Cena y de postre CUERNOS

Cena en casa de un matrimonio amigo, que empieza como una cena cualquiera y acaba con un postre delicioso

Lorenzo y Marta, son un matrimonio que son del mismo pueblo y viven en Valencia también. Están a punto de cumplir los 40 años los dos, porque son de la misma edad. En el pueblo mi trato con ellos, siempre fue un saludo normal y el repaso visual que le daba a su mujer cada vez que la veía, pero ellos de mí, que era un criajo, era la de ver a un chaval y nada más, sus miradas no coincidían con las mías e imagino que tampoco los pensamientos. Ellos se fueron a vivir a Valencia antes que yo. Trabajaban en el sector inmobiliario y se habían encargado de gestionarme la compra de una nueva vivienda y de la venta de la que dejaba.

La cena era para celebrar que en una semana ya podía ocupar el piso nuevo, porque ya eran las entregas de llaves a los nuevos propietarios. Nos habíamos juntado en otras comidas, cenas y siempre había habido buena sintonía, cada vez mejor. Tanto que era frecuente el hacernos comentarios subidos de tono. Lorenzo no llegaba al 1,70 y Marta llegaba al 1,75 y cuando el mismo hablaba de eso, me metía un poco con él y en algunos momentos, cuando ella se ponía calzado con tacones, el pegaba la cabeza contra su mujer, quedando su cabeza encajada entre los dos melones que tenía. Algún día con alguna copilla de más, a Lorenzo se le iba la lengua más de lo debido y por eso me entere que les gustaba los juegos de disfraces. Me hacía gracia, porque cuando coincidíamos por el pueblo eran muy serios.

Nada más llegar a su casa acostaron a sus hijos, que dormían en la planta de arriba del dúplex. A través de una aplicación los veían por la TV, al rato estaban durmiendo. La conversación durante la cena se basó en que el piso que había comprado era muy grande para una persona sola. Lorenzo que ya había dado un buen repaso al vino, decía que iba a ser un picadero de categoría. Sin embargo le decía que lo que me llamó del piso fueron sus dos inmensas terrazas. El al decir eso volvía con lo mismo. Porque decía que en la grande del todo podría hacer lo que quisiera que no me podría ver nadie.

M.- Lorenzo, siempre estás igual, nada más piensas en lo mismo. déjale que haga lo que le dé la gana cuando esté en su casa.

L.- Una casa hay que inaugurarla como se debe, una buena tía y a darle zapatilla toda la noche y como hace buen tiempo, a ser posible en la terraza.

Y.- Se hará lo que se pueda.

M.- De lo que se pueda nada, hay que hacerlo, que los jóvenes parece que no tenéis imaginación.

Y.- Jajajajajajaja, no te preocupes Lorenzo que ya te llamaré y me vas a dar consejos.

M.- No lo digas en broma, que esté en seguida se ofrece, jajajajajaja.

En el pueblo siempre había oído que era una pareja que no pegaban, supongo que por sus físicos, ella siempre había estado y estaba buenísima, él un hombre normalito, un punto esmirriado. Después de conocerlos de forma más cercana, lo entendía, él siempre la estaba haciendo reír, estaba atento con ella, trabajador, buen padre. Durante la cena había tenido el olfato de que había algo distinto, el ambiente era raro. En esas cenas, una vez que acabábamos, solía irme rápido y más entre semana. Esta vez Lorenzo insistió y se empeñó en que me quedara más tiempo y no me pude resistir, cuando saco un licor de hierbas que preparaba él mismo y tenía una mano única haciéndolas.

De nuevo llevo la conversación a la fiesta de celebración de mi casa nueva. Que si los jóvenes éramos insulsos, apáticos, sin imaginación, etc. y aquí soltó la primera traca. “Para que funcione la pareja hay que estar siempre innovando, no cayendo en la monotonía. Mira nosotros, Marta es raro el día que no se disfraza y así ponemos más pimienta en el asunto” Marta conteniendo las formas, “Lorenzo no creo que a nadie le interese lo que hacemos, lo que me pongo o dejo de poner” y Lorenzo que me daba que se hacía que estaba más bebido de lo que estaba, “seguro que Pelayete si te viera no pensaba lo mismo, a que no Pelayete?” antes de contestarle le hice saber que no me gustaba lo de Pelayete y le dije, “sobre lo de los disfraces no sé qué pensar, porque la verdad que no me gustan mucho, ahora también depende del disfraz”

La respuesta fue para no comprometer ni comprometerme, si no fueran ellos la respuesta hubiera sido distinta. Lorenzo y no lograba saber si era planeado, empezó a insistir a su mujer de que se pusiera uno de sus disfraces. La primera excusa para no hacerlo, que los niños se podían levantar y verla. Excusa que Lorenzo le tiró atrás, porque estaba la cámara encendida y los verían levantarse. Segunda excusa, que eso no era seguro, porque en un despiste los niños bajaban y la veían así. De nuevo Lorenzo tenía una salida alternativa, que se lo pusiera en la habitación y subíamos a verla. Ella se negó de forma categórica, porque qué pensarían los niños si yo estaba en la habitación.

Lorenzo no paró hasta que ella accedió. Entonces me pregunto Lorenzo, “que te gustaría más, de colegiala, de enfermera, de oficinista, de girl Scott” y muchas más que me dijo, la verdad que me quede callado porque no sabía qué contestarle. El caso que se subió con resignación a la planta de arriba. Tardó más de media hora y la oímos bajar muy despacio, como para no hacer ruido. Verla y quedarme mudo fue todo uno. Falda escocesa mini, mini, mini, de color azul a cuadros. Una camisa blanca que no sé cómo los botones sujetaban esos melones y una corbata igual que la falda. Dos coletas y unos zapatos negros con tacones grandes. Al acercarse más me di cuenta, que la blusa era falsa, era una camiseta simulando una blusa, muy lograda, por eso no estallaban los botones y un chaleco abierto. Lorenzo hizo que se diese la vuelta, sin necesidad de agacharse, se le veían las partes bajas de las nalgas. Le hizo quitarse el chaleco y las tetas se notaban un poco caídas y los pezones como cuernos para embestir.

El remate que se me olvidaba, un chupa chups que venía lamiendo. Esa noche iba a ser entretenida. “A que no te he engañado, a que le sienta bien el disfraz, que te parece?” no le conteste diciéndole que tenía una duda, me pregunto cual, me levante, me acerque a Marta y metí mi mano por detrás, acariciándole el culo y comprobando si llevaba algo debajo. Si, tenía un hilo entre sus nalgas y un poco de tela, no mucha tapándole el coño. Ahora si te puedo contestar, “me parece que tienes una mujer muy puta y que necesita un rabo nuevo, que la folle delante de ti y para tu placer” Marta con voz de niña mala y ñoña, “papito estas oyendo lo que dice este chico malo? No vas a hacer nada?” Lorenzo solo miraba en plan salido y cogí una mano de Marta, la lleve a mi entrepierna, “madre mía papi lo que acabo de tocar, me va a hacer daño con esta cosota” los dos habían llevado el control hasta ese momento. Sin ser verdad dije que había oído a los niños. Lorenzo se fue para arriba y sin más me saqué el rabo. Marta con los ojos abiertos a tope, “había oído algo de ti en el pueblo, pero desde luego no tanto” y mi respuesta fue agarrarla de los hombros y decirle que se dejara de chupa chups y que se comiera mi rabo. Se negó diciendo que tenía que estar su marido presente.

La apoye en la mesa de comer y le golpee bien su culo. Hasta que se lo deje bien rojo y ella me reclamaba una explicación de porque me estaba pasando tanto, “me habéis calentado, tú eres una señora, pero una señora puta y en este caso mi puta y Lorenzo es un cornudo, que va a aprender, que no se deja a una puta como tu sola” insistió en que esperáramos, pero logres que se pusiera de rodillas y un par de roces de mi rabo en sus labios, fueron lo que necesitaba, porque bien que abrió la boca y empezó a hacer lo que tenía que hacer, una buena mamada. Lorenzo apareció gritando en voz baja, si, en voz baja, su cara congestionada y como si acabara de descubrir a su mujer follando con otro. Nos mandaba parar, sobre todo a ella y diciendo que no era lo acordado. Marta hizo un ligerísimo amago de quitarse, hasta que agarrando su cabeza de forma suave, “tu puta sigue comiéndome el rabo y Lorenzo calla de una puta vez, siéntate, ve y disfrútalo que es lo que querías. Tienes una mujer muy buena y es egoísta quererla solo para ti” en ese momento tuve la impresión que solo querían haberme calentado.

Lorenzo miraba atónito, no se lo creía y era necesario que se lo creyera, que viera a Marta gemir, gritar y pedir que me la follara. Por eso la hice ponerse en la mesa donde habíamos estado cenando y donde todavía quedaban cosas. Me senté en una de las sillas, abrí sus piernas que las coloque sobre mis hombros, me dirigí con mirada desafiante a Lorenzo, “este es mi postre” y me comía el coño de marta, que estaba muy mojado, si Lorenzo se diese cuenta, se moría. Marta miraba para el otro lado, para que su marido no viera la cara de placer y de puta que tenía. Si me paraba no decía nada, pero movía su cuerpo para indicarme que continuara. Le dije que mirara a su marido, no me hizo caso, estire mis brazos, hasta agarrar sus tetas y apretárselas, aguanto, hasta que metí mis manos por debajo de la falsa camisa y agarre sus pezones, los acaricie pero también se los apreté y ahora si me hizo caso. La muy cabrona cerró sus ojos y se los hice abrir, ahora se veían las caras los dos y llegó el momento más álgido, se corrió tratando de no hacerlo o que no se notara, pero no pudo. Una corrida reservada pero larga. No lo deje ahí, seguí comiéndole el coño y en el momento que la note de nuevo cachonda, me puse de pie, la agarre la atraje hasta mí y le dije a su marido, “ahora viene tu postre, unos cuernos como un ciervo”

Lorenzo ya menos prepotente me pedía que no lo hiciese, porque estaba claro que me la iba a follar y cuando vio que me la iba a follar sin condón, lo empezó a suplicar y no le hice caso, eso por jugar con fuego. Le coloque mi rabo en el inicio de su coño mojado y caliente. Marta no decía nada, me miraba y se lo metía sin parar, “madre mía, lo siento Lorenzo, perdóname, perdóname, te lo suplico” y estaba pidiéndole perdón, sin dejar de moverse y recibiendo con muchísimo gusto la follada. Dejo de cortarse y me reclamaba más fuerza, que se lo metiera hasta el fondo y en un momento después de una larga follada, empezó a decir, “si, si, si, si, no pares, que me llega joder, no te pares coño, córrete conmigo joder” y la tía estuvo aguantándose hasta que gritamos los dos con nuestras respectivas corridas. Una vez acabamos, no le saque el rabo, mire a Lorenzo, “ves el postre de ella ya se lo he dejado”

No era el caso de quedarse más tiempo. Me acomode la ropa, me acerque a ella la di un buen mordisco en la boca y luego a él le dije, “ves lo que habéis logrado poniendo cachonda al personal, que tu santa mujer, se ha comido un buen rabo y la he llenado con mi leche y tu D. Lorenzo, pues unos buenos cuernos” Su cara no era de dolor, ya tampoco de enfado era de resignación. Como no me decía nada le añadí, “ahora lo engañado que me habéis tenido todo este tiempo, en el pueblo tan serios, tan formales y aquí… que sepas que me gustáis más así” me fui sin oír ninguna voz que dijera nada. No estuvo mal el polvo, corto pero entretenido. Si se lo piensan bien y después de digerirlo, lo mismo llaman para una segunda parte y será distinta. Porque ella se lo pasó bien y él no hizo nada por evitarlo, lo que me indico que lo deseaba y si me equivocaba, no le importo. Pasaron unos días, no llegó a la semana y me llamo Marta. Tenía pensado si me llamaban o quedábamos, no andarme con rodeos.

--- Hola Pelayo, te cojo mal en este momento? Que si eso te llamo más tarde.

--- Que va marta puedo hablar.

--- Es que lo hemos estado hablando Lorenzo y yo. Lo que pasó, que no estaría bien que trascendiera a nadie, me entiendes?

--- Os entiendo y por eso no os tenéis que preocupar, paso lo que paso y quedo en vuestra casa. Si eso era todo lo que querías hablar, ya está, normalidad y tranquilidad.

--- Como eres, parece que te sentó mal.

--- Que va, me sentó muy bien, tú sabes las ganas que tenía de follarte? Que siempre me han gustado tus tetas y no sabes las veces que he soñado con destrozarte el culo.

--- Vaya cambio de conversación, anda que te has cortado. No hace falta que detalles más tus pensamientos. Te llamaba también para decirte de tomar algo otro día, pero OJO tomar algo, nada más.

--- No voy a andarme con tonterías. Se que te gusto que te follara, sé que te quedaste a medias como me quede yo y por eso, solo a tomar algo no, ahora si le añades luego follarte ese culo de zorrón que tienes, dime hora y lugar.

--- Ves cómo te has confundido (TONO PREPOTENTE)

--- Lo que tu digas, pero para ser más claro y no dejar dudas. Será el cornudo quien me llame para invitarme y me tendrá que pedir que me folle a la puta de su esposa.

--- Eres un indecente y como engañas pareciendo un buen chico.

Cuando terminó la conversación, que más que terminar me colgó. Pensé que me había pasado un poco, que tenía que haber dejado las cosas menos claras. Recapacite y lo hice bien. Las cosas claras y así no hay errores ni equivocaciones, de si se me entendió bien. Me dejé el móvil encima de mi mesa y no me di cuenta. Bajé a almorzar y al subir, tenía varias llamadas y una de Lorenzo. Era para hacer la primera declaración de cornudo o para decirme alguna burrada, por eso me metí en mi despacho, cerré bien la puerta y le llame, por si acaso dejaría desde el principio que estaba ocupado y que tenía poco tiempo.

--- Hola Lorenzo, disculpa es que estoy en una reunión y ahora que hemos hecho un receso te he llamado.

--- Pues llámame cuando termines.

--- Es que después tengo otra y estaré igual de liado, a ver qué quieres?

--- Me ha contado Marta vuestra conversación y la verdad, es que pones las cosas difíciles, cuando pueden ser fáciles.

--- No las pongo difíciles, es si quieres asumir lo que eres o no. Si lo asumes mejor para todos y una vez que lo asumas será más fácil.

--- Podemos encontrar un punto intermedio, encontramos a mitad de camino.

--- Venga Lorenzo que no puedo perder mucho tiempo, que me toca entrar.

--- Quiero que te folles a Marta.

--- O te has quedado sin voz o he perdido audición, porque no te he entendido bien y creo que se te ha olvidado algo.

--- Como puedes ser así, quiero que te folles a la puta de Marta.

--- Ahora te he oído bastante mejor solo te ha faltado que vas a hacer todo lo que te ordenemos.

--- Eso según.

--- COMO?

--- Haré lo que me ordenéis.

--- Muy bien esta noche pasaré por vuestra casa y a ser posible dejar a los niños en otro sitio.

--- Eso es imposible, no tenemos a nadie. Cuando salimos viene una chica que se queda con ellos.

--- No hay problema, os venís para mi casa. Las 9 es buena hora y eso sí, si tu mujer no viene bien puta, en disposición y con un vestuario especial para el momento, me enfadaré y si me enfado no hay nada.

Murmuró algo que no entendí y le tuve que preguntar si decía algo, me dijo que nada y ya estaba. Un poco antes de las 9 me llamaron para decirme que había sido imposible que la chica de siempre fuera a quedarse con los niños. Poco se podía hacer, se me ocurría decirle que viniera ella sola, pero era ponerles al límite, sobre todo a él, porque eso lo mismo se podía hacer más adelante, ahora no procedía y cuando me iba a despedir Lorenzo hizo una propuesta, “si quieres puedes venir y tomamos algo y vemos que se puede hacer” no me cogió por sorpresa a mí solo, porque a Marta se la oía de fondo decirle si era tonto. Acepte el ofrecimiento, no fuera a ser que se lo pensaran y cambiarán de opinión, les dije que en un rato estaría allí.

Tarde 45 minutos, lo suficiente para que estuvieran preparados. Al llegar me recibió Lorenzo y lo hizo bastante avergonzado o esa era la apariencia. Ni fue como la otra vez ni estaba como era habitual en él. Entramos y me ofreció tomar algo antes de cenar, puso dos copas de vino y me dijo que Marta estaría en seguida. Iba vestida con un conjunto de dos piezas, una micro falda y un top, todo de color negro. El top dejaba su tripa al aire y las tetas las llevaba fuera, alzadas por el top. Debajo de la falda se veía que no llevaba nada y unas botas altas. Estaba sentado y no podía levantarme de lo macizorra que se la veía con ese disfraz, que no se de lo que era.

--- Marta estás espectacular, acabas de hacer feliz a mi rabo.

--- Entonces te gusta?

--- Mira mi rabo, que él te responde (Me abrí el pantalón y se los mostré)

--- Me alegro de ponértelo así.

--- Pues yo me alegro de que te hayas decidido.

--- Ah no, eso no ha sido cosa mía. Ha sido de este (Lorenzo) que no quería, pero le va el rollo de voyeur, cornudo, un descubrimiento.

--- Y yo que pensé que cuando me fui estaría encabronado.

--- Encabronado? Si nada mas irte se comió todo el “postre” que me dejaste dentro, un puto vicioso. Pero es mi puto vicioso y le quiero mucho. Por eso le vamos a dar una alegría esta noche después de cenar.

--- La única cena que quiero eres tú. Acércate.

Se acercó se sentó sobre mis piernas y nos empezamos a morrear delante de los morros del marido. Le hablaba al oído para encabronar más a Lorenzo y a la vez para ponerlo cachondo, para que imaginara lo que él podía estar diciendo. Se colocó bien, se metió el rabo y lo hizo de una vez. Lorenzo desde donde estaba, que era la puerta del salón, veía a su mujer de espaldas metiéndose el rabo. Le dije al oído, “seguro que el cornudo de tu marido no te ha dado por culo como lo voy a hacer yo” me mordía una oreja y me decía “seguro que no, pero que tienes que ser bueno que la tienes muy grande y el por ahí, lo ha hecho poco” le pregunté si tenía algún lubricante para hacerlo mejor. Miro a su marido, “Lorenzo trae el gel anal, que aquí Lorenzo me va a violar el culito en tu presencia”, se fue por el gel y se lo daba a ella y le dije, “que haces, para que se lo das a ella, trabaja algo, prepárale el culo y hazlo bien”

Me encantaba la cara de Marta, esta vez estaba completamente liberada y cuando le preguntaba si el marido lo hacía bien, ella me contesto para que lo oyera su marido, “el cornudo lo hace muy bien, se está aplicando al máximo” le hice quitarse porque quería follarla bien. Como se merecía una mujer como ella. Me tenía el cuello bien agarrado, estaba muy cachonda y en cuanto me empezó a morrear es que se iba a correr. Una vez que terminó, se quejó de tener que correrse de esa manera, por no despertar a los niños. Tuve que mover un sillón, para que Lorenzo pudiera ver la cara de su mujer, porque la coloque a cuatro patas y al principio le folle el lentamente, una vez que se habituó al tamaño, se acabaron las florituras, a follarla como se debía de follar. Era verdad que follar con tanto silencio era un coñazo, pero había que aguantarse. Esta vez nos corrimos los dos, le llene el culo con mi corrida. Quedó extenuada y me indicaron un baño, donde me habían dejado de todo para asearme. Me lavé y al volver, Lorenzo le comía el coño y el culo a su mujer. Le pille y no le debió de gustar mucho, lo digo por lo que le dijo su mujer, “ya te ha visto, ahora no jodas y te pares, sabes que me mosquea que me dejen a medias”

La verdad que se lo comía todo con ganas, menudo repaso que él estaba dando. Me acerque a ellos y le puse mi rabo flácido cerca de la boca. Marta hizo milagros con su boca, lo resucitó en segundos y Lorenzo hizo que su mujer se corriera. Después se dieron un buen morreo. La cara de satisfacción de los dos era acojonante. Comimos un poco y no continuamos porque era incómodo por los niños. Pero no incomodo por Marta o por mí, que queríamos ir a su habitación, porque se echaba el seguro a la puerta y si aparecía alguno de los niños, me podía esconder en el baño, pero Lorenzo no quería y había que respetarlo.

Me fui sabiendo que el próximo día iba a ser más fuerte todo lo que sucediera, ya fuera en su casa o en la mía.