Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 2)

Cap. II - Juan y Antonio

Cap. II- Juan y Antonio

Juan aparcó el coche en el parking del trabajo, salió desperezándose, como cada día esa era la peor hora, la de comenzar un trabajo que no le motivaba lo más mínimo sino era para cobrar a final de mes y poder vivir, pagarse el alquiler de un pequeño apartamento y sus gastos en un barrio alejado del centro de la ciudad, comer y darse alguna alegría como tomarse cervezas con los amigos.

Uno de esos amigos, con el que tenía más confianza y complicidad era Antonio, compañero de trabajo desde hacía años, estaba justo a su lado en la cadena de montaje de aquella fabrica que odiaba a muerte. Se encontró con él en el vestuario mientras se cambiaba, era lunes y en la cara de Antonio se notaba.

Un simple, “buenos días”, sin demasiado entusiasmo fue todo el saludo, ocuparon sus lugares de trabajo y pasaron la jornada intensiva de ocho horas, desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde, un segundo turno lo hacía desde las tres hasta las once de la noche, y si había puntas de trabajo un turno extra de noche lo hacía hasta las siete de la mañana.

Una vez duchados y cambiados de nuevo llegaba lo mejor del día, al menos para Juan, tomarse una cerveza con Antonio con toda la tarde por delante después para hacer lo que se terciara. Se escuchaban el uno al otro sus cosas, Antonio estaba casado desde hacía unos años con Carmen, según le contaba a su amigo como pareja les iba muy bien, gracias a que ella también trabajaba podían vivir más o menos tranquilos, si le ponía alguna pega a su querida pareja era que le dolía la “cabeza” más de la cuenta y no follaba todo lo que le gustaría, pero como había comprobado con otros amigos y compañeros era algo bastante generalizado en los matrimonios.

Juan aguantaba el cachondeo de Antonio, sobre la vida tranquila y relajada que llevaba por no estar casado y sin novia fija, sabía que tenía algunos “rollitos” con follamigas con las cuales se desfogaba, Juan se hacía el loco, no le gustaba airear sus cosas en esos temas.

ANTONIO: Venga tío, explícame algo de tus líos amorosos.

JUAN: Ya te he dicho muchas veces que no son amorosos, cuando se puede se folla y ya está.

ANTONIO: Seguro que lo haces más que yo.

JUAN: No te quejes que Carmen es una joya, ¿qué harías tú sin ella?

ANTONIO: Pues follar más seguro, como tú.

JUAN: Que tonto eres tío, si supieras las veces que lo hago yo, que tengo que subsistir a base de pajas hombre.

ANTONIO: Coño como yo, no te jodes.

JUAN: Pero por lo menos estás acompañado, esta tarde te encontrarás con ella y pasareis la noche juntos, ¿qué más quieres?

ANTONIO: Hay pobrecito Juanito que está solo, estoy pensando en hacerte un regalo un día de estos.

JUAN: Miedo me dan tus regalos, mejor estate quietecito.

Se acabaron las cervezas riendo y se despidieron hasta el día siguiente. Antonio llegó a su casa y esperó que llegara su mujer Carmen, ella trabajaba en turno partido y acababa más tarde, cuando llegó la acompañó al dormitorio para ver como se desnudaba, dejó toda la ropa encima de una silla y se metió en la ducha. Cuando salió se encontró a Antonio encima de la cama haciéndose una paja oliendo las bragas que se había quitado, le sonrió acercándose a él, le dio un beso en los labios.

CARMEN: Te tengo un poco desatendido, eh cariño.

ANTONIO: Un poquito sí, ya ni me acuerdo de cuándo fue la última vez.

Carmen le apartó la mano agarrándole la polla siguiendo con la paja, Antonio cerró los ojos del placer, lo volvió a besar, se fue colocando encima de él y se mojó dos dedos con saliva pasándoselos por el coño para lubricarlo, se sentó encima y se la fue metiendo lentamente, gimieron a la vez y se empezó a mover cabalgándolo, él se fue “emocionando” moviendo las caderas y antes de que ella pudiera llegar a disfrutar del polvo se corrió.

ANTONIO: Lo siento cariño, es que en cuanto me tocas pierdo el control.

Ella le sonrió besándolo de nuevo.

CARMEN: No te preocupes, ¿estás bien?

ANTONIO: Claro, perfecto, voy a empezar a hacer la cena mientras te vistes.

Se subió los pantalones saliendo de la habitación, Carmen se volvió a meter en la ducha, se enjabonó el coño y se lo frotó con dos dedos haciéndose una paja para terminar lo que su marido no le pudo acabar.

Al día siguiente mientras se tomaban la cerveza después del trabajo, Antonio emocionado le explicaba a Juan que la tarde anterior había follado.

JUAN: Lo ves, te quejas por vicio.

ANTONIO: Coño, si te lo  explico es por qué fue algo raro, inusual, no sé que le pasó ayer.

JUAN: Pues que tendría ganas y ya está. Venga espabila con la cerveza que me tengo que ir.

ANTONIO: Que prisas tienes algunos días, ¿seguro que tú no tienes algún lio y me lo estás ocultando?

JUAN: Y a ti que te importa los líos que pueda tener tío.

Se levantó para pagar las cervezas que le tocaba a él y se despidió, Antonio se acabó la suya riendo viéndolo como se iba.

Juan llegó a su apartamento, abrió la puerta, dejó la chaqueta colgada y entró al salón, Mari se le tiró encima pasándole los brazos por el cuello besándole los labios. Mari era una buena amiga que tenía llaves de su apartamento, donde se encontraban normalmente martes y jueves.

Le metió las manos por debajo de la falda y la levantó agarrándole el culo sentándola en la mesa del comedor, le pegó un estirón a las bragas quitándoselas, le abrió las piernas y metió la cabeza en medio comiéndole el chumino, ella gritó del primer lametazo, se estiró mirando el techo cerrando los ojos, disfrutando del placer que  le proporcionaba Juan, él sabía cómo se lo tenía que comer para hacerla gritar de gusto hasta que se corriera, una vez conseguido y con Mari jadeando recuperándose la volvió a levantar llevándola al sofá.

Se quitaron la ropa y él se sentó, ella se arrodilló delante de él en medio de sus piernas agarrándole la polla metiéndosela en la boca, Juan le acariciaba la cabeza mientras Mari se la succionaba apretándole los huevos con una mano, se la estuvo “repasando” bien desde la punta hasta la base un buen rato, se levantó sentándose encima de Juan metiéndosela en el coño, se empezó a mover gimiendo mirándole fijamente a los ojos, se movía con fuerza y él le seguía el ritmo agarrándola por la cintura, al poco rato se estaba corriendo una segunda vez con él comiéndole las tetas, Mari se le abrazó al cuello respirando rápido recuperándose, Juan la besó y se levantaron cogidos de la mano.

La llevó a la habitación, le subió las rodilla en el borde de la cama dejándola a cuatro patas, se agarró la polla que la tenía a punto de estallar y se la metió de golpe con un golpe seco, le sacó un buen grito, ella apoyó la cabeza en la cama con la boca abierta volviendo a gritar al notar una segunda embestida que parecía que la iba a partir por la mitad, Juan le golpeaba con fuerza con el pubis en su culo en cada penetrada, ella gritaba de gusto cerrando los ojos, Juan se aceleraba, Mari aumentaba el volumen de sus gemidos y gritos estallando los dos en una gran corrida, el semen y los flujos le caían por las piernas.

Se estiraron uno al lado del otro jadeando, se dieron un piquito en los labios y ella apoyó la cabeza en su pecho, estuvieron un rato sin decir nada acariciándose.

MARI: ¿Estás bien?

JUAN: Muy bien, ¿y tú?

MARI: Contigo muy bien, me tengo que ir, ¿nos veremos el jueves?

JUAN: Si quieres, aquí nos vemos.

Mari se metió en el cuarto de baño para lavarse, se despidió con un beso en los labios, se vistió en el salón y se fue, Juan se quedó en la cama un rato serio pensando.

Antonio estaba sentado en el sofá con una cerveza esperando que llegara Carmen, se abrió la puerta del salón y apareció ella sonriendo sentándose a su lado, le quitó la cerveza de la mano dándole un trago, se la devolvió y le puso la mano en el paquete apretándoselo.

CARMEN: ¿Cómo estás cariño, quieres hacer alguna cosita hoy también?

Antonio la miraba extrañado.

ANTONIO: Y si esperamos a mañana, dos días seguidos no estoy muy acostumbrado.

Carmen le besaba los labios con una sonrisilla.

CARMEN: Como tú quieras cielo.

Se fue a la ducha con Antonio mirándola por detrás, pensaba que le estaba pasando a su mujer esos días, hacía meses que solo lo hacían de vez en cuando y después de insistirle bastante, se encogió de hombros pensando en lo que le dijo su amigo, seguramente sería porque ahora tenía ganas, estaría más tranquila en el trabajo o algo así. Se levantó y entró en la habitación, podía oír el agua de la ducha caer, en el suelo estaba la ropa que se había quitado, la recogió y la llevó al cesto de la ropa sucia al lado de la lavadora.

Al día siguiente se sentaban Juan y Antonio en la terraza que habitualmente iban después de trabajar, pidieron las dos cervezas de rigor y unos frutos secos para picar. Antonio sacó un sobre de la mochila y se lo dio a Juan.

ANTONIO: Toma, el regalo que te prometí, pero tienes que abrirlo al llegar a tú casa y cuando estés solo.

Juan lo miró torciendo los ojos, vete a saber qué coño le debía de estar dando su amigo conociéndolo como lo conocía. Rieron un rato acabándose las cervezas y se despidieron. Llegó a su apartamento sin acordarse del sobre que se metió en la bolsa, fue después de comer al ir a sacar la ropa sucia cuando lo vio. Se sentó en el sofá mirándolo, ese era capaz de haberle hecho alguna broma y al abrirlo explotarle algo, lo tocó y se notaba que era algo blando, parecía una tela, lo abrió con cuidado y miró dentro, se le abrieron los ojos, metió dos dedos cogiendo la prenda sacándola, eran unas bragas, solo sacarlas notó el olor a coño, que cabrón, debían de ser unas bragas de Carmen, su mujer, sino de donde las iba a sacar Antonio. Cogió el móvil y lo llamó.

ANTONIO: ¿Qué, te ha gustado el regalo?

JUAN: Que cabrón estas hecho tío, ¿cómo se te ocurre?, porque deben ser de Carmen, ¿no?

ANTONIO: Pues claro que son de Carmen, no van a ser mías idiota, así te podrás hacer unas pajillas con aliciente.

JUAN: Como se dé cuenta te vas a enterar chaval.

ANTONIO: No se te ocurra decirle nada cuando vengas a cenar o te mato.

JUAN: ¿Cómo se lo voy a decir hombre, eres tonto o que te pasa?

ANTONIO: Cuelgo que no queda mucho  para que llegue, tú disfrútalas.

Colgaron y Juan se puso las bragas en la nariz oliéndolas con una sonrisa, se bajó la cremallera sacándose la polla, haciéndose una buena paja oliéndole el coño a la mujer de su amigo. Cuando acabó las guardó en un cajón y se estiró a ver la tele.

Era jueves por la tarde, Juan llegaba de nuevo al apartamento, Mari lo estaba esperando levantándose a saludarle con una sonrisa, se besaron y él la giró poniéndola cara a la pared, le agarró las manos separándoselas por encima de la cabeza, sujetándoselas contra la pared con las suyas encima, le besó el cuello, la cara y le chupó el lóbulo de la oreja, mientras le apretaba el culo con el paquete, ella apoyó la carita en la pared excitada.

Èl le juntó las manos sujetándoselas con una suya, con la otra le desabrochó un par de botones de la camisa y se la abrió agarrándole una teta por dentro del sujetador, Mari gimió…

MARI: Cómo me estás poniendo Juan, sigue por favor.

Le besó el cuello con más ímpetu y apretó la polla contra su culo, Mari podía notar la dureza de su miembro haciéndole presión. La mano le soltó la teta bajando al cinturón del pantalón desabrochándolo, Mari giró la cabeza para buscarle la boca entregándole la lengua, se la daban uno al otro a la vez que Juan le abría el botón del pantalón bajándole la cremallera, estiró de ellos dejándoselos a medio muslo y le metió la mano en el culo por encima de las braguitas, ella volvió a gemir temblándole el cuerpo de excitación.

Juan se desabrochó y bajó sus pantalones y ropa interior metiéndole la polla tiesa en medio de las piernas, rozándole las bragas y el coño, Mari juntó las piernas para apretársela y que tuviera más roce, los dos jadeaban y gemían poniéndose cada vez más calientes. Juan sacó la polla de en medio de las piernas, le estiró de las bragas bajándoselas, lo justo para mojarse la mano con saliva pasándosela por el agujerito del culo lubricándolo, ella lo miraba excitada esperando, Juan se agarró la polla y le tocó con la punta el agujerito apretando suavemente hasta meterle el glande dentro, Mari suspiró a la vez que gemía al notar como la polla de Juan la dilataba abriéndose paso penetrándola, abrió la boca notando como entraba lentamente, sin parar hasta tocar con su cuerpo su culo.

Mari en un impulso llevó una mano atrás agarrándole el culo a Juan con fuerza, él se la estaba sacando para volver a penetrarla, un grito salió de la boca de Mari, Juan pasó una mano por delante agarrándole el coño, a la vez que le daba un golpe seco de caderas metiéndosela hasta el fondo haciéndole gritar de nuevo, le pasó un dedo por el chocho de arriba abajo, comprobando lo mojada que estaba metiéndoselo dentro de la vagina, Mari no paraba de gritar de placer, Juan aumentó el ritmo de las embestidas por el culo, metiéndole un segundo dedo en el coño follándola por delante y por detrás a la vez. Los gritos de excitación y placer se unían, los cuerpos se movían descontrolados, las piernas temblaban y se corrieron a la vez, llenándole el culo a lechazos mientras ella lo movía adelante y atrás hasta sacarle la última gota.

Se cogieron de la mano entrando en la habitación, se desnudaron y se metieron en la cama, él boca arriba acariciándole la cabeza a ella, que la tenía encima de su pecho acariciándole la barriga con la mano, en silencio pasaron el rato hasta que ella le besó los labios y se marchó despidiéndose.

Aquella misma noche Carmen mientras cenaba con Antonio.

CARMEN: Sabes una cosa curiosa, no encuentro unas braguitas que me gustan mucho, las tiré para lavar y no las he visto en el cesto de la ropa sucia.

ANTONIO: Pues tú sabrás cariño, yo no he hecho nada con tus bragas.

CARMEN: ¿Seguro?

ANTONIO: Coño Carmen, ¿Qué te crees, que me las he puesto yo o qué?

CARMEN: No sé, más bien que.

ANTONIO: ¿Eeeh?

CARMEN: Nada, nada. Por cierto, acuérdate mañana de invitar a Juan a cenar el sábado que hace tiempo que no viene a casa, y si quiere traer alguna “amiguita” que tenga que venga también.

ANTONIO: Claro que si cariño, pero lo de la amiguita me extrañaría mucho que nos la presente.

Antonio respiraba tranquilo, sabía que si ella hubiese insistido con lo de las bragas al final le habría tenido que contar la verdad, no quería ni pensar en la que le hubiera montado después. Al día siguiente invitó a Juan a cenar en su casa como le había dicho Carmen, de ir acompañado como ya pensaba nada de nada.

Juan, el viernes por la tarde fue a comprar un par de botellas de vino para la cena, el sábado por la tarde durmió una buena siesta, sabía que cuando iba a cenar a casa de su amigo siempre acababa tarde, las copas y las largas conversaciones con Carmen mientras Antonio se quedaba dormido en el sofá o se iba a la cama dejándolos solos nunca sabía cuando acababan.

Le abrió la puerta Carmen, lo abrazó y le dio dos besos, mientras Antonio se metía en la cocina.

ANTONIO: Voy a buscar cervezas para todos que empieza la noche.

Juan miraba a los ojos a Carmen.

JUAN: ¿Cómo estás Mari Carmen?

CARMEN: Gracias a que nos vemos martes y jueves sabes que muy bien.

A Néstor le costó entender la historia de Juan, si era tan amigo de Antonio, ¿por qué no le confesaba lo que pasaba con su mujer?, no parecía ser un hombre que se enamorara tan fácilmente de una mujer como para perder los estribos, se le veía preocupado por la situación, más por su amigo Antonio que por lo que le estaba haciendo él, parecía que follarse a su mujer fuera lo más normal del mundo y dejar que fuera un cornudo no tenía importancia, su única preocupación era que no se enterara. ¿Tal vez por lo que podría hacerle?, o, ¿por miedo a perder su amistad?, Néstor le dio algunas vueltas y no entendía la situación, aparte de que su amigo fuera un cabronazo, bueno, lo de amigo lo empezaba a dudar, porque si Juan era capaz de hacer lo que le hacía a su mejor amigo, ¿qué le haría a él si le convenía?