Cera caliente
Un chico se va a vivir temporalmente a casa de sus tíos, allí afianza la relación con su tía.
Dicen que la etapa universitaria es, si no la mejor, la más bonita de la vida. Sin estar del todo de acuerdo, es cierto que son unos años donde acabamos definiendo la persona que vamos a ser. Claro que todos hemos pasado por esa etapa en la vida; la diferencia radica en que al ir a la universidad se pasan demasiadas horas encerrado, parece que nunca sucede nada interesante y se tiene poca o ninguna autonomía para hacer lo que apetece. Por tanto las cosas que van sucediendo durante esos años se viven de un modo muy intenso, quedando en la memoria un recuerdo muy agradable.
En aquel entonces no me hacía especial ilusión emprender estudios superiores, pero era lo que tocaba. Vivía con mis padres y una de mis dos hermanas mayores en un pueblo costero, a unos cincuenta kilómetros de la capital de la provincia, que es donde está la facultad. Esto suponía que: o bien perdía mucho tiempo y dinero en ir volver cada día, pues no tenía carné de conducir ni coche. O me tendría que ir a compartir piso o a la residencia universitaria. No tenía ganas de abandonar mi pueblo, pero sabía que la mejor alternativa era meterme en un piso de estudiantes. Lo del transporte público y el tiempo que perdía no me parecía en absoluto una buena idea. En la residencia no podría estar a mi aire y encima me tocaría compartir habitación con vete a saber quién. En el piso compartido todo me parecían ventajas; mayor libertad, una habitación solo para mí aunque fuera minúscula, y que demonios, seguramente conseguiría follar de una vez. A mis dieciocho años apenas había jugueteado un poco con un par de amigas del pueblo, pero no había conseguido llegar muy lejos. En aquel entonces yo era un chico muy tímido, y eso me había hecho perder algunas oportunidades. Pensé que el cambio de aires me vendría bien. Poco a poco me iba haciendo ilusión emprender mi etapa universitaria, ya no me daba tanta pereza abandonar el pueblo.
Una tarde de agosto me había puesto de acuerdo con mi madre para ir a la ciudad a ver un par de pisos, sin embargo ella ya había dispuesto donde iba a vivir.
-Luis, he estado hablando con Juani e insiste en que vayas a vivir con ella, que a Sixto no le importa- Juani es la hermana menor de mi madre, y por tanto mi tía. Sixto es su marido.
-Mamá, tampoco quiero molestar, además ¿Cómo lo habéis decidido tan rápido y sin contar conmigo?
-Esta mañana estuve hablando con ella, le comenté que íbamos a ir por la ciudad y a lo que íbamos. Se molestó por el hecho de haber contado con ella, pero bueno, todo arreglado. Dice que de molestar nada, que tienen sitio de sobra en la casa, lo único es que habrá que acondicionar la habitación que era de Andrés.
Me llevaba bastante bien con mis tíos, incluso sé que yo era el sobrino favorito de Juani, de hecho era el único sobrino varón que tenía. Ella también era mi tía especial, pero esas cosas no se dicen aunque se noten, al menos a las otras tías. A veces pasaba algunas noches en su casa, pero de ahí a irme a vivir allí iba un trecho. Tenían dos hijos, Andrés y Belinda, ambos bastante mayores que yo, y también emancipados de hacía un par de años. Fue una pequeña decepción, pues todas mis expectativas de independencia se iban al garete. Al menos en la casa de mis tíos podría estar bastante tranquilo, y no tendría que preocuparme de la comida ni de toda la colada y ese tipo de cosas. Otra ventaja es que vivían a unos 20 minutos a pie del campus, lo que me resultaba muy cómodo
Las clases no empezaban hasta finales de septiembre, pero a mis padres les pareció una buena idea mandarme desde principio de mes a vivir con mis tíos. Según dijeron para que me fuera aclimatando y ayudar a acondicionar la habitación. Iban a aprovechar para pintar la casa, y como mis tíos se habían negado en redondo a aceptar ninguna compensación económica por mi estancia allí argumentando que tampoco les generaría tanto gasto, esa era una buena manera de ir devolviendo el favor.
En lo que quedó de agosto me di un par de viajes a su casa para ir llevando parte de mis cosas. Básicamente la cadena de música, libros, discos y mi ropa. El último fin de semana que pasé en el pueblo mis amigos de allí me hicieron una fiesta que recordaríamos durante años. La media mañana del primer lunes de septiembre me presenté en casa de mis tíos, aún con algo de resaca después del duro fin de semana. Toqué el timbre y en poco tiempo Juani abrió la puerta. Tras los saludos y demás, coloqué el resto de mis cosas y acabé por instalarme.
-Tengo que ir a comprar algunas cosas, ahora tiene que venir una vecina, así que si no he llegado cuando ella esté aquí, dile que pase, que vuelvo en un momento-una vez me hubo dado el recado salió con prisas. Mi tía había sido peluquera de joven, pero con el tiempo a mi tío le fueron yendo bastante bien las cosas en su trabajo, por lo que pudieron permitirse renunciar a su sueldo, de tal manera que ella estuvo más pendiente de mis primos. Claro que también le gustaba mantenerse ocupada con sus cosillas, así que de vez en cuando arreglaba el pelo de las mujeres y también se dedicaba a la depilación y demás cuestiones similares. Para esta actividad tenía un pequeño cuarto acondicionado en la casa. De esta manera se llevaba un dinerillo, aunque más bien lo hacía por entretenerse pues realmente le gustaba lo que hacía y tenía una excusa para hablar con las vecinas y conocer gente nueva, pues con el boca a boca iba haciendo nuevos clientes. Encima podía llevarlo a cabo sin las exigencias de una peluquería o un centro de belleza, ya que solo trabaja un par de días a la semana.
Mi tío por su parte pasaba fuera muchas horas. Trabajaba a turno partido, así que volvía a comer y se marchaba de nuevo al trabajo, pero en algunas ocasiones se veía obligado a comer por ahí fuera. Era raro que llegase a casa antes de las siete. Aparte tenía a sus amigos con los que se escapaba de vez en cuando. Entre sus obligaciones y otras actividades en las que se había embarcado mi tía desde que mis primos fueron lo suficientemente mayores, no era raro que la casa estuviese vacía muchas horas durante el día, lo que para mí también era de agradecer. No era el piso de estudiantes, pero podría sacarle bastante partido a la situación.
Juani volvió antes de que apareciera su clienta, así que yo me dediqué a mis cosas durante el resto de la mañana. Esas primeras semanas trascurrieron sin mucha novedad, ultimé los detalles que quedaban en la facultad, pinté la casa de mis tíos con la ayuda de Juani y aproveché para divertirme un poco por la ciudad. La relación con mi tío, sin ser distante, era bastante escasa debido a las horas que él pasaba fuera de casa, y más lo sería cuando yo empezara las clases, ya que me había tocado el turno de tarde. Con mi tía pasaba bastante tiempo, siempre teníamos algo de que hablar, y aunque a veces no estábamos muy de acuerdo en algunos temas, parecíamos tener la misma sintonía pese a nuestra diferencia de edad. Yo prácticamente estrenaba mi mayoría de edad, ella estaba cerca de los cincuenta años y mi tío era algo mayor que Juani.
Pronto empezaron las clases, al estar en el turno de tarde las aulas no estaban masificadas, por lo que la mayoría de los que estábamos allí entablamos amistad rápidamente. Casi todos estábamos entre los dieciocho y los veinte y tantos años, la proporción entre chicos y chicas se declinaba ligeramente a favor de ellas, y debo decir que había algunos auténticos bellezones.
A principios de octubre era la fiesta del barrio, que por supuesto no me perdí. El grupito que formamos en clase decidimos ir al campo de asadero, y por la noche al barrio para la fiesta. Lo pasamos muy bien, comimos, bailamos, bebimos y sobretodo reímos muchísimo. Mientras que la fiesta del barrio empezaba por la tarde, nosotros estuvimos en el campo desde por la mañana para luego incorporarnos a la fiesta, así que a poco más de la media noche ya íbamos bastante cansados, razón por la que decidimos ir a casa. Al llegar a la de mis tíos me encontré con Juani en la cocina.
-Hola Luis Qué temprano ¿No?
-Un poco, pero ya íbamos algo cansados porque estuvimos de fiesta desde esta mañana, así que decidimos recogernos.
-Un poco pedo también veo que vas-que vergüenza, que tu tía te pille un poco borrachillo
-Algo, pero bueno, nada del otro mundo ¿Y Sixto?
-Pues por ahí andará con sus amigos. Yo llegué hace un rato, me dolían un poco los pies y me estaba empezando a aburrir.
-Como yo, estoy cansadísimo.
-Eso será porque no ligaste ¿Verdad?-preguntó burlándose de mí.
-Pues no, pero que se le va a hacer, no siempre va a haber suerte-aunque yo rara vez tenía suerte en ese sentido.
-Seguro que tú no tienes problemas para ligar-dijo ella a modo de consuelo, y supongo que para tratar de suavizar la burla de antes. La conversación continuó por esos derroteros. Momentos después ella se levantó para coger algo de uno de los cajones que estaban a mi lado, y cuando se agachó no sé que se me pasó por la cabeza, si el alcohol y la media cachondez que llevaba de la fiesta se me subieron de golpe a la cabeza. El hecho es que al agacharse no pude reprimirme y le dije-Ya me gustaría a mí pillar un culito como éste-y acto seguido le agarré una de sus nalgas.
-¿Pero tú estás loco?-dijo ella entre sorpresa y enfado, incorporándose rápidamente.
-Lo siento Juani, yo…-no sabía qué decir, me quería morir en ese momento.
-Bueno, será mejor que te vayas a la cama y te relajes un poco, tal vez te vendría bien una ducha de agua fría. Hasta mañana-dijo dirigiéndose a su habitación.
Lo cierto es que de todos modos me tenía que dar una ducha, estaba bastante sucio, así que me dirigí al baño para darme una rápida. Me desnudé y abrí la mampara. Donde antes había una bañera ahora había un plato de ducha de las mismas dimensiones, por lo que era bastante amplia. Pensaba en qué se me había pasado por la cabeza para hacer algo así. <> Estaba cagado de miedo, pensaba que de esa me iban a echar y a repudiarme. Porque una cosa es que fuéramos tía y sobrino favoritos mutuamente, pero otra muy diferente era hacer algo como eso. En honor a la verdad tengo que decir que pese a que en esos momentos realmente no sentía atracción por mi tía, unos años antes, en plena pubertad sí que le había dedicado alguna que otra paja. Especialmente cuando la había podido ver con poca ropa o incluso desnuda había sido una fuente de inspiración más para mis actividades masturbatorias de la pubertad, pero eso había quedado atrás hacía unos años, más o menos cuando empezaron a florecer mis amigas del instituto mientras a mí se me disparaban las hormonas.
Juani era una mujer normalita, muy mona de cara, baja, ancha de caderas con unos generosos senos en proporción a éstas, y unos pocos kilos de más acumulados en el culo, cosa que me encantaba de ella.
Después de ducharme y seguir dándole vueltas a la cabeza, me fui al cuarto y pese a todo no me costó conciliar el sueño, básicamente porque estaba tremendamente cansado.
A la mañana siguiente aún tenía muchos remordimientos, cuando por fin tropecé con mi tía me di cuenta de que estaba actuando como si nada hubiese pasado. Me habría gustado hablar del tema, pero viendo que no le había dado importancia, ni siquiera traté de reunir el valor suficiente para disculparme por lo que había hecho la noche anterior. Durante la semana siguiente las cosas siguieron en su cauce normal, hasta que llegó el viernes. Aquel día tenía que atender a una clienta a media mañana, era la única que tenía en la agenda para ese día. La avisó con muy poca antelación de que no podría acudir a la cita, cosa que molestó un poco a Juani pues ya tenía la cera en su punto.
-Vaya faena. Luis ¿Te lo puedes creer? Tenía a una sola persona en la agenda para hoy, y me avisa apenas unos minutos antes de la cita de que no puede asistir, cuando ya lo tengo todo preparado.
-Bueno Juani, tampoco se pierde tanto ¿No? Vamos, que eso no es tan caro.
-No, la verdad es que no, pero me fastidia haber dejado de hacer otras cosas durante la mañana por esto, y encima al final para nada. Oye, si te parece bien aún podemos aprovechar la cera
-¿Cómo?-en realidad ya sabía por donde iba. Mi tía hacía un par de años que estaba empeñada en depilarme. Si bien de cintura para arriba apenas tenía algo de pelusa en los brazos, y un poco en el pecho, mis piernas eran muy velludas, vamos, de la cintura para abajo era como un oso, mientras que de ahí hasta el cuello era prácticamente lampiño. Hasta ese momento siempre me había negado.
-Venga hombre, dolerá un poco pero verás que merece la pena-acabé aceptando, aún me sentía culpable por lo que había hecho el fin de semana, y encima ella estaba algo disgustada por haber perdido la mañana con el desplante de la clienta, así que accedí.
-¿Qué hago?
-Quítate los pantalones y túmbate boca arriba en la camilla. Mejor quítate también la camiseta y te dejo sin la pequeña mata de pelo que tienes en el pecho-Obedecí a mi tía y me quedé en calzoncillos sobre la camilla. La cera estaba preparada, ella fue al cuarto a ponerse la bata que usaba para estos menesteres.
-Me estoy asustando un poco.
-Anda, no seas miedica-dijo ella poniendo la tira con cera caliente en mi pecho, para posteriormente dar un tirón. Juro que en aquel momento vi las estrellas
-Ayyy.
-Anda, no te quejes tanto-dijo ella para luego dar un par de tirones más y acabar con los cuatro pelillos que tenía en el pecho. Lo duro de verdad vino cuando llegó a las piernas. Dios mío de mi vida, que dolor. Juani hacía algún que otro chiste para tratar de distraerme. Lo típico de la poca resistencia al dolor que tenemos los hombres, que quién nos viera pariendo y eso tipo de cosas. Fue así hasta que llegamos a la parte complicada, y es que aún quedaba pelo debajo de los calzoncillos.
-Si quieres quítate los calzoncillos y te depilo las nalgas, que va a parecer que llevas unos permanentes-creí que me moría de la vergüenza, pero al final lo hice y me tumbé boca abajo. Si lo de antes había dolido, ahora en ocasiones era un auténtico infierno.
-Joder, que dolor, sí yo sé esto antes.
-Anda, date la vuelta para quitar lo que queda por delante-obedecí y me quedé así delante de ella, desnudo, con mi polla flácida mientras ella quitaba los pelos de la zona alta del muslo.
-Luis, vaya mata tienes ahí-dijo señalando a mis genitales-lo cierto es que me salía el pelo bastante largo en la zona, y en la vida se me había ocurrido recortarlo-la cera no te la voy a dar, pero si quieres te lo recorto un poquito con la maquinilla.
-Vale Juani-contesté muerto de vergüenza. Ella preparó la maquinilla y fue recortando la zona del pubis. Para mi sorpresa empezó a tocarme los huevos, literalmente. Sujetaba el escroto para poder estirar la piel y así intentar recortar los pelos.
-Esta zona creo que es mejor rasurarla del todo-sin esperar mi respuesta quitó el peine de la maquinilla y procedió a dejármelo limpio. Si no hubiese sido por la situación me hubiese empalmado allí mismo, pero el hecho de tener un cacharro como ese tan cerca de una zona tan delicada parecía impedirlo.
Juani se quedó un rato mirando como había quedado, parecía no convencerla del todo. De repente observé como volvía a poner el peine en la maquinilla para dejar el pelo recortado, la sorpresa mayúscula vino cuando me empezó a sobar la polla.
-Tengo que recortar la parte cercana al tronco, y necesito que esté un poco más rígido, que si no te corto-dijo ella ante mi cara de asombro. Aquello me puso cachondísimo y en nada ya la tenía como el acero, sin embargo mi tía siguió meneándomela unos segundos, supongo que para que la erección fuese algo más duradera. Lamentablemente aquello fue demasiado para mí, y sin tiempo para avisar comencé a soltar chorros que acabaron sobre el estómago, la camilla, el suelo y todo lo que pilló a su paso.
-Lo siento Juani, yo no…
-Tranquilo, no pasa nada-dijo ella con la voz algo entrecortada mientras se disponía a limpiar aquello con una toallita. Apenas perdí fuerza en la erección, menos aún cuando ella comenzó a limpiarme la barriga, su mano y la polla con aquella toallita húmeda-juventud, divino tesoro-sentenció para acto seguido coger la maquinilla y terminar el trabajo que apenas le llevó unos segundos.
Al terminar me pasó por las piernas una solución desinfectante. Yo me había levantado y ella estaba agachada, mi polla seguía bien dura, muy cerca de su cabeza, por la mente se me pasaba la idea de que me hiciese una mamada, así que de esa manera complicado que se me bajase. Cuando terminó me dijo que fuera a darme una ducha, antes de terminar de incorporarse me dio un toquecito en la punta, como quién da una palmada en el culo y me sonrió como si estuviese aguantando las carcajadas. Al llegar a la ducha aún estaba totalmente empalmado, no en vano era la primera vez que otra mano me hacía una paja. Aunque no era cierto del todo, a mí me valía. Pensé en hacerme otra en la ducha, pues seguía excitadísimo, pero me daba mucho corte pensar que mi tía sabría lo que estaría haciendo si tardaba mucho y eso me daba bastante corte. Así que simplemente me duché, esta vez sí que con agua fría y afortunadamente para mí la erección terminó por ceder.
Los días sucesivos me estuve haciendo pajas de un modo compulsivo. No me quitaba de la cabeza la experiencia que había tenido con mi tía y ansiaba que el puñetero vello volviese a salir lo antes posible, a ver si se animaba a volver a depilarme. Pese a lo que había pasado mi tía me seguía tratando con total normalidad, aunque yo me estaba obsesionando con ella.
El viernes siguiente estaba haciendo unas cosas para clase cuando mi tía me sorprendió agradablemente
-Luis ¿Te vuelvo a recortar el pubis? Para las piernas aún te quedarán unas semanas, pero esa zona fue recortada a maquinilla y crecerá bastante rápido-yo me limité a contestar con un simple “vale”, aunque en realidad podría haber dado las gracias al cielo. Esperaba que me lo volviese a pedir hasta que el de las piernas creciera, y aún faltaban semanas para eso.
La secuencia fue bastante parecida a la de la semana anterior, sin embargo en esta ocasión al estar descargadito aguanté los meneos que me dio mi tía. Cuando aquello estuvo rígido acabó con la operación de recortar. Quedé decepcionado unos momentos, pues pensé que ahí se había terminado todo. Al menos Juani me había dado unos cuantos meneos a la polla que servirían para mis futuras pajas, pero como mi tía es estupenda y maravillosa volvió a sorprenderme una vez más. Cuando soltó la maquinilla, volvió a cogerme la polla y comenzó a pajearme con total conocimiento de causa. Yo tumbado en la camilla, ella de pie a un lado. La miraba con cara de satisfacción, sin embargo ella no apartaba la vista de mi polla, y su semblante era tirando a serio. No entendía lo que sucedía. Estuvo un rato sacudiendo hasta que me corrí, aunque esta vez no fue muy abundante, más que nada porque unas horas antes me había hecho una buena paja. Me daba la impresión de que a Juani le gustaba ver como salían mis chorros, y donde caían, también parecía disfrutar de limpiarme la barriga, ya que eso podía hacerlo yo solo.
Cada viernes de las siguientes tres semanas se repitió la misma situación. Durante ese tiempo, aparte de estar ansioso a que Juani me avisara para “arreglarme”, le daba muchas vueltas a la cabeza sobre como se desarrollaba todo. Ella lo hacía por iniciativa propia, sin perder detalle, pero estaba como ausente, evitando mirarme a la cara como si fuera algo rutinario ¿Haría eso con los otros chicos que iban allí? La mayoría de los clientes eran mujeres, y aunque unos pocos, también tenía algunos hombres. La idea me parecía descabellada, pero bueno, más descabellado es que una tía masturbe a su sobrino. También me llamaba la atención el aparente distanciamiento que había entre mis tíos, pese a que no se llevaban mal, se notaba que más bien se toleraban, se acompañaban lo justo y hablaban entre ellos, pero no demasiado. Llevaba con ellos un par de meses y apenas los había oído follar otras tantas veces. Nuestras habitaciones eran contiguas, por más que trataban de disimular en el silencio de la noche se agudiza el oído, así que lo quieras o no, acabas escuchando la actividad en el cuarto contiguo, ya sea una conversación, un estornudo o un jadeo. Esto me hacía pensar que tal vez Juani necesitara momentos morbosos. Pensaba que si quería que folláramos, ya lo habríamos hecho pues me había hecho unas cuantas pajas con la excusa de recortarme el pelo del pubis, y aún ante mi falta de experiencia, pensaba que una mujer de su edad no se andaría con tonterías.
Volviendo a la vida cotidiana, tengo que decir que la relación seguía como siempre. No comentábamos nada del tema, ni siquiera cuando se estaba produciendo. Yo tenía ganas de tocarla, de pedirle que mientras me depilaba o arreglaba la zona del pubis también se desnudara, pero no me atrevía a hacerlo. Aparte de mi timidez, la veía tan centrada en lo que hacía como si fuera de lo más normal, que temía que si daba cualquier paso en falso lo perdería todo, pues su actitud me daba a entender que <>. En aquellos momentos el miedo a su reacción ante algún movimiento por mi parte podían más que la calentura que llevaba, a fin de cuentas era mi tía y ambos teníamos mucho que perder. Lo que sí hacía era fijarme más en ella: mirarla cuando no se daba cuenta y pajearme a su costa. Lo dicho, me estaba obsesionando con mi tía.
Para la semana siguiente ya tenía el vello suficientemente grande como par que me volviese a depilar. Pese a lo doloroso e incómodo que era, estaba muy ansioso porque mi tía me volviese a acariciar las piernas, a hacerme el masajito con el desinfectante y, como no, la paja semanal. La víspera estaba algo ansioso, la había estado vigilando toda la mañana hasta que tuve que irme a clase. Después de clase me quedaba a hacer algo de deporte, así que volvía tarde a casa. Mi tío acababa de salir de viaje de negocios que le mantendría lejos de la ciudad hasta el lunes, así que en casa estábamos solos Juani y yo. Después de cenar estuvimos hablando un rato en el salón, sentados en el sofá. Al principio mi tía me preguntaba como me estaban yendo las cosas en la universidad, tras las típicas respuestas que se dan en estos casos, la charla siguió por otros derroteros que a mí me interesaban mucho más.
-Bueno Luis, mañana es viernes pero no tengo ningún cliente, así que si quieres que te vuelva a depilar, vas a tener el privilegio de elegir la hora.
-Sí, lo cierto es que no pensé que me fuera a sentir tan cómodo con este tema de la depilación, pero se nota. Sobre la hora, pues cuando mejor te venga.
-¿Ves cariño? Si ya te decía yo que iba a ser mucho mejor.
-Y supongo que también me recortarás el pubis ¿Verdad?-Lo dije casi sin pensar, pero estaba claro que lo dije ansioso por mi paja semanal.
-Jaja, veo que te gusta como te lo hago ¿Eh? Aunque no creo que sea precisamente la parte de recortar el pelo lo que te atrae tanto-Por primera vez tocábamos el tema abiertamente, y a decir verdad, el hecho de estar solos en casa después de la dura jornada me hacía sentirme más cómodo y relajado para hablar con mi tía que en otras ocasiones, pues a esas horas generalmente estaba mi tío en casa. Por las mañanas también solíamos estar solos, pero cada uno se encargaba de sus cosas, así que el ambiente no invitaba al relax. Así que salió de una forma natural, aunque no pude evitar sonrojarme un poco.
-Bueno-respondí algo cohibido-la verdad es que ha sido una sorpresa para mí. ¿Es así como depilas a la gente?
-No creerás que le hago eso a nadie más, aunque si lo hiciera seguro que tendría muchísimos más clientes-dijo mientras reía-ahora en serio, no suelo sino recortar algo de la parte superior, pero en tu caso con la confianza que tenemos, pues me deje llevar la primera vez. Supongo que te habrás preguntado porque las siguientes veces te he hecho lo que he hecho. Digamos que te veía con aquello tan duro, que me daba pena dejarte así-dijo sonriendo-eso y que no siempre se tiene a mano una cosa tan dura y bonita.
-Supongo que Sixto tendrá una cosa dura y bonita-contesté ruborizado
-Sí, ya…-se puso algo triste-últimamente tampoco mucho, la cosa parece estar un poco fría últimamente entre nosotros, y que demonios, ya se la tengo muy vista. No es que nos vayamos a separar ni nada, pero después de tantos años juntos, pues es normal pasar por etapas como ésta.
-Supongo…
-Pero bueno, me alegra que no te moleste lo que he hecho hasta ahora, pero como te dije, un día lo haces sin darte cuenta, otro te pica la curiosidad y te dejas llevar.
-No solo no me molesta, sino te lo agradezco-dije mientras le daba un beso en la mejilla, al tiempo que mi erección se hacía patente en mis pantalones. La charla me había excitado.
-jaja, tampoco es para tanto.
-En serio Juani, la verdad es que nunca me habían hecho algo así
-¿No? Me cuesta creer que no hayas estado con nadie.
-Algún rollo y meter algo de mano por encima de la ropa, nada más-respondí avergonzado.
-Seguro que no tardas mucho en encontrar a alguien. Eres un chico guapo, y verás como echándole algo de morro consigues ligar antes de lo que piensas -dijo Juani mirando a mi abultada entrepierna.
-De todas formas, que sepas que me encanta como me “depilas”, y tal vez algún día me dejes depilarte a ti-según terminé la frase con doble sentido pensé que acababa de meter la pata, pero bueno, al menos me había dejado llevar.
-Anda, mejor vamos a dormir, que me parece que te estás animando demasiado-me devolvió el beso cariñoso de tía a sobrino y nos dimos las buenas noches. A diferencia de la noche en la que le había tocado el culo, ahora cortó la situación con una sonrisa. Parecía no molestarle, pero también daba toda la impresión de que no quería que las cosas fueran a más. Simplemente se divertía con el coqueteo.
Esa noche me costó bastante conciliar el sueño. Estaba ansioso por la depilación del día siguiente, pero ¿Debía dar algún paso más? Durante la charla y viendo por los derroteros que iba tomando la conversación, quería proponerle que me depilase estando desnuda también: pero entre mi falta de iniciativa y que cuando lo traté de encaminar por ahí, ya fuera por mi torpeza o por la habilidad de Juani para reorientar la conversación hacia otro lado, al final me quedé con las ganas. Estaba hecho un lío: por un lado ella parecía desear que intentase algo, pero por otro sentía que me estaba poniendo barreras. Tenía unas ganas locas de masturbarme. Llevaba unas semanas con mis pajas largas, retardando la eyaculación para disfrutar más y de paso conseguí sin darme cuenta no correrme cuando Juani me daba un par de sacudidas. Me aguanté las ganas, esa mañana había caído una, y ante la posibilidad de que mañana mi tía volviese a darme algo de placer, me resigné. De esa manera probablemente sería capaz de disfrutar más al día siguiente.
Por la mañana me levanté a la hora habitual. Sorprendentemente había conseguido dormirme la noche anterior. Pese al estado en que me encontraba, el cansancio del día hizo mella en mí permitiéndome descansar bien durante la madrugada. Tras realizar la rutina matutina, Juani me dijo que iba a aprovechar para ir a hacer la compra semanal por si quería acompañarla. Decliné la invitación puesto que tenía trabajo pendiente y quería avanzar todo lo que me fuera posible. Eso y el sacarme a mi tía un rato de la cabeza. Sin embargo la tarea no resultó nada fácil, apenas podía concentrarme en los libros. Me encontraba ensimismado en mis pensamientos cuando ella volvió de la compra y se dispuso a preparar todo lo necesario para la nueva sesión.
Generalmente me iba quitando la ropa a medida que mi tía me decía por donde iba a depilar, pero en esta ocasión fui al cuarto desnudo. Cuando Juani me vio aparecer puso cara de cierta sorpresa, pero en breve volvió su expresión habitual mientras me indicaba que me tumbase. Pese a que notaba una inquietud y bastante nerviosismo debido a mi excitación, mi pene permanecía flácido. Mi tía estaba preciosa con la pequeña bata que usaba para trabajar, tan ceñida que me dejaba apreciar sus curvas. En ese momento me parecía la mujer más sexy del mundo.
Me tumbé en la camilla y ella comenzó a pasarme las tiras de papel por el pecho. Tiraba y me hacía daño, aunque menos que antes. Entre tirada y tirada iba despegándome los trozos de cera y luego me acariciaba. En esa zona apenas con un par de tirones terminaba, y luego me acariciaba un poco para ver si había quedado bien. Cuando fue a las piernas noté que me miraba a la entrepierna de reojo. Tiraba de las tiras de papel mientras hacían el sonido característico, yo reprimía mis quejas puesto que aquí la sensación era un poco más dolorosa. Cuando se dirigía a la mesita donde estaba el cacharro que servía para calentar la cera aprovechaba para admirar su figura, ella impregnaba otra tira de papel con el pegajoso elemento y volvía hacia mis piernas. Una vez tras otra tiraba del papel hasta que las tiras ya no eran reutilizables, los botones abiertos de la parte superior de la bata me permitían ver una generosa porción de su canalillo. Pese al dolor que sentía el morbo comenzaba a ganar la partida, haciéndome notar algunas palpitaciones de deseo en le estómago y las partes blandas, con lo que mi polla se puso algo morcillona, aunque aún muy lejos de una erección completa.
-Date la vuelta-me dijo tratando de transmitir naturalidad cuando hubo terminado con la parte delantera. Continó depilando, empezó por la zona más baja y fue subiendo. El pene se me había quedado aprisionado entre mi cuerpo y la sábana de la camilla, con lo que llegado a este punto ya no hubo represión por mi parte o por el dolor que valiese. Al fin la erección fue completa. Por fin llegó a la zona de las nalgas, en las que no sé si serían imaginaciones mías o qué, pero solía entretenerse algo más de lo debido. Unos tirones más y hubo terminado con la parte más dolorosa.
-Por aquí ya está, date la vuelta y recorto-su cara fue un poema cuando, al hacerle caso, me pudo ver totalmente empalmado-parece que hoy no vas a necesitar motivación extra-dijo Juani mientras me acariciaba la polla con la punta de sus dedos, desde la base al glande. Era la primera vez que hacía alusión a la situación mientras se estaba dando, aunque esta vez y para mi decepción no hubo más meneo.
Al terminar me dijo que me pusiera de pie. Me sentí bastante decepcionado; pensaba que en aquella ocasión sucedería algo más, y sin embargo fue la más sosa de todas las sesiones. Aún así mi erección permanecía vigorosa. Juani comenzó a pasarme la solución desinfectante por las piernas. Yo estaba de espaldas a la camilla, con mis manos apoyadas en el borde mientras ella, de cuclillas, continuaba con su labor. Aquella imagen me puso a cien, más allá de lo erótica que me parecía situación, podía ver buena parte de sus generosos senos en ese plano cenital. Ella hacía su trabajo tratando de evitar mi polla, de vez en cuando me miraba a los ojos desde abajo y sonreía cuando el falo rozaba accidentalmente con su cara. No pude resistirme más y comencé a hacer que ésta tocara su cara, sus labios…Juani paró, en la posición que estaba me miró con expresión inquisitiva, yo fui capaz de aguantar su mirada, volví a darle un ligero golpe de polla en sus sellados labios, ella no reaccionó mientras continuábamos manteniéndonos la mirada. Sentía que si quería que algo sucediese alguna vez con mi tía, ese era el momento de tomar la iniciativa sin dudar. Eso fue lo que hice. Atajé mis nervios, ignoré la sensación de sequedad que tenía en la garganta y tomé la base del pene con la mano derecha para mantenerla en contacto con sus labios sin dejar de mirarla, y en ese momento pasó; Sin mover el resto de su cuerpo, mientras sus ojos seguían clavados en los míos abrió un poco los labios, rozó con ellos mi glande sin llegar a aprisionarlo, deslizándolos a través de él hasta que terminó en la punta para luego perder el contacto momentáneamente. Volvió al ataque besando el glande, entreabrió la boca y esta vez fue tragando poco a poco, centímetro a centímetro hasta que cubrió la mayor parte de mi miembro. Se retiró ligeramente para continuar el movimiento de la mamada, en cuclillas con las rodillas separadas, se ayudó de su mano para repetir operación. Aquí su mirada iba cambiando entre mis ojos y mi polla. En esos momentos tuve que hacer un esfuerzo titánico para no correrme. No quería perder detalle de aquello, pero en ocasiones no me quedaba más remedio que mirar hacia el techo mientras mi cuerpo se estiraba por los calambrazos que el placer producía por toda mi espalda.
Hacía una mañana perfecta, la temperatura estaba templada y el sol entraba sin incidir demasiado directo en las ventanas. Al otro lado de ellas, con el parque por medio, alguien que estuviese lo suficientemente atento en el edificio de en frente podría haber visto perfectamente lo que sucedía en aquel pequeño cuarto que acababa en el balcón de la casa. A ninguno de los dos parecía importarnos. Llegados este punto ya había conseguido contener mis ansias iniciales por correrme, pues las iniciales oleadas de placer habían menguado lo suficiente para permitirme disfrutar más de las sensaciones. Juani mientras me chupaba la polla emitía unos suaves jadeos guturales de placer, sujetaba el resto del tronco con su mano derecha al tiempo que la izquierda jugaba con mis nalgas. Llevé mis manos a su cabeza para acariciarla por la parte posterior. Ella liberó mis nalgas, su mano izquierda era la que ahora me sujetaba el miembro para desabrocharse la bata con la derecha, botón a botón. Cuando se había desabrochado un par de ellos solté su cabeza con mi mano derecha para así poder manosearle las teta que quedaba enfrente de mi mano por encima del sostén. Retiré la copa y pude disfrutar del seno sin el contacto de la tela. Debido a este trajín las lamidas se hicieron más pausadas durante unos instantes, noté gemir a mi tía algo más fuerte y fui consciente de que tras terminar de desabrocharse la bata había metido su mano por dentro de las bragas.
En ese momento noté un fuego creciente en la zona baja de mi estómago, eché a mi tía hacia atrás, quedamos separados y la ayude a incorporarse para acto seguido morrearnos con desenfreno, como si el mundo fuera a terminarse. Poco a poco nos dimos la vuelta, la levanté por las nalgas hasta sentarla en la camilla; allí estaba ella, sentada con las piernas y la bata abierta, el sostén solo le tapaba una teta y una expresión lujuriosa en su bonita cara que se me quedó grabada en la memoria. Volví a acercarme a ella para continuar con nuestro morreo, explorando nuestras bocas sin dejar de acariciarnos y abrazarnos. No tardé mucho en tirar de sus bragas desde los costados, ella levantó el culo ligeramente para ayudarme con la tarea. Deslicé la prenda a lo largo de sus piernas y las tiré a un lado, me acerqué a mi tía con el falo en ristre derecho hacia su coño. Era la primera vez que veía uno, pero en ese momento no me detuve a observarlo con la curiosidad propia del momento, sino que quise penetrarlo. Tras un par de intentos infructuosos Juani tomo mi polla y la dirigió a la entrada. Empujé poco a poco, deleitándome con cada instante de la misma manera que lo hice cuando empezó a chupármela. También tuve algo de cuidado, pues inocente de mí, pensé que esas alturas podría haberle hecho daño penetrándola más fuerte. A medida que la metía nos mirábamos y nos sonreíamos. Yo, entre otras muchas cosas, por la importancia que le momento tenía para mí. Ella por sentirse pletórica al sentir que su coño era el primero en recibir mi polla, una que no llegaba a los veinte años. La penetración fue completa, haciéndome notar el ardor del sexo femenino. Volvimos a abrazarnos del todo, besarnos. Bombeé cada vez con más fuerza mientras mi tía jadeaba enrollando sus piernas en mi espalda, la camilla chocaba a lo ancho de la pared mientras cada vez imprimía más ímpetu a mis envestidas. En no demasiado tiempo sentí un intenso cosquilleo en el estómago y toda la zona del pubis, pensé en tratar de reprimirme y aguantar un poco más, pero el placer y el instinto me pudieron; continué empujando más y más, nuestros cuerpos no podrían haberse juntado más por más que lo hubiésemos intentado. Un empujón, otro, otro y, la visión se me nubló, las piernas perdieron algo de firmeza y mis huevos ejercieron muchísima presión, sentí que me vaciaba dentro de del coño de Juani. No sé cuantos chorros eché ni la cantidad de leche, pero podría jurar que fue la corrida más intensa de toda mi vida.
Nos quedamos quietos unos instantes manteniendo nuestro abrazo, nos soltamos poco a poco dándonos algunos besos mientras nos mirábamos con ilusión.
-Que gozada cariño-dijo Juani mientras entre dos fugaces besos en mis labios.
-Ya te digo.
-Parece que tenías muchas ganas.
-Te tenía muchas ganas a ti-corregí a mi tía mientras le plantaba otro beso, ella no pudo evitar sonreír halagada por el cumplido.
-Yo también te tenía ganas a ti, pero para mí la responsabilidad es mayor y no quería…-no la dejé terminar, le planté otro beso-no te preocupes Juani, lo hemos hecho y no tienes porque preocuparte por responsabilidades ni por historias raras.
Durante la breve charla post coital mi polla había perdido algo de dureza y se salió de la jugosa vagina de mi tía con algunos restos de los nuestros fluidos mezclados. Pensaba volver a penetrarla, pero Juani me apartó suavemente, se levantó y dejó caer la bata por sus hombros, se desabrochó el sujetador y al fin pude ver sus dos tetas liberadas. Tenía un pecho grande y precioso, pese a la natural caída de la edad aún mantenían bastante tersura. No pude evitarlo y me lancé a chupárselas y estrujárselas. Ella me agarró la cabeza con una mano, mientras metió la otra entre nuestros cuerpos para agarrar mi polla y darle un par de sacudidas.
-Vamos a darnos una ducha cariño-hizo que me separara de ella y se dirigió hacia el cuarto de baño llevándome cogido de la polla, la cara interna de sus muslos brillaba por los restos de fluidos que lubricaban la zona, la abracé desde atrás cogiéndole de nuevo los senos mientras le besaba el cuello. Nos metimos en el amplio plato de ducha para lavarnos un poco. Juani tomó el mando y comenzó a pasarnos el agua por encima, no tardó mucho en abrir las piernas y dirigir hacia allí el caudal para limpiarse los restos de mi corrida. Yo puse mis dedos por ahí y volvimos a besarnos. Nos separamos, ella volvió a centrarse en su higiene y una vez hubo terminado, se agachó y me lavó las piernas para eliminar parte de la pegajosa sensación que dejaba la cera, mientras lo hacía aprovechaba para amasarme el culo con las manos.
-Toma, ponlo en su sitio-me dijo mientras me ofrecía el mando de la ducha. Lo cogí y lo puse en el soporte de la pared. No había terminado la operación y Juani ya volvía a tener mi polla en su boca. Mi miembro no había perdido dureza en toda la ducha para deleite de mi tía. Tras unas sacudidas se levantó, nos volvimos a besar y estuvimos un rato abrazados bajo la artificial lluvia. Mi tía era una mujer muy alegre, pero nunca la había visto tan radiante. Se debía a mí y eso me llenaba de orgullo pues parecía una quinceañera enamorada. Yo, aún a sabiendas de que era imposible, solo quería estar con ella para siempre, besándonos, haciéndonos disfrutar como si el resto del mundo no existiera. Me despojé de esos pensamientos y me dispuse a disfrutar del momento; la hice girar, la agarré desde atrás y le puse la polla entre sus glúteos, fingiendo que me follaba sus nalgas mientras el agua caía sobre nuestros cuerpos desnudos. Acaricié su chocho, sujeté mi polla y apunté de nuevo hacia su coño, y cuando apenas lo había rozado…
-Un momento, aquí no-dijo Juani incorporándose haciendo que nuestros sexos se separasen-vamos al dormitorio que voy a enseñarte un par de cosas. En aquel momento lo único que me apetecía era clavársela hasta el fondo, pero ante sus “amenazadoras” palabras, preferí dejar que ella llevase la iniciativa. En el polvo que habíamos echado en la camilla me dejé llevar por mis ansias virginales y juveniles, con el total consentimiento de Juani. Sin embargo ahora quería que aprendiese otras formas de gozar y hacer gozar a una mujer que no fueran el puro ímpetu.
Juani cerró el grifo, abrió la mampara y me invitó a salir del plato. Nos secamos mutuamente mientras aprovechábamos para darnos algún beso o alguna caricia extra. Nos mirábamos con la ilusión de dos enamorados que acababan de hacerlo por primera vez. Lo habíamos hecho por primera vez y nos queríamos muchísimo, pero aquello no podía comparársele con el amor romántico. No era tan fuerte pero parecía tener un lazo aún más intenso, aunque en aquel momento yo no tenía idea sobre esos temas ni nada con lo que comparar.
Llegamos al dormitorio y Juani se sentó en la cabecera de la cama con las piernas abiertas, invitándome…
-Aún no has probado mi chochete ¿No te apetece?-me preguntó poniendo fingida cara de niña mimosa.
-Me muero de ganas-me subí a la cama y gateando llegué hasta su entrepierna, me agaché y fui besándole y lamiéndole la cara interna de ambos muslos, acercándome cada vez más a mi destino. Juani tenía el pubis depilado, como no podía ser de otra manera en una mujer con sus mañas. Besé la raja, lamí una vez, otra y otra. Fui metiendo mis dedos y luego mi lengua. El sabor no me resultó agradable, pero la excitación del momento lo hacían un manjar de lo más apetecible. Juani se separó los pliegues con los dedos, quedando a mi vista su clítoris, su deseado clítoris. Subí y le pegué un par de lengüetazos, ella jadeó con fuerza emitiendo algún gemido bastante fuerte. Seguí con lo mío, disfrutando del momento sin perder detalle alguno mientras mi amada tía se abandonaba al placer, lubricando la zona abundantemente de forma natural.
-Túmbate boca arriba-dijo Juani entre jadeos. Yo obedecí, ella se hizo hacia delante llegando hasta mi polla, permitiendo que quedásemos en posición de sesenta y nueve. Agarré sus nalgas mientras ella empezó a chuparme la polla nuevamente. Ahora se me dificultaba un poco más el moverme con libertad, pero la postura era más morbosa, amén de recibir mucho más placer. La experta lengua de mi tía jugaba con mi glande mientras sus labios iban arriba y abajo por la longitud del falo, siguiendo el movimiento de su cabeza. En una de estas Juani tuvo un escalofrío de placer y su culo se deslizó hacia abajo, mis manos separaban sus glúteos y el agujero del culo quedó a la vista. No pude evitar pasarle la lengua por encima, sensación que me llenó de placer y a la vista de la reacción de mi tía a ella también. Un par de lengüetazos más y mi tía fue gateando hacia abajo, dándome la espalda apoyó la planta de los pies en la cama y se sentó a horcajadas sobre mi polla. Poco a poco fui viendo como su coño engullía mi polla lentamente, como si ella quisiera degustar cada centímetro de mí. Empezó a moverse poco a poco, acelerando mientras la ayudaba poniendo mis manos en su culo. Era la primera vez que podía apreciar con tanto detalle como mi polla se perdía en un coño. Al ser este el segundo polvo de la mañana las sensaciones no fueron tan intensas, por lo que me resultó bastante más fácil controlarme y abandonarme a disfrutar del momento. Ella seguía moviéndose, gimiendo. Me encantaba sentirla y oírla, me encantaba ver su culo subir y bajar por mi verga.
Noté que le empezó a costar moverse, así que la empujé poco a poco hacia delante hasta que mi polla se salió de su cueva. Ella quedó a cuatro patas al borde de la cama, me incorporé por detrás y volví a penetrarla, la agarré por las caderas y empujé con fuerza.
-Joder Luis, ah, ah-alcanzaba a decir ella, tras un rato moviéndome de forma salvaje volví a acompasar los movimientos, eché mi pecho sobre la espada de Juani para volver a recrearme con sus tetas de diosa. Me encanta agarrárselas, y en aquel entonces más si cabe. Los movimientos suaves pero profundos hicieron mella en mi tía, mis besos por su espalda y cuello también. Noté como se movía debajo de mí con cada vez más, capté el mensaje y volví a moverme con más fuerza. Poco después Juani gritó, gimió como nunca la había oído y se corrió. Era el primer orgasmo que le arrancaba a una mujer, me hizo sentir orgulloso de mí mismo y feliz por mi tía.
-Joder cariño, hacía mucho que no me corría de esta forma-no contesté, me limité a seguir besándole el cuello mientras me movía lentamente-¿Te gustan mis tetas, mi amor?
-Tú, mmm, que crees, ahh-contesté como pude entre besos y estertores de placer.
-Túmbate, que ahora vas a jugar con ellas a gusto-me separé de ella y la obedecí. Ella puso las rodillas a ambos lados de mi tronco y volvió dejarse caer, enterrándose mi polla hasta el fondo. Se echó hacia delante para besarme, la abracé y así aguantamos un rato, haciéndolo muy despacio, disfrutando de nuestro beso. Poco a poco se separó de mí haciendo que mi cabeza fuese hacia sus senos. Chupe, lamí, estrujé e hice lo que me dio la gana con ellos mientras Juani movía su cintura con maestría, consiguiendo proporcionarme placer mientras conseguía que la intensidad fuera la justa para conseguir mantenerme en esa situación durante mucho tiempo. Acomodado en esa posición, jugué únicamente con mi boca mientras mis manos fueron a su voluptuoso trasero. Poco a poco fue aumentando el ritmo de sus caderas, volvió a botar sobre mí haciendo que perdiera el control sobre sus tetas. Más gemidos, gritos ahogados calambrazos de su coño.
-Joder, acabo de correrme de nuevo-dijo ella jadeante. Hice un esfuerzo y conseguí darle la vuelta consiguiendo que la polla no se saliese del todo, ahora era ella quién quedó tumbada boca arriba.
-Agárrame fuerte Juani-le pedí mientras la penetraba con violencia, la besaba al borde del daño. Ella respondía clavando sus uñas en mi espalda. Hubo un momento en el que aflojamos un poco, nos quedamos mirándonos a cierta distancia mientras continué penetrando con fuertes golpes de mi pelvis. Empujé, empujé, seguí empujando, la vista volvió a nublárseme, sentí la presión en la zona del perineo y me vacié por segunda vez en el coño de Juani, el más deseado por mí. Quedé tumbado sobre ella dejando que la ternura volviese a tomar el control. Seguimos besándonos y acariciándonos en su cama bastante tiempo más. Nos mirábamos y sonreíamos con complicidad, satisfechos de haber dado rienda suelta a la tensión sexual que se había apoderado de nosotros durante los últimos meses. Para mí estaba el plus de haber sido mi primera vez, así como ver cumplida mi fantasía de la pubertad.