Cena de navidad
Los peligros de las cenas de navidad
Es un relato muy adecuado para estas fechas. No voy a decir en las navidades que fueron, pero no es muy lejana en el tiempo. Era una cena de navidad atípica, porque era una cena en la que se acudía con la pareja. Cuando me entere estuve a punto de invitar a una amiga para que me acompañase, porque otros jefes de área me decían casi asustados que si quería promocionar, había que dar una imagen de estabilidad. Al final pase de esa estabilidad que decían y me presente yo solo.
Ya tenía pensando hasta donde sentarme o más bien con quien sentarme, por eso llegue temprano, para estar pendiente de donde se sentaba alguien en concreto y sentarme allí. Ya había bastante gente esperando y había un gran murmullo, ese murmullo bajo de intensidad de pronto, es que venía el SHERIFF y el ayudante del SHERIFF, los dos mandamases y venían con sus respectivas mujeres. Los cuatro tenía cara de acelga, como la alegría de la noche la tuvieran que poner ellos, íbamos arreglados.
Fue cuando me enteré que los jefes de departamento, los de sección y los de dirección, tenían los asientos asignados, el resto como dijo uno de los jefazos, la plebe que se siente como quiera. Vaya noche me esperaba. Que pronto me iba a poner malo. Me toco en la mesa de mi director y me encasquetaron el sitio entre sus dos mujeres. Uno de los camareros al ver que iba solo, se apresuró a quitar el servicio de la mesa y todos nos movimos para estar más anchos, que eran mesas para diez, cuando ocho ya estarían mas que apretados.
Las dos maduritas estaban para chuparse los dedos. Sus maridos me las presentaron y ellas me decían que había tenido mala suerte con la mesa que me había tocado, las sonreí y pregunte el porqué. Ellas decían que me había tocado con los vejestorios y la conversación de los maridos no era nada amena, solo de trabajo y política. Todos se conocían de sobra y yo era como invisible. Las únicas que me hablaban eran las dos mujeres. Las dos estaban entre los 45-50 años, aunque no los aparentaban. Itziar, la mujer del director morena, 1,65, delgada, tetas voluminosas, vestido ajustado y por encima de la rodilla, nada de escote, estaba cerrado en el cuello. Berta mujer del director adjunto, un poco más alta que Itziar, castaña oscuro con reflejos, mas descarada, también buenas tetas y un escote para admirar.
La cena mas aburrida de mi vida. No encajaba con esa gente. Como dijeron las mujeres la conversación de ellos principalmente, política y trabajo. La conversación de ellas era seguir la corriente a las otras dos, que no paraban de hablar de cómo se funcionaba en su juventud y de los desmadres de la gente joven de hoy y me metieron a mi como ejemplo, joven, buen empleo, muy buen puesto de trabajo para mi edad y soltero y sin compromiso. Que era por la falta de querer responsabilidad, por egoísmo, etc. Me pusieron fino, con poco tacto.
La primera que salió en mi defensa fue Berta, diciendo que hacía bien, que ya tendría tiempo e Itziar la apoyo en lo que decía. Se lo agradecí pero quite importancia a lo que decían y cuando les dije que me daba igual lo que dijesen las otras dos se ofendieron y ya no me hablaron el resto de la noche. Nos dedicamos a hablar Itziar, Berta y yo. La conversación era entretenida y en cuanto nos cogimos un poco más de confianza, Itziar me dijo, “Seguro que alguna jovencita te estará esperando y tu aquí aguantando con mujeres ya mayores” le conteste que no había ninguna jovencita esperando y entonces me dijo, “Lo mismo es que no te gustan las mujeres, que hoy en día no se sabe” mi respuesta fue, “No, si las mujeres me gustan, lo que pasa que me van las que son mayores que yo”
Itziar siguio con su interrogatorio, el cual lo hacía casi entre susurros, para que nada mas nos enteramos los tres, “Así que te gustan mayores, ¿de qué edad, mas o menos?” y con una sonrisa cínica les dije, “Pues así como de vuestra edad” aquí intervino berta, que con cachondeo le decía a su amiga, “Itziar, lo mismo hasta podríamos tener posibilidades, aquí con el jovencito, jejeje” y su amiga le dijo, “Pues no sé por qué no, ¿Por qué te ríes? Lo mismo seriamos de su gusto, que todavía estamos de buen ver. ¿Tú que dices Pelayo?” con sinceridad. “Pues que están muy buenas de salud” se echaron a reír. Luego me dijeron que después de cenar se irían a bailar, que me fuera con ellas, que los palizas de sus maridos eran muy aburridos. No respondí ni sí ni no, me limite a estar callado.
Me vi envuelto en una minicrisis entre ambos matrimonios, ellos querían ir al casino al acabar y ellas a bailar. Ellos al final dijeron que se fueran a bailar y cuando se aburrieran que les llamaran y fue cuando me volvieron a invitar a ir con ellas, no me decidí a decir nada, cuando el marido de Itziar, mi jefe directo, me dijo, “Si Pelayo vaya con ellas, que nos quedamos más tranquilos, no es obligatorio, pero se lo agradecería” dije que estaba bien que iría. Ahí me encontraba yo, con dos estupendas mujeres, esposas de mis dos jefes directos y que me ponían cachondo. Iríamos a bailar y no sería mucho tiempo seguro. Finalizo la cena, empezó a escampar todo el mundo y nosotros nos fuimos, al haber bebido, cogimos un taxi después de haberse despedido de sus maridos. Ellas se sentaron detrás y le dieron la dirección al taxista, no tenía ni idea a donde íbamos. El taxista si lo debía de saber, porque me miro como diciéndome, donde te vas a meter pollito.
Una vez entre en la discoteca lo entendí, sin contarme yo, las más jóvenes eran ellas. Luego mirándolo bien, el sitio estaba muy bien, la música algo pasada pero tampoco era mala. Nos pusimos cerca de la zona de baile y desde el principio nos pusimos a bailar. Un poco pachanguera la música pero entretenido. Sin esperarlo pusieron salsa y ahí me desmadre un poco, bastantes roces, tocamientos casi involuntarios y lo mejor que ellas me seguían el rollo y buenos restregones se dieron con mi rabo. Pusieron música lenta y baile con las dos y las dos pudieron notar el empalme de mi rabo, porque no se cortaban a la hora de apretarse. Tenía claro que ninguna de las dos era una santa y tampoco tenían pinta de ser unas calientapollas. Hubo un momento que parecía por parte de ellas una competición.
Fui al aseo y al volver las vi enfrascadas en una conversación, donde se las veía bastante eufóricas al hablar, cuando llegué cortaron la conversación, cambiando de temas y lo hicieron muy mal, se notó mucho. Berta sin venir a cuento me pregunto, “Bueno Pelayo, ¿Qué piensas de nosotras? Y se sinceró” , las mire y les dije, “Siempre soy sincero, lo digo porque antes me habéis dicho lo de ser sincero. Pues que si no me equivoco, vuestros maridos tienen más cuernos que un saco de caracoles, lo que no se, si con conocimiento o desconocimiento” , por sus caras no esperaban esa respuesta, de pronto se echaron a reír y las dos a la vez me preguntaron, “Por qué dices eso?” , mi respuesta no dejo dudas en nada, “Porque estáis de puta madre las dos y no es normal que dos mujeres así, las dejen por irse al casino, no sería razonable, salvo que os dejen ir de caza”
Itziar un poco seria dijo, “No sé porque has llegado a esas conclusiones, pero en el caso de que fuera así, a cual elegirías de las dos y no vale decir que a cualquiera de las dos, es por curiosidad, ¿verdad que si Berta?” , Berta afirmo con la cabeza y se me quedaron mirando las dos, esperando mi respuesta. No sabía exactamente como contestar así que diría lo que pensaba sin más, “Está bien, no diré que a cualquiera de las dos, lo que si diré que a las dos a la vez, seria sensacional, ¿No os parece?” Berta se puso a reír con una sonrisa nerviosa, “Jijijiji, tú crees que podrías con dos mujeres como nosotras, que valiente eres y que atrevido, tirándole los tejos a las mujeres de tus dos superiores, eso no está nada bien” volvió a reírse y miraba a su amiga. Tomo el relevo Itziar, “Pelayo, creo que has ido más allá de lo recomendable. Somos mujeres casadas, esposas de tus jefes, de verdad, ¿tú crees que nos iríamos a un hotel contigo, corriendo el riesgo de habladurías. En algún momento te has confundido, ¿no crees?”
Las dos zorras me habían puesto a tono y ahora se querían cachondear de mí y con esas palabras que me decían me querían amedrentar, si había metido la pata, ya nada podía hacer, exceptuando meterla un poco mas y por eso en tono subido les respondí, “No sé si podría con vosotras dos, es cuestión de probarlo, pero no me asustáis. Podemos ir a una de vuestras casas o a la mía, no tengo problema y no me he confundido, sois dos buenas perras y si me he confundido, me lo decís que no pierdo el tiempo con vosotras y la noche es larga para mí, voy a los servicios, decidir mientras que hacéis” No esperaron esa contestación, las deje solas y fui a los servicios, aunque no tenía ganas. Pensaba que ellas querían que me decidiera por una y la otra se iría, creo que esa era su indecisión.
Iba de camino a donde estaban ellas, no hablaban, estaban mirando hacia la zona de baile. No sé qué querría decir eso, porque esperaba pillarlas hablando. Antes de sentarme se pusieron de pies y Berta dijo que solo tenían una hora y media. Me dijeron que íbamos a mi casa y fuimos para allí sin perder ni un segundo más. Entramos en mi casa berta me pregunto dónde estaba el aseo, se lo indique y me dijo que le pusiera una copa, de lo que fuera, que no tenía prejuicios. Itziar y yo pasamos al salón, le serví una copa y la note cortada o por lo menos indefensa sin su amiga. Puse música a un volumen discreto y mientras Itziar cotilleaba todo lo que había en el salón, para al final preguntarme si lo había decorado yo, cuando se lo confirme, me dijo que tenía mucho gusto. Berta entro pidiendo su copa, agarro el vaso y le metió un buen sorbo. Itziar se disculpó y se fue al aseo.
Berta se veía mas lanzada. Se acerco a mí y nos besamos, le dije que veía a Itziar bastante cortada y ella riéndose me dijo que no la conocía. Me dijo que su amiga era un putón con todas las letras, creía que estaba exagerando. Estábamos metiéndonos mano y no nos enteramos de que Itziar ya está allí, no la habíamos oído. Nos dimos cuenta cuando la oímos decir, “¿Todavía estáis así? Vamos no perdamos tiempo que no lo tenemos” y estaba desnuda, solo llevaba los zapatos altos. Era espectacular, delgada, nada de tripa, unas tetas tremendas y aunque le colgaban algo, eran para comérselas sin descanso. Las lleve a mi habitación, la cama estaba sin hacer, no me había dado tiempo y ellas se rieron diciendo, que la íbamos a deshacer mas ahora.
No tarde nada en quedarme en pelotas. Itziar que fue la primera en verme porque estaba de frente a ella, que ya estaba tumbada en la cama exclamo, “GUUUAAAUUUU Berta, esto empieza bien, menuda boa tiene Don Pelayo, porque con eso es DON” , se acercó a mí y no se lo pensó, empezó a lamer mi rabo, pasaba la lengua desde el capullo hasta los huevos, paraba y decía, “Que festín nos vamos a dar y tan depiladito como yo” se empezó a meter el rabo en la boca, le costaba, pero pronto se hizo a él. Berta se acercó a nosotros y estaba increíble también, las tetas eran un poquito menso grandes, solo un poquito, la diferencia mas visual, los pezones, negros, grandes y puntiagudos. Se agacho, quito a su amiga, limpio la saliva con la mano y luego se puso a hacerme una mamada, entre ellas no se hacían nada. Se intercambiaban y siempre que lo hacían, las dos repetían lo mismo, limpiaban la saliva de la anterior.
Puse una mano detrás de cada cabeza y las hice acercarse las dos a mi rabo. Lo entendieron y aunque se veía que no les hacía mucha gracia, cada una saco su lengua y me lamian un lado del rabo. Poco a poco el ambiente se iba poniendo mas caldeado, hice que pararan y las tumbe en la cama, una al lado de la otra. Me puse a comerlas el coño, pasaba de una a otra. Ellas seguían igual, ni se rozaban. Veía mas predispuesta a Berta, Itziar se contenía mas y estaba más pendiente de no rozarse con su amiga. Mis dedos entraban en su coño como si fuera mantequilla, estaban muy lubricadas. Me levante abrí el cajón de la mesa de noche y saque un condón, me lo puse y agarre los tobillos de Itziar y tire de ellos hacia mí. Casi hasta sacarla de la cama, pero sin hacerlo.
Hice que se girara, que se pusiera como una perra y lo hizo, quedando entre las piernas de su amiga, exactamente, entre los pies y las rodillas. Había prisa, no me anduve con tonterías. Yo estaba de pie, su coño a punto, coloque mi rabo y de una estocada le metí todo el rabo, “AAUUUUHHHHH, animal, que bruto, pero sigue, sigue” empecé con movimientos profundos y fuertes, movimientos lentos. Cada arremetida que le daba, la acercaba mas a los muslos de Berta, que me miraba con cierta incertidumbre pero con deseo. De tener la piernas medio cerradas, paso a ir abriéndolas poco a poco hasta dejarlas bastante abiertas. Se había empezado a tocar ella sola, Itziar cuando vio cómo se tocaba, alzo un poco su cabeza y la miraba.
No podía ver su cara, me hubiera gustado ver su expresión, aunque tampoco hacía mucha falta, porque berta la miraba a ella, había mucha provocación en esa mirada y si Itziar seguía mirando, quería decir que no le era indiferente. Por eso empecé a follar con más rapidez y más fuerza, pero Itziar fue mas lista, en uno de esos empujones fuertes, sus brazos flaquearon y cayó encima de berta, lo hizo de tal manera que no cayo entre sus piernas, la tía lo evito hábilmente. Su cabeza estaba pegada entre las dos tetas de su amiga, mientras recibia mis empujones, le agarre del pelo, le levante un poco la cabeza y de forma autoritaria le dije que se comiera las tetas de Berta y la empuje hacia sus pezones, Berta la miraba y no dijo nada.
Al final y después de endurecer mi postura, Itziar se metió uno de los pezones en su boca, empecé a follarla más despacio para que pudiera hacerlo mejor. Berta suspiraba profundo, agarraba con una de sus manos la sabana y sus ojos estaban cerrados, los abrió me miro y se mordió los labio, se pasaba la lengua por los labios y al final, empezó a acariciar la cabeza de su amiga, en ese momento solté su pelo y no se quitó. Es más ahora lamia y succionaba con mucha pasión las dos tetas de su amiga. Ya estaba poniendo toda la carne en el asador. Agarre sus caderas y en un momento inesperado para ella, di un pequeño tirón hacia atrás, un tirón seco. Sin quererlo soltó las tetas de su amiga y quedo más cerca de su coño.
Repetí la misma jugada y esta vez se hizo de rogar menos, Berta mas que gemidos gritaba como si estuvieran de matanza. Se le corto el rollo cuando uno de sus teléfonos, que estaban sobre las mesas de noche sonó. Berta dio un giro brusco y cogió el móvil. “SILENCIO” y se puso a hablar, lo que nosotros oímos mientras me seguía follando a Itziar, “Si, Si. Pues no es el sitio exacto, nos ha traído Pelayo. Si, Si, si ya nos estaba pagando para irnos, no, no hace falta que vengáis por muestras, en nada estamos en casa”
Berta se levantó y se puso a vestirse a toda mecha. Itziar y yo seguíamos follando como si nada fuera con nosotros. Berta no nos decía nada más que daros prisa, que nos están esperando. Itziar se acabó corriendo antes que yo y la muy cabrona, una vez que se corrió me dijo que lo sentía, se puso a vestirse a toda prisa y allí estaba en pelotas entre dos hembras estupendas, que se iban a ir y me iban a dejar a medias. Berta con ojos de incredulidad, “¿Qué haces? ¿A qué esperas? Vístete que nos tienes que acompañar, que si no, nuestros maridos se mosquearan, venga date prisa” , a vestirse tocaba. Me costó hasta abrochar los pantalones del empalme que llevaba y eso ocasiono que se descojonaran de risa y me avisaran de que ya se me podía bajar, que hasta un ciego lo vería.
Íbamos en el taxi, primera dirección la casa de Itziar y mientras nos llevaban, las dos iban calladas no como en el otro trayecto, me gire para mirarlas y Berta escribía algo en el móvil e Itziar, estaba con la mirada pensativa. Cuando enfilamos su calle vimos que su marido estaba esperando. Me baje le salude y salió ella, dando un beso en la mejilla a su marido y decía que estaba molida de tanto bailar. El marido con un estrechamiento de mano, acabo con un gracias y saludo a berta que no salió del coche. Esta vez me senté detrás y Berta dejaba ver descaradamente su muslamen, pero sin hacerme caso, pasando de mí. Por lo que no entablamos conversación. La hipótesis de que los maridos fueran cornudos conscientes la deseche y si me quede por un comentario que me venía a la cabeza por parte de Itziar, que para ellas no era la primera vez, que se daban coartada una a la otra, pero nunca juntas.
Berta interrumpió su silencio para decirle al taxista, pare junto al banco y luego dijo, donde esta ese hombre. Mire y era Don Mario, el marido. Avise otra vez al taxista que no parase el taxímetro, nos bajamos y extendí la mano, como hice con el marido de Itziar, como saludo-despedida. Me lleve un cortazo cuando me dijo sin opción a nada, “Pelayo, paga el taxi y subes a tomar la ultima, venga vamos” cogió de la mano a su mujer y se fueron para el portal. Pague el taxi y él estaba esperándome para que la puerta del portal no se cerrara. Su mujer había ido ya para el ascensor. Berta estaba un poco recostada sobre el espejo del ascensor, con pinta de pedir marcha. En un descuido del marido, berta llevo la mano a mi rabo y bien que me lo toco y apretó.
Entramos en su casa, una casa que llamaba la atención. Berta iba delante, meneando el culo con un punto llamativo, encendió las luces, le dijo a su marido que sirviera algo de beber y que la disculpásemos que iba a ponerse cómoda y a darse un agua. Nos sentamos e inicio la conversación Don Mario.
- ¿Qué tal la noche con estas dos? Porque son muy marchosas.
- Si, si lo son, bueno seguro que mejor que usted no lo sabe nadie. Que para eso Dña. Berta es su esposa.
- Pero Pelayo, estamos de relax, no me trates de usted, por favor.
- Pues sí, no paran de bailar. Son incansables y tu mujer baila muy bien.
Hablamos de estupideces, porque no se puede decir otra cosa. También del trabajo, donde me enteré que tanto el director como el estaban locos, porque les dieran una prejubilación de la que estaban dando a muchos jefes, que por lo que conto era un pelotazo. Empezó a decirme que los jóvenes veníamos muy preparados y empujando, que ellos estaban un poco desfasados, etc. estaba deseando que apareciese la mujer para dar las buenas noches y desaparecer y la tía ya estaba tardando. Otra vez me pillo su entrada de improviso, porque la puerta estaba a mi espalda. Ismael, “ya era hora, empezaba a pensar que te habías dormido” , Berta decía que era un exagerado y al verla casi se me cae el vaso de la mano. Iba prácticamente desnuda, porque llevaba un salto de cama negro trasparente, cubierto con un bata abierta que llegaba hasta el suelo y también trasparentes. Podía ver sus tetas sin sujetador, esos pezones puntiagudos marcándose y una braga que no tapaba, ni el matojillo de pelos que tenía en su pubis.
Mario se reía sin parar diciendo que se me había quedado cara de tonto y era verdad. Berta se sentó junto a mí, me explico con detalle lo que pasaba, aunque estaba bastante claro. “No te asustes, mi marido y yo tenemos una relación muy particular. Sabe de mis escapadas y también las de Itziar, entre los dos la taparnos para que su marido no la pille” y su marido quiso apuntillar algo, “Todo ha sido idea mía, ojo, lo de ahora. Es que por whatsapp me iba contando algunas cosas, espera te leo lo más interesante, -Que rico que esta y menudo tramo que tiene, si lo ves te caería la baba, pero Itziar si lo ha probado y yo me he quedado pintando monas, a que no te parece justo, este si sacaría de mi todo, no me importaría que nos vieras, así no tendría que contártelo como siempre- es para que veas lo puta que es” , una buena pareja, tal para cual.
Itziar mientras me acariciaba por encima del pantalón le iba narrando a su marido lo que había ocurrido, “es el mismo demonio y no solo por su cola, ha hecho que Itziar me comiera mi conejito y la muy cerda me lo ha comido y también mis tetas. Como me han puesto los dos y me han dejado a medias, me quería correr en la boca de Itziar, que no me ha disgustado nada, nada, nada, que me lo hiciera, para ser mi primera vez con otra mujer no ha estado mal y menos con este bicho, que además es un sátiro, aunque no ha podido dominarnos por la puta llamada” , también la acariciaba yo y sus piernas estaban bien abiertas, una de ellas por encima de una de las mías, dejando una vista total de su coño a su marido.
Se levanto, estaba chorreando, se puso de espaldas a su marido, se quitó la bata, sin doblar las rodillas se puso a desnudarme, el marido tenía un buen espectáculo con el culo de su mujer, hasta que me di cuenta de que lo que hacía también, era no dejar que me viera hasta que ella no quisiera. La ayude un poco y no tarde en estar desnudo y bien empalmado. Ahora si se agacho sin dejar de taparme lo que ella quería. Se puso a comerme el rabo y poco a poco se fue girando hasta quedarse de lado y así su marido podría verla. Subía y bajaba su mano en mi rabo y tenía una parte dentro de su boca. Mario ahora si se sacó su rabo, un tamaño normal pero bien empalmado. A Berta no hacía falta decirla nada y a su marido tampoco, tenían toda la complicada habida y por haber. Siguio pajeándome suavemente y miro a su marido, “has visto como no te he engañado, has visto que tranco que tiene, a que te gusta, cornudo” Mario y ella se miraban, mientras Berta bajaba mucho la mano para que el capullo se viera bien, el suspiraba y le decía que si con la cabeza y con la mirada de salido que tenía.
Esa mirada me decía que si nunca se había comido un rabo, estaba loco por hacerlo, solo faltaba una excusa, lo veía en su cara. Berta lo echaba todo mamándome el rabo, para que su marido la viera, porque mientras mamaba miraba a su marido y este a ella. Mario se despojó de todas sus ropas y desnudo se acercó a su mujer, Berta que estaba agachada, se movió para darle el culo a su marido y este la empezó a tocar. “Que puta que eres, siempre creí que si se daba esta situación, de estar presente te cortarías, pero ya veo que eres muy puta” , sonriendo a su marido y con voz irónica, “Cuando le vi el tranco esta noche, sabía que te gustaría verme jugar con él, que sería mejor que cuando te lo cuento, cornudo mío” , Mario se agacho y se puso a comerle el culo, el coño y todo lo que pillaba.
Mario ocupado como estaba ya no decía nada y ella ahora si me miraba llena de pasión, me decía algo gesticulando con los labios y no la lograba entender. Sus gemidos habían aumentado mucho. Se puso de pie, el marido quedo sentado en el suelo, me pidió que me pusiera un gorrito (condón) y me cabree, porque como no pensaba que nada de eso podía ocurrir, pues no llevaba. Miro seria a su marido y le dijo que fuera a ver si quedaba alguno. Al quedarnos solos, me confió que no le hacía falta, pero tenían porque a su marido le gustaba darle por detrás y lo hacía siempre protegido. Mario traía una caja en su mano de una marca muy conocida. Se lo quiso dar a su mujer y esta le miro diciéndole, “De que vas, sabes que a mí se me da muy mal ponerlos y no querrás que Pelayo suelte mis tetas para colocárselo, ya sabes lo que te toca, no decías siempre que te gustaría ser bien cornudo pues así se empieza, ¿verdad Pelayo?” y ella que estaba sentada sobre mis piernas, dándome la espalda y yo acariciando sus tetas solo me toco decir, “Verdad, verdadera”
Berta era muy puta, le estaba gustando ese momento demasiado, sus pezones estaban a punto de estallar. No podía ver a Mario, pero si sentir un par de manos nerviosas. Aunque mas bien eran dedos, la primera vez les ocurría eso. La diferencia es que no tenía que decir nada, su mujer estaba muy animada, “Vaya, vaya, Mario. Quieres agárralo bien, vamos a que esperas, si lo estas deseando, dale un par de lametadas” fue notar una lengua por mi rabo, Berta dejaba caer si espalda sobre mi pecho y decía en voz alta, “Mario, que cachonda me estas poniendo, me estas poniendo muy guarra” y cuando estaba chorreando a tope, que mis dedos estaban empapados, se movió y metiéndole prisa a su marido hizo que me colocara el condón y se rio porque me quedaba pequeño. No se lo pensó mas, se colocó el rabo de cara a su marido que seguía en el suelo sentado.
Si se lo hubiera metido de una vez hubiera entrado sin problemas, lo quiso hacer despacio, se lo estaba dedicando a su marido. Una vez estaba el rabo dentro, Berta soltó, “ves cornudo, este si me llena y esta echo a mi medida, es mi horma” y hacia un movimiento de subida y bajada, le dijo a su marido que participase también que no se quedase parado y este se puso a comerle el clítoris. Ella era muy habladora, “Aaahhh, me matáis de gusto. Pelayo que cabrón que eres, follándote a la mujer de tu jefe y tu jefe como un puto perrito en el suelo, que cabrón” y apretándole bien sus pezones hasta sacarle algún quejido le decía, “Tu sí que eres puta, dejándote follar por mí, delante del cornudo de tu marido y hace un rato dejándote comer el coño por tu amiga, sí que eres puta” , cada vez estaba “peor” le costaba hablar, hizo un esfuerzo para decirme, “Si, si y me gusto, menuda zorra esta echa Itziar, menudos melones tan apetitosos, nos la tenemos que follar, pero aquí en mi casa, estando su marido y que no se entere, joder como me pongo solo de pensarlo” se corrió hablando.
Se quito de encima, el condón según se salió, cayó al suelo. Se agacho y empezó con una nueva mamada, su marido que tenía todo el contorno de la boca mojada, la miraba con deseo. Berta lo provocaba con la forma de mamar mi rabo. Yo ya estaba a punto y le di un suave toque en la cabeza para que supiera que estaba a punto, se quitó me sonrió y me sentí un poco defraudado, porque quería correrme en su boca. Miro a su marido mientras me pajeaba con suavidad, “Aprende como se acaba una buena mamada, porque la siguiente vez tendrás que hacerlo tú” se metió el rabo hasta el fondo y de forma bestial me lo mamo, hasta que mi corrida se oyó en todo el edificio. Me succiono a tope y luego morreo a su marido, que aunque se veía que no se lo esperaba, no puso ningún reparo.
El morreo les llevo a tumbarse en el suelo y pocas veces he visto tanta pasión en un matrimonio, mi intención era seguir la noche, lo que pasa que al verlos de esa manera, que era como si estuvieran solos, me cortaba. Recogí mi ropa, me vestí con tranquilidad y ellos seguían en su guerra, ni me despedí, salí sin interrumpir nada.