Celeste II

Esta es la continuación de mi primer relato espero les guste

Hoy por fin lo conoceré, por fin podré saber cómo es mi salvador, el que despertó a Celeste, han pasado muchas cosas, desde que decidí ser ella, las hormonas que me inyecta mi protector, así es como lo llamo, ya que no me ha querido decir su nombre real, ya me han cambiado mucho, ahora tengo unos pequeños bultos en mi pecho, que cada día crecen un poco más, y que con el mínimo roce de algo, aun la ropa, duele, aunque supongo que es el pago por mi transición, ahora tengo un trasero más grande, mis facciones se sienten más delicadas.

Mi deseo por las mujeres ya no existe, no tengo erecciones, de aquello que antes se levantaba, ahora solo queda un pequeño bultito, que no responde a ningún estímulo, es raro, pero no me causa ningún conflicto, se que no lo extrañaré…

Cuando tocan a mi puerta, me pongo a temblar, sé que es él, que por fin lo conoceré y que ahora nada volverá a ser igual, que mi vida ya no podrá regresar a lo que antes fue, tengo puesta mi pijama de nena a petición de él, ya tengo el cabello largo, casi al hombro, muchos en el trabajo, me observan extrañados y a veces alcanzo a escuchar algunos murmullos sobre mi apariencia femenina, al principio me incomodaba, pero ahora me hace sentir bien.

Al abrir la puerta, por fin lo veo, el me observa sin decir nada, veo en su rostro un poco de miedo e incertidumbre, yo sin saber el porque me lanzo sobre él y lo abrazo amorosamente, comienzo a llorar sin dejar de abrazarlo, entre sollozos le dijo que estoy tan feliz de verlo, que lo necesitaba a mi lado, el me abraza también y me dice que también me necesitaba, después de calmarme un poco entramos en mi departamento, y me pregunta:

-Te gusta el pijama que te di, no sabía bien tus gustos, pero para mí, te ves divina

-Si, gracias, me encanta…

Los dos guardamos silencio por un momento, y luego el me guiñe un ojo diciéndome que me trajo algunos regalos…

Yo estoy tan emocionada que solo sonrío, el destapa una bolsa que traía con él, de donde saca un par de pijamas más, aunque estas son de short y blusa, yo las tomó un poco ruborizada, le invito algo de desayunar y el acepta, le preparo algo ligero, pero al hacerlo siento algo raro, algo que me hace sentir muy emocionada, como si el rol de prepararle algo a un hombre me hiciera sentir más femenina, una vez que desayunamos, nos sentamos en la sala a platicar…

-Qué has decidido con respecto a salir como chica…

-Pues, no sé, me he visto en los videos, pero nunca consiente y me da un poco de miedo.

-No te preocupes por ello, he hablado con un amigo sobre esta situación y me  ha dado una solución, tardará tal vez algún tiempo, no me pudo dar más certeza, me dijo que las drogas que te di para poderte ayudar a feminizarte, te mantienen cooperativa, pero semidormida, pero que al despertar, tu mente forma una especie de pared que evita que recuerdes esas sesiones, me dio unas pastillas que poco a poco la irán derrumbando, que tu memoria se unificará y todo lo que hicimos juntos, todo lo que te enseñe, todo lo recordaras y podrás emplearlo plenamente, eso te permitirá perder el miedo a salir.

-Y dime, como te has sentido con tu nuevo cuerpo

-Pues al principio, muy desconcertada, algo temerosa, pero una vez que la impresión de todo esto ha pasado, me siento entusiasmada.

-Ya veo, noto que te sientes más suelta, tus poses y movimientos son muy femeninos…

En ese momento me percato que estoy cruzada de piernas y que en general tengo una pose muy femenina, eso me deja algo abochornada.

Platicamos de mil cosas, de todos las cosas de mi infancia que no recuerdo, de aquellas partes que como un humo se van despejando, recordé que después de que nos fuimos a vivir a otro lado, los niños de la nueva escuela me molestaban mucho, me pegaban y maltrataban, yo llegaba llorando a casa a cantarle a mi mama que solamente me abrazaba fuerte y me decía que pronto pasaría, un día llegó mi papa y le dijo a mi mama que había encontrado la solución a mi problema, que uno amigos le habían dado la dirección de un centro psiquiátrico y que tenían muy buenos resultados con este tipo de “problema”, pero que tendría que ir a vivir ahí por una temporada, mi mama no estaba muy convencida, pero finalmente aceptó, poco después fui a vivir ahí, pero no recuerdo más.

Aunque solo platicamos por toda la noche, reímos y lloramos, solo eso hicimos, él me dio las pastillas que regresarían mi memoria y algunas que eran hormonas, me dijo el horario y forma en las que debía tomarlas, ahora iba a ser más rápido y eficiente el cambio, ya que sería constante al tomarlas por mi cuenta, se despidió dándome un beso en la mejilla tiernamente, yo lo abracé y quedamos en otra cita para cuando según él calculaba, recuperaría la mayoría de mis recuerdos, de todos modos me dejó su número por si algo necesitaba.

Ha pasado algún tiempo y hoy desperté con un deseo de probarme algunas prendas de las que me dejó en el armario, nunca lo he intentado, pero hoy quiero intentarlo yo sola…

Primero me coloco un calzón que me pareció lindo, tiene un poco de encaje, después me coloco el brasier que es del mismo color y que dicho sea de paso ya tiene algo que cubrir, el crecimiento de mis “nenas ha sido exponencial”, además de cambios en mis caderas, piel, en la forma de mi cara, en general me he hecho muy menudito. Continuo con unas medias que me cuesta trabajo colocarme, me enfundo una falda y una blusa, todo en un color rosa muy pálido, tomo unos zapatos ligeramente altos y me coloco frente al espejo… No puedo creer lo que veo, es una mujer lo que hay frente a mi es una mujer en todo, las facciones, el cuerpo, todo. La transformación que he tenido es radical, toco el espejo con la mano, de pronto empiezo a llorar sin parar, caigo de rodillas en el suelo, me tapo la cara que se llena de mi llanto, no puedo creerlo “soy una mujer”, y de pronto sucede algo dentro de mí, algo como cuando vamos a llenar un vaso con agua, pero en lugar de hacerlo lentamente para no derramar, lo hacemos de un solo intento, algo dentro de mí se destapa, veo imágenes, sonidos, palabras, tiempos ya perdidos regresan a mí, comienzo a recordar, mi vida de niño, mi vida en el psiquiátrico, los castigos, las duchas frías, las descargas eléctricas, los maltratos, mi vida antes de que nos mudáramos, mi amigo… ¡Raúl!... Así se llama, mi protector, mi novio, mi todo. Recuerdo las lecciones que me dio Raúl, recuerdo todo, cada una de las cosas que he vivido, que me ha enseñado, ahora se como caminar, como sentarme, como maquillarme, la forma de ser una mujer, mejor aún una dama como tantas veces me dijo Raúl y que no podía recordar.

Paso algunos días acostumbrándome a estos recuerdos, a adaptarlos y empalmarlos a mi realidad, algunos recuerdos son muy lindos, como ir de la mano con Raúl, algunos muy tristes, como el partir de casa, o muy dolorosos, como mi estadía en el psiquiátrico, pero creo que poco a poco los asimilo y se que ahora forman parte de lo que soy.

Paso estos días totalmente vestida de chica, he pedido un tiempo de sabático en el trabajo para estar más cómoda en casa, ahora me maquillo, me comporto totalmente como mujer y he estado pensando en darle una sorpresa a Raúl, pase todo un fin de semana planeándolo, fui de compras, busque lo más hermoso que encontré, zapatos, medias, faldas, blusas, vestidos, fui a una salón de belleza y me hice un corte de cabello totalmente femenino, aunque las chicas se desconcertaron al principio, cuando les conté que era para mi novio, rieron un poco, pero después fueron muy amables y me dieron muchos consejos, salí muy contenta de ahí.

Hablé con Raúl, el viernes, le pedí que viniera si le era posible que tenía algo que pedirle y que era urgente, él se alarmó, pero le dije que estuviera tranquilo que todo estaba bien, me dijo que el sábado por la tarde estaría conmigo.

Pasé toda la mañana del sábado maquillándome, vistiéndome, con la ropa que había comprado, para ese día. Prepare unas medias naturales, que creo van muy bien con mi tono de piel, unos calzones blancos de encaje, un brasier de encaje, que hace juego, una minifalda blanca arriba de la rodilla, unos zapatos de tacón no muy altos, pero muy bonitos, blusa rosa con un escote hermoso, de mangas transparentes, maquillaje ligero, con tendencia al rosa, me miré al espejo y vi a la mujer más hermosa, esperando a su hombre…

Tocaron a la puerta, es el pensé, me llené de nervios y de entusiasmo, lo dejé tocar otras dos veces, vanidad de mujer, pensé, luego abrí, y él me miró con un asombro y sorpresa enormes, se quedó helado sin saber que hacer, entonces yo lo abracé, y lo besé en la mejilla, lo invite a entrar, lo tomé de la mano y me siguió dócilmente hacia la sala, lo senté en ella y le modele, preguntando como me veía, entonces el me llenó de piropos, no cesaba en su asombro, me pregunto cual era el problema, a lo que respondí, que sólo quería verlo y que estaba lista para salir, que de hecho ese era el plan si el me lo permitía, se alegró mucho y me pregunto a donde iríamos, le respondí que no había comido que me podía invitar a comer algo fuera, si no le daba pena salir conmigo, él se río mucho y me dijo que era un privilegio salir acompañado de la mujer más hermosa que había conocido, yo me sonroje mucho.

Me llevó a un restaurante muy elegante, y me encantó que el mesero y toda la gente se dirigían a mi como mujer, me sentía en las nubes, después de la comida, donde todo estuvo fenomenal, me propuso salir a un parque cercano a caminar, y así lo hicimos, cuando llegamos estuve a punto de caer por un detalle en el piso, él me sostuvo de la cintura y preocupado me pregunto si todo iba bien, entonces le sonreí, ahí abrazada a él, le respondí: “si Raúl”, él sonrió también y entonces, lo besé, ahí a mitad del parque, nos fundimos como uno, me sentía suya, caminamos por el parque tomados de la mano, mientras le platicaba que habían vuelto mis recuerdos, que ahora lo recordaba, que siempre lo amé desde que éramos pequeños, y ahora que sabía todo lo que había hecho por mí y que eso me hacía amarlo aún más y que quería ser su mujer, si el quería lo mismo, nuevamente me abrazó y me besó largamente, me sentía desfallecer de felicidad, me dijo que estaba encantado y que podíamos vivir juntos, que las habitaciones en las que estaban solo era de renta y que si yo quería podía estar a mi lado en mi departamento, yo sonreí y le dije que si…

Cuando volvimos al departamento, en la puerta intento despedirse, pero yo tenía otros planes, lo arrastre adentro, lo abrace, lo besé, y muy cerca de su oído, le susurré, “quiero ser tuya esta noche”, él me besó tiernamente, me tomó de la cintura y de un impulso me cargó en sus brazos, llevándome a la alcoba, yo no dejaba de besarlo, de abrazarlo, me sentía la mujer más afortunada del mundo, por fin sería de él y él sería mío…

Me depositó en la cama con mucho cuidado, me quito los zapatos, las medias, mientras besaba mis piernas lentamente, yo solo estaba quieta con los ojos cerrados, disfrutando cada beso, se acercó a mi cara poco a poco, me besaba los labios, los ojos, todo mi rostro, mi cuello, y yo en la gloria, algunos besos, eran tan eróticos que me hacían brotar pequeños gemidos o algunos movimientos involuntarios, me desabotonó la blusa, me quitó el brasier, besando mis incipientes senos, que estaban muy sensibles, mi espalda la recorrió totalmente sin que nada se lo impidiera, me dejó totalmente desnuda, besó y acarició todo mi cuerpo, diciéndome cosas hermosas sobre mi y sobre la vida que llevaríamos como pareja, en un giro observe su pene totalmente erguido, y por instinto lo tome, el cerró sus ojos para disfrutar el momento y sin darme cuenta lo empecé a besar y a disfrutar, el gemía, se contorneaba y me pedía que siguiera, así estuvimos un rato, luego el me separo y me susurró al oído, “Ahora serás mía”, yo temblando asentí, él me pidió colocarme a cuatro se colocó detrás de mí, y comenzó a besarme las nalgas y todo, yo daba pequeños respingos cada vez que su beso se acercaba a mi hoyito, hasta que lo dejé hacer, entonces me llenó de besos y lengüetazos todo, me llenó de saliva, que escurría de mi cuevita, entonces me dijo “prepárate, lo vamos a hacer lento para que vayas acostumbrándote y lo disfrutes plenamente, este es tu día” así yo de rodillas con mi cola expuesta, él fue acercando poco a poco su pene a mí, pude sentir, la punta tocando mi ano, ensalivado por él, poco a poco fue empujando, sentí la resistencia de mi ano a que entrara, pero poco a poco sin prisa, fue cediendo, hasta que se abrió y ese pene maravilloso pudo entrar, pude sentir las paredes de mi ano dilatándose y abriéndose, aunque era un poco incomodo, no era dolor propiamente, él hacia todo muy lento, entonces llegó hasta el fondo, me sentía llena de él, por fin le pertenecía en cuerpo y alma, él empezó a sacarlo lentamente, hasta casi dejarlo afuera, y luego arremetió otra vez aunque un poco más rápido, así lo hizo, hasta que sintió que ya me había acostumbrado, yo solo gemía a cada arremetida, y le decía una y otra vez, “amor, amor, amor”, el ritmo se hizo más intenso, empecé a sentir un cosquilleo en mi interior que me pedía que ese hermoso vaivén no parara, que siguiera, y así fue, me arremetía una y otra vez, entrando y saliendo plenamente de mí, me decía lo mucho que me había deseado, y lo mucho que anhelaba ese momento, yo solo podía gemir y gemir, después me colocó de espaldas a la cama y se colocó encima de mí, mis piernas abiertas al aire y me hizo suya, entraba y salía de mí, sentía su peso cortándome un poco la respiración, sentía sus gemidos, su fuerza poseyéndome, yo estaba enloquecida, pidiéndole más y más, que no parara, luego sentí un calor dentro de mí muy intenso, que me quemaba, di un pequeño grito y supe que había terminado, que había tenido mi primer orgasmo como mujer, que ahora mi sexualidad me lo pediría siempre, después de un rato empezó a moverse más y más rápido, hasta que en un grito se quedó quieto y empecé a sentir su miel de amor derramándose en mi interior, caliente, quemándome por dentro, dejando mis entrañas llenas de él, la prueba de que ahora era de él, que le pertenecía, el se dejo caer por un momento y en ese momento sentí lo más maravilloso, ese hombre era mío, yo había sido la mujer que lo había llevado a ese punto casi indefenso, donde toda su virilidad me la entregó a mí y supe que éramos el uno para el otro…