Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 20)

Cap. XX – Esperanzas.

Cap. XX – Esperanzas.

Néstor conoció al padre de Vero, le presentó a otra persona responsable de la empresa que sería quien le formaría en el nuevo trabajo, le enseñaron su despacho y durante la primera semana un compañero le estuvo acompañando en las tareas que tenía que hacer, él estaba encantado, con el sueldo que le pagarían podría aspirar a alquilar una vivienda más grande para toda su familia, podrían por fin estar todos juntos si su relación con Lisa iba avanzando como parecía que así era.

Lisa estaba contenta por Néstor, lo veía muy animado y optimista, pero por otro lado no estaba tranquila, trabajaba para Vero, eso querría decir que en algún momento tendrían que hablar de trabajo, le gustara a ella o no estaban más cerca uno del otro que antes, si como le decía Néstor sentían algo irrefrenable cuando se veían que les hacía follar, esa no era una buena noticia, al menos para ella.

Inés desde el último polvo con Aitor antes de que se fuera no había encontrado nada parecido, había follado con algún tío pero no tenían el nivel según ella, el último lo conoció en un bar tomando algo con sus amigas, en la mesa de al lado habían tres hombres hablando de negocios, ella se estuvo mirando con uno de ellos, cuando se despidió de sus amigas y caminaba en busca de su coche se dio cuenta que alguien la seguía, se giró y era aquel hombre guapo al que estuvo mirando.

INES: ¿Te dedicas a seguir a las chicas por la calle?

HOMBRE: Voy al parking a buscar el coche, supongo que igual que tú.

Entraron juntos en el parking, él se paró al lado de un coche grande y elegante, Inés lo miró.

INES: Un coche muy grande, ¿todo lo tienes igual?

Se acercaba a él con aquella carita que sabía poner de inocente cachonda a la que nadie se resistía, el tío abrió la puerta de atrás, la cogió por la cintura besándola metiéndose los dos dentro, la estiró en el asiento y le metió la mano directamente en el coño por debajo de la mini falda, Inés jadeó, le desabrochó algunos botones de la camisa para acariciarle y chuparle las tetas, se desabrochó la bragueta sacándose la polla, le levantó las piernas, le apartó las bragas y se la metió de un golpe, la empotró un rato contra el asiento y antes de correrse se la sacó tirando el semen vete a saber donde, Inés no lo vio, el tío salió del coche, ella también y se fue sin girarse, sin despedirse.

Escuchó como el coche se ponía en marcha y se iba, el gilipollas no se había ni quitado la americana para follar, llegó al suyo, lo abrió y se sentó, una mano se le fue sin pensar por debajo de la falda tocándose el coño por encima de las bragas, pensaba en las folladas tan impresionantes con Aitor en la caravana, lo dedos apartaron las bragas tocándose, no estaba suficientemente cómoda así que levantó un poco el culo, metió las manos por debajo de la falda y se quitó las braguitas dejándolas en el asiento del pasajero, abrió las piernas que le tocaban una en la puerta y la otra en el túnel central del coche, se fue pasando los dedos por el medio del coño, notaba como se le mojaba, se metió dos dentro moviéndolos a la vez que se frotaba el clítoris, cerró los ojos y se corrió empapándose la mano de flujos, se la limpió con un pañuelo de papel, cogió las bragas del asiento, se las puso y se fue como si no hubiera pasado nada.

Conduciendo pensó que el nivel sexual de la gente era muy bajo, ese inútil no llegó ni a quitarse la americana, aquí te pillo me doy yo la satisfacción y adiós, menuda mierda.

Aitor después de que su ex amigo José Antonio lo echara de su apartamento estuvo una semana más por la zona, que aprovechó Inés para verse con él varias veces. Ya de vuelta a su pueblo volvía  a trabajar en su tienda junto a su hermano Patxi, su socio desde el inicio, vendían tablas de surf y todo tipo de accesorios además de cualquier cosa que pudieras necesitar para estar en la playa, desde bañadores hasta sombrillas pasando por neveritas o toallas, eran conocidos en la zona por el pasado surfero de Aitor y aparecía mucha gente para comprar algo y pedirle un autógrafo o hacerse una foto con él.

Cuando cerraban la tienda al medio día se desplazaba caminando con su tabla debajo del brazo para surfear un rato, allí se encontraba con viejos amigos y gente más joven con los que pasaba un rato muy agradable del día, después se iba a su casa para almorzar. Vivía en un pequeño apartamento pero muy bien situado cerca del mar, después descansaba un poco y abría la tienda por la tarde.

Allí estaba un viernes por la tarde cuando sonó el timbre de que alguien había entrado en la tienda, salió de detrás de un aparador de bañadores que estaba arreglando y se quedó mudo, delante de él estaba Inés con una bolsa.

INES: Hola, he venido a quedarme el fin de semana, supongo que no te importa.

AITOR: ¿Ya lo saben tus padres?

INES: No hombre no, mi padre pasa de todo y mi madre si se entera que me estoy follando al piojoso me mata.

AITOR: Bueno, ya está bien con lo de piojoso coño.

INES: Pues en mi casa se te conoce así…

AITOR: Vale ya está bien, y tú te vienes así, sin avisar ni nada, a pasar un fin de semana con to tu coño.

INES: Pensé en darte un sorpresa.

AITOR: Pues lo has conseguido, sorpresa ha sido.

INES: Oye, si no me quieres en tu casa me busco un hotel y listo.

AITOR: Que no, que no hay problema, espérate a que cierre y nos vamos.

Fueron caminando hasta su apartamento, lo justo para vivir, un salón con su cocina a un lado, cuarto de baño y la habitación, lo mejor, una terraza bastante grande que se veía el mar por un lateral, donde tenía una hamaca para tomar el sol y una mesa con cuatro sillas.

Solo entrar Inés se le tiró encima besándolo, él reía levantándola del suelo para tirarse los dos en el sofá, besos, caricias, la camiseta de Aitor que caía al suelo, la blusa de Inés detrás, los labios que le atrapaban los pezones chupándoselos y lamiéndoselos, las zapatillas, pantalones y ropa interior de él que se quedaban por ahí, se iban apasionando más en los besos, los pantalones cortos y las sandalias de Inés rodaban por el suelo, Aitor le estiró de las bragas que salieron volando sin destino seguro.

Las manos se les fueron para pajearse mutuamente, muy poco tiempo porque Inés tenía claro lo que buscaba, lo sentó y se le tiró a la polla comiéndosela con un ímpetu que se la puso tiesa como un palo, se sentó encima de él dirigiéndose el cipote al chochito dejándose caer de golpe empalándose, pegó un grito, Aitor gimió mirándole la carita, le encantaba aquella cara de Inés cuando estaba cachonda y no sabía disimularlo, ella empezó una cabalgada lenta que fue cogiendo velocidad, esta vez lo iba a acabar sin ninguna interrupción, la última vez que estuvo así con Aitor entró su padre al salón jodiéndole el orgasmo. Se corrió como una bestia, gritando, moviendo el culo como una poseída, Aitor le dejó dentro del coño unos cuantos lechazos y se relajó.

Se relajaron los dos, uno estirado al lado del otro, se miraron, se besaron y rieron.

AITOR: Tengo que reconocer que eres muy buena en esto.

Inés lo miraba con una sonrisilla.

INES: ¿Te gustaría que viviera más cerca?

AITOR: Inés cariño, que podría ser tú padre, no tiene ningún sentido una relación entre nosotros dos.

INES: No tendrá sentido, pero bien que follamos y nos gusta, ¿no?

AITOR: Eso es verdad.

INES: ¿Y no te gustaría que estuviera más cerca para vernos cuando quisiéramos?

AITOR: ¿Qué pasa Inés?, esto me huele a encerrona.

Inés miró al ventanal disimulando.

INES: No, es qué, me he matriculado en una universidad que casualmente está muy cerca de aquí.

AITOR: Que golfilla eres, “casualmente” eh.

INES: Bueno, ¿pero tú querrás verme o no?

AITOR: Como se entere tú madre verás.

Inés volvió a desviar la vista.

INES: Todavía no lo sabe.

Aitor dejó caer la cabeza en el cojín del sofá soplando, veía llegar nubes negras por el horizonte, primero Inés estando cerca, estaba claro que si lo hacía era para estar con él, no es que no le gustara, al revés, era una chica espectacular y follaba como una experta, pero la diferencia de edad lo echaba para atrás, y la otra cosa, cuando se enterara la bestia de su madre se iba a liar, y seguro que el más perjudicado sería él.

A esa misma hora Vero estaba sola y aburrida en su casa, su hija se había ido de fin de semana con las amigas según ella, ya la conocía lo suficiente para saber que tenía sus cosas, también que era lo suficientemente responsable para cuidarse. Miraba el móvil que estaba encima de la mesa mientras se tomaba un café en la cocina, pensaba en su plan, no creía que fuera fácil pero había que intentar llevarlo a cabo.

Néstor había quedado con Lisa y las niñas para salir a cenar a la pizzería favorita de sus hijas, con la incorporación al equipo de Dani, sino Blanca no iba por estar con él. Estaba esperando que bajara la familia en el coche cuando recibió una llamada, miró la pantalla y aparecía el nombre de Vero.

NESTOR: Hola Vero, ¿todo bien?

VERO: Sí, sí, todo bien, me preguntaba si mañana podríamos vernos, me gustaría hablar de algo.

NESTOR: Vero por favor, que ya sabes lo que pasa cuando nos vemos y no quiero hacer enfadar a Lisa que nos va muy bien.

VERO: No tranquilo, me gustaría hablar con los dos, ¿podréis venir a mi casa sobre el medio día?, hacemos el aperitivo y hablamos.

NESTOR: Lo hablaré con ella y te enviaré un mensaje.

VERO: Vale guapo.

Néstor colgó el teléfono mirando para arriba cerrando los ojos, que raro le pareció aquello y que difícil decirle a Lisa que Vero los quería ver a los dos, pensar que estaría delante de ellas dos con lo que pasaba lo ponía nervioso.

Llegaron, Lisa lo saludó con un beso en la cara aunque él le buscaba los labios, las niñas le dieron otro beso riéndose de la cobra que le acababa de hacer su madre.

NESTOR: Y Dani.

Blanca estaba en el asiento trasero mirando el móvil, sin levantar la vista.

BLANCA: Le he dicho que pasaríamos a buscarlo por su casa, ya está preparado.

NESTOR: Ah, muy bien, ¿me tengo que poner la gorra de chofer o ya voy bien así?

Lisa se tapaba la boca para no reírse dándole un golpe en la pierna a Néstor para que se callara.

NURIA: Yo quiero verte con una gorra de chofer, ¿tienes una?

NESTOR: Sí cariño, y otra de bombero, otra de policía, depende del día me pongo una o la otra, no te jode la niña.

NURIA: Jopé papá, como eres.

A Lisa se le escapó la risa dándole otro golpe en la pierna. Néstor la miró.

NESTOR: Nena, es que manda narices que hijas tienes.

LISA: ¡Eh!, que son tan hijas mías como tuyas.

NESTOR: Joder, igualitas que su madre.

Arrancó el coche riendo con Lisa, las niñas detrás miraban los móviles ausentes del resto del mundo. La cena fue muy divertida, después fueron a tomar un helado y café a una terraza y de allí acompañó a Dani a su casa, mientras conducía le preguntó a Lisa si quería tomar algo después de dejar a las niñas, lo miró con una sonrisilla cómplice, sabía que era lo que quería tomarse Néstor, no le contestó, cuando llegaron a la puerta del bloque de apartamentos Lisa se giró en el asiento mirando a sus hijas.

LISA: Niñas, cerrar bien la puerta que papá y yo salimos un rato, no os vayáis a dormir muy tarde.

NURIA: ¿A ver a qué hora llegas que te controlo?

Lisa la miró mientras bajaba del coche

NURIA: Ya sé la respuesta, no hace falta que digas nada.

Esperaron un poco a ver la luz del salón encendida y se marcharon. Entraron en el apartamento de Néstor, él le rodeo la cintura con su brazos por detrás besándole el cuello.

NESTOR: ¿Quieres un gin tonic ahora o después?

LISA: Yo pensaba que tenías ganas de tomarte otra cosa antes.

Una de las manos se fue moviendo por todo el cuerpo de Lisa, empezando por el cuello, bajando por las tetas acariciándolas, llegando al chumino tocándolo por encima de la ropa.

NESTOR: Tengo muchas ganas de tomarme todo esto.

Ella se giró pasándole los brazos por el cuello, le dio un beso en los labios mirándole a los ojos.

LISA: Y como te lo quieres tomar, ¿serás el hombre delicado y tierno o el que me azota el culo hasta dejármelo colorado?

NESTOR: No sé, ¿a ti como te gustaría que fuera esta noche?

Se miraron a los ojos un momento, parecía que se paraba el mundo, que solo existían ellos dos encima de la capa de la tierra, uno para el otro, Néstor acariciaba suavemente la espalda de Lisa que sentía escalofríos por el contacto de su mano.

LISA: Quiero que me demuestres lo que me quieres.

Le acariciaba la cara mientras se lo decía.

NESTOR: Lo voy a intentar, pero va a ser muy difícil demostrártelo en tan poco tiempo, te quiero tanto que necesitaría toda una vida por delante.

Lisa le sonrió, se besaron y sin separarse fueron entrando en la habitación estirándose en la cama, Néstor la fue desnudando, le desabrochó el vestido quitándoselo con delicadeza, los zapatos, el sujetador acariciándole y besándole las tetas. Luego se desnudó él bajo la atenta mirada de Lisa, le agarró las braguitas por los lados y estiró suavemente para quitárselas, mientras ella levantaba un poco el culo para facilitarlo.

De cara, uno al lado del otro se besaban, se acariciaban, se masturbaban con suavidad, Néstor fue bajando por el pecho besándoselo con la intención de comerle el chumino, Lisa le paró la cabeza, los dos se miraron a los ojos.

LISA: Quiero sentirte dentro.

Se fue colocando debajo de Néstor abriendo las piernas, él se acomodó en medio, se besaron lentamente con las bocas abiertas buscándose las lenguas, él se movía buscando que la punta de su polla tiesa encontrara el sitio por donde entrar, las manos las tenía ocupadas acariciando a Lisa, ella le pasaba las suyas por la espalda y el culo, cuando pudo encarar la punta en el agujerito la fue introduciendo muy despacio, ella le apretó el culo gimiendo suavemente al notar cómo se le abrían las paredes de su vagina, como se le llenaba el coño de aquella polla que parecía hecha para ella.

Le besó el cuello y se abrazó más fuerte dejando su cabeza al lado de la suya, en aquella posición, sintiendo como la penetraba lentamente, como le hacía sentirse llena moviendo su miembro dentro de su cuerpo, ese ritmo lento pero continuo la volvía loca, le apretaba con sus manos la espalda y el culo intentando abrir las piernas todo lo que podía, necesitaba sentirlo muy dentro de ella. Los gemidos aumentaban, los ojos se miraban, el ruido del roce de las penetraciones delataban lo mojada que llegaba a estar, el placer les subía y el mínimo gesto de Lisa de empezar a correrse hizo que Néstor la siguiera, los dos gemían teniendo un fuerte orgasmo, gritaban, se acariciaban, se miraban las caras desencajadas por el placer notando como se juntaban sus flujos.

Néstor se fue saliendo de ella colocándose a su lado, se besaron, Lisa apoyó su cabeza en el pecho de su marido, le salía del coño cayendo a la cama la leche que le había dejado dentro hacía un momento, no importaba, era el momento de recuperarse de otro gran polvo y sentir a Néstor a su lado, oír latir su corazón.

Hacía un rato que no se decían nada. Él se levantó.

NESTOR: Voy a preparar los gin tonics, por cierto me ha llamado Vero, quiere que nos veamos los tres en su casa mañana al medio día.

Se lo decía cuando estaba saliendo de la habitación en pelotas.

LISA: ¿Qué?, ¿mañana en su casa?, tú mamoncete, ven aquí y explícamelo, serás sinvergüenza que me lo dices y te largas.

Intentó levantarse pero notó como le salía del coño toda la leche, se lo tapó con la sabana y se fue al cuarto de baño. Cuando salió ya estaba Néstor sonriendo con dos vasos en la mano. Lisa lo miró desconfiada.

LISA: ¿Qué es eso de que nos quiere ver, para qué?

NESTOR: Te prometo que no sé nada, me ha llamado antes y me lo ha pedido, ya está.

LISA: Ya está, ya está, espero no encontrarme con ninguna sorpresa desagradable.

Néstor la rodeó con sus brazos.

NESTOR: No te vas a encontrar con nada desagradable.

LISA: Mejor.

Brindaron y salieron al salón a tomarse las copas, se hizo un silencio, Lisa pensando en que les tendría que decir Vero, y Néstor sabiendo que ella estaba preocupada por la reunión del día siguiente.

NESTOR: ¿Te ha gustado cariño?

Lisa le miró los ojos enamorada.

LISA: Claro que sí, ya lo sabes.

NESTOR: ¿En un ratito me dejarás azotarte el culo?

LISA: Que golfo y sinvergüenza eres, te lo tomas todo a pitorreo.

Reían y se tomaban las copas con tranquilidad desnudos en el sofá, Lisa apoyaba su cabeza en el hombro de Néstor que estaba estirado con los pies en alto.

LISA: ¿Crees que podremos vivir juntos con las niñas?, yo cada día lo dudo más, ese rollo raro que os traéis con Vero, tú que parece que todo te lo tomas a broma, no sé.

NESTOR: Te prometo que si tú quieres acabaremos todos juntos, necesito un par de meses para cobrar la nómina y podré alquilar un apartamento grande y bonito para la familia.

LISA: Se me va a hacer muy largo ese tiempo Néstor, tengo miedo de que al final todo se tuerza y no lo hagamos.

Un corto silencio y bebieron, Néstor besó la cabeza de Lisa y ella le acarició el pecho. Cuando se acabaron las copas Lisa le pidió que la acompañara a su casa, no quería que sus hijas estuvieran demasiado tiempo solas, quedaron que él la pasaría a buscar el día siguiente sobre las doce del medio día.