Cerca de los 30 y la boda de mi mejor amiga 2 Part

La boda llegó y como era de esperar los momentos entre Pedro y Eva cada vez se estaban volviendo más tensos, hasta que una decide liberarse y cae en la tentación de un viejo amigo con el que siempre quiso algo pero nunca tuvo ocasión. ¿que pasara en ese reencuentro?

CERCA DE LOS 30 Y LA BODA DE MI MEJOR AMIGA

Cuando pensé que todo no podía ser mas bochornoso, se abrió la puerta y la cara de Marina era un cuadro de Munch.

  • Ostias... - La boca le llegaba al suelo.
  • Marina esto no es lo que parece.
  • No ya... estáis, no sé... ¿Qué hacéis?

Intenté pensar en algo pero es que nada parecía sonar bien o lógico. Así que aparté a Pedro todo lo posible y me percaté de que se estaba riendo. Si, encima se reía el muy hijo puta. Bajé las escaleras detrás de Marina y rezando para pillar una copa y pasar el mal rato. Miré el reloj cuando llegué a la mesa, aún era temprano y como si me leyera la mente mi amiga me negó con la cabeza.

Me resigné a quedarme un rato más hasta que alguien empezara a irse. Me senté junto a la ventana y me quedé fija mirando a través del cristal, salí de mi ensimismamiento cuando una mano se posó en mi hombro.

  • ¿Te aburres? - Me preguntó Héctor.
  • No, sólo estaba distrayéndome con las vistas. - Sonreí más de lo necesario quizás por que él me devolvió una sonrisa demasiado informal.

Me levanté fui a la mesa de las bebidas y me puse una coca cola sin mas, si bebía mas alcohol me tendrían que sacar de casa de mi amiga con un cubo colgado al cuello.

Nuevamente ese olor que me había hecho sentir cosas que no debía momentos antes en la planta de arriba, entró por mi nariz y cuando me di la vuelta me di de cruces con Pedro.

  • Eva...
  • ¿Qué? - Aparté la vista. - Debería dejar de beber por que no te hace bien.
  • Lo siento, pero lo que te he dicho es verdad.
  • Dios, estás como una cuba.
  • Desde hace tiempo he mirado a ver si te veía en internet por que quería saber de ti y no había manera de localizarte.
  • Las maravillas del ciber espacio hacen que te puedas poner nombres falso.
  • Y estas tres no soltaban prenda sobre ti, parecía que estaban coaccionadas.
  • Hicieron bien. Sólo hacían caso de lo que yo les decía. Mira Pedro... cambié mi vida de aquí cuando me mudé hace 10 años. No quiero ni hablar del tema de lo que pasó años atrás. Borrón y cuenta nueva.
  • Pero a mi me gustaba lo que teníamos.
  • Y a mi, pero eso quedó donde quedó y como quedó. Éramos unos críos que querían vivir y disfrutar sin pensar en nada más, ahora somos adultos y a pasado mucho tiempo.

Puso su mano en mi cintura y clavó los dedos en ella, se acercó un poco más a mi y susurró en mi oído.

  • Siempre tuve ganas de estar contigo aunque fuera una vez.
  • Joder, pues cualquiera lo diría con la procesión de chicas que vi pasar por tus brazos.

Marina nos interrumpió. Antes de que se me soltase la lengua y recordara aquella vez que se lió con ella también. Por que como he dicho antes, pasó medio instituto por sus brazos y su boca, menos yo claro. Era esa amiga del alma que quería tener sin perder y cualquier otra cosa podía joder nuestra amistad y bla bla bla.

Me fui a la cocina y saqué mi móvil. Llamé a mi chico pero no me lo cogía. Héctor apareció otra vez.

  • ¿Estás bien? Se te veía un poco tensa con él. - Y le señaló con la cabeza.
  • Si...- Sonreí . -el pasado siempre vuelve, como en las pelis de terror.
  • ¿Un antiguo novio?
  • Que va... un amigo muy especial de hace mucho tiempo y que perdimos contacto.
  • ¿Y tienes novio?
  • Si, bueno, tengo a alguien... llevamos unos meses.
  • ¿Y por que no ha venido?
  • No llevamos tanto como para traerlo a un acontecimiento así. - Y tu ¿tienes novia?
  • No.
  • No me lo creo...
  • Enserio, no me van esas cosas de tener algo serio. - Bebió de su copa y añadió. - Entonces, ¿tengo posibilidad?
  • ¿De qué?
  • Ay Evita...

Se apartó de la encimera y vi entrar por la puerta a Vanessa y a Noelia. Me dieron un abrazo muy efusivas y casi me iban a comer con los ojos. Acababan de llegar y aún no las había visto. Llevábamos tiempo sin vernos y las tres teníamos muchas ganas de ese encuentro.

Lo primero que hicieron después de ponernos al día fue criticar mis canas, decir que tenía más culo y que Marina le había dicho que me negaba a ponerme lentillas. Después de repetir el sermón de Marina, ambas se miraron y me volvieron a mirar.

  • Pensaba que vendrías sola. - Dijo Noe.
  • Y yo pensaba que estabas con el último chico.
  • Y sigo con el y he venido sola.
  • ¿Y este?
  • Pues el chico del blablacar y primo del novio. Ha sido casualidad, nos hemos enterado después.
  • Pues que casualidad más buena, joder como está.
  • Calla, que nos está mirando.
  • Dirás a ti. No te quita el ojo.
  • Ya está Vane con las envidias . Comentó Noelia para hacerla rabiar.
  • No cambiáis ni en la boda de una amiga... - Murmuré yo.
  • Aunque seguro que ella estará mas atenta a Pedro.
  • No digas tonterías. Dejadme en paz las dos, no empecéis a ver cosas donde no las hay que siempre hacéis el lío.
  • Con razón ha venido sola...
  • He venido sola por que no quería que me dejarais en evidencia delante de mi chico, que sois dos víboras.

Y la noche pasó entre miradas hacía Pedro y Héctor, entre risas y críticas con las chicas y entre alcohol... mucho alcohol. Me fui a casa con Héctor, a eso de las 1, me puse la alarma a las 7 por que tenía la peluquería temprano. Preparé la ropa del día siguiente y me acosté. Esa noche soñé con sexo, con interrupciones y con Marina, la cual tenía el don de interrumpirme desde que éramos crías.

Sonó el despertador y me desperté espeluznada, con ojeras y con un olor a ginebra que creo que venía de mi sudor. ME daba un asco yo misma enorme. Me metí en la ducha y bajo el agua caliente y el gel de vainilla que compraba mi madre conseguí ser persona en 15 minutos. Me puse una blusa, los vaqueros y y unas bailarinas y me fui para la peluquería.

Mientras esperaba mi turno y terminaban de hacerle el moño a la que estaba delante de mi me entretuve con el móvil. Tenía un par de mensajes de Marina, en ellos me decía que le habían pedido mi móvil, y como no le había respondido (esta chica es que no duerme), me mandó otro diciendo que le había dado mi número a Pedro.

“Puta, puta puta”

Silencié el teléfono y me llegó el turno.

Tras una hora y 15 minutos había terminado. Me fui a casa y llamé por teléfono a Marina para preguntar donde estaba el hotel en el que había que estar y la hora. “Las 5 de la tarde para empezar con las fotos conmigo y luego la misa” . Genial.

Mi vestido era precioso, de color azul eléctrico, tirantes de seda y pedrería por la parte del pecho y el escote. El cual dejaba entrever mucha mas carne de la que esperaba. Los zapatos muy bonitos pero no daban la impresión de ser muy cómodos. Metí unas bailarinas en una bolsa y las dejé preparadas para llevarlas al hotel.

El tiempo pasaba muy rápido y cuando quise darme cuenta estaba con el maquillaje, el cual di por finalizado cuando me pinté los labios de un color rojo escarlata que resaltaba con mi piel blanca. Me puse el vestido intentando no mancharlo ni arrugarlo y por ultimo los zapatos. (el mal rato que pasé con las medias os lo ahorro, por que si no me caí de boca y no acabaron con mas carreras que un ministro fue puro milagro).

Terminé de arreglarme con los complementos y a las 4 de la tarde estaba saliendo de casa y pidiendo un taxi para ir hasta el dichoso Hotel.

Cuando llegué ya estaba allí Marina, terminando de vestirse y más nerviosa que una colegiala en su baile de fin de curso. A su lado, Vanessa y Noelia, intentaban ponerse de acuerdo con el broche que iban a llevar. Vaya dos damas de honor. Pese a lo que pueda parecer no sentía envidia alguna con ese puesto, es mas, Marina me lo propuso y dije que no por que no lo veía apropiado. Éramos amigas pero nuestra relación dictaba aún de ser como con Noe y Vane.

A estas alturas se me había olvidado ya martirizarla por haber dado mi número a Pedro, pero es que estábamos a escasos momentos de la celebración y este día era para ella.

Nos hicimos unas cuantas fotos, salí en la mayoría pese a negarme un poco por que yo solía odiar esos eventos, pero no podía decir que no, así que a regañadientes acepté y posé como la que más. Y cuando eran las 16:50 nos bajamos al jardín del hotel donde un pedestal muy bonito e improvisado en pleno césped no s esperaba. Todo estaba lleno de sillas plegables blancas, con lazos en color plata adornando la espalda de estas. Había un camino de pétalos blancos que llevaba desde la entrada del jardín hasta el altar, donde el cura ya estaba esperando con la sotana y cara de soltarnos un sermón.

Nos pusimos cada uno en nuestro asiento, las amigas teníamos la primera línea junto a la familia, y cuando se acercó el novio, guapísimo por cierto, nos pusimos en pie. Poco después entraba Marina y la música empezaba a sonar muy flojita. Vane y Noe estaban ya llorando a moco tendido, yo intentaba resistir, con mucho esfuerzo, que no se me escapara ninguna lágrima, por que no quería trasformarme en mapache en plena ceremonia, así que siendo muy egoísta por mi parte me centré en lo que había pasado con Pedro el día anterior. Que hablando de Pedro ¿Dónde estaba?¿Y Héctor?, busqué y los localicé. Pedro estaba en un par de filas más atrás de la mía, mirando lo que supuse el móvil. Y Héctor estaba en la fila de la familia del novio mirándome y sonriendo. Le devolví la sonrisa y clavé mi vista en los novios.

Aún estaba la parte de las alianzas y el si quiero, y esta misa parecía ser eterna (¿os he dicho lo poco que me gustan las misas? En todas me salgo, pero esta vez no podía hacerle eso a mi amiga). Noté mi móvil vibrar en mi bolso, pero no podía cogerlo. Y otra vez, y otra más se repitió el proceso. Giré la cabeza y vi como Pedro seguía mirando para abajo ¿Estaría escribiéndome a mi? Pensé.

Y al fin el momento llegó y la ceremonia terminó con un “puede besar a la novia”. Nos pusimos en pie, aplaudimos y me acerqué a felicitar a los novios. Cuando salíamos del jardín para ir hasta el parque de al lado donde se harían las siguientes fotos, aproveché y miré el móvil. Y sí, era él. Entre otras cosas me decía que lo sentía haberse puesto así la noche anterior, que estaba muy guapa, que esperaba no haber metido la pata y que espera no haberme molestado con sus mensajes. No le respondí. Lo volví a guardar en el bolso.

Estuvimos dos horas haciendo fotos y recorriendo el parque de una punta a otra haciendo fotos en todos los recovecos, hasta que llegó la hora de ir al banquete del hotel.

Como era de esperar los amigos del instituto teníamos una mesa aparte, y me llamó especialmente la atención que cada mesa tenía un cartelito de una película romántica. La nuestra fue Dirty Dancing. Jodida Marina, sabe que era la película que más veíamos cuando éramos adolescentes, que nos pasábamos los findes viendo la peli una y otra vez e intentando imitar los bailes más calenturientos. Eso sí, nos faltaba nuestro David Hasselhoff, que a día de hoy aún lo estoy buscando yo.

También estaban nuestros nombres en la mesa, para darnos el asiento, en mi lado ponía EVA y al lado ponía PEDRO, y ahí quise hacer su funeral junto con la boda.

Le pedí a Manu que me cambiara el sitio, pero cuando me preguntó el por qué no quise darle una explicación por que ¿qué le iba a decir? ¿No quiero estar al lado de Pedro vaya que me meta mano y que es algo que en el fondo me gustaría? Claro que no, no podía reconocerlo, así que me callé, asentí y me puse al lado.

Tenía un agujero en el estómago, y no sólo por el hambre, porque aunque había comido poco para dejar cuerpo a lo que vendría esta noche, ahora de repente no me entraba ni el vino que se estaba sirviendo en la mesa.

Bueno, eso igual si, por que agarré la copa y me la pimplé en un segundo. Pedro me sirvió más y le dije un gracias de manera sutil.

Intenté no hacer caso, ignorarle, entablar conversación con las chicas que las tenía al otro lado, pero aún así tenía un nido de mariposas en el estómago de saber que estaba a mi lado y que casi podía olerle. Y dios cómo olía. Usaba el mismo perfume que hacía 15 años, cuando se lo robaba a su hermano los findes y salíamos por ahí en pandilla. Aún recuerdo cuando también le birlaba la moto y nos pasábamos el sábado y domingo dando paseos por la mañana por el cerro del pueblo... y estos recuerdos y algunos otros se despertaron sólo con su perfume. Le miré, y lo pillé mirándome y sin querer le sonreí, con la misma inocencia que cuando tenía 14 años y puso su mano en mi muslo, bajó hasta mi rodilla y apretó con suavidad como había hecho tantas veces años atrás. Y un nudo en mi pecho se apretó aún más, suspiré y ese nervio que me comía por dentro se coló mas aún en mi interior, despertando en mi sensaciones que creía ya olvidadas por el paso de los años y las vivencias de la vida. Agarré su mano por debajo de la mesa, “Por favor,,,,” dije casi en un susurro, sólo para que él lo oyera o se diera cuenta. Pero no apartó la mano, en su lugar sacó su móvil y escribió algo, un “tenemos que hablar, por favor”, que leí segundos después en mi móvil. Aparté su mano y me levanté del asiento, fui hacía el baño sola y me encerré. Quise echarme agua en la cara, la necesitaba, pero el maquillaje no me lo permitía. Me apoyé en el lavabo “Eva... calmate. Esto tiene que ser una coña o algún tipo de venganza por haber desaparecido del mapa. Esto... esto no puede estar pasando de verdad”. Pero si era verdad, tan verdad como que Pedro estaba entrando en el baño de mujeres y se acercaba hasta a mi.

  • Eva, tengo que hablar contigo.
  • No, a ver Pedro, yo se que me fui sin avisar, que desaparecí y que no tenía que haberte hecho eso después de la amistad que teníamos, pero no puedes hacerme esto. Esta broma no tiene gracia.
  • No es ninguna broma, Eva. He crecido, hemos crecido, hemos madurado, ahora veo las cosas de otra manera...
  • Eso me suena al discurso que le soltaste a Macarena, ¿Te acuerdas de ella? Nuestra amiga del instituto, esa que besaste después de “ensayar” conmigo.
  • Lo de Maca era un rollete.
  • Ya, como el 90% de las tías con las que te liaste. Podía hacer un anuario con ellas, por que me las presentaste a todas, y las que no me presentaste eran amigas mías que sentían celos de mi.
  • Teníamos algo muy bueno...
  • Si, y me volvías loca en todos los aspectos y lo peor de todo es que tu lo sabías y te aprovechabas de mi y lo que sentía. Querías que fuera tu todo pero que yo no tuviera a nadie.
  • Me tenías a mi.
  • De una manera rara.

Se pegó a mi, retrocedí y sentí el frío mármol a través de mi vestido, acercó su boca a la mía y me besó, agarrándome por el cuello y lamiéndome los labios cada vez que se despegaba, intentando coger aire.

  • Vamos Eva...Siempre has querido esto – Susurraba en mi boca mientras bajaba su mano por mi cintura . - Y yo también desde hace tiempo.
  • Estate quieto, por favor... tengo novio y tu novia, y una hija.

Se apartó, abrió una de las puertas que daban a uno de los retretes y indicó que lo siguiera... y yo sólo acepté sin más y fui tras él. Cerró, echó el pestillo y me apoyó contra la pared, notando el frío en mi espalda. Se pegó a mi, podía notar su excitación crecer bajo el pantalón y sus manos se perdían por debajo de mi vestido, el cual subía con desesperación mientras yo me agarraba a su cuello con una mano y con la otra intentaba colarla bajo la camisa. Le volví a apartar. “esto no está bien”, pero sin dejar de mirarme se agachó, agarró mis medias y las desgarró, dejándolas hechas añicos. “Dios, no...”. En esa posición acercó su cara a mis muslos y sin dejar de mirarme rozó sus labios por mi piel, haciendo que me estremeciera, que me tensara por dentro y por fuera, que agarrara su cabeza y que suplicara en mi interior que no se detuviera pese a lo que dijera mi boca. Me mordía suavemente, rozándome con los dientes y subiendo las manos por mis piernas, volviéndome loca.

Me agarró los muslos, los separó un poco más y hundió su boca en mis bragas, donde mordía despacio haciendo que me costara sostenerme en esa posición y temblando sobre mis tacones. Echó la tela a un lado y pasó la lengua muy despacio. Era una tortura asombrosa que no me permitía más que morderme los labios intentando ahogar mis quejidos y agarrar su cabeza hundiéndola más en mi.

Creó un lento vaivén de movimientos con su boca en mi entrepierna, saboreando muy despacio lo que escondía, Creo que a día de hoy aún tengo sus dedos clavados en mi piel. Se apartó, dejándome con ganas de más y subió hasta mi cuello, donde besó, lamió y mordisqueó mientras bajaba la cremallera de atrás del vestido con cierta habilidad y me desprendía del vestido, cayendo a mis pies y quedando sólo en braguitas delante de él. Agarró mis pechos con las dos manos y puso su cara sobre ellos, masajeando, presionando contra su boca y rozándome con la barba, haciéndome cosquillas.

Yo intentaba desnudarle pero no me lo permitía, me apartaba las manos y se incorporaba para susurrar en mi oído “permíteme disfrutar de ti, aunque sea un momento”. Creo que puse los ojos en blanco de la misma excitación del momento, y que una parte de mi deseaba oír eso desde hacía mucho tiempo, así que me dejé hacer. Se desnudó un poco él mismo.

Pero se nos iba de las manos y no podía olvidar donde estábamos, así que le indiqué fuera más despacio “por favor, cuidado con el pelo, que sólo falta que vaya como una leona a la vuelta a la mesa”. Sonrió “siempre tu” y me volvió a besar mientras se desabrochaba el pantalón y se pegaba más a mi.

Jugaba con mis pechos, pellizcaba mis pezones, los lamía, mordía, rozaba con los dientes y yo me quería morir en ese mismo momento del placer que me estaba dando. Se me escapaban gemidos que tapaba con su mano, presionando sobre mi boca e impregnándose de mi pintalabios. Todo era un revuelto de medias rotas, ropa por el suelo, carmín impregnado en todos lados... podía notar como las horquillas del moño se me soltaban por algún lado. Todo me indicaba que eso no estaba bien, que no era correcto y que no era ni el lugar ni el momento. Pero la parte irracional de mi y lasciva no podía dejar pasar el momento y necesitaba vivir esa experiencia.

Me cogió la mano y la llevó hasta su miembro, “tocala, quiero metértela entera”. Y yo quería que lo hiciera, lo cual notó al ver mi cara deseosa por recibirla.

Me dio la vuelta, me puso la cara contra la pared y sentí como rasgaba algo de plástico. “Desde que te vi ayer no he parado de pensar en este momento”.

La coló entre mis piernas, me rozó con ella , puso la punta en mi entrada y presionó lentamente para entrar en mi, primero despacio, entrando poco a poco y saliendo,abriéndome para él, después más rápido moviéndose en mi interior. Agarrando mi culo se movía una y otra vez siendo cada embestida más profunda que la anterior y acelerando nuestra respiración.

Estaba tan metida en el momento que no me percaté de que se había oído la puerta, pero él sí. Me tapó la boca y aceleró el movimiento. Me tensé, a este paso iba a correrme. Las piernas me temblaban, apenas podía sostenerme sobre los tacones , empezaba a sentir pequeñas convulsiones... Le mordí dejándome llevar y le clavé las uñas en el brazo y me corrí con él dentro de mi.

“Por favor, callate. Quiero quitar la mano de tu boca y agarrarte la cintura para follarte bien fuerte, todo lo fuerte que se me permite el momento, pero creo que hay alguien ahí fuera, así que intenta no hacer ruido.” asentí con la cabeza, me llevé la mano a boca y con la otra sobre la pared, él me agarró la cintura y me empezó a embestir tan rápido y profundo que creí que me iba a romper, hasta que noté como su cuerpo se tensaba, como se apretaba más contra mi, y como sus dedos se hundían en mi carne para correrse en mi interior.

Tras un leve gruñido en mi cuello y mi oído, oí su respiración acelerada y entrecortada y como poco a poco salía de mi para quitarse el condón, tirarlo a la papelera y ayudarme a vestirme.

Cuando sentimos la puerta salimos los dos del baño, y la sorpresa fue mayúscula cuando vi a Vanessa y Noelia en la puerta. Riéndose las dos y mirándose mutuamente, mientras una de ellas extendía la mano y le decía a la otra “¿Lo ves? Te dije que los había visto juntos, me debes 50€”.

Pedro se puso bien la corbata, y susurró cerca de mi un “me gustaría haber podido usar esto contigo” antes de irse. Creo que mis amigas también lo oyeron por que su cara de sorpresa no tenía límites.

Cuando nos quedamos solas en el baño Noelia me tendió un paquete de toallitas. “limpiate por que mira que cara te has puesto, so guarra”.

Continuará en la parte 3.