Cenas, fiestas y cosas de la vida (Cap. 10)
Cap. X Después de la tempestad llega la calma, o no.
Cap. X – Después de la tempestad llega la calma, o no.
Era tarde para la hora que habitualmente se levantaban, Néstor estaba despierto y seguía abrazado a Lisa, a él de allí no lo sacaban ni con agua caliente. Se abrió la puerta del dormitorio y entraron las niñas.
NURIA: ¡Aaala!, te has quedado a dormir con mamá.
NESTOR: Nadie os ha enseñado a llamar a la puerta chicas.
BLANCA: Es verdad Nuria, podían haber estado haciendo algo íntimo.
Nuria se giró.
NURIA: Claro, como tú también sabes lo que es hacer cosas íntimas.
BLANCA: Que tontita eres niña, empieza a preparar el desayuno, ahora voy y te ayudo.
NESTOR: Gracias cariño.
BLANCA: No tengáis prisa en levantaros, nosotras nos encargamos de todo.
Blanca se fue y cerró la puerta, Lisa se giró abrazándose a Néstor.
LISA: ¿Qué paaasa, con tantos gritos?
NESTOR: Nadie esta gritando amor.
LISA: Uff, la cabeza me estalla.
NESTOR: Tú lo que tienes es una resaca del carajo mi niña.
LISA: ¿Y tú, que haces dentro de mi cama?
NESTOR: Me pediste que me quedara.
LISA: Si hombre, te aprovechaste de que estaba borracha.
NESTOR: Que no, fuiste tú que me lo pediste, de verdad.
LISA: Ya los sé tonto, te estaba tomando el pelo.
Se acurrucaba con él todavía con los ojos cerrados.
NESTOR: Que dos mujercitas has sabido educar, estoy encantado con ellas.
LISA: ¿Fue bien ayer?
NESTOR: Sí, se agregó Dani, pero bien.
Lisa reía acariciándole el pecho a Néstor.
LISA: ¿Ya te has acostumbrado a ver a tu hija con el novio?
NESTOR: Que remedio, ¿Y a vosotras?, porque tal como acabasteis parece que la liasteis gorda.
LISA: Fue para animar a Amanda, perdona que te llamara para venirnos a buscar, pensé que eras el único que estarías en condiciones.
NESTOR: No pasa nada, valió la pena hacerlo.
LISA: Claro, así te colaste en mi cama sinvergüenza.
NESTOR: Te recuerdo que en tú cama me cuelo muchas veces.
LISA: Néstor, me parece que somos los únicos que follamos, al menos con quien deberíamos.
Néstor soltó una carcajada mientras se levantaba de la cama.
LISA: Otra cosa, Vero nos ha invitado a todos el viernes próximo.
NESTOR: ¿Otra cenita?
LISA: Sí, celebran la mayoría de edad de Inés, los cumple esta semana.
NESTOR: Vaya por Dios, voy a ver que hacen las niñas.
Se puso el pantalón y la camisa, cuando iba a abrir la puerta.
LISA: Néstor.
NESTOR: Sí cariño.
LISA: ¿Te quedarás esta noche también conmigo?
NESTOR: ¿Aquí, en tú cama?
LISA: Claro.
NESTOR: No sé, dos días seguidos puede ser un abuso.
LISA: Que sinvergüenza eres.
Salió de la habitación riendo y fue a la cocina a ver cómo estaban sus hijas.
Amanda se despertó tardísimo, con un dolor de cabeza tremendo, se preparó un café y se dejó caer en una silla de la cocina para tomárselo, se aguantaba la cabeza con una mano cerrando los ojos, pensaba porque se le tuvo que ocurrir de proponer beber la noche anterior, claro que a las chicas no les costó mucho apuntarse a la idea. Sintió un ruidito, le dio una ojeada rápida a la cocina, no vio lo que buscaba, se levantó a buscar el móvil, se volvió a sentar y se iluminó la pantalla.
Aparecía un mensaje detrás de otro de Julio, Amanda resopló, no tenía ganas en esos momentos de leerlos, dejó el móvil encima de la mesa, agarró el café y salió a una terracita que tenía a tomárselo. Le dio un sorbo pensando, había pasado justo veinticuatro horas que se fue Julio, no lo había echado de menos para nada, le gustaba estar sola en su casa, estaba disfrutando de aquel café en silencio como no lo había hecho nunca.
¿Podría ser que no sintiera nada por su marido, que el tiempo hubiera tapado el amor y todo era seguir la rutina?, no tenía la cabeza en condiciones de profundizar mucho en la respuesta, pero una cosa tenía clara, estaba bien, se sentía mejor sola que acompañada, no añoraba para nada la compañía de Julio, por algo sería.
Cuando se acabó el café con tranquilidad, abrió el chat de Julio, no leyó ningún mensaje, ya se imaginaba lo que le decía, simplemente respondió: “Es muy pronto, necesito días para pensar y calmarme.”
Néstor entró en la cocina, sus hijas se movían de un lado para el otro preparando el desayuno, se sentó en la mesita, llegó Nuria con unas servilletas y vasos.
NURIA: ¿No tienes otra ropa que ponerte?
NESTOR: Tú madre me pidió que me quedara a última hora, no le podía decir que no.
BLANCA: No entiendo porque no estás viviendo aquí con nosotras.
Néstor aprovechó el momento.
NESTOR: Bueno, mamá tiene la última palabra, ella decide.
NURIA: ¿No quiere que te quedes?
NESTOR: Sí, pero más adelante, ¿y vosotras que pensáis?
Las dos se quedaron en silencio mirándose.
NESTOR: Que brujas sois, no queréis contradecir a vuestra madre.
Las niñas reían.
BLANCA: Es una decisión suya, nosotras no opinamos.
NESTOR: Eso es verdad.
NURIA: Es su decisión, pero que sepas que a mí me gustaría.
NESTOR: Gracias cariño.
En ese momento entró Lisa en la cocina, se sentó al lado de Néstor.
LISA: ¿Qué pasa que habláis tanto?
NESTOR: Las niñas me han dicho que tienen muchas ganas de que venga a vivir con ellas.
Nuria levantaba la voz.
NURIA: Que mentiroso, eso no es verdad.
LISA: Niñas, niñas, no gritéis por favor, la cabeza me explota.
Blanca le puso un café con leche delante a su madre, se reunieron los cuatro alrededor de la mesa desayunando en el inicio de un buen día.
Después Néstor habló con Lisa, necesitaba ir a su apartamento a hacer algunas tareas de la casa y coger algunas cosas para poder pasar la noche con ella. Lisa y las niñas también se dedicaron a limpiar la casa mientras Néstor no estaba.
Estaba metiendo ropa sucia en la lavadora cuando alguien le llamaba al teléfono, era Julio, estaba desesperado, había intentado ponerse en contacto con Amanda pero no le hacía caso, Néstor solo le pudo dar su opinión, que le dejara espacio para pensar, le había hecho daño y tendría que tener paciencia. Julio había pasado la noche en un hotel, tenía la esperanza de no tener que ir a la casa de sus padres, aquella mañana se dio cuenta que no tendría más remedio que hacerlo, lo de Amanda no se solucionaría tan rápido como él esperaba.
Vero se despertó, miró por la ventana de su habitación y vio a José Antonio salir de la casita que vivía Aitor, a saber la que debían liar esos dos la noche anterior pensó, realmente le importaba muy poco, más bien nada, hacía mucho tiempo que ellos dos hacían vida totalmente separadas, cada uno tenía su habitación y solo se veían en las zonas comunes, pudo oír los pasos de su marido por el pasillo y como entraba en su dormitorio.
Se puso un bikini, un albornoz por encima y después de desayunar se estiró en una hamaca a tomar el sol en la piscina, le gustaba aquella hora porque no apretaba tanto el sol como al medio día. Estaba estirada con sus gafas de sol cuando sintió una presencia a su lado.
AITOR: Buenos días, hacía días que no te veía.
VERO: ¿Tú no duermes?, mi marido se acaba de meter en la cama, parece que habéis acabado tarde de lo que hicierais anoche.
AITOR: Pues tú con la voz que haces me parece que no te portaste muy bien.
VERO: No creo que te importe mucho lo que yo haga o deje de hacer.
Aitor se había sentado a su lado, le pasó un dedo recorriéndole el brazo.
AITOR: Si tú quisieras me interesaría por muchas cosas tuyas.
Vero lo miró bajándose un poco las gafas para que le viera los ojos.
VERO: Mira, ya sé que me follarías en cualquier momento, pero ni yo soy como las guarrillas que conoces ni me gustas un pelo, así que como me vuelvas a tocar te largas de esta casa al instante.
Apartó la mano del brazo sorprendido, ella se volvió a poner bien las gafas y siguió tomando el sol como si nada, Aitor se alejó pensando que José Antonio tenía razón, su mujer era una frígida, además de tener un carácter de mil demonios.
Pasó por el lado de Inés que iba en bikini, ella sí que lo miró de manera lasciva.
INES: Espero que estés en mi fiesta de mayoría de edad, quiero celebrarlo contigo.
Le dijo en voz baja al cruzarse con él, Aitor levantó las cejas mirando al cielo apretando el paso para llegar a su cama y dormir un rato. Inés se estiró al lado de su madre.
VERO: Hola cariño.
INES: ¿Qué piensas de Aitor mamá?
VERO: Qué es un vividor mamarracho.
Inés reía.
INES: Si tú lo dices seguro que tienes razón, no te equivocas con los hombres.
Se hizo un momento de silencio.
VERO: Hablando de equivocaciones, cuando pase tú fiesta me voy a separar de tú padre.
INES: Ya sé que hace tiempo que no estáis bien, pero pensaba que lo sabíais llevar.
VERO: Y lo llevamos, pero estoy segura que estaré mucho mejor sin él, tú ya haces tu vida y nosotros no tenemos porque hacer ningún paripé, además, ya me estoy hartando de ser una cornuda.
Al medio día volvía Néstor con su familia, entraba con una bolsita con algo de ropa y el cepillo de dientes, Lisa lo saludó contenta con un beso en los labios, Nuria estaba en el sofá mirando el móvil y Blanca en la terraza hablando por teléfono, al rato entró sonriendo.
BLANCA: He hablado con una amiga, nos ha invitado a una fiesta de pijamas esta noche, Nuria prepara la mochila que después de comer nos vamos y no volveremos hasta mañana.
NURIA: Ve tú, yo no tengo ganas.
Blanca se acercó a ella cogiéndola por un brazo levantándola.
NURIA: ¡Nena!, ¿qué haces?
BLANCA: Que tú te vienes conmigo, coño ya.
LISA: Blanca esa boquita por favor.
BLANCA: Sí mamá perdona, es que esta niña a veces me saca de mis casillas.
Se fueron a las habitaciones y ellos dos se morían de risa.
NESTOR: ¿De dónde has sacado a esa hija tan lista?
LISA: Tú la hiciste, tú sabrás.
Comieron juntos y como había dicho Blanca se fueron las dos, los dejaron acabando de recoger la mesa, después se sentaron en el sofá a tomarse el café.
LISA: Esta mañana cuando no estabas, las niñas me han preguntado cuando te dejaría vivir con nosotras, has sido un poquito cabrito diciéndoselo a ellas.
NESTOR: No hay prisa Lisa, ya sé que te lo estoy preguntando muchas veces, pero de verdad que no tengo prisa, lo haremos cuando tú estés segura. Además, no estamos juntos en la misma casa pero casi hacemos vida de pareja, me paso más tiempo aquí que en mi casa.
Lisa le sonrió, subió los pies al sofá y apoyó su cabeza encima del pecho de Néstor.
LISA: Hoy quiero disfrutar de tú compañía, día y noche, sabes que ayer en la cena con las chicas pensé en ti, os imaginaba a los tres cenando en algún sitio y me hubiera gustado estar con vosotros.
Levantó la cabeza, le miró a los ojos, y le besó los labios con mucha dulzura.
LISA: No sé qué te ha pasado en este tiempo que no hemos tenido tanto contacto, pero me gustas mucho ahora.
NESTOR: ¿Tanto he cambiado?
Lisa le volvió a mirar a los ojos.
LISA: Aquella tarde que me agarraste la cintura por la espalda y me besaste el cuello, ¿te acuerdas?
NESTOR: Como no me voy a acordar, fue la primera vez, después de la separación quiero decir.
LISA: ¿No te acuerdas como era antes?
NESTOR: ¿Cómo era el qué?
LISA: Antes no te hubieras atrevido a hacerlo, si estábamos casados y siempre me preguntabas antes de acariciarme, en ese tema siempre fuiste muy respetuoso, hasta demasiado diría yo, alguna vez ya me hubiera gustado que te comportaras como lo haces ahora. Te veo mucho más seguro de ti mismo, cuando quieres estar conmigo te veo decidido, sin dudas, me llevas a la cama y me pones a cien, me follas como quieres y no puedo negarme, me, me excitas cariño, no sé como decírtelo.
Néstor reía.
NESTOR: Me vas a poner cachondo si sigues hablándome así.
LISA: ¿Lo ves?, eres capaz hasta de hacer chistes sobre el tema, antes no los hacías, parecía que era una cosa muy seria y no se podía hacer broma, y no me quejo, reconozco que contigo siempre me lo pasé muy bien en la cama, en la cama y en aquel coche viejuno que empezamos, pero ahora eres mejor.
Néstor la besó abrazándola.
NESTOR: Tú sí que eres la mejor mujer que puedo encontrar.
LISA: Lo que te digo, pareces otro.
NESTOR: ¿Cómo estás de tu resaca?
LISA: Buf, de aquella manera.
NESTOR: Vamos a dormir la siesta en la cama.
Se levantaron y llegaron al dormitorio agarrados de la mano, Néstor se sentó en los pies de la cama mirándola.
NESTOR: Desnúdate.
LISA: ¿Qué?
NESTOR: Que te quites la ropa.
Lisa le miró a los ojos con una sonrisilla, se descalzó, se desabrochó el vestido dejándolo caer y sacó los pies, colocó sus manos en la espalda quitándose el sujetador, Néstor no se perdía detalle, se agarró las braguitas por los lados y lentamente se las fue bajando hasta dejarlas en el suelo al lado del vestido. Néstor se puso de pie delante de ella.
NESTOR: Ahora, desnúdame a mí.
Lisa le quitó la camiseta y estiró de sus pantalones con la ropa interior dejándolo todo en el suelo, Néstor le besó los labios.
LISA: Estás muy mandón.
NESTOR: Quiero dormir en pelotas porque cuando nos despertemos te voy a comer el coño sin cuartel, no quiero perder el tiempo después quitando ropa.
LISA: Néstor por favor.
NESTOR: Ni favor ni nada, después te voy a follar, sin prisas, recreándome, disfrutando de tú cuerpo. Con suerte pararé un poco para cenar, hoy no va haber televisión ni nada, y esta noche más sexo, ¿qué te parece lo mandón que estoy?
Lisa no dijo nada, lo miró riendo y se metió en la cama, cerró los ojos con Néstor por su espalda pasándole un brazo por delante, antes de quedarse dormida pensó que definitivamente Néstor había evolucionado. Aquella manera de hablarle, incluso un tanto grosera en algún momento, no lo había hecho nunca, pero como la ponía, que le demostrara de aquella manera que la deseaba la ponía muy caliente, le hacía sentirse atractiva y guapa, se durmió con una sonrisilla en la boca.
Cuando abrió los ojos, Néstor la estaba mirando sonriendo, le besó la cara, los labios y se metió dentro de la ropa de la cama, le separó las piernas, Lisa abrió la boca sorprendida.
LISA: Néstor, ¿Qué haces?
Como respuesta tuvo la lengua de su ex marido recorriéndole los muslos, adentrándose en la ingle, subiéndole al coño, su lengua se lo recorría con suavidad, un gustillo le fue subiendo por todo el cuerpo, instintivamente abrió más las piernas, se lo estaba lamiendo desde el agujerito de la vagina hasta el clítoris, subiendo y bajando con calma, notó como se lo abría con dos dedos, le subía el capuchón del clítoris y posaba la boca a su alrededor, una suave succión le hizo dar un gemido enorme, él lo fue repitiendo, ella se agarró a las sabanas y cerró los ojos, le estaba produciendo un placer que le hacía perder el sentido, de pronto abrió los ojos, le acababa de meter la punta de dos dedos en el coño, con las yemas le frotaba la parte superior de la vagina, no pudo pensar nada más, un gran placer la fue poseyendo, notaba el calor en su cara, agarraba con todas sus fuerzas la sabana, soltó un grito vaciando sus pulmones y se corrió de una manera espectacular, Néstor supo llevarla al paraíso, jadeando le acariciaba la cabeza.
Lo que no se esperaba Lisa era que la agarrara con fuerza de las caderas y le diera la vuela, la colocó a cuatro patas al borde de la cama, él se puso detrás, se le notaba muy excitado, sin decir palabra, se agarró la polla y se la metió en el coño de un pollazo. El alarido que le hizo dar se debió de escuchar en toda la comunidad, abrió mucho los ojos mientras él la penetraba a golpes secos, se acababa de correr y lo tenía sensible, en cada penetrada sentía un latigazo por el cuerpo, él gruñía, estaba desatado, sentían que se iban acercando a un orgasmo tremendo, Lisa tenía el coño empapado como nunca se lo había sentido, gritaba de gusto con su ex marido follándola como tampoco recordaba, Néstor dio un fuerte grito, Lisa notó un lechazo en su interior, también estaba a punto de correrse, buscando el momento, los gritos de Néstor llenándola de semen la tenían a punto, no se lo esperaba y notó un fuerte azote de Néstor en su culo, gritó con una mezcla de dolor y gusto corriéndose, el corazón le iba a mil, el placer le llegaba a oleadas, otro golpe en el culo le hizo tener un placentero espasmo, dejó caer la cabeza en la cama, todas sus fuerzas las utilizaba para correrse, para sentir aquel impresionante orgasmo que la estaba volviendo loca, un golpe detrás de otro le hizo aguantar un orgasmo larguísimo, al acabar dejó caer el cuerpo en la cama, le salía del coño los flujos corporales de los dos cayendo en la sabana, a Lisa le importaba un bledo, estaba intentando recuperarse del orgasmo más bestia, intenso y largo que había tenido en su puta vida.
Néstor se recostó a su lado mirándola con una sonrisilla, Lisa le miraba los ojos, notaba el escozor en su culo, pensó que debía tener marcadas las manos de Néstor en medio culo colorado, definitivamente su ex marido era otra persona.
Aquella misma noche, Juan cenaba en la casa de su amigo Antonio con su mujer Carmen, como siempre después de la cena estaban tomando unas copas, llevaban un par y ya iban “cocidos”, habían estado hablando de la noticia de la semana, la separación de Amanda y Julio.
Antonio se levantó y sacó de un cajón una baraja de cartas, muchas veces habían acabado la noche con una partida.
CARMEN: Antonio cariño, no te parece que vamos un poco “tocados” para una partidita ahora.
ANTONIO: No, que va, vamos a jugar al siete y medio, pero con aliciente, el que gane la partida decide que quiere que hagan los otros dos.
JUAN: ¿Qué dices tío?
CARMEN: Puede ser divertido, juguemos.
Juan al ver tan animada a Carmen no dijo nada más.
Repartió Antonio la primera mano, ganó Juan. El matrimonio lo miraba divertido esperando.
JUAN: Quiero ver como os besáis, un buen morreo de enamorados.
Carmen le miró sonriéndole, le agarró la cara a su marido y le metió la lengua en la boca, Antonio le cogía el culo mientras le comía la boca a Carmen. Juan los miraba serio.
Le tocó repartir a Juan, con desgana puso una carta a cada uno encima de la mesita del salón, Carmen tenía un siete, pidió carta, la miró, ahora tenía un siete y medio, sabía que la partida era suya, pero no le interesaba ganar, que les iba a decir que hicieran ellos dos, pensó, pidió otra y lógicamente se pasó, tiró las cartas tapadas. Entendieron que se había pasado, ganó Antonio.
Miró a su mujer, después a Juan.
CARMEN: Bueno, ¿qué propones?, nos van a dar las uvas esperando.
ANTONIO: Quítate las bragas y dáselas a Juan para que las huela.
JUAN: Antonio tío.
CARMEN: No importa, no son las primeras que tienes, ya te dio unas hace un tiempo, ¿no?
Antonio disimuló bebiendo del cubata.
JUAN: Sí, es verdad, me trajo unas bragas tuyas husadas.
Carmen se había puesto de pie, se metió las manos por debajo de la falda y estiró de las bragas bajándoselas, se las quitó y se las entregó a Juan. Este las miró en su mano, después miró a Antonio.
ANTONIO: Vamos, acércatelas a la nariz, huele el coño de mi mujer.
CARMEN: Eres un guarro Antonio.
Juan las olía mirando a Antonio, quería ver su reacción, la de Carmen no le interesaba, le había comido el coño infinidad de veces, sabía de sobras el olor que hacía y lo que le excitaba.
Las bragas se quedaron por encima del sofá, repartió cartas Carmen, volvió a ganar Antonio.
CARMEN: A ver qué pides ahora, que hoy estás muy suelto tú.
ANTONIO: Quiero que le enseñes a Juan las tetazas que tienes.
CARMEN: Si hombre, ¿y qué más?
ANTONIO: Que te las coma, que te ponga los pezones duros.
JUAN: Me parece que has bebido demasiado esta noche.
Carmen miraba a su marido pensando, se hizo un silencio.
CARMEN: Antonio, ¿Dónde quieres llegar exactamente con todo esto?
Antonio volvió a beber del cubata, tenía los ojos más abiertos de lo normal, su mujer se dio cuenta que tenía una idea en la cabeza, dejó el cubata en la mesa, miró a Carmen.
ANTONIO: Quiero que folléis, delante de mí, quiero ver como disfrutas con un hombre, como te follas a alguien hasta el final, sin que se corra a los dos segundos como yo y te deje con ganas.
Juan se agarró al sofá con las manos, como si el sofá fuera un toro mecánico que lo pudiera tirar al suelo en cualquier momento, estaba tenso, miraba a Antonio y miraba a Carmen, esperando que ella le hiciera entrar en razón. Carmen por su parte de entrada se sorprendió, después vio una oportunidad, si su marido le daba permiso para follar con Juan no tendrían que disimular, los cuernos a traición se convertían en cuernos consentidos.
CARMEN: Si lo hacemos, quiero que tú también participes.
JUAN (nervioso): ¿Qué?
ANTONIO: Un trío, ¿quieres que hagamos un trío?
CARMEN: Nunca he hecho ninguno, si follamos, follamos todos.
JUAN: O tiramos la puta al rio.
ANTONIO Y CARMEN: ¿Qué dices?
JUAN: Nada, cosas mías.
Sobre todo a los hombres se les notaba nerviosos, se miraban uno al otro sin saber qué hacer.
CARMEN: Tranquilos vale, dejarme hacer a mí.
Empezó por desabrocharle el pantalón y la bragueta a su marido, se los bajó y le agarró la polla haciéndole una paja muy lenta, le puso la polla que le estallaba, pensó que se iba a correr muy pronto y se la soltó. Carmen miró a Juan y le hizo lo mismo sacándole la polla, Antonio se fijo, vio que tenía un buen tamaño, claro que comparada con la suya no era difícil, pensó.
Carmen se bajó la parte de arriba del vestido dejando sus tetazas al aire, agarró una polla con cada mano masturbándolos a los dos a la vez, Juan cerró los ojos para no ver la escena, Antonio los abrió como platos para no perderse detalle. Carmen se acercó al oído de su marido para hablarle flojito.
CARMEN: ¿Te gusta, que quieres que haga ahora?
ANTONIO: Chúpasela, quiero ver como se la mamas, como te metes en la boca una buena polla.
Carmen le sonrió, había descubierto que tenía un marido digamos que un poquito depravado, la cara de vicio que tenía en esos momentos lo demostraba. Ellos preocupados porque le ponían los cuernos y él loco por verlo.
Se metió la polla de Juan en la boca, él abrió los ojos al notarlo, sabía perfectamente como lo hacía Carmen y como le gustaba, al primer gemido de Juan, Antonio se corrió por la paja que le hacía su mujer, Carmen sin dejar de chúpasela a Juan se limpió el semen de la mano en las piernas de Antonio, que le hacía señales para que siguiera.
Antonio sabía de hacía años que no satisfacía a su mujer, ella tenía una fogosidad con el sexo que él era imposible que estuviera a la altura, lo que estaba pasando esa noche hacía mucho tiempo que lo soñaba, no se atrevió nunca a pedírselo a Carmen, pero aquella noche, aquella noche no sabía cómo habían llegado a ese punto. Carmen seguía comiéndosela a Juan y él se tocaba la polla esperando otra erección.
ANTONIO: Fóllatelo, quiero ver cómo te lo follas.
Carmen a esas alturas ya se había calentado y le importaba una mierda todo, colocó bien las piernas de Juan, se arremangó la falda del vestido y se sentó encima, le agarró la polla y se la dirigió a la entrada de la vagina, se había colocado para que su marido viera en primer plano como se metía una buena polla en el coño, Antonio no se perdía detalle, al ver como su mujer se ensartaba se le puso la picha tiesa otra vez, se levantó poniéndose detrás de ella, le pasó una mano por delante tocándole una teta, Carmen gemía moviéndose encima de Juan, llevó una mano para atrás agarrando la polla de Antonio, se la meneó un poco rápido veinte segundos y ya se estaba volviendo a correr.
Antonio se sentó, Carmen y Juan se miraban a los ojos, estaban calientes y con ganas de follar, Juan se levantó del sofá, Carmen apoyó las manos en el respaldo, las rodillas en el asiento y sacó el culo, se había puesto a cuatro patas, su marido le podía ver el coño chorreando, como Juan le acercaba la polla muy dura y se la metía de un pollazo, Carmen gritó, Juan gruñó, se la sacaba y metía a un buen ritmo, el ruido de los sexos encajándose tenía a Antonio loco, se masturbaba mirándolo con la polla flácida, no tenía fuerza para volver a crecer.
Carmen gritaba muy fuerte follada por Juan, el orgasmo se veía venir, y llegó, la corrida fue espectacular, Juan se vaciaba dentro de ella gimiendo y gruñendo, Antonio estaba a punto de volver a correrse sin erección haciéndose una paja con dos dedos, le sacó la polla y a Carmen le cayó del coño un reguero de semen por las piernas, Antonio se corrió por última vez.
Juan se guardó la polla y salió con prisas del apartamento de sus amigos, Carmen y Antonio se quedaron uno sentado al lado del otro, se miraron, se sonrieron y se dieron un piquito.