Cde

Creo que esto hace parte de un sueño... espero disfruten del relato

CDE

Las relaciones a distancia no son fáciles de manejar, tienes que permanecer pegado a la computadora o al celular, rogando que ella o él se conecte para sentirte bien y en parte calmar el alivio de tu alma que lo solicita, el amor a distancia no existía para mí, pero cuan cómico es el destino para hacérmelo vivir en primera persona y verlo en tercera persona día tras día.

Y es cuando empecé a odiar la distancia que nos separa esos miles de kilómetros que no me permiten tocarla, mirarla bien sin que ningún pixel se traviese, perderme en su perfume que pienso que debe ser único, empecé a odiar el tiempo que corre y los momentos que yo no puedo compartir con la persona que amo, en parte hasta me odio por tener sentimientos por una persona que está lejos, odio hasta mi estatus económico por no permitirme viajar para estar con ella, odio mis responsabilidades como persona porque es otro impedimento, pero a ella no le puedo odiar, a ella la amo.


Arribe a la ciudad fronteriza después de treinta y seis horas de vuelo y dos escalas, el calor tropical es algo asfixiante, tome un taxi desde el aeropuerto CDE,  pequeña ciudad al sur del continente hacia una ciudad más pequeña que esta a las goteras de esta mas grande, el taxi blanco con verde de modelo antiguo es algo incomodo pero no me importa no tengo afán de llegar al hotel.

-Lléveme al Hotel Rosa Palace- Le dije con mi perfecto acento colombiano del interior; el tipo me miro de reojo, asintió con la cabeza, sonrió y emprendió el camino.

Las calles en algunas ocasiones repletas de gente marcan un nuevo paisaje.

En la radio combinan Cumbias, con Reggaetón y música en portugués que poco eh escuchado antes, el conductor cantaba en portugués, con un brazo manejando y con el otro por fuera de la ventana, el sol azotaba con todo.

Mientras el recorrido culminaba miraba con desgano por la ventana, estaba cansada del largo viaje, mi celular no tenia cobertura en esta parte del mundo, bueno en ningún lugar fuera de mi país.

Al llegar al hotel me asegure de que la imagen que veía, fuera la misma que había visto en internet cuando hice las reservas, pague lo que el tipo me dijo que debía, aunque con algo de desconfianza ya que el tipo sabía que era turista.

Me anuncie, me recibió un hombre delgado de unos 30 años en camisa sin mangas, blanca y pantalón negro, reviso la reserva y me dio una habitación con vista a la piscina, antes de alejarme de la recepción le pedí que me dijera como hacer una llamada a celular.

Estoy en esta ciudad tan lejana de mi natal Bogotá para encontrarme con la mujer que amo, ya son algunos meses de relación y otros tantos de conocerla, mi capital es escaso solo para una semana en esta ciudad, el hotel ya esta pago junto con el tiquete de regreso.

Sé que ella vive a pocas calles de este hotel por eso lo escogí, también es una sorpresa mi llegada, ella no sabe que estoy en la misma ciudad, aunque debe estar preocupada porque hace día y medio no hablamos.

Este clima me va a sacar de quicio, ¡¡si que hace calor!! Subí a la habitación me di un baño y me vestí cuidadosamente, jeans ajustados, unas Vans, una camisa negra con un estampado de Kiss, bueno que no se pierda el estilo roquero.

Me veo al espejo arreglo mi cabello, un poco de brillo labial, no más maquillaje con este clima de seguro se estropea.

Camino por las calles, está llena de arboles y gracias a Dios porque con ese calor la sombra reconforta un poco, busco casa que concuerde con la dirección que ella me dio, llego a una casa blanca, creo que esa es, me acerco y toco el timbre.

Mientras me abren me giro, miro hacia la calle, veo una camioneta verde oscura parqueada al frente de la casa.

Escucho que abren la puerta y me giro para mirar, veo sus ojos marrones, su mirada choca con la mía, quedo estática mi corazón late a gran velocidad y solo puedo balbucear un:

-Hola- alzando mi mano derecha a nivel de mi cara en modo de saludo.

Mis manos temblaban, aunque lo disimulo bien, también sentía a mi corazón palpitar en mis manos, me dolían las palmas, mi corazón galopaba en mi pecho, y al fin le comprobé a ella que mis sospechas si era ciertas, somos igual de altas.

Ella estaba estática, como procesando toda la información, yo solo baje mis cejas unos segundo y las levante nuevamente como a modo de saludo coqueto y ella se abalanzó sobre mí, me abrazo por el cuello y por fin después de meses de solo ver y leer sus palabras en el computador, de escuchar sus palabras, verla gracias a los aparatos electrónicos porque es el medio mas benévolo para la distancia, por fin pude sentir su olor, su calor, pude tocarla y sentir como crecía mi corazón en ese pequeño momento entre ella y yo.

Creo que nuestro momento duro algunos minutos o segundos no los conté solo disfrute, yo solo quería que el tiempo se parara que este momento no se acabara, me gusta estar así con ella.

Sentimos que la llamaron desde dentro de la casa, y nos separamos, bese su mejilla por primera vez, si perfume me lleno nuevamente.

Al separarnos nos miramos frente a frente, estaba muy claro que nuestro nerviosismo mutuo dominaba la situación, la llamaron nuevamente desde dentro de la casa y reaccionamos, ella se giro y yo tome su mano suavemente, hablando en susurros:

-Dile que ya regresas vas a comer helado con una amiga- le dije cerca de su oreja, al terminar bese su mejilla nuevamente- ve, acá te espero-

Sus ojos brillaron y creo que los míos también, la vi perderse en la casa, me aleje del pórtico hacia donde estaba el auto detallándolo con parsimonia, a mis espaldas sentí cerrarse la puerta de la casa y me gire, la vi caminar con paso ligero con unas llaves en sus manos, se quedo quieta a solo un paso de mi.

-¿Que te dijo?- pregunte nerviosa, aunque creo que no se me notaba.

-Nada… que no demorar- ella aun me miraba con detalle, aun sorprendida y muy alegre-¿Por qué no me dijiste que venias?- me dijo rematando con una amplia sonrisa y tocando mi mano.

-Quería que fuera una sorpresa…-Ella aun me detallaba mas con sus hermosos ojos marrón- …podemos ir a comer el helando, muero de calor- dije acercándome a ella el paso que restaba, como la firme intención de besarla.

-Vamos en el auto- dijo ella nerviosa, tomando las llaves con las dos manos, camino deprisa hasta la puerta del piloto de la camioneta verde abrió el auto monto en él y abrió la puerta del copiloto, respire profundo, camine hasta quedar cerca de la camioneta detalle todo y me senté.

Ella arranco el auto y nos condujo por las calle, por fin pude detallarla mejor, el perfil de su nariz, sus labios, la forma de su cara, su cabello y ese mechón de pelo rebelde que siempre cae sobre su cara.

-¿En qué hotel te estás quedando?- me pregunto ella sacándome de mi detalle.

-El que queda cerca a tu casa… Rosa Palace… lo escogí porque está más cerca de donde vives- ella sonríe mientras mira el camino y yo con mi media sonrisa de agrado al ver su alegría, dejo de mirarla y veo hacia el frente, el paisaje sin montañas casi me fastidia un poco.

-¿Por eso no te habías conectado desde hace dos días?- me dijo un poco seria.

-Desde el avión no me puedo conectar… aunque si se pudiera lo hubiera hecho-

Las calles parecían todas igual, llenas de arboles, con una pinta muy veraniega, algunos lotes baldíos llenos de pasto y arboles, el sol siempre tan imponente, hablábamos de cosas del viaje, de cómo lo planeé todo.

Desde su casa hasta donde parqueamos fue un viaje corto hasta un parquecito, sentía las gotas de sudor bajar por mi espalda y la garganta seca, este clima si te descuidas hace que te derritas.

Entramos a una tienda o más bien una heladería a comprar los helados, ella pidió uno de chocolate con dulce de leche granizado y yo pedí mi clásico sabor de ron con pasas, sentir bajar por mi garganta el dulce frio del helado fue muy placentero, buscamos un lugar apartado y con sombra de algún árbol para que nos cubriera del sol, poder hablar con calma, tener un poco de intimidad.

Nos sentamos en el prado, después de algunos minutos de hablar trivialidades, mientras yo hablaba ella mucho y la miraba de vez en vez tratando de que ella no notara mi nerviosismo, miraba el paisaje, el helado, todo.

Ella solo me miraba, sin hablar, y fue cuando detalle a profundidad su mirada, tome su mechón de cabello rebelde y lo ubique detrás de su oreja diciendo algo para despistar lo que me pasa a mí.

-Pareces nerviosa- dije afirmando, probando mi helado sin retirarle la mirada.

-Solo un poco- si mirada aun me taladraba.

Sin poder evitarlo mire sus labios, rosados y un poco húmedos por culpa del helado, mi vista rodo por si mejilla, su oreja a su cuello y la regrese a sus ojos, a sus labios, la pregunta que me había hecho todos estos meses de cómo sería besarla me fulmino otra vez, pase mi lengua por mi labio inferior pasando saliva.

Mire para todo lado descubriendo que casi estábamos en soledad, y las pocas personas que estaban con nosotras en el parque estaban en sus propios asuntos, me acerqué peligrosamente a sus labios, quería probarlos, hacerlos míos, hacerla mía.

Ahora solo miraba sus labios, cada vez más cerca, roce mí nariz con la de ella, juntando mí frente con la de ella, pude notar como cerro sus ojos al sentirme cerca, acerque mi boca abriéndola ligeramente para respira, sentí su aliento en mis labio inferior y eso me dio el último impulso, cerré mis ojos y junte mis labios a los suyos amoldando nuestras bocas, una a la otra, sus suaves y dulces labios tocando los míos, el dulce de nuestras bocas mesclado con los sabores de los helados, una de mis manos se poso en su cuello buscando mas cercanía pero el ruido de un carro que pasando por la calle, freno mi deseo por sentirla más de cerca, frene el beso lentamente, aleje mi labios de los suyos, sin separar nuestra frentes abrí los ojos y vi sus mejillas rosadas, mi mano que descansaba en su cuello rodo por su mejilla sonrosada.

-Disculpa es que me moría por besarte- le dije aun manteniendo nuestra cercanía.

-Tranquila yo también soy culpable- me clavo la mirada y yo me percate que mi helado se derretía sobre mis dedos al igual que el de ella, rápidamente devoré lo que quedaba de helado mientras ella me miraba y comía su helado más despacio.

-Es que odio ensuciarme- le dije con una media sonrisa, ella se rio de mi.

Me llevo a un lugar más privado y un poco apartado donde nos pudiéramos besar y hablar con más confianza, sin miradas ajenas, la tarde ya estaba cayendo, la música sonaba a bajo volumen el calor ya no era asfixiante más bien era agradable, ella estaba en el puesto del piloto y yo en el del copiloto con las puertas abiertas para hacer del ambiente un poco más fresco.

Busque una mejor posición en la silla, la verdad no aguante mucho y me quede dormida.

Al despertar sentía mi frente húmeda, la garganta seca y el mundo se movía no lograba ubicarme, el paisaje me era totalmente extraño, busque mi reloj de pulso eran las ocho de la noche, cerré mi ojos, y gire la cabeza, me dolió levemente, recordé uno a uno los secesos del día.

Cuando la mire ella estaba concentrada manejando, no había música en el carro y eso no me gustaba me hacía sentir más lejos de mi país.

-¿En verdad son la ocho de la noche?- le dije aun con la voz ronca.

-No… amor son las diez de la noche, vamos para el hotel- llevo su mano hasta mi mejilla y la rozo con sus dedos.

Saque mi celular y coloque música, es cómico pero quería escuchar baladas.

-Ya sé que es un poco cursi, pero me gusta- le di play y la música empezó a sonar.

Detalle su figura, sus dedos en el volante, sus brazos que deseaba que me rodearan, su cuello que me incitaba a que lo besara, no pude seguí en ascenso mis ojos se posaron en sus senos, quería por fin hacerla mía después de tantos meses de desearla, mamar de sus senos, tener su piel bajo mis manos, besarla de forma apasionada, mire sus labios y los deseaba aun más que en la tarde.

Me acerque a su oído.

-Quiero dormir esta noche contigo-

Bese su mejilla, su cuello, mis manos encontraron el camino de su piel bajo su camisa.

-Espera que estoy manejando es peligroso- me dijo con la voz entrecortada.

Por ser una ciudad pequeña en cuestión de minutos nos vimos entrando a la habitación, esa noche seria especial, mi corazón late a gran velocidad.

Después de que cerré la puerta de la habitación a nuestras espaldas, pose mis manos en su cadera, y pegue mi cuerpo a suyo por detrás, restirando el cabello de su cuello posando mi cabeza cerca de su oreja.

-Te deseo amor- inicie un camino de besos por su cuello, con mi otra mano izquierda puesta delicadamente en su abdomen para pegarla más a mí, para poder sentir su calor junto a mi cuerpo, con mi mano derecha moviendo el cuello de la camisa para poder besar la base de su cuello y su hombro.

Ella no decía nada se dejaba llevar por mí, hasta la pared, en ningún momento nos separamos, tome los bordes de su camisa y la saque por encima de su cabeza, haciendo lo mismo con la mía en menor tiempo.

Nuestras pieles arden en deseo, me puse enfrente de ella, dejándome llevar por sus besos, despacio besando con amor, con ternura, con la protección que siempre desea darle mi corazón a esta hermosa mujer que está enfrente mío, ella se desprendió de mis labios buscando aire, no deje que mi frente se separara de la suya, sentir su aliento sobre mis labios, el sabor de sus labios aun en los míos, creo que quiero esto siempre en mi vida.

Mis manos marcaban un camino sobre la piel de su espalda, ella busco de nuevo mis labios, haciendo más apasionado el beso mientras mis dedos soltaban el broche de su sujetador y deslizándolo por su brazos hasta despojarla y poder sentir sus senos en libertad buscar los míos que aun estaban enmarcados en el sujetador, sus manos descansan en mi cuello, en mis hombros, bajan las tirantas de mi sujetador, intentan quitarme esa prenda que me impide sentir sus senos clavarse en los míos, le ayude a quitármelo, cuando por fin me retiro el sujetador se separo de mis labios mirando mis senos, su mirada me hizo desearla aun mas.

Bese nuevamente sus labios soltando su pantalón, y metiendo mi mano por entre la tela y su piel, hasta tener una de sus nalgas en la palma de mi mano, hice un poco de presión, el primer gemido de la noche salió de su garganta y casi se ahogo entre los besos que nos dábamos.

Nos deje caer en la cama, no sé como describir lo que esta mujer logra en mi, retire el pantalón lentamente, regrese a sus labios en un camino lento y tierno de carisias y besos, reconociendo su piel, aprendiéndome cada parte de su ser, bese sus pantorrillas, sus muslos, vi sus cacheteros negros de encaje y no pude alejarme mucho de su centro, bese por encima de la tela su monte de Venus, y seguí ascendiendo besando ahora su abdomen, muchos besitos cerca del ombligo, pasando por su esternón rozando con mis mejillas la piel de sus senos, llegando a su clavícula besando la línea de ese huesito, hasta llegar a su cuello, su mentón, y por fin sus labios.

Me solté el pantalón y ella me ayudo a sacármelo, enredando sus piernas en las mías, sin soltar sus labios, me gustaba tenerlos presos de los míos lleve mi mano hasta su entre pierna y la metí entre la tela de encaje y su clítoris me dio la bienvenida.

-Estas súper húmeda, amor-

Mis dedos se perdieron dentro de ella, los movimientos acompasados de su cadera buscando el ritmo de mis dedos que la penetraban, suspiros cortados cerca de mi oreja, mis besos sobre la piel de sus senos, mi otra mano dibujando figuras en la piel de su espalda.

En gemido profundo marco la llegada de su orgasmo.

-Te amo hermosa- salió de mis labios mientras la sentía llegar, bese su mejilla y luego sus labios.

Termine de quitarle el cachetero y yo me quiete los bóxer femeninos, me acosté a su lado, estaba muy excitada pero también muy cansada.

Ya me pasaba factura el viaje, al cambio de horario la falta de alimento que hasta este momento me fije que no había ingerido casi nada desde pise tierra, solo el helado.

Ella empezó acariciaba la piel de mis brazos, besaba mi cuello, creo que no me dejaría dormir un poco y hasta mejor, dormiría mucho mejor si estaba más cansada aun y con ella a mi costado seria mágico, por fin en todo este tiempo tendría una noche en paz.

Busque sus labios y descanse parte de mi peso sobre ella, mis senos sobres lo de ella, una de mis piernas ejerciendo presión sobre su entrepierna, al igual que mi sexo se rosaba contra su muslo, aliviando mi excitación.

Acerque mi sexo al de ella, sintiendo su humedad sobre la mía, me deje perder nuevamente en besos sobre su cuello, ella tomaba mis senos en sus manos, una sinfonía de gemidos y suspiros llenaba la habitación, poco a poco nuestras respiraciones eran más agitadas, mi músculos se contrajeron y me deje llevar por uno de los orgasmos más fuertes que allá tenido, ella también llego segundos después.

Después de recuperarnos, sus labios buscaron a nueva cuenta los míos, ella cruzo sus piernas por detrás de mi cadera pegándome más a ella, besándonos con pasión y ternura mesclada, nuestros cuerpos estaban perlados por el sudor, en todos mis sentidos solo estaba ella.

-Me encantas hermosa- le dije entre beso y beso.

-Te amo amor- me dijo al fin, sentí que en ese momento todo este largo viaje había valido la pena, bese sus labios con todo el amor que siento, trasmitiéndole mi alegría y gozo en ese beso.

-Yo también te amo-

Tome su muslo con mi mano izquierda y lo retire suavemente para poder acostarme a su costado, descanse mi cabeza en la almohada, ella acariciaba mi piel y no sé en qué momento me quede dormida.

Pasando la mejor noche de toda mi vida.


Nota: este relato no tendrá continuación.

Isa (Noctabog)