Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 15)

Cap. XV – El reloj no para.

Cap. XV – El reloj no para.

Por la tarde Juan llegó a la casa de Carmen y Antonio, le abrió la puerta Antonio y entraron al salón, Carmen saludó a Juan con un piquito.

JUAN: ¿Ya sabéis lo que ha pasado con José Antonio?

El matrimonio le miraba esperando la respuesta.

JUAN: He hablado hace un rato con Néstor, parece ser que Vero lo ha echado de casa y de la empresa, todo es de Vero, el brabucón no tiene nada suyo y por lo visto se ha ido calentito, Néstor le rompió la nariz.

ANTONIO: No me jodas, Néstor le pegó.

JUAN: Con la borrachera de la fiesta dijo algunas cosas que se las podía haber ahorrado.

CARMEN: Por la boca muere el pez, y si le han dado bien que se lo merecía el capullo.

ANTONIO: Joder, pero si parecía que era el dueño de todo cuando hablaba.

JUAN: Pues ya ves, está de patitas en la calle.

ANTONIO: Bueno chicos, hoy os dejo solos, hacer lo que queráis, yo me voy a tomar algo y relajarme un rato.

Se fue dejándolos mirándose uno al otro, no entendían la actitud de Antonio, ¿Por qué no se quedaba cuando él fue el instigador a su relación?

JUAN: ¿Habrá perdido el interés de vernos follar?

CARMEN: No lo sé, me extraña, la verdad es que hace unos días que lo veo un poco raro.

JUAN: ¿Y nosotros que hacemos?

Carmen le agarró una mano estirando de él.

CARMEN: Tú ven conmigo a la cama que ahora te lo explico.

Juan la siguió con una sonrisilla, Carmen lo paró al  lado de la cama, le miró a los ojos y lo fue desnudando despacio, él la miraba con cariño sin moverse, le encantaba aquella mujer, cuando estuvo totalmente desnudo le acarició la cara a Carmen, se miraban a los ojos, ella giró el cuello para atrapar su mano entre su cara y su hombro apretándola, Juan la fue desnudando, le quitó la camiseta, le desabrochó dejando caer el sujetador, le cayeron un  poco aquellas grandes tetas que siempre le habían vuelto loco, las acarició con suavidad, por encima, por los lados, pasándoles las yemas de los dedos, hasta encontrarse con los pezones que frotaba lentamente, Carmen miró para arriba dejando ir el aire cerrando los ojos, como le ponía que Juan la tocara de aquella manera.

Él se agachó un poco cogiendo uno de sus pezones con la boca, se escapó un gemido flojito de la boca de Carmen, la lengua y los labios de Juan sabían trabajar en sus tetas, se las ponía duras con los pezones salidos. Se fue dejando caer hasta arrodillarse, le agarró las bragas bajándoselas lentamente, ella le apoyaba una mano en la cabeza acariciándole el pelo, le miraba viendo con que calma le quitaba las bragas, bragas que ya se había mojado como siempre que estaba con él, el mejor amante que podía tener.

Un fuerte gemido salió de la boca de Carmen, Juan le acababa de meter la lengua en medio del coño, se fue estirando en la cama abriendo las piernas, él sabía perfectamente como lamer, chupar y succionar para excitarla y darle placer, un placer  muy intenso, podía correrse tranquilamente si le daba un poco de tiempo para que le trabajara el chichi, se incorporó para agarrarle la polla y pajearla mirándole a los ojos, se entendían perfectamente.

JUAN: Tú tranquila, hoy me toca trabajar a mí, disfrútalo.

Carmen lo escuchó con una sonrisilla, dejando caer la espalda de nuevo en la cama, él se fue colocando en medio de sus piernas, le pasó la punta de la polla dos o tres veces por encima del agujero de la vagina totalmente empapado para lubricársela, la penetró lentamente, sintiendo los dos cada centímetro de la invasión, como le llenaba todo el coño, Carmen le abrazó pasándole los brazos por detrás, una mano le acariciaba la espalda y la otra el culo, como le gustaba que fuera tan cuidadoso en darle placer y como lo disfrutaba.

Juan se esmeraba en penetrarla profundamente, como sabía que a ella le gustaba, la veía cerrar los ojos sintiendo su polla cuando la tenía totalmente empalada, sus sensuales gemidos le indicaban que estaba haciendo lo correcto, pequeños cambios de ritmo, con alguna penetración algo más fuerte, o quedarse dentro de ella moviéndose en círculos hacían que los gemidos de Carmen aumentasen de volumen, que sus manos le apretaran más fuerte, que sus ojos se abrieran mirando lo suyos con un brillo que le indicaban que  estaba muy cerca del orgasmo.

Carmen movía las caderas al ritmo que él le daba, la ponía a cien verlo moverse en medio de sus piernas, sabía que él la conocía como a la palma de su mano, cuando acelerar, cuando frotarse en círculos, el gusto le subía lentamente, le apretaba con sus manos girando la cabeza con el primer grito que le hacía dar un tremendo orgasmo, se tensaba apretándole mucho el culo, cerraba los ojos y abría la boca para gritar, entonces llegaba el punto álgido, sentía la leche caliente y espesa como le inundaba el coño, sus gemidos y gritos que se juntaban con los suyos, aquellos últimos pocos segundos eran tan intensos, sentía tanto abrazándose a él mientras se vaciaba dentro de ella, mientras le dejaba las últimas gotas aflojándose, dejándose caer encima de ella después de habérselo dado todo.

Como siempre que acababan, Carmen le pasaba los brazos por el cuello acariciándole la cabeza, él se dejaba reposando encima de ella, se recuperaba con los ojos cerrados, sabiendo que le había hecho disfrutar, orgulloso de darle placer. Carmen le besó la cabeza, él se apartó, se miraron a los ojos con una sonrisa, ella se levantó y se dispuso a entrar al cuarto de baño, cuando estaba en la puerta…

“Estoy enamorado de ti y te quiero para mí solo”, sintió Carmen por su espalda, Juan sentado en la cama tuvo el valor de decirlo, llevaba años sabiéndolo, guardándoselo con miedo a decirlo, por el daño que pudiera hacerle a su amigo, a ella o a su matrimonio, Carmen seguía de espaldas a él, justo debajo del marco de la puerta, aquellas pocas palabras la habían dejado petrificada, Juan nervioso esperaba algún tipo de reacción.

Carmen entró al cuarto de baño cerrando la puerta, se duchó llorando, en el fondo de su ser sabía que tarde o temprano se encontraría en esa situación, los sentimientos no se pueden esconder y tanto los suyos como los de Juan se veían venir, ella también hacía tiempo que lo quería, pero estaba Antonio, ese hombre que la necesitaba, como salir airosa de algo así.

Cuando salió duchada la cama estaba vacía.

Amanda y Vero fueron a buscar a Lisa a su casa, la querían sacar de allí para distraerla un rato, sabían que estaba pasando por malos momentos, fueron a una cafetería a tomar algo y hablar.

LISA: Lo he tenido tan cerca poder volver a recomponer mi familia, tan cerca.

VERO: Deja pasar un poco de tiempo, que las aguas vuelvan poco a poco a su cauce, ya verás como todo irá mejorando.

LISA: No lo sé, Néstor es muy cabezón, cuando algo se le mete en la cabeza no hay manera de sacárselo.

AMANDA: Pues chicas, yo estoy tan bien sola que no puedo opinar, ¿sabéis una cosa?

Vero y Lisa se miraron avanzando el cuerpo para prestar más atención.

AMANDA: Me estoy haciendo unas pajas increíbles.

Volvieron a apoyar la espalda en la silla riendo.

VERO: ¿Pero qué dices?

AMANDA: Pues eso, te aseguro que disfruto como nunca, me he comprado varios juguetes por internet, con eso te lo digo todo.

Lisa y Vero reían tapándose la boca para no ser muy escandalosas.

AMANDA: Sí, sí, vosotras reír, pero no sabéis lo que os perdéis.

Lisa se puso triste, a ella con Néstor no le hacía falta ningún juguete, recordaba las sesiones de sexo que era capaz de tener con él, como acababa satisfecha con el coño escocido y las veces que se corría, como él sabía follársela sin descanso manteniéndola excitada.

VERO: Lisa, Lisa, ¿Estás bien?

LISA: No chicas, no estoy bien.

AMANDA: Venga anímate un poco, ¿Queréis que os cuente como son los juguetes?

Volvieron a reír, hablaron un rato más y acompañaron a Lisa a su casa, ella quería estar cuando su ex marido fuera a ver a sus hijas, con la esperanza de que le dijera algo a ella, lo único que le importaba en esos momentos a Lisa era volver a acercarse a Néstor, se sentía muy lejos de él y eso la estaba amargando. Cuando llegó a su casa la llamó Carmen, le mostró su apoyo y cariño animándola, pero en aquellos momentos a Lisa no podían hacer que se sintiera mejor, sabía que se había equivocado, Néstor siempre fue sincero con ella y ella no supo estar a la altura.

Aitor aquella tarde acabó de instalarse en el apartamento que había alquilado José Antonio, se había abierto una cerveza y miraba la televisión sin demasiado interés, llamaron a la puerta, se levantó cansino para abrirla, Inés entró como una centella agarrándole los huevos, le buscó los labios comiéndoselos, Aitor no había tenido tiempo de reaccionar.

INES: ¿Qué te pensabas, que por qué te cambiaras de apartamento te ibas a librar?, sabes que me debes algo y me lo vas a pagar aquí y ahora.

Aitor no sabía qué cara poner, lo empujó tirándolo encima del sofá, se quitó la camisa, no llevaba sujetador enseñándole las tetas, se quitó el tanga por debajo de la mini falda y le puso una rodilla a cada lado de la cabeza colocándole el coño en la boca para que se lo comiera, la agarró por el culo chupándole y lamiéndole el chichi, Inés gimió al sentir la lengua de Aitor recorrerle el chumino, llevaba una mano para atrás metiéndosela por dentro del pantalón pajeándolo.

Le bajó el pantalón de un tirón, le agarró la polla y se sentó encima metiéndosela, se dejó caer a peso, empalándose hasta el fondo dando un grito los dos a la vez, Inés se agarró al respaldo del sofá follándoselo con toda la fuerza que podía, pegaba un grito detrás de otro, el sofá crujía de tanto movimiento, Aitor tenía la polla a punto de estallar, aquella tía conseguía calentarlo al máximo, el fuego crecía y se empezaron a correr los dos a la vez pegando unos gritos tremendos.

Se abrió la puerta y entró José Antonio quedándose atónito de la escena que presenciaba, su hija, su dulce y buena hija que él inocentemente pensaba que podía ser hasta virgen, estaba cabalgando encima de su amigo, se lo estaba follando y de qué manera, se movía encima de él como no había visto nunca follar a nadie, se estaban corriendo gritando y su hija no paraba de dar culazos con la cara desencajada del placer. Pegó un grito aterrorizado.

JOSE ANTONIO: ¿Pero esto qué coño es?

Aitor se asustó al verlo abriendo mucho los ojos, Inés muy tranquila se salió de encima  cayéndole del coño la leche que le acababa de sacar a su amante, se puso el tanga y la camisa, su padre miraba la escena desesperado.

JOSE ANTONIO: ¿Cómo has  podido hacer algo así?, eres tan puta como tu madre.

Inés pasó por su lado.

INES: Tranquilo papá, no pasa nada.

Caminó hasta la puerta abrochándose la camisa, se giró mirando a Aitor.

INES: Y tú no te pienses que te has librado, esto lo acabaremos.

Cerró la puerta detrás de ella, Aitor no sabía cómo mirar ni que decirle a su amigo.

JOSE ANTONIO: ¿Y tú, no tienes nada que decir?

AITOR: Te juro que ha sido ella que se me ha tirado encima.

JOSE ANTONIO: Serás cobarde, cabrón, ¿A mi mujer también te la has follado hijo de puta?

AITOR: No quiso.

A José Antonio estaba a punto de darle un jamacuco.

JOSE ANTONIO: Me cago en la madre que te pario, recoge tus mierdas y lárgate de aquí, vete con esa furgoneta asquerosa que tienes, piojoso.

AITOR: ¿Piojoso?

JOSE ANTONIO: Que te vayas a tomar por culo piojoso, piojoso de mierda.

Se fue pegando un portazo, no le podían ir las cosas peor de lo que le iban, pensó que solo le faltaba que le cayera un piano en la cabeza por la calle, se fue a tomarse un pelotazo dándole tiempo al piojoso para que desapareciera de su casa.

Néstor aparcó y bajaron los tres del coche, se despidió de sus hijas hasta el día siguiente y miró el balcón del piso, Lisa le saludó con la mano, él le contestó con la cabeza. Mientras conducía de vuelta a su apartamento pensaba que tarde o temprano tendría que tener otra conversación con ella, él la quería y sabía que ella también a él, todavía le dolía demasiado que se acostara con José Antonio, no tenía muy claro como se quitaría esa espina para poder volver con Lisa, si es que podía llegar a quitársela.

Amanda llegó a su casa después de la reunión de amigas para animar a Lisa, le gustaba el silencio al entrar y que el apartamento estuviera vacio, entró a la cocina, abrió la nevera y se sirvió un vaso de zumo que se tomó de pie mirando por la ventana, mirando la misma ventana que tanto había mirado Julio, vio a Gloria en sujetador y bragas pasear por su habitación, buscar una camiseta y un pantalón que se puso.

Cuando acabó el zumo se fue a su habitación, se quitó los zapatos, se desabrochó el pantalón vaquero y se lo quitó, igual que la blusa, se miró en el espejo en ropa interior, pensó que un día de aquellos se la renovaría, la veía antigua, unas bragas demasiado grandes y un sujetador con muy  poca gracia, se quitó el sujetador, se miró las tetas, de frente, de un lado y del otro, no le parecieron que estuvieran tan mal, no eran muy grandes pero se le aguantaban bastante bien, se pasó una mano por encima acariciándose una, estaba segura que a cualquier hombre le gustaría tocárselas y comérselas.

Se bajó las bragas dejándolas en el suelo, se miró y  una mueca apareció en su cara, eso sí tendría que arreglarlo, esos pelos del coño no le gustaban nada, en alguna ocasión había visto a Vero y a Lisa, ellas lo tenían mucho más arreglado, cortito y muy bien recortado, se les podía ver la rajita perfectamente, a ella el pelo se la tapaba, le recordaba una foto de alguna mujer desnuda en los setenta, pensó que le preguntaría a Lisa donde se lo arreglaban a ella, a Vero mejor que no, seguro que iba a algún sitio demasiado caro.

Se sentó en la cama, abrió un cajón de la mesita de noche sacando una caja, la abrió, miró el interior con una sonrisa y se puso un anillo en el dedo con una bala vibradora incorporada, se estiró y se la fue pasando por el cuerpo, se volvió a tocar las tetas notando la vibración por los pezones, llegó al chichi, se lo tocó suavemente con un dedo y después con la bala, cerró los ojos, un gustillo le empezaba a recorrer el cuerpo. Estiró el brazo y del cajón sacó un tubo de lubricante vaginal, se puso un poco en los dedos y se los pasó por el coño, ahora el juguetito resbalaba con suavidad.

Paró la bala vibradora y sacó de la caja otro juguete, tenía forma de herradura, por un lado lo lubricó, se lo colocó en el agujero del chichi y apretando un poco se lo fue introduciendo, cerró los ojos, la penetración y la vibración le aumentaba el placer, por el otro lado se le apoyaba en el clítoris vibrando estimulándoselo, giró la cabeza gimiendo muy flojito, abrió mucho más las piernas, así podía meterse y sacarse del coño el juguetito mientras se frotaba a la vez el clítoris, un gemido más fuerte le salió de la boca medio abierta que tenía en esos momentos.

Abrió los ojos, se sacó el juguete del coño dejándolo encima de la cama, de la caja sacó una polla vibradora, le pasó la mano por encima impregnándola de lubricante, con cierto nerviosismo por lo caliente que se había puesto, se la apuntó y se la metió en el coño, cerró los ojos dando un pequeño grito de placer, buscó la caja a tientas sacando un succionador de clítoris, lo puso en marcha y lo colocó en su sitio, aquello era otro nivel, se follaba con la polla, la metía y sacaba unas cuantas veces, después se la apretaba sintiéndola vibrar en el fondo de su vagina, el succionador hacía su trabajo, el gusto aumentaba, el calor le subía por el cuerpo poniéndole las mejillas coloradas, por las piernas aparecían movimientos involuntarios, gritaba de gusto con la boca abierta y de pronto, un latigazo de placer fue el pistoletazo de salida de un orgasmo impresionante, el cuerpo se le tensaba, le costaba mantener los juguetitos en su sitio, la boca la mantenía muy abierta gritando y gimiendo, los ojos se le ponían en blanco y acababa con algunos espasmos, colocándose de lado en la cama apretándose con las manos el coño con las piernas cerradas, Amanda creía que aquel placer tan intenso la iba a matar un día de aquellos.