Cena pre-boda

Una cena bien servida

Esa noche organizamos una cena pre-boda para que los más jóvenes nos conociéramos, que decir que elegí el vestido más ceñido y los tacones más altos que llevaba en mi maleta. Sabías que no llevaba nada debajo, ya lo habíamos hablado, el traje se me pegaba al cuerpo como una segunda piel.

Vi tu cara al verme entrar al salón, te pasaste la lengua por los labios y ese simple gesto hizo que mi sexo comenzara a palpitar.

Saludos de rigor mientras te acercas poco a poco, te encanta ese juego de hacerme sufrir y a mi el mío de hacer como que no me importa, das un rodeo y me rozas con el codo, uff electricidad por todo mi cuerpo y los pezones que se marcan cada vez más en la tela, estás disfrutando.

Te acercas y saludas al grupo, me das los besos tan cerca de la comisura de los labios que me extraña que nadie se diera cuenta, me susurras ¿Por qué juegas? Y te vas.

Pongo los ojos en blanco, eres exasperante, voy al baño y al salir ahí estás tú, con esa sonrisa solo de un lado, ¿Dónde vas nena?

Y mis pezones me delatan, te agarro de la camisa y te empujó dentro del baño no hace falta ni que nos toquemos los dos sabemos lo que queremos, te siento en el wc y te bajo la bragueta, estás tan listo como yo, me subo el vestido y me siento encima de ti, cabalgo tan rápido y con tanta ansia que no tardamos en corrernos.

Nena tenemos que dejar de vernos así, me guiñas un ojo y sales del baño.