Celda de Castigo (XI)
Cuento carcelario. Narrado en primera persona por una prisionera. Última entrega. Fani termina su castigo... antes Armando la encadena a una ventana y la penetra por última vez. ¿Última?
Celda de Castigo (XI)
Hoy se cumplen los cien días de aislamiento… Sola y encadenada en la celda ya estaría loca… Iría de aquí para el módulo psiquiátrico. ¿Ha sido bueno lo que ha pasado? Al menos no fue aburrido.
Sí… me he convertido en el juguete sexual de una pareja de guardianes. ¿Juguete? más bien, esclava… A ver… me gusta cuando Armando me penetra. Niego que sea lesbiana, pero subo al cielo si Alejandra me la chupa. Pero siempre me tratan como esclava… Me esposan las manos, me esposan los pies, me esposan a la cama… nunca me dejan libertad de movimientos. Casi siempre estoy desnuda o, al menos, con las tetas al aire…
Pienso todo esto tumbada en la cama… desnuda por completo y con los grilletes en los tobillos. Así he pasado casi todo mi castigo.
¿Qué pasará ahora?, ¿Me devuelven al módulo?, ¿Otra vez al taller? La esclavitud sexual no es tan mala como la esclavitud en el trabajo. O eso pienso ahora mismo...
Abren la puerta… Es Armando. Sonrío, soy así… agradezco que me saque de mis pensamientos.
- Hoy vuelves al recinto, vamos a la ducha antes -dice.
Voy con él como estoy… desnuda y arrastrando las cadenas. Veo que él coge las esposas con dos eslabones y las mete en el bolsillo… lleva las de bisagra en el cinturón pero usará esas para llevarme de vuelta al mundo carcelario normal.
Al llegar, activa el agua caliente y me libera los pies… Me ducho intentando disfrutar del agua tibia… Me deja más tiempo del prometido pero finalmente me corta el agua.
Yo salgo, hago pucheros y me atrevo a accionar de nuevo la llave del agua caliente… Hace tiempo que sé como va. Él no hace nada… yo vuelvo a la ducha.
De repente, él entra… se ha desnudado y trae las esposas en la mano.
- ¿Qué? -pregunto.
- Has violado las normas… debo tomar medidas -responde.
Me engrilleta la mano derecha. En la ducha hay un ventanuco enrejado justo por encima de mi cabeza. La ventana de cristal está abierta para ventilar… Me lleva la mano hacia la ventana… Parece que me va a esposar a las rejas.
No exactamente… pasa la cadena por las rejas pero ahora me agarra la mano izquierda. ¡¡¡Ayyyy!!! Tengo las dos manos esposadas sobre mi cabeza… no puedo separarlas ni apartarlas de la ventana. El agua tibia sigue cayendo sobre mí… Si no estuviera en manos de Armando estaría aterrorizada.
¡¡¡AAAhhh!!! Me besa en los hombros, en la espalda… me muerde ligeramente, me toca los pechos. ¡¡¡AAAhhh!!! Noto su lengua en la nuca, en la espalda… y su mano en el clítoris… con suavidad… ¡¡¡Ahhhh!!! mete dos dedos hasta el fondo… ¡¡¡Ahhh!!! Eso no son sus dedos… Empieza el movimiento… entra, sale, entra, sale… ¡¡¡AAAhhhh!!! Me retuerzo, gimo, grito… tiro por las esposas, mi cuerpo se quiere liberar… ¡¡¡AAAyyy!!! duele… no puedo… no puedo… ¡¡¡AAAhhh!!! el ritmo sube… sube… “no pares”... “hasta el fondo, cabrón”... “fóllame”... ¡¡¡¡AAAAAhhhhh!!! Como la explosión de un cohete de feria, llegamos al orgasmo a la vez…
Me libera una mano, sólo la izquierda… deja que me lave un poco bajo el agua. Me visto… se viste… ¿Podría atacarlo e intentar escapar? ¿Para qué pienso esas cosas? Sería peor…
Me lleva a la recepción de la zona de castigo… coge las esposas por el grillete libre, lo usa como un asa, yo lo sigo sin protestas.
Desayunamos un poco… yo todavía tengo las esposas colgadas. Al acabar me mira… lo miro, miro hacia abajo, lo comprendo, vamos a devolverme a mi lugar.
Antes de que lo haga él, me adelanto yo… Yo misma pongo el grillete libre en mi muñeca izquierda, no aprieto mucho pero un poquito es suficiente para que no pueda escapar. Él sonríe… aprieta justo un diente más para que esté igual que el otro y bloquea el cierre con la llave. Durante toda la ducha la ha llevado colgada del cuello.
Me saca del edificio, volvemos al recinto… Me lleva a mi barracón… NO, ese no es mi barracón.
- Se ha decidido trasladarte al barracón de servicios -dice.
Me ingresan allí, me asignan cama, me asignan tareas: lavandería… mucho más llevadera que el taller. No pregunto pero sé que la mayoría de privilegiadas de ese grupo son amantes de guardianas.
Paso la tarde en el patio… Algunas me felicitan por el cambio, otras me preguntan, yo me hago la tonta: no sé nada…
Esa noche veo la confirmación… Es tarde, ya nadie debería entrar o salir… Vienen guardianas y gritan nombres… Se llevan a presas esposadas como si las fueran a interrogar o castigar. Yo me quedo en la cama tapada por la sábana… no sé si quiero que me busquen o no.
Ya es muy tarde, no hay luz, ha pasado una hora sin que saquen a nadie… Oigo mi número al tiempo que siento un brazo sobre mí…
- 265… “Estefanía Aranda”...
Tengo miedo… ¿Y por qué usa mi nombre completo? Conozco la voz… Me levanto… La luz está apagada pero ella tiene linterna. Sólo veo una sombra… sé que es Alejandra pero no puedo evitar el miedo. Nos harán un favor pero nos sacan por la noche como si fueran a matarnos. Me levanto… tiemblo un poco…
- Media vuelta, manos en la nuca -dice ella.
Me esposa las manos atrás… Son las esposas de bisagra, me fuerza las palmas hacia afuera y aprieta fuerte para que no pueda girar las muñecas… lo está disfrutando. Me saca del barracón y me lleva… no sé a dónde…
Salimos del recinto… La guardia de la puerta no pregunta ni anota nada. Me lleva al mismo edificio del módulo de castigos, pero entramos por otra puerta. Me lleva a una sala cuadrada, recién pintada de blanco, una mesa preside la sala con una banqueta de este lado y dos sillas por el otro. En el lateral izquierdo hay un espejo ocupando toda la pared.
Me fijo sobre todo en que en el centro de la mesa hay una argolla que sujeta una cadena… En el otro extremo hay un enorme eslabón circular… por él han pasado el grillete de un par de esposas de cadena (sí, cadena de dos eslabones, sólo pasa por el círculo con el grillete abierto).
Esposas enganchadas en una argolla.
Algo habían preparado para mí… sentí un pinchazo en la entrepierna… parecía que me iba a mear de miedo.
- No temas, ¿Nunca te llevaron a una sala de interrogatorios? -era Armando que estaba allí apoyado en la pared.
Me tranquilizo un poco… Se han pasado con la escenificación… Él me besa, como siempre con lengua hasta el fondo… ¡¡¡Ahhh!!! No lo resisto… Un beso así y me dejo hacer lo que sea…
Me baja pantalón y bragas y comienza a meterme mano… despacio, con cariño… Yo cierro los ojos… poco a poco noto la excitación… cuando empezaba a estar húmeda oigo dos inconfundibles clicks metálicos… No hay duda, Alejandra me ha puesto los grilletes en los tobillos. Él sigue un poco… no puedo… si me toca no me puedo resistir… Ella me quita las esposas… aprovecho, lo rodeo con mis brazos… nos besamos.
Él me quita la camiseta… me toca los senos suavemente… Coge las esposas. Ya sé lo que va a pasar. Me pone ambos grilletes. Con besos me sienta en el taburete…
¿Así son los interrogatorios? La verdad es que cuando me detuvieron debieron de tenerlo tan claro que nunca pasé por uno… Si te ves así sujeta, en una sala como esta no puedes resistirte mucho. Bueno a mi sensación de impotencia contribuye el hecho de estar completamente desnuda.
Veo a Alejandra sacar una máquina de las de cortar el pelo… ¿Era eso? Sí… no me lo cortaron en todo el castigo de cien días y ya empiezo a tener el pelo normal, no largo pero normal.
- Vale sí, necesito un rape -digo sumisa.
Ella concienzudamente pasa la máquina por toda mi cabeza. Armando va recogiendo los mechones… Han puesto la longitud mínima… Al terminar me invitan a verme en el espejo, parezco un soldado recién reclutado.
- Estás muy guapa así… Tienes que ser muy guapa para seguir siéndolo con el pelo al uno -dice ella.
- Eso no es un espejo… es una ventana a la sala de al lado -añade-. Teniendo aquí mucha iluminación y en la sala adjunta ninguna o muy poca, nos ven y no los vemos.
- ¿Alguien nos está viendo? -pregunto asustada.
- No, te juro que no…-dice Armando-. Alejandra se pasa de explicativa...
De él me fío más…
- Aunque puedo ir a ver desde allí lo que sigue -añade-. Tranquila, lo vas a disfrutar.
Otra vez me acojono… Armando se va… en unos segundos oímos unos golpecitos desde el otro lado del cristal… apenas se distingue una sombra… el reflejo domina todo.
Alejandra ha sacado una pequeña máquina… Sí, es una máquina de depilar… ¡¡¡Dios!!! Sí que lo puedo disfrutar… Hace dos años que no me depilo. En mis piernas hay una pequeña selva de pelos que me gustaría eliminar, de mis axilas mejor no hablar.
Empieza por las axilas… Me pide que levante lo que pueda el brazo… Algo puedo… La máquina me hace cosquillas y tirones… es que está desbrozando la selva. Ella me toca las tetas al mismo tiempo… Lo hace cariñosamente… ¡¡¡Me gusta!!! Sí… me he vuelto bisexual, hay que asumirlo.
Sigue por las piernas… lentamente… Aprovecha para manosear a gusto… piernas, culo… Al terminar pasa su lengua por cada centímetro de piel.
Se acerca sin miedo a la entrepierna… Y la chupa con lujuria…
- Ahora viene lo más difícil -dice.
Guarda todo y trae una palangana con agua y útiles de afeitado… ¡¡¡Ayyy no!!! ¡¡¡Ahí no!!! No digo nada pero siento miedo… un corte ahí puede ser terrible.
Ella prepara la brocha con jabón… Noto una presencia cálida en mi espalda… Es Armando. Ha vuelto al ver mi expresión de miedo…
- No tengas miedo… no te muevas y ya está, yo te ayudo -dice.
Con suavidad, me levanta… la cadena de mis esposas se tensa pero aun no me hace daño. Él retira la banqueta. Me abraza desde atrás…
Ella se acerca por delante, se arrodilla delante de mí. Empiezo a sentir el frío húmedo en la entrepierna… No escatima en jabón… llena todo de espuma…
Despacio, con inmenso cuidado me afeita con una maquinilla de afeitar mojada. No estoy quieta sino petrificada… Siento los brazos de Armando alrededor de mi pecho. Ni siquiera miro hacia abajo… ¡¡¡Que acabe ya!!! Quiero acabar ya con esto….
Vuelve a enjabonarme… Encima quiere repasar alguna zona… Vuelvo a sentir la cuchilla, pasando sobre la piel… Por fin termina.
Me acaricia todo alrededor… lo peor parece haber pasado… ¡¡¡Ahhh!!! Me mete mano… No sé si me voy a correr, a mear o a cagar pero mi cuerpo está en tensión…
¡¡¡AAAAhhhh!!! Eso no es una mano… labios, lengua… saliva… Ahora miro. Alejandra a mis pies me la chupa con ganas… Disfruta del camino recién desbrozado. Armando me suelta… Pongo las manos sobre su cabeza… jugueteo con su pelo… enrosco y desenrosco sus rizos. ¡¡¡AAAAhhh!!! De vez en cuando me estremezco de placer. Desnuda, lampiña por completo, encadenada de pies y manos, estoy subiendo al cielo…
Sigue, sigue, sigue… creí que me iba a correr enseguida pero aguanto, aguanto mucho… ¡¡¡Ahhh!!! Ha metido la lengua hasta el límite… ¡¡¡Sí!!! ¿Por qué paras?, ¿Por qué paras ahora?
Alejandra se retira y vuelvo a notarlo a él detrás. Noto su piel, se ha desnudado. Con cuidado me tumba hacia adelante sobre la mesa… Mis manos en el centro de la mesa, mi depilado coño tocando el borde, mi culo en pompa detrás…
Noto sus dedos… necesita guiarse… ¡¡¡AAAhhh!!! Ya está aquí… está entrando… No entra del todo las primeras veces… Insiste, suavemente, pero insiste… El camino se va abriendo… Entra toda… entra hasta mis entrañas… ¡¡¡Ahhh!!! Entra y sale… despacio… Entra y sale… más rápido… más rápido… ¡¡¡Ahhh!!! Sigue, sigue… no sé el tiempo que pasa… Ojos cerrados, sudando, oigo tintineo de cadenas, me parece lejano… Noto el acero en muñecas y tobillos parece que le duele a otra persona a mí no… Yo sólo siento que entra y sale… cada vez más rápido… cada vez más fuerte… ¡¡¡Ahhh!!! Noto una ligerísima presión… es el líquido… ¡¡¡¡Ahhhh!!!! Me retuerzo, hago por no gritar, me clavo las uñas en las palmas… Siento la mezcla de líquidos… espesa… caliente…
¡¡¡¡AAAAAhhhhh!!!!! ¡¡¡¡AAAAAhhhhh!!!!! ¡¡¡¡AAAAAhhhhh!!!!! ¡¡¡¡AAAAAhhhhh!!!!!
¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
FIN