Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 5)
Cap. V Lisa
Cap. V – Lisa
Lisa siempre fue una buena estudiante, se había arrepentido muchas veces de no haber seguido haciendo una carrera, en su día le salió la oportunidad de trabajar, la posibilidad de ganar dinero y libertad la encegó, pensó más en el momento que en el futuro y ella sabía que se equivocó. Eso le permitió comprarse algunos caprichos, como ropa nueva y zapatos, poder salir con las amigas a cenar y conocer algunos chicos interesantes, con alguno mantuvo una relación pero no llegaron muy lejos.
Hasta que conoció a Néstor, un chico que parecía hiperactivo, se conocieron y no pararon de hacer cosas, siempre tenía un buen plan para hacer, los fines de semana eran tremendos. Aquella actividad, lo buena persona que era, lo enamorado que le demostraba que estaba de ella cada día, y por qué no decirlo, lo bien que se lo pasaban follando, hizo que se enamorara de él con locura, se casaron y empezaron una vida maravillosa juntos, el nacimiento de sus hijas, Nuria y Blanca, los acabó de hacer felices.
Pero llegó la tormenta y el mal tiempo, la enfermedad de su madre lo cambió, fue perdiendo la alegría a medida que su madre empeoraba, ella intentó animarlo pero no lo consiguió, o no supo hacerlo. El tener que pagar la residencia de su sueldo los dejó en muy mala situación económica, tal vez ella pudo ser más comprensiva, pero las niñas estaban en una edad que demandaban mucha atención, no supo repartirla entre sus hijas y su marido, la realidad es que la relación se fue deteriorando hasta el punto de separarse.
Ahora, después de la triste muerte de su suegra, él volvía a acercarse, cada día iba a ver a las niñas y hablaban un rato, no era el de antes todavía, pero se le notaba más tranquilo y centrado. En la intimidad, Lisa llegó a plantearse qué pasaría si Néstor le pidiera para volver a rehacer su relación, no tenía muy claro porque pensó en ello, había pasado mucho tiempo y casi no se habían visto.
Néstor llegó a la casa que había compartido con su familia durante muchos años para ver una tarde más a sus hijas, le abrió Lisa, la saludó y entró directo al salón que estaba vacío.
NESTOR: ¿Y las niñas, están en su habitación?
LISA: Te lo iba a decir pero no me has dado tiempo, no están, han salido con las amigas, y algún amigo también.
NESTOR: ¿Cómo que algún amigo también, que quieres decir?
Lisa le sonrió y caminó para sentarse en el sofá.
LISA: Ven siéntate, has estado demasiado tiempo desconectado y tus hijas han crecido.
NESTOR: ¿Qué han crecido?, si son unas niñas todavía.
LISA: Sí, unas niñas con edad de salir con sus amigas y empezar a despegarse.
NESTOR: Y amigos, que lo has dicho.
LISA: Bueno, creo que Blanca está enamorada, tiene un noviete.
Néstor se quedó pálido, miraba los ojos de Lisa, a la pared, volvía a mirarla a ella, otra vez a la pared.
NESTOR: Un, un, un novio, ¿tiene novio?
LISA: Es como lo llaman ellos ahora, va con un chico, pero ya sabes, a esta edad no es importante.
NESTOR: Espera, espera, ¿cómo va a tener novio, es imposible?
LISA: Ay Néstor, despierta, tú hija mayor tiene dieciocho años…
NESTOR: Sí, tiene dieciocho.
LISA: Y diez meses, las chicas ahora ya hacen esas cosas…
NESTOR: ¿Qué cosas, no me dirás que ya…?
LISA: No hombre, que salen juntos, lo que hagan no lo sé.
NESTOR: Pues tendrías que saberlo, a ver si estamos aquí tan tranquilos y tú hija está por ahí…
LISA: Por favor hombre, tú te crees que a mí me va a explicar lo que hace o no hace, yo lo que he hecho es que esté bien informada del sexo y las precauciones que…
NESTOR: No me jodas Lisa, ¿Le has hablado de sexo?
LISA: Pues claro, ¿qué quieres, que te la embaracen por no saber lo que tiene que hacer?
Néstor resoplaba mirando la pared.
LISA: Néstor, tus hijas ya no son las niñitas que dejaste cuando te fuiste, acéptalo y ponte al día.
NESTOR: Me parece que estoy viejo para esto.
LISA: Pero si estás en la mejor edad.
NESTOR: Tengo la sensación de haberme perdido parte de la vida, como si hubiera estado en otro planeta y esté de vuelta.
LISA: Va, quieres un cerveza, ¿nos tomamos una y hablamos de nuestras cosas?
Lisa se levantó entrando en la cocina, Néstor pensaba, salió con dos cervezas y dos vasos sentándose a su lado.
NESTOR: ¿Nuestras cosas, tenemos algo de qué hablar?
LISA: No lo sé, por eso tenemos que hablar, estás viniendo cada día a ver a las niñas…
NESTOR: A las niñas y a ti, no te olvides.
LISA: A eso me refería, ¿tienes algo pensado?
NESTOR: ¿Sobre nosotros?
LISA: Claro hombre.
Se volvió a quedar pensativo.
NESTOR: Bueno, no es fácil, intentaba descubrir si todavía quedaba algo entre nosotros, tus miradas me gustan, tus miradas y tú en general, estás igual de guapa que siempre…
LISA: ¡Ja!, ya me gustaría estar como cuando nos conocimos.
Néstor dejaba el vaso en la mesa después de beber.
NESTOR: Estás mejor que antes.
LISA: ¿Seguirás viniendo a ver a las niñas?
NESTOR: Cada día, a las niñas y a ti no te olvides.
Lisa apartó un poco la vista sonrojándose, le gustaba pensar que seguía enamorado de ella, le miró a los ojos levantando el vaso para brindar.
LISA: Podemos seguir hablando, a ver donde nos lleva el tiempo.
NESTOR: Nos llevará donde nosotros queramos que nos lleve. Pero eso que la niña tenga novio se me atraganta un poco que quieres que te diga.
Rieron y acabaron de tomarse las cervezas hablando de cosas del día a día de sus hijas, cuando llegaron las niñas estuvo un rato con ellas aguantándose las ganas de preguntarle a Blanca por el novio, se mordió la lengua y se fue a su casa.
Tanto él como ella estaban convencidos que podrían evolucionar en la relación, tal vez saldría algún escollo pero con buen tiento se podría superar.
Las visitas se fueron sucediendo, el trato con Lisa se fue dulcificando, no era como sería el de dos personas que se quieren pero se podría decir que era el de buenos amigos. Néstor se enteró que el chico que iba con su hija Blanca se llamaba Dani, en un alarde de valentía le pidió a la niña que se lo presentara, mala idea, su hija casi lo envía a la mierda y estuvo tres días sin dirigirle la palabra. Encima tuvo que aguantar el cachondeíto de su ex mujer, diciéndole que evolucionara, que ya estábamos en el siglo XXI. Así que se concentró en prestar más atención a Lisa y dejó tranquilas a sus hijas con sus cosas, mejor no pensar.
Una tarde coincidió en la puerta con las niñas que se iban.
NESTOR: ¿Habéis quedado con los amigos?
NURIA: Sí, nos están esperando.
NESTOR: Pasarlo bien chicas.
Se giraba para entrar en el portal cuando…
BLANCA: Papá.
Le sorprendió que su hija le llamara y se giró.
NESTOR: ¿Qué hija?
BLANCA: Muchas gracias por estar a nuestro lado, te queremos mucho.
Le abrazó y besó, se fue con su hermana, Néstor las miraba mientras se alejaban, se dio cuenta que su hija mayor había madurado mucho más de lo que pensaba.
Lisa le abrió la puerta y lo vio emocionado, le explicó lo sucedido, su ex mujer se volvió a cachondear diciéndole que había estado rápido en reaccionar, rieron y entraron los dos en casa. Si de algo sirvió aquel encuentro con Blanca fue para no volverse a preocupar por los novios o no de sus hijas, de momento.
Lisa le preguntó si quería un café, evidentemente Néstor lo aceptó, cualquier excusa era buena para pasar el rato con su ex. Ella estaba en la cocina, había metido una dosis en la máquina y esperaba pacientemente que el café fuera cayendo en la taza, Néstor la miraba apoyado en el marco de la puerta, había pasado el tiempo, dio a luz a dos criaturas, pero él la veía igual de guapa que cuando la conoció, pensó en aquellos tiempos, que diferentes eran, aquella vitalidad que les hacía no parar quietos, aquella alegría por vivir cada instante, y aquel sexo divertido y placentero que tenían en cualquier parte. Pensaba en cómo había cambiado la vida, tal vez eso es vivir, momentos mejores y peores, Lisa cambió la dosis para hacer el segundo café, Néstor la volvió a mirar, sus pies caminaron hasta ponerse detrás de ella, sus manos le rodearon la cintura y sus labios le besaron el cuello.
Lisa no se lo esperaba, lo había visto pensativo en la puerta mirándola y de pronto le estaba pasando un brazo por la cintura besándole el cuello, apretándole su cuerpo contra el suyo, podía notar su hombría presionarle el culo, se puso nerviosa.
LISA: ¿Néstor que haces?
NESTOR: Besarte el cuello.
LISA: Coño eso ya lo sé, pero ¿por qué?
Néstor la giró presionándole con sus manos en la cintura, Lisa le miró los ojos con los suyos muy abiertos, no se podía creer que él se lanzara de esa manera, dudaba que hacer cuando sintió sus labios atrapando los suyos. Él le apretaba con los brazos por la espalda juntando los cuerpos a la vez que la besaba, ella parecía estar bloqueada pero sus labios se abrían para morder con timidez los suyos, una mano se fue deslizando para acariciarle un pecho, Lisa parecía querer decir algo, cada vez que abría la boca Néstor se la cerraba con besos apasionados, besos a los que ella cada vez respondía mejor, bajó las manos agarrándola por el culo y la levantó, ella cruzó las piernas por detrás de la espalda de Néstor, los labios se juntaron totalmente apasionados y él caminó hasta la habitación con ella encima.
Se dejaron caer en la cama, las lenguas se entrelazaban, las manos se acariciaban desabrochándose la ropa, ella le desabrochaba los pantalones, él le metía las manos por debajo de la falda para bajarle las bragas, con un pequeño contacto con el coño tuvo suficiente para darse cuenta que estaba lo suficientemente mojada, se metió en medio de las piernas que Lisa abría para facilitárselo, la penetró sin preliminares ni ostias, los dos lo estaban buscando ese momento de pasión, follaron medio vestidos, con ropa que colgaba por aquí y por allí, jadeando, gimiendo, acariciándose, recordando otros tiempos, tiempos felices que se fueron perdiendo.
Aquel momento, aquel momento era especial, era de ellos, solo para ellos, parecía un paréntesis en sus vidas, un paréntesis donde dejaban ir sus pasiones, sus sentimientos más guardados, se corrían mirándose a los ojos, Néstor le acariciaba la carita y ella le pasaba las manos por la nuca. Jadeando se estiraron uno al lado del otro.
Pasó un rato y Lisa se levantó vistiéndose, o mejor dicho, poniéndose bien la ropa, él la siguió, caminaban uno detrás del otro hasta la cocina sin decir nada.
LISA: ¡Ostia!, ¿ves que ha pasado por tú culpa?
Cuando entró Néstor vio que se habían dejado la cafetera en marcha, el café había desbordado la taza y estaba desparramado por la encimera y el suelo, la cafetera seguía haciendo ruido sin agua, le entró la risa. Lisa, que parecía preocupada, tenía la fregona en la mano limpiando el desaguisado.
LISA: Sí, tú ríe, que pareces un crio, ¿se puede saber que te ha pasado?
Néstor reía más fuerte.
NESTOR: No sé que me ha pasado, ¿tú qué crees?
Lisa pasaba la fregona nerviosa.
LISA: Que no se va a repetir, esto, esto ha sido…
NESTOR: Pues no parecía que nos lo pasáramos muy mal.
LISA: Cállate.
Néstor la miraba con una risilla recogiendo el café de la encimera con un trapo, ella le miró los ojos y se le escapó una sonrisa tímida apartando la vista. Cuando acabaron de limpiarlo todo.
LISA: Será mejor que te vayas.
NESTOR: ¿No nos vamos a tomar el café?, con lo que ha costado hacerlo.
LISA: Estás muy gracioso tú hoy.
NESTOR: Por favor, tomemos un café y hablemos.
LISA: No quiero hablar.
NESTOR: Pues tomemos un café en silencio.
Él la miraba con cariño, enamorado, ella intentaba disimular pero se le escapaba una sonrisilla. Se sentaron uno al lado del otro con un café delante, de tanto en tanto se miraban sin hablar.
NESTOR: No vamos a decir nada, es un poco raro.
LISA: Toda la tarde está siendo rara.
NESTOR: Pues a mí no me ha parecido tan rara, ha estado muy bien.
LISA: Claro, como tú ya has conseguido lo que querías.
NESTOR: Yo te quiero Lisa, no tengo por qué disimularlo.
LISA: Calla.
NESTOR: ¿Por qué?, te digo la verdad.
LISA: Perdóname, no estoy preparada para esta conversación.
NESTOR: No hace falta que te entrenes para tenerla, solo tienes que decirme que sientes.
LISA: Siento que estoy bien como estoy, no sé si quiero cambiar mi vida ahora.
NESTOR: ¿Hay otra persona?
Lisa le miró los ojos preocupada.
LISA: Claro que no, no hay nadie.
NESTOR: Pues no sé dónde está el problema, yo no tengo prisa Lisa, solo quiero seguir viéndote, tomar café, hablar…
LISA: Follar.
NESTOR: Bueno, si la cosa se pone bien porque no.
LISA: Aaaay, cállate anda.
NESTOR: Tranquila, solo si tú quieres. ¿Podré verte?
Lisa tomaba un sorbo del café pensando.
LISA: Ya me ves cuando vienes a ver a tus hijas.
NESTOR: Sabes que no te hablo de eso.
LISA: Ya veremos, ya veremos, deja que procese lo que ha pasado esta tarde.
NESTOR: No ha pasado nada tan raro, nos lo hemos pasado bien, un poquito de jueguecitos por aquí y por allí.
LISA: Y tú sigues graciosillo.
Rieron, acabaron de tomarse el café y llegaron las niñas, Néstor estuvo con ellas un buen rato y se fue a despedir de Lisa.
NESTOR: Me voy, te puedo dar un beso de despedida.
LISA: Adiós, vete ya y no me pongas más nerviosa.
Néstor se fue con una sonrisa, Lisa suspiró mirando para arriba. Bajando en el ascensor y pensando en lo que había pasado se dio cuenta de una cosa, como sin darse cuenta estaba acariciando a su ex mujer por la espalda, se había lanzado a abrazarla y besarle el cuello sin pensar en las consecuencias, él siempre se había asegurado que ella quisiera tener sexo antes de atacar, ¿cómo pudo lanzarse de aquella manera?
Lisa tenía los mismos pensamientos mientras preparaba la cena para las niñas y ella, esa manera de cogerla por la cintura desde atrás y besarle el cuello, la dejó tan perpleja que no supo reaccionar, bueno sí, reaccionó deseándolo, cuando se juntaron sus labios se puso muy cachonda, una parte de ella no quería dar el paso pero su cuerpo le decía lo contrario, enroscó sus piernas alrededor de él, lo quería cerca, y que follada pensó, no tuvieron tiempo ni de desnudarse, allí mismo, a lo salvaje, con la ropa a medio quitar, buscando los dos sexo rápido, aunque en realidad tan rápido no fue, como la había hecho disfrutar no lo recordaba de antes, tal vez al principio, cuando eran jóvenes y parecían dos caballos desbocados. En los últimos años que estuvieron juntos no recordaba una situación parecida, tal vez fue el calentón después de tanto tiempo sin tocarse, no lo sabía, ni tampoco estaba segura de querer volver a tener una relación con él, solo como el padre de sus hijas de momento estaba bien.
Néstor conducía su viejo coche, pensaba que si quería volver a estar con Lisa y unir a la familia tenía que ser muy fino, ella no parecía estar muy segura de volver a aceptarlo, lo mejor sería tener una buena estrategia e ir paso a paso sin precipitaciones.
Fue pasando cada día a ver a las niñas, notó que Lisa no se le acercaba mucho, guardaba la distancia, podía hablar con ella lo justo para decirle alguna cosa bonita y despedirse, intentaba ser lo más educado y atento posible pero notaba que ella no estaba muy receptiva. Hasta el jueves por la noche que fue a buscarlo cuando estaba con las niñas para hablar con él, Néstor pensó que era un paso positivo que quisiera hacerlo.
LISA: Mañana, el sábado y el domingo no hace falta que vengas, las niñas se van de fin de semana con unas amigas y no volverán hasta el domingo bastante tarde.
NESTOR: Y no podría venir para tomarnos un café y hablar, o el sábado podríamos salir a cenar o algo así, también nos merecemos pasarlo bien en algún momento.
Lisa lo miró y giró la cabeza con una sonrisa socarrona.
LISA: Lo tienes claro, no digas tonterías anda, despídete que se está haciendo tarde.
Se despidió de las niñas y de ella, parecía que Lisa no estaba muy por la labor, desde el día del polvo sorpresa que se le alejaba, ¿por qué no querría hablar con él?, sabía que siempre habían podido hablar de todo, ¿por qué esa pérdida de confianza ahora?
El viernes, estaba Néstor en su apartamento duchado y sentado en el sofá cuando lo llamó su amigo Juan para tomar unas copas aquella noche, habló con él y colgó.
Lisa se había preparado algo para cenar ella sola, hasta se había comprado una botella de vino para disfrutar de la soledad sin sus hijas, ahora que algunos fines de semana las niñas se iban con las amigas podía disponer de tiempo para ella y le gustaba. Llamaron a la puerta, se sorprendió porque a aquella hora era muy raro que alguien llamara, pensó que podría ser un vecino, cuando la abrió los ojos se le pusieron como platos.
LISA: ¿Qué haces tú aquí?
Néstor avanzó hacía ella cerrando la puerta detrás suyo de un empujón, Lisa retrocedía mirándolo sorprendida, ponía las manos por delante suyo para pararlo si se acercaba demasiado, lo que él aprovechó para agarrárselas en un gesto rápido acercándola a su cuerpo, sus labios fueron a buscar los de ella, Lisa giró la cabeza estrellándose la boca de Néstor en su cara besándola, volvió a besarla, después con otro beso llegó al oído cogiendo entre sus labios el lóbulo de la oreja, Lisa forcejeaba sin demasiada convicción, sin decir nada ninguno de los dos, los brazos de Néstor le rodeaban la cintura acariciándole la espalda. Lisa se estaba poniendo nerviosa con los labios de su ex marido jugando con su oreja, intentó hablarle.
LISA: Néstor por f…
No pudo seguir, él consiguió atraparle la boca con la suya y se la estaba comiendo, Lisa le pasó los brazos por el cuello y se liaron en un beso apasionado que salía fuego. Le desabrochaba la camisa mientras él le bajaba la cremallera del vestido, se acercaban lentamente, sin dejar de besarse con pasión al sofá, dejando un rastro de ropa por el camino, él en ropa interior le quitaba el sujetador dejándola en braguitas, separaron los labios para que Lisa se sentara, Néstor se arrodilló delante de sus piernas, hizo que se estirara para atrás y de un tirón le bajó y quitó las bragas, le posó suavemente las manos encima de las rodillas separándole las piernas, a la vez que se las levantaba metía la cabeza en medio besándole los muslos.
Lisa jadeaba con la boca abierta pensando que Néstor estaba a punto de comerle el coño, después de unos cuantos besos y lamidas por los muslos pasó a la ingle, y de ahí le pegó un lametazo en medio del coño que el grito de Lisa fue espectacular. Le agarró la cabeza con fuerza, él le lamía con suavidad el clítoris, ella veía la gloria del placer que sentía metiendo sus dedos entre su pelo acariciándole la cabeza. Un dedo fue lo que notó que le estaba tocando la entrada de la vagina, no se atrevió a pedírselo pero estaba deseando que se lo metiera en el coño, su pensamiento pareció una orden porque justo en ese momento el dedo de Néstor se abría paso buscándole el punto G, otro gemido enorme llevando la cabeza atrás le indicaba a él que iba por buen camino.
Parecía que estaba a punto de correrse cuando Lisa se incorporó sentándose en el sofá levantando a Néstor, le bajó los calzoncillos de un tirón agarrándole la polla para llevársela a la boca, a la primera chupada Néstor estaba tan excitado que pegó un grito, Lisa se la succionaba mirándole a los ojos, él le acariciaba la cabeza con la cara desencajada de placer, ella enloquecida se la pajeaba, se la chupaba y la volvía a pajear. Lo agarró por las caderas sentándolo en el sofá, se giró y de un salto se puso encima de él, le agarró la polla y se la metió en el coño dejándose caer hasta quedar sentada encima de Néstor, se miraron a los ojos, él levantó la cabeza ofreciéndole sus labios, ella le acarició la cara mientras se entregaban en otro beso profundo y lento, lento como las caderas de Lisa que se movían subiendo y bajando adelante y atrás.
Poco a poco dejaban que el placer fuera conquistando el territorio de sus cuerpos y mentes, el corazón de Lisa se aceleraba, la cara se le ponía colorada y los gemidos indicaban un orgasmo inminente, un orgasmo largo y fuerte que le hizo gritar una vez detrás de otra mirando al techo, él le besaba el cuello a la vez con la cabeza rodeada de sus brazos. Cuando acabó, Lisa apoyó su cara en el hombro de Néstor, seguían en silencio.
Se levantó con ella en brazos y la llevó a la cama, se puso en medio de sus piernas y la volvió a besar con cariño, ella le devolvía los besos acariciándole el pelo de la cabeza, poco a poco se fueron colocando hasta penetrarla lentamente, Lisa gimió suavemente y siguieron con el beso haciendo el amor en toda su extensión de la palabra, las penetradas eran lentas y profundas, ayudadas por las caderas de Lisa que las subía en el momento adecuado. Se fueron excitando, las manos de ella bajaron acariciándole la espalda hasta llegar a agarrarse con fuerza en el culo, él le sujetaba la cabeza con una mano detrás de la nuca mientras con la otra le acariciaba la carita, una carita de placer tremendo que se iba acercando a otro orgasmo, a Lisa se le tensó el cuerpo, abrió la boca y empezó a correrse, Néstor aceleró un poco el ritmo dejándole el coño lleno de lechazos, se dejó caer encima de ella, se abrazaron y estuvieron un momento en silencio.
Lisa se sentó en la cama tapándose con la sabana.
LISA: ¿Por qué no puedo rechazarte, tú lo sabes?
NESTOR: No hace falta que te tapes, ya te lo he visto todo.
Se levantó caminando al cuarto de baño, estaba a punto de entrar en la ducha cuando escuchó una voz de fondo.
NESTOR: ¿Puedo ducharme contigo?
LISA: No.
Estaba dejando caer el agua por encima de su cabeza cuando sea abrió la puerta de la mampara de la ducha entrando Néstor.
LISA: Te he dicho que no.
NESTOR: Ya, pero es que he decidido no hacerte mucho caso, ¿Quieres que te frote la espalda?
LISA: Ya me has frotado demasiadas cosas hoy, estate quieto.
NESTOR: Sigo queriéndote como el primer día, no me he fijado en ninguna mujer nunca.
LISA: Eso es porque solo te relacionabas con la gente de la residencia.
Néstor le hizo un gesto con la cabeza.
LISA: Perdóname, no tiene ninguna gracia el chiste.
NESTOR: Sí que la tiene sí, había una compañera de mi madre con noventa años que me hacía ojitos no creas.
Rieron los dos, se ducharon y salieron vistiéndose buscando las prendas de ropa, una vez vestidos y parados uno delante del otro Lisa miraba a los ojos a Néstor.
NESTOR: Bueno, no sé, ¿quieres que me vaya?
LISA: ¿Ya has pegado el polvo y te quieres ir?
NESTOR: No, lo decía por…
LISA: ¿Quieres cenar conmigo?, tengo hasta una botella de vino.
Néstor sonrió, levantó una mano y le acarició la cara, Lisa se la agarró, se la apartó apretándosela con cariño y le sonrió, dio media vuelta y se metió en la cocina.
LISA: Pon la mesa y abre el vino por favor.
Néstor miró al techo, como dándole gracias a alguien por lo bien que iban las cosas con Lisa.