vez que veía? Era inaudito, era como una pesadilla... ¿porqué delante de ella? ¿porqué la estaba torturando de esa forma? La impedía mirar lo que estaba ocurriendo pero la obligaba a estar presente para oír e imaginar lo que estaba sucediendo... eso era incluso peor!!!
La mente es muy traicionera y la imaginación todavía más... pero eso era un golpe bajo, muy bajo, una puñalada en toda regla... no sabía si sería capaz de soportarlo... pero era hacerlo, soportarlo o perderle, y nada ni nadie le separaría de Él, soportaría lo que fuera con tal de permanecer a sus pies, incluso bajo la suela de sus zapatos.
Cuando dejó de pensar se dio cuenta que apenas había ruidos, agudizó el oído y lo que llegó a sus tímpanos le produjo arcadas... ¿!¿!gemidos?!?! ¿eran gemidos lo que estaba oyendo?... no era posible, Él nunca gemía con ella, se limitaba a vaciarse en su boca o en su culo y ya, ya estaba, se había acabado todo, la apartaba de su lado y se dedicaba a otra cosa. Ahora no, ahora estaba gimiendo, ¡¡¡estaba gimiendo!!! ¡¡¡Gemidos de placer!!! Porque estaba segura de que eran de placer.
Los gemidos siguieron e incluso se convirtieron en “ohhhh”, “mmmmm”, “másssss” la muy zorra estaba disfrutando y Él también porque no se le oía darle ninguna orden para corregir lo que hacía, o sea que debía ser que le gustaba.
El ruido cambió y pasó a ser el típico ruido que ella tan bien conocía... era el que producía su cadera cuando la estampaba contra su boca o su culo para usarla. La muy zorra estaba ahora donde se merecía, probablemente a cuatro patas siendo follada por el culo como un vulgar animal. Ahora obtenía lo que se merecía por puta, el trato que Él debería de haberle dado desde el primer momento en que llegó.
La comida del suelo se le había intragable, no tenía fuerzas para comer pero no osaba levantar la cabeza para ver así que seguía conformándose con oír e imaginar lo que estaba pasando... pero los ruidos no dejaban lugar a dudas, la estaba usando, así que estaba recibiendo su merecido... sonrió para sus adentros y lamió con ganas la salsa de tomate que había junto a un trozo de pescado.
Mientras se desplazaba a por un trozo de lechuga le sorprendió un “ahhhhhhhhhhh” saliendo de su boca con inusitada fuerza seguida de un “sííííííí”... ¿la muy puta se había corrido? ¿cómo que se había corrido?... no había oído que Él le diera permiso... odiaba a esa bruja, aparecía, le camelaba, ocupaba su lugar, le hacía gozar y ¡¡¡se corría con Él!!! ¿Cómo se atrevía? La odiaba...
Su voz se materializó fuerte y ronca con una orden muy directa... “cerda... ven”, la había llamado, ella levantó la cabeza y se acercó a su vera.
La siguiente orden la dejó perpleja... “mi amiga tiene que irse, límpiala” le dijo indicando la entrepierna de la zorra robaatenciones... se centró... pensó con rapidez... debía lamerle el coño y desaparecería, cuanto antes lo hiciera, antes se iría. Se apresuró hacia el coño... mientras se acercaba una horrible imagen pasó por su cabeza acompañada de una inevitable afirmación... no había oído rasgarse el envoltorio del preservativo en ningún momento... ¿habría sido capaz de follársela a pelo? ¿Lo había hecho?... sólo había una forma de averiguarlo, sería sencillo saberlo, sólo con poner su lengua sobre los labios de ella sabría si el sabor pertenecía a su semen o si por el contrario era simplemente jugos de la zorra.
Cada vez estaba más cerca, rogó, rezó, imploró en silencio... ansiaba no encontrar en esas piernas el sabor tan conocido de su leche... ansiaba que todo hubiese sido una jugarreta de su cabeza, que realmente si hubiese usado condón con ella y que simplemente ella no lo hubiese oído.
Pero no fue así... el primer lametón deshizo el enigma, sabía a Él, olía a Él, se la había follado a pelo, la había montado por el coño sin protección... las lágrimas caían por sus mejillas mientras lamía... no dejaba de ser un animal inmundo cumpliendo una orden pero esa tarde el mundo se le había caído a los pies, su mundo se desmoronaba, la había puesto celosa queriendo, expresamente, y ella había caído en la trampa, a cuatro patas. La había hecho vivir en una realidad idílica durante unos días para que se relajara y se confiara y para devolverla a la realidad, a su realidad, la de un ser humillado, utilizado, infravalorado y ningueado, había elegido follarse a una zorra delante de sus narices pero sin que pudiera verlo, únicamente oírlo... al fin y al cabo, eso había sido mucho peor.
Esa noche durmió en la terraza, sola, abandonada, despreciada y carcomida por los celos y la sensación de haber sido traicionada por quien era su universo, su mundo, su todo.
Esa noche le sirvió para volver a poner todo en su lugar.
Ella no era más que un montón de mierda, sólo eso...