Cediendo por placer
Él sabía como alterar mis hormonas hasta que cediera a todas sus peticiones.
Mi amo me ha ordenado que cuelgue estas vivencias y las comparta con todos vosotros.
Me había enviado un mensaje para que esa noche fuera a su casa. No me lo pensé dos veces y me puse guapa y arreglada especialmente para él. Me duché y depilé cuidadosamente y así estar suave para él. Luego frente al espejo me maquillé un poco, pero no quería estar demasiado cargada. Sólo pensaba en que nada más llegara, a él se le pusiera dura con solo mirarme y pensar en lo que vendría luego.
Y así fue.
Me puse una falda sin ropa interior debajo, quería que él pudiera tener acceso rápidamente; un sujetador sugerente y una blusa que hacía resaltar mis pechos. Por supuesto no podían faltar los tacones.
Toque al timbre y nada más abrir nos dimos un beso suave y caliente a la vez, ambos nos pusimos a cien al rozarse nuestros labios y jugar nuestras lenguas. Mientras nos dábamos otro beso, él bajo su mano hacía mis muslos y comprobó que no llevaba ropa interior. Esto le excitó aún más, no se lo esperaba. Me invitó a tomar algo y yo mientras empecé a insinuarme. Tenía ganas de que empezara la acción y parecía que él quería desesperarme. Gestos, frases picantes... estaba haciendo todo lo posible para que se avalanzara sobre mí.
Mientras charlábamos sentados en su sofá, me fui quitando lentamente mis zapatos y mis medias, hasta dejar mi pie desnudo, luego fui subiendo hasta sitularlo entre su entrepierna y noté la dureza de aquello que yo tanto ansiaba.
No pude esperar más, me lance encima de él, con su sexo pegado al mío. Besé primero su oreja, para ir bajando luego hacía su cuello, sin detenerme en él mucho rato. Fui siguiendo el camino hacia su boca, mientras frotaba mi sexo desnudo por su entrepierna.
Preso de la pasión me arrancó la camisa para poder tocar mis pechos con mayor libertad. Mi falda se había subido casi hasta mi cintura, así que tenía unas buenas vistas de todo mi cuerpo. Mientras no besamos fui quitándole su camiseta para poder bajar luego lentamente con mi lengua por su pecho mientras habría la cremallera de su pantalón. Saqué su miembro mientras jugaba en su ombligo, lo masajeé unos minutos y volví a subir a su boca para continuar besándole mientras su polla crecía con el vaivén de mi mano.
Bajé de nuevo mi boca por su cuerpo hasta llegar a su sexo. Estaba tan cerca que debía notar mi agitada respiración mientras le miraba a los ojos con la boca entreabierta. No quería hacerle esperar más, así que suavemente empecé con la felación. Cuando llevaba un tiempo practicándole sexo oral, me cogió de forma salvaje y me tumbó en el sofá. Me quitó la falda para no tener nada que le molestara. Empezó a besarme los muslos y a pasar su lengua por los alrededores de mi sexo, pero sin tocarlo. Esto me ponía aún más caliente. Cuando vio que iba a estallar paró y fue a por unas esposas. Me inmovilizó las manos a la espalda y poniendo su polla entre mis labios, empezó a masturbarse. Él sabe que esto me excita mucho, así que aprovechó la oportunidad para hacerme una pregunta:
-¿Qué eres?
-Seré lo que tú quieras. Seré tu esclava, tu putita.... -Le supliqué.
-Pues como eres mi putita, me vas a obedecer en todo a partir de ahora. ¿O prefieres irte a tu casa así de caliente y sin poder tocarte en una semana? Harás todo lo que yo te diga, y si no obedeces, ese será tu castigo.
Moví la cabeza de forma afirmativa para aceptar el trato y convertirme así en su objeto de placer para esa noche.
Había aceptado obedecerle en todo y su primera órden fue que continuara con el sexo oral, pero a los pocos minutos se la guardo en su ropa interior y me hizo otra pregunta:
-¿Quieres seguir chupando putita?
-Por supuesto
-¿Cuanto lo deseas?
-Mucho
-¿Estarías dispuesta a renunciar a tu orgasmo para poder seguir chupando?
-Por supuesto
-Que putita eres...-Y al decir esto empujó su polla de nuevo hacía mi boca para que continuara con mi trabajo.
Yo iba aumentando poco a poco el ritmo de forma progresiva, a veces me quedaba quieta con toda la polla dentro de la boca y era él quien empujaba lentamente, y poco a poco volvía a ir más rápido. Rodeaba su glande con mi lengua suavemente y recorría la polla por todo el tronco hasta volver a meterla de nuevo en su boca.
Él se sentó en el sofá y volvió a dirigiarse a mí:
-Arrodillate delante de mí. -Sin dudar ni un momento obedecí sus órdenes.
Él cogió su miembro y lo fue dirigiendo de nuevo hacía mi boca, mientras se masturbaba yo seguía con la mamada, pero era él quien controlaba el ritmo. Estaba complétamente empapada. Me cogió de la cabeza para poder seguir controlando la situación.
-Acabaré en tu boquita y quiero que te lo tragues todo. -No me dió ninguna opción, ni podía rechistar.
Le quedaba poco para estallar en mi boca y derramar en mí toda su leche, que pronto se deslizaría por mi garganta.
Después de que terminara en mi boca y mientras yo aún tenía su pene dentro y lo limpiaba con mi lengua, él empezó a masturbarme. Yo continuaba a 100, pues aún no había recibido placer completamente y había renunciado a mi orgasmo por darle placer a él. Él continuó jugando conmigo, masturbándome a ratos pero sin dejarme terminar.
Me tapó los ojos y me colocó un vibrador dentro de mí, que iba activando con un mando a distancia. Parecía que se divertía viéndome gemir y retocerme, mientras mi coño estaba completamente empapado y deseando que me follara bien fuerte.
Cuando vio que estaba a punto de conseguir el orgasmo paró y volvío a ponerla en mi boca, para que creciera con el calor que le proporcionaba mi suave lengua.
-¿Quieres que te folle y te de placer?.
-Lo estoy deseando.
-Pero tú estás aquí para mi placer, el tuyo no importa.
-Lo sé.
-Bien, así me gusta.
Me cogió con sus brazos y me puso a 4 patas sobre la cama, sin desatarme las manos en ningún momento. Me quitó la venda de los ojos y me sacó el vibrador.
-Estas muy mojada, perrita, no me va a costar mucho entrar.
Noté como su glande se apoyaba en mi entrada y luego entró fuerte complétamente. Solté un gemido cuando sentí que estaba llena del todo y él permanecía quieto.
-¿Me quedo así?''
-No, por favor, sigue.
-¿Aquí quién da las órdenes?
-Lo siento. Yo estoy aquí sólo para darte placer, puedes hacerlo como quieras.
-Aprendes rápido.
Mientras permanecía a cuatro patas y con su polla dentro, imaginé la mueca de triunfo que se dibujaba en su cara al sentir que era suya y podía hacer conmigo todo lo que quisiera.
Comenzó de forma lenta y el ritmo aumentó hasta una manera en la que ya no me podía contener, sin tiempo a avisarle tuve mi primer orgasmo, que llevaba deseando durante toda la noche.Él me tapó la boca para no dejarme gritar mientras continuaba con fuertes embestidas buscando su propio placer.
Dejó caer todo su cuerpo sobre mí y mientras mordía mi oreja seguía penetrándome desde atrás. Volví a
tener un orgasmo al sentir como su semen chocaba con mis paredes vaginales. Terminé, rendida y agotada, pero pude tumbarme a descansar, mientras aún continuaba con las manos atadas.Me dió un beso y dejó que recuperara el aliento hasta que volviera a necesitar de mí para obtener placer en aquella larga noche.