Cedida en una fiesta universitaria

Mi amo me manda a una fiesta universitaria, para ser dominada por cinco estudiantes

Hoy mi amo me ha enviado a una fiesta universitaria.

Las premisas eran claras, debía vestir con una blusa blanca anudada bajo mis pechos, sin sujetador, para que se vieran mis pezones contrastando con la claridad de la tela

Falda corta, que me rozara cayendo justo debajo del culo y, por su puesto, sin bragas.

Me peiné con dos coletas, me calcé unos tacones rojos y fui en autobús hasta el centro.

Algunos hombres se rozaron y me llenaron de miradas libidinosas, eso solo acrecentó mi excitación.

Cuando llegué a la dirección, una casa en un barrio acomodado, no me costó que me dejaran pasar, y eso que les duplicaba la edad.

Caminé entre aquellos jovencitos hormonados, quienes solo tenían en la mente emborracharse y follar.

La noche estaba avanzada así que muchos ya se estaban dando el lote en algunos puntos de la casa.

Vi un grupo de cinco chicos, estaban bebiendo animados y rápidamente supe que serían mi objetivo.

Mi amo quería que fuera usada en grupo, que me sometiera a más de tres hombres a la vez y ellos parecían lo suficientemente bebidos y cachondos para no importarles con quién.

Me puse en el centro del círculo, agradecida por las miradas de deseo que suscitaba en ellos.

—Buenas noches chicos, ¿lo estáis pasando bien?

—Ahora que estás tú con nosotros mucho mejor —El que lo dijo parecía el más lanzado de los cinco.

—Me alegro, yo soy Aroa —Caminé hasta él para depositarle dos besos muy cerca de los labios y aplastar las tetas contra su torso.

—David —dijo magreándome el culo sin que me opusiera. Me sonrió y se la devolví—. Ellos son Álvaro, Carlos, Eloy y Fabián. Contemplé a los cinco, sin dudarlo David era el guapo, Fabián el gordito y los otros tres más bien normales. Les Besé a todos, pegándome del mismo modo que hice con David, el único que osó a magrearme fue Carlos.

—He venido sola y buscaba diversión, ¿pensáis que me la podéis ofrecer? —David sonrió engreído.

—Claro, pero primero déjame que te demos de beber, vamos a jugar a un juego muy divertido.

—Me encantan los juegos…

—Bien, te vas a arrodillar, con la boca abierta y dejaremos caer cerveza a ella, si dejas de tragar o se te cae pagaras una prenda.

—¿Qué tipo de prenda?

—Lo decidiremos después. ¿Crees que podrás con cinco botellines?

—Y con seis, les desafié. —Lo importante era perder, no beber.

Todos se armaron con su botella e hicieron la ronda por turnos, obviamente, terminé empapada en cerveza, con las tetas mojadas y en alguna ocasión medio atragantada.

—Vaya Aroa, lo lamentamos mucho, has perdido cinco veces, no habido una sola vez que lo hayas hecho bien, qué lástima.

—Pues entonces tendré que pagar.

—Eso parece, quítate la blusa, no nos gustan las mujeres que huelan a borracho.

—¿Aquí? —Miré a un lado y a otro.

—Claro.

La verdad es que me daba igual dónde hacerlo. La desabroché mostrando mis pechos desnudos.

—¡Joder, que buenas tetas tienes! —David me pellizcó los pezones y yo gemí excitada—. Enséñaselas a todos, vamos chicos no seáis tímidos que a Aroa le gusta que se las toquen.

Las diez manos comenzaron a magrearme, a tirar de mis pechos, a retorcerlos, incluso Fabián se enganchó a uno y se puso a mamar de él como si pudiera sacarme leche.

—Eso es Fabián, cómeselas —le animaban— Alguien me metió mano bajo la falda, yo ya estaba húmeda, creo que fue Carlos y aprovechó para penetrarme con los dedos.

—La muy guarra no lleva bragas y está empapada.

La falda no tardó en desaparecer, ya estaba completamente desnuda ante ellos.

—De rodillas Aroa, vas a hacernos a todos una mamada, esa será tu primera prenda.

Me puse de rodillas y David me soltó una bofetada que hizo que mi carrillo rebotara. Carlos me agarró de las coletas tirando hacia atrás mi cuello, dándole tiempo a David a desabrocharse los pantalones y pajar los calzoncillos para enterrarse en mi garganta.

Lo hizo sin miramientos, tenía una polla ligeramente ladeada y de buen tamaño. Olía ligeramente, pues debía hacer horas que se había duchado, pero eso no importaba, se la chupé con devoción, saboreándole con descaro, mientras las arcadas se sucedían al tocar el fondo de mi garganta.

—Eso es puta, qué bien la chupas, métete también los huevos que seguro que te caben. —Lo intenté y no paré hasta lograrlo. Los otros chicos se arrodillaron, Fabián a seguir mamando mientras se pajeaba y Álvaro abofeteaba la que quedaba libre. Eran golpes picantes que combinaba con tirones en el pezón.

Eloy hizo que levantara el culo se posicionó bajo mi coño y se puso a comérmelo y ungirse en mi jugo.

No podía estar más excitada, la polla entraba y salía sin dificultad haciéndome desear más. Mi sexo se retorcía y mis tetas querían ser azotadas y devoradas por aquellos chicos.

David empezó a contraerse lanzando el semen contra mi garganta, obligándome a llenar el estómago con él, en cuanto se sintió vacío intercambió el sitio con Carlos quien la tenía mucho más grande y gruesa.

Apenas podía abarcarla, pero eso no le importaba, me folló la boca con brutalidad, sintiendo mis arcadas sucederse. Parecía que eso le ponía todavía más, así que traté de relajarme sintiendo como la baba se escurría por mi boca cayendo en picado hacia abajo.

La segunda tanda de semen no tardó en inundarme, era mucho más espesa y abundante, tragué saboreando hasta la última gota, y fue Fabián, el tercero en disfrutarme.

La tenía corta y peluda, con una barriga que caía sobre ella, abrí bien los labios y le di cabida hasta los huevos.

Carlos fue directo al pecho libre y se divirtió llenándolo de mordiscos. El orgasmo estaba tan cerca, que cuando me sobrevino, me corrí en toda la cara de Eloy que no dejaba de mamar de mi sexo.

A Fabián le costó un poco más, pero no cedí hasta que su leche acarició mi garganta.

Eloy y Álvaro se empeñaron en que les alternara, me puse a cuatro patas y se las estuve mamando a ambos un buen rato.

Noté cómo me separaban los cachetes y hurgaban con los dedos ente ellos, le puse muchísima más devoción, los chicos gruñían y dos manos retorcían mis pezones, volvía a estar al límite cuando una lengua penetró mi esfínter y me corrí de nuevo.

—¡Mirad que puta es, ha eyaculado en el suelo! —La polla de Eloy envió el primer chorro de esperma a mi paladar, que lo mamó sin dejar de pajear a Álvaro, y con la boca repleta de leche cobijé la polla de Eloy hasta que me dio mi ración doble.

Cuando se la dejé limpia y reluciente me hicieron amorrarme al suelo para no dejar ningún resto de mi corrida mientras azotaba mi cuerpo.

—Muy bien puta Aroa —David me cogió del rostro para darme la segunda bofetada.

Primera prenda superada, la noche es muy larga y nosotros tenemos semen para rato.

Continuará…