Cenicienta (2: El principio de una dominación)

Vanesa, la cruel y sexy hermanastra de Ceni, elige el primer turno para inculcarle valores a su nueva adquisición.

Cenicienta (2): El principio de una dominación

Una vez Sara abandonó el lugar cerrando con llave tras de sí, Vanesa dijo:

-Hay varias cosas que quiero tratar. Lo primero es que ahora es una perra, mi perra para ser exactos así que tengo algo para ti.-Se dirigió a un tocador de la pared y cogió un collar rosa con adornitos en forma de pinchos.- Póntelo, te protegerá de las pulgas y otros bichos que siempre llevas encima.

Le acercó el collar a Cenicienta. Ésta, viendo una oportunidad en el uno contra uno se lanzó a por su hermanastra, la cual la agarró por el pelo lanzándola por los aires contra una pared.

-Ceni, Ceni, Ceni… no deberías haber hecho eso-dijo incorporándose- Ahora vas a ver lo cruel que puedo ser.

Se acercó al cuerpo semi-inerte de Cenicienta y le colocó el collar y una cadena en el tobillo. La enganchó a una argolla de la pared, en la cual no se había percatado y la despertó a bofetazos.

-Cariño, me has hecho enfadar. Te iba a haber introducido lentamente en el negocio, pero tú lo has querido.

Dicho esto, la situó poca arriba y empezó con su analisis:

-Pelo: no me gusta, es tuyo, es bonito y tú no lo eres, así que fuera.-Cogió la maquinilla y se lo cortó mucho y de forma desigual.- Pendientes: Sólo te los pondrás, al igual que la ropa cuando se te lo ordene. Pezones: pequeños y descoloridos.-Dicho esto, le mordió los pezones oyendo como ésta gritaba y observó cómo se ponían duritos.-Así están mejor. Continuemos. Coñito: no está depilado correctamente, deja que te haga un favor-Cogió esparadrapo y le afeitó toda la raja a base de tirones, disfrutando de cada grito, de la humilación que ejercía. Esa puta no se iba a reír de ella nunca más.- Por último, siempre te presentarás cada mañana bien arreglada.

Una vez finalizada la revisión, salió de la habitación, dejándola llorando y retozándose de dolor. Sabía que no tardaría en ceder, pero necesitaba algo que la retuviese para que no abriese la boca "por accidente".

Al cabo de una hora volvió a la habitación y la encontró dormida y con los ojos rojos de tanto llorar. La despertó con la punta de la bota, dando suaves puntapiés en su cara. Cuando su victima despertó la agarró por los pelos las levantó hasta tenerla de frente y la escupió en la boca.

-Trágatelo y dame gracias por no castigarte de manera más cruel por haberte dormido sin mi permiso.

-Gra-gra…cias- respondió aún aturdida.

-¡Gracias mi ama, soputa!-dijo propinándole un puñetazo en la boca del estómago.

-Gracias…mi…ama-repitió dócilmente con babas cayendo de su boca debido al golpe.

-No me manches el traje, perra. Ya es tarde es la hora de comer. Ahora vuelvo.

Vanesa salió y volvió al rato con un cuenco con el nombre "Ceni" grabado en un lateral.

-Bien, hora de alimentarte. A partir de ahora comerás del cuenco o del suelo. Nunca de otro sitio, pues no lo mereces.

-Sí mi ama, me gusta mucho. Muchas gracias.

-Vaya, veo que has mejorado tus modales. Por eso, y por ser el primer día te voy a dar algo especial de comer.

Abrió una lata de comida de perros de la marca "Pluto & Putis" y lo vertió sobre el cuenco.

-Bueno en media hora volveré, que he quedado con…bueno, no necesitas explicaciones ramera. Ciao!. Ah! Se me olvidaba, de beber

Se acercó, le dio un vaso y le ordenó mear en él, llenándolo hasta arriba; pero eso sí, como lo haría una perrita. Luego le dijo

-Ciao! Ya tienes bebida. No dejes nada.

Cenicienta se quedo sola, sollozando tirada en el suelo. Pero algo no iba bien. La habían humillado, degradado, maltratado pero se sentía distinta, nueva. Bajó una manó a su entrepierna y notó que estaba mojada.¡Le gustaba! Pero no podía ser…¿o si?. No tuvo más tiempo de pensar pues un rugido de su estomago le recordó que sólo disponía de treinta minutos para comer. Hizo acopio de valor y comió unos cuantos bocados. Se sintió sucia y eso le hizo calentarse mas, así que, mientras tomaba unos lametazos de su propio meado, se introduzco un dedo en su coñito y comenzó a masturbarse.

-Perrita! Otra vez? Es la segunda vez que te pillo hoy- Miró hacia arriba y vio como Alicia sonreía, ahora abiertamente, mirándola. Cenicienta, sacó su dedo, avergonzada.

-Por favor, no pares. Me alegra ver como disfrutas de tu nueva posición de esclava. Bueno, sólo quería ver cómo ibas, así que hasta luego.

Una vez que hubo terminado de comer, Cenicienta estaba cansada por lo que se dispuso a dormir, pero recordando la paliza anterior, se mantuvo despierta. Puntuales como siempre, llegaron las dos hermanas, esta vez acompañadas por el fotógrafo de La Corte.

-Buenas tardes perrita

-Buenas tardes amas

-Si que ha mejorado- le susurró Sara a Vanesa. Se dirigió a la postrada Cenicienta- Bien, como creemos que eres taaaaan guapa y taaaaan educada- Se mofó- Vamos a hacerte un book de fotos para ti sola y algún vídeo.

-De acuerdo mi ama, si lo crees adecuado

-Lo creo, ahora coge esa silla colócate en frente de la cámara de vídeo y di tu nombre, edad, oficio, date una vuelta y después siéntate y diciendo que eres una guarra que se calienta muy fácilmente, mastúrbate.

Silencio en la habitación, la cámara se pone a rodar y:

-Hola soy Cenicienta de Ciudad Lujuria, tengo 18 años y soy una perrita- Se levantó, posó y se sentó otra vez- Soy taaaaan cerda y me gusta tanto ser humillada que me caliento a la mínima. Soy una zorra fácil.- Dicho esto, Cenicienta se abrió de piernas y se masturbó primero lentamente con un dedo y acariciándose suavemente los muslos, después, ejercitó sus pezones hasta tenerlos duros y tiesos. Olvidando su papel, empezó a sentirse a gusto y se introdujo otro dedo y otro, hasta tener un total de tres entrando y saliendo de su coño. Levantó la pierna izquierda y siguió masturbándose, acariciando ahora de vez en cuando su ano. Por último se dio la vuelta y se metió un dedo en el culo y dos de la otra mano en la vagina, moviéndolos rítmicamente hasta alcanzar el climax. Se mantuvo ahí aproximadamente un minuto y se corrió. Se giró y delante de la cámara, en un primer plano se lamió los dedos.

-Ufff….

-Ya está, ¡corta!. Muy bien-admitió Sara-casi consigues que empape mi tanga si no llega a ser porque sé que eres una mojigata.

-Soberbio-anunció Alicia, quien había entrado sigilosamente en la habitación y ahora se acercaba a Cenicienta-no sabía que te gustase meterte cosas por el culito-dijo, añadiendo un cachete.

-Mi ama, nunca lo había hecho, pero

-Vaya, vaya-la cortó Vanesa-sí que soy buena. Ahora hasta le gusta hacer eso. Por cierto, Ceni, cariño, si te vas de la lengua este vídeo será enviado a cada casa de la ciudad y no podrás volver a salir nunca. Así que se buena ¿si?

-Si…mi ama-contestó Cenicienta, asumiendo con rabia que no podría escapar de allí nunca. Pero en el fondo no le disgustaba, ¿eran sólo juegos, no?

-Señor fotógrafo, sáquele algunas fotos a cuatro patas y masturbándose. Si lo cree conveniente trátela mal. Aquí tiene sus honorarios: una entrada VIP para nuestro puticlub, el "Cinta roja".

Cuando finalmente se fue el fotógrafo, Cenicienta pensó que por fín podría descansar, pero su hermana Vanesa pisoteó sus esperanzas diciendo:

-Despídete del sueño, "princesita".

Cogió unas cadenas y ató sus brazos a una, colgando ésta de una argolla del techo. Lo mismo hizo con los pies en el suelo. Acto seguido encendió seis potentes focos y los giró hacia la esclava con la intención de aturdirla y que mañana fuese más sumisa.

Al día siguiente, cuando Sara vino a buscarla, se encontró con una esplendida vista sadomasoquista: Cenicienta colgaba del techo, moviendo la cabeza hacia los lados con la intención de protegerse de la luz. Había excrementos y meadas por el suelo, ya que no podía solarse. Además curiosamente, Sara observó que la victima se había corrido múltiples veces, pues sus piernas brillaban de sudor y de algo blanco que caía en grandes cantidades.

-Alguien ha tenido una noche movidita-se mofó, mientras soltaba a la prisionera.- vamos perra inútil, has de hacer las tareas de la casa.

Cenicienta se tambaleó y dando tumbos se acercó hasta donde la esperaba Sara.

-¿Qué te crees?¿Una persona?¡Ahora mismo al suelo, como el animal que eres!

Cuando llegaron a la cocina, se encontraron a Alicia sentada desnuda de cintura para abajo y a Vanesa vestida de cuero negro y rojo por zonas. Alicia tenía unos veintinueve años, por lo que lucía unas bonitas piernas morenas de tomar el sol y un coñito rasurado con una raya en el centro que le daba un aire liberal.

-Levántate del suelo y haznos el desayuno

-Sí, mis amas.

Una vez finalizó la preparación del desayuno, cuyo resultado fue normalito pues Cenicienta no había dormido en toda la noche, Vanesa le dijo, quitándose las botas:

-Buff, tengo un poco de frío en los pies, Ceni, perrita, calientamelos.

-Si, maestra-le respondió ella, mientras se dirigía a sus pies para calentarlos con las manos.

-Así no, ábrete de piernas.-le ordenó Vanesa. Después introdujo sus deditos del pie derecho en su coñito depilado, moviéndolos arriba y abajo- Muy bien, que calentito. Ahora no te muevas ni gimas, porque me enfadaré.

-De acuerdo, señorita Vanesa-accedió Cenicienta-¿puedo sugerirla que le chupe los dedos del otro pie?

-Muy bien pensado. Ponte a ello cielo.

-Cuando acabes-terció Alicia-ven a tomar tu nuevo desayuno-dijo señalando su conchita-quiero que no dejes nada.

Dicho y hecho, Cenicienta lamió con cuidado cada uno de los perfectos pies de Vanesa, sintiendo como el otro jugaba con su coño, buscando el momento de hacerla gemir para castigarla. Eran riquísimos, pequeños, suaves, fresquitos…los besó y lamió antes y después de que entraran en su cueva. A Continuación se dirigió a Alicia y abriendo las piernas de ésta levemente jugó con su lengua, buscando el clítoris, notando los pelitos en la zona central de su lengua. Notó como se calentaba, y por consiguiente, cómo salía su alimento. Sintió que necesitaba más y más y chupó mas fuerte, hasta el punto de hacer gemir a Alicia, quien le propinó una patada y la dejó continuar.

A todo esto, Sara se sentía ignorada y se levantó trayendo algo consigo. De repente, Cenicienta pegó un brinco, pues notaba que algo rígido y suave a la vez se deslizaba dentro de su ano, no conseguía ver que era. Cuando terminó de comerle el coño a su ama, la llevaron al salón donde, con humillación y lágrimas en los ojos, vio en el espejo que llevaba un plumero incrustado en el ano.

-Así limpiarás mejor-le dijo Sara con sorna-ya que eres una pésima chacha, al igual que puta.

Cenicienta realmente odiaba a Sara, pues era la que pero le trataba con diferencia. Lo que a continuación oyó, la dejó helada:

-Mamá-dijo Sara- hoy me voy a ir de compras y Ceni se viene conmigo, ¿vale?

-De acuerdo Sarita, pero antes déjame darle una cosa que le compré ayer por Internet.

Desapareció por un momento y reapareció trayendo algo parecido a un arnés de escalada.

-Cielito, he visto que te corres mucho. Y no se trata de tu placer si no del de tus clientes, así que ahora vas a dejar de usar el coño. Esto es un cinturón de castidad-dijo poniéndole el cinturón y apretándolo de tal manera que su raja quedaba tapada y presionada dejándola inhabilitada.-Pero anímate-añadió dándole una palmadita- aún puedes correrte por el culo jajajaja.

-Lo que tu quieras hermana, pero quítaselo, que tengo planes para ella-comentó Sara-Vamos esclava.