Cazatalentos 2

Otra tierna y excitante historia

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Título original: Headhunter 2/2

Autor: Desconocido

Traducido por GGG, abril 2002

ADVERTENCIA - La historia que sigue es explícita y el que la publica no asume ninguna responsabilidad sobre su contenido.

Supo desde el primer momento en que puso sus ojos en él que iba a tener problemas. En pie, solo un poco más alto que ella, era la cosa más excitante que había visto últimamente. Su sonrisa, atractiva, con un rastro de misterio. Ojos que reían cuando él lo hacía. Supo que tendría problemas, pero era la clase de problemas que andaba buscando.

Supo que había atracción por las dos partes, y aprovechó totalmente su conocimiento. En cada oportunidad que tenía le dejaba pistas de que le deseaba sexualmente. El día que él le dijo que deseaba ver sus tetas fue el día en que le persiguió seriamente. Claro que sí, tenía que verlas y más, si de ella dependía. Todo lo que tenía que hacer ella era esperar el momento adecuado. Cuando llegó le dijo, "¡Ahora o nunca!"

La siguió. Se encontraron en un parque desierto, bien anochecido. Le dijo que no se la podía follar, pero ella sabía que lo haría...

Siguieron besándose, dando rienda suelta a su pasión salvaje. Con las manos sobando sus cuerpos. Explorándose. Los dos sabían que estaba prohibido; ninguno podía parar.

"No deberíamos hacer esto," le susurró al oído.

"Lo sé," suspiró ella, deslizando las manos por su cuerpo. Le acarició su polla dura y tiesa a través de los vaqueros. Él gruñó suavemente a su oído, inclinando la cabeza para besarla en el cuello. Ella le desabrochó los vaqueros, pasando la mano para sacarle la polla. Le dio la vuelta de forma que su espalda apoyara la cintura en la alta mesa de cemento. "Túmbate," le murmuró al oído.

Se sentó y se tumbó. Ella le agarró los pantalones y se los deslizó por debajo de las caderas. Rodeando la mesa se puso de nuevo junto a su cabeza. Empezó a besarle en los labios, metiendo la lengua, tocando la suya. Su mano se deslizó a su polla, acariciándola, manteniéndola dura hasta que pudiera trabajar en la parte baja...

Le quitó la camisa y posó sus labios en su pezón. Le pasó la lengua por encima una o dos veces, luego lo succionó suavemente dentro de su boca.

Su lengua era para él como una antorcha, quemando donde tocaba. Su pezón, el centro de su pecho, su vientre. Todo el tiempo martirizándole con caricias de la mano alrededor de su polla. Yacía con los ojos cerrados, los dedos enlazados detrás de la cabeza. Lo estaba disfrutando. La dejó hacer.

Con la mano todavía acariciándole, sus labios besaron la cabeza de su polla. Bajó un poco más la mano mientras su boca le tomaba ansiosamente. Tiró de él, chupando, intentando tomarle entero. Se detuvo, deslizando la mano hasta copar sus huevos. Deslizó la cara a su entrepierna y succionó primero uno y luego el otro con la boca, mientras él emitía gruñidos de placer.

Sonriendo levantó la cabeza y le tomó de nuevo en su boca. Trabajando abajo y arriba, lentamente, le llevó casi al clímax, pero se detuvo antes de que se corriera. Levantando la cabeza para mirarle, preguntó, "¿Me darás lo que quiero?" "¡Sí!" rugió. "¡Por favor, termínalo!"

Se inclinó y le tomó de nuevo en la boca. Él estaba palpitando, necesitando la liberación. Lentamente le tomó, abriendo la garganta para todo él. Se enterró en ella, con sus labios en la base de su polla. Deslizándose hacia atrás tensó sus labios alrededor de su polla, tirando ligeramente de él. Aceleró el ritmo hasta que él estuvo jadeando. De repente se arqueó y se dejó ir. Su liberación fue poderosa y caliente. Ella se quedó hasta que se llevó la última gota.

Siguió tumbado sobre la mesa de cemento. Ella le besaba, el estómago, el pecho, el cuello. "¡Dios mío! ¿Dónde aprendiste a hacer eso?" preguntó.

Se limitó a sonreírle. Había dejado caer la mano hasta su muslo y la estaba deslizando hacia arriba. De nuevo le tenía en sus manos. Estaba fláccido, pero no le llevaría mucho tiempo. Volvería a estar listo.

Se incorporó, luego se bajó de la mesa y la tomó en sus brazos. La besó, agradeciéndole en silencio lo que había hecho por él. Bajó las manos por su cuerpo y le desabrochó los vaqueros. Se los bajó por las caderas. Empujando su espalda sobre la mesa le dijo, "¡Túmbate!". Bajó la mano por el muslo, entre sus piernas, acariciando la mata oscura de su felpudo. Dejando la mano plana deslizó un dedo en la separación entre los labios de su coño.

Ella respondió con un gemido, arqueando las caderas, intentando guiarle hacia su punto más oscuro. Deslizó el dedo atrás y adelante sobre su clítoris, sintiendo como se arqueaba hacia él, deseando, necesitando más. Finalmente deslizó su dedo en su interior. Al oírla murmurar le preguntó, "Sí... esto es lo que quieres, ¿verdad?"

"Siiií..." susurró, mientras se corría. Le deslizó el dedo dentro y fuera unas cuantas veces más, luego lo sacó.

"¿Qué quieres?" le preguntó.

"¡Necesito que me folles!" le susurró, ronca de pasión.

Avanzó hacia ella, ya empalmado. Recostó su polla en la suavidad de su coño. Ella bajó las manos para tocarle, sintiendo como su polla brincaba por anticipado. Le tomó la cabeza y la guió entre sus piernas, restregándosela a lo largo del clítoris, en su humedad. Él empujó hacia dentro, deseando meterse, pero ella todavía no se lo permitiría.

Finalmente, cuando ya no pudo aguantar más, lo condujo dentro de ella. Estaba caliente, húmeda y prieta. Dio un pequeño respingo mientras empujaba dentro de ella. Su interior resultaba sedoso. Él se mecía suavemente, moviéndose lentamente dentro y fuera de ella. Había dicho que no iba a hacerlo pero ahora que se encontró dentro de ella, no podía parar. Se deslizó dentro y fuera con suavidad, escuchando sus grititos de placer. Cuando empezó a ir a su encuentro, caricia por caricia, él empezó a embestir con más fuerza. Pronto estuvo golpeando dentro de ella. Le pasó las piernas por la cintura, intentando retenerlo dentro. De repente él se detuvo.

"¡Estate quieta!" le dijo.

Así lo hizo. Enlazó sus dedos con los suyos y le pasó las manos por encima de la cabeza. Reteniendo las manos abajo, empezó de nuevo, profundizando en su interior.

"¡Móntame, cariño!" gritó, con todas sus terminaciones nerviosas palpitando. Justo antes de que ella se corriera se retiró de ella.

"¡Ven aquí!" le dijo él con apremio.

Se deslizó de la mesa y se puso delante de él. La agarró con rudeza y le hizo darse la vuelta, dándole la espalda. "¡Inclínate!" le dijo.

Se inclinó sobre la mesa mientras sentía como volvía a meterse en su interior. Al principio con suavidad, pero pronto empezó a aumentar el ritmo. Al principio ella emitía pequeños gruñidos. Cuando él se volvió más rudo, empujando más hondo, ella empezó a arañar el cemento. Pronto estuvo golpeando con tanta fuerza que a cada embestida casi la tiraba al suelo.

Con las manos en las caderas de ella, embistió una última vez, enterrándose en ella. Ambos gritaron a la vez mientras se unían en el clímax.

Ella estaba boca abajo sobre la mesa, con el de él cuerpo volcado sobre ella. Siguieron así hasta que él se desinfló por completo. No fue hasta entonces que se retiró finalmente de ella. Respirando ruidosamente, le dijo, "No quería hacerlo, pero sabía que lo estabas necesitando de mala manera."

"Sí, desde luego... gracias," le dijo ella con suavidad. Le pasó las manos para empujarlo hacia sí. Le besó larga y fuertemente. Cuando se separaron empezaron a vestirse.

Caminaron, cada uno rodeando al otro con el brazo, hasta los coches. Cuando llegaron al coche de ella él volvió a besarla, diciéndole que no podría volver a ocurrir nunca más...