Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 6)

Cap. VI – José Antonio y Vero

Cap. VI – José Antonio y Vero

José Antonio era amigo de Néstor hacía muchos años, inició un negocio del que iba viviendo hasta que se casó con Vero, una mujer de buena familia que le ayudó a prosperar, de todos los amigos él era el que mejor vivía, también el que más fanfarroneaba, eso sí, también era muy generoso, se le aguantaban sus tonterías pero él siempre invitaba. Cuando a Néstor le hizo falta lo ayudó económicamente sin pedirle jamás que le devolviera el dinero, tampoco hacía falta porque él sabía perfectamente que se lo devolvería algún día poco a poco. Eso no evitaba que cuando estaban juntos Néstor se sintiera un poco abrumado, el hecho de deberle algo y la actitud chulesca de José Antonio como si fuera el amo del mundo le hacía sentirse por debajo de él.

Aquella noche después de ver a las niñas, y a Lisa claro, Néstor estaba invitado a cenar en la casa de José Antonio, le abrieron la puerta el matrimonio, se abrazó con él y le dio dos besos a su mujer. Su esposa Vero, con el pelo, la piel y toda ella en perfecto estado de revista, se notaba que dedicaba tiempo a cuidarse, siempre estaba impecable, que guapa y buena estaba, a Néstor siempre le pareció una mujer de bandera. Vero, que de tonta no tenía un pelo, sabía perfectamente cuando impresionaba a un hombre, que era casi siempre, y si no lo hacía la mayoría de veces era porque el chico era homosexual, sabía que a Néstor siempre le había atraído, se le notaba, cuando la miraba se le ponían unos ojitos que no podía disimular, y  eso que lo intentaba, pero ella siempre lo pillaba.

Se tomaron una cerveza antes de la cena hablando de algunos amigos comunes, le enseñaron las últimas obras en la casa, habían hecho una casita de invitados al lado de la piscina, José Antonio le explicó que la estrenaría un amigo suyo vasco que estaba de camino, un ex surfero que era muy cachondo y muy juerguista, le prometió una salida de hombres para recordar viejos tiempos.

Fue en medio de la cena cuando Vero…

VERO: Y dime Néstor, ¿cómo te va la vida?

NESTOR: Muy bien, estoy intentando disfrutar de la familia, volver a acercarme a ellos, retomar el contacto que durante tanto tiempo no tuve.

JOSE ANTONIO: ¿Y con Lisa también?

NESTOR: Con Lisa está costando un poco más, pero creo que al final llegaremos a buen puerto. Nos seguimos queriendo, y eso es lo más importante.

VERO: Si la quieres lucha por ella, es una gran mujer.

JOSE ANTONIO: La familia unida, me alegro amigo.

NESTOR: Yo, te quiero agradecer lo que hiciste por mí en los malos momentos, te lo iré devolviendo, este mes podré empezar y espero poder saldar la deuda liquidando una parte a final de cada mes.

Vero y José Antonio se miraron.

VERO: No te preocupes, no hay prisa, cómprales algunas cosas a tus hijas y a Lisa, que estén contentas contigo, recupera a la familia y ya hablaremos.

JOSE ANTONIO: Desde luego, Vero tiene razón.

NESTOR: Te lo iré devolviendo poco a poco si me lo permites, así viviré más tranquilo.

Acabaron de cenar y se prepararon unas copas José A. y él, Vero se despidió de su marido con un beso en la frente y de Néstor con uno en cada mejilla.

VERO: Que acabéis bien la velada, yo me voy a descansar que mañana he quedado con las amigas para desayunar fuera.

Estaban en la terraza del jardín tomándose las copas.

JOSÉ ANTONIO: Mañana tiene una reunión con sus amigas, ya me imagino que no dejarán títere con cabeza, seguro que Lisa también estará.

NESTOR: ¿Lisa?, no sé, no me ha dicho nada.

JOSÉ ANTONIO: Todas tienen sus secretillos.

NESTOR: Si solo son esos no es importante.

JOSÉ ANTONIO: ¿La ves mucho?

NESTOR: Con la excusa de ver a las niñas, cada día.

JOSÉ ANTONIO: ¿Y ya te la has follado?

NESTOR: Si hombre, a ti te lo voy a decir.

El tío se descojonaba de risa.

JOSÉ ANTONIO: Pues si no lo has hecho hazlo pronto, que Lisa es muy guapa y puede encontrar lo que quiera.

NESTOR: ¿Tú sabes algo?

JOSÉ ANTONIO: Que yo sepa no ha tenido nada de nada, pero con las mujeres nunca se sabe, ellas sí que saben disimular.

NESTOR: Cállate ya que me estás poniendo nervioso joder.

José A. seguía muriéndose de risa.

JOSÉ ANTONIO: ¿Sabes algo de Juan?

NESTOR: Me llamó para tomar una copa hace unos días, pero no pude ir.

JOSÉ ANTONIO: Me parece que se ve con alguien, el tío esta follando a destajo y no suelta prenda.

NESTOR: Querrá ser discreto.

JOSÉ ANTONIO: O se está beneficiando a una casada y no quiere que se sepa quién es.

Néstor movió los hombros despreocupándose, quería disimular, no tenía porque explicarle la aventura rara que estaba viviendo Juan, se lo confesó a él en confianza y no lo iba a traicionar. Las copas iban haciendo su efecto.

JOSÉ ANTONIO: ¿Te puedo preguntar algo en confianza?

NESTOR: Adelante.

JOSÉ ANTONIO: Cuando estabas con Lisa, quiero decir, cuando estabais juntos y eso, le fuiste infiel alguna vez, tuviste algún rollo.

NESTOR: Si lo hubiera tenido seguramente no te contestaría, pero no, nunca tuve nada con nadie, con ella era muy feliz y no me hacía falta buscar nada fuera. ¿Lo preguntas por algo?

JOSÉ ANTONIO: Mira, me gustaría que fueras discreto con esto, yo ya sé que hablo mucho cuando estamos reunidos con amigos, que mis bravuconadas os las pasáis por el forro y reís porque no os las creéis, pero la verdad es que muchas son ciertas, verás, con Vero no van muy bien las cosas, bueno, van bien, pero no donde a mí más me gustaría…

NESTOR: ¿Dónde quieres llegar José?

JOSÉ ANTONIO: ¿Tú la has visto bien?

NESTOR: Hombre, de guapa lo es un rato.

JOSÉ ANTONIO: Pues tiene tanto de guapa como de frígida en la cama.

NESTOR: No me cuentes intimidades hombre.

JOSÉ ANTONIO: Sí, sí, necesito contárselo a alguien, tú eres un buen amigo, escúchame por favor, ahí donde la ves tan bien puesta, tan arreglada, bien vestida de marca, tan cuidada, pues en la cama es un tempano de hielo.

NESTOR: ¿Por qué no lo hablas con ella?, si eso tiene una solución será hablándolo, ¿no?

JOSÉ ANTONIO: ¿Te crees que no lo he intentado?, no hay manera, por eso yo, bueno yo, voy por ahí follando, le pongo los cuernos Néstor, y no creas que me gusta.

NESTOR: Por lo que hablas a veces, sí parece que te guste.

JOSÉ ANTONIO: Bueno, un buen polvazo nunca viene mal, ¿no crees?

NESTOR: Que golfo eres tío.

JOSÉ ANTONIO: ¿Pero tú follas ya con Lisa, o todavía no?

NESTOR: A nosotros déjanos tranquilos que vamos sumando puntos, creo que conseguiré volver con ella.

JOSÉ ANTONIO: Harás bien, es una gran mujer. Pero como se junte mucho con Vero no sé cómo acabará.

Rieron y se tomaron alguna copa más antes de que Néstor volviera a su casa, que su amigo le confesara la frialdad de Vero le sorprendió, siempre pensó que debía ser una mujer muy apasionada, o así era como él la veía en su imaginación. Tal vez su intuición no fuera todo lo buena que debía ser, pero aquel cuerpazo, con aquellas curvas y la carita de muñeca que tenía era una pena que no lo aprovechara para darse placer.

Néstor seguía con sus visitas a la familia, Lisa estaba con él cada día un poco más cariñosa y cuando sabían que las niñas llegarían tarde se daban alguna alegría al cuerpo, todo iba según sus planes, pensaba que no tardaría mucho en preguntarle a su ex mujer si podría volver a la casa familiar.

José Antonio hablaba cada día con su amigo Aitor, sabía que llegaría cuando se cansara de dar vueltas por las mejores playas para surfear. Tenía ganas que llegara para tener la excusa y salir de fiesta con él, desde que se conocieron era rara la noche que saliendo con él no acabara en la cama con alguna tía, Aitor era un gran reclamo. Cuando le ofreció la oportunidad de pasar un tiempo en su casa pensaba precisamente en eso, evidentemente la escusa oficial era que hacía tiempo que no se veían y que no quería perder su amistad, al menos era la que le dio a su mujer para invitarlo.

Una soleada tarde la furgoneta de Aitor entraba en la propiedad, José Antonio le indicaba con la mano donde podía aparcar, un par de abrazos con algunas risas para saludarse y se dirigieron a la casa principal.

JOSÉ ANTONIO: Primero te voy a presentar a la familia.

Salió Vero, a Aitor se le salían los ojos de las orbitas, es cierto que su amigo siempre le había dicho que tenía una mujer muy guapa, pero por esa tendencia que tenía José Antonio a exagerar nunca le había hecho mucho caso, le dio dos besos mirándole a los ojos pensando que la mujer del cabronazo de su amigo estaba realmente muy buena. Vero cuando lo vio no pudo evitar levantar una ceja, el amigote de su marido era todo un personaje, una melenita que parecía que intentaba quitarle algunos años, una apariencia de hombre despreocupado con muy buen tipo, desde luego hacía toda la pinta de un surfero, un poco trasnochado, pero surfero, esa mirada intensa a sus ojos, sin preocuparse de apartarla le indicaba que estaba acostumbrado a estar con mujeres, un juerguista mujeriego, es lo que pensó Vero mientras le besaba, y un descarado por esa mano en su cintura que la acariciaba sutilmente.

Unos pasos se oían bajando las escaleras, Aitor se giró y se le cayeron los huevos al suelo, pensó, Inés, que coño hace esta chica aquí, fue lo que inocentemente le vino primero a la cabeza.

JOSÉ ANTONIO: Te presento a nuestra hija Inés.

Aitor se había bloqueado, eso no se lo esperaba, la puta casualidad había hecho que se follara a la hija de su amigo sin saberlo, Inés, todo lo contrario, bajaba con mucha tranquilidad las escaleras con un bolso colgando del hombro, se paró delante de él y como si no lo conociera de nada le dio un par de besos.

INES: Hola, bienvenido, espero que pases unos días agradables en esta casa, mi padre tenía muchas ganas de que llegaras. Papis me voy, comeré con mis amigas y volveré por la tarde.

Inés desaparecía por la puerta y a Aitor todavía le duraba el shock.

AITOR: Así que esta es tú hija.

JOSÉ ANTONIO: Sí, toda una mujercita ya, en pocas semanas celebraremos su mayoría de edad.

AITOR: ¿Cómo?

JOSÉ ANTONIO: Que cumplirá dieciocho y le estamos montando una fiesta sorpresa.

Aitor se quería morir. Se rascaba la cabeza sin parar de los nervios.

JOSÉ ANTONIO: Es tan buena niña.

AITOR: Que bien.

JOSÉ ANTONIO: Tan responsable.

AITOR: Lo parece.

JOSÉ ANTONIO: Todavía no nos ha hablado de ningún chico.

AITOR: ¡Ah!

JOSÉ ANTONIO: No se le ve intención de estar con ningún hombre.

AITOR: Caramba.

JOSÉ ANTONIO: Sabes, yo creo que todavía debe ser virgen.

AITOR: ¡Eeeeeh!, sí seguramente.

JOSÉ ANTONIO: ¿Se puede saber qué te pasa, que no paras de rascarte la cabeza hombre?

Aitor salió de su letargo mirando a su amigo.

AITOR: ¡Ah!, nada, debe ser la sal del mar, necesito una ducha.

JOSÉ ANTONIO: Yo me tengo que ir a trabajar un poco, pero Vero te acompañará a la casita de invitados, la estrenas tú, puedes estar contento.

AITOR: Gracias, muy agradecido por lo que hacéis por mí.

Vero le miró de reojo y le hizo una señal con la mano para que la acompañara, salieron al jardín, Aitor sacó de la furgoneta un par de bolsas y siguió a Vero que con una llave en la mano se dirigía a la puerta de la casa. La abrió y se apartó para que entrara Aitor.

VERO: Esta es tú casa, te dejo las llaves, puedes entrar y salir cuando quieras.

AITOR: Muchas gracias, ¿Hay lavadora?, tengo ropa que le haría falta una buena lavada.

VERO: Sí, hay una pequeña habitación con lavadora y secadora, ya la encontraras, la casa no es muy grande.

AITOR: ¿No me la vas a enseñar tú?

VERO: No hace falta, sírvete tú mismo, si necesitas algo llámame por el interfono.

Se giró para marcharse.

AITOR: José Antonio tiene mucha suerte de estar con una mujer tan espectacular como tú.

Vero se giró lentamente mirándole los ojos.

VERO: Y de tener amigos como tú, tan, tan, ¿echados para adelante?, o con, ¿tan poca vergüenza?

Aitor la miraba sonriendo.

AITOR: Me parece que tú y yo nos vamos a llevar muy bien.

VERO: Seguro.

Dijo con ironía mientras se daba la vuelta caminando, Aitor le miraba el culo pensando que se lo comería en ese mismo momento. Vero sentía su mirada mientras caminaba escapándosele una sonrisilla.

Esa noche cenaron juntos los tres, querían celebrar la llegada de Aitor, los dos hombres hablaban de sus aventuras de jóvenes y Vero les escuchaba sin demasiado interés, más por educación que otra cosa. En algún momento se cambió la conversación.

AITOR: No sabía que estabas casado con una mujer como Vero.

JOSÉ ANTONIO: ¿Qué quieres decir?

VERO: Que estoy muy buena, te quiere decir.

AITOR: Mujer, no quería decirlo de esa manera.

VERO: Es como lo piensas, ¿no?

JOSÉ ANTONIO: ¿Vero, te pasa algo con Aitor?, no te había oído hablar así nunca con nadie.

VERO: Nada, ya sabes que no me gusta la gente tan despreocupada y poco sería.

AITOR: Perdona, pero tengo un negocio del que puedo vivir decentemente sin depender de nadie.

VERO: Y ya veo como te cuidas de él.

AITOR: Está mi hermano con él mientras yo hago vacaciones. ¿O es que vosotros no las hacéis por estar por el negocio?

VERO: Lo que hagamos o no a ti no te importa.

JOSÉ ANTONIO: Vero por favor.

VERO: ¿Qué?, estamos hablando.

JOSÉ ANTONIO: Pues no lo parece, es más una discusión.

AITOR: No te preocupes, es una mujer encantadora.

VERO: Desde luego, el encanto me sale a raudales.

Volvía a hablar con ironía, Aitor la miraba sonriendo, cuanto más se metía con él, cuanto más le atacaba, más atraído se sentía por ella.

Después de cenar Vero les dio una escusa barata y se fue a dormir, no le caía nada bien el amigo de su marido, ese tipo de gente que daban una imagen de pasotismo total, los de aquí te pillo aquí te mato, soy libre y no me quiero comprometer con nada, les caían como el culo. Vero sabía que José Antonio lo había invitado para tener la escusa de salir por las noches con él, a ella no le gustaba mucho el ambiente nocturno, y con la pinta que hacía el colega seguro que follarían por ahí, no era tonta, sabía que a su marido no le daba bola en la cama y él se tenía que espabilar como podía.

Se prepararon las copas de rigor y se sentaron en la terraza a tomarlas.

JOSÉ ANTONIO: Bueno, tenemos que pensar cual será nuestra primer noche de desenfreno.

AITOR: Cuando tú quieras.

JOSÉ ANTONIO: Te quiero enseñar algunos locales donde hay ganado del bueno.

AITOR: ¿Vero no vendrá con nosotros?

JOSÉ ANTONIO: Aitor amigo, Vero es de otra manera, ella con sus amigas, peluquerías, cuidados del cuerpo  y esas cosas es feliz, fuera de ahí no sé si le gusta algo más.

AITOR: ¿Quieres decir que…?

JOSÉ ANTONIO: Nada de nada, hace años que no nos tocamos ni con un palo.

Aitor bebía y pensaba que se le estaba poniendo la cosa mejor de lo que pensaba, si su marido no la tocaba, o tenía un rollo por ahí o se aguantaba el picor del chichi, él estaba dispuesto a rascárselo siempre que lo necesitara.

AITOR: ¿Y tú hija?

JOSÉ ANTONIO: Está con las amigas, puede que se quede a dormir en casa de alguna,  su madre lo debe saber, a mí no me cuenta muchas cosas.

O está con un pollón de puta madre en la boca y tú ni te enteras, pensó Aitor.

Se fueron a dormir, Aitor dormía profundamente cansado del viaje de aquel mismo día, notó algo dentro de la sabana, se despertó y estaba Inés en bragas agarrándole el cipote pajeándoselo. Se levantó de golpe.

AITOR: ¿Qué coño haces?

INES: Hace unos días no me hacías tantas preguntas.

AITOR: Hace unos días no sabía que no tenías los dieciocho cabrona.

INES: Que más da, un buen polvo es un buen polvo.

AITOR: No.

La agarró del brazo, recogió su ropa poniéndosela en el pecho para que la sujetara con las manos y la echó de la habitación.

AITOR: Así no, Inés, así no.

INES: De aquí poco los cumplo, entonces no te vas a salvar, te follaré cuando me dé la gana o le diré a mi padre que has abusado de mí.

AITOR: ¿Pero qué dices?

INES: Tú no me conoces surfero.

Se vistió y salió de la casita con cuidado, Aitor se quedó preocupado, una niñata lo estaba chantajeando, iba a dejar que hiciera con él lo que quisiera, se rascó la cabeza y pensó que mejor dormir, al día siguiente ya sería otra cosa.