Cecilia y el placer en tiempos de hambruna (II)

Siguen las aventuras y desventuras de Cecilia y del como alimentar a su sobrino en tiempos de pandemia e hiperinflación en Venezuela, esta vez en las manos de un despiadado joven de la urbanización.

Tras limpiar la sala y recoger el short, pase brevemente por el cuarto y observe que Sergio siguiera dormido a buena distancia de los bordes de la cama, aun así, lo rodee con almohadas antes de abrir el closet y tomar; un pantalón deportivo de algodón azul claro tipo pescador y una franela multicolor (que teñí con viki viki; magenta, amarillo y cyan, haciendo varios nudos) de la repisa media. Salí del cuarto y fui hasta el baño dejando la muda sobre el lavamanos en tanto seguía rumbo al lavandero para buscar un tobo con agua con el que bañarme «ya van 11 días sin agua», pensé, en tanto llevaba el tobo hasta la ducha y me desvestía tirando la franela en el suelo fuera de la ducha. El agua estaba templada, así que; me moje, enjabone, enjuague, seque y vestí lo más rápido que pude para salir rápido del baño (a causa del racionamiento de agua, había mucha ropa sin lavar y lo más lavado eran los pañales de tela del bebé, por lo que a tantos días ya no usaba ropa interior).

Maldita rutina, me voy a volver loca —Dije, saliendo del baño y pasando por el dormitorio a ver el bebé—¡siempre lo mismo, los siete días de la semana! —continúe, andando a la cocina y abriendo la nevera—.

[…] (Interpretación de silencio) «Dios…»

«Si la nevera tuviese vida, me comería para tener comida dentro». Dos jarras con agua, un envase de margarina con lentejas (las mismas que llevamos comiendo los últimos 2 días como desayuno y almuerzo/cena) algunas ramas de hortalizas en una gaveta... Y hielo en el frigorífico, nada más. Mis opciones eran tomar un vaso con agua o calentar las lentejas… Tenía hambre, mucha hambre, pero aquella visión no me alentaba, ni provocaba siquiera, por el contrario, sentía náuseas tener que volver a comer las mismas lentejas.

Fui al cuarto y me acosté al lado del bebé cerrando los ojos un rato, tratando de no pensar, ni recordar que tenía hambre. Llevaba recostada cerca de un cuarto de hora cuando escuche que alguien me llamaba desde la calle.

—     ¡Cecil! ¡Cecil! ¿Estás allí?

—     Shhh… cállate gordo, no grites tanto —Respondí asomándome por la ventana del cuarto, que daba al frente de la casa—.

—     ¿Qué haces flaca? ¿Sales un rato?

—     Nada… no puedo, estoy sola y el niño está dormido…

—     Ufff que lata, siempre con el mico encima… ¿Puedo pasar?

—     No, mis abuelos no están. «Que ladilla con el gordo» pensé.

—     Te traje algo, ¿quieres ver…? —dijo con una sonrisa malévola de oreja a oreja—.

—     No, no me interesa Manuel. Fui muy clara el otro día, de que no se repetiría.

—     No seas tonta. Tus abuelos no regresarán todavía ¿Seguro que no quieres ver…?

La cháchara con Manuel me estaba devolviendo a la realidad, despertando los maullidos estomacales (no sabía si llorar o reír, porque parecían los chillidos de un gato).

—     ¿Tú qué sabes? podrían aparecer en cualquier momento.

—     No lo harán, apenas andan haciendo compras ahora, pasaron hace poco por la tienda de mi papá en el centro, vengo —de allá.

—     ­Aja… ¿Y? ¿qué quieres? —pregunte yendo al grano y poniendo mala cara—.

—     Es mejor que te lo diga dentro ¿no lo crees? —Respondió con cierta arrogancia en la voz—.

—     Ufff… ya voy, pero mi decisión no cambia.

—     Sí, sí, lo que tú digas…

Salí del cuarto y fui a la puerta dejando entrar a Manuel en casa, quien entro con su morral, lo dejo sobre la mesa de recibo y se sentó cómodamente explayado en la poltrona, cruzando los brazos tras la nuca con una sonrisa de oreja a oreja y arqueándome las cejas.

José Manuel, Manuel, Jr. (Porque tiene el mismo nombre del papa) o gordo, era como le decía cada cual y según la ocasión cada quien, en la urbanización, para mí era “gordo”. Es hijo único de unos portugueses que viven en la urbanización, y como lo dice su apodo, es gordo, un desdichado que cree que el dinero lo puede todo. Siempre se la pasa en una filosofía que “cada cabeza tiene un precio y a cada cochino le llega su sábado”. Es un poco más alto que yo y quizás pese casi el triple de mí, si lo comparase con alguien diría que solo le faltan los dientes de paleta del gordito que aparecía en el salón de clases del chavo del ocho, y su papá se parece mucho a “don barriga”, lo gordo es de familia y de comida, comen como cerdos lo muy suertudos. Si lo describo más creo que vomitaré bilis, así que solo diré que los gordos no son lo mío.

—     Suéltalo gordo ¿Qué quieres? —dije de pie, cruzándome de brazos aún cerca de la puerta—.

—     Relájate… ven, siéntate aquí —dijo dándose palmadas en las piernas—.

—     Ni de chiste… mira, no estoy de humor para hacer nada, mucho menos con…

—     Shhhh… no querrás decir eso, créeme —agrego, abriendo el morral y sacando una vianda de tres guarniciones—.

—     ¡UUUUMMMHH! ¿Pero qué tenemos aquí? Waoow mira el tamaño de esta vianda.

—     Lo que sucedió la otra noche, no va a pasar de nuevo ¿Te puedes ir? —dije con firmeza y señalando la salida, pero el chillido de tripas me delato volviendo a sonar—.

—     ­¿No tienes hambre? ¿Segura…? Ok, no insistiré. Pero, deje las llaves de mi casa en la tienda ¿Te molesta si como aquí? —dijo de lo más normal abriendo las tapas de las guarniciones como quien se dispone a decidir con cuál empezar—.

El primero tenía dentro; arroz blanco, asado negro y tajadas, el segundo; un pedazo de tortilla gallega con dos choricitos y el tercero era un hervido de res, todo olía muy sabroso, lo cual no hizo más que acentuarme los sonidos de tripa.

Sergio también comenzó a balbucear y sollozar, debido al olor de la comida, por lo que fui al cuarto y lo cargué meciéndole de lado a lado en tanto volvía. El gordo me miro con cinismo triunfante de arriba abajo «parecía atravesar la ropa y verme desnuda» en tanto sacaba una manzana verde de la mochila y le daba un mordisco. Sergio, también por el olor parecía más inquieto y comenzaba a llorar con mayor intensidad.

—     ¡Uuuy…! ¡pero si se levantó el mico! —decía con falso cariño— ¿Sabes qué…? tienes razón, ¡no vales tanto! —agrego poniéndose de pie y tapando las viandas—.

—     ¡No! Está bien, está bien… —me apresuré a cerrar la puerta— tú ganas ¿Qué quieres?

—     Ya no importa, era algo insignificante para tanta comida. Me voy.

—     ¡Espera! —dije tratando de calmar el llanto de Sergio y echar agua al fuego— Al menos, déjame la sopa para el bebé ¿Sí?

—     Ni que fuera hijo mío…  ni siquiera es tuyo ¿no?, tu hermana lo abandono, deberían llevarlo a una casa hogar.

—     De ninguna manera, es mi pequeño, sin importar como… Shhh, ya bebé, tranquilo… Solo dame la sopa, haré lo que quieras, después.

—     ¿Después? No, lo siento, no hay trato. Quítate, déjame salir —dijo plantándose frente de mí—.

—     ­Te conozco muy bien gordo, sé que no te irás… ¿Solo dime qué quieres?

—     Ya veo… —mostrando una sonrisa malévola y dando otro mordisco a la manzana— ¿si es solo por la sopa? ¿algo que valga la pena...? Je, gracias por ayudarme pequeño bribón —dijo acariciando el cabello del bebé—, yo también quiero que Cecil me dé de comer pequeñín ¿Sí?, así que una lamida de cuca sería un buen abreboca ¿no? —Continuo, esta vez llevando su mano a mi entrepierna con total descaro—.

—     Está bien, pero dame la sopa, quiero licuarla antes de dársela al bebé. —tendí una mano, para que me entregara la guarnición—.

—     Mmmhh, no lo sé, necesito un incentivo, un solo “está bien” no me da seguridad, digamos… —agrego volviéndose a sentar esta vez en el sofá— ¿Qué tal una pequeña muestra…? No sé, convénceme.

Aquello me estaba cabreando, estaba queriendo sacar demasiada ventaja… pero Sergio lloraba cada vez más fuerte y entre el hambre, el llanto y la arrechera me estaba empezando un dolor de cabeza que podría ir a peor. Resignada lleve al bebe hasta el corral y lo deje llorando dentro de él.

—Ya vas a comer, lo prometo —dije inclinándome, tomándolo por las mejillas y besando su frente— solo es un momentito. ¿Puedes pasarme la sopa ahora? —dije estirando nuevamente el brazo por la guarnición de sopa—.

—No… ¡Ven por ella, quiero verte de cerca! —me ordeno colocando la vianda en la mesita— ¿No escuchaste? ¡TE HE DICHO QUE VENGAS POR LA SOPA! —Me ordenó, molesto, dándole una patada a la mesa—.

Por un breve instante no supe cómo reaccionar, su actitud me había tomado por sorpresa… Por lo que me apresure a buscar la vianda.

—Sí, voy —dije apresurada inclinándome frente de él para tomar la vianda—.

—¡NO! ¡Por allí no! —dijo tomando la vianda con rapidez pese a su gordura— ¡por aquí! quiero que rodees la mesa y te inclines delante de mí ¿lo captas?

—Eres repugnante—dije dando la vuelta y dándole la espalda en tanto me inclinaba para tomar la vianda—.

—Sí, soy repugnante ¿Y qué? ¡Espera! no te muevas… Sí, sí, te ves genial en esta pose, bájate el pantalón muy despacio, así como estás ahora.

—Eres un cerdo… —pero igual llevé mis manos a los costados y me fui bajando el pantalón, ofreciéndole una visión completa de mi coñito y trasero—.

—♫Fiiiuuw…♫ ¿vas sin bragas? ¿y yo soy el cerdo…? Que puta eres —Entonces, se acercó al borde del sofá y puso sus regordetas manos sobre mis nalgas; manoseándomelas, estrujándomelas, apretándolas y separándolas a su antojo—, esto es lo que quería ver… En la oscuridad del patio de una casa abandonada no se te ve bien. Sí, divino… Sigue, bájalo todo. Bien, muy bien. Ahora date la vuelta y quítate esa horrorosa franela.

Me di la vuelta y lleve las manos al cuello trasero de la franela, hale de ella hacia delante de un tirón y la deje en el suelo encima del pantalón, quedando completamente desnuda.

—     ¿Complacido…?

—     No… Aún no, —dijo en tanto me miraba de arriba abajo y me tomaba por las caderas, halándome hacia él, hundiendo su cabeza en mi abdomen y aspirando grotescamente— Mmmmhh… Hueles muy rico, sí... Tu piel es muy suave.

En ese momento sentí su nariz jugar con mi ombligo, al tiempo que sacaba su lengua y comenzaba a lamerme desde el ombligo, bajando por el vientre y llegando hasta el clítoris; el cual lamió y chupo un par de minutos, en tanto sus manos recorrían mi cuerpo; las nalgas, los muslos, la cintura y subía hasta alcanzar mis tetas y manosearlas con saña, poniéndome los pezones erguidos y duros a punta de jalones y pellizcos.

—     ¿No decías no harías nada…? —farfulló separándose un poco— Separa más las piernas —me ordenó, lo cual hice sin cuestionarme tanto— ¡Uufff que rico!

Me quedé paralizada, en tanto observaba con rabia y asco como se metía dos dedos en la boca y los sacaba cubiertos de una babosa y espesa saliva; embadurnándome la raja en toda su extensión, llegando incluso hasta el ano, donde me hacía presión —yo me resistía apretando cuanto podía el esfínter—, instantes después opto por meterlo en la vagina y moverlo en círculo dentro de ella, y un par de segundos después, me metió el otro. Comenzó con un mete-saca pausado mientras movía sus dedos como tijeras dentro de mí.

Que perra eres Cecilia, desnudarte y dejarte meter mano por una piche sopa. ¿Eres puta o muerta de hambre? Quizás y seas ambas —sacó los dedos y los llevo a su boca, lamiéndolos como si de miel se tratase en tanto me hacía seña de que me girase con la otra— Ahora… Inclínate otra vez y apoya las manos en la mesa sin moverte.

Inclinada y con las piernas abiertas, mis dos orificios estaban a su merced, fue entonces que me propino una tanda de nalgadas; izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha.

—     ¡AAAAUUGG! ¡AAAAUUGG…! ¡ME LASTIMAS…! ¡BASTA! —me quejaba, lo que hacía que me diera con más fuerza cada vez “PLAAF, PLAAF, PLAAF, PLAAF, PLAAF, PLAAF” azotándome con tal intensidad que sentí que me dejaría el culo morado—.

Giré la cabeza unos instantes en lo que dejo de pegarme, y observé por el rabillo del ojo como se bajaba el pantalón y los calzoncillos hasta medio muslo, y se meneaba la verga sin pudor alguno «No otra vez, es muy gruesa» pensé. Luego llevo sus manos a mi trasero y sentí que me separaba las nalgas con ambas manos y escupía el ojete para inmediatamente presionarlo con uno de sus dedos «No, allí no, que no lo meta allí» pensaba, haciendo fuerza y resistiéndome. Hasta que este empezó a ceder y con un fuerte empujón me lo enterró por completo hasta el fondo mientras me decía obscenidades y comenzaba a jodérmelo con violencia. Toda la cabeza me dio vueltas y perdí un poco las fuerzas, estaba a su merced.

—     ¡AAAAAAAHH! ¡SÁÁCALO! ¡SÁCALO! ¡ME LASTIMAAAAS!

—     ¡CÁLLATE! -me recrimino al mismo tiempo que junto con el dedo que me follaba el culo hacía lo propio con el otro, pero metiéndomelo en el coño- ¿¡NO TE GUSTA ANDAR DE CALIENTA GUEVOS!? ¡TOMA, TOMA, TOMA, TOMA! ¡A VER SI ASÍ APRENDES!

—     ¡AAAAAAHHH! ¡YAAAHH PARAAA! TE LO SUPLICO… SÁCALO, EL BEBEEEEHH… —le pedí, en tanto me flaqueaban las rodillas y sentía humillada—.

—     ¡Shhh…! Cállate y aprieta el culo, no sabes cuánto me gusta esto, -dijo con sarcasmo presionando sus dedos y moviendo el que tenía dentro del culo— ¡UFF SÍ...! ¡ASÍ! Te gusta ¿no?, Te gusta así ¿Aah…? ¡VAMOS! ¡DI QUE TE GUSTA…! ¡LO SIENTES! Uuuff sí, mira como aflojas y aprietas el culo tu sólita… ¡Eres una perra Cecilia!

Así transcurrieron un par de minutos, dándome con un desquiciado entusiasmo mientras me increpaba toda la sátira de insultos que se le ocurrían. Yo no entendía bien que me pasaba, pero minuto a minuto estaba cada vez más excitada. Me llevé una mano hasta uno de los pezones y comencé a frotarlo, aplastarlo y halarlo con cierta rudeza, acompañando la violencia verbal y física que me estaba propinando, estaba lubricando a raudales... Tanto que de vez en cuando mi cuerpo se estremecía con ligeros temblores. De pronto, saco ambos dedos y los llevo hasta el clítoris, frotándolo hasta provocarme un espasmo que dejo en evidencia mi creciente estado febril —estaba muy excitada­— a pesar de; el llanto del bebé, la paliza, el dolor de cabeza, la rabia y el hambre, ­estaba por tener un orgasmo­ y él parecía estar consciente de ello.

—     Sí que te gusta ¿no? Mira lo chorreada que estas… ¡Vamos, di que te gusta!

—     Me gusta… Sí me gusta… —dije entrecortadamente, con la respiración agitada—.

De pronto me abrió el trasero con ambas manos nuevamente y hundió su cara en él; lamiéndome las nalgas de lado y lado como un loco antes de escupirme el hueco del culo e introducirme la punta de su lengua en él, ensalivándome por dentro, metiéndome la saliva de tanto en tanto con uno de sus dedos —Era increíble, nunca me habían hecho algo así, aquello era lo más lascivo y cachondo que hubiese sentido, ¿Cómo aquel gordo cabrón podía tenerme tan excitada…?—, se recreó lamiéndome el esfínter un buen rato, tanto que sus babas resbalaban por el culo empapándome el coñito y la parte interna de los muslos, yo jadeaba y gemía inevitablemente excitada al tiempo que se me erizaba la piel y los flujos hervían en mi interior por momentos —todo me daba vueltas—.

—     ¡No! aún no te vas a correr marica ¿querías acabar…?

—     Sí… Sigue… Sigue…

—     Pues no, date la vuelta y ven aquí… —decía a la vez que se retiraba de entre mis piernas, se echaba hacia atrás, sonreía con malicia y se lamia los dedos exageradamente—, no es tu primera vez y espero no tener que decir lo que quiero que hagas.

Temerosa, me arrodille entre sus piernas y lleve las manos hasta su verga, completamente empalmada, el grosor de aquel pene era inusual, al grado de parecer que fuese más pequeño, pero no era así, tenía un tamaño promedio. Entonces, recordé su asqueroso cuerpo sobre el mío dos noches atrás cuando no conseguíamos que darle al bebé, él me dio medio kilo de leche en polvo y unas compotas, pero no fue gratis, ahora sé que pague de más.

—     Lo sé —respondí, asustada al sujetar aquel pene; grueso y venoso delante de mí, que oscilaba con un tic nervioso de excitación que hacía que el glande se le hinchase y deshinchase en tanto este oscilaba ligeramente— ¿Pero el bebé…? Déjame darle la sopa, por favor… —continué, empezando a masturbarle al tiempo acercaba mi boca a su glande para lamerle la punta— Por favor… Esta lloran…

No pude terminar de pronunciar la palabra, halándome del cabello presiono mis labios contra su miembro y me introdujo la mitad de un solo jalón para que comenzara a mamársela «el olor y sabor era amargo y repugnante», mientras me hacía bajar y subir rítmicamente halándome del cabello «me la metía tan fuerte, tan profunda y sabia tan mal que me producían náuseas».

—     ¡Vamos! no tengo todo el día Cecil —me recriminaba— ¡Mámamela! Embúchatela toda —continuaba, halándome duro del cabello y empujando con fuerza su cadera—.

Continuó halándome del cabello en tanto la saliva se acumulaba y espesaba en mi boca, provocando que tosiera y se chorreara por la comisura de los labios, sentía que me ahoga y me iba a ir en vómitos por lo que sacando un poco de fuerza saque su verga de mi boca tosiendo copiosamente. Aquello le tomo desprevenido y me miro con rabia en los ojos en tanto tosía y me pasaba una mano por la boca limpiándome las babas.

—     ¿Por qué paras perra? ¿Qué coño crees que haces? No eres más que una pedigüeña de mierda; masoquista y muerta de hambre.

—     El bebé… Está llorando mucho… Tiene hamb… —de un fuerte tirón de cabello me tiro a un lado y un escalofrío me recorrió el cuerpo en tanto me hablaba muy molesto—.

—     ¡ME IMPORTA UN CARAJO EL MICO ESE! —dijo sacándose el cinturón del pantalón—.

—     ¡NO…! ¡No me pegues! ¡No me pegues! —Grite al verle alzar la correa—.

—     No me obligues entonces… —dijo tomándome de la barbilla— ¡VAS A MAMARME EL GUEVO HASTA DEJARME SECO! ¿¡OK!?

—     ¡SÍ…! Ok, ok… —gimotee entre llanto y tos, volviendo a mi posición sin siquiera levantar la mirada— ¡Lo siento…! Voy… Voy —sollozaba acercándome temerosamente a su miembro; lamiéndole el glande y toda la extensión por ambos lados —no entendía como toda esa situación de ofensas, sometimiento y dolor me estuvieran proporcionando tanto placer—.

Nuevamente empecé a mamarle el guevo lo más profundo y rápido que podía «¡me la tragué toda!» llegando hasta la base y moviendo la lengua de lado a lado lo más que me permitía toda aquella masa dentro de la boca.

—     ¡Ufff! Así marica, sigue moviendo la lengüita, aaahh, aaaahh, que boquita, muévela más, así, mámamelo con ganas… ¡Uufff! ¿se siente bien, verdad…?

—     Es… Es muy gruesa… —dije observándolo mientras un hilo pegajoso de saliva se rompía entre su verga y mis labios— ¿Ya estás contento…?

—     ¡No…! Ahora pajeame al mismo tiempo que la sigues chupando... Hazlo ya.

No lo dudé un instante, le escupí la verga en tanto con una mano lo empezaba a masturbar con excitación —es casi tan gruesa como una botellita de agua— pensé al sujetarla con la mano al mismo tiempo que me introducía el glande de nuevo en la boca; lamiéndolo en múltiples direcciones, saboreando el salino líquido pre seminal que emanaba de él, estaba tan dura y gruesa que pensé que se correría pronto, pero no fue así, no recuerdo cuantas veces baje y subí mi mano por su verga; cuantas veces baje y subí metiéndomela en la boca, hasta sentir que me llegase a la garganta. Él también se incorporó un poco, y sujetándome del cabello una vez más, me halo de él marcando el ritmo de la felación en tanto me colmaba con más improperios, descalificaciones e insultos, lo cual me mantenía ardiendo como una perra en celo y con el coño encharcado de flujos «Sonreía maliciosamente en tanto me daba patadas con un pie en la cuchara».

—     Aaaaaahhh… Sí… Chupa marica… ¡Mueve más lengua! —ordenaba cada vez que halándome del cabello acompasaba la mamada con movimientos de sus caderas, metiéndome la verga de tal manera que entraba en náuseas o me hacía botar bilis revueltas con saliva y sus fluidos hasta por la nariz— ¿No quieres leche? Chupa pues, que voy a darte más leche que un biberón.

Por la fuerza y rudeza con que me halaba del cabello y mantenía la verga dentro hasta la base comprendí que estaba cerca de correrse, también, su descomunal chorizo palpitaba dilatándose y poniéndose más rígido si cabe decirlo. Lo sentí estremecerse y de pronto una descarga grumosa y muy amarga paso directo a mi garganta «la sensación fue asquerosa, tosí y me empecé a venir» luego otros tres chorros acompañaron al primero, colmando mi capacidad bucal; mezclando aquella desagradable quesadilla con mi saliva, forzándome para que la tragara, pero era imposible.

—     No era esto lo estabas deseando… ¡Traga marica! —me espetaba mientras hundía mi cabeza contra su verga—.

Me viene en vómito; una mezcla de semen con saliva y bilis salieron despedidos por la comisura de mis labios y nariz al mismo tiempo que me corría de miedo por la represalia inmediata que seguro iba a recibir, me estremecí entre fuertes espasmos mientas un orgasmo tremendo me provoco que empezara a orinarme, una mezcla de orina y flujos salió despedida de mi coño mojándome los muslos, los tobillos, los pies, el piso y seguramente sus pies también.

—     ¡PERO QUÉ CARAJO! —me grito halándome bruscamente del cabello y lanzándome a un lado— ¡QUÉ ASCO PAJUA! ¡MIERDA…! —continúo poniéndose de pies y tomando el cinturón con una mirada iracunda—.

—     ¡AAAAAAHH! ¡NO…! ¡NO ME PEGUES! —grité cubriéndome la cara con las manos—.

—     ¡CÁLLATE! —Respondió dándome una patada en el estómago, tirándose encima de mí con todo su peso y dándome dos fuertes bofetadas— ¡CÁLLATE…! —continúo diciendo en tanto me tapaba la boca con una mano después y escudriñaba alrededor— ¡SHHHHH…! ¡YA… MARICA! —dijo apretándome la mandíbula y obligando a abrir la boca— ¡ME HICISTE PERDER LAS GANAS! ¡PERO IGUAL VAS A CHUPAR Y TRAGARTE TODA ESTA MIERDA! ¡LO CAPTAS! ¿NO?

—     UJUUUHH JII JII —logré gemir entre el miedo, llanto y excitación, en tanto me estremecía temblando toda—.

Entonces se quitó de encima de mí y me soltó, de inmediato me abalance hasta él lamiendo y chupando todos los restos, tragando y mostrando mi boca vacía —¡AQUÍ! ¡AQUÍ! ¡TAMBIÉN AQUÍ!— me ordenaba en tanto gateaba por el piso lamiendo, chupando y tragando todo, incluyendo mi corrida de orina y flujos como una muerta de hambre.

—     ¡BASTA! ¡VE Y PREPARARLE LA MIERDA ESA AL MOCOSO! ¡NO JODA…! —concluyo de mal humor caminando de un lado al otro en la sala antes de sentarse y empezar a masturbarse— Maldita sea se me bajo el guevo… Más te vale darle esa mierda pronto.

—     Si… Ya, solo es un momento —corrí literalmente con la guarnición de sopa y la pase por un colador antes de meterla en la licuadora, saque los huesos duros con carne y deposite las verduras en ella, con un cuchillo procedí a raspar los tejidos de carne de los huesos y también los metí dentro de la licuadora y la encendí un tiempo—.

Por el tiempo trascurrido ya no estaba caliente sino ligeramente tibia, así que con esa misma temperatura la coloqué en un biberón con chupa gruesa. Cargue al niño en brazos y lo arrulle mientras le daba el biberón, quizás por efectos de la misma hambruna el niño no se quejó, bien había hecho la abuela al irlo acostumbrando a tomar cremas de apio, auyama y otras cosas licuadas poco a poco, ya que la plata no daba para fórmulas de bebé, si bien la leche en polvo ya estaba costosa las fórmulas de bebes lo eran más.

—     ¿Terminaste…? —dijo con tono que denotaba enfado aún—.

—     Sí, ya… Gra… Gracias por la sopa ­—respondi dejando el bebé en el corral de nuevo, las palabras no me salían y aún sentía miedo— ya… Ya puedes ir… te si… siquie… res.

—     ¿Irme…? No mames Cecil… ¿Crees que me quedaré con esta?

—     Vete… Por fa… vor… por favor —dije comenzando a llorar—.

—     Shhhhh… No… Claro que no, esto aún no acaba —dijo a la vez que sentía que se levantaba y acercaba a mí— solo es el intermedio.

Cuando se colocó frente de mí a pesar que no levante la mirada observe que tenía mis prendas en una mano. Dejo caer el mono tipo pescador y se quedó con la franela.

—     Abre bien la boca.

—     Vete… Por favor… No quie… —no pude seguir, en un descuido me metió parte de la franela en la boca y me tiro de frente al piso, amordazándome con la franela— ¡UUUUUUHHH!

—     Shhhhh… Te lo dije, fue solo un intermedio, ahora te voy a abrir el culo para que cagues mejor.

—     ¡JOOOOOHH! ¡JUUETAMEEE! —balbuceé forcejando—.

Pero su peso me aplastaba y tomándome de las manos tomo el mono pescador y me anudo las manos tras las rodillas haciendo un ovillo conmigo haciendo que levantase el culo en tanto la cabeza tocaba el suelo, de esta forma mis nalgas quedaban a su entero disposición, dejando expuesto mi coñito y arrugado ano marrón. Yo empezaba a llorar y balbucear asustada.

—     ¡JA, JA, JA, JA, JA! Estás tan ansiosa, bien, muy bien -dijo al tiempo que me metía dos dedos en el coño y empezaba a penetrarme con fuerza una y otra vez- mira ¡JA, JA, JA, JA, JA! ¡DE VERDAD QUE ESTA TODA MOJADA DENTRO! Pero no me olvido de la vomitada… no, fue asqueroso, debiste tragarte todo antes de vomitarlo.

Entonces se paró de detrás de mí y devolvió a donde estaban sus cosas y tomo el cinturón.

—     Jo jieeento, Joooo pol jajoool —balbuceé mientras se acercaba, no me atreví a mirar, cerré con fuerza los ojos y mantuve la cabeza gacha, no podía hacer más nada—.

—     Te diré un secreto, shhhh… Todas las muertas de hambre como tú, son unas pajuas sumisas y masoquista, no eres la única, será estupendo ya vas a ver… -dijo susurrándome al oído-.

Sin contemplación alguna se colocó detrás de mí y sentí el impacto del cinturón contra mis nalgas

¡PLAAAAAAAASS!

—     ¡AAAAAAAAARRRGGHH! —grite ahogada por la mordaza al sentir el primer correazo-.

¡PLAAAAAAAAZZ!

—     ¡AAAAAAAGGGGHHHH!

—     Te dije que solo era una pausa ¿no?

¡PLAAAAAAAAZZ!

—     ¡AAAAAAAGGGGHHHH!

—     Todas son iguales ¡TODAS SON IGUALES! No les gustan los gordos ¿NO? NO…

¡PLAAAAAAAAZZ!

—     ¡AAAAAAAGGGGHHHH! ¡JOOOOOHH! ¡JOJIENTOOOO JOJIIEENTOO!

—     ¿Y tú qué has hecho? Te doy asco ¿no? ¡TE LO DIJISTE!

¡PLAAAAAAAAZZ! ¡PLAAAAAAAAZZ! ¡PLAAAAAAAAZZ!

—     AAAAAAAGGGGHHHH JAAASFAAA… JE JUUEELEE

¡PLAAAAAAAAZZ!

—     AAAAAAAGGGGHHHH

—     Y yo… Yo como un pendejo trate de ser bueno contigo… Con detalles, sí, con comida ¿Y qué? ¿Qué gane? ¿Acaso no andas realenga pidiendo en toda la urbanización? ¡es tu culpa!

¡PLAAAAAAAAZZ!

¡PLAAAAAAAAZZ!

¡PLAAAAAAAAZZ!

¡PLAAAAAAAAZZ!

El culo me ardía tremendamente por los azotes, pero el coño lo tenía empapando, en medio del ajetreo no sé ni cuándo fue que me orine; porque olía y sentía los muslos mojados y calientes, y no era solo por los azotes.

—     Bien ¡Ahora si te deje el culo rojo! Solo me resta joderlo bien duro para que cagues sin problemas —me susurró al oído en tanto me metía un dedo sin contemplación por la cuchara, empezando un mete saca que repitió como diez veces o más, no lo sé bien, a esas alturas no hacía más que quejarme y llorar—.

Sin entretenerse mucho, se colocó entre mis piernas y comenzó a introduciéndome un par de dedos en el coño para metérmelos posteriormente por el culo; lubricándolo por dentro con flujos vaginales, entrando y saliendo una, otra y otra vez, primero con un dedo y luego con dos, dilatándome el esfínter… Al principio, trate de mantener la compostura, de resistir y tolerar el dolor arqueando la espalda «pero la penetración con los dos dedos era muy intensa y mordía fuerte la franela para no gritar», sintiendo un dolor tremendo en el esfínter cuando me los metía completos, ensanchándome con brusquedad «me dolía y contraía los músculos anales por auto reflejo», pero era inútil, comencé a llorar y sollozar sin poder hacer más que sentir como me daba con los dedos sin parar; una, dos, tres, cuatro, cinco, seis —Provocándome un escozor en las paredes anales—, perdí la cuenta al pensar que esto solo era el comienzo… Algo mucho peor le seguía después.

—     Joooohh mej jasjiimaaahh-

—     ¿Qué? No te entiendo perra, ¿Te gusta? Seguro te mueres de ganas porque te coja ¿No? ¿A que sí?

—     Jooohh Jooon Pajaa… geejente

—     Mira y aprende chamaco —dijo tomando una de las barandas del corral y halando con fuerza para arrastrarlo y dejarlo a escasos centímetros de nosotros, en tanto el bebé me veía con cara de incertidumbre, de no entender—.

Entonces, sujetándome fuerte por las caderas atrajo mi culo hacia él, presionando con su glande mi entrada posterior. Fue entonces cuando por reflejo y temor apreté más fuerte «¡No! ¡No! Que no entre, por favor dios» pensé, sintiendo su glande hacer presión por un efímero instante, que se transformó en un grito y quejido de dolor cuando su rabo entró completo de una sola embestida en mi culo, haciendo que todo el cuerpo se me tensase «fue inevitable no sentir como aquella cosa se expandía y ponía cada vez más rígida, me estaba quemando con cada embestida», era como si un tubo de metal ardiente me follase, embistiendo visceralmente; adelante y atrás, adelante ya atrás, adelante y atrás, sintiendo como sus bolas chocaban en mi coño con cada embestida; una, otra y otra vez, ajustando su penetración con el halar y empujar de mis caderas.

—     ¿Esto querías putita? Uff eres tremenda, tienes un culo muy apretadito… Aahhh que rico ¡Así…! Apriétalo más.

Atónita, no podía dejar de pensar en lo surreal de la escena. Con los ojos llorosos y gimiendo de dolor veía el rostro incrédulo de Sergio observándolos, en tanto ella, amordazada y maniatada en un pseudo cuatro patas, estaba siendo ensartada por detrás «tonta, tonta, tonta no importa cuánto llores o chilles» entendió en ese momento, seguro aquella monstruosidad de polla la iba a lastimar por dentro, trato de relajarse, pero el picor y dolor no se lo permitía, y ahora, no podía evitar sentir todo su cuerpo temblar temerosamente.

—     Ohh Dios que culo… Siénteme, siente lo dura que me la pones.

Él se estaba divirtiendo con su juguete nuevo, a veces sonreía otras se mostraba angustiado, moviendo sus manitas, haciendo morisquetas y gracias de bebés, no entendía lo que estaba pasando frente de él, era un espectador inocente, como podría siquiera entenderlo «no importa bebé, yo estaré bien» me decía y repetía aguantando las embestidas.

José Manuel cada vez me lanzaba menos ofensas y respiraba más pesadamente, mugiendo, resoplando y bramando como el animal que era mientras lo hacía, con sus dedos clavados en mis caderas como garras, halándome y empujándome sin darme tregua ni descanso, acompañando el movimiento con un vaivén de su pelvis, entonces el ritmo cambio, era más lento, pero más fuerte y profundo a la vez, empecé a sentir que su verga se dilataba y contraía como cuando están a punto de venirse «ya esta por acabar, termina, termina, termina».

—     Aahhh, ya me voy a venir perra, ¡AAAAAAAAAAGGHH! ¡TOMAAAAAAHHH! ¡MALDIITAAAAHHH! —bramo finalmente acabando dentro, sintiendo una, dos y tres hirvientes corridas que me quemaron por dentro.

Se desplomó sobre mis caderas dejándome todavía bien empotrada en tanto seguía bombeando los restos más cortos dentro de mí y su verga empezaba a ponerse flácida gradualmente.

—     Uufff marica, me encantan los culos pequeños… son apretados, seee, que rico

—     Jiitateehh… jitatee

—     Shhhh… ya, ya paso, seguro hasta te gusto —me resoplo sobre el cuello— sabes, perdí el apetito, así que te dejo mi comida ¿Sí?

No respondí, estaba en shock; lloraba y sollozaba. Estaba adolorida, tremendamente adolorida, pero mi cuerpo… Mi cuerpo había tenido un orgasmo cuando sentí que eyaculo, no, no podía ser cierto.

—     Como quieras —dijo al ver que no respondía—, vamos, arrástrate para allá, —dijo fijando curso a la mochila en el sillón—.

Con cuidado de no sacarme aún la verga del culo, saco las dos guarniciones y las destapo colocándolas bajo nuestro, entonces retiro su verga; al salir unas gruesas gotas blancuzcas con vetas marrones y rojizas cayeron sobre el arroz y las tajadas.

—     Vamos pendeja… Ya que no te gusta la comida, no importa si la aderezamos un poco ¡Puja, puja, puja! ­—insistió halándome del cabello para que me incorporase— ¡Puja, vamos! Un poco de crema en la tortilla le va a dar mejor sabor.

Obedecí… que otra cosa podía hacer.

—     Muy bien, así, ya esta vez… Todo termino —dijo volteando las dos comidas en el piso y revolviéndolo sobre el charco de orina—.

Me quito las ataduras de las manos y la mordaza, no me importo nada, tan sol caí al suelo con la cabeza en blanco. Ni siquiera me fije en qué momento se vistió y marcho. Sí, siguió balbuceando cosas hasta que cerro la puerta, pero yo no preste atención, todo había terminado al fin.

P.D.: Espero les haya gustado este relato, me ha tomado tiempo culminarlo, mayormente "motivación", también porque lo empece con otra idea y vario en el primer tercio de la historia, bien, no voy a decir a que categoria iban los tiros entonces, solo dire que tomo otro rumbo y considere experimentar en esta categoría, espero que la hayan disfrutado mucho y que compagine con la categoría que estoy experimentando "No consentido" «ES MI PRIMER RELATO, NO SEAN DUROS ¡0¡ YA SUFRI MUCHO», espero sus comentarios, ya que busco mejorar con cada relato que escribo. No prometo prometo continuaciones en fechas breves, me ha costado mucho conseguir motivación y tiempo. Espero haya sido de su entero agrado.  Gracias por leerlo =*