Cedida por mi Amo a una Dóminatrix para ser someti
Mi Amo hace realidad una de mis fantasías, ser sometida y humillada por una dómina
En una de las primera conversaciones que tuve con mi Amo, aunque propiamente hablando aún no lo era; estábamos en ese momento en el que no puedes dejar el móvil y se te pasa la mañana y la tarde sin hacer otra cosa más que hablar con esa persona que has encontrado, y que te llega a llamar “droga” porque no le dejas pensar en otra cosa; me preguntó sobre mis fantasías, y la primera que me vino a la cabeza fue la de que me excitaba la idea de verme sometida por una Dómina.
Es algo que siempre me ha llamado la atención y con lo que había fantaseado, pero que nunca pensé realmente llevar a cabo, quiso la fortuna que mi Amo me encontrase y me hiciese suya; y después de unos meses de relación en los que la confianza en él es ciega, me siento capaz de hacer cualquier cosa siempre que sea de su mano y bajo su protección.
Cuando comenzó el año mi escribió lo siguiente:
“Este 2020 quiero que sea un año de experiencias. Quiero meter nuevos juguetes, nuevos materiales, nuevas formas de placer. Te quiero exhibir, te quiero probar, quiero pillarte por sorpresa, que sepas qué va a pasar, pero no saber cuando, quiero ver si puedes pensar más en tu propio dolor al saber que al mismo tiempo yo estoy azotando a otra, quiero humillarte y quiero agradecerte que te hayas humillado. Quiero ser imprescindible en tu vida pero no quiero ser ni una carga ni una losa ”
¿Cómo no intentar complacerle en todo? ¿Cómo no dejarse guiar por El? Y como no podía ser de otra forma, la primera experiencia que hemos vivido este año fue la de cederme a una Dómina para que me sometiese, y eso es lo que os quiero contar, cómo viví esa experiencia, y cómo la disfruté, porque creedme, disfruté muchísimo, no sólo porque ver la cara de satisfacción de mi Amo me hacía muy feliz, si no porque era la primera vez que una mujer me tocaba de esa manera y me volvió loca de placer.
En un primer momento pensé que se iba a quedar sólo en una fantasía, pero cuando mi Amo se abrió un perfil en una página de contactos BDSM y me ordenó que yo también me abriese un perfil, empecé a ver que la cosa iba en serio. Si bien es cierto que nunca me negué……
A medida que se acercaba el día me encontraba cada vez más excitada y asustada, no asustada por lo que pudiese pasar, si no asustada por no estar a la altura de lo que mi Amo esperaba y decepcionarle. Posiblemente eso es a lo único que le tengo miedo, a fallarle. Pero saber que mi Amo quería que pasase por esa experiencia, que la viviera con él, me dio la fuerza necesaria.
Así que allí me encontraba yo, de rodillas en la mazmorra, postrada en el suelo y con mi collar en las manos, esperando. Para una sumisa ese momento puede que sea uno de los más dulces, esperar a su Amo, porque sabe que es el preludio de la humillación, del dolor, del placer, de las lágrimas y de las risas. Si, de las risas, tengo la suerte de tener un Amo que también me hace reír, y eso es alucinante.
Que me desvío, me pasa siempre que me pongo a hablar de mi Amo, no lo puedo evitar.
Lo dicho, allí estaba, postrada, con el coño palpitando y húmedo, aunque eso no tiene mucho mérito, llevo empapada desde hace 6 meses que le conocí. Nerviosa, temblando como una hoja, por un lado de excitación y por otro de miedo. Una sumisa no puede evitar sentir miedo a defraudar a su Amo, a no cumplir sus expectativas, a pesar de que tu Amo te haya repetido varias veces que está orgulloso de ti.
Oí pasos en la escalera, y oí voces, eran mi Amo y la Dómina que bajaban a por mí. En ese momento te sientes Suya por completo, Su perra, tan pequeña, tan indefensa, tan insignificante, en Sus manos, a Su disposición para lo que quiera hacer o quiera ordenar que te hagan, y a la vez tan segura, tan importante y tan poderosa. La sensación es increíble y difícil de procesar.
Escuché el paso de unos tacones y sentí cómo se acercaban a mí.
–Mira lo que tenemos aquí – dijo la Dómina – una perrita, habrá que ponerle su collar ¿Verdad? Una perrita no puede estar sin collar ¿Verdad perra?
–Si Señora – respondí. He de reconocer que decir ese “Si Señora” me costó un mundo, ser sumisa con mi Amo y someterme a El es algo para mi natural, pero fuera de este mundo soy orgullosa, soberbia y muy altiva, por lo que someterme a otra persona que no fuese mi Amo me costó, para qué decir lo contrario. Pero como quería que mi Amo estuviese orgulloso de mí, me mostré lo más sumisa que pude con la Dómina…. Lo que no me esperaba es que esa humillación me gustase tanto.
Me puso el collar y la correa y ¡me acarició la espalda! No me lo espera, no esperaba que se me erizase la piel, no esperaba que todos mis sentido se pusiesen alerta, ni que comenzase a respirar como si el corazón se me fuese a salir por la boca…… fue alucinante, por un momento me olvidé de que mi Amo estaba allí, pero al momento le imaginé sentado, observándome y sabiendo que estaba disfrutando de cada jadeo que emitía Su perra, y no habíamos hecho más que empezar.
–Buena perra – dijo la Dómina al ver mi reacción –creo que voy a disfrutar mucho adiestrándote, bajó su mano hasta mi coño y comprobó que estaba empapada, algo que no dejó de destacar con satisfacción para mi completa humillación, y acto seguido me ordenó que fuese a buscar a mi Amo para saludarle.
Con mi correa sujeta por la mano de la Dómina y a cuatro patas me dispuse a buscar a mi Amo, en un primer momento estaba algo desorientada, pero enseguida me di cuenta de que tenía un sofá detrás de mí, así que mi Amo debía de estar allí. Me acerqué y besé sus pies, no me salían las palabras ni para pedir permiso para hablar de lo excitada que estaba, así que froté mi cabeza contra su pierna y El me acarició la cabeza, creí morir de placer os lo juro, ese gesto de mi Amo me descoloca por completo, y claro, levanté la cabeza y le miré.
–¿Quién te ha dado permiso para mirar a tu Amo?– La voz de la Dómina resonó como una bofetada porque me di cuenta de que no habían pasado ni 5 minutos y ya había metido la zarpa….cayó el primer azote
–Nadie Señora.
–¿Te mereces un castigo verdad?– Tardé en contestar y después de un tirón de la correa la Dómina repitió –¿Verdad perra?
–Si Señora– respondí.
–Muy bien, sígueme perra, voy a castigar tu impertinencia, así aprenderás a mostrar el respeto que le debes a tu Amo.
La seguí dócilmente y me ordenó ponerme de pie con las manos detrás de la cabeza, vi como cogía un rebenque, menos mal que no era auténtico, sólo tenía la forma, la piel parecía mucho más suave.
Me fijé en sus zapatos con un tacón de infarto, y me sorprendí dándome cuenta de que me excitaba muchísimo verla con esos zapatos y con liguero, de momento no podía ver nada más porque estaba con la cabeza agachada, pero intuí una minifalda de cuero y me puse a mil, sentía emociones contradictorias porque me estaba gustando muchísimo aquella mujer. La verdad es que tenía unas piernas preciosas….
Cayó el primer azote, y dolió como un demonio, no se por qué pero ingenua de mí pensaba que iba a ser más suave, quizás porque pensé que al ser la primera toma de contacto iba a ser más indulgente, pero al parecer mi Amo le había dicho que no se cortase, que su perra aguantaba bien el castigo. De todos modos, el saber que mi Amo estaba allí controlando y vigilando que no me pasase nada, es una sensación que no cambiaría por nada del mundo. Estaba pensando en lo maravilloso que era vivir esa experiencia de la mano de mi Amo, cuando cayeron más azotes, uno detrás de otro y con mayor intensidad. Empecé a gemir bajito, dolían pero me estaba excitando muchísimo.
Otra vez y para mi humillación, la Dómina bajó su mano hasta mi coño para comprobar que seguía húmeda y me penetró con dos de sus dedos hasta dentro, arrancando un profundo suspiro de mí. Noté cómo sus dedos exploraban mi vagina al tiempo que escuchaba lo mojada que estaba, la Dómina comenzó a meter y sacar los dedos follándome y yo buscaba con el movimiento de mis caderas que entrasen más adentro. Una mujer me estaba follando con su mano y me estaba encantando, quería más, y lo quería ya!
El dolor de los azotes se había pasado, es automático, por mucho que duelan los azotes si luego me tocan el coño me olvido del dolor y sólo puedo concentrarme en el placer.
–Ummm, estás muy mojada perra– dijo la Dómina. –¿Te has mojado esta semana?
–Si Dómina– respondí. –mucho.
–¿Y por qué perra? ¿Por qué te has mojado?
–Porque no dejaba de pensar en la sesión con usted, porque me excitaba muchísimo saber que me iba a someter y castigar.
–¿Ah si? ¿Y quién te ha dado permiso para mojarte perra?
–Nadie Señora– en ese momento se me vino el mundo encima, pero ¡cómo voy a poder controlar eso!, si cada vez que me escribe mi Amo un mensaje me mojo, cada vez que pienso en El me mojo, cada vez que le veo me empapo, cada vez que oigo su voz me palpita el coño hasta el punto de que si cierro fuerte las piernas podría correrme…
–Se te van a quitar las ganas de mojarte sin permiso– y cogió el flogger y me dio una serie de azotes que se me clavaron en la piel, no hasta el punto de gritar pero si cómo para que se me quitasen las ganas de desobedecer.
Las tiras de cuero golpeaban mi culo y terminaban en la parte delantera, junto a mi coño, dejando unas marcas como picadas en la piel de mi pubis. Cuando ya estaba llegando al límite paró, bufé de alivio, y al momento me volvió a tocar el coño y me encontró todavía más mojada que antes, volvió a penetrarme y me folló con sus dedos, y en ese momento me humillé y me oí decir.
–¿Señora va a dejar que esta perra se corra por favor?– Lo pregunté entre jadeos y con desesperación porque me temía la respuesta.
–No, no te vas a correr, y depende de cómo te portes no voy a dejar que lo hagas.
En ese momento me podía haber puesto a llorar, pero tuve suerte y paró de follarme con su mano, me volvió a azotar, con fuerza, como si quisiera rebajar así mi excitación para que pudiese aguantar más, y el dolor hizo que me relajase un poco y se me normalizara la respiración.
–Creo que es momento de colgar a esta perra, a ver si aprende de una vez la lección– las palabras de la Dómina me sacaron de mi estado y me puse alerta.
¿colgarme? ¿de dónde? ¿cómo? La mazmorra tiene una polea y se que mi Amo quería colgarme boca abajo, así que me imaginé que ese sería mi destino…. No pude evitar ponerme nerviosa y aprovechando que la Dómina estaba buscando las tobilleras miré a mi Amo, buscándole, buscando su refugio, y en ese momento los nervios se disiparon, me bastó verle para que cualquier duda o temor que pudiera tener se esfumase, la mirada que vi en sus ojos me inundó de paz y de seguridad. Sonreí, con esa sonrisa que una sumisa que confía ciegamente en su Amo puede sonreír, con absoluta devoción. Y me dispuse a seguir las órdenes que me dieran.
Mi Amo se acercó para ver el proceso, sentirle tan cerca y no poder tocarle era una verdadera tortura, pero no lo hice, no por temor al castigo, si no porque si le tocaba iba a parecer que estaba mal adiestrada y yo quería que la Dómina viese que mi Amo me había adiestrado muy bien y que Su perra estaba bien educada, por nada del mundo dejaría en mal lugar a mi Amo o le pondría en evidencia, me moriría de la pena si pasase eso.
Me ordenaron tumbarme en un potro para facilitar la suspensión y la colocación de las tobilleras, lo normal hubiese sido que ante lo desconocido -no tenía ni idea de lo que iba a sentir o de cómo iba a reaccionar- hubiese sentido nervios, pero la tranquilidad que experimenté fue sorprendente, me dejé hacer sumisamente, escuchaba a mi Amo y a la Dómina hablar, pero no les entendía, me estaba sumiendo en un estado en el que no pienso, sólo siento, y era increíble.
Comencé a oir el ruido de las cadenas y fui sintiendo cómo se elevaban mis piernas y poco a poco mi espalda empezó a perder el contacto con la piel del potro, dejé caer mis brazos hacia atrás y relajé la cabeza, me fueron subiendo hasta que quedé suspendida, con mis manos podía tocar el suelo, pero entrelacé los brazos por delante de la cara y quedé oscilando en el aire.
En ese momento mi Amo estaba sentado en una de las sillas de la mazmorra, aunque boca a bajo podía verle bien, se que no debo mirarle, pero es que me gusta tanto que no lo puedo evitar, me gusta ver cómo me mira, sobre todo cuando me azota, veo el poder en sus ojos y veo el deseo, y eso me vuelve loca. Me gusta verle tan poderoso y fuerte, y sobre todo me gusta saber que no me quita ojo, no le quita ojo a su “pelota” El puede dejar su “pelota” a otros para que jueguen, pero siempre cuida de que no se la pinchen. La verdad es que, que me compare con una pelota de su propiedad es de lo más bonito.
La Dómina cogió varias pinzas y me las colocó en los pechos y en los pezones, me gusta mucho tener pinzas en los pechos, creo que están preciosos, aunque en alguna ocasión si las tengo mucho tiempo, el dolor que produce al quitarlas cuando la sangre vuelve a circular es tan fuerte que a veces he estado a punto de perder el conocimiento.
Comprobó que seguía mojada y comenzó a azotarme el culo con la vara, intercalaba azotes cortos con azotes más largos y fuertes, la vara es de los instrumentos más dolorosos por lo que no pude evitar apoyar las manos en el suelo para encontrar algo de apoyo y así poder recibir mejor los azotes, comencé a gemir, eran gemidos de dolor, la intensidad iba en aumento y que te azoten boca a bajo no tiene nada que ver con estar cómodamente apoyada en el potro.
La técnica que usaba la Dómina eran tandas cortas de azotes intensos, por lo que en el momento en el que ya el dolor empezaba a ser demasiado como para asimilarlo paraba, me acariciaba mi dolorido culo y seguía. En este caso cuando mis gemidos de dolor eran ya bastante audibles cambió los azotes en mi culo para golpear las pinzas de mis pechos con la vara, lo que hizo que los gemidos pasasen de dolor al placer, al mismo tiempo que acariciaba mi coño que no dejaba de lubricar. Me azotó el pubis con la vara y los muslos y luego cambió al flogger para seguir azotando mi culo. Las sensaciones eran muy intensas y yo no podía dejar de gemir, me ardía el culo, me dolían las tetas, me ardía el coño y sólo podía esperar a que se cansasen de jugar conmigo.
La Dómina me quitó las pinzas arrancando gemidos de placer de dolor y comenzó a bajarme al suelo, la verdad es que fui cayendo a peso muerto, estaba flotando, la mezcla de dolor y placer es tan intensa que no te deja pensar, sólo puedes sentir y disfrutar de la libertad que te da el pertenecer a tu Amo y obedecerle, en este caso a través de una Dómina, pero las órdenes y los azotes eran cómo si me los estuviese dando Él.
Una vez estuve en el suelo me quitó las tobilleras y me ordenó que me colocase en el potro, me recosté sobre él sin saber lo que me iba a hacer, pero a esas alturas me daba igual, había alcanzado un estado parecido al nirvana y sólo podía sonreír. Recuerdo con claridad una frase de mi Amo, que sonriendo decía
–Pero será puta, yo le traigo una Dómina para que la castigue y le de caña y la muy puta no deja de sonreír.
En ese momento me pusieron una polla enorme en la boca y oí que me decían, chupa perra, a la vez que me daban una bofetada, la Dómina se había colocado un arnés con una polla enorme, y como buena perra comencé a chupar, la verdad es que estaba deseando que acto seguido me la clavase en el coño, bien adentro y bien fuerte porque estaba que me moría por sentir una polla dentro de mí. Seguí lamiendo y chupando aquella polla y cuando me la quitó de la boca casi protesté, pero no me dio tiempo porque me agarró del pelo, me miró y me besó, fue un beso con lengua, beso que devolví, no me podía creer que estuviese besando a una mujer y que lo estuviese disfrutando, estoy atravesando límites con mi Amo que jamás hubiese imaginado, pero allí estaba yo, en un potro, besando a la Dómina que me había estado azotando y deseando que me clavase la polla que tenía que su arnés.
Se colocó detrás de mí y me penetró, lancé un gemido que más parecía un rugido de alivio y deseo, y comenzó a bombear dentro de mí mientras yo no paraba de gemir y jadear, tardé muy poco en suplicar que me dejara correrme, pero en ese momento paró de follarme y comenzó a hacerlo con movimientos más lentos, lo que hizo que empezase a tener unas contracciones que anunciaban que me iba a correr si o si, así que lo volví a intentar y volví a suplicar que por favor me dejase correrme.
–¿Te quieres correr perra?
–Si Señora por favor, deje que esta perra se corra, se lo suplico– No podía controlar el inminente orgasmo que estaba abrasándome cuando oí un liberador –córrete perra–
En ese momento exploté, sentí cómo oleadas de placer recorrían mi cuerpo, llegando a mi coño y en ese momento me corrí, un chorro salió de entre mis piernas, el ruido de mi corrida se mezclaba con mis gemidos y no podía dejar ni de dar las gracias ni de correrme como un animal, como una perra, que es lo que soy, la perra de mi Amo.
–¿Qué has hecho perra? ¿Has puesto todo el suelo perdido como buena perra que eres verdad? – Las palabras de la Dómina me llegaban amortiguadas por mis jadeos, el placer era inmenso. Y en ese momento escuché la voz de mi Amo que decía.
–Ya te advertí que la criatura lo ponía todo perdido– Oir hablar así a mi Amo de mí podría haber sido humillante, pero la verdad es que a mí me hizo sentirme muy orgullosa, porque sabía que mi Amo estaba contento.
Estaba recostada en el potro, mirando a mi Amo y sonriendo, y seguía corriéndome, y poniéndolo todo perdido con mi squirting.
–La muy puta se sigue corriendo– dijo mi Amo con una expresión de satisfacción que hizo que todavía sonriese más. –Y no para de sonreír, es la “sumisa sonriente– Y me preguntó –¿Por qué sonríes perra?
–Porque estoy feliz mi Amo– La felicidad que sentía al haberme portado como mi Amo esperaba de mí era tan grande que ya no podía pedir más. Claro que el haberme corrido como un animal también contribuía a la sonrisa.
La Dómina me cogió de la correa y me llevó hasta mi Amo, allí a cuatro patas delante de El me sentí la perra más afortunado del mundo por pertenecerle, apoyé mi cabeza en su regazo mientras El cogía con una mano la correa y con la otra acariciaba mi cabeza, y entonces lo dijo.
–Buena perra, eres una perra excepcional–
Y allí en ese momento, hubiese podido explotar de felicidad
Muchas gracias mi Amo