Cena de nochevieja en familia 3

Cuatro hermanos aprovechan la cena de fin de año para disfrutar de las mujeres de los demás. Amor filial, sexo no consentido, sexo con maduras son algunos de los ingredientes de esta historia.

Continuación del relato “Cena de Nochevieja en familia”, se recomienda leer los dos capítulos anteriores.

Aquella cena de Fin de Año parecía el juego del gato y el ratón, los cuatro hermanos reunidos alrededor de la gran mesa familiar junto a sus parejas, padres e hijos, estaban mas pendientes de las mujeres de los otros que de las suyas.

Los cuatro habían sido infieles a sus parejas a lo largo del día, el detonante de todo había sido la presentación de Marta, novia de Pepe, el único de los cuatro hermanos que vivía en la capital.  El resto de la familia vivía en la gran hacienda familiar, donde se celebraba la cena de Nochevieja.

La ruda vida del campo no había impedido que aquella familia hubiese acumulado una gran fortuna gracias fundamentalmente a la cría del ganado. Aquella riqueza se palpaba por todas partes, en la lujosa mansión familiar no faltaba de nada. Blas el hermano mayor se había permitido el lujo de diseñar una gran habitación de invitados que sería la envidia del voyeur mas refinado, con paredes de espejo que permitían una visión completa de lo que ocurría desde un cuarto anexo, era el lugar donde habían instalado a Marta la exuberante novia de Pepe, el  hermano residente en la capital.

Gracias a la complicidad de Toñi, la mujer de Blas, que había seducido a Marta nada mas llegar a la casa, los tres hermanos habían abusado de la novia de su hermano Pepe, ajeno a lo que ocurría.

Blas, el hermano mayor, se dió cuenta en aquel momento que su mujer, Toñi, le era infiel con sus dos hermanos, Toño y Roque. Arrepentido le contó lo que había ocurrido a su hermano Pepe en presencia de su padre Don Fernando.

Pepe lejos de molestarse encontró en aquella confesión la oportunidad de que sus propios hermanos emputecieran a su recatada novia y al mismo tiempo vengarse de los otros dos con la ayuda de su hermano mayor.  En aquel momento sus dos cuñadas, Lucía y Carmen, se convirtieron en el objetivo de los dos hermanos para devolverles el agravio.

Toñi había conseguido hacer pasar por crema hidratante un estimulante sexual muy potente, utilizado en las yeguas, con el que se encargó de untar generosamente el sexo de sus tres cuñadas.  El efecto afrodisíaco de aquella crema resultó ser tan potente que las tres mujeres andaban por la casa ansiosas de copular.

Gracias a ello, Blas y Pepe, consiguieron follarse a Lucía y Carmen en la Bodega de la casa cuando fueron a buscar el vino para la cena. Las dos mujeres habían caído en las redes de sus dos cuñados que no tenían intención de conformarse con aquel polvo ocasional.

Al tiempo que aquellos hechos acontecían en la Bodega de la casa, Roque y Toño, los otros dos hermanos, aprovechaban la ocasión para disfrutar de Marta, la novia de su hermano Pepe, en el invernadero. Muy lejos de imaginar que en esos momentos sus mujeres eran enculadas en la Bodega por sus otros hermanos.

La cena estaba discurriendo con normalidad, cada oveja sentada en la mesa junto a su pareja. Blas miraba de reojo a Toñi, su mujer, se movía inquieta en la mesa.

-¿Que te ocurre cariño?, pareces nerviosa, ¿estas cachonda? jajaja -la risa burlona de Blas resonó por encima del susurro de sus palabras dirigidas a su mujer.

-!Maldito cerdo! !Me arde el coño! -protestó Toñi en voz baja a las palabras de su marido.

-No era justo que solo disfruten tus cuñadas del efecto maravilloso de esa crema. Comprende que tenía la necesidad de que mi mujer lo probara también.  Así las cosas están mas igualadas, tengo curiosidad por ver que verga encuentras esta noche que calme tus calenturas. Mis hermanos parecen mas interesados en la carne fresca esta noche. Tu misma les has puesto en bandeja esas tetazas, no vas a poder competir con eso, me parece que hoy querrán jugar en otro campo, jajaja -dijo Blas refiriéndose a Marta, la novia de su hermano, la ironía de sus palabras hacían que Toñi estuviese rabiosa. Su mujer no había podido evitar que minutos antes de la cena,  encerrados en el baño, Blas la untara el coño y el culo hasta rebosar, de aquella crema estimulante para las yeguas.

Molesta por las palabras de su marido Toñi se levantó de la mesa.  A sus 40 años se mantenía en forma, rubia, pelo corto, muy delgada, huesuda, fibrosa, alta, 1.75, pechos muy pequeños, parecían los de una adolescente, apenas unos pequeños conos con unos pezones grandes, puntiagudos, ahora totalmente erectos, duros como dos piedras, excitados como todo su cuerpo por la estimulación de la crema.

-Perdonad, tengo que ir al baño -dijo Toñi al levantarse. Escuchó la voz de su suegro que desde la cabecera de la mesa  la llamaba al verla ponerse en pie.

-Hija por favor, ¿me ayudas a trinchar el pavo en la cocina? -pidió Don Fernando que se levantó al mismo tiempo que Toñi

Toñi necesitaba encerrarse en el baño para calmarse ella misma la calentura que la estaba matando, pero no pudo rechazar la petición de su suegro. Los dos se dirigieron a la gran cocina.

El viejo Don Fernando comenzó a trinchar el pavo sin dejar de mirar de reojo a su nuera. Toñi de pie, junto a él, se movía inquieta, no podía evitar morderse los labios, su excitación se estaba incrementando por minutos. A medida que el viejo trinchaba el pavo, Toñi repartía las raciones y las iba llevando a la mesa ante la mirada atenta de su suegro.

-Me ha contado Blas el jueguecito que esta noche os traéis las parejas probando esa crema que utilizamos con las yeguas. ¿Tu crees que a Petra con sus años le hara efecto? -preguntó el suegro de golpe como sin darle importancia al asunto.

Toñi se puso roja, por un momento la sorpresa hizo que dejase de moverse inquieta, aquella pregunta de su suegro la dejó incapaz de responder por unos segundos. Su cara de sorpresa no pasó desapercibida al viejo Don Fernando.

-Vamos mujer no me mires con esa cara. A vuestra edad algún estímulo siempre va bien, esta noche es especial, comprendo que tengas ganas de probar cosas nuevas. Blas dice que funciona muy bien con las mujeres. ¿Es verdad? ¿Me la recomiendas con mi mujer? -insistió el viejo en la pregunta.

-Si, es verdad, parece muy efectiva. Me arde todo ahí abajo, pero no se yo si a Doña Petra con sus años le hará el mismo efecto -respondió por fín Toñi intentando darle la misma naturalidad que le daba su suegro.

-Uhmm que envidia me dais, las cuatro teneis una cara de deseo que no podéis ocultar,  pero tú, Toñi, estas especialmente radiante. -dijo el suegro al tiempo que su mano se posaba en el hombro de Toñi para deslizarse por su espalda.

Toñi sintió un escalofrío que le recorría el cuerpo al tiempo que notaba como aquella mano ruda de su suegro la acariciaba de forma aparentemente inocente su espalda.

-Vaya, te tiembla todo el cuerpo. No quiero ni pensar lo que tienes que sentir si una mano te acaricia ahí abajo -dijo el suegro con una sonrisa al tiempo que su mano seguía deslizándose por la espalda de su nuera sin que ella fuese capaz de decir nada para evitarlo.

-Por favor… esta toda la familia ahí al lado -dijo Toñi que se veía incapaz de negarse a las insinuaciones de su suegro

-No te preocupes, seguro que están devorando el pavo ya. Tu parece que ahora tienes mas hambre de otra cosa ¿me equivoco? -dijo el suegro al tiempo que su mano había llegado al final del vestido y buscaba la entrepierna de su nuera bajo la fina tela.

-No me haga esto Don Fernando, por favor, no me haga esto -susurraba Toñi, pero sus palabras se mezclaban con suaves gemidos al sentir los dedos de su suegro acariciando su entrepierna y rozando su sexo.

-Tranquila mujer, tranquila, solo quiero comprobar si estas tan mojada como parece uhmm ya veo que si. Vas a encargarte de ponerle esta cremita maravillosa a mi mujer, seguro que se te ocurre algo para hacerlo esta noche ¿a que si?  -pidió el suegro mientras su mano se recreaba acariciando el coñito de la nuera bajo el vestido

-Si, si, como quiera.. -decía Toñi sin poder contener los gemidos por las caricias que estaba recibiendo. En aquel momento solo tenía una cosa en la cabeza, como si fuese una yegua en celo, aparearse, un macho que la montase con fuerza, era lo único que ocupaba su mente

-Maldita sea! Todos estos años sin saber que esta crema de las yeguas era tan efectiva con las mujeres, la de cosas que nos hemos perdido en esta casa brr. Pero nunca es tarde si la dicha es buena, se me ocurren algunas cosas para satisfacer este coño tan deseoso de joder. Seguro que tu ahora no le haces ascos a una buena verga ¿verdad que no hija? -se relamía el viejo patriarca viendo a su nuera tan deseosa de sexo que la creía capaz de hacer cualquier cosa.

-No, no, me arde el coño -gemía Carmen imaginando que su suegro quería aprovechar la ocasión para follarla

De repente la voz de Petra, la suegra, los hizo reaccionar, Don Fernando sacó la mano bajo el vestido de nuera mientras ella intentaba recuperar la compostura.

-¿Pero que hacéis tanto rato?, están todos comiendo pavo -gritó Petra enfadada por el retraso de su marido y su nuera.

-!Tranquila mujer, ya vamos! Les prometí el pavo para los jornaleros que están cenando en la nave. Toñi no tiene apetito y se ofreció para llevarselo. ¿Verdad que sí hija? -dijo con voz un tanto amenazante Don Fernando para que su nuera le siguiese la corriente.

-Si, asi es,  he bebido mas de la cuenta, no tengo apetito, ahora mismo se lo llevó -dijo Toñi encargándose de colocar un pavo enorme, recién sacado del horno, en una gran bandeja y cubrirlo con papel de aluminio para mantenerlo caliente.

-Ten hija, dale esta nota al capataz, es mi felicitación de fin de año -dijo Don Fernando entregando un papelito doblado donde acaba de escribir  algo mientras Toñi preparaba el pavo.

Petra y su marido regresaron a la mesa viendo como Toñi salía de la casa para dirigirse a la nave de los jornaleros donde estaban celebrando su cena de fin de año.   Blas preguntó por su mujer y su padre se encargó de excusarla

-No se encuentra bien hijo, creo que ha bebido un poquito de más. Necesitaba tomar el aire un rato y le pedí que les llevase el pavo a los jornaleros, dentro de un rato regresa.

Poco a poco fueron devorando el pavo y luego los postres.  Marta, Lucía y Carmen se levantaron varias veces durante la cena para ir al baño, el ardor de sus coños era insufrible, frotarlo con ganas no saciaba las ganas de ninguna de las tres, especialmente de Lucía y Carmen que habían recibido una segunda untada de la dichosa crema  en la bodega.

Roque y Toño parecían mas pendientes de Marta que de sus propias mujeres, mientras sus hermanos hacían lo propio atentos a los movimientos de Lucía y Carmen.  La ausencia de Toñi pasaba completamente desapercibida para todos, nadie había vuelto a preguntar por ella, ni siquiera su marido.

-!Lucía por favor! puedes ayudarme un poco con mis hijos, no encuentro a mi mujer -pidió Blas a su cuñada, la pelirroja tetona estaba recogiendo la mesa con ayuda de Marta y Carmen

-Tranquila Lucía, ve, yo me encargo de organizar la cocina. Falta un ratito para las uvas -dijo Carmen amable deseando quedarse sola.

-Yo te ayudo Carmen -se ofreció Pepe al ver a su hermano mayor subir a las habitaciones de sus sobrinos con Lucía.

Roque y Toño vieron que era la ocasión perfecta de quedarse a solas de nuevo con Marta, la novia de su hermano. Aquella tetona morena les tenía encandilados, los polvos y mamadas en el invernadero parecían ya olvidados y buscaban la ocasión de repetir.

Doña Petra había salido con sus nietos pequeños a la estancia preparada para sus juegos mientras los mayores se divertían. Don Fernando optó por ir a ver lo que pasaba en la nave de los jornaleros, Toñi hacía bastante rato que fue a llevarles  el pavo y no había regresado.

Faltaba una hora para las deseadas uvas y la familia estaba repartida en distintos escenarios, al estilo de los bailes de época cada cual había escogido su pareja para disfrutar aquellos momentos antes de celebrar todos juntos el final de año.

En la cocina Pepe y su cuñada Carmen

-!Por fín nos quedamos solos! Tengo ganas de comprobar si has cumplido mi encargo umm -dijo Pepe entrando en la cocina detrás de su cuñada Carmen que intentaba evitar el encuentro.

-!Pepe, por favor! Tengo que recoger la cocina, cualquiera puede entrar

-!No te preocupes Carmen! Tan solo quiero ver si has despejado de pelos este chochito tuyo uhmm -dijo Pepe metiendo su mano bajo el vestido de Carmen ansioso por descubrir si ella había rasurado su poblado conejo.

-!Si, lo he hecho! ¿Estas contento? -respondió enfadada Carmen que le había costado mucho hacerlo porque sabía cuánto le gustaba su poblado felpudo a Roque, su marido.

-!uhmm sii, me encanta! ¿Le dirás a tu marido que te lo has afeitado para mi? jajaja. !Que bien lo has hecho!, sin un pelito, totalmente despejado, suave como el culito de un bebé, tal como te dije, !muy bien Carmen, muy buen trabajo!

Las manos de Pepe tiraron de la cintura de Carmen echándola hacia atrás, ella apoyada con las manos en la fregadera aguantó el tirón sin quejarse. Su cabeza le pedía resistirse al tiempo que no era capaz de montar el escándalo delante de todos y por otra parte su excitación no había bajado, al contrario aumentaba a medida que pasaba el tiempo. Aquellos deseos irrefrenables de tener sexo producidos por la crema aplicada no cesaban. La mano de Pepe manoseando su sexo, metiendo sus dedos dentro de su coño, empapandose de sus flujos que ella no podía contener.

-!Muy bien guapa! Tu estas deseando joder y yo de metértela, así que no perdamos tiempo -dijo Pepe sacando su verga del pantalón y buscando la entrepierna de su cuñada para clavársela sin miramientos.

-!Estas loco! !Puede entrar alguien! -decía Carmen con voz entrecortada por sus propios gemidos al notar como su coño era penetrado a la primera embestida. Sus palabras no podían ocultar las ganas que tenía de ser follada en aquellos momentos.

Pepe consciente que su cuñada tenía razón aceleró los movimientos, el riesgo de que alguien pudiese entrar en cualquier momento aumentaba la excitación.  La estaba empotrando con ganas frente a la fregadera mientras Carmen apoyaba sus manos en el borde de la poza, conteniendo las embestidas, se mordía los labios, a punto de sangrar, para evitar gemir con mas fuerza.

-!Siempre pensé que eras una mosquita muerta, cuñada! Pero debajo de esa pinta de santurrona hay una buena puta, si señor, uhmm !Vaya coñito mas rico mmm! La boca ya comprobé que la sabes emplear muy bien  !Me queda el culo por probar uhmm! -decía Pepe a punto de correrse y sacando la verga a tiempo de probar el único agujero que le quedaba.

-!Por detrás no! !Aún me duele de esta tarde con Blas, por favor! -pedía Carmen dolorida de la enculada en las escaleras de la bodega que le había regalado su cuñado rompiendo su virginidad anal. Pero al tiempo que lo decía sentía como la verga de Pepe presionaba en su entrada sin contemplaciones abriéndose paso poco a poco.

-!No hay que dejar que se cierre! mejor que te vayas acostumbrando, veras como te gusta uhmm !Que estrechito lo tienes! !No te muevas, ya casi está toda dentro! ahh si, si, hasta los huevos -decía Pepe completando la enculada

-!Maldito cerdo, me voy a correr! el coño me estalla -dijo Carmen soltando un generoso chorro de flujo vaginal que mojó sus muslos y encharcó el suelo entre sus piernas al tiempo que sentía como Pepe se corría dentro de su culo.

-!Ahhh ahh, si, si, me corro yo también! Joder ha sido metertela en el culo y correrte como una perra, dirás lo que quieras pero te encanta que te la metan por detrás jajaja -decía Pepe mientras sacaba la verga del culo de su cuñada dejando que brotara un generoso chorro de semen de allí.

Pepe cogió un corcho de una botella de vino que había sobre la encimera de la cocina y taponó el ano de Carmen. Unos chorritos de semen se deslizaban por sus muslos pero la mayor parte de la corrida se quedó dentro del culo ahora tapado como si fuese una botella.

-!No quiero que te quites el corcho del culo! !Y tampoco que te limpies la corrida que baja por tus piernas! Mi hermano me dijo que estais buscando tener un hijo y que por eso no tomas nada. Así que no te quejes que me haya corrido en tu culo. ¿O prefieres que la próxima te riegue bien el chochito a ver si florece? -dijo Pepe subiéndose la bragueta y poniéndose delante de su cuñada.

-!Eres un cerdo! -fué toda la respuesta de Carmen arreglándose la ropa sin mirar a su cuñado.

-Si, es verdad. Y tu una perra salida a la que me follare cuando me apetezca. Por cierto ve pensando en bajar mas a menudo a Madrid de compras, tu solita, mi hermano tiene mucho trabajo aquí. Un repaso de vez en cuando nos vendrá bien a los dos,  y a lo mejor necesitas una ayudita para quedarte preñada cuñada jajajaja -se burló Pepe disponiéndose a salir de la cocina.

-!Ni lo sueñes, esta será la primera y última vez! -respondió Carmen convencida

La mirada fría de Pepe heló la sangre de Carmen, desde luego nada que ver con la imagen de pijo de capital que toda la familia tenía de él. Sin pensárselo dos veces las dos manos de Pepe agarraron con fuerza las tetas de Carmen por encima del vestido, presionando los dos pezones hasta hacerla dar un pequeño chillido que no pudo contener.

-!Escúchame bien zorrita! Se perfectamente que eras la hija de un labriego del pueblo antes de casarte con mi hermano. ¿Que crees que ocurrirá si él se entera que sus hermanos te han estado follando? !Yo te lo diré! Volverás a tu miserable vida de antes. ¿Es lo que quieres? -dijo Pepe amenazador sin aflojar la presión en las tetas de su cuñada.

-Os habéis aprovechado de mí, yo.. yo no quería.. !Suéltame por favor, me haces daño! -casi suplicó Carmen

-Lo seguiremos haciendo cuando queramos cuñada, siempre que nos apetezca. Mi hermano tiene razón “la chupas de puta madre” y tienes un culito muy rico, si señor. Por cierto, recuerda, !No quiero que te quites el corcho del culo! Yo te lo quitaré antes de ir a dormir -dijo Pepe soltando las tetas de Carmen. Ella aliviada suspiro y más cuando vió que salía de la cocina en dirección al salón.

Mientras aquello ocurría en la cocina, en el salón Marta estaba con Roque y Toño, hermanos de Pepe.

Los dos hermanos habían estado disfrutando de Marta en el invernadero antes de cenar. Sin embargo aquellas dos tetazas parecían ser un poderoso imán para los dos hermanos. Su vida en el campo con los años se había vuelto rutinaria, monótona. La presencia de la novia de su hermano era un soplo de aire fresco para los dos rudos hombres de campo. Marta era el contrapunto de sus esposas, era inteligente, refinada, tenía estilo y además un atractivo natural que cautivaba al margen de sus tremendas tetas que era en lo primero que se fijaba cualquier hombre que la viera.

Cuando los dos hermanos vieron que tenían la ocasión de quedarse de nuevo a solas con ella, no se lo pensaron.  Roque y Toño estaban sentados juntos, en una tremenda mesa de roble, adornada con un precioso mantel de hilo de largos faldones que alcanzaban  las piernas de los comensales. Marta estaba sentada frente a ellos, en el otro lado de la mesa, cuando se quedaron los tres solos en el salón.

-En mi opinión las perras no tienen que estar sentadas a la mesa, su lugar es a los pies de sus amos ¿tú que opinas hermano? -dijo Toño dirigiéndose a su hermano pequeño

-Opino que ya está tardando. ¿No has oído Marta? !Metete bajo la mesa! !Ven a por tu premio perrita! -respondió Roque, dirigiéndose a Marta. El pequeño de los cuatro hermanos, marido de Carmen que estaba en la cocina, se bajó la bragueta mientras lo decía, sacando su verga, dispuesta de nuevo para la acción.

Marta les miraba en silencio, violada en su propio cuarto y luego en el invernadero por sus cuñados, chantajeada por Toñi, su cuñada, era solo una muñeca en manos de aquella familia de pervertidos.  Su cuñada había sido muy clara, o hacía todo lo que le pedían o el video grabado por Toñi sería divulgado. Su novio, su familia, sus compañeros de trabajo, todo estaba en riesgo de no someterse al chantaje, tenía que hacer lo que le pidieran, no tenía alternativa.

Por otra parte, el efecto de aquella maldita crema que le había aplicado Toñi en su sexo seguía haciendo su efecto, la calentura de su coño no cesaba. Incapaz de controlar el ardor de su coño, se sentía húmeda, mojada, empapando la silla en la que estaba sentada. Sin responder, en silencio, se levantó de la silla viendo como sobre el asiento parecía haberse caído una copa de agua. Se agacho y se metió bajo la mesa para ir a colocarse entre las piernas de Roque, el hermano pequeño.

Oculta bajo la mesa, nadie podía verla si entraba alguien en ese momento en el salón. Toño se reía burlonamente viendo como Marta sumisamente se había colocado entre las piernas de su hermano apoyando en las manos en sus rodillas  y la cabeza asomaba bajo la mesa a unos centímetros de la verga erecta de su hermano.

Las manos de Roque bajaron los tirantes del vestido y buscaron el cierre del sujetador en la espalda de Marta para desabrocharlo. Instantes después la prenda estaba en las manos del hombre que se lo dió a su hermano para que lo guardase. Aquellas dos tetazas de Marta quedaron libres, desnudas, entre las piernas de Roque que aprovechó el momento para acariciarlas con las dos manos.

-!Menudas tetas tienes cuñada! Creo que no me cansaré nunca de sobarlas. !Vamos! ¿Que estas esperando? !Empieza a chupar, puta! -ordenó Roque ansioso por tenerla dentro de la boca de Marta

Marta obedeció en silencio, bajó la cabeza, comenzó a lamer aquel glande, rojo,  duro y desafiante que tenía delante de la cara.

Toño, sentado junto a su hermano, al ver aquella mamada cogió la mano de Marta y la llevó a su polla, ya fuera del pantalón. -!Meneamela joder! seguro que sabes hacer algo más aparte de comer pollas-

-No la agobies hermano, la perrita le pone interés. ¿No ves las ganas que le pone chupando? jajaja -se burlaba Roque agarrando con las dos manos la cabeza de Marta y presionando hacia abajo -!Entera joder, tragatela toda puta! Ojalá pudiese decirle a mi mujer que te enseñara a comerte bien una polla, tienes mucho que aprender -

-!No te quejes! ¿No dices que le pone ganas?, !Pasamela! Quiero que pruebe ahora con la mía -pidió Toño ansioso por tener ahora entre sus piernas a Marta.

Un cachete en la cara de Marta le indicó que obedeciera y cambiase de verga. Ella sumisa sacó la verga de su boca y se colocó entre las piernas de Toño para comenzar de nuevo otra mamada.  Durante un buen rato estuvo cambiando de verga cada vez que le daban un cachete en la cara, mientras escuchaba las risas y burlas de los dos hermanos que aprovechaban para manosear sus tetas mientras ella mamaba sin dejarle levantar la cabeza bajo el mantel de la mesa.

El ruido de pasos saliendo de la cocina y dirigiéndose al salón alertó a los dos hermanos, era  Pepe su hermano que sonriente se acercó a los dos y fué a sentarse donde minutos antes estaba Marta, su novia.

-!Joder, alguien a tirado una copa de agua sobre la silla! -dijo enfadado apartando la silla y cogiendo otra. -¿Sabeis donde esta Marta, chicos? Hace rato que no la veo -preguntó Pepe

Sus dos hermanos le miraron sorprendidos, por un instante los dos se quedaron sin saber que decir, temiendo que habían sido descubiertos. Marta en ese momento estaba bajo la mesa mamando la verga de Roque a un metro de su novio que preguntaba por ella.

-No, hace un rato que no la vemos. ¿Mi mujer sigue en la cocina? -respondió Roque con otra pregunta como si fuese gallego.

-Si, allí los hombres molestamos mas que ayudar. Empujé lo que pude pero creo que yo ya he hecho mi parte -dijo irónico Pepe, pensando que acababa de follarse a la mujer del hermano que ahora tenía delante.

-Chicos quería pediros un favor ahora que no está Marta. Es una mujer bastante tradicional, ya visteis que ha querido su propio dormitorio. Me gustaría que se suelte un poco, quizás esta noche con unas copitas de más sea una buena ocasión. A veces tengo la sensación de estar con una adolescente virgen con miedo a la primera vez -decía Pepe ajeno a que su novia estaba en esos momentos bajo la mesa chupando la verga de sus hermanos.

-No te preocupes hermano, cuenta con nosotros. Hay mujeres que les cuesta un poco soltarse hasta que sacan la fiera que llevan dentro, yo creo que Marta es de esas. Tienes suerte, es una mujer preciosa, atractiva y con un buen par de razones jajaja -decía Toño con sorna

-Y no te olvides de esa boquita Toño, pequeña, de labios carnosos. Estoy seguro que cuando la abra le cabe lo que le des, Pepe. !Que envidia me dás! -respondió Roque con la misma ironía que su hermano al tiempo que su mano se apoyaba en la cabeza de Marta presionando de nuevo para que la tragase entera y manteniéndola así sin que apenas pudiese respirar.

-Buff si, !que envidia!, pasamela hermano, pasala, !Que ganas tengo! ...la botella, pasala -dijo Toño disimulando, sus palabras habían estado a punto de costarles un disgusto.

Roque le dió un nuevo cachete en la cara a Marta, con disimulo, para que cambiase de verga de nuevo, al tiempo que con la otra mano acercaba la botella a su hermano para disimular.

-Que quede entre nosotros, pero ¿os podeis creer que no hemos tenido ninguna clase de sexo hasta la fecha?, ni una triste mamada, me da verguenza decirlo -dijo Pepe, en parte avergonzado por reconocerlo.

-No te ofendas hermano, pero creo que te falta un poco de carácter. Yo creo que a Marta necesita un hombre que la coja del pelo, no preguntar, llevarle su boca a la polla y hacerla mamar. -era justo lo que Toño estaba haciendo mientras lo decía.

Marta resignada tragaba la verga de Toño, chupaba en silencio, temblaba por el miedo de verse descubierta por su novio en aquella situación tan incómoda y tenía que escuchar como Pepe, su novio, falto de sus atenciones, se lo confesaba a sus hermanos. Quizás se había equivocado siendo tan fría con él. Ahora se daba cuenta, mientras seguía chupando obligada, la polla a su cuñado.

-¿De verdad pensais que me falta carácter? Os aseguro que no soy un blando con el resto de las mujeres. He intentado que con Marta sea algo especial desde el primer momento, quizás me he equivocado con ella y no sea lo que ella necesita -reconocía resignado Pepe

-Yo creo que hay mujeres que necesitan les dejes su espacio, que sean ellas quienes tomen la iniciativa. Otras necesitan lo contrario, un hombre que las guíe, que marque el camino. Marta creo que es de las segundas, su carácter es su escudo, imponte y hará lo que quieras. -explicaba Toño que estaba disfrutando como nunca de una mamada, sintiendo que a pesar de ser el hermano pequeño, estaba humillando a su hermano, sin que él se diese cuenta, que su novia estaba entre sus piernas comiendole la polla.

-¿Tu crees? ¿Acabas de conocerla y ya lo tienes tan claro? -preguntó Pepe curioso

-!Sin ninguna duda!, al momento de verla te das cuenta de sus complejos, de sus inseguridades, por ejemplo el tamaño de su pecho. De forma inconsciente no hace mas que poner sus manos delante, intentando ocultarlo, la hace sentirse incomoda saber que le miran las tetas, insegura. Eso, por ejemplo, podría ser su mejor arma, hacerla sentirse poderosa.  Que se diese cuenta que son los hombres quienes tienen que bajar la mirada cuando ella los mirase y no al revés. -respondió Toño orgulloso de darle lecciones a su hermano

-¿Cómo harías tú para quitarle ese complejo?, eso que dices se lo he comentado muchas veces, sin éxito -reconoció Pepe

-!Haciendo que se luzca, que no se esconda! yo no la dejaría llevar sostén por ejemplo, todos los hombres se quedarían embobados viendo como se le menean las tetas. Necesita darle la vuelta a la situación, tomar el control. -explicó Toño con tono de maestro de escuela

-Jajajaja, Marta no haría algo así, es muy recatada. Aún no me explico como Toñi ha conseguido que se vista tan sexy esta noche -le respondió Pepe

-Te apuesto que si hablo con ella la convenzo para que esta noche se quite el sostén y vaya sin nada bajo el vestido -dijo Roque con tono chulesco.

-Si tu consigues eso yo hablo con Carmen y consigo que se afeite el conejo y se meta un corcho de vino en el culo -respondió Pepe a la chulería de su hermano

-Jajajaja Carmen nunca haría algo así, sabe cuanto me gusta que lleve un buen felpudo, me parece muy morboso su chocho peludo y entre nosotros no le gusta nada que le metan nada en el culo, ni un dedo, eso es misión imposible jajajaja -las carcajadas de Roque resonaron en  el salón.

-Acepto la apuesta -dijo Pepe

-Espera, espera, hermano ¿Que gana el que lo consiga? -preguntó Roque seguro de ganar la apuesta

-Lo que quieras. ¿Que propones? -preguntó Pepe

-Si gano yo,  este año en Semana Santa me quedo solo en la finca, se van todos a la playa. Tendrás que convencer a Marta que venga a pasar esa semana conmigo, al menos tendré compañía. ¿Que te parece? -sugirió Roque

-¿Me quieres quitar la novia hermano? Parece que tienes mucho interés en quedarte a solas con ella jajajaja. !Esta bien, acepto la apuesta!. Pero si gano yo, también quiero compañía, esto de vivir solo lo llevo muy mal. Convencerás a Carmen para que venga todos los meses un par de días a Madrid de compras y se quede en mi casa. -sugirió Pepe

-Jajajaja no tienes nada que hacer hermano, nunca podrías convencer a mi mujer que se afeite el conejo. Tendrás que ver como tu novia me hace compañía esta Semana Santa. !Aceptó encantado la apuesta!. Aún perdiendo salgo ganando, a Carmen le vendrá bien salir de vez en cuando a la capital. -respondió Roque convencido de tener ganado aquel reto entre hermanos.

-Muy bien, tenemos un trato entonces. Voy a subirme un ratito a mi habitación mientras se hace la hora de tomar las uvas -dijo Pepe levantándose y encaminandose hacia la planta de arriba.

-!Chica mala! jajaja, con lo bien que la chupas y tu novio quejándose de que no se la tocas. !Pobre Pepe! seguro que ha subido a su cuarto para hacerse una paja, jajaja- se burlaba Roque riéndose mientras tenía a la novia de su hermano entre sus piernas mamándole la verga sin descanso.

-!No te burles! A mí me da pena. Nosotros jodiéndonos a su novia y el en su cuarto matándose a pajas. -decía Toño viendo como su hermano estaba a punto de correrse en la boca de Marta.

-Cada cual tiene lo que se merece. A estas putas de capital hay que tratarlas con mano dura. ¿Verdad que si, zorra? !Vamos, ordeñame bien la polla, voy a darte mi leche! !Trágatela toda putita, que no se pierda ni una gota! Ahh ahhh si, si, toma, toma…..-gemía Roque vaciándose en la boca de Marta que tragó sin protestar la generosa corrida de su cuñado.

-!Que cabronazo estas hecho hermano! Me estaba guardando una bala para follarme a Lucía esta noche pero creo que la voy a gastar con Marta. !Levanta el culo puta!,  !Vamos a tu cuarto!, !Me apetece joderte un rato! -dijo Toño levantándose de la mesa al tiempo que Marta salía de debajo de la mesa.

La escena de Blas, el hermano mayor, con su cuñada Lucía, mujer de Toño.

Minutos antes de quedarse los dos hermanos solos en el salón con Marta, su hermano mayor Blas había pedido a Lucía que le acompañara al dormitorio de sus hijos.

Lucía, una pelirroja de 35 años, pecosa, rellenita, de grandes caderas, muslazos, unos pechos grandes bastante caídos y un sexo bastante poblado de vello rojizo rizado.

Blas hizo subir las escaleras a Lucía delante de él, siguiéndola con la mirada. La gordita pelirroja meneaba el culo y las tetas de lado a lado subiendo las escaleras a buen ritmo.

-!No corras tanto cuñada! Tan solo quería ver como meneas las curvas, !menudas cachas tienes! !Y como te botan las tetas! ¿No te da vergüenza? ¿No te ha dicho nada tu marido al verte sin sostén? jajaja -se burlaba Blas, alcanzando a su cuñada en el rellano del primer piso.

-¿Que es lo que quieres? ¿Porqué me has hecho subir? -preguntó Lucía cuando su cuñado la sujetó de la cintura en el rellano. Las manos de Blas no perdieron el tiempo, manoseando a su cuñada por encima del vestido, muslos, nalgas, tetas. Todo un repaso, como si Blas quisiera comprobar que cada parte seguía en su lugar.

-Te lo dije en la bodega Lucía, quiero que me hagas un favorcito con mis chicos. Es fin de año, el puticlub de la carretera está lejos y !que demonios! ¿Por qué pagar por algo que tenemos en casa? Una puta es una puta y los chicos a su edad siempre se pajean pensando en lo que tienen cerca. Seguro que los dejas contentos. -dijo Blas con frialdad como si hablase de que sus hijos jugaran con una mascota.

-¿Por quién me tomas? ¿yo no soy una puta? !Ni lo sueñes!, !No pienso hacer algo así! -protesto enfadada y convencida Lucía

-¿Ah no? ¿Y por qué has subido entonces? Deberías haberle contado a tu marido que tu cuñado te ha dado por el culo en la bodega, ¿prefieres bajar y contárselo?, gemías como una perra salida, yo le puedo contar los detalles si quieres….-las palabras amenazantes de Blas no daban lugar a dudas de su chantaje

-¿Serías capaz de hacer algo así? !Eres un cerdo! -decía Lucía angustiada

-Si, soy un cerdo y tú una puta. ¿Dudas si soy capaz de contárselo a mi hermano? ¿No quieres ponerme a prueba? o ¿vas a portarte bien y hacer lo que te diga? -preguntó Blas

-!Estas loco, me tienes en tus manos, maldito cerdo haré lo que quieras!

-Bien, eso está mejor, vamos al cuarto de los chicos. Será algo rapidito, no te preocupes, los chicos a sus años terminan pronto. Que te toqueteen un poco, les haces una chupadita para ponérsela dura, un ratito de mete saca y me los dejas contentos en un santiamén. Solo quiero que se hagan unos hombres de una puta vez, estoy convencido que están sin estrenar. Esa es tu tarea cuñada, dos yogurines para ti sola, seguro que disfrutas estrenando  a tus sobrinos. Son de esas cosas que un hombre no olvida en su vida y creo que tu tampoco lo harás jajajaja- volvió a burlarse Blas mientras cogía del brazo a su cuñada llevándola a la habitación de sus hijos.

En el cuarto dos chavales jóvenes esperaban a su padre, Pedro y Pablo, hermanos gemelos, hijos de Blas. Dos mozalbetes fornidos para su edad, acostumbrados a la vida en el campo, malos estudiantes, su padre los había sacado del colegio nada más terminar la educación obligatoria. En la finca eran felices trabajando con su padre, sus tíos y su abuelo, los animales eran la pasión de los dos hermanos.

Su padre no se equivocaba, ninguno de los dos había tenido experiencias con chicas, a su edad la masturbarción era su válvula de escape. Internet como para la mayoría de los chavales era una fuente inagotable de porno con la que satisfacer sus fantasías mientras se pajeaban. Y como también suponía su padre su entorno femenino mas cercano era otra de las fuentes que alimentan sus fantasías sexuales, en este caso sus tías, Carmen y Lucía. Dado el tamaño de las tetas de Lucía su padre no se equivocaba al pensar que sus hijos le habían dedicado muchas pajas en los últimos tiempos.

Blas se había reunido con los chicos antes de la cena y les había dicho que si ellos guardaban el secreto su tía les haría el regalo de desvirgarles.  Aquella noticia dicha así, a su edad, provocó unos nervios y una excitación difíciles de soportar para aquellos mozalbetes.

Cuando Blas y su cuñada entraron en la habitación de los dos chavales los cuatro se quedaron en silencio sin decir nada, los dos chicos con los ojos fijos en su tía. Se notaba a la legua que la rolliza pelirroja de Lucía aquella noche se había puesto un vestido sin nada debajo, los chicos llevaban la tarde hablando de cómo se le meneaban las tetas cada vez que daba un paso. Desde el momento que la vieron con aquella ropa que no pudieron controlar la erección. Llevaban varias horas con la verga dura pensando en Lucía, intentando evitar pajearse, su padre había insistido que no lo hicieran y no era tarea sencilla.

-Lo prometido es deuda chicos. La tía viene para ayudaros en vuestro “problema”, pero le teneís que prometer lo mismo que a mí, jamás contaréis nada de lo que pase aquí -pidió Blas a sus hijos.

-Te lo prometemos tía, no lo contaremos a nadie -dijeron los dos chavales al unísono.

-Ella os ayuda y vosotros le dais gustito a la tía, a ella también le hace falta, al tío ya no se le levanta -mintió Blas, pero a Lucía no le hizo mucha gracia que sus sobrinos pensaran eso de Toño, su marido.

-Pero el tío no puede enterarse nunca de esto, por favor chicos, ni nadie de que al tío “no le funciona la cosita” -rogó Lucía a los chavales mas agobiada por la situación que los propios chavales que temblaban como flanes.

-No te preocupes tía, a nosotros nos funciona muy bien, estamos empalmados todo el tiempo, !mira como esta! -dijo inocente Pablo, bajándose el pantalón y luciendo una verga juvenil dura como un palo de un generoso tamaño.

-Si, somos como las vacas,  nos la ordeñamos varias veces al día -añadió Pedro imitando a su hermano y bajándose el pantalón, su verga dura como la del otro era un poco mas pequeña pero de un tamaño aceptable.

-!Venga Lucía que no tenemos toda la noche! -dijo Blas bajando los tirantes y quitando el vestido a Lucía para dejarla completamente desnuda delante de sus sobrinos.

-¿Que quieres que haga? -preguntó Lucía que no sabía muy bien cómo comportarse

-!No me jodas Lucía!, !Que ya somos mayorcitos!,  !Túmbate en la cama, ábrete de piernas!, ¿No ves que los chicos ya la tienen dura? !Follatelos!, es lo único que están esperando. -dijo Blas enfadado por la pasividad de su cuñada.

Ella obedeció, se tumbó en la cama, se abrió de piernas, Pablo quiso ser el primero tumbandose entre las piernas de su tía. El chaval, primerizo, no sabía muy bien por donde la tenía que meter.

-Joder Lucía cógele la verga con la mano y llévala a tu coño, !No ves que para el chaval es la primera vez!- volvió a gritar Blas

Lucía, mas calmada hizo lo que le pedía Blas y empezó a actuar como se esperaba de ella, dirigiendo y ayudando a su sobrino.

-Tranquilo Pablo, yo la meto, levanta un poco para dejarme maniobrar, ya la tengo en la entrada, ahora empuja, uhmm así, un poco más, empuja con fuerza, muy bien, ya la tienes toda dentro, ahora la sacas hacia fuera sin que se salga y vuelves a empujar, eso es, más rápido, muy bien Pablo, lo estas haciendo muy bien- Las piernas de Lucía se cerraron en la cintura de su sobrino facilitando que la penetración fuese mayor.

El chico tenía tantas ganas de hacerlo que apenas pudo aguantar unos pocos minutos hasta que tuvo su orgasmo corriéndose en el coño de su tía. En ese instante se frenó en seco, espero unos instantes, Lucía dejó de abrazarlo con sus piernas para facilitarle la salida y el chico se levantó.

-Lo has hecho muy bien Pablo, muy bien - dijo Lucía mientras se limpiaba con unos pañuelos de papel que había sobre la mesilla

-Venga Pedro, tu turno, ya has visto a tu hermano -sonó la voz de Blas animando a su hijo que ocupó al instante el hueco dejado por su hermano mientras Lucía terminaba de limpiarse.

La escena se repitió y pocos minutos después se corría el segundo, ambos chavales de pie junto a la cama seguían con las vergas duras después de haberse corrido.

-Muy bien chicos, muy bien, se nota que os habéis quedado con ganas, las seguís teniendo dispuestas -comentó Blas viendo que sus hijos seguían con el cañón armado.

Lucía se incorporó de la cama y se sentó apoyando los pies en el suelo, acababa de follarse a sus sobrinos, en la propia casa de la familia. En la planta de abajo estaba su marido ajeno a lo que ocurría y lo peor de todo es que su cuñado Blas la seguía teniendo en sus manos.

-¿Podemos irnos ya? ¿Me puedo vestir? -pidió Lucía a Blas

-!Tranquila, que prisas tienes! Los chicos se han corrido enseguida, les has dejado con la polla dura, ¿no los ves?. Chupaselas un poco a los dos, que vean como lo haces. !Venga joder, espabila Lucía! -ordenó Blas

Lucía permaneció sentada en la cama, los dos chicos frente a ella, cogió una verga con cada mano y comenzó a pajearlos. Luego acercó su boca a una de ellas y comenzó a lamerla despacio, primero el glande, luego la recorrió de arriba abajo, le lamió los huevos y terminó metiéndola toda en la boca para comenzar a mamar con ganas.

El chaval no pudo aguantar mucho la mamada y se corrió en la boca de su tía. Lucía tragó la leche como si fuese el vaso del desayuno y paso al siguiente repitiendo la escena. La mano de sus sobrinos manoseaban torpemente sus tetas mientras ella seguía mamando hasta que consiguió ordeñar la segunda verga. Ahora sí, las dos estaban completamente flácidas y satisfechas.

-!Mucho mejor, así sí, podéis vestiros chicos y bajar abajo. Si alguien pregunta por la tía, decís que  os estaba cosiendo el doble del pantalón. -dijo Blas satisfecho

Los dos chavales estaban radiantes, contentos de haberse estrenado y ahora la pregunta no podía ser otra….

-¿Podremos repetir otro día, papá? -preguntó Pedro

Lucía escuchó aquella pregunta como un mazazo en su cabeza, deseando que su cuñado dijera que aquella había sido la primera y última vez que aquello iba a pasar, pero no fué así…

-!Claro hijo, claro! A la tía le gustan mucho la vergas duras como las vuestras y como al tío no se le levanta le hacéis un favor. -respondió el padre con frialdad

-Si tu quieres yo te puedo hacer el favor todos los días tía -dijo Pablo inocente.

-Y yo también tía, no hay problema, siempre que quieras -se ofreció también Pedro.

Los dos hermanos salieron satisfechos de su cuarto dejando a Lucía sentada en la cama, cabizbaja, pensando sobre lo que había ocurrido mientras Blas de pié, frente a ella la miraba fijamente.

-!Eres un monstruo! ¿Como puedes pretender que esto se repita en la casa donde vivimos todos? Soy tu cuñada, la mujer de tu hermano y ellos tus hijos, apenas unos críos. ¿como puedes animarles a esto? -las lagrimas comenzaron a caer por las mejillas de Lucía, estaba desconsolada, impotente, asustada, sentía asco de lo que había ocurrido en aquella habitación, pensando que quizás lo mejor era decir la verdad a su marido aunque le costase la separación y marcharse lejos de aquella familia.

Pero parecía que el tormento no había acabado para Lucía mientras estaba dándole vueltas a lo ocurrido en el cuarto de sus sobrinos y escuchó la voz de Blas:

-La primera vez cuesta, pero te acostumbraras. Son dos chavales jóvenes, fuertes, pronto aprenderán a follar bien y a darte placer. Con el tiempo se que me lo agradecerás, quizás al principio tenga que ponerte de vez en cuando la crema de las yeguas, pero no creo que la necesites. Eres una buena potra que le gusta que la monten, te huelo de lejos el chocho mojado. !Bien, ahora date la vuelta y ponte sobre la cama!, veamos si es verdad que te gusta tanto que te den por detrás -las palabras de Blas no sonaron a petición fué una orden, clara y directa.

-¿No pretenderás ahora? -la cara de incredulidad de Lucía era tremenda, seguía sin digerir lo ocurrido y la Blas la obligaba a ir otro paso más allá. Su cuñado la estaba emputeciendo a marchas aceleradas, aquel final de año sería un día que no olvidaría jamás.

-!Pretendo lo que me sale de los cojones!, !Deja de hacerte la idiota de una puta vez Lucía! Vas a conseguir cabrearme. !Levanta el culo, te lo voy a joder! ¿Te has enterado ahora, Putón?

Lucía no dijo nada ahora, se levantó de la cama, se dió la vuelta y se arrodillo sobre el borde de la cama, apoyando las manos en la colcha, arqueando el cuerpo, separando las piernas y levantando el culo. Aquellas tetazas tremendas, caídas, colgaban ahora como ubres de vaca rozando la colcha de la cama.

Blas la miraba atento, su cuñada estaba gordita, pero no en exceso, poderosos muslos, culazo, aquellas tetazas vestida la hacían parecer mas gorda de lo que realmente estaba. El vello rojizo de su coño asomaba entre sus piernas, la vagina grande, de labios marcados muy sonrosados ahora se abrían igual que sus piernas ofreciendo su rajita rezumando jugos. La entrada del ano sonrosada y dilatada daba prueba de lo acostumbrada que estaba a follar por detrás.

-!Eso es, muy bien! Ves como cuando quieres entiendes lo que quiero. !No me gusta repetir las cosas Lucía!, mejor que te vayas acostumbrando, -decía Blas, de pie, pegado a las posaderas de su cuñada, con la mano agarrando la verga y golpeando con ella las nalgas de Lucía, como si la estuviera azotando.

Lucía jamás le había sido infiel a su marido hasta aquél maldito día de fin de año. Sus hábitos sexuales eran muy rutinarios, Toño, su marido, era de polvo semanal, generalmente los sábados por la noche que alguna semana se adelantaba al viernes. El ritual básicamente era siempre el mismo, se tumbaba boca arriba en la cama y el la montaba, no mas allá de cinco minutos de penetración vaginal.  A continuación la agarraba de los tobillos con sus manos para ponerle los pies, bien separados, a la altura de la cabeza y dejar bien accesible su culo para follarlo. Lo que en un principio había sido un capricho de Toño, doloroso para ella, la penetración anal, con el tiempo se había convertido en algo muy placentero para Lucía. Mientras su marido penetraba su ano, tumbada boca arriba, ella solía masturbarse, frotando con fuerza el clítoris y alcanzando con facilidad el orgasmo.  El se dormía después de correrse y ella se levantaba para ir al baño, con la excusa de limpiarse aprovechaba para proporcionarse uno ó dos orgasmos más masturbándose.

Digamos que no es que fueran unas relaciones sexuales plenamente satisfactorias pero Lucía se había acostumbrado a tener suficiente con su dosis semanal de sexo. Toño jamás le había preguntado si estaba satisfecha o nó, lo daba por supuesto, viendo que se corría cada vez que la follaba sin preguntarle si con eso era suficiente. Tras quince años de matrimonio y tres hijos estaba claro que la monotonía se había apoderado de la vida de pareja.

Su marido la trataba cada vez con mayor desprecio, se burlaba de que estuviese gordita o de sus tetas grandes caídas y aquello lo llevaba muy mal. Con tan solo 35 años se sentía vieja, fea, poco deseable y sin ilusiones. Aquello la estaba llevando a un proceso depresivo por el que había comenzado a medicarse. Con aquel estado de ánimo Lucía habría sido presa fácil para cualquier hombre, sin ánimo ni recursos mentales para oponerse. En el fondo era tan solo una mujer en busca de cariño, de afecto, pero también era una mujer muy ardiente, pasional, facetas ocultas ahora en su vida, acostumbrada a la rutina de su vida marital

Aquel día de fin de año algo había roto el frágil equilibrio emocional de Lucía, la maldita crema para yeguas que le había puesto Toñi, su cuñada. Su ardoroso cuerpo, que hasta ese día se conformaba con el polvo semanal de los sábados por la noche, de repente, como si fuese una olla a presión, había subido muchos grados su temperatura, tanto  que su excitación era incontrolable. Ese había sido el motivo y la causa de que ahora estuviese allí, a cuatro patas sobre la cama, con el culo en pompa mientras su cuñado, Blas, le daba vergazos en las nalgas como si la estuviera azotando con ella.

-!Zass, zass, zass.. Magnificas nalgas, que bien suenan! No entiendo a mi hermano cuando te llama gorda y tetona con desprecio. !Eres una hembra muy deseable, Lucía!, !Tócate el coño!,  quiero ver como te corres antes de follarte -ordenó Blas, sabiendo que ella lo estaba deseando. Su cara, su respiración, sus leves gemidos, no podían ocultar el grado de excitación en el que se encontraba su cuñada.

Quizás era la primera vez en la vida de Lucía que un hombre quería verla correrse, ver como ella tenía placer mientras el macho espera. Aquello era una novedad a la que Lucía no estaba acostumbrada, quizás ni preparada mentalmente, su placer nunca había sido una prioridad, era algo que simplemente se daba por hecho.

Sin modificar para nada la postura, Lucía llevó la mano derecha entre sus piernas y comenzó a tocarse el clítoris. Cerró los ojos, se concentró en sus sensaciones, las caricias de sus dedos frotandose el sexo aumentaron su placer, correrse no iba a ser un problema, de eso estaba segura.

Y así fué, en un par de minutos sus gemidos anunciaban el orgasmo que vino de repente, brutal, un gran chorro de flujo brotó de su coño mojando la cama y el suelo, mientras ella intentaba recuperar el aliento.

-!Joder cuñada, vaya corrida!, has puesto todo perdido. Quiero que lo repitas, !Tocate otra vez! -ordenó Blas

Lucía repitió de nuevo la escena, corriendose con facilidad una segunda vez.. y una tercera después, encadenando un orgasmo tras otro.

-Muy bien Lucía, muy bien. A eso se le llama correrse de verdad. Tu y yo vamos a disfrutar mucho a partir de ahora, te lo prometo -dijo Blas mirando como tanto la colcha como el suelo habían quedado empapados.

-Fóllame, necesito que me la metas -pidió Lucía.

-!Asi me gusta, estas aprendiendo rápido! Pero es la última vez que tu me lo pides, follarás cuando yo te lo diga, !No lo olvides! !Eres mi puta Lucía! Te haré disfrutar, pero harás todo lo que te pida, cuando yo te lo diga. ¿Lo has entendido?

-Si, lo he entendido. Soy tu puta, haré lo que quieras -dijo Lucía convencida de sus palabras. Quizás desde ese momento estaba viendo a su cuñado con otros ojos muy distintos de como lo había visto hasta la fecha.

Blas acercó su verga al culo de su cuñada, presionó en la entrada del ano, no tuvo que esforzarse mucho, ella dilatada y caliente, recibió gustosa la penetración de la polla de su cuñado que entró hasta el fondo sin resistencia. Fue un polvo lento, disfrutando los dos, sintiendo la penetración por ambas partes, haciendo que Lucía deseara ser follada como nunca. No necesitó volverse a tocar, fué la primera vez en su vida que alcanzó el orgasmo sin hacerlo. Un orgasmo largo, prolongado, al que se sumó la corrida de Blas que inundó de leche el ano de Lucía rebosando al sacarla. Es esperma comenzó a deslizarse por los muslos de ella sin que fuese capaz de mover un músculo, Lucía lo seguía disfrutando.

Aquel polvo marcaría un punto de inflexión en la vida de los dos. Las amenazas se habían convertido en deseo, el deseo en placer. Un placer que transformó la cara de Lucía, radiante, plena, feliz, satisfecha, muy satisfecha por primera vez en su vida.

CONTINUARÁ

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MariaRuizRed