Celebrando la Pascua

Le doy mi regalo de Pascua y ella me lo agradece a su manera.

Estoy con Davinia en el ascensor del hotel. Subimos hacia la habitación que he reservado para celebrar el Día de Pascua con ella en la intimidad. Le regalé un huevo decorado con una nota que decía: “Querida Davinia, celebremos nuestra pascua el próximo fin de semana” Ella aceptó, y se ha organizado para que podamos estar juntos este fin de semana.

Se abre la puerta y salimos a un pasillo con una gran cristalera. Estamos en la última planta donde están las mejores suites del hotel con un montón de servicios extra. Caminamos unos metros hasta llegar a la habitación 7D, y tras cerrar la puerta a nuestra espalda nos fundimos en el apasionado beso que estábamos anhelando.

Después del abrazo inicial, salimos a la terraza para disfrutar de la vista y de la brisa del mar. Es el edificio más alto de la zona y nadie podrá descubrirnos en este nido. Ya de vuelta en la habitación puedo contemplar lo hermosa que está mi amiga Davinia con el vestido que ha elegido para hoy, veraniego, bonito de corte…le sienta fenomenal.

La veo contenta, se siente atractiva, elegante y provocativa por el generoso escote y la falda corta. Mientras preparo dos copas de vino blanco fresco, me gusta piropearla, acariciar sus oídos con mis comentarios sobre lo bonita que está y lo mucho que me gusta verla tan animada.

Ella se mueve por toda la habitación como una gatita cautelosa. Se pasea observando curiosa para ver todo lo que nos rodea. Me gusta ver como se deja caer sobre un pie y sobre el otro alternativamente para que sus caderas se balanceen de forma maravillosa.

Después de cada sorbo, me hace un mohín con los labios que me encanta. Se sienta en el borde de la cama y me hace señas para que vaya con ella. Tomo un paquete que tenía sobre el escritorio y se lo ofrezco a modo de regalo.

-        “Es para ti…además del chocolate, esto lo vamos a disfrutar los dos juntos”, le digo ante su cara de sorpresa.

-        “Toma cariño … por favor, póntelo y vemos que tal te sienta”

Davinia no esperaba ningún regalo, la expresión de su cara me dice que le ha gustado mucho la sorpresa y que siente mucha curiosidad por ver lo que hay dentro del abultado paquete. Además, conociendo mi gusto por el juego, creo que le hace ilusión descubrir que hay dentro pues le he dicho que lo vamos a disfrutar entre los dos.

-         “Me encantan tus sorpresas, estoy deseando ver que has elegido para mí”, me dice contenta e ilusionada.

Me sirvo otra copa de vino, me dirijo hacia el baño, me desnudo y me he meto en la bañera llena de agua caliente esperando que Davinia venga con la lencería que he elegido para ella puesta. Le espero cómodamente sentado en el fondo de la bañera, la espalda apoyada sobre el lateral, un brazo sobre el borde y en la otra sujetando la copa.

Davinia se acerca hasta el borde de la bañera, yo le lanzo un brindis y un beso al aire mientras observo como se contonea para mi deleite.

Muy despacio mueve la cadera, la inclina, cruza un poco la pierna, y pone una postura muy sexy. Con un dedo delante de los labios me pide silencio, mientras la otra mano recorre lentamente el trayecto entre su estómago y el principio del tanga. Davinia se siente atractiva, poderosamente sexy y quiere hacerme disfrutar al máximo de estos momentos.

La ropa interior que le he regalado le ha encantado, y ahora la luce para mí. Me encanta como le sienta, aunque lo que más me gusta es gozar con el cambio dentro su cabecita. La veo llena de vitalidad, contenta, atractiva… con muchas ganas de disfrutar de esta situación.

Se mueve bien, se coloca para mostrar sus piernas, sus caderas, su trasero…tiene una habilidad especial para dedicarme muchas posturas de lo más sugerente, como si posase en una sesión fotográfica. Pero va mucho más allá, se toca por encima de las prendas haciéndome visualizar los roces que más placer le causan.

Vuelvo a brindar para hacerle ver que me encanta el posado que hace para mí. Tras sonreírme, hace ver que ahora se incrementa la intensidad, hace un mohín con la boca, se desabrocha el sostén y lentamente se desprende de él.

Juega, me enseña, tapa, destapa hasta que finalmente se planta enfrente mostrando sus bonitos pechos, como diciendo: “¿Te gustan?”.

Doy mi aprobación y doy un largo sorbo. Con el tanga no se toma tanto tiempo, tras lucirlo por delante y por detrás, se desprende de él, dando un pequeño saltito se mete en la bañera como con pudor por verse completamente desnuda.

Davinia se ha hecho una cola en lo alto de la cabeza para recoger su melena. La imagen me resulta simpática y sexy a la vez. Diría que tiene un ramo de flores en la cabeza, mientras que su cuello desnudo me ofrece la posibilidad de hacer travesuras con él.

Se acerca hasta el borde de la bañera, le lanzo un beso al aire mientras observo como se contonea para mi deleite.

Se acomoda sentándose delante, apoya su espalda sobre mi pecho mientras deja que la abrace desde atrás. Le acerco una copa con vino, brindamos y nos damos un beso. Se ha sentado entre mis piernas y no puedo evitar que mi polla se aplaste contra sus nalgas.

Tengo su cuello justo delante de la boca y no me resisto a darle unos besicos, y unos bocaditos cariñosos, me gusta mucho poner la boca cerca de su cuello. Me toma la mano y la lleva hasta su pecho. Me gusta coger su seno bajo el agua y acariciarlo muy suavemente mientras ella permanece recostada sobre mí.

Sirvo más vino en las copas y damos un largo trago. Dejo de acaricias sus tetas y sitúo la mano sobre el estómago, para a continuación bajarla lentamente por su vientre. Me detengo justo antes de llegar al pubis, como para tomar impulso…

Davinia pone una pierna por encima de la mía indicándome que el camino está despejado y que espera mis caricias.

Pongo la mano sobre su sexo, aprieto atrayéndola hacia mí para arrancarle el primer suspiro. Dejo la copa, cruzo el brazo por delante de su cuello, poniendo la mano en el hombro opuesto. Le sujeto con firmeza mientras la otra mano se sumerge en el agua y busca sus labios para llenarlos de caricias.

Es mi prisionera de mi abrazo y prisionera de sus deseos, sabe que la voy a acariciar hasta que tenga su orgasmo dentro del agua. Disponemos de todo el tiempo del mundo, me gusta jugar con mis dedos hasta arrancar todos sus suspiros, la tengo bien cogida y sé que le encanta dejarse llevar.

Separo ligeramente los labios, puedo variar a mi conveniencia la presión y los movimientos. Le trabo una pierna para impedir que se pueda escapar mientras le acaricio lentamente, presionando y aflojando, moviendo la mano de arriba abajo sin perder el contacto, haciendo que sean sus labios los que se muevan.

Arriba y abajo, muy despacio, presionando levemente, intercalando movimientos circulares con el desplazamiento vertical. De vez en cuando dejo que mi dedo medio se cuele dentro de la raja y rozar con la punta su perlita. Ésta quiere salir de su capuchón para dar la bienvenida a mi mano que tan delicadamente la acaricia.

La acaricio de forma parecida a como ella misma haría, con la diferencia que ella no puede elegir la secuencia ni la intensidad. La tengo cogida firmemente, mi pierna tiene prisionera la suya para impedir que se escape de mi presa, así mi mano hace todo lo que yo quiero, la domino y busco darle un orgasmo que no pueda controlar.

Cuando sus temblores y sacudidas me anuncian que llega su clímax, le doy unas palmaditas sobre la raja, interrumpiendo la secuencia. Enseguida continuo con el frotamiento de la yema del dedo medio.

Me encanta sentir como todo su cuerpo se estremece y ondula mientras la mantengo sujeta con el abrazo. Tengo los dos dedos medios metidos dentro, aprieto para presionar la pared interna con la yema. La parte carnosa de mi mano que hay junto al pulgar queda justo encima de su perlita, y con ella consigo darle unos roces muy especiales.

Doy varios apretoncitos seguidos, con intensidad creciente hasta que se descompone, gime, grita, patalea, se quiebra y se abandona a disfrutar de su orgasmo mientras permanece recostada sobre mi pecho. Tiene que apoyar sus manos sobre mis muslos para buscar la estabilidad que ha perdido en este aluvión de sensaciones.

Después de acariciarla dentro de la bañera hasta provocarle un primer orgasmo, los dos salimos del agua nos secamos y nos vamos a la cama. Tengo una erección de campeonato y estoy impaciente por hacerle el amor con todas mis ganas.

Sin embargo, parece que es ella la quiere tomar la iniciativa, me empuja sobre la cama y me coloca sentado apoyando la espalda sobre el cojín.

Gatea por encima de la cama hasta colocarse encima de mí a cuatro patas. Baja la cabeza buscando mi boca, me da un mordisco en el labio y luego me besa de forma pastosa. Me mordisquea la barbilla, luego me besa el cuello para seguir bajando por el pecho en busca de mis tetillas.

Me mantengo pasivo para que sea ella la que lleva todo el peso. Ahora sale la gata que tiene dentro. Tiene asumido su papel y lo está gozando. La contemplo en todos los ángulos posibles gracias a los diversos espejos que hay por la habitación. En cada uno de ellos obtengo la gratificación de ver su imagen sexy haciéndome lo que más me gusta.

Me coge la cara entre las palmas de sus manos para dirigir mi mirada hacia ella, se coloca a horcajadas sobre mí, endereza mi polla y tras apuntarla hacia su coño, desciende lentamente para hacerla desaparecer por completo dentro de su cuerpo.

-        “¿le gusta al caballero…? me pregunta con voz melosa mientras mueve sus caderas adelante y atrás dándome un masaje increíble.

Davinia está como poseída, me agrada es ver como ella lo está viviendo y disfrutando. Se siente extremadamente sexy, dueña de hacer todo lo que le venga en gana, sin obligaciones ni convencionalismos, a su ritmo, sin prisas y sin pensar que eso no lo hace una esposa “corriente”.

De momento solo debo dejarme llevar, pues ha tomado la iniciativa y no le falta repertorio. Deduzco que en algún momento debió fantasear con todo lo que me hace.

Tan pronto le da por cabalgar duro sobre mí, como parar para darme a lamer sus pezones. También se coloca dándome la espalda para que yo pueda ver mi verga clavarse en su chocho al tiempo que su culo se aplasta una y otra vez sobre mi pubis.

Mueve las caderas adelante y atrás, al principio lentamente, recreándose en los movimientos. Luego cada vez más deprisa, con más amplitud y con mucha intensidad. Siento como mi miembro frota intensamente con las paredes de su chocho, percibo su cálido abrazo y como cada vez está más mojado.

Por un instante hago intención de apoyar mis manos sobre sus muslos, reacciona rápidamente y me devuelve a la postura pasiva que me ha asignado. Para compensarme inclina su cuerpo mi poniendo los pechos al alcance de mi boca.

Uhmmm!!! que jugoso bocado. Le lamo los pezones, primero uno, después el otro. Le paso la lengua, lo chupeteo, pongo mi cara entre las tetas y dejo que me golpee las mejillas con ellas. Le gusta maltratarme dándome golpecitos con sus tetas en la cara, y poniéndome difícil el alcanzar el pezón.

Querida Davinia ¡que juguetona eres! ¡Dame con tus pechos, restriégalos con mi cara, es una delicia!

Domina bien el tempo y la secuencia de cada una de las posturas, con lo que mantiene al máximo mi excitación y placer, pero sin dejar que derrame ni una gota.

Ha tomado bien la dimensión, sube y baja haciendo que entre y salga justo hasta el límite. Incrementa el ritmo y la intensidad, mi polla frota en su interior y el capullo llega hasta el final golpeando en el fondo.

Que buena amazona es, me encanta como me monta, como cabalga, como domina el paso, el trote y el galope. Se le escapan gemidos cuando nota mi polla hurgando en lo más profundo, quiere contener sus quejidos, se muerde los labios, pero yo la animo a que grite, que gima, que se desahogue.

A mí me gusta verla, me gusta oírla, me excita, me estimula, la envidio mientras goza de esta forma tan efusiva, tan escandalosa.

Viéndola brincar sobre mí, tan alegre, con ese ímpetu, gimiendo tan intensamente me voy acercando al orgasmo. Tengo que hacer enormes esfuerzos para no correrme. Por suerte, cuando ya no lo puedo resistir más, puedo controlarme apretando los músculos y cerrando los ojos un instante.

Pasados un momento vuelvo a abrirlos, cada vez estoy más cerca del precipicio. No lo puedo controlar, es el torbellino que me arrastra hacia un clímax inaplazable.

Me gusta mucho verla cuando levanta los brazos por encima de los hombros, se recoge el pelo haciéndose una coleta con la mano y sigue botando sobre mí. Sus tetas parece que adquieran vida propia, suben y bajan con un movimiento hipnótico desafiando la gravedad y mostrando su turgencia.

Siento ganas de chupetearlas, de atrapar los pezones entre mis labios al tiempo que los sorbo delicadamente. Me gusta ver el movimiento de tus tetas, cuando se las toca, se las aplasta, me las ofrece y cuando se aprieta el pezón para darte un estímulo extra.

Está en plena forma, sus movimientos son armoniosos y con ritmo. Sube un nivel cuando cambia la postura, se coloca en cuclillas sobre mi pubis y hace una larga serie de sentadillas.

Necesita apoyar las manos sobre mi pecho para mantener el equilibrio, su culo sube y baja con buen ritmo haciendo que mi polla entre y salga bien mojada. Contemplo el mete y saca emocionado. Me gusta ver como se clava, desaparece dentro y vuelve a salir brillante por la película de jugos que la envuelven.

Me gustaría ayudarle poniendo mis manos debajo de las nalgas y así facilitar el movimiento ascendente, pero no me ha dejado…  también me gustaría acariciarle los muslos, el culete… pronto lo conseguiré.

Es una postura que permite una penetración de amplio recorrido, a mí me gusta verla “trabajando” así… como la piel de todo su cuerpo adquiere un tono brillante por el sudor que empieza a aparecer por todos sus poros.

Mientras se toma un respiro, le cojo de las manos y le propongo otra alternativa más descansada para ella.

Gatita, ponte de pie frente a mí. Pon tu sexo delante de mi cara, quiero verlo de cerca, olerlo, ver como palpita. Quiero ver como rezuman tus jugos, como los labios mojados se presentan como un jugoso manjar, ofreciéndose para ser devorados por un hambriento animal.

Hazme caso, déjate conducir. Agárrate fuerte a mi brazo, atrévete y déjate llevar. Vas a disfrutar de mis caricias.

Como buena chica que es, me obedece y deja que haga realidad mis fantasías. Se apoya en el cabecero a la espera de mi lamida. Me incorporo lo justo para tener acceso fácil y una postura consistente, para poder recrearme en la tarea.

Apóyate en el cabecero, mantén los pies pegados a mis caderas y déjame que coma en tu entrepierna. Veo que tu chocho está caliente, húmedo y muy sensible, por eso mi lengua lo lame lentamente de abajo a arriba, y luego mi labio superior hace el recorrido inverso. Mi saliva se mezcla con los jugos que no dejan de salir convirtiéndose en un néctar delicioso.

Primero le acaricio la vulva con los dedos, separando con cuidado los labios para descubrir su sonrosado interior y el brillo de sus fluidos. Un ligerísimo toque sobre su clítoris logra arrancarle un involuntario espasmo y un sonoro gemido.

Con una mano me aferro a uno de sus glúteos, y la otra me ayuda a abrir la vulva para que mi boca se hunda lamiéndole cada rincón. Su botoncito requiere atención especial, lo lamo, lo aprisiono fuerte entre los labios y sobre todo lo succiono haciendo que Davinia tiemble de forma incontrolada.

Su abundante flujo se mezcla con mi saliva formando una baba es se desliza por la parte interior de sus muslos. Me encanta ver como mi comida se traduce en este fluir que moja sus piernas.

Davinia entra en un bucle de temblores y espasmos, de gemidos y gritillos entrecortados, que delatan que está teniendo otro bonito orgasmo. Yo sigo chupando los labios al tiempo que con una mano le restriego los flujos por los glúteos y la raja del culo, dejándolo todo bien mojadito para luego continuar explorando sobre esta zona.

La oigo gemir de gusto y eso me anima a continuar mi lamida lentamente, pero sin pausa. Alterno momentos de más ritmo e intensidad con otros más relajados y delicados. Nunca he comido un chocho tan rico como el suyo, así me puedo pasar horas, hasta dejarte seca o hasta que no puedas mantenerte de pie.

Te agarro por los tobillos para asegurarme que no te puedes mover, a continuación, la punta de mi lengua busca entre tus labios tu clítoris. Deslizo su capuchón hacia atrás y así puedo acariciarlo con la punta de la lengua de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.

Uhmmm!!! que durito está y cuanto jugo para sorber. Me gusta mucho darle golpecitos con la lengua, repetidamente… cambiando la orientación, de lado, de arriba abajo… uhmmm!.

Siento tus estremecimientos, el temblor de tus piernas y tu respiración acelerada. Te gusta que te coma el coño y a mí me encanta hacerlo. Tanto es así, que desde hace rato mi polla chorrea liquido pre seminal que anuncia que mi orgasmo también está muy cerca.

Tengo una última sorpresa para ti. Acerco mi mano a la raja, separo los labios mayores y dejo al descubierto tu clítoris, acerco la boca, saco la lengua y te doy unas ultimas lamidas. Lo aprisiono entre los labios y sorbo con mucho cuidado mientras noto tus manos temblorosas en mi cabeza, enredadas con el cabello y dispuestas a intervenir si la caricia no es lo que esperas.

Te lamo, te chupo, te sorbo…. quiero que te corras en mi boca.

Por fin llega tu orgasmo, te derrumbas, caes sobre mi mientras gimes y tiemblas. Te abrazo y te acojo junto a mí, te pongo la palma de la mano sobre la raja, sin moverla solo manteniéndola presionada, como para mantenerla protegida. Reposa, disfruta, goza del momento…esto es lo más cercano a la felicidad que podemos estar.

Tengo mi cuerpo encima del tuyo, me apoyo sobre las palmas situadas a ambos lados de tu cabeza, con los brazos extendidos mantengo el cuerpo en el aire dejando que solo mi pubis entre en contacto.  Mi polla está bien dura y ha encontrado refugio entre nuestros cuerpos apoyándose justo encima de tu raja.

Balanceo la cadera adelante y atrás para que mientras en tu entrepierna la rotundidad de mi sexo, a lo que respondes separando un poco más tus piernas y poniendo tus pies encima de mis pantorrillas. Te percibo deseosa de ser asaltada, y me preparo para hacer que mi verga te acaricie.

Me inclino sobre ti y empiezo con la tortura que varias veces he soñado te haría. Mis besos empiezan entre la nariz y los ojos, bajan hasta un lado el labio superior, y luego mis labios van a dar varios roces con los tuyos. Un beso en la barbilla y luego en el cuello.

Voy bajando…el cuello, la clavícula, hombro…vuelvo al pecho y busco el inicio de tu seno, saco la lengua y subo lentamente hasta llegar al pezón. Que durito se te ha puesto, un besito, paso la lengua blanda y húmeda, lo rodeo y me lo pongo entre los labios. ¡Uhmmm que rico!

Mientras te lo chupo, con la mano atrapo el otro seno, lo aprieto con cariño, haciendo que el pezón emerja hacia delante.

Mi boca sigue el tránsito hacia tu vientre, me entretengo en el borde de tus costillas antes de llegar a tu ombligo. Sé que tienes muchas cosquillas y no quiero que rías, sino que tu cuerpo vibre por la emoción, que sientas que voy a por ti y que pronto me has a sentir dentro, dándote fuerte para que tu placer sea intenso, incontrolable.

Antes de bajar a tu pubis, me gusta mordisquear en hueso de la cadera, me gusta ver como arqueas la espalda tratando de evitarme, de escaparte…pero eres mi prisionera, estas atada por las manos y el peso de mi cuerpo impide que puedas mover las piernas. Solo puedes ondular la espalda, mover ligeramente el cuerpo a un lado y a otro…eres mía y me voy a cocinar a fuego lento antes de comerte.

Me clavo de rodillas entre tus piernas, apoyo el culo sobre mis talones manteniendo el cuerpo erguido. Hago que tus nalgas se apoyen sobre mis muslos y que tus piernas rodeen mis caderas.

Estoy delante de ti viendo tu cara llena de excitación y a pocos centímetros tu chocho esperando a que lo acaricie.

Luce bien rasurado, con unos labios apretados, ligeramente abultados que son continuación de un carnoso bulto que marca la transición entre el bajo vientre y tu vulva.

Con el cuidado de quien va a tocar el pétalo de una flor, acerco los dedos para separar los labios y descubrir una mariposa rosa justo debajo. La contemplación me maravilla y siento ganas de lamerlo, de acariciarlo con la lengua hasta hacer que se derrita y llene mi boca con su precioso jugo.

Te percibo impaciente, algo temblorosa y sobre todo deseosa por sentirme dentro de ti. Es mi gran oportunidad, ese chocho tan bonito y tan jugoso tiene que ser mío. Me coloco entre tus piernas, hago que levantes las caderas, que dobles las piernas y apoye las plantas del pie sobre mi pecho.

Tu coño queda justo enfrentado a mi polla, empujo y esta se hunde suavemente, por completo, hasta que mis bolas tropiezan con tus nalgas. Te cojo por las caderas y corrijo el ángulo para que la penetración sea agradable, una vez conseguido con las manos aprieto tus muslos entre sí para conseguir que su vulva me apriete la polla al máximo.

Uhmmm! con que ganas balanceo las caderas adelante y atrás, viendo entrar y salir la polla de tu ardiente vagina. Sé que te gusta y me regodeo con el movimiento oscilante de mi cuerpo contra el tuyo.

Hago que separes las piernas lo justo para ver como más abajo, mi polla entra y sale dulcemente de tu sexo lleno de flujos. Me gusta mirar, me gusta ver la cara que pones, me gusta ver como mi miembro se desliza brillante por los líquidos que lo envuelven.

Echo la cadera hacia atrás hasta que sale completamente y queda el capullo apoyado sobre tus labios. Me vuelvo lentamente para restregar el glande por encima de la vulva, especialmente sobre el clítoris. ¡Uhmmm… como nos gusta…!

Tu sexo es como una rosa con los pétalos totalmente abiertos, sonrosado, suave, bonito, perfumado. Me encanta jugar con él, me da mucho gusto y disfruto viendo en tu rostro las reacciones que te provoco.

La vuelvo a meter toda y doy nuevos empujones para que me sientas bien adentro. Tus pechos se acompasan con el movimiento, los veo como se mueven y me encanta, entran en un movimiento armónico con mis embestidas que me tiene cautivado.

Me gusta alterar el ritmo para poder dominar mis sensaciones y controlar como te derrites.

Sé que tu cuerpo es flexible, hago que pongas las piernas estiradas hacia arriba apoyándolas sobre mi pecho, cruzadas, dejando cada pie a cada lado de mi cara. Tu chocho queda bien apretado alrededor de mi polla, a pesar de todos los líquidos presentes me cuesta meterla, el frotamiento es tan intenso, tan delicioso… que me está llevando al paraíso.

Tu sientes como mi glande choca una y otra vez, y el tronco roza con la parte posterior de tu clítoris. Nos vamos a correr…qué rico… así, así…el vaivén es intenso, nuestra respiración está acelerada… no puedo parar.

Me encanta… me gusta ver tu cara de placer… querida, me siento feliz, me gusta darte este gusto y yo no puedo retrasar más mi eyaculación. Uffff, que estallido!, ¡qué gozada! Tengo que agarrarme fuerte a tus muslos para mantener el equilibrio mientras varios espasmos recorren mi cuerpo desde el coxis hasta la nuca, como si una corriente eléctrica recorriera la columna.

He cumplido mi deseo. Quería follarte duro, intenso, y a la vez con cuidado de estimular cada centímetro, con delicadeza… y sobre todo viéndote gozar.

Querida, ¿descansamos un poco? Yo no puedo continuar… necesito tomar aire… deja que repose a tu lado… dame un beso y acompáñame con esta agradable sensación que me inunda.

¡Feliz día de Pascua, querida Davinia!