Cenando con un desconocido

Luisa descubre encima de su mesa una nota en la que un desconocido la invita a cenar. Durante la cena ella se corre y acaban la noche en su piso.

CENANDO CON UN DESCONOCIDO

Apenas hacía una semana que había empezado a trabajar en el departamento de marketing de una multinacional. Se pasaba el día al teléfono contactando con clientes y pasando citas a los vendedores. Aquella mañana salió a almorzar a las once como cada día. Cuando volvió un cuarto de hora después, encontró sobre su mesa un sobre. Lo abrió y leyó la nota que tenía dentro: "Te observo desde que entraste a trabajar con nosotros. Te deseo. Si te apetece, mañana ven a trabajar con minifalda y enséñame tus piernas. Si lo haces entenderé que aceptas el juego. Cuando salgas de trabajar te invito a cenar en La Nouvelle cousine . Habrá una mesa reservada a tu nombre. Siéntate y espérame. Allí podrás conocerme".

Luisa sintió que esta clara invitación la seducía. Aquella misma tarde decidió que acudiría a la cita. Mientras seguía trabajando observaba a todos sus compañeros de trabajo pero no fue capaz de intuir quien era el autor de aquella nota.

Al día siguiente se levantó, se vistió para ir a trabajar, poniéndose tan solo unas medias color carne y un traje de chaqueta tipo Chanel de un bonito color turquesa. El escote de la chaqueta dejaba entrever el canalillo de sus tetas y la minifalda apenas tapaba la liga de las medias, pero nada hacía pensar al verla que no llevaba mas ropa debajo. Se calzó unos zapatos de tacón y se fue a trabajar. Sin ropa interior se sentía accesible para el hombre que pretendía seducirla.

Cuando llegó al trabajo fue fijándose en la gente pero nadie parecía reparar en ella. Enseñó sus piernas a todos los compañeros de trabajo que se acercaron por su mesa y varias veces creyó ver entre ellos al autor de la carta. Al final de la jornada eran varios los candidatos pero ninguno le insinuó nada.

Salió de trabajar y se fue directa al restaurante. El maitre la conduce a la mesa reservada a su nombre y sin preguntarle que desea le sirve una copa de champagne y desaparece de su vista. Está nerviosa y cachonda cuando ve entrar al jefe de su sección. Le hace un pequeño saludo mientras se acerca y se sienta frente a ella. Reaparece el maitre y también le sirve a él una copa de champagne. Aprovecha para pedirle la cena y el maitre desaparece tras dejar en la mesa unos aperitivos.

Luisa siente la mirada del hombre que la mira en silencio. Él la observa con detalle, deteniendo su mirada en el escote que deja entrever sus pechos. Ella, como respuesta a su indiscreta mirada, se desabrocha un botón de la chaqueta y los pechos se hacen aún más evidentes a través del escote.

Durante la cena charlan animadamente y Luisa siente que comienza a humedecerse y que su coño le palpita. El deseo va poco a poco creciendo en ella. Cuando acaban de cenar, él se levanta para ir al servicio y Luisa puede ver su polla empalmada marcarse a través del pantalón. Cuando regresa y se vuelve a sentar a la mesa, lo hace a su lado. Entonces él pide los cafés y unos chupitos que toman tranquilamente mientras el aprovecha su cercanía para deslizar una mano por sus muslos hasta tentar con los dedos las ligas que rematan las medias. Luego avanza hasta rozar la suave piel del interior de los muslos. Sigue subiendo en su caricia hasta llegar al sexo. Entonces hunde un dedo entre los labios húmedos y lo desliza en un ir y venir que la excita. Cuando vuelve el camarero con los cafés, él retira su mano dejando la falda arremangada hasta medio muslo. Al pasar a su lado el camarero mira de reojo sus muslos y ella se sofoca, pero no hace nada por ocultar sus piernas de tan indiscreta mirada. Está cachonda y al borde del orgasmo, y en ese momento solo desea que el camarero se vaya y que su amigo prosiga con las caricias. Cuando el camarero se va, él vuelve con su mano a su entrepierna y acaricia su clítoris haciéndolo rodar bajo la yema de su dedo corazón. Luisa no tarda en correrse mientras simula limpiarse la boca con la servilleta intentando cubrirse la cara para disimular. Luego él retira su mano y le baja la falda mientras comienza a sorber el café. Ella se recompone y lo acompaña. Disfrutan de los licores en la sobremesa cuando ella lleva su mano hasta la abultada bragueta del pantalón de su amigo y comienza a acariciarlo a través de la tela. Se cruzan una mirada y el sonríe animándola a seguir. Cuando ella comienza a bajar la cremallera bajo la mesa, él la detiene con su mano, llama al camarero, pide la cuenta, paga y se van.

Salen del restaurante y él llama un taxi. Suben en el coche y antes de que él diga nada ella le da al taxista la dirección de su casa. El coche arranca y ella lo besa apasionadamente mientras él le acaricia la nuca antes de deslizar su mano por la espalda hasta llegar al culo. En ese momento ella se incorpora lo justo para que la mano se deslice debajo de su culo. Humedece uno de los dedos en su raja y luego se lo introduce en el ojete, dilatándolo poco a poco hasta ensartar su dedo hasta el nudillo. Con el dedo hundido en su culo, ella sube y baja su culo suavemente intentando no ser sorprendida por el taxista que comienza a estar mosqueado. Está a punto de volver a correrse cuando el taxi se detiene frente a su casa y tienen que bajarse del taxi.

Tras un breve pero intenso viaje en el ascensor, llegan a su piso y nada mas abrir la puerta él la arrastra hasta la alfombra, la pone a cuatro patas y sin quitarse ni la chaqueta, se arrodilla tras de ella, se saca la polla y se la comienza a introducir en el culo. Penetra sin dificultad en el culo húmedo y dilatado por las caricias del taxi, y comienza a bombear contra su culo mientras tira de ella sujetándola por las caderas. Ella acompaña los movimientos haciendo que la penetración sea mas profunda hasta estallar en un orgasmo. Ella se corre ruidosamente mientras él apura los últimos movimientos antes de estallar dentro de su culo inundándoselo con una enorme corrida. Quedan los dos tendidos en la alfombra, desmadejados y enredados el uno en el otro, mientras la polla se retira por si sola del culo y intentan recuperar la respiración.

Cuando él recupera el aliento intenta besarla, pero ella se zafa de debajo de él y se va hacia la ducha. "La velada ha sido magnifica y espero poder volver a repetirla cualquier otro día. Al salir cierra bien la puerta", le dice mientras cierra la puerta tras ella y comienza a oírse el ruido del agua al caer en la bañera.

El se viste y sale del piso. Mientras espera el ascensor no sabe que pensar. Primero creyó que la había seducido y ahora comenzaba a pensar que lo había utilizado. Cuando llegaba a la calle se dio cuenta de que no le importaba. Había sido un buen polvo y eso le bastaba.