Cedid@
Sandra es humillada por su amo cediendola a unos desconocidos
Me encontraba de rodillas frente al ordenador, así era como a mi amo le gustaba que le atendiera, Para la ocasión me había ordenado vestir un body negro y unas medias nada más, y por supuesto tuve que enviarle la foto,
Me había bautizado con el nombre de Sandra, y en el tiempo que llevábamos de relación su mayor placer consistía en humillarme de todas las formas posibles,
- Has sido desobediente Sandrita, ¿no crees que te mereces un castigo?- Me dice.
- Si amo.- Le contesto aunque sé perfectamente que no es así.
- Bien, pues como hoy estoy de buen humor te doy a elegir, o 50 azotes en ese culo de puta, por supuesto con la foto correspondiente de las marcas o una humillación sorpresa.
Normalmente siempre elegía el castigo conocido pero ese día, no sé porqué, elegí la sorpresa.
- ¡que valiente estás hoy Sandrita! Vale pues cuando acabe contigo tendrás 10 minutos para llamar a este teléfono, 665384619, y te presentas a quien te conteste como tú sabes para ponerte a su disposición, entendido.
- Si amo.
Siguió un rato más riéndose de mí, y humillándome como solía hasta que decidió dar por terminada la conversación, entonces fui consciente de lo que había elegido, estuve gran parte de los 10 minutos pensando mi presentación a quien me contestase, sabía que debía ser lo bastante humillante para mí para que fuese del agrado de mi amo,
Cuando creí tenerla reuní el valor suficiente para superar la vergüenza y hacer lo que se me había ordenado, suplicando mentalmente mientras marcaba para que fuera una mujer la que me cogiera el teléfono,
- Dígame - Mala suerte era una voz de hombre
- Buenas tardes, perdone la molestia, soy Sandra la puta al servicio del amo Luis quien me ha ordenado que me ponga a su disposición, tal y como corresponde a una zorra sumisa como yo.
Silencio al otro lado de la línea, mientras notaba como mi cara ardía de la vergüenza a pesar de encontrarme a solas.
- Muy bien Sandra, pasado mañana a las 4 de la tarde te presentas en esta dirección, y trae tus cosas para pasar un fin de semana, aquí no hay complementos de putas de tu calaña, ¿lo has entendido?
- Si amo. – Dije tímidamente.
No se digno ni a contestarme, la dirección que me había dado era de un pueblo en la sierra madrileña, que busqué en google para no tener problemas cuando fuera.
Ya lo tenía todo preparado, ropa interior de mujer por supuesto, un vestidito de sirvienta, que le gustaba a mi amo, algún vestido más de corte domestico y poco más,
Estaba realmente asustada, una cosa era estar al servicio de un hombre a través de una ciber relación y otra era hacerlo en persona, pero ya estaba decidido, al menos probaría y que fuese lo que dios quisiera.
Llegué con bastante tiempo de antelación lo que me permitió no solo encontrar la casa si no estudiarla un poco mientras permanecía temblando de miedo en mi coche,
Estaba en las afueras del pueblo y rodeada de una pequeña parcela que no acertaba a ver por unos setos que había delante,
Llegada la hora y venciendo el temor cogí la bolsa de deporte con mis cosas y me dirigí a la puerta de entrada,
Llamé al telefonillo deseando que aquello solo fuera una broma y nadie contestase, pero una vez más mis deseos no se cumplieron.
- ¿Si? – La voz del hombre.
- Hola, soy Sandra, la esclava puta de amo Luis. – me pareció en mi terror que se oía en toda la calle, aunque naturalmente solo fue audible para la persona al otro lado del receptor.
No hubo respuesta pero el chasquido del cierre me indicó mi siguiente movimiento,
Me acerqué a la puerta de la casa que distaba unos 50 metros del portalón de entrada y en todo este recorrido no podía dejar de sentir que me observaban,
al llegar al porche la misma ceremonia tocar el timbre y esperar aunque esta vez sin ninguna esperanza de escape.
El hombre que abrió la puerta me hizo sentir su desprecio desde el primer momento, era más joven y más alto que yo, lo que no hacía sino acentuar mi sentimiento de indefensión, me miró de arriba abajo como quien mira a una mercancía y entonces sucedió lo único bueno en todo el día, y fueron unas palabras que pese a lo humillantes sonaron como música en mis oídos.
- ¡ Marga, cariño, ya está aquí la putita que nos envía Luis ¡
Unos pasos se fueron acercando desde dentro, por el sonido supuse que quien los daba iba con tacones.
Entonces ella apareció en la puerta, era un poco más bajita que yo, pelo negro cortado a media melena, cara de niña traviesa en un voluptuoso cuerpo de mujer.
Llevaba un ceñido vestido de punto de color gris, no tenía mucho pecho pero si unas generosas caderas que dejaban adivinar un trasero amplio y provocativo el vestido acababa a medio muslo por lo que puedo asegurar que tenía unas piernas macizas y bien torneadas y como suponía calzaba unos zapatos con un vertiginoso tacón que hizo sonar sobre el suelo graciosamente mientras se dirigía hasta mí con una cínica sonrisa en su cara.
El bofetón he de reconocer que me pilló totalmente por sorpresa, con esa carita de no haber roto nunca un plato hay que ver la fuerza con la que pegaba.
- ¡Desde cuando una puta como tú se puede presentar ante mí vestida y de pie! – Dijo mientras me miraba de arriba abajo con sus bonitos ojos negros.
- Ahora mismo sales fuera y cuando estés preparada para entrar vuelves a llamar.- mientras el hombre reía divertido del mal rato que yo estaba pasando.
Balbucee un “perdón” y avergonzada salí fuera cerrando la puerta tras de mí.
Dudé un momento ya que pensaba que a lo mejor alguien podía verme desde fuera de la parcela pero a lo hecho pecho. Empecé a desnudarme lo más rápidamente que pude para acabar cuanto antes y volver adentro, así que cuando lo estuve llamé al timbre de nuevo.
Esperé un rato pero nadie abría, así que llamé de nuevo, con el mismo resultado, cada minuto que pasaba más posibilidades creía yo que podía haber de que alguien me viera allí desnuda.
Al cabo de un buen rato que se me hizo eterno la puerta se abrió.
- Hola puta, así estas mejor.- me dijo el hombre de antes.
- Pasa dentro Marga te está esperando.
Tímidamente traspasé la puerta y allí estaba ella al otro lado de la habitación sentada en un sofá.
- Acércate.- me ordenó.
Yo ignorante me dirigí hasta donde estaba al llegar sugerentemente me indicó con un dedo que me acercase más a ella cuando lo hice recibí la segunda bofetada del día aunque esta vez no puedo decir que me sorprendiese.
- ¡Hay que ver qué mal educada estas! ¿desde cuándo una perra como tú se acerca caminado como una persona a su ama? ¡sal y vuelve a entrar!
Con la cabeza gacha caminé hasta el recibidor de nuevo, cuando lo hacía me día cuenta de que el hombre había estado grabándolo todo con una videocámara,
- Es para Luis, o para lo que se nos ponga a nosotros en los cojones.
Ahora si entré como una perra, a cuatro patas y me acerqué a la mujer.
- Así está mejor bonita, anda Carlos enséñale donde se puede vestir para su trabajo.
- ¡Andando perra! – Me gritó el tal Carlos mientras me daba una patada en mi trasero desnudo.
Así me llevó hacia fuera, y cuando digo hacia fuera es hacia fuera del todo. Me hizo coger la maleta con mi boca y dándome puntapiés en el culo me condujo al exterior y allí rodeando la casa hasta la parte posterior donde había una especie de cobertizo, solo paro un momento antes de llegar para hacer que me incorporara sobre mis rodillas y mirando a la cámara sacara la lengua y babeara como si de una autentica perrita se tratase.
- Tienes exactamente 5 minutos para vestirte como una sirvienta. – Me dijo mientras seguía grabándome.
Decidí no perder el tiempo así que rebuscando en la maleta me puse lo más rápido que pude unas bragas y sujetador blancos, medias negras y el vestido de doncella incluido el delantalito, lo típico vamos.
Nunca había estado así vestida delante de un hombre en la realidad, durante todo el proceso el rubor no abandonó mi cara ni un momento lo que provocó las burlas de Carlos.
- Mírala, toda avergonzada, si con esto pasas vergüenza que harás con lo que te espera. ¡Hala vamos!
Me dejó volver caminando a la casa pero en cuanto entramos me volví a poner a cuatro patas para ir hasta mí ama, más que nada por no llevarme otro bofetón.
- Muy bien, toda una putita servicial.- Dijo ella mientras se levantaba y daba una vuelta a mi alrededor para mirarme bien por todos lados.
- Tus deberes serán lo normales para una doncella, y que me imagino ya conoces. Cuando tú amo o yo entremos donde tú estés te arrodillaras ante nosotros y a mí me besarás en el culo y a Carlos en su miembro, ¡por encima de la ropa por supuesto! No me fío de las zorras como tú. A cualquier otra persona que entrara la besaras en sus zapatos para presentarle tus respetos. ¿vas entendiendo?
- Si ama. – Contesté
- Por cierto veo que te falta algo. - Diciendo esto ágilmente se desprendió de sus zapatos y los dejó ante mí.
- Estos a mi me quedan grandes y no me gustan así que los usarás tú, ¡póntelos!
Fui hacerlo pero una violenta patada en mi culo me hizo entender que algo no había hecho bien. Por suerte me lo aclaró el amo mientras me empujaba hacia delante con su pie haciéndome caer de bruces.
- ¡Lámelos y bésalos zorra! Tienes que adorar todo lo que ha estado en contacto con tú ama.
Así lo hice empecé a pasar mi lengua por todos los rincones de aquel calzado, por dentro por fuera, lamí el tacón de aguja que presumía me iba a complicar bastante la vida, lamí la suela, lamí hasta que me permitieron dejar de lamer.
Y cuando pude dejar de lamer me los puse y comprobé que aunque a ella le quedaran grandes para mi iban a ser un doloroso recuerdo de lo que estaba haciendo allí, sufrir como una perra.