Cena con Marina y gran sorpresa.

Después de la sesión del viernes 19, sesión inacabada, llega el sábado 20 y tiene que ser un buen remate de este fin de semana.

La noche del viernes quedó incompleta y ya era sábado, había dormido poco pero me había sentado muy bien, mi cabeza está super despejada después de un ligero desayuno quise ir a correr un poco al Turia, quería hacer una sesión doble. Sería una carrera mañanera y esperaba no cruzarme con mucha gente. Llevaba un buen ritmo y de pronto me fijé en una mujer que llevaba unas mallas grises con unas franjas naranjas. La reconocí al instante, un culito así no se olvida.

No la conocía de nada, me refiero a que no había entablado con ella ningún tipo de conversación ni nada parecido, pero si me la había encontrado muchas veces. Para mí era la mujer de las mallas, porque debía tener un armario repleto de ellas, porque siempre que la veía llevaba una de un color. Aunque tenían todas algo en común, le estaban super ajustadas y le recogían muy bien el culito, marcándole una forma bellísima.

Mi intención era hacerme unos dieciocho kilómetros y a ese ritmo detrás de ella iba a ser imposible, me mataba ir a ese ritmo, pero es que me encantaba verla después de mucho tiempo sin verla. Al final decidí adelantarla y continuar con mi ritmo habitual. No me lo pensé más y acelere mi carrera, la pase y como a unos quinientos metros o un poco más, me quedé clavado con un dolor intenso en el muslo, trate de continuar pero tuve que pararme.

Justo al llegar la mujer de las mallas, se paró y me dijo con cierta solemnidad… “Tiene toda la pinta de una distensión de los isquiotibiales, si no una rotura, que no creo” , sabía a lo que se refería aunque por lo que veía no tan bien como ella y quise dar un momento de cierto humor… “¿Es que eres adivina o…?” deja la frase sin acabar y con una sonrisa que le hacía la cara graciosa y agradable, me respondió… “No que va, nada de adivina, fisioterapeuta, ¿Como lo has sentido?” le dije que había sido al esprintar y fue un dolor repentino pero muy agudo. Me pregunto si me importaba, señalando al muslo y lo palpó con sus manos. Después de hacer una valoración in situ, me dijo…

- Sería bueno que acudieras a mi clínica. Te podría hacer una mejor valoración, pero no parece que sea una lesión importante.

- Ni sé tu nombre y me sería imposible acudir a que me trates tu. De todas maneras mi madre siempre me decía que no me fuera con mujeres extrañas.

- Jajaja… que tío con más cara, estas rabiando de dolor aunque lo disimules y me estas vacilando.

- Ahora en serio no se ni tu nombre y me sería imposible ir a tu clínica. A todo esto me llamo Carlos.

- Vale, me llamo Aitana y ahora… ¿Por qué no puedes venir a mi clínica?

- Porque no podrías venir a comer, cenar o tomar algo conmigo.

- Jajaja… lo dicho, que jeta que tienes. Me estas entrando con todo, sin cortarte. No sé qué diría mi pareja de esto.

- Ni lo sé ni me interesa.

- Pues va a ser que no vamos a quedar a tomar nada, aunque da igual que fueras mi paciente, eso no me impediría hacerlo, pero soy muy feliz como estoy y nunca he sido infiel a mi pareja.

- Entonces me vas a romper el corazón.

- Jajaja… si quieres te puedo ver ahora en mi clínica, bueno en un rato.

- Mejor si te parece para el lunes, porque no me vayas a dejar fuera de juego que esta noche tengo una cena ineludible.

- Pues sería mejor que tuvieras mucho reposo y que te pusieras algún gel frío. Te doy la dirección de la clínica.

- No tengo donde apuntarlo.

- ¿No llevas un móvil?

- Pues no.

- Que raro que eres.

- Te doy mi número y me llamas si no te importa.

- Solo una pregunta… ¿Cómo no sales con el móvil por si te pasa algo o te llaman con alguna urgencia?

Me encogí de hombros, sin dar una respuesta y fui despacio hasta mi casa. Que por cierto tardé bastante, porque según se enfriaba la pierna, el muslo dolía cada vez más. Me duche nada más llegar y luego me puse una pomada que tengo para ese tipo de lesiones. Me senté un rato y relaje la pierna, a la media hora ya no sentía casi dolor. Fui por el móvil y tenía varias llamadas, había tres llamadas de un número que no conocía y antes de salir, ese número apareció en mi pantalla… “Es increíble, ni me sale whatsapp ni tienes buzón de voz, es la primera vez que me ocurre” me dio los datos y le pregunté si a las nueve de la mañana tenía un hueco y me dijo que había mirado la agenda, o era a las ocho o ya para otro día. Quedamos a las ocho.

A excepción de la carrera, ese día pensaba haberlo tomado con calma, pero esa lesión me había fastidiado. Me acerque a la nueva casa yo solo. Quería echar un vistazo sin nadie mirando por encima de mi hombro. Ya estaba todo, quedaban pequeños retoques que los tenían marcados trozos de cinta adhesiva de color azul.

Después de una comida muy sana, me preparé un buen café, me puse a leer un libro y algo extraño en mí, me quedé dormido. No fue mucho, pero si algo muy reparador. Me puse a ver las series que había en la televisión y vi que había nuevos capítulos de una que sigo con avidez. Vi algún capítulo y dejé uno a medias, en lo más interesante porque me tenía que arreglar para ir a la cena.

Mientras me duchaba y me terminaba de arreglar, pensaba en Marina e Ignacio, como estarían hoy, que habrían hablado y que pasaría esta noche. Esta situación en concreto no se me había dado. Cenar con la mujer sola después de lo sucedido en la noche anterior, siendo la primera vez. Podía ser que ella, tratara de reconducir lo sucedido, querer estar como si no hubiera pasado nada, venir en plan fiera o esperar a ver como actuaba yo, me encontraba preparado para todo.

Como siempre que quedo con alguien, sea para lo que sea, llego puntual al encuentro. A las nueve menos diez estoy junto a la puerta de su casa, aparcado en doble fila. Veo que se abre su portal y es ella, miro el reloj y son las 21:03, me gusta, ha sido puntual. Salgo de mi coche para saludarla y abrirle la puerta, la pierna me da un pinchazo, de paso miro de reojo hacia arriba y veo asomado a Ignacio. Nos damos dos besos igual de sensuales como el saludo de la noche anterior, abro su puerta y ya me voy hacia la mía.

No viene tan sugestiva como la noche anterior. Lleva un vestido de color gris, ajustado, parecía que era de una tela elástica, tenía brillos metálicos y con los hombros sin tapar. Le quedaba muy bien, no vestía de forma exagerada provocando, era un vestido que le marcaba todo a la perfección y ya con eso solo, la hacía muy atractiva y deseable. Cuando me senté en el mi asiento alucine, porque el vestido tenía una abertura que le llegaba casi a la cadera, dejando al descubierto un muslo entero y parte de la zona central. Mi polla se alteró, eso era señal de que me gustaba el modelo.

Menos nerviosa que el día anterior, pero algo nerviosa. Lo primero que quise saber, era porque no había querido que su marido viniera a cenar. Solo me dijo que era una sorpresa. Ya no tenía que hacer especulaciones, no estaba arrepentida ni nada parecido, quería continuar lo de anoche. Conseguí que en el restaurante nos pusieran a distancia del resto de las mesas, no solo por poder hablar con comodidad, qué era lo de menos. No me gustaba estar muy cerca de la gente por lo del COVID-19.

Le dije lo bella que se la veía y no era mentiras, estaba espectacular. Su nerviosismo no se debía a lo que había sucedido y lo que iba a suceder, su nerviosismo se debía a que alguien la viera sola conmigo, fue clara y me lo dijo. Poco a poco fue dominando ese nerviosismo y ella inició la conversación, de forma clara, directa y sin tapujos.

- Tengo muchas cosas que preguntarte, porque me tienes intrigada y con mucha curiosidad. ¿Te importa que te pregunte?

- En absoluto, pero esto es un toma y daca.

- Me parece justo. Pues empiezo… ¿Por qué sabías que en el concierto no iba a montar el escándalo? ¿Por qué estabas tan seguro de que iba a aceptar lo de invitarte a cenar?

- Jajaja… Ni lo sabía ni estaba seguro. Pero es preferible que te den un corte y no quedarte con las ganas de saber si se podía o no. Aunque si lo hice, también fue porque percibía que no te era desagradable.

- Lo tuyo es tener mucha cara, jajaja… y otra pregunta, que es la que me tiene intrigadísima, ¿Cómo sabías que iba a aceptar tu regalo y ponérmelo?

- Por varias cosas, la primera porque me habías invitado a “cenar” sabiendo lo que era la cena, segundo porque eres una mujer que cuando toma sus decisiones las llevas a término y la tercera, que desde que te vi, supe que eres una mujer caliente por decirlo suave.

- ¿Solo eso?

- También que en tu matrimonio y supongo que con el resto de tu familia, por tu carácter eres la que mandas y hace falta alguien que te dome, en el buen sentido.

- Jajaja… y tú crees que eres ese alguien.

- Seguro que si y si estuviéramos en mi casa, te lo demostraría.

- Cuánto miedo, será cuestión de no ir a tu casa.

- Ya me lo pedirás. Sola o en compañía y ahora me toca a mí preguntar algo… ¿Cómo os fue cuando me fui? Ojo, solo si bien o mal, no es que quiera saber más intimidades de las necesarias.

- Tranquilo después de lo de anoche, puedes saber todo. Si piensas si follamos, pues no, tuvimos una charla sincera y despejando todo tipo de dudas.

- Como viste lo de anoche.

- No sé ni por dónde empezar. Me puso muy hot… ver a mi marido tan sumiso, ni me lo imaginaba. Luego cuando me lamió el pecho ya sabes cómo, con todo lo que echaste, que por cierto nos dejó alucinados a los dos. Tampoco lo imaginaba. Otra cosa super hot… cuando lo hicimos por detrás, eres un auténtico fenómeno extraño. Jajaja… lo digo por lo bien que lo haces a pesar del ya sabes “tamaño” y me gustaría saber el truco o lo que sea, para que esté tan caliente, que eso hace sentir en otra dimensión lo hagas por donde lo hagas.

- Tu marido seguro que siempre ha sido así, lo que pasa que ha querido que se sepa ahora. Y de lo otro no hay ningún truco, siempre ha sido de esa manera, porque está más caliente… imagino que no seré el único.

- No me digas eso, seguro que algo hay… como tu final donde tu ya sabes, que me “bañaste” eso no es normal e Ignacio está de acuerdo conmigo. Él dice que ni en dos meses echa el eso, jajaja…

- Y de todo lo que me has dicho… ¿Ha que conclusión has llegado?

- Ah… lo verás esta noche. Que por lo visto dentro de mí tenía mucho guardado.

- Poco.

- Ahora me dirás que tu si lo sabes.

- Pues claro, que te gusta ser muy puta, que eres muy cachonda y al soltarte la correa, vas a tomar tú el mando en vuestra relación.

- Jajaja… casi, casi. Lo que no voy a hacer es irme con unos y otros, que nunca se sabe que puede suceder o que te pueden pegar. Pero si voy a llevar el mando, eso sí y ya he empezado.

Y dejamos ese tema con una última pregunta de ella, que no sabía cómo actuar cuando nos encontráramos trabajando y mi respuesta fue muy sencilla… “Es cuestión de saber separar lo festivo de lo profesional y que es un divertimento entre adultos, teniendo meridianamente claro que ninguno tenemos más obligaciones de las necesarias con el otro. No confundir sentimientos ni nada” , ella estuvo de acuerdo y me dijo que entendía lo que quería decirle, pues para mí era perfecto.

Después de cenar quise ir a tomar una copa y ella me dijo que mejor en su casa, que así vería su sorpresa y que esperaba que no me asustara ni escandalizara. Ahora si me había picado la curiosidad. Camino de su casa fui metiéndole mano a Marina. Su coñito estaba super mojado. Porque su braguita estaba muy mojada. En un semáforo, se suelta el cinturón y se incorpora para darme un morreo bestial, hasta que el de atrás hizo sonar el claxon. Me dice que meta el coche dentro de su garaje y me dice donde aparcar. No son todavía las doce de la noche.

Una vez aparcamos y bajamos del coche. No me espero y nos besamos, nos metemos mano y me dice que él pone muy cachonda que la puedan pillar, que nunca había hecho nada igual. Le doy la vuelta, la apoyo sobre el coche y de dos tirones me quedo con una minúscula braguita en mi mano. Desabrocho mi pantalón y saco mi polla, lo siguiente fue clavársela hasta el fondo. De su boca además de gemidos solo le salía… “Joder, joder, joder, joder… me muero, sigue, no pares… me matas” y mis embestidas movían hasta el coche. Ahora me pedía que no parara que estaba a punto de llegar y como no podía ser de otra manera me paré.

Resoplaba, se colocaba su pelo y me decía que no podía estar más cachonda. Nos metimos en el ascensor y fuimos morreándonos hasta que este se paró. Salimos y abrió la puerta de su casa. Estaba en completo silencio y no se oía nada ni a nadie. Solo la luz del salón estaba encendida pero nadie estaba allí. Nos empezamos a morrear y mientras lo hacíamos pensé que íbamos a estar solos, siendo esa la sorpresa, pero no entendía lo de que no me asustara… Me desabrocha el pantalón y acariciaba mi polla, que todavía estaba algo húmeda de ella.

Paramos y me dice que espere. Deja caer su vestido al suelo, fueron unos segundos. Se quedó en una ropa interior bellísima, la hacía muy atractiva. Sujetador sin tirantes que se quitó de inmediato y solo quedo con sus zapatos de tacones altísimos, sus medias y su liguero. Me desnude y ella me agarraba la polla diciéndome… “Es que me tiene enamorada, que bonita que es y cómo me pone verla con esas venas tan hinchadas…” , nos volvemos a morrear, se da la vuelta y veo mejor que nunca su culito, me mira y me dice… “Desde ayer es solo tuyo, te lo juro. Pero ahora quiero que veas mi sorpresa, nuestra sorpresa, porque para mí también lo será” no entiendo nada y tampoco sé lo que va a suceder.

Me sonríe y me decía que solo esperaba que me gustara. “Te quiero presentar a alguien… NACHA VEN AQUÍ INMEDIATAMENTE” lo dijo con voz firme y enérgica. Aparece Ignacio con un body trasparente de color blanco. Le quedaba perfecto. Su polla metida entre las piernas, porque no se le veía. Llevaba medias y tacones. Le costaba andar y no nos dice nada más que… “Buenas noches señores” y que Marina la mira con un brillo especial en los ojos, yo me limito a decirle… “Te queda muy bien” y entendí lo que me había dicho Marina.

Marina había dicho que no podía estar más cachonda y decidí que lo iba a estar más. Nos sentamos y Marina quería comerme la polla y no la deje, hice que se sentara junto a mí, lo hizo y se puso a acariciarme la polla. Entonces le dije a el que se acercara y le ordene que probara como sabe su mujer en mi polla. Rauda y veloz intervino Marina para sacar del apuro a su marido… “Me parece excesivo para el… vamos paso por paso que de momento vistiéndose ya como…” y la interrumpí… “Calla, no te preocupes, ya verás” e Ignacio se agacho y no tardó ni un segundo en meterse mi polla en su boca, empezando un sube y baja, metiéndosela hasta la garganta. Marina no paró de tocarse y en segundos se corrió viendo a su marido.

Una vez se corrió Marina, le quite, no quise que siguiera y como ella me había dicho que podíamos follar sin nada, para el siguiente paso era necesario hacerlo sin nada. La hice que me diera la espalda y que se sentara metiéndose mi polla, luego se echó para atrás y mande a su marido que la comiera el coñito. Marina empezó otra vez a decir que era una pasada y solo tuve que incitarla un poquito, casi nada, para que se soltara del todo y se empezó a “meter” con su marido. Se dirigía a él casi todo el tiempo en femenino… “Vamos perrita cómele el coño a tu dueña, vamos maricona cómele los cojones a nuestro macho, venga no pares cerdo…” y se “descomponía” de placer y excitación.

Porque su marido la seguía el juego y nada de hacerlo forzado, al tío le gustaba ese papel y se ponía igual o más cachondo que la puta de su mujer. No me quería contener, quería correrme rápido y hacerlo dentro de ella. Me molestaba la pierna pero era tanto la calentura que tenía que se me olvidaba. Se corrió tres veces, la polla y la lengua de Ignacio hacían que no parase de estar cachonda, por eso cambien de posición, hice que se sentara en el sillón, agarre sus piernas, las puse sobre mis hombros y me la folle de esa manera, me costó por el dolor de la pierna, que esa posición no era la más idónea.

No pare de follarla “brutalmente” hasta que nos corrimos los dos y en cuanto me quite le dije a Ignacio… “Quiero que la dejes bien limpia” y los ojos de Marina cambiaron. Eran de puro vicio y le decía a su marido… “Que bien lo haces, mejor que nunca, ya veo que te gusta el premio que te han dejado… AAAHHHHHHH… sigue así mi amor, cómetelo todo, no dejes nada y luego me besas” pero mientras Ignacio seguía haciéndose retorcerse a su mujer de lo que estaba gozando, coloque mi polla junto a la boca de Marina… “Vamos zorra cómemela, déjala bien limpia” y ella se la metió en la boca, consiguiendo que creciera en su boca hasta dejármela dura de nuevo.

El orgasmo de Marina fue de los ensordecedores y tuve que sacarle mi polla de la boca porque me la hubiera destrozado, vaya manera de correrse. Es un placer ver a una mujer en pleno orgasmo, ninguna lo hace igual, cada una tiene su misterio. Me quedé sentado viendo cómo se corría y como se fue relajando, aunque su pecho todavía se veía acelerado. Miró a su marido para decirle … “Te has portado tan bien que si nuestro patrón me lo permite te voy a dar tu premio” ahora me miro a mí y le hice un gesto afirmativo.

Se levantó y se puso detrás de su marido que seguía arrodillado. “Venga putita, mama la gran polla de nuestro macho, saborea mi sabor en ella” , Ignacio se acercó se puso a lamer y comer mi polla, mientras ella puesta en su espalda, pasaba una mano hacia delante y le hacía una paja mientras. Ignacio hacía ruidos de que estaba a punto de correrse, ella le daba un golpe en los testículos y le decía que de correrse todavía nada. Pero no dio mucho resultado más, porque Ignacio acabó corriéndose. Me quedaba mucho para correrme e hice que se quitara. Acepté gustoso lo de reponer fuerzas, aunque no me era necesario, pero es que así la pierna se aliviaría un poco, porque me subía el dolor sobre todo hacia una nalga. La que estaba muy habladora y animada era Marina…

MAR.- Desde que te conocí tuve sueños eróticos contigo. Como me mirabas me excitaba porque sabía que no te era indiferente. Si no hubiera estado casada hubiera sido distinto.

YO.- Ves, yo sabía por tu mirada que eras una cachonda reprimida. Que serías como un tapón de un vino espumoso, que cuando saliera ibas a ser… la más cachonda.

MAR.- Es que me gusta esto de ser tan puta y de que mi marido me vea, eso me pone mogollón y ya verle tan sumiso es increíble.

YO.- Ya te aviso que si hay una tercera vez, que la habrá, no será en tu terreno, será en el mío y vas a saber lo que es el sexo.

IGN.- No le digas eso que ya se estará mojando.

MAR.- He oído algo de que eres de dar sexo duro y no sé, no sé, jajaja… lo mismo me envicio.

No era muy tarde, estábamos con una conversación muy abierta, libre y sin tapujos, como me gusta a mí. Valencia todavía no la conozco bien, pero algunos sitios si conozco que me gustan y de pronto les digo de irnos a tomar algo. Dudaron un poco, pero no mucho. Hasta que Marina dijo venga vamos y nos fuimos a duchar. Marina y yo nos duchamos juntos y su marido en el otro baño. En la ducha Marina quería marcha y la puse a punto, me salí y me empecé a secar, me gustaba que saliera cachonda.

Íbamos  a ir en mi coche, como me molestaba la pierna le dije a Ignacio a donde íbamos y que condujera él. Durante todo el camino, estuve metiendo mano a Marina en el asiento de atrás y tampoco dejamos de morrearnos. La tuve a punto de correrse hasta cuatro veces. Estaba como quería que estuviera. Fuimos a un pub que pensaba que estaría vacío o a punto de cerrar. Era en un pub en el que me había hecho muy amigo del dueño, desde que llegué a Valencia. Al entrar no me gusto porque había mucha gente.

Nos íbamos a ir cuando me vio el dueño, que no suele estar a esas horas. me dijo que no me fuera y que podía subir a la parte de arriba, lo único que estaban abiertas una ventanas por la ventilación y nos subimos. Apartó una cadena y un letrero que había en la escalera. Una vez arriba vimos que había alguna pareja más pero todos muy distanciados, lo único que había unos ventanales abiertos, la música se oía poco. Nos trajeron las bebidas que habíamos pedido y al rato, estaba apoyado en un poyete de la pared y atraje hacia mí a Marina. Que quedó apoyada sobre mi polla. Empecé a meterle mano y aunque en un principio se cortó porque tenía miedo de que nos vieran, le dije que no se preocupara, porque apenas había luz, la luz principal venía de los reflejos de la de abajo y además las parejas que había allí no se estaban precisamente quietas. Aunque estaban muy moderadas, simples roces.

La minifalda que llevaba me iba a facilitar todo. Lo primero que hice fue meter mis manos por debajo de su blusa, me encantaba sentir sus dos grandes tetas en las manos y lo que era lo mejor, como crecían sus pezones entre mis dedos. Marina restregaba su culazo contra mi polla, que cada vez se iba empalmando más y ella ronroneaba como una gatita. Fui levantando un poco su minifalda, agarre los lados de sus braguitas y la baje hasta los muslos. A una seña mía Ignacio hizo el resto con mucho disimulo.

Ya no tenía nada que me estorbase y su coñito está de dulce, muy mojado y deseando recibir mi polla. Ignacio sabía que estaba metiendo mano a su mujer, no sabía nada más. Fue ella misma la que mientras echaba sus manos hacia atrás para acariciar mi polla, me desabrocho el pantalón y en un momento que Ignacio miraba a los otros, me saque la polla y ella se dejó caer sobre ella, sin decir nada. Cuando vuelve a mirar su marido lo que ve es que ella está apoyada en mí. Ignacio se apoya sobre una mesa alta y nos tapa sin saber que ya estábamos follando. Estábamos siendo muy suaves, estaba siendo muy parecido al día del concierto, la diferencia era que ella se giró, nos besábamos y me decía que la ponía muy cachonda.

De vez en cuando hacía que me paraba y ella se apretaba más contra mí y protestaba. Cada vez se nos notaba más que algo estaba sucediendo entre nosotros. Ignacio lograba taparnos para que no nos vieran unos, pero había una pareja en el otro lado que si nos veía, tendrían no más de 25 años y la chica nos miraba sin parar, su pareja, estaba más por mirar el móvil que por otra cosa. Poco después solo quedamos esa pareja y nosotros, Ignacio fue a colocarse delante de ellos para taparnos y le dije que de eso nada. El chico sacó un paquete de tabaco del bolso de ella y se bajó a la calle. Ella dijo que se quedaba y cuando ya estaba sola, me incorporé y puse a Marina apoyada sobre la mesa. Para que no le quedaran dudas de que me la estaba follando y le dije a su marido que se agachara para comerla el coñito.

Ignacio se arrodillo delante de las narices de la chica, levanté del todo la minifalda de Marina y ya no podía tener dudas. La miraba con intensidad y la chica hacía lo mismo con nosotros. Le hice una señal para que se acercara y titubeo pero se acercó, estiró un brazo hasta coger una mano y la puse en las tetas de Marina. Que la miraba alucinada pero gimiendo. La chiquita no se paró y la acarició. De pronto paró la música y rápidamente nos recompusimos. Iban a cerrar. Subió el chico y sin más se puso a discutir con ella. Luego ella se fue al aseo y Marina fue detrás. Salió Marina antes y nos fuimos.

Otra vez que Ignacio iba a hacer de chofer, lo único que le dije que no fuera hacia su casa, que diera una vuelta hasta que le dijese. La ventaja de mi coche es que tiene las lunas traseras tintadas y eso nos venía muy bien a Marina y a mí. Que nada más arrancar la tenía sentada, dándole la espalda a su marido y tratando de meterse mi polla dentro, que no paró hasta tenerla toda dentro. Estaba muy cachonda y le gritaba a su marido… “¿Te gusta ver así a la puta de tu mujer? ¿Te gusta verme ensarta por Carlos? Mira cómo me la meto hasta dentro, AAAAAHHHHHHH… que gusto sentir su pollón ardiendo… Amor ES QUE NO PUEDO PARAR DE FOLLAR… ¡¡ME COOOOORRRROOOO!!” y se corrió moviéndose de tal manera que se notaba que se movía hasta el coche.

Ignacio no se quedaba atrás porque le decía que era muy puta y le animaba a que se corriera muchas veces. Para decirnos mientras seguíamos follando que se había corrido sin soltar el volante, sin necesidad de tocarse, estaba muy eufórico oyendo a su mujer. En otra de las corridas de Marina nos corrimos juntos y ella se quedó echada sobre mi pecho, me decía que le iba a quitar la vida con tanto sobreesfuerzo y se reía a continuación. Mi pantalón vaquero estaba chorreando, me lo había dejado para la lavadora. Cogió su bolso sin quitarse y la cazadora de su marido, la puso sobre el sillón, sacó unos pañuelos de papel, se limpió como pudo y se sentó sobre la cazadora y dijo… “No me mires así Ignacio, no vamos a manchar el coche de nuestro patrón” y ya nos dirigimos a su casa. Al llegar quisieron que subiera y me negué, me fui para mi casa.

Entre el cansancio y el dolor del muslo, llegué a casa y caí redondo. El domingo lo pase normal y la pierna me dio un respiro, apenas notaba la molestia. Me acosté pronto por la tarde, porque de madrugada tenía que salir hacia Madrid para una reunión a las 08:30 de la mañana. A las tres ya estaba en pie y me tocaba hacer un poco de tiempo, porque quería salir a las cuatro, para llegar a Madrid y no tener que estar esperando. Envié un mail trascendental y luego ya me fui para Madrid. Una media hora antes de las ocho llame a Aitana la fisio, para decirle que no iba a poder estar a esa hora…

- Buenos días, te quería pedir perdón, porque no me acordaba del viaje que tenía que hacer sin falta y ya estoy entrando en Madrid.

- ¿Cómo que vas entrando? ¿Es que vas conduciendo?

- Pues sí, voy conduciendo.

- Pues no es lo más indicado para ti. ¿Es que no te duele?

- Un poco de molestia sí que tengo. ( Aunque era algo más que molestias )

- Jajaja… tú no estás bien de la cabeza.

- Me lo dicen mucho. Oye como muy tarde sobre las ocho estaré ya en Valencia, podrías verme a esa hora.

- Espera que lo mire.

- Si va a ser un trastorno lo dejamos para mañana.

- Mira tú vente a las ocho, que si no te puedo coger yo, lo hará mi compañero o mi compañera.

- Pues a las ocho estaré y que me vea quien sea.

Sabía que me atendería ella, su tono era de haberse dado importancia o más que eso, haber querido demostrar indiferencia. Por eso cuando le dije que me viera quien fuera, se le escapó un pequeño resoplido que me hizo mucha gracia. La vuelta la hice a la hora prevista lo que me haría llegar más temprano de lo pensado a Valencia. Estaría sobre las cuatro, de nuevo llame a Aitana para decirle a qué hora llegaría, porque lo de quedarse más tarde era por hacerme un favor y me dijo que a las cuatro y media le habían anulado una cita. Llegué con la pierna fastidiada.

Llegué a la hora y me recibió ella. La consulta estaba en una entreplanta. Estaba muy bien decorado, con mucho gusto y me dijo de esperar un momento. Me senté en una sala de espera y luego pasamos a una de las salas. “¿Te pasa algo en el cuello? Porque te he visto haciendo movimientos con él” y le conteste que estaba un poco cargado. Me dijo que me desnudara de cintura para abajo y como llevaba traje, era un coñazo la corbata y la camisa, así que me quede en boxers. Antes de eso me hizo una ficha, preguntándome todos mis datos personales y de salud. A todo le conteste lo que correspondía, menos a la profesión que le dije autónomo. Cuando pregunto autónomo de que, porque me decía que ella también era autónoma, le conteste que asesoraba y que se podía decir que también era como un comercial.

Tenía manos pequeñas, pero sus dedos tocaban en el lugar exacto para que me llegara un dolor intenso, aunque poco a poco fue logrando que me sintiera mejor. Me colocó unas tiras de colores y me dijo que el miércoles volviera, me iba a levantar y me dijo… “Quédate como estas que vamos a ver ese cuello” diciéndome después de toquetearlo, que no era ni normal la tensión que tenía. Me pregunto algo sobre las agujas y a continuación me clavó agujas de acupuntura. Esa mujer me ponía a tono, me gustaba su voz y sus manos. Me quita las agujas y me dice que me ponga boca arriba, colocándose ella en la parte de la cabecera de la camilla y empezando a manipular mi cuello.

Estando los dos así, unos golpes suaves en la puerta y entra la compañera, porque iba con la misma indumentaria que ella, pasó a recoger un aparato que no se para que era. La verdad que lo tenían muy bien montado, aunque había un gran fallo, los paneles divisorios eran malísimos, porque se podían oír las conversaciones de las otras salas, como si estuvieras dentro. Terminó y me dejó solo mientras me vestía. Pude oír una corta conversación con la compañera…

- ¿Se puede saber por qué has entrado?

- Para ver si estaba tan bueno como decías y vaya que si, menudo paquete que tiene.

- Que bruta que eres y baja la voz.

- Ese tiene más que el tuyo y el mío, jajaja… en descanso ya te digo que como mínimo el doble, jajaja…

- Que bruta que eres.

- ¿Bruta? Si tiene unos dedos que son más grandes que el nabo de mi novio. Jajaja…y este si es un empotrador no como los nuestros.

- Y dale… Córtate que no vaya a ser que nos oiga.

- Que va a oírnos. Lo que me llena de curiosidad… ¿Sera gay y será soltero? Porque los tíos así al final son gays y si no lo son, ya están más que cogidos.

- Que te calles ya joder… espérate a que no esté y hablamos.

Salgo de la sala y están en un mostrador que tienen en la entrada. Me pregunta si voy a pagar con tarjeta o en efectivo. Le digo que como prefieran y tenemos una graciosa conversación los tres sobre el pago, al final pague en efectivo. Estamos mirando la hora del miércoles y quedamos a última hora. Ya me voy a marchar, cuando me doy la vuelta y sonriendo le digo… “Para que no te quedes con la curiosidad… no soy gay y tampoco estoy cogido como tú dices” luego abro la puerta y salgo. Sus caras al oírme se pusieron súper coloradas.

Me había puesto muy a tono y me fui al trabajo. Nadie me esperaba y Victoria se iba ya, se metió conmigo en el despacho y me dio la bronca por no haber solucionado todavía los problemas de índole “personal” que me dijo y estaban pendientes, la tranquilice diciéndole que esa semana quedaba todo solucionado. La acompañé a la salida, mientras le daba unas pinceladas de la reunión en Madrid y llegaron en ese momento Sonia y Marina, que se sorprendieron al verme porque esperaban que siguiera en Madrid.

A Sonia nada más aparecer se le pegó un técnico que iba detrás de ella y ella se dejaba querer porque le gustaba o por no hacerle un feo y como habían venido de consultas al departamento en el que estaba él, pues el tío aprovechó, lógico y normal. Yo seguía más caliente que el palo de un churrero, la fisio me había puesto mucho y se daba la circunstancia de que allí estaba Marina, llevando un pantalón vaquero que resaltaba su culo de una manera tentadora. Me di la vuelta e iba para mi despacho, cuando les dije que una de ellas cuando pudiera viniera para mi despacho que quería explicarle una cosa. Reconozco que Marina era una autentica actriz, porque era de las pocas mujeres que sabía disimular y no se le notaba nada, actuó como lo solía hacer siempre.

Sonia que ya estaba enfrascada con tres personas que le estaban explicando una serie de cosas le dijo a Marina si le importaba ir a ella. A los cinco minutos entró Marina y su cara era distinta ahora, tenía cara de estar cachonda como esta yo. Bloquee la puerta y nos morreamos. Abrí sus pantalones y me costó meter la mano de lo ajustado que los tenía. Lo siguiente fue lo que me dijo ante algo que era obvio al tocarla… “Es que ha sido verte y mojarme entera, si llego a saber que estarías aquí me hubiera puesto una falda” y luego añadió que no teníamos mucho tiempo.

Hice que se apoyara sobre la mesa de mi despacho, luego le bajé los pantalones y el tanga. Para follarla sin piedad y al tener esa posición, no pude evitar hacer lo que llevaba deseando mucho. Mientras la follaba empecé a azotar su culito. Como siempre que lo hago por primera vez, fui comedido en los primeros azotes y una vez más Marina me sorprendió con su provocación… “El viaje a Madrid te ha dejado sin fuerzas, porque un niño pequeño me daría con más ganas” y lo consiguió, porque los siguientes azotes no llevaron nada de misericordia y por su respiración ya que se aguantaba los gemidos, estaban siendo muy satisfactorios.

Cuando note que se iba a correr, deje de azotarla, la agarre por sus caderas y la penetre con todas mis fuerzas, empotrándola como a ella le gustaba y tardó segundos en correrse. Se iba a quitar y quise continuar, lo que agradeció moviéndose de forma provocativa. Saqué mi polla que estaba más hinchada que de costumbre y a pesar de llevar el preservativo, las venas se notaban como pocas veces. Lo que hice a continuación y ella ya esperaba fue follarme su culito. Marina en cuanto notó mi polla, hizo unos movimientos internos con su culito, que atrapaba mi polla de una manera muy cachonda. Costó un poco al principio y jugaba con ella. Porque metía un poquito mi polla y al rato me echaba para atrás sacándola casi toda.

Ese juego le gustaba, la ponía cachonda pero a la vez la exasperaba. Hasta que en uno de esos movimientos, parecía que se la sacaba del todo y que se la metía de nuevo muy lenta, pero no, se la metí de golpe, sacándole como un graznido de placer y diciendo un contenido pero intenso… “SIIIIIIIIII… QUE ME ROMPA” y no paró de mover su culo. Como hice antes, agarré sus caderas y le dejé bien abierto el culo con mis embestidas, que hicieron que tuviera una corrida colosal. Se la saque me quite el preservativo y ella se inclinó para comerme la polla de forma indescriptible hasta que me corrí en su boca. Se lo tomó como si fuera un manjar y tardó en sacarse la polla de la boca y cuando lo hizo la lamió con lujuria para que la viera. Mientras nos recomponíamos…

- No sabes lo bien que me ha sentado, madre mía que polvo mas bueno y al ser inesperado mucho mejor.

- A mí también me ha sentado muy bien.

- Me estás haciendo sentir cosas que no había sentido.

- ¿Es para preocuparse?

- Jajaja… que me refiero al sexo, jajaja…

Me estaba riendo también cuando llamo Sonia diciendo que ella ya había terminado y para que no entrara al despacho que olía a puro sexo, nos salimos hablando de cosas del trabajo. Cuando ya estamos con Sonia y más gente hablamos todos un poco más, luego nos empezamos a despedir y Marina con cara de niña mala me dijo … “Ay Carlos se me olvidaba una cosa. ¿Te acuerdas de esa chica jovencita que se nos acercó hace unos días, la que estaba con su pareja que no paraba de mirar el móvil? ( Sabía que se refería a la chica del pub ) pues me dio su teléfono para ver si se le podía hacer una prueba?” la muy cabrona, me lo estaba diciendo para ponerme cachondo. Me encogí de hombros y le dije que ya me contaría con más detalle. Un cuarto de hora después me llama al móvil…

- JAJAJA… a que te he puesto cachondillo.

- Me has dejado más bien intrigado. Cuéntame.

- Pues cuando fuimos a los aseos, hable con la chica y me dijo que se había puesto muy cachonda de ver mi cara, porque con su novio ella no se ponía así.

- ¿Paso algo más?

- No porque nunca he tenido nada con ninguna mujer, aunque me ha entrado la curiosidad.

- Vamos que como tu marido te has vuelto hetero curiosa.

- JAJAJA… más o menos. Y ya de hacerlo que mejor que con una chica mona como ella. Me dio su móvil y pienso llamarla. ¿Qué te parece?

- Si no estuviéramos con el puñetero COVID te diría que adelante…

- Es fácil hacerse una PCR. Se de un sitio que lo harían rápido y tú te lo puedes permitir.

Me impresionaba marina, porque había asumido desde el minuto uno toda su nueva situación y estaba metida de lleno en probar situaciones nuevas en el sexo. Hasta cuando hablaba se le notaba que estaba cachonda perdida y con ganas de más y más. Para terminar algo de música… un mismo tema, dos versiones, como la vida misma. Si quieres empezar la semana movidita escucha… MONTOYA feat MIGUEL SÁEZ ( youtu.be/JodpG5xYyNo ) , pero si la quieres empezar más tranquila entonces escucha… REIK feat SAMO ( youtu.be/5aBQ287KSIQ ), feliz semana .

AVISO: Por circunstancias que no vienen al caso, he tenido que eliminar mi dirección de correo electrónico, la nueva dirección está colocada en el perfil de mi usuario ( cartuz2021@gmail.com). Si había algún mail pendiente, disculparme por no poder contestar, lo podéis volver a enviar a la nueva dirección. MUCHAS GRACIAS y disculpar las molestias.