Cazado por mi propio amigo (2)

Martín continua con lo que comenzó, cada vez que puede me lleva la cabaña abandonada, donde debo convertirme en Ivonne para él. Iniciamos la práctica de roles en las que me es cada vez más difícil diferenciar la fantasía de la realidad.

No quería salir de mi cuarto, me sentía arrepentido de lo que había hecho. Pero cómo disimular ante mi familia lo que sucedía. Mi trasero me dolía tremendamente, y tardé casi tres días en recuperarme. Por la noche soñaba lo sucedido y me despertaba al borde de la excitación deseando verlo y repetir "la preña", ese término tan de rancho que había usado para referirse a la copula de macho y hembra y que habíamos interpretado siendo yo la hembra a "preñar". Me acordaba de esos detalles y me daba risa y ternura. Abrazaba la almohada pensando en que esto podía y debía quedar como algo más civilizado pero su rudeza me resultaba atractiva.

Me solidarice con el personaje de Jane. La novia de Tarzán tratando de educar al hombre mono. Pero los imaginaba en la intimidad y se me hacia agua la boca en pensar que tremendas embestidas sexuales le daría a la inglecita. Llegó la hora en que él pasaría para ir a buscar insectos y yo empecé a preocuparme por tonterías que en mi vida me había preguntado: Cómo me veo? Luzco sexi? Femenina? Empecé a seleccionar de mi ropa lo que más unisex luciera. Ajustadito d la cadera, suelto del torso. Me peinaba con un aire de coquetería y lucía lo más femenino que podía

Iván! Te busca Martín! Escuché desde la parte baja de la casa… Mi sangre dio al tope de la cabeza… echando un último vistazo a mi trasero en el espejo, salí a enfrentarme a mi destino. Bajé rápido, saludé a mi madre e intentando no sostenerles la mirada a ambos juntos le pedí a Martín que partiéramos en ese instante. Caminamos haciendo una charla sencilla y sin significado, sin pensarlo, sin así acordarlo fuimos directo a la cabaña

Apenas cerré la puerta, mi toro se lanzó sobre mi. Me abrazó por la espalda y olfateándome el cabello y restregándome su nariz contra mi nuca y mi cuello, me daba ocasionales lengüetazos que me hacían estremecer. Me levantó en peso nuevamente y me trasladó al sofá. Se sentó en el, depositándome sobre su regazo esta vez, mientras nos comíamos a besos la boca. Me comenzó a desabotonar y comprendí que me tocaba otra vez mi ración de carne viva. Me miró a los ojos y me dijo:

Desde que te vi, tu trasero me ha quitado el sueño, hoy que eres mi mujer, quiero comérmelo a besos!

Yo miré con ternura su cara de auténtica devoción por mi feminidad. Así que dibujando una sonrisa complaciente le di un si silencioso, apenas marcado por mi movimiento de cabeza.

Sin perder el tiempo me giró de espaldas y bajó mi shorcito y la ropa interior de un solo jalón. Levantó mi trasero al aire. Yo me abracé de uno de los cojines del sofá, sentí sus manotas separarme las piernas y su respiración sobre mis nalgas, unos besitos de entrada que me hacían estremecer y ligeros paseos de su lengua sobre mi piel, empezó a acercarse al punto más vibrante y mi alaridos no se hicieron esperar, eso lo excitó y separó mis nalgas con un hambre de fiera, y se clavó en mi como si quiera sorberme el alma por el orificio, temblé y me retorcí como nunca, el, con sus brazos libres, me sujetó de donde pudo y comenzó a someterme así que traté de aflojarme y me entregue al relajante masaje de su lengua en mi culito.

Aaaah, aahhh… mi gemir era rítmico y relajante.

Mmmh.. estás deliciosa y no me esperaba menos… me dijo entre sorbos

Así duramos unos minutos, cuando lo sentí escalando sus caricias rumbo a mi nuca y por supuesto, acercando su pene ya desnudo a mi ano.

Me abrazó y me dijo:

Pero mira que cogidota te voy a poner otra vez

Ni cómo evitarla. Le dije con irónica resignación.

Eres mi nena !

Lo soy, y tu eres mi macho, recuerdas?

Jeje si, así es….

Despacito… Ahhh! Te dije que despaaaaahhhh! No seas bruscooooohhhh!

Ahhhhh… uufff!!! Uuff!!! Empezó a menearse sobre mi como un semental de crianzas.

Me vas a partir en dos!!! Grité de dolor

Cruzó su brazo por mi cuello y yo no atiné para resistí tal dolor que morderle el brazo. Jamás me imaginé que con eso sólo me estaba ganando que se moviera como un verdadero semental desposeído de voluntad alguna más que la de preñar a la hembra que se encontraba debajo suyo.

Ohhhhh nena ! Ésto está muy bien!!!

Mmññññ!!! Aaahhhh!!! Oooh!!! Dije entre mordidas a su brazo y bocanadas para tomar aire

Y todavía te cabe más!!!

No vayas a hacerlo martín! No, eh? No vayas a hacerlo! Supliqué casi con rudeza seguro de no poder con más dolor ni más placer

Mmmhhh!, CÓMO QUE NO! Va! MMMJJMMMHHH!!!

Aaaaahhh- aaaahh Emití un gemir ahogado. Casi me atraganto y del suspiro, solo recuerdo un dolor intenso y un mareo que me provocó el desmayo.

Cuando volví en mi, estaba vestido y Martín me observaba vestido también, sentado al borde del sofá.

Me asustaste dijo

Y tú casi me matas… respondí

Vámonos, ya casi anochece, dormiste durante dos horas. No tardan en buscarnos

Me levanté con el cuerpo con una sensación de dolor pero de un inesperado descanso. Lo recorrí con mis manos sintiendo mi unidad. No sé como decirlo, pero me sentía muy bien. Sentía más anchas mis caderas y mis pechos inflamados de un candor extraño. Tomé de la mano a Martín y lo conduje a la puerta en señal de que no retirábamos. En la puerta, antes de salir, lo besé con una entrega total. Al separar nuestros labios le murmuré al oído. Gracias por hacerme mujer. Él, sonrió satisfecho.