Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 26)

Cap. XXVI – Nuevas vidas.

Cap. XXVI – Nuevas vidas.

Fueron pasando las semanas y los meses, Inés se fue a la universidad y a vivir con Aitor, Vero se quedó sola y mosqueada, sabía que estaba cerca del piojoso y seguro que se verían, no sabía que estaba viviendo con él o le habría dado algo. La familia de Lisa disfrutaba de la vida como nunca, en aquella casa vivían a un nivel que meses atrás era inimaginable, tomaban el sol y se bañaban en la piscina.

Las chicas pudieron hacer una fiesta con los amigos alguna noche que los padres cenaron con Vero, Néstor parecía una leona cuidando de sus crías histérico perdido, miraban la piscina desde la terraza de Vero, él ya se colocó de manera estratégica para vigilarlos con las risas y cachondeo de su mujer y su amiga, los chicos se bañaron en la piscina, comieron pizza que les trajeron con refrescos y en general no hubo ningún problema, alguna parejita que se escondió por el jardín con el pertinente comentario de Vero, “Mira, estos van a follar en mi jardín”, comentario que a Néstor le sentó como un tiro cambiando la cara con el descojone de sus dos acompañantes.

Ya no digo nada cuando Blanca llamó a su madre a última hora para decirle que Dani, su novio, se quedaba a dormir porque era muy tarde, Lisa le habló muy cariñosamente dándole permiso, cuando se lo dijo a Néstor estuvo a punto de levantarse para llevarlo a su casa, lo tuvieron que parar, pero no lo tranquilizaron mucho cuando le dijeron que a Blanca le haría ilusión dormir con él.

“¿Es que encima van a  follar debajo del mismo techo que vivo yo?”, se le ocurrió preguntar, “Pues claro, ¿No será mejor que lo hagan aquí que por ahí vete a saber dónde?”, le respondió Lisa con la aprobación de Vero, Néstor resoplaba y resoplaba desesperado, había pasado el tiempo y le costaba horrores hacerse a la idea, “Pero es que en su misma cama ya es la acabose joder”, insistió Néstor, “Con lo grande que es la cama caben los dos perfectamente”, le dijo Lisa riendo, “Demasiado bien caben”, sentenció Néstor callándose sin decir nada en un rato, Vero se moría de la risa escuchándolos.

También fue para verle la cara a Néstor cuando al día siguiente fue a desayunar, se encontró sentados en la mesa de la cocina a su hija en braguitas y una camiseta junto al novio, el chaval se estaba comiendo sus galletas preferidas, cerró los ojos buscando algo que lo tranquilizara, una inspiración divina o algo, intentó hablar lo más pausado que pudo.

NESTOR: Cariño, puedes por favor ponerte algo para que no se te vean las bragas.

Blanca se miró las bragas, luego miró a su padre como si le hubiera pedido que resolviera un problema de física quántica, parpadeó.

BLANCA: Sí papá, Dani se va a quedar toda la mañana conmigo en la piscina.

Se levantaron los dos agarrados de la mano caminando para la habitación.

NESTOR: Si puede ser ponte un bikini o algo para tomar el sol.

Se escuchó una voz de fondo.

BLANCA: Tranquilo papá.

Tranquilo, tranquilo, pensó Néstor, agarró el paquete de galletas mirando dentro acercándoselo a los ojos, el cabronazo no había dejado ni una, lo estampó contra la pared justo en el momento que entró Lisa a la cocina.

LISA: ¿Pero qué haces, qué pasa?

NESTOR: ¿Qué qué pasa?, que el novio de tu querida hija se ha zampado todas las galletas el pedazo de…, lo voy a matar, a este chaval lo mato, ah, y me ha dicho que se van a quedar en la piscina toda la mañana.

LISA: Muy bien, si quiere también se puede quedar a almorzar.

NESTOR: Claro mujer, después le pongo una copita y un puro, esta tarde se vuelve a meter en la cama con tú hija y después se va bien folladico para su casa, no te jodes.

LISA: Seguramente lo tendrás que llevar tú a su casa, acuérdate.

Néstor miró al techo buscando ayuda, que no encontró claro.

NESTOR: Mejor me vuelvo a la cama, que día más malo por Dios.

Lisa se moría de risa.

LISA: Ven aquí tonto, desayuna conmigo.

Empezaron a desayunar, no llevaban ni cinco minutos que aparece Nuria, también en bragas y camiseta, a Néstor a medio masticar le salían rayos por los ojos mirando a su hija.

NESTOR: La otra, es que en esta casa nadie puede ir decentemente vestido, Nuria por favor, quieres ponerte alguna cosita, que vas enseñando las bragas ostia.

Nuria se lo miraba como si estuviera loco.

NURIA: Si fuera mamá seguro que no le dirías nada, hasta te gustaría.

Lisa se tapaba la boca para no descojonarse de risa delante de Néstor.

NESTOR: La madre que te pario, que a gusto se quedó hija mía, tira, tira y ponte algo anda.

Lisa reía y Néstor “cabreao” como una mona.

NESTOR: Sí, sí, tu ríete, pero mira cómo van tus hijas, por favor Lisa, diles algo.

LISA: Que les voy a decir, están en su casa y van cómodas, además Nuria tiene razón, cuando estamos solos a ti te encanta que me pasee en braguitas, ¿o no?

NESTOR: Claro, solos, cuando estamos solos, no cuando hay más gente en casa ostia, si está hasta él, él, él “zampagalletas” ese.

LISA: Si ella va así es porque quiere, ¿Si a ella no le importa te va a importar a ti coño?

NESTOR: Pues sí, que son unas niñas Lisa, o no lo ves.

LISA: El que no ves nada eres tú “atontao”, niñas lo dejaron de ser hace tiempo estas dos.

Néstor no quiso discutir más y siguió desayunando, Lisa se lo miraba de reojo con una risilla de cachondeo. Tal como le había dicho Lisa, Dani se quedó a comer, se fue con Blanca a hacer la siesta, nadie supo lo que pasó, y Néstor por la tarde los llevó a los tres al centro para salir con los amigos, cuando las chicas lo llamaban volvía por ellas, era el precio que tenía que pagar por vivir en una buena casa en las afueras.

Pasó un poco de tiempo, Vero estaba esa mañana con Lisa tomando café antes de ir a hacer algunas gestiones, miraba el móvil, entró en instagram y vio algo que le cambió la cara, su hija Inés había publicado una foto en la que estaba junto a Aitor, ya sospechaba que se veían, sino para qué ir a estudiar a una universidad cercana a donde vivía el piojoso, pero en el fondo intentaba engañarse pensando que no podía ser, por la diferencia de edad y eso, aquella foto la puso en su sitio, la devolvió a la realidad, su hija se estaba viendo, se rectificó ella misma, se estaba tirando a un hombre que podría ser su padre. Miró a Lisa y esta levantó las cejas, sabía que le tenía que decir algo importante.

Aitor estaba detrás de un mostrador cuando sintió que alguien entraba en la tienda, salió de detrás para atender y se quedó de piedra, tenía delante a Vero y Lisa mirándolo muy fijamente. Levantó una mano poniéndola delante, como si lo fueran a atacar las chicas.

AITOR: Supongo que ya te has enterado, ¿O te lo ha dicho Inés?

VERO: Es que quiero que seas tú quién me lo diga.

AITOR: Lo siento Vero, yo no estaba de acuerdo pero fue Inés quien insistió para que viviéramos juntos.

VERO: ¿QUÉÉÉ?

Aitor se puso  la mano en la frente, se dio cuenta que la había cagado, le acababa de soltar que estaban viviendo juntos. Lisa le puso una mano en el brazo a Vero, como intuyendo que le iba a saltar a la yugular, Vero la miró sorprendida y cabreada.

VERO: ¿Tú has oído lo que he oído yo?

LISA: Sí, pero tranquila.

VERO: ¿Tranquila?, le voy a arrancar la cabeza al piojoso este.

Aitor daba un paso para atrás. Lisa sujetaba a Vero.

LISA: Escúchame, hablemos, que nos explique lo que pasa, después hablas con Inés y lo aclaras todo, tranquila.

Le pasaba la mano por el brazo como si fuera un animal salvaje que había que calmar, Vero miraba a Aitor que lo fundía con los ojos. Aitor miró a su hermano que estaba tan alucinado como él y le hizo un gesto para indicarle que se iba.

AITOR: Qué tal si vamos a tomar un café y os lo explico todo.

LISA: Eso, eso, bien pensado, vamos a tranquilizarnos un poco.

Salieron los tres de la tienda y se sentaron en una terraza. Aitor se lo contó todo, como lo engañó cuando se conocieron diciéndole que tenía diecinueve años, que se enteró que era su hija cuando llegó a su casa, como se negó a estar con ella y lo amenazó para cuando tuviera la mayoría de edad, que su padre los pilló en el apartamento y por eso lo echó, que se estuvieron viendo después en la furgoneta, y que una vez de vuelta en su pueblo ella apareció un fin de semana para decirle que estudiaría cerca y quería vivir con él, se desahogó con sinceridad de todo.

VERO: Te voy a denunciar por estar con una menor, eres un impresentable.

Aitor se levantó, la miró decepcionado, esperaba que siendo tan sincero ella fuera un poco más amable, no lo había podido tragar desde el principio y seguía sin hacerlo.

AITOR: Haz lo que quieras, yo te he dicho la verdad, he hablado muchas veces con ella de esto, sabe que lo nuestro no va a ninguna parte, pienso que se está divirtiendo mientras no encuentra al chico adecuado, ahora tienes que hablar tú con tú hija, a los cafés os invito yo.

Se fue triste y sin entender la actitud de Vero, Lisa la miraba fijamente.

VERO: ¿Qué miras?, no te parece bien como le hablo.

LISA: Me ha parecido sincero y con ganas de arreglar las cosas.

VERO: Ese no ha sido sincero en su puta vida.

Lisa no dejaba de mirarla, haciéndole ver que se estaba pasando.

VERO: Ya lo sé, ya sé como es mi hija, que va muy suelta y pasa de todo, lo que me jode es que esté con él sabiendo lo mal que me cae.

LISA: ¿Y tú eres la que te ríes de Néstor por como sufre con las niñas?, eres peor que él, Inés ya es mayor de edad, tiene derecho a hacer lo que le plazca.

Vero no le contestó, se acabaron los cafés, se levantaron y Lisa fue siguiendo a Vero otra vez hasta la tienda de Aitor, cuando las vio en la calle salió.

AITOR: Inés llegará sobre las dos de la tarde, si queréis os puedo decir donde se come bien en este pueblo.

VERO: No hace falta, nos volvemos, por favor no le digas nada a Inés de esta visita, con que se acuerde de que tiene una madre y me visite de vez en cuando estaré contenta.

A Aitor le costó reaccionar, no se lo esperaba, cuando las chicas ya habían caminado varios pasos alejándose…

AITOR: Os puedo acompañar al aeropuerto.

VERO: Mira, eso sí que es una buena idea, pero en la furgoneta llena de mierda no por favor.

Aitor reía.

AITOR: Ahora le pido el coche a mi hermano.

Volviendo en el avión Lisa la apoyó en la decisión que había tomado, si se hubiera enfrentado a Inés lo más probable es que la hubiera perdido por un tiempo. Cuando llegó a su casa Néstor y las niñas estaban a punto de cenar, lo hicieron juntos, lo puso al corriente de lo que había pasado y se fueron a dormir.

Las chicas seguían haciendo sus cenas, no tanto como antes pero se iban viendo, Vero, Lisa, Amanda y Carmen, quedaban y se explicaban cómo les iba la vida, el embarazo de Amanda, lo que nunca explicó es como la embarazaron, eso quedó para siempre en su memoria, la nueva vida de Carmen con Juan, como le iba a Antonio con su pareja, un poquito de chismorreo por aquí y por allí, en fin, lo normal de ese tipo de cenas.

Vero un medio día entre semana sabía que Néstor comía en su casa con Lisa, pensó en ir a tomar el café con ellos, se acercó a la casa y el ventanal que daba a la piscina estaba abierto, entró y no había nadie, sintió un pequeño ruido que fue siguiendo por el pasillo que llevaba a su habitación, a medio camino se mordió los labios, sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, que podría pillarlos haciendo algo intimo, pero ese pensamiento la excitaba, fue dando pasitos cortos y silenciosos acercándose a la puerta que no estaba cerrada del todo, se le abrieron los ojos al ver lo que pasaba dentro.

Néstor estaba arrodillado delante de Lisa, le había levantado la falda y bajado hasta los muslos las bragas, tenía su cabeza entre las piernas comiéndole el coño, Lisa le acariciaba la cabeza mirando el techo del gustillo que le estaba dando, Vero pensó que aquello no estaba bien, que se tenía que ir, pero el morbo era más fuerte que ella y no podía parar de mirar. Entonces cambiaron las posiciones, Néstor apoyó la espalda en una pared y Lisa se arrodilló con las bragas a medio muslo metiéndose la polla en la boca, Néstor gemía agarrándole la cabeza metiéndole el ciruelo todo lo profundamente que podía, Lisa aguantaba alguna arcada, se la sacaba un poco y volvía a metérsela casi entera, Vero pensó que le debía de llegar hasta la garganta.

Una mano se le fue al botón del pantalón vaquero desabrochándolo, se bajó sin hacer ruido la cremallera y la mano se metió por dentro de las bragas acariciándose el coño, le pareció patético estar haciéndose una paja viendo como su amiga se tiraba a su marido, pero es lo que había en ese momento y no tenía ningunas ganas de dejar de mirar. Néstor levantó a Lisa del suelo, se besaron y la giró apoyándola cara a la pared, le subió la falda, le buscó el chocho con la punta de la polla y la penetró con fuerza, Lisa gritó de gusto y Vero se metió un dedo en el coño, se estaba poniendo como una moto viéndolos follar, así, de aquella manera, Lisa aguantándose con las manos en la pared, con la falda levantada, las bragas a medio bajar y Néstor empotrándola con una polla tiesa como un palo desde atrás, gemían, gruñían, él le amasaba las tetas sin dejar de follarla, su dedo se metía y salía de su mojado coño a la vez que se lo frotaba con la mano, los ojos se medio cerraban del placer, veía la cara de excitada de Lisa, como le aumentaban la cantidad y volumen de los gemidos ya casi gritos, las caderas de Néstor que golpeaban el culo de su mujer sin piedad en cada penetrada.

Vero se puso la otra mano en la boca, sabía que estaba a punto de correrse y no quería que la oyeran, Lisa ponía los ojos en blanco, a Néstor estaba a punto de venirle, de pronto se empezaron a correr los tres, Lisa y Néstor gritando mientras le llenaba el coño de leche, Vero apretándose la mano contra la boca para ahogar su orgasmo.

Cuando acabó sin abrocharse el pantalón salió de la casita y atravesó el jardín muy rápido, Vero estaba avergonzada de lo que había hecho, le parecía imperdonable, llegó a su habitación, cerró la puerta y apoyó la espalda en ella, volvió a pensar en lo que había visto, en lo excitante que había sido, era la primera vez que veía a una pareja follar tan de cerca, en directo, violando su intimidad.

Se duchó y llamó a Lisa para tomar café los tres, lo tomaron en el salón de la casita, Vero miraba el pasillo que llevaba a la habitación sonrojándose pensando en ella misma hacía un rato.