Cenemos pizza
Primer relato sobre nuestras experiencias
Nuestra relación siempre había sido excelente. Desde que nos conocimos, aparte de caer rendidos y enamorados el uno del otro, nuestro vínculo siempre había tenido un fuerte componente sexual. B es rubia, con 1'70, pequeño pero bien formado pecho, un trasero realmente precioso y un monte de venus completamente rasurado. Tal vez B tuvo mala suerte y antes de conocerme tuvo malos compañeros sexuales, pero el hecho es que un día me reconoció que nunca había sentido un orgasmo hasta meterse en mi cama. Ella escuchaba hablar a sus amigas de sexo y sonreía y les daba la razón mientras que interiormente pensaba que el coito no era algo tan sublime como ellas contaban. Supongo que el hecho de encontrar en mi no tan solo un novio, sino un amante que la hacía mojar su ropa interior antes de tan siquiera tocarla, cambio su mundo íntimo. Desde que nos fuimos a vivir juntos ella no ha podido dormirse sin sentirme dentro. Gime, grita, dice tacos y cae rendida tras nuestros encuentros.
Yo por mi parte soy de esos pocos hombres que consideran que el órgano sexual mas importante es el cerebro. Opino que cualquier patán es capaz de metérsela a una mujer y moverse como un conejo hasta correrse él y, si la suerte les sonríe, también ella. Claro que esto todos lo hemos hecho. Sería agotador mantener una alta frecuencia diaria con la pareja si se hubiera de mantener una tensión pre, durante y post coito. Pero de vez en cuando me gusta jugar con ella, excitarla, provocar que sienta deseada y llevarla al límite donde es capaz de cualquier cosa. Así hemos vivido experiencias cuya memoria aun me excita y, particularmente, ando aguardando que se cumplan otras con las que sueño a diario.
Mi mayor fetiche es el exhibicionismo. Me calienta muchísimo aventurarme a exponer a B. Algunas veces la he hecho ponerse una minifalda corta sin ropa interior, hemos ido a playas nudistas y me pongo cardiaco tomándole fotos desnuda. Tengo mil fotos y videos suyos sin ropa, desnudándose, en poses provocativas, haciendo el amor conmigo. Incluso hemos inventado un juego de tablero mediante el cual damos rienda suelta a nuestras fantasías. Es una especie de juego de la oca, pero hemos inventado casillas y pruebas a realizar entre las que están la de contarnos historias, simular que uno hace el amor utilizando a la almohada de amante imaginario mientras el otro mira, tocamientos varios, propios y ajenos, etc... Si alguien lo quiere que me lo pida en los comentarios y buscaré la forma de enviarlo por mail de forma discreta. Al final del juego, el que gana, es el dueño del otro por lo que quede de día y como por algo hay que empezar os contaré la primera vez que gané.
B, iba a ser mía por mas de dos horas y quería saciar mi imaginación con ella. Sería muy sencillo arrodillarla ante mi y pedirle que me la chupara hasta correrme. No. Había de encontrar nuevas situaciones y decidí pedir una pizza. B me miró y sospechó lo que venía a continuación:
No esperarás que espere al repartidor desnuda ¿verdad?
La verdad es que B sabe muy bien lo que me gusta pero esto le parecía demasiado fuerte.
Pues aun no lo he decidido ¿te gustaría?
Pues no. Como me hagas hacer eso me tiro al repartidor.
Nunca sabre si ella lo dijo en serio o solo me lo dijo para hacerme desistir pero si este era su objetivo, lo consiguió. Pese a todo soy celoso, como lo es cualquiera que ame tanto como yo amo y no la insté a seguir con ello. No la recibiría desnuda, pero sí lo recibiría como yo quisiera que para eso había ganado el juego. Busque una camisa mía, blanca, lo suficientemente larga para cubrir poco mas que sus nalgas. Le desabroché un par de botones para que enseñara escote y le dije que de esa guisa, vestida solo con esa prenda, habría de recibir y pagar la comida rápida. Durante la espera la senté en el sofá y estuve besándola y dirigí mi mano entre sus piernas, acariciando su clítoris y jugué con ella metiéndole un dedo. Estaba ya muy mojada, lo cual es lógico tras aquel juego de tablero en el que me había tenido que contar una historia en la cual participábamos en una orgía, se había masturbado enfrente de mi, me había visto follarme a una almohada que era una desconocida en su imaginación y además había tenido que beber varios chupitos de un licor dulce del que no recuerdo el nombre.
Así no es de extrañar que cuando sonó el timbre B estuviera tan caliente como yo quería que estuviera. Me quedé sentado en el sofá que daba a la puerta y ella se levantó a abrir. Sus rojas mejillas delataban claramente lo excitada que se sentía. Me miró, dio una vuelta sobre sí misma y me dijo que esta vez me había pasado pero se dirigió hacia la puerta y abrió. Al otro lado de la puerta esperaba un chaval de unos 19 años que al verla apenas acertó a balbucear que nos traía una pizza. B le sonrió, tomó la comida de manos del impávido repartidor y le preguntó el precio. Lógicamente no tenía donde guardar el dinero así que le dio la espalda al chaval para dirigirse hacia mi y que le diese la cartera; desde la puerta el afortunado joven no le quitaba los ojos de encima. Estiro su mano para recogerla de la mía y una centésima de segundo antes de que su mano la tocase la dejé caer. B me sonrió con malicia adivinando mi jugada y se agachó a recogerla con el inevitable alzamiento de la camisa que hizo las delicias del que desde la puerta pudo ver el trasero de mi mujer y tal vez su sexo a la perfección. Con el dinero volvió hacia el chaval bastante azorada pero viéndole babear. Y es que mi mujer está muy buena. Ella actuó con lentitud para prolongar aquel momento maravilloso. B estaba excitadísima, desde el sofá yo me sentía que me correría de un momento al otro de puro deseo y al repartidor se le notaba que le había crecido el paquete bajo sus pantalones. Sin embargo mi mujer era la dueña de la situación, su poder sobre los dos era notorio. Con una palabra suya cualquiera de los dos se habría desnudado sin vacilar, pero solo abrió la boca para despedir al chaval que acababa de tener su mejor día de trabajo.
Al cerrar la puerta vino hacia mi. El juego ya no importaba, la cena tampoco y lo que queríamos en ese momento era follar como posesos. B se desabrochó el resto de los botones de la camisa, sin quitársela y se dirigió hacia el sofá. Yo ya me estaba bajándolos pantalones cuando ella llegó y se arrodilló a mis pies. Mi polla estaba a punto de reventar pensando en la escena que acabábamos de vivir, pensando en B agachándose lentamente de espaldas a un desconocido que la miraba, que la deseaba. Pensaba en la perspectiva que tendría aquel chaval de su culo, de su depilado coño mojado. Empecé a notar sus labios rodeando mi polla. La engullía y la soltaba, con mucha saliva, lubricándola bien. Se montó sobre mi, la penetración fue rápida y sencilla. Ella estaba cachondísima. Empezó a cabalgarme, yo sentado en el sillón le aparte la camisa con mi boca, le besé las tetas y le lamí los pezones. Con mis manos le agarraba fuerte el culo. Ella cada vez se movía mas rápido, gemía mas fuerte y su cara se desencajaba sintiendo un orgasmo que le llegaba. Empezó a preguntarme si me gustaba como follaba mi novia, pero no llegó a terminar la frase. Nuestros cuerpos quedaron rígidos y los dos nos corrimos ruidosamente.
Ni siquiera nos limpiamos y vestimos. De esa guisa nos comimos la pizza que ya estaba fria, entre risas besos y la excitación por la experiencia que acabábamos de vivir.