Cenienta (4: Primeros clientes)

Cenicienta recibe la inciación por parte de su familia y se adentra el negocio. Gran variedad de clientes acuden a ella.

CENICIENTA: Primeros clientes

Sara se abalanzó sobre ella. La agarró a Cenicienta por los brazos, sujetándolos entre sus fuertes piernas, mientras su hermana Vanesa lo hacía por los pies, separando las piernas de ésta notablemente. Alicia se acercó, se arrodilló y lamió la entrepierna de Ceni empezando por la zona interior del muslo izquierdo y subiendo lentamente, dando pequeños besos, hacia su intimidad.

Una vez allí, exploró con su lengua notando como su hijastra se estaba calentando progresivamente. Sara de mientras acariciaba con una mano el pezón derecho de Cenicienta y le susurraba cosas como: "Eres la perrita mas caliente que nunca he tenido" o "Vas a gozar tanto que nunca vas a poder parar de follar". Dicho esto, le hizo una señal a Vanesa, quien introdujo el pie izquierdo en su boca, lamiendo cada uno de sus deditos, el empeine, el talón

Cenicienta estaba sufriendo un orgasmo múltiple. No sabía en qué zona centrarse: en sus pies, calientes y húmedos; en sus pechos, firmemente agarrados y acariciados; o en su rajita, la cual debido a la excitación, chorreaba abundantemente y la hacía convulsionarse de placer.

Se cambiaron las posturas. Alicia habló:

-Zorrita, ponte a cuatro patas que ahora es tu turno de hacernos gozar

-Sí, ama-respondió rápida y concisa Cenicienta, desando ver que iba a continuación.

Una vez en esa postura, Vanesa se colocó delante suyo y se deshizo de su corsé de cuero rojo y sus braguitas de encaje. Sin mediar palabra, le puso el coño en la boca y sin necesidad de orden alguna, Cenicienta empezó a lamer. Vanesa gimió, se abrió de piernas más mientras se agarra fuerte los pechos… y finalmente, se corrió. Cuando la esclava iba a dejar su tarea, una patada de Vanesa le indicó lo contrario.

Mientras la chica exploraba con su lengua el coñito bien rasurado de su hermanastra preferida, notó como algo cálido y húmedo caía sobre su ano. Echó una breve mirada y vio que su hermana Sara extendía su propia saliva en círculos alrededor de su ano, presionando de vez en cuando levemente hasta conseguir introducir un par de dedos. Ceni sabía lo que venía a continuación, y sin dejar de lamer la entrepierna de Vanesa, levantó más el culo, dejándolo en perfecta pompa.

Hubo un fuerte empujón, Cenicienta notó como sus entrañas ardían de dolor y placer. Se agitó. Sara no paraba de bombear el culo de ésta con fuertes acometidas por parte de su prótesis fálica. La estaba desgarrando por dentro. Vanesa se separó de la boca de su hermanita y con un dulce y profundo beso en el que sus lenguas lucharon por entrar en la boca de la otra, Vanesa saboreó sus propios jugos.

Cenicienta no se pudo controlar más por el dolor en su recto y gritó. Pero éste fue ahogado por Alicia, quien deseosa de participar en la orgía, besaba a la chica mientras con la otra mano masturbaba el ano de Vanesa.

Sara, quien disfrutaba salvajemente del trato dado a su "hermanita", sintió como una mano le tiraba del aro del pezón izquierdo, mientras que otra acariciaba su depilado monte de Venus. La primera correspondía a Vanesa, cuya delicadeza fluctuaba debido a la masturbación recibida de su madre. La segunda mano era la de la propia Cenicienta, quien ansiosa y desesperada por el dolor infligido a su ano, quería revancha. Sara se convulsionó de placer y una vez sacado el arnés fálico del culo de su perrita, lo besó y lamió provocando gemidos de placer y relax por parte de Ceni.

En un par de horas, las cuatro mujeres de la familia estaban sudorosas y jadeantes. Dos de ellas, Alicia y Vanesa, aún semiinconscientes por la velada se encontraban en la cama, con las piernas abiertas y flexionadas, brillantes a la luz de la tenue y solitaria bombilla debido a sus flujos. Por otro lado, Cenicienta yacía en el suelo, boca abajo, con la mitad del cuerpo debajo de la cama, respirando agitadamente y con una sonrisa en los labios.

Sara, a diferencia que el resto, a pesar de estar cansada, estaba incorporada en un rincón. Cuando retomó el aliento lo suficiente como para andar, cogió el arnés que días atrás Alicia había comprado para Cenicienta, y acercándose a ésta, se lo puso apretándolo hasta ajustarlo.

-Bien…ya has…disfrutado…a partir de ahora, te…te vas a contener hasta…hasta que no salgas a buscar cli-clientes- dijo severamente. Al minuto, con sorna añadió-pero, por ser tú, siempre te puedes masturbar el culito.

Al oír esto Cenicienta sintió una mezcla de angustia, dolor, pánico y excitación que le hizo contestar con sus últimas fuerzas antes de desmayarse:

-Como tú ordenes mi ama

Al día siguiente, cuando la ya iniciada Cenicienta se despertó, se encontró con que estaba sola. Miró en derredor y encontró en la cómoda de la esquina algunas prendas, que ella reconoció al instante, y una nota. La leyó: "Vístete y ponte el tanga que hemos comprado para ti. Hoy empiezas a ser útil, perrita. Sara"

Al terminar de vestirse como pudo, ya que no podía quitarse el arnés de castidad, cogió el tanga en una mano y fue hacia el espejo. ¿Cómo querían que fuese así a la calle? Parecía una puta barata. Con esos tacones le costaba muchísimo andar. Se miró de nuevo dándose la vuelta y notó una sensación interior de gusto. Se alisó la faldita y empezó a pasearse por la habitación, meneando las caderas como una auténtica fulana. Estaba disfrutando, pero una voz la llamó desde el piso inferior, así que se apresuró, se retocó y bajó corriendo a ver que deseaban sus amas.

-Buenos días mis amas

-Buena zorra-dijo Sara ofreciéndole un asiento-hoy es tu primer día.

-Desayuna bien, para que no te falten fuerzas hermanita-completó Vanesa con cara lujuriosa, mientras deslizaba su mano por debajo de la faldita de la chica.- Luego te quitaremos eso-dijo indicando el arnés, que sobresalía ostentosamente por debajo de la mini

-Sí-acordó Alicia-hoy por ser tu primer día ya te hemos buscado clientes.

Cuando acabó de desayunar unas tostadas con mermelada de arándano, su madrastra se acercó a ella y le dio un trozo de papel con algo escrito.

-Ese es tu primer cliente y debajo está su dirección. Es un cliente de confianza, así que se buena y haz lo que te pida. Espero que no haya queja de ti.

-Sí mi ama, así lo haré mi ama.

-Ceni-la llamó Vanesa-después de ese "recado" vuelve a casa. Sara te ha buscado unos clientes algo…especiales.

-Como desees mi ama.

Le quitaron el arnés, se puso el tanga negro transparente de encaje y se fue, cerrando la puerta tras de sí, despidiéndose de sus dueñas.

Anduvo un largo camino hasta la plaza central de Ciudad Lujuria. Allí cogió el carruaje público que la llevó hasta la zona norte de la ciudad. Se bajó en la calle Lencería. Giró a la derecha y después otra vez y llegó a la dirección.

-A ver…calle del tacón número veinte décimo D- comprobó Cenicienta y llamó al timbre.

Una voz contestó y tras una breve identificación, ("¿tú eres la perra que contrate esta mañana?) abrió la puerta. Al llegar al susodicho piso, un joven de unos 28 años la recibió.

-Buenos días, soy Cenic….-empezó a decir Cenicienta, quien se calló al recibir un tortazo suave pero firme en la mejilla

-¿Te he dicho que me interese tu vida? No es comercial, así que cállate- le dijo el chico.

-Si señor. ¿Que quiere que haga?-rectificó la chica

  • ¿Yo? Nada-dijo para sorpresa de la chica-yo no necesito de putas para desahogarme. Es mi padre.

Dicho esto, le condujo por un pasillo hasta otra habitación donde un viejo de unos sesenta años la esperaba.

-Bien zorrita-saludó el hombre mayor-desnúdate y a cuatro patas. Y tú hijo, véte y asegúrate de que nadie me moleste hoy.

Cenicienta se desnudó lentamente, con cierta reticencia a que un viejo verde la viese. Éste notándolo, se levantó y le arrancó la minifalda de un tirón.

No me seas tan refinada

Dicho esto, la cogió del pelo y la lanzó al suelo, donde quedo arrodillada. La chica siguió desvistiéndose hasta estar completamente desnuda. El viejo se acercó, la cogió del pelo otra vez e izó su cara hasta que estuvieron frente a frente. Entonces la escupió en la boca diciendo:

-Perra barata, por muy buena que seas no te mereces ni el menor gesto de amabilidad por mi parte. Eres un objeto, o incluso menos que eso porque los objetos se usan para un par de cosas y yo te voy a usar para lo que yo quiera. Ahora, hazme una mamada.

Dicho esto se bajó los pantalones le puso la pija en la boca. Cenicienta la agitó un poco para ponerla dura y después empezó a chupársela. Pensó que se moriría del asco, ¡¡ese hombre podía ser su abuelo!!

Cuando terminó de hacer la tarea, el viejo le preguntó

-Lo has hecho muy bien. ¿Tienes sed?

-Sí, señor.-admitió la chica con la mirada gacha y todavía de rodillas.

-Sígueme.

La llevó a lo largo de los pasillos hasta alcanzar una habitación que parecía…sí, lo era. Era el baño. El anciano indicó la bañera y le ordenó meterse dentro. Mientras ella hacía lo indicado, él aprovechó para tocarle la concha y sobarle las tetas brevemente. Después, saco de nuevo su pija y empezó a mear sobre ella por todo el cuerpo.

-Se buena chica y no te dejes nada- dijo el anciano mientras orinaba sobre ella- ¿no querrás que me ofenda?

Y así lo hizo, tragó lo que pudo sintiendo arcadas por el sabor y notó como algo dentro de su cuerpo la pedía más. Así que lamió sus brazos, pechos, piernas

Al terminar, Cenicienta se dio una ducha y le cobró el dinero al señor quien al despedirse le dijo:

-La próxima vez, pregunta por mi nombre. Es Gilito.

Abatida y cansada, Cenicienta salió del portal casi arrastrando los pies y se dirigió a casa de la misma forma que había vuelto. A pesar de haberse duchado, todavía olía un poco por lo que en el carruaje de vuelta, recibió miradas de asco por parte de la gente.

Llegó a casa, saludó a sus amas y se dirigió a ponerse el arnés de castidad, cuando Sara la detuvo.

-¿Qué tal con Gilito? Bueno es igual, no te pongas el arnés que todavía tienes otro trabajo pendiente. ¿Te acuerdas del chavalín de la tienda? Pues está esperándote arriba, con sus amiguitos.

En efecto, al llegar a su habitación vio como cinco adolescentes cotilleaban sus armarios y cajones en busca de ropa íntima. Al notar estos su presencia no pararon. Tan sólo el chaval de la tienda se acercó a recibirla.

-Buenas tardes…esto…me gustó tanto lo que vi que reuní a mis amigos y entre todos hemos juntado el dinero para una hora.

-Bueno tú dirás

-Amo ¿no? Tu hermana me ha dicho que te lo recordara.

-Sí mi amo. Lo siento.

-Bien, primero queremos que nos hagas corrernos una vez a cada uno.-se acercó un chaval rubito de metro setenta de altura- Pero para poner las cosas un poco mas difícil, como es casi la hora de comer vamos a ir al patio frontal.

-Como desees, mi amo.

-Eso no es todo zorrita-esto último le sentó a la chica fatal. ¿Qué se creía el mocoso?-cuando estemos fuera te quitarás la ropa y te arrodillarás. Entonces te vendaremos y empezarás con la faena, ¿de acuerdo?

-Sí mi amo

-Recuerda, tienes media hora para conseguirlo, porque sino tus vecinos y vecinas te verán

Bajaron al patio, Cenicienta se quitó la ropa y se arrodilló. Entonces, un chico pelirrojo se acercó y le colocó la venda en los ojos. Oyó la orden de comienzo. Cenicienta empezó a buscar las dos primeras pollas y cogió una por mano. Las comenzó a masturbar, iba sobrada; pero en ese momento, otra le pegó en la mejilla y presionó sobre sus labios. Abrió la boca y empezó a chupar intentando coordinar los movimientos.

La que tenía en la mano derecha eyaculó y oyó como le insinuaban que se lo tragase. Así lo hizo y busco la siguiente. La pija de su boca se corrió ahogándola casi por completo. Empezó a tragar, pero se le salió un poco fuera. A cambio, recibió un pellizco en el pezón izquierdo. Ya sólo quedaban tres…dos, porque el de la izquierda se había corrido.

Se metió una en la boca y la otra en la mano. Estimó que le quedarían unos ocho minutos. Pero ahora era más complicado. Empezaba a notar el hambre, estaba cansada por su sesión con el viejo verde y encima, los niños que ya estaban servidos estaban metiéndole los dedos en el coño, en el ano, sobándole los pechos…¡Bien! El de la mano había acabado. Sólo quedaba el de la boca y le faltaba poco…entonces, oyó como alguien pasaba y gritaba del susto y se iba. ¿Quién podría haberla visto? Pero no tenía tiempo de pensar, pues el último se había corrido y exigía que se lo tragase.

Al terminar, subió corriendo desnuda a su cuarto y esperó a que los niños subieran. Al llegar todos venían cuchicheando y riéndose. Cuando preguntó que pasaba, el chaval de la tienda se acercó y le dijo:

-Todos están de acuerdo con que has estado magnifica y con que te has ganado el dinero. Pero quieren unas fotos contigo desnuda, sobándote las tetas y tocándote el coño.

Así lo hicieron. Cuando todo terminó y estaban a punto de irse, el rubio borde de antes se giró y le dijo.

-Se me olvidaba comentarte, mi hermano mayor es uno de tus amigos, Enric. Nos disgustaría ver cómo deja de hablarte, así que te proponemos nuestro silencio a cambio de tus favores cuando queramos y de manera totalmente gratis.

Tras pensarlo brevemente y ver como se giraban para irse, Cenicienta asintió rápidamente.

-Bien, tendrás noticias nuestras, perrita.

Pasaron un par de días antes de saber nada de los chicos. Al tercero, cuando Cenicienta salió a trabajar, se encontró con el chico pelirrojo en la puerta quien la citó a las 11:30 en el colegio San Maromo, fundado por el mismismo Mickey Mouse.

Cuando la chica llegó al patio de aquel lugar, los cinco chicos la esperaban. El rubio se adelantó.

-Verás perrita, hoy comienza la semana del sexo en el colegio y nos toca hacer presentaciones sobre diversos temas relacionados con el ámbito sexual. A nosotros nos toca el cuerpo femenino y tú vas a ayudarnos o…-agitó un CD delante suyo.

-De acuerdo…mis amos.

Se dirigieron a la puerta de la clase y cuando el timbre sonó, los chicos entraron diciendo que esperara ahí. La clase empezó y los cinco salieron al encerado donde escribieron el tema de su presentación. Después el chico moreno, aquél con el cual empezó todo, se dirigió a la puerta y le hizo una señal. Cenicienta entró. El rubio estaba hablando.

-Hoy vamos a estudiar el cuerpo femenino como bien sabéis. Para ello, hemos invitado a un sujeto del sexo indicado que nos ayudará de forma visual con nuestras explicaciones.

"¿Visual? ¿Este crío ha dicho de forma visual?" pensó la aterrorizada pero curiosa Cenicienta. En esos momentos de cavilación, el chico más cercano a ella le dio un codazo, para hacerla saber que pronto entraría en escena.

-Ahora, estudiemos la anatomía de una mujer. Desvístete por favor- añadió refiriéndose a la chica. Ella hizo lo mandado. Cuando empezó a quitarse el sujetador semitransparente rojo y el tanga juego, hubo una algarabía por parte de los alumnos quienes dijeron cosas guarras o piropos. Fueron silenciados pronto por la maestra quien mostraba una inusual curiosidad respecto al tema.

El chico primerizo que conoció en la tienda, se acercó a ella y magreando una de sus tetas con relativo cuidado comenzó su explicación sobre cómo las mujeres tenían esas protuberancias carnosas con las cuales atraían a los hombres y amamantaban a sus hijos. Al llegar al final de ese punto, acarició el pezón derecho y jugó con él hasta que estuvo duro. Se oían comentarios de fondo, y Ceni empezó a sentirse humillada pero también caliente. El chaval estaba consiguiendo ponerla a cien

Más tarde fue el turno del pelirrojo de las fotos, quien la ordenó sentarse en la mesa del profesor con las piernas abiertas, para así mostrar el coño perfectamente depilado a toda la clase. Más de uno se encontraba al borde de la eyaculación y las chicas no sabían donde meterse.

Al retirarse el pelirrojo de la ilustración, pusieron algunas diapositivas de los órganos reproductores femeninos. A todo esto, Cenicienta seguía desnuda sentada en la fría mesa del profesor, lo cual hacía que cada vez notase más el contraste de temperatura, poniéndose cachonda. El rubio al darse cuenta, se dirigió a la clase y soltó:

-Hoy, por ser un día especial, hemos decidido que también sería bueno para las chicas ver como una mujer explora su cuerpo.-dirigiéndose a Cenicienta y tocándole brevemente la raja añadió- mastúrbate para la clase. ¿No tienes inconveniente, no?

-No…claro que no

Y dicho esto comenzó a acariciarse las tetas y a bajar por su cuerpo hasta llegar a su coñito quien ya pedía guerra. Lo acarició en círculos, presionado levemente, encontrando su clítoris…jugó unos minutos antes de introducirse el dedo corazón. Gimió un poco y vio cómo algunas de las chicas de la segunda fila se tocaban ligeramente por encima de la falda. Las estaba calentando, bien. Siguió con su show y ocurrió algo que nadie esperaba.

La maestra quien no aguantaba más se acerco por atrás y comenzó a acariciar sus pechos, dando pequeños mordiscos y besos en el cuello de Cenicienta. Ésta se volteó y le dio un beso profundo con lengua, mientras con la mano izquierda se acariciaba el monte de Venus. Se reacomodó y comenzó a acariciarse el ano. Ambas gemían. La profesora, de pelo moreno largo recogido en una coleta, se acariciaba por debajo de la falda, mientras compartía el beso de la chica.

Al finalizar, ambas se giraron a la clase y todos aplaudieron. La profesora, avergonzada dijo: "tenéis un diez. Fin de la clase" y se fue corriendo por el pasillo.

El rubio se acercó y le dijo al oído:

-Muy bien hecho zorrita, creo que tu deuda está saldada con creces. Espero verte pronto. Puedes irte.

Cenicienta se vistió, pero no se fue a casa. Antes de eso, fue al baño del instituto y se quitó las bragas. Se metió en una cabina y con las piernas abiertas, se masturbó pensando en lo ocurrido y lo guarra que había llegado a ser. Cuando se corrió dos veces se dirigió a su casa.

Al llegar comprobó el correo. No se lo creía. Había cuatro invitaciones para una baile en honor del príncipe quien elegiría a la prostituta de oro contratando así sus servicios durante un año entero.