Cavé un pozo y...¡NUEVO PERFIL! Continuación. 13

Hasta que al fin comienza a aparecer la verdadera protagonista de este cuento que es mi vida. Ella. Ella. Ella.

Por supuesto que nada fue tan fácil como pudo haber parecido en la charla. Por lo menos para mi. La verdad es que después de eso mi sensación no fue la mejor, en el momento de llegar a mi casa ya estaba dudando ¿Había hecho lo correcto en renunciar a ella?

Yo pensaba que me iba a sentir, feliz, liberada, aparte corrí con ventaja porque digamos que la que “terminó todo” fui yo, pero no. Hasta mi familia se dio cuenta de que estaba totalmente deprimida y triste cuando volví a casa ese día e incluso los días posteriores, no dejaron de preguntarme que me sucedía, todo fue tapado con la excusa del final de la secundaria.

Pasó Navidad, pasó año nuevo, se fue el 2012 –Uno de los mejores años de mi vida, con los mejores recuerdos- y llegó el 2013, año muy extraño realmente, ya sabrán porque.

Mi grupo de amigas se vio sacudido, hubieron varios cambios.

El primero de todos fue con Janet, un día discutió muy fuerte con Cecilia –realmente feo, hubo un chico en el medio- y dejaron de hablarse, no volvieron a cruzar una sola palabra y era la culpa de Janet, porque a pesar de ella haberse metido con un chico que salía con Cecilia y hasta incluso llenarle la cabeza en contra de Ceci, no movió un dedo para pedirle disculpas aunque si nos dijo que estaba arrepentida, nunca lo demostró. Todas tomamos partido por Ceci y eso la alejó a Jane definitivamente –un poco tonto de su parte reaccionar así, pero bueno-  aunque hicimos los días finales muy llevaderos, por el bien de todas, no volvimos a juntarnos como amigas íntimas después de la salida de la secundaria, aunque si nos vemos en la calle nos saludamos correctamente.

Y el otro cambio de salida fue con Daniela. Algo pasó el tiempo en el que se sentó con Agustina, en realidad nunca tuvieron una amistad directa, nunca se cayeron del todo bien y Daniela le  dijo que con ella no le interesaba tener ninguna amistad fuera de la escuela, fue directa, por lo que tampoco se siguió juntando con nosotras. Aunque con Cristina siempre fueron muy cercanas y lo siguen siendo, también conmigo y Ceci, pero con Agustina no se pudieron llevar nunca, como teníamos una pequeña preferencia por Agus, dejamos de vernos con Daniela.

A Guillermina siempre se la comía la tierra en vacaciones por lo estrictos que eran sus padres, así que casi no era considerada como una posibilidad para seguir viendo porque no se juntaría con nosotras, no porque no quisiera sino porque no la dejarían, incluso intentamos verla seguido, pero nunca se pudo.

Entonces, el conjunto quedaba conformado por Cecilia, Agustina, Cristina y yo. Pero no todas fueron bajas, se unieron dos personas más y ahí quedo definido para siempre mi grupo de amigas.

La primera, Micaela, hermana mayor de Agustina –Ya se las he presentado ¿Recuerdan?- Mica siempre estuvo presente en realidad, pero no aportaba mucho a la historia así que por eso no la he nombrado tanto, pero en varias juntadas en el 2012 estaba presente. Es dos años más grande que todas, aunque a veces parece más chica. La quiero mucho realmente, es mi hermana del alma.

Y otra que siempre estuvo pero que nombre muy poco es Camila. Un ser ultra especial, la persona que siempre tiene la palabra justa para hacerte pensar o reír, se diría que hoy por hoy es mi mejor amiga –conjuntamente con Cristina-, me ha bancado tanto y en tantas cosas que debería construirle un monumento en una plaza pública. Ella era compañera de Agustina en la primaria, mejor amiga y compañera de banco, por lo que conocía también a Micaela. Resulta que cada vez que nos juntábamos con Ceci, Agus y Cris las invitábamos porque nos divertíamos mucho con ellas y así fue como se unieron y armamos un grupo de amigas envidiable. Agustina, Camila, Micaela, Cristina, Cecilia y yo,  hasta el día de hoy.

En las vacaciones de enero del 2013 fue cuando nos consolidamo, estábamos casi todos los días juntas, si no era en la pileta, en el cine,  una plaza, en casa de alguna. Localizamos un kiosko donde podíamos simplemente sentarnos a tomar una gaseosa, jugar a las cartas y actualizarnos de nuestra vida, lo adoptamos como nuestro desde el primer día  y fue bautizado como “Bunker de operaciones”.

Van a creer que soy una estúpida y tienen razón: No me podía separar ni mental ni físicamente de Agustina, estaba haciendo las cosas muy difíciles para las dos. Cada vez que nos volvíamos a juntar yo la abrazaba, le daba la mano, le decía cosas tiernas y claramente no era en plan de amistad, ella accedía pero no siempre. Su orgullo había quedado resentido,  a veces notaba que trataba de ponerme un freno y con ese freno yo me terminaba ofendiendo, por lo que siempre ella me decía que la que había querido  terminar todo era yo, no tenía derecho a quejarme de nada. Odiaba que tuviera razón.

Tenía muchas inseguridades ¿Había hecho lo correcto en dejarla o todavía la amaba? Si, todavía la amaba. Pero…¿Había hecho lo correcto? Todo mi ser decía que no. Tendría que haberle dado la última oportunidad.

El 21 de enero salimos a bailar –Comencé a animarme a salir con ella, aún si la tenía que ver con otra persona- intenté no mencionar nada al respecto de que era “nuestra fecha”, me quedé en los intentos nada más.

Tomé mucho y tenía una valentía bastante anormal en mi, estaba bastante safadita y lo único que quería era besarla. Bailábamos en ronda, de repente se acercó un chico bastante alto, formado y morocho a sacarla a bailar. Ella aceptó. Mientras bailaban el se la fue llevando lejos del grupo. Yo no despegaba los ojos de los dos mientras tomaba vodka y me daba ánimos a mi misma. No se en que momento me acerqué a ellos. Agustina me miró extrañada.

-Ella va a bailar conmigo, si no te molesta. –Le dije,  soné bastante ebria.

Agustina reía, estaba casi tan borracha como yo y disfrutaba de la situación. Se tiró a mis brazos que la intentaban soltar del “enemigo”.

-Por supuesto que me molesta, flaca. Salí de acá. –Me dijo en malos términos.

-¿Por qué le hablás así? Ella es mi novia ¿Sabías? Y quiero bailar con ella. –Dijo, increíblemente, Agustina, mientras me tomaba de la mano y rápidamente me llevaba hacia otro rincón del boliche.  Antes de eso, agarró la botella de champagne que tenía el muchacho en una mano, recién abierta. –Gracias por esto-. Dijo y nos fuimos.

El chico se quedó estático, como también estaba un poco ebrio no nos buscó. Es más, hasta se lo tomó como una gracia y se fue a buscar alguna otra muchacha. Yo no podía creer lo que acabábamos de hacer. Nos sentamos en un rincón a tomar lo que acabábamos de conseguir. Como no le habíamos sacado el vaso, tomábamos directamente desde la botella. Lo que nos hacía ver terriblemente mal, pero a ella terriblemente sexy. Por Dios, encima estaba hermosa. Tenía un vestido muy corto rojo perlado y unos zapatos negros que la hacían casi de mi altura, no se había hecho ningún peinado especial, pero se veía perfecta de todas maneras.

-¿Así que todavía sos mi novia? –Dije, entre risas.

-Siempre voy a ser tu novia. –Me dijo mirándome los labios

No necesité más que eso. Me acerqué a ella y le comí la boca, no me importaba que hubiera gente, que pudieran estar mis amigas, su hermana, algún otro conocido. La besé con pasión, introduje mi lengua en su boca y ella la suya en la mía. Ambas teníamos mucho gusto a alcohol y claramente no éramos del todo consientes de lo que estábamos haciendo.

-Va…vamos a bailar. –Le dije cuando me di cuenta que ya muchas personas nos estaban mirando, sobre todos hombres morbosos, que asco.-Le dí mi mano y bailamos muchísimo, si ponían alguna canción para enamorados ella me cantaba y de vez en cuando yo la besaba. Tendría que haber aprovechado más esto de salir a bailar con ella, lástima que ya era tarde.

No se como pero volvimos a la ronda grupal, ya no había más alcohol y el efecto de euforia estaba pasando para ambas. Nos alejábamos cada vez más y más, al último estaba yo en una punta y ella en otra. No podía olvidarme de lo que acababa de pasar y me estaba arrepintiendo hasta la médula de haber sido tan débil, estoy segura que a ella le pasaba exactamente lo mismo que a mi. Estábamos enojadas con nosotras mismas.

De repente me sentí un poco asfixiada por el humo y el calor, así que me alejé hacia un pequeño jardincito donde estaban los baños, le dije si podía venir conmigo y me dijo que no. Insistí, era importante. Vino a regañadientes.

-¿Qué querés? –Me dijo, de mal modo.

-No pasa nunca más, okey? –Fui directa.

-Nunca en la vida, por ninguna razón. Pero no me busques cuando estés borracha. –Me hablaba como si me odiara.

-Y vos no me sigas la corriente ante eso. –Repliqué – Ya te podes ir.

Se fue. Yo me quedé obviamente pensando en que era una estúpida, este de verdad que debía ser el último beso. ¡Basta de Agustina! Que hayamos reaccionado ambas así después de habernos acercado mucho –muchísimo- quería decir que si había tomado la decisión correcta dejándola, pero que enojada estaba conmigo y con ella. Siempre tan entendibles nosotras.

No nos dirigimos más la palabra. Camila me preguntó si habíamos peleado y le respondí que algo así, ya pasaría. Salimos del boliche y calabaza, calabaza…cada una a su casa.

La molestia que tenía conmigo me duró incluso con la resaca del otro día. Maldita Agustina y también maldita yo. ¿Por qué tan frágil? Igual, que lindo había sido ese beso.

Me conecté a facebook. Vi una publicación y tuve una mágica, brillante y genial idea. Julieta, una amiga de la escuela, estaba de novia con una chica, era lesbiana y no lo escondía de nadie. En la publicación salían ella y su novia dándose un beso, festejando sus 9 o 10 meses –no recuerdo bien- de noviazgo. En realidad Julieta siempre publicaba cosas pro amor gay, pro derechos gays, tenía muchísimos amigos gays ¿Y si…? Le hablé por facebook. Tejí un plan en microsegundos, a ver que tal salía.

-Juli! ¡Te felicito por tu noviazgo! ¡Que lindo que seas tan feliz!

-Gracias, Laura. Ella me pone así. ¿Cómo estas?

-Bien…creo que bien. ¡Como me gustaría tener a alguien que me hiciera feliz como a vos! La verdad es que…los hombres no sirven conmigo –Mentí, intentando pincharla, sabía que lo lograría.-

-¿Y nunca has estado con una chica? –Me respondió, okey, esto parecía ir sobre ruedas ¡Genial! – Es realmente complicado, pero muy distinto. Y muy hermoso, quizás si no tuviste suerte con los hombres la vida te quiere decir algo.

No quise ser muy obvia.

-La verdad es que no me creo capaz de estar con una mujer…o de enamorarme de una. –Esto último era bastante cierto-…

-¿Y si yo te llego a conseguir una chica alguna vez? ¿Aceptarías?

-Julieta, insisto en que es casi imposible. Si vos lográs presentarme una mujer que me enamore –aunque quería eso, por dentro pensaba “una mujer que logre sacarme a Agustina de la cabeza”- yo sería capaz de, no se… -fingí pensar un poco- regalarte una noche de hotel a vos y a tu novia, pero dudo que lo logres. Aparte ¿Cómo?

-¡Trato hecho! –Respondió Julieta- Y el como no importa, yo me voy a encargar de eso. Vas a ver, antes de fin de año vas a estar enamorada de una chica y va a ser lo mejor que te pueda pasar en la vida.

No voy a hacer comentarios al respecto de esa frase que dijo, ya se enterarán ustedes como me fue y si logró lo que prometió  o no. Seguimos hablando pero de otras cosas, mentí un poco con mi sufrimiento, lo vinculé todo a mi ex novio Leonardo y ella me contó un par de anécdotas con su novia, después nos despedimos. No volvimos a hablar más.

Hubieron unos días de distancia con Agustina por lo acontecido en el boliche, pero los superamos como siempre: de repente volvíamos a hablarnos y era como que nada había pasado. No hubo conversaciones al respecto, creo que ambas fingimos que no recordábamos lo sucedido. Pero, por supuesto, seguíamos en un ir y venir constante que parecía no tener final, aunque si tuvo una gran separación.

Todas con anticipación sabíamos que juntarnos y hacernos tan cercanas, iba a ser un poco doloroso para el momento en el que nos teníamos que separar, lo sabíamos, éramos totalmente consientes y sin embargo nos unimos como hermanas, de todas maneras ninguna se arrepentía.

En la noche del miércoles 6 de febrero, Camila partía hacía su nuevo futuro: Estudiante de medicina en otra provincia. Y en la mañana del día 7, partía Cristina –La cual debía volver en los finales de febrero para rendir la última materia que le había quedado de la secundaria, ya la estaba preparando a todo vapor- a estudiar artes visuales, en una facultad un poco más artística, abierta y grande que las que habían en mi provincia. El grupo se iba a ver bastante zamarreado, ya que aquí quedábamos solamente cuatro, encima dos integrantes eran hermanas. Bastante desalentador si queríamos continuar nuestra amistad tan fuerte como venía siendo.

El hecho de que se fueran mis dos mejores amigas de ese momento, a las cuales yo les confiaba todo –en especial a Cristina- me ponía muy sensible. No quería más despedidas, aparte en abril comenzaba mi cursada facultativa y las iba a necesitar aquí para darme apoyo. Pero no fui egoísta, me puse feliz en pensar que ambas estaban buscando su sueño de vida, su felicidad.

La noche anterior a que partiera Camila armamos una despedida compartida para ambas, con mucha comida, películas y regalitos para las dos viajeras–una planta carnívora y un almohadón estampado con fotos nuestras para Cami y un oso de peluche y  un cuadro gigante de la foto más linda de todas juntas para Cris, entre cartitas, gomitas, caramelos y otras cosas- iba a ser todo bastante raro y difícil sin ellas, pero tampoco nos íbamos a morir. Cris iba a estar a cinco horas de distancia y Cami a diez. La pasamos muy bien, nos prometimos muchas cosas esa noche, no fue muy triste, sabíamos que cada tanto nos veríamos. Nada estaba perdido.

Camila partía en la noche, a las once. Diez y media ya estábamos en la terminal llorando a moco tendido. Sus papás también estaban frágiles, era su hija menor la que partía del nido. También habían otros amigos, compañeros de la secundaria suyos y familiares. Todos estábamos muy emocionados realmente. Ella estaba ansiosa y muy feliz.

A las once y diez el chofer del colectivo pidió por última vez que se subieran todos los pasajeros, Camila nos abrazó fuertemente y con un “¡Hasta la próxima!” partió, cargando con sus sueños y esperanzas  en el bolso.

Agustina, Micaela, Cecilia y yo nos íbamos a quedar a dormir en casa de las hermanas para partir directamente desde allí todas juntas hacia la terminal la mañana siguiente. Cristina –que estaba particularmente movilizada por la primer despedida- debía partir a su casa rápidamente para descansar bien y arreglar los últimos detalles de su bolso, me había invitado a dormir con ella, pero rechacé su invitación porque se me iba a hacer muy difícil ver su cuarto desarmado y sus cosas guardadas, preferí quedarme a sufrir con las chicas antes que transmitirle alguna inseguridad a ella.

No dormirmos nada, conversamos mucho entre todas. Micaela ya estaba en la facultad y nos daba muchos consejos, entre todas nos dábamos ánimos, íbamos a superar la distancia.

Como estábamos en casa de Agus, con su hermana –que no sabía nada de todo lo que habíamos pasado- no hubo ningún acercamiento “especial” con ella. Solamente nos abrazamos un par de veces cuando alguna tenía un bajón momentáneo por toda la situación, pero nada más. De todas formas, cruzábamos unas miradas tan extrañas. Nunca supe bien que nos queríamos decir, pero nos comíamos con la mirada siempre.

Cuando terminamos de charlar nos dimos cuenta que ya estaba amaneciendo y cuando vimos la hora llegamos a la conclusión de que era inútil dormirse ya que en dos horas partía Cris. Nos levantamos y fuimos a desayunar. Micaela y Agustina se pegaron una ducha y sin quererlo, ya estábamos casi sobre la hora de partida, que me afectaba mucho más de lo que demostraba, todas lo sabían.

Cuando llegamos yo ya no quería hablar con nadie, solamente llorar. ¡Como iba a extrañar a Cristina! Pero bueno, las artes visuales la esperaban en otro lugar y ella realmente se merecía más que lo mejor.

Fue bastante parecido a la noche anterior. Estaban los padres de Cris –a los cuales yo llamaba “tíos”, mi familia prácticamente- sus hermanos, su sobrino, otros familiares, otros amigos, algunos compañeros de nuestro curso y nosotras. Llorábamos pero le deseábamos más que lo mejor, aunque no estábamos tan tristes porque Cristi volvería a finales de febrero a rendir la bendita materia que tenía colgada de la secundaria.

-Hermana, siempre vamos a estar unidas no importa la distancia. – Le dije cuando ya se estaba por subir al micro, sin querer demostrar mucho más afecto, no era nuestra costumbre.

-Nos abracemos, pero solo por esta vez. –Dijo.

Y nos fundimos en un abrazo más que especial, ya que entre ella y yo no se daba nunca, pero quería decir mucho ese abrazo, iban con él toda mi fuerza y confianza en ella.

-No nos dejemos llevar, andá a subirte al colectivo. –Dije, volviendo a nuestra naturalidad.

Se secó un par de lágrimas que salieron de sus ojos y  subió rápidamente. Nos decía adiós desde el primer asiento de la parte derecha del primer piso. Cuando el colectivo arrancó, sentí que me llevaban una parte muy importante de mi, mi hermana, mis hermanas. Con la ida de Cris sentí que se abrían las heridas del egreso, también sentí que se me iba a hacer muy difícil superar sola ciertas cosas, ya que ella me daba una mano increíble y me calmaba siempre en mis crisis. Camila era un ser hermoso, que podía poner de buen humor a cualquiera con un par de palabras ¿Cómo continuar sin ellas? ¿Cómo seguir sin todo lo que me había estabilizado tantas veces? ¿Seria posible? Por supuesto que si, pero iba a doler.

Las cuatro que nos quedábamos en la provincia permanecimos observando perderse el colectivo que llevaba a uno de los pilares fundamentales del grupo. La familia de Cristi comenzó a irse rápidamente, los otros amigos también. Solamente quedamos nosotras mirando al vacío, bastante patética y triste la imagen. Micaela reaccionó.

-Y ahora que? ¿Les parece que vamos a casa a pasar el día? Va a ser horrible estar solas. Lo mejor que podemos hacer es permanecer unidas, por lo menos hoy.

Todas estuvimos de acuerdo y nos fuimos hacia la casa de las chicas otra vez. La verdad que lo que hicimos fue quedarnos acostadas en la cama de los papás de Agus y Mica hasta la hora de la siesta, mirando el techo en silencio o recordando algunas anécdotas. A Mica le dolía muchísimo la partida de Camila porque era su mejor amiga, es más. Micaela y Camila son muy parecidas físicamente, por lo que eran llamadas las “gemes”, ambas rubias, blancas, ojos color miel claro, delgadas en la misma proporción, nada que ver con Agustina y su cabello y ojos naranja.

Cuando el horrible e interminable día finalizó, quedamos de acuerdo en vernos por esos días. Lo cumplimos a medias, no era tanto como habíamos planeado pero siempre había espacio para reencontrarnos las cuatro. Siempre una llamaba a Cris y otra a Cami, para que no se sintieran lejos y para que nosotras no la sintiéramos lejos.

Agustina se enfrió totalmente conmigo y yo con ella, pero con la diferencia que yo no podía dejar de pensarla, de replantearme todo y de asegurarme a mi misma que me había equivocado, que Agustina era la mujer de mi vida, que nunca iba a encontrar a alguien como ella. Ya casi había pasado un mes de la charla con Julieta y nada, encima me esquivaba bastante, por lo que supuse que no quería hacer la búsqueda o se había rendido. Así que no veía una solución para mi corazón por lo menos en el futuro cercano.

El día 21 de febrero me levanté totalmente molesta con mi existencia. Básicamente cumplía 11 meses con Agustina, pero no habíamos ni hablado de eso en los días posteriores, encima, con el correr de las horas noté que ella había estado conectada y no me había ni hablado. Algo me decía que ella había echado al olvido a todo lo nuestro…y hacía bien, porque yo se lo pedí. Aunque en el fondo me moría por volver.

Mi estado de ánimo no mejoró en nada durante el día, es más estaba cada vez más molesta con todo lo que me rodeaba. No quería estar en la computadora, acostada, ni ver tele, ni leer, nada. ¿Qué es lo que quería? Ni yo misma lo sabía, pero  lo mejor que podía pasar era que el día se terminara lo más pronto posible.

Mi mamá se dio cuenta de mi incomodidad existencial y decidió retirarse por la integridad de ambas.

-Me voy a la casa de tu tia Mariela, si querés veni. Vamos a estar todos. –Me dijo después de almuerzo, yo elegí no ir.

Cuando se hicieron las ocho de la noche, ni siquiera tenía ganas de encender las luces de la casa, pero me di cuenta que era muy estúpido lo que estaba haciendo, aislarme de los demás cuando seguramente a ella estaba haciendo su vida muy feliz, muy libre de mi.

Me vestí con pocas ganas, lave mi cara, forcé una sonrisa en el espejo y salí hasta la casa de mi tía, no quedaba muy lejos pero tampoco tan cerca, de todas formas elegí ir caminando, necesitaba despejarme de mis propias nubes.

A mitad de camino tuve una sensación de malestar terrible, de bronca, de odio, de tristeza, interiormente no quería ir a ningún lado, no iba a estar cómoda rodeada de mis pequeños y a veces insoportables primos, pero sumado a esto tuve un puntazo que me preocupó un poco en el pecho, me dejó sin aire por un rato y paré a descansar, en ese momento me di cuenta que lo mejor sería devolverme. Lo hice.

Cuando estaba a tres cuadras de distancia de casa, me llegó un  mensaje de Cristina. Lo abrí con ansiedad, quería hablar con ella, el mensaje decía así:

“Laura, estoy esperando que me busque mi padrino para salir para allá. Le dio un infarto a mi papá, por ahora todo bien, está internado pero mi familia me solicita"

Me preocupé instantáneamente. Luis, el padre de mi mejor amiga, era de mi familia prácticamente, amigo de mis padres y conocido de toda la vida. Le respondí rapidísimo.

“Cristina! Que embole tan grande, avísame donde está internado y voy a verlo con las chicas. Ya les aviso. A que hora llegás?”

Envié el mensaje y sin dejar pasar un minuto le mandé a Cecilia, Micaela y Camila –aunque estaba lejos siempre era necesaria, a Agustina no quise avisarle nada en particular. Era 21, no cualquier fecha y ella parecía no haberse acordado- “A el papá de Cris le ha dado un infarto, por ahora todo bien pero se viene de vuelta por pedido de la familia, comuníquense con ella cualquier cosa”.

Cris me respondió que estaba internado en un hospital público de mi provincia y que la que sabía bien era su mamá, ya le iba a preguntar y me respondería. Se sentía tranquila, me exigió que nos juntemos a penas ella volviera. Le aseguré que así sería.

Llegué a casa y me conecté a facebook para poder quedar de acuerdo con las chicas de manera de que fuéramos todas al hospital y le hiciéramos el aguante a Cris en este momento difícil, su papá era su más grande debilidad.

Justo en el momento en el que mi mamá iba entrando a casa, sonó mi celular, era Daniela. Seguro me llamaba para quedar  también con ella, el hospital y Cristina. Me levanté de la computadora para ir a mi pieza donde tenía mejor señal.

-Laura…te habla Daniela. –Me dijo, se la notaba muy nerviosa en su voz.- Ya sabés lo del papá de Cristina, no?

-Si, ya se Dani. Que feo todo esto, pero Cristina ya viene en camino y está tranquila, está internado en el hospital…

-Laura –me interrumpió bruscamente- recién me llama una tía de Cris, Luis falleció esta tarde. No le quieren decir aún porque  va a ser muy difícil venir en viaje con esa noticia. Ya lo saben casi todos excepto ella, por favor no le digas. Esto es terrible.

Eso fue lo último que escuché de Daniela, porque el celular se me cayó y se desarmó en mil pedazos. Me quedé mirando al vacío. Mi mamá se acercó rápidamente a mi porque me quedé estática y a mitad de camino.

-¿Qué pasa hija? –Dijo.

-El papá de Cristina murió- Dije, tratando de convencerme a mi misma de lo que estaba escuchando, pero no era posible. No. ¡Hacían dos semanas lo había visto bien el día que despedimos a Cristina! Mis rodillas flaquearon y me caí, el cuerpo comenzó a temblarme y los brazos se me doblaron hacia adentro, no podía articular una palabra ni enderezarme. No podía haber pasado esto. ¡Cincuenta años tenía! ¡Diecisiete mi amiga! ¡Mi hermana! ¿Cómo era esto posible?

Nunca en la vida había tenido ni tuve después de eso una reacción parecida, fue un ataque de pánico, de eso estoy segura. Mi mamá corrió hacia mi en el piso y al igual que yo no lo podía creer. Como no paraba de temblar, mamá corrió en busca de un calmante.

Me pellizqué. No, no era una pesadilla. Mi mamá seguía sin creer nada, intentaba calmarme con eso, pero algo en mi decía que era completamente cierto, por lo que no funcionaba.  Le dije que llamara a todas mis amigas y les dijera lo que había pasado. Nunca pude terminar de hablar con Daniela para saber del velatorio y todo eso.

Por lo que escuchaba cuando sentía hablar a mi mamá, Micaela tenía más información que yo. Cuando cortó, me dio los detalles de donde  era el velorio. Había muerto en la tarde y como toda la familia estaba en crisis, pocas personas se habían enterado. Recuerdo poco de esos momentos porque fueron terribles, pero  tomé una pastilla, un vaso con agua y me senté en la computadora y escribí un mensaje para Cris “Te amo para siempre, hermana”. Y me respondió que ya lo sabia y que era mutuo. Después me enteré que mientras todas nos íbamos topando con la noticia, le enviábamos mensajes parecidos, por lo que ella comenzó a sospechar, aunque no nos dijo nada en el momento por el temor a la respuesta.

Después de eso, llamé a Cami –La cual se había enterado por Agustina y no paraba de llorar y sentirse impotente, quería venirse volando pero como ella estaba más lejos, no llegaría a tiempo y encima rendía al otro día, era inútil- como yo, tampoco lo podía creer, era un hombre joven para morir, aparte ¿Qué pasaría con la vida de Cristina? Mejor ni pensar en eso.

La pastilla hizo efecto y me calmé bastante. A mi mamá le costaba aún creerlo, decía que seguramente estaban equivocados, que no perdiera la esperanza, pero sabía que era inútil ese consuelo. Luis tenía la misma edad que mi mamá al momento de fallecer por lo que le pegó bastante fuerte la noticia, en realidad no hubo nadie que lo creyera instantáneamente.

Cuando hablé con Cecilia, me dijo que estaba vistiéndose para venir a casa, no quería ir sola a la cochería -sala velatoria en ciertos sectores de Argentuna-. La verdad es que yo tampoco. Me vestí  y me quedé tildada pensando ¿Qué carajo iba a pasar a partir de ahora?  A mi mejor amiga la vida le había pegado un golpe tan, pero tan injusto. A ella y a toda su familia.

Llego Ceci, nos abrazamos, confundidas y tristes. Partimos. Pasaríamos toda la noche en la cochería, esperando por Cristina. Me parecía muy mal que ella no llegara al hospital como creía, sino que llegaba a velar a su padre. Mi mamá se despidió tristemente de nosotras, iría en la mañana temprano, no podía ir toda la noche porque justo venía uno de mis primos a ser cuidado por ella, ya que mis tíos tenían un casamiento esa noche.

Cuando salimos y comenzamos a caminar me di  cuenta de que la verdad es que yo no caía aún en lo que había pasado y a Ceci le pasaba lo mismo. Empezamos a distendernos mientras caminábamos hacia la sala velatoria  -que quedaba cerca de casa- y hablábamos de cualquier cosa, nos contábamos chistes estúpidos sobre otros temas, olvidándonos un poco de la triste situación en la que estábamos involucradas, supongo que era porque era la primer tragedia que nos tocaba muy de cerca a alguna de nosotras y no sabíamos que hacer.

La risa nos duró hasta que nos vimos en la puerta de la cochería, donde estaba escrito el nombre completo del padre de Cris, al lado del número de una de las salas. Intercambiamos miradas de susto con Cecilia, era horrible la situación. Iba a ser una noche terriblemente largas.

En el jardín de la cochería estaban Manuel y Ximena –ambos hermanos mayores de Cristina, ella era la más chica- sentados en unos canteros, con la cabeza gacha. Les toqué el hombro a los dos, cuando alzaron sus ojos ví todo el dolor del mundo reflejado en ellos, ambos se pararon a la vez y nos abrazamos, siempre nos consideramos familia mutuamente. Ahí, lloré por primera vez, caí un poco en todo lo que estaba pasando.

-Se murió en mis brazos el gordito…-me dijo Xime entre llantos.

Manuel comenzó a explicarme como había sido todo. Habían almorzado normalmente y fueron un rato a la pileta de lona familiar Luis, Ximena y Danilo –el pequeño hijo de Manuel, que estaba de visita-. Luis se salió para irse a dormir la siesta y comenzó a sentirse mal, fueron solo segundos. Cayó ultimado por un infarto masivo, nada pudieron hacer ni ellos, ni los médicos cuando llegaron desesperados a la guardia. La gran culpa de todo la tuvo el cigarrillo, años de fumador le quitaron la vida en un milésimo. El mismo era médico, velaba por la salud de los demás, pero nadie por la de el, en realidad el no dejaba que nadie se metiera con su salud…y así terminaron las cosas.

Los chicos me invitaron a pasar a la sala velatoria, a penas ingresé vi a una  destrozada Patricia -la mamá de Cris-  la abracé, le dije que lo sentía mucho y que me parecía lo mejor que le dijera a Cristina la verdad ahora, iba a ser muy feo para ella llegar directamente a un velorio, no a un hospital. Yo la conocía, sabía que no nos perdonaría haberle ocultado la verdad.

Patricia estuvo de acuerdo conmigo, pero no esperé que me llevara del brazo con ella hacia afuera, iba a ser testigo auditivo de una de la peores noticia que le darían a mi amiga en su vida.

Cuando salimos, se apoyó de costado contra una pared y le llamó. Sus brazos temblaban, la abracé.

-Cristina, hija…-se quebró- el papá…falleció. Sabes? –Se produjo un silencio, supuse que Cristina hablaba- Si, mi amor. Tu padrino te va a traer directamente a la cochería, pero quedate tranquila que no sufrió nada…-no alcanzó a terminar- Está bien, mi vida. Te amo. ¿Sabes? – Todo esto lo decía entre llanto, yo la tenía aferrada con fuerza, Cecilia estaba detrás de mi  forzándose para no llorar, se acercó Ximena a fijarse que pasaba, yo le dije entre señas que le estaban diciendo a Cris, la más pequeña de la familia. Ximena se quedó parada sin reaccionar, recién cuando la madre cortó y cruzaron una mirada, se fundieron en un abrazo interminablemente triste. Xime y Patricia tenían caracteres sumamente parecidos, por lo que chocaban todo el tiempo, se llevaban bastante mal, entonces ver como se estaban abrazando y aferrando la una a la otra, me movió muchísimo. Ximena se llevó a Patricia abrazada hacia el jardín de la cochería. Nos quedamos solas con Ceci.

-¿Entremos a la capilla ardiente, te parece? –Dije, con un poco de temor.

-Si, nosotras somos las que tenemos que estar fuertes para Cris, mejor entrar ahora y no quebrar cuando llegue ella.

Entre con toda la seguridad del mundo, pero cuando me acerqué lo suficiente para llegar a ver a el padre de mi mejor amiga, a quien yo llamaba tío, quien tantas veces nos hizo reir con sus anécdotas, con quien yo vivía discutiendo por fútbol, cuando me acerqué y pude verlo en el ataúd, juro que –lamentablemente esta es una de las partes 100% reales de la historia, muy triste- me quedé estaqueada en el suelo y no pude avanzar, me empezó a faltar el aire y temblé, Cecilia me tomó fuerte del brazo, tuvo más valentía que yo, aunque me dijo que si me iba a hacer muy mal esperara un rato.

Entramos, estaba rodeado de sus hermanas que lloraban desconsoladamente, un par de sobrinos, amigos de toda la vida, familiares que yo conocía y que desconocía, saludé a la mayoría.

Me paré al lado del cajón.

-Porque, tío? ¿Era necesario irse tan pronto? Yo voy a estar por y para Cris, siempre. Todas, en realidad, pero por favor cuídela mucho desde donde usted está. –Eso lo murmuré entre lágrimas. Cecilia afirmaba con la cabeza pero no podía decir nada coherente. Estar ahí, frente a alguien que habíamos visto corporalmente bien, alegre y divertido como siempre pero que ahora estaba…muerto, era algo impensado.

Nos quedamos un rato más y luego salimos, justo cuando estábamos cerrando la puerta de la sala vimos que Agustina y Micaela estaban terminando de saludar a la familia, ya había mucha más gente, Luis era muy conocido.

Se acercaron hacia nosotras, todas llorábamos aunque sea un poco, primero me abracé con Mica y después con ella. En su hombro me descargué un poco el hecho de haberlo visto en un cajón, fue un shock muy fuerte debo admitir.

Pasaron solas, ni Ceci ni yo queríamos volver a entrar. Salieron hacia donde estábamos nosotras unos veinte minutos después, nadie podía ni quería decir nada, las palabras sobraban, nos fuimos a una plaza que quedaba a una cuadra de distancia, sin cruzar ni una sola palabra, solamente se sentían los ruidos de nuestras narices por el llanto que no quería aflojar.

Los pensamientos de todas seguramente volaban en lo mismo: ¿Qué iba a pasar con Cristina después de esto? Debíamos serle incondicionales como tantas veces había estado ella para nosotras. ¿Se volvería a estudiar o dejaría pasar el año? Manuel tenía su propia familia armada, no vivía en  la misma casa. Ximena –como ya anticipé- no se llevaba bien con Patricia, por lo que la mamá de Cris se quedaba viuda y encima sin mucha compañía.

Yo conocía a mi hermana de la vida, no dejaría que eso sucediera. Se tomaría sus días de duelo aquí en la provincia y eso debía abarcar todo el año, literalmente su vida se había dado vuelta. Y esto que hablamos solamente de que la figura paternal y tan querida por todos, sin adentrarnos en todo lo económico de quedarse sin el ingreso más grande de la casa.

La noche, para colmo de males, estaba hermosa. Vivir la tristeza en una noche lluviosa o fría es mejor o por lo menos más cómodo. En este caso estaba despejada a más no poder y corría un leve viento tibio, que le daba la temperatura ideal. Todas estábamos de remeras mangas cortas y no sentíamos frío, incluso cuando ya era la una de la madrugada.

-¿A que hora llegará Cris? –Preguntó Mica para romper la triste tensión.

-Unas tres o cuatro horas más. –Respondió Ceci.

Eso sirvió  de impulso para que comencemos a charlar y reflexionar un poco de la vida, esto nos iba a unir mucho y todas lo sabíamos. Cristina no iba a ser la misma nunca más y también lo sabíamos. Con su papá quedaron muchas cosas pendientes por charlar, temas personales.

No recuerdo nítidamente esa noche para serles sincera, tengo solo algunos retazos. Pero, directamente pasaré a contarles la parte en la que llegó Cristina.

Llegó aproximadamente a las cuatro de la mañana, se demoró porque primero que nada, el padrino de Cris era el mejor amigo de toda la vida de Luis y seguramente no podía manejar rápido con toda la situación de tristeza, encima era el responsable de buscar a la hija de su hermano de la vida para traerla al velorio de su padre  y segundo porque las rutas estaban llovidas en esa parte del país, por lo que tuvo que venir aún más lento.

Para cuando llegó Cris, habían llegado Dani, Guille, Janet –las peleas eran mínimas en comparación a la pérdida-.

Ceci, Mica, Agus, Dani y yo nos quedamos a un costado de la puerta principal de la cochería. Salieron los pocos familiares que estaban a las cinco y media de la mañana rápidamente hacia la puerta cuando recibieron un mensaje que avisaba la llegada de Cris.  Vimos el auto acercarse y nos abrazamos entre todas.

Cristina se bajó rápidamente del auto y las primeras caras que vio fueron las nuestras, que nos aproximamos incluso más que su madre y hermanos. Se arrojó a mis brazos y nos abrazamos como nunca antes lo habíamos hecho, ahí quebré junto a ella y no supe que decirle, todas se abrazaron alrededor nuestro y éramos un solo llanto, nada más que eso. Recuerdo esas imágines y aún hasta el día de hoy se me estruja un poco el corazón.

Nos dimos cuenta de que la habíamos agarrado muy pronto y la soltamos para que fuera con sus familiares, fue una escena bastante similar pero ahora vivida entre Patricia, Ximena y Manuel. Nos partió el corazón incluso un poco más.

Después de saludar a todos, Cristina volvió a nosotras y con Daniela de un lado y yo del otro, se acercó a ver a su papá. No se de donde sacamos fortalezas para abrazarla cuando ella quebraba física y psicológicamente, pero la manteníamos erguida, llorando en nuestros hombros. Tengo la convicción de que ante estas cosas no hay, todavía, una palabra correcta de consuelo. Solamente hay que mostrar el apoyo e incondicionalidad de manera notoria para la persona que lo está sufriendo, es lo mínimo que se puede hacer.

Cuando pasó el horrible momento donde Cris lo vió, gritó y lloró. Volvimos todas a sentarnos en unos sillones que había en la sala. Cristina ya se había lavado la cara, le dieron un calmante y comenzó a sentirse mejor -si es que cabe esa expresión, ustedes entienden-.

-La puta madre, como se me acaba de arruinar la vida. –Fue una de las cosas que dijo, mientras se perdían sus ojos en el suelo.

-No si nosotras estamos para vos, esto es horrible pero no se te va a arruinar, solo es  la prueba más difícil y de ésta vas a salir, hermana.- Dijo Mica. No hubo nada para agregar a eso.

Comenzamos a hablar de otras cosas entre todas, tratando de distraerla en la medida de lo posible. No quería comer, quería irse a cambiar de ropa porque se sentía sucia, pero a la vez no se alejaría de su papá, encima casi toda su ropa estaba en otra provincia, ya que ella pensaba venirse por el día.

Guillermina es de contextura física parecida a Cristina, un poquito rellenita pero no al extremo y muy alta, así que sus padres –que obviamente andaban por ahí- aceptaron ir a buscar una remera de Guille para Cris, la consiguieron y estuvo mucho más cómoda.

A las siete y media de la mañana empezaron a llegar otros compañeros de escuela, profesores, familiares tanto del lado paterno como materno de Cris, amigos de Xime, Manu y Patricia, compañeros de trabajo de Luis, mis padres, los padres de todo mi grupo de amigas –incluso de Camila- entre otras personas, había cualquier cantidad de gente.

Al rededor de las nuece y media fuimos a comprar algo para desayunar, Cris no quería pero ya llevaba mas de doce horas sin ingerir nada, la obligamos. Agustina fue una de las que más le insistió, eso fue muy raro y ella accedió, comió un par de facturas y tomó algo de chocolate.

Estábamos en el jardín externo y observamos como entraron a la sala con una tapa de ataúd, Luis estaba siendo velado solo, por lo que seguramente iban a cerrarlo. El peor momento había llegado.

Patricia formaba parte de un coro, cuando entramos a la sala sus compañeros le estaban cantando el ave maría, demás esta contarles que lloramos todos los que estábamos ahí, después de eso se dijo una oración, despejaron un poco la gente que estaba en la capilla y comenzaron a cerrarlo. Yo quedé lejos de Cris, así que me aferre por un lado a una ex compañera y por otro a mi mamá. Miraba como cerraban el cajón y no lo podía creer, con él se iba la adolescencia feliz de mi amiga, lo sabía y me partía el alma. Podía sentir los desgarradores gritos de “No, por favor papá no me dejes” de Cristina desde donde estaba. Yo ya dije una vez que los dolores de amor son los menos fuertes y aún con todo lo que he pasado –que ustedes ya saben la mitad- sigo insistiendo con lo mismo. El dolor de despedir a tu papá a destiempo, cuando tenés conciencia de que podía vivir mucho más, no tiene comparación a ningún otro, por lo menos a los 17 años. Yo era y soy la hermana de Cristina, aunque la sangre no nos una, podía sentir su desgarro en mi. Quería que todo terminara lo más pronto posible.

Y terminó. Al medio día trasladaron su cuerpo al cementerio de nuestra ciudad. El sepelio fue breve porque el calor no daba respiro, hacían prácticamente cuarenta grados a la sombra, insoportable para cualquiera y más en un cementerio. Lo depositaron ahí después de un par de oraciones y palabras de familiares, la familia más directa se quedó un rato en el mausoleo familiar para darle el verdadero último adiós. Los demás comenzamos a partir hacia nuestras casas. Tuve un encuentro cercano con Cristi en el cementerio, pero no lo voy a contar porque queda para siempre en nuestra hermandad, mientras ella sepa y recuerde las palabras que le dije, esta bien.

Intenté resumir todo para que más o menos tengan una noción de todo lo que sucedió ese maldito 21 de febrero, quizás en la lectura se siente que fue rápido pero la verdad es que la noche fue interminable. Cada minuto parecía una hora, no pasaban más los segundos. Tenía el cansancio de cuarenta días sin dormir y eran un poco más de veinticuatro. Todo fue horrible, triste e insoportable. Recuerdo que llegué a casa y me quedé mirando el techo sin pensar en nada durante toda la tarde, ni siquiera tenía apetito para comer algo. Recién en la noche logre dormir y fue por un día seguido.

Y me preguntarán ustedes: “Laura, está bien, conocemos a Cristina, sabemos que es tu mejor amiga y tu hermana de la vida, hasta incluso la queremos un poco, pero ¿Te estas olvidando que nos tenés que contar tu historia de amor? ¿No te desviaste un poco con el hilo principal?” Y yo les diré que si bien esto no es parte de la historia principal, fue algo que marco un antes y un después y debían conocerlo con ciertos detalles.

Se habrán dado cuenta de que en ningún momento les hablé de algún acercamiento entre Agustina y yo esa noche y es que no lo hubo, obviamente nos hablamos y abrazamos en los momentos necesarios, nunca fuimos tan amigas como esa noche. Nos perdimos tanto –ambas- en lo que había pasado con Cris, que desde entonces no importó nunca más un día 21 entre nosotras. Fue de parte de las dos. Por supuesto que ella me seguía atrayendo y de manera muy fuerte, pero nuestra relación se enfrío hasta el punto cero porque lo principal era unirnos por Cristina. No hubieron más celos, ni reclamos, ni besos, ni nada y todo de manera tácita. Nunca lo hablamos pero fue como que ambas firmamos un pacto que decía “Nuestra amiga nos necesita, dejémonos de estupideces y maduremos. La relación se queda para siempre terminada, no traigamos problemas –ya que siempre éramos un problema peleador- donde necesitan soluciones”. Y ahí quedamos, creo que fue la decisión más madura que tuvimos desde el 21 de marzo del 2012 y ni siquiera la meditamos o charlamos.

Cristina con los días, cuando se estabilizó un poco mentalmente, decidió quedarse por lo menos todo el 2013, después vería que haría de su vida, por el momento sería la mano derecha de su mamá en todo lo que necesitara. Se animó a rendir a finales de febrero y la profesora le tuvo piedad, aprobó y terminó la secundaria, pero ya no era la misma que antes, estaba muy apagada y triste, como era de esperarse.

Nos hablábamos todos los días y nos veíamos cada mínimo tres, todas. Esa caída fue tomada como algo de todas, todas nos caímos con ella pero entre todas nos levantaríamos. Hacíamos hasta lo imposible para distraerla y muchas veces lo logramos, con el tiempo fue recuperando la sonrisa aunque por supuesto es una herida que hasta el día de hoy no ha cerrado, pero Cristina está entera y es lo que importa. Su familia pudo unirse para salir airosa, su mamá consiguió un trabajo mejor y con la muerte de Luis les correspondía un seguro que les permitió cubrir varios gastos y vivir bastante bien, por supuesto que lo monetario era un detalle sin importancia, lo que querían era a su papá de vuelta,  pero por lo menos sirvió.

Los días fueron corriendo, yo disfrutaba mis últimos días libres de toda mi vida viéndome con mis amigas todo el tiempo que se pudiera, Camila se vino a pasar un fin de semana largo y estuvimos juntas por primera vez después de mucho tiempo. La pasamos increíble, incluso Cris. Con Agus todo igual, ni el mínimo acercamiento extraño. Nos hizo bien separarnos a las dos. El grupo se aferró cada vez más y ahora éramos de verdad todas hermanas. Agustina y yo incluidas en esa hermandad. ¿Raro, no? Pero así fue. Volvimos hasta tratarnos de hermanas, como si nunca hubiera pasado nada.

Llegamos a un poco más de la mitad de marzo y  seguía todo igual. Cristina nos invitó a la misa por el primer mes del fallecimiento de Luis, se haría el día 20. Increíble que ya se hubiera cumplido un mes, pero así era. Justo cuando entregó las invitaciones, Agustina estaba enferma y no llegó a curarse a tiempo por lo que solo fue Mica. Me preocupé muchísimo y se lo hice saber a Agus, me movilicé bastante en la tarde de la misa por saber de su estado y no me pude responder si era por simple amistad o si algo interiormente se me estaba confundiendo otra vez, opte por auto responderme que era simple amistad, pero no pude dejar de notar que estábamos a 20 de marzo. El 21 hubiéramos cumplidos un año de novias. Pero no, eso ya había quedado atrás.

El 21 de marzo pero de 2013, salíamos de viaje con mi mamá a Rio Negro, provincia del sur de mi querido país, de vacaciones, aprovecharíamos que mis clases empezaban el primero de abril y nos escaparíamos diez días a la casa del mejor amigo de mi mamá, mi “tio” –cariñosamente hablando- Oscar. Estaba muy entusiasmada, necesitaba viajar urgente, quería desconectarme un poco para luego conectarme con todo lo nuevo que se venía.

De todas maneras, la noche del 20 para el 21 se me hizo eterna. Mi cabeza no dejaba de pensar cosas referidas a Agustina, maldita sea. Yo me creía siempre muy libre y al final seguía atada a ella, ahora me enojaban esas cosas. Ya había pasado el huracán Agustina. Listo. Pero igual los recuerdos de cada cosa que había pasado en ese año me atormentaban, todos los que ustedes han leído se me agolpaban en la cabeza. Me levanté en plena madrugada a tomar agua, necesitaba  distraerme de alguna manera, prendí la computadora, me conecté a facebook. Tenía un mensaje de Julieta.

Julieta ¿Recuerdan? La chica que se desapareció y me había prometido enamorarme de una mujer. Ya habían pasado dos meses de esa conversación y la verdad es que con todas las cosas que habían sucedido desde enero hasta marzo, lo había olvidado totalmente, encima ella no había dado señales de vida, por lo que yo perdí las esperanzas. El mensaje decía más o menos así:

“Heeey, lo prometido es deuda, estuve hablando con una amiga de vos. Quiere conocerte. Viene de una relación un poco complicada, pero está dispuesta a salir de eso. Una cosa que debo aclararte, tiene 14 años –escupí la pantalla de la computadora al leer eso y me reí, no iba a ser posible algo así conmigo, yo ya tenía 18- pero no los aparenta de ninguna manera, probá…suerte! Pd: Es linda, se viste bien, aunque es un poco agrandada, no te voy a mentir. De vos le dije que hacías reir fácilmente –gracias por decir algo de mi “belleza”, maldita Julieta-, si sale todo bien, genial y si no…te busco otra. Abrazos”

La verdad es que no me esperaba ese mensaje, me movilizó enteramente. Pero peor fue cuando vi su nombre: Victoria Avellaneda. ¡Maldición, maldición, maldición! ¿De todos los apellidos del mundo tenía que tener el mismo que el de Agustina? ¿Por qué me iba a perseguir hasta en la persona que tenía que hacer que me olvidara de ella?

Decidí no agregarla. Me dio mucha rabia.

La decisión me duró cuatro minutos. Después de pensarlo un poco, la agregué. Me daba vergüenza ver sus fotos así que intentaba no hacerlo. Se veía pasable en la de perfil y de portada tenía una de una frase de una canción en inglés. Me aceptó aún cuando eran las tres de la mañana, se ve que ya sabía de mi existencia porque a los cinco minutos de haberme agregado, me habló. No me gustó su manera de escribir.

Victoria: Hola Como Estas?

Laura: Bien, vos?

Victoria: Bien, Sin Poder Dormir. Re Embolada :P Que Hacías?

Laura: Yo tampoco puedo dormir, nada…mañana me voy de viaje y estoy ansiosa!

Si bien le di pie a continuar la conversación, yo ya quería escapar. ¿En que lío me estaba por meter? No sabe escribir aún. Mejor borrarla o bloquearla rápidamente y hacer de cuenta que nunca paso nada. ¿O le doy una oportunidad? ¿Tan miedosa voy a ser? ¿Y si termino cavando un pozo? ¡Que más da! La vida es cuestión de arriesgarse, aunque no siempre las cosas salgan bien.

Y así continué hablando con ella todo lo que restaba de noche.

HASTA AQUÍ LLEGA LA PARTE 13! :D En las últimas líneas, aparece el personaje principal de este cuento que es mi vida: Victoria. Tengo muchas ganas de contarles como sigue esto! Y ya tenía muchas ganas de que apareciera, por cierto. ¡Ahora me entusiasma mucho más escribir! No quiero anticiparles, pero se vienen muchas cosas aún! J

PD: Respondí un par de comentarios anteriores en el relato anterior pero creo que no los han visto así que los traspaso aquí. ME ENCANTAN SUS COMENTARIOS J siempre son bien recibidos! Quiero aclarar que cuando dije “mi compatriota argentina” en un relato anterior, me refería a Uma, una comentarista genial, para vos iba mi saludo En especial quiero repasar aquí tres respuestas:

Respuesta a la querida Luciapolvos: Gracias, de verdad! No soy escritora en lo más mínimo y a veces se me dificulta mucho armar todo para que quede "literario" porque no se puede combinar la realidad con la escritura agradable de leer, esto lo he aprendido aqui, pero si haciendo lo poco que se, se ha enganchado gente es que voy bien! Jajaja. Lo que me deja triste...es que cuando termine de contar mi historia, no habrán más relatos, por eso en parte creo que demoro en publicar :C

Respuesta a Mani: Primero, muchas gracias por engancharte a la historia! Segundo, sucede que cuando empecé a subir ya tenía muchas páginas escritas previamente que solamente compartía conmigo, por eso cuando me decidí a subir tenía previamente escrita por lo menos a las primeras 9 partes, por eso era rápido. Ahora ya se terminaron y las voy moldeando día a día. Pero, trabajo bastante, llevo una carrera muy pesada y encima se rompió mi pc! Por lo que no puedo escribir como me gusta :C encuentro espacios en las madrugadas y no siempre me rinde mucho la cabeza a esas horas...igual cuando subo son largas, como para que se diviertan por un rato largo!

Respuesta a Mani (2): Lo del pozo es...bastante complicado. Laura -voy a hablar en tercera persona de mi misma- ya venía sintiendo que estaba en un pozo con Agustina (mencionado en capítulos anteriores) esa metáfora la viene sintiendo desde hace mucho, por eso, es una linda y literaria coincidencia, de que Agustina cuando básicamente quiere decirle "Ok, querés complicarte la vida sola, hacelo, pero yo no voy a meterme en eso" utilice la misma frase que ella venía pensando y que también le da nombre al texto.

Laura con Agustina estaba en un pozo, estancada, encerrada, pero va a descubrir que el pozo no es Agustina con otras cosas que suceden. Laura decide bautizar al pozo ya cavado, con el nombre de la persona que le vuela la cabeza. Solo es cuestión de esperar! Espero que te haya servido :)

Quizás llega con demora, pero la intención es lo que vale J

UN ABRAZO Y HASTA LA PARTE 14!