Cazatalentos 1

Una tierna historia

Cazatalentos I


Título original: Headhunter I

Traducido por GGG, noviembre de 2001

ADVERTENCIA - La historia que sigue es explícita y el que la publica no asume ninguna responsabilidad sobre su contenido.

Ella estaba en la habitación, desnuda de cintura para arriba. Su pelo castaño oscuro caía suavemente sobre los hombros, tocando solo la parte de arriba de los tatuajes ella podía decirte lo que significaban. Sabía, ahora que él estaba aquí, que podría seguir su camino; su fantasía...

De espaldas a él, esperó pacientemente, sabiendo que dudaría.

Lo hizo, pero no por mucho tiempo. Pronto sintió su aliento en el cuello y las manos en sus hombros, acariciándola. Apartó su pelo a un lado, aspirando el aroma a Poison de su cuello. Sabía que ella era "Poison" (veneno), pero no podía parar.

Besando con suavidad su cuello, sabía que podía hacer que se derritiera. Su lengua se deslizó desde la base del cuello a la oreja mientras que sus manos encontraban el camino hacia sus pechos. Pellizcó sus pezones entre sus dedos, haciendo que se endurecieran. Ella retrocedió hacia él, recostando la cabeza contra su pecho, echándose hacia atrás para pasarle las manos por el pelo. Volvió ligeramente la cabeza, buscando sus labios suaves. Sondeándole con la lengua le hizo acercarse, esperando devorarle.

Él dejó caer las manos a su estómago donde desabrochó el botón y luego la cremallera de los vaqueros. Ella dejó que cayeran de su cuerpo y quedó completamente desnuda ante él. Las manos de él buscaron la suave maraña triangular, acariciándola. Emitió suaves gemidos mientras él apartaba sus labios y deslizaba el dedo para acariciar su clítoris. ¡Dios! Lo deseaba, pero no se entregaría todavía...

Se volvió hacia él y le desabrochó los pantalones, dejándolos caer de su cuerpo excitante y compacto. Empezó a empujarle hacia la cama. "¿Confías en mí?" le preguntó, con la voz ronca de pasión. "Sabes que nunca te haré daño."

"Sí," le dijo, en voz baja.

Le empujó hacia la cama. Esta era su fantasía...

Tomó dos pañuelos de seda y ató sus dos manos con firmeza a los postes de la cama. Luego hizo lo mismo con sus pies. Ahora le tenía abierto en X sobre la cama. A continuación tomó otro pañuelo y le vendó los ojos. Quería que sintiera lo que significaba no ver lo que iba a venir. En el último par de meses, eso era lo que él le había hecho a ella. Le diría "no," y luego cambiaría de idea.

Se tumbó en la cama junto a él, tocándole con su cuerpo. Su lengua chasqueó en su oreja izquierda, su aliento cálido en su cuello. La mano le acarició el pecho mientras la lengua se deslizaba cálida por el cuello. Cuando su mano se movió ligera hacia abajo lo mismo hizo su lengua.

Cuando llegó a sus pezones los mordió juguetona, luego los chupó durante un segundo. La mano se movía diligente hacia abajo, trazando círculos a medida que descendía. Pasó de largo por su polla ya endurecida y se dirigió a la parte interna de su muslo. Hurgó con las uñas en la parte interna del muslo, lo suficiente para que supiera que estaba allí. Luego deslizó la mano para cogerle los huevos. Gimió suavemente, sabiendo que es lo que iba a venir. Su lengua se había detenido justo debajo de su ombligo. Sintió que ella se desplazaba en la cama.

Deseaba tanto retenerla, o al menos agarrarla con el pelo entre sus dedos, pero no podía por sus ligaduras. Ella lo sabía y sonreía. Ahora él sabía cómo sentaba estar cerca de alguien y no poder tocarle o sujetarle.

Ella bajó la cabeza y tocó con los labios la cabeza de su polla, chasqueando la lengua sobre ella. Luego los labios la rodearon.

¡Oh, Jesús! Era tan bueno. No quería que parase. Arriba y abajo; cada vez moviéndose más cerca de la base de su polla, hasta que finalmente la tuvo entera en su boca. De repente, se detuvo. Sintió que la cama se movía y la oyó salir de la habitación.

"¡No! ¡No podía hacerle esto a él! ¡Tenía que terminar! ¡Por favor! ¡No me hagas esto!" gritaba su cerebro, pero no dijo nada, porque sabía que esta era su fantasía...

Volvió a los diez minutos. Sintió la cama mientras ella se tumbaba de nuevo cerca de él. Empezó otra vez todo el proceso. ¿Terminaría esta vez? ¡Dios, eso esperaba! Ahora apenas podía soportarlo. Una vez más, ella se detuvo.

"¡Por favor!" le suplicó ahora. "¡O me follas o me sueltas!"

Le quitó la venda de los ojos, le pasó las manos por la barba, dejando que vagaran por su cara. Le tocó ligeramente, dibujando las líneas de su rostro. Recorrió su pecho con las manos y empezó a bajar. Cuando llegó a su estómago se paró y le miró a la cara. Le deseaba desde hacía mucho, y ahora por fin le tenía. Crudo y sexual.

Se echó atrás y le desató las ataduras de los tobillos. Le permitiría que se moviera hasta ese punto. Le dejó las manos atadas.

A horcajadas sobre él, le agarró la polla y empezó a acariciársela de nuevo, pasando ligeramente el pulgar por la punta hasta que estuvo plenamente erecto. Luego se separó los labios del coño con la mano. Tomando la cabeza de su polla, la colocó contra su clítoris y empezó a restregarse hacia delante y hacia atrás. Pronto estuvo suficientemente húmeda para que él la penetrara.

Tomó el paquete metalizado de la mesilla de noche y sacó el condón. Se lo desenrolló suavemente en la polla, luego le guió hasta ella. Gimió ligeramente mientras la penetraba. Él gruñó en voz alta mientras deslizaba toda la longitud de su dardo. Al principio ella trabajó despacito, apretándole con los músculos profundamente escondidos en su interior.

Marcó el ritmo, cabalgándole tan delicadamente como pudo durante unos minutos. Pronto empezaron a encontrarse estocada tras estocada. El momento se mantuvo un rato, luego, sintió que ella se arqueaba y jugos calientes fluían sobre su polla. Finalmente él se dejó ir, gimiendo con su propio placer.

Ella se dejó caer sobre él y permaneció así unos minutos, bañada en el placer de lo que acababa de pasar. Lentamente se levantó y empezó a desatarle los pañuelos que sujetaban sus manos.

Yacieron en silencio cada uno en brazos del otro durante un rato, acariciándose y sobándose mutuamente. Pronto la excitación apareció de nuevo. Ahora era su turno. Su fantasía... Ella tenía que complacerle...

La volvió sobre el estómago, pasando las manos por su cuerpo hacia abajo. Quería hacerle pagar por lo que acababa de hacer. Sí, había disfrutado inmensamente, pero ahora quería que fuera su turno.

Tiró hacia él de su culo y la levantó sobre sus rodillas. Colocó la polla sobre su culo y ella echó la mano atrás para tocarle, sintiéndole de nuevo endurecerse bajo su contacto. Le pasó la mano entre las piernas para acunarle los huevos, esperando mientras él desenvolvía otro condón. Le puso la polla entre las piernas, haciendo que se mojara de nuevo. Empujando con delicadeza penetró en el cálido y húmedo coño desde atrás. Ella gruñó, un sonido bajo y gutural, mientras él la atormentaba solo con la cabeza de su polla, sin acabar de entrar. Lo justo para hacerla desear más.

"¡Fóllame o suéltame!" le gimió.

La agarró de los hombros al mismo tiempo que empujaba profundamente dentro de ella. Gritó y él se echó atrás, pero no se salió. Otra vez, solo la cabeza en su interior. Empujó de nuevo, más adentro, intentando perforarla. Deseando que gritara.

Ella se mordió el labio. Ahora era un juego. No volvería a oírla gritar. Aguantaría lo que le hiciera.

Volvió a empujar, con más fuerza, casi echándola de la cama, luego se retiró de nuevo. Quería oír su alarido de dolor/placer. Ella aguantó.

Con el empujón final, alcanzó la pared del útero, con los huevos golpeando contra el húmedo y oscuro parche de su entrepierna. Con los brazos enganchados se vino abajo, gritando de placer mientras él seguía cabalgándola. Le dejó que la montara, sabiendo que para que pudiera satisfacer su fantasía, tenía que llegar al final. Yacía en el charco que habían formado. Sabía que sería la última vez con él. Tenía que ser para que ambos siguieran con sus propias vidas separadas. Le necesitaba para satisfacerse sexualmente. Eso era todo.

Para él, ella era su fantasía prohibida, tenía que tenerla, aunque solo fuera una vez.

Ahora, podrían separarse como amigos...