Cavé un pozo y...¡NUEVO PERFIL! Continuación. 12

Vos me dejas porque querés estar con otra. De todas maneras, te dejo. Te dejo que caves un pozo y te caigas en él, porque ese pozo no va a tener mi nombre.- Tuvo razón en algo muy importante, el pozo no tendría su nombre. El nombre del pozo no es Agustina.

No pude dormir nada prácticamente, estaba triste e incómoda con la vida, iba y venía del sueño a la realidad, recién cuando escuché ruidos en la habitación de las chicas aproveché para levantarme.  Janet gritaba particularmente mucho, un nombre…Agustina, gritaba Agustina con voz de preocupación. Cuando salí de la habitación mis amigas estaban por desayunar, Janet daba vueltas por toda la casa gritando por ella.

-¿Se puede saber que le pasa a Jane? –Pregunté mientras me sentaba dispuesta a desayunar.

-Agustina no está en la casa, tiene que haber salido temprano a dar un par de vueltas por ahí. –Respondió Daniela, sin darle mucha importancia.

Mi corazón dio un pequeño vuelco y tuve un mal presentimiento instantáneamente. Me empezó a faltar un poco el aire.

-¿Cómo que no está en la casa? ¿Dónde está? –Indagué, visiblemente inquietada. Ojalá no estuviera por ahí para escucharme preguntar por ella, pero ojalá estuviera cerca y bien.

-Eso es lo que Janet intenta averiguar, ya revisó la casa dos veces. Amanecimos hace una hora y ya no estaba, anoche no quedó en buen estado y puede haberse dormido en cualquier lado o tal vez se despertó temprano para ir a caminar, no se. –Cristina sonó un poco más preocupada.

-Che ¿Y si vamos a buscarla y después desayunamos? – Preguntó Ceci.

Todas estuvimos de acuerdo instantáneamente, nos levantamos y salimos. Inclusive yo, aunque intentaba mostrarme menos alterada que las demás. Recorrimos un poco de los cerritos, el bosquecito del costado de la cabaña, llegamos hasta casi la municipalidad y nada…lo peor, nadie la había visto. Preguntamos a varias personas allegadas a Cris y ni señales. Tuve un malestar en mi estómago desde ese momento. Recordaba nuestra pelea y se me nublaba la vista. Me fallaba pero ahora notoriamente la respiración. Pasamos una hora buscándola y ni una novedad. Parece que les contagié el presentimiento a mis amigas, porque todas nos pusimos mal.

-¿Y si llamamos a la policía? –Dijo, Janet. La más alterada del grupo. Yo intentaba disimular lo mucho que me preocupaba la situación.

-No, esperemos un rato, aparte no tenemos como llamar, directamente tenemos que ir de vuelta a la municipalidad a poner la denuncia. –Dijo Cris y de repente su rostro se iluminó – ¡No hemos buscado en el río! ¡Que tontas! Vamos para allá…-Comenzó a correr antes de terminar la frase.

Mis malos presentimientos se aumentaban a cada minuto, tenía ganas de llorar y no sabía porque. Tenía miedo, mucho miedo. Corríamos desesperadamente hasta el río, Cecilia se quedó un poco atrás porque no podía ir tan rápido. Yo me quedé con ella, faltaban unos 20 metros para llegar, pero de repente sucedió algo horrible.

Daniela se paró en seco. Janet siguió corriendo desenfrenadamente hasta llegar a la orilla del río. Cristina se tiró al suelo agarrándose la cabeza. Guillermina se abrazó a Cristina en el piso. Yo no entendía nada, pero ciegamente me fui de al lado de Cecilia, corrí con todas mis fuerzas y el pecho oprimido. Y entonces ahí se me perdió el mundo…Agustina flotaba muerta entre dos piedras.

No podía haber pasado eso, no. Agustina estaba muerta. Lo último que le dije fue para mi ella estaba muerta, pero por supuesto no era así. Por supuesto que no era así…Dios mío ¿Qué habías hecho con alguien que yo amaba a pesar de todo? ¿Qué habías hecho con la persona más importante de mi vida?

Todas lloraban desesperadamente, Cristina temblaba entera, Cecilia corrió con sus pocas fuerzas para saber que pasaba y cuando vio el triste espectáculo se desmayó, Guillermina y Daniela intentaron traerla de nuevo a la realidad, Janet se abrazaba al cuerpo de Agustina que tenía el aspecto de una gelatina, parecía que se había resbalado y caído al agua, deducción que saqué porque tenía un par de golpes en la cabeza. Yo comencé a gritar, entré en pánico, sentía hormiguitas caminar por todo mi cuerpo, mientras la veía inerte, muerta. Agustina era un cadáver, no podía creerlo. Las chicas la habían arrastrado hacia la orilla, seguía siendo igual de hermosa, pero no podía tocarla, no quería sentir eso.

“Agustina…mi amor, NO!…Agustina!...NO! NO! NO!”..Exclamaba con todo mí ser. Me rasguñaba el cuerpo, quería vomitar, lo hice. La culpa corría a sus anchas por mi interior. Cristina me sobaba la espalda. Intenté salir corriendo de ahí, pero no pude...me desvanecí en el suelo.

Me enderecé de manera brutal de la cama, sin aire, transpirada y totalmente confundida. Corrí hacia afuera de la habitación, totalmente alterada. Todas estaban poniendo la mesa para desayunar…Todas…incluyendo a Agustina. Había sido la pesadilla más horrible de toda mi existencia. Tenía ganas de ir a tocarla para saber si era un sueño o realidad, estaba realmente desencajada. ¿Y si me volvía a despertar y en realidad ella seguía muerta? Me pellizqué fuerte el brazo, nada. Estaba despierta. Agustina estaba viva y todo estaba en su lugar.

-¿Se puede saber que te pasa? –Me preguntó Guillermina. La misma pregunta que yo hacía en mi sueño. Dios, había sido tan real que todavía estaba un poco “perseguida”.

-Tuve una pesadilla horrible.- Dije, sentándome en mi lugar a desayunar- Me he despertado realmente muy mal.

-¿Qué soñaste? –Preguntó Cris. Agustina no había levantado la mirada de su taza desde que yo me aparecí en el umbral de la puerta del pasillo. Tuve que mentir, obligadamente.

-Que nos accidentábamos volviendo a la ciudad y morían Cristina y Janet. Por eso me levanté tan asustada, creí que estaban muertas. –Reí con lo último, pero las chicas no rieron tanto.

-¡Que horrible! – Exclamó Janet.- No te rías, puede pasar.

-No creo, la ruta es tranquila y vamos a volver de día. Mi papá sabe manejar bien y el de Cris conoce el camino de memoria. Calmate, fue solamente una pesadilla. –Dije.

Pero lo cierto es que yo no me había quedado tranquila en lo más mínimo. La miraba cada dos segundos, quería asegurarme que estaba viva, cuando levantaba la vista se encontraba conmigo observándola fijamente, perdí la dignidad en varias oportunidades. Ella no había hablado en ningún momento del desayuno ya que la charla giró en torno a las tragedias y ese tema dentro de todo había surgido por mi. Ninguna supo jamás como había sido mi sueño. Horrible sueño. Pesadilla.

¿Nunca les ha pasado que sueñan con algo –lindo o feo- con una persona y sus sentimientos cambian hacia ella? O sea, me explico, crees haber olvidado a tu ex, soñas que estas besándola y te empiezan a pasar cosas aún cuando ella te pudo haber lastimado. O soñas que la persona que querés mata a alguien de tu familia y quedás como medio preocupado/a, pensando ¿Realmente podría ser capaz de matar a alguien que yo quiero? Es un poco raro de explicar pero básicamente tus sentimientos hacia una persona cambian cuando recién te despertás del sueño. Espero que me sepan entender porque mucho mejor no lo puedo explicar.

Algo así me pasó con ella. Seguía odiándola profundamente, pero me arrepentía bastante de haber dicho que para mi estaba muerta. Por ende, no fui tan cruel cuando ella intentó un acercamiento hacia mi mientras armábamos nuestros bolsos después de almuerzo. Estábamos solas en la habitación. Que no haya sido cruel no significa que todo estuviera bien, hasta el momento no era tan estúpida.

Ambas guardábamos nuestras cosas sin tocarnos, hablarnos o mirarnos –yo ya había aceptado que estaba viva-. Como si una no existiera para la otra, básicamente. Quería salir de la habitación lo más rápido posible, pero mis cosas eran un gran desastre que tenía que ordenar.

-Laura…-Dijo Agustina, tomándome de la mano. – ¿Podemos hablar?

Quería tocarla para asegurarme que estuviera viva, pero cuando sentí su mano sobre la mía una electricidad corrió por mi cuerpo e hizo que me soltara muy bruscamente, aunque de todas maneras quería conservar mi calma.

-No, prefiero no hablar ahora. ¿Podes entenderme? La decepción que tengo es bastante grande, porque no me importa que te beses o acuestes con el hombre que quieras, pero ¿Y nuestra promesa con mujeres? Yo la cumplí y hasta estoy arrepentida de eso…no quiero perder nuestra amistad, pero tenemos que admitir que ya está perdida. –Dije, con voz apenada y triste. Eso le dolía más que cualquier berrinche que yo pudiera llegar a hacer.

-Más que perdón no puedo pedir. –Dijo, mirando el suelo.

-Nunca pudiste mover un dedo por mi, siempre vos primero. Esto ya te lo he dicho y no ha cambiado en lo más mínimo. Quiero que todo termine y no se como…es muy difícil. –Mis ideas se enredaban bastante, me confundía siempre esta mujer.

-¡Pero es que vos nunca me entendiste! –No grito, pero elevó la voz, de todas formas aunque no hubiera gritado, esa frase sirvió para sacarme de quicio.

-¿Yo nunca te entendí? ¿Pero de que carajo estás hablando, pendeja? Si soy la persona que más te aguanta y entiende todo...desde tus traumas por la maldita enfermedad que tenés encima hasta tus cosas raras, las mismas de siempre, las mismas que están desde el primer día. Yo tendría que haber frenado todo esto pero no, porque siempre esperé algo más de vos. ¡Algo que nunca llegó! Que nunca va a llegar tampoco –me iba alterando cada vez más- ¿De que estás hablando? ¡Vos nunca me entendiste a mi! Sos la persona más egoísta y mala que conocí en mí…

En ese momento entró alterada Cristina en la habitación. Agustina y yo cada vez estábamos más cerca de agarrarnos a piñas, fue una bendición que llegara a pararnos. Quien sabe en que habría terminado esa discusión, se puso entre las dos y de un empujón nos separó a cada una para un lado distinto. Ninguna bajaba la mirada de los ojos de la otra, que encerraba rencor, odio, tristeza, todo.

-¿Qué les pasa? ¡Idiotas! ¡Me harté de ustedes dos y sus problemas! ¿Van a arruinar las últimas horas de un viaje hermoso? ¿De algo que tiene que quedar para el resto de nuestra vida como un recuerdo inolvidable? ¿Tan inmaduras pueden ser? Me cansaron, realmente. No las soporto más. Si tanto mal se hacen, si tanto se pelean. ¡Sepárense! Vos...-dijo, mirándola a ella- no tenés códigos, nunca tendrías que haber hecho nada con Yamila. No tenes lealtad y me decepciona de vos. Porque cuando yo las ví esa noche…me dijiste que era la primera vez y que le ibas a decir a Laura y hace unos días me enteré que no fue así. O sea que a mi, en parte, también me mentiste. Y vos…-se giró hacia mi- vos sabías desde el principio en el kilombo en el que te metías y sin embargo nunca abriste los ojos para terminarlo, nunca hiciste nada para frenarlo y ahora así están las cosas. Arruinaste todo con alguien que te quería, lo sabes. Vos también tenés tus inseguridades y huís de ellas. Porque eso es lo que has hecho todo este tiempo, huis hacia el lugar donde te sentís mejor. Pero no enfrentás los problemas como debe ser! No enfrentaste como debías esto con Agustina y tampoco las cosas con Leonardo. Y yo te conozco, me decepciona eso de vos.

Nos hablaba tan profundamente, calando tanto, que aunque nos estaba diciendo palabras muy hirientes y nos provocaba llorar como dos nenitas… sabíamos tenía toda la razón. Absolutamente toda la razón. Ninguna de las dos –aún con nuestros temperamentos horribles- dijo ni una palabra de discusión, afirmábamos todas sus frases.

-¿Y que hacemos con esto? –Preguntó.

-Me parece que la solución es que se tomen un tiempo de ustedes mismas, ya no queda nada para que la escuela termine….-se quedó pensando una fracción de segundo- ¡Tengo una idea! No se si es la mejor y no se si sirva para algo, pero sepárense. Laura, vos desde el lunes sentate conmigo y Agustina, con Daniela. Si siguen juntas van a absorberse aún más y seguramente no van a llegar a nada bueno, distánciense, enfríense, cálmense…es lo que yo propongo, lo toman o lo dejan.

-Lo tomo. –Dije, mirando solamente a Cris.

-También yo. –Dijo.

Y no volvimos a  dirigirnos ni siquiera una mirada, desde ese momento hasta casi un mes después.

Volvimos a la ciudad cargadas de recuerdos hermosos, realmente los días en la cabaña habían sido geniales y por supuesto no queríamos que terminara, pero así es el tiempo.

La idea de Cristina funcionó a la perfección. No nos hablábamos y estábamos mucho más tranquilas, más felices, más sociales. Era terriblemente feo saber que por alejarme de una de las personas más importantes de mi vida mi situación interna mejoraba muchísimo, estaba estabilizada. Y no hay nada más lindo que eso. Nos saludábamos de vez en cuando, pero de preferencia intentábamos hablar con cualquier persona o cosa que no fuera la otra. Todo servía para ignorarnos. La distancia no me dolía porque me estaba curando de todos mis dolores anteriores, eso pasaba conmigo. No se que es lo que pasaba por la cabeza de Agustina para que a ella si le hiciera bien alejarse de mi.

Aunque tampoco se si es que le hizo bien o mal, solamente se la notaba –como yo- más tranquila. Admito que la extrañaba, que tuve que ser muy fuerte para no salir corriendo muchas veces a abrazarla, que quería saber de su vida, su familia, sus cosas. Seguía saliendo a bailar con Yamila, pero Cristina me contó que jamás volvió a pasar algo con ella. Confiaba en su palabra. De todas maneras, su rutina con los hombres estaba intacta.

Creo que no hubo persona que no preguntara el porque del cambio de asientos, a los de afuera les dijimos que era porque queríamos “cambiar de aires” en el último mes, a las de adentro Cristina les dijo que había habido una discusión que solamente podría ser solucionada con la distancia, obviamente que cada una de las chicas nos preguntó que había pasado entre nosotras pero ninguna dio más detalles que lo que había dicho Cris. Supongo que sospechaban distintas cosas, pero nunca las supe con certeza.

Un pequeño detalle, en la vuelta del viaje me esperaba Leo y otra vez no pude decirle que no. Sabiendo que nos aventurábamos al fracaso porque la verdad es que yo no podía serle sincera, acepté volver a intentar algo con él. Pero no me voy a adentrar mucho porque fue casi lo mismo que veces anteriores.

Las mesas de examen fueron adelantadas para que podamos disfrutar de los tres eventos que nos quedaban con tranquilidad. En la mitad de noviembre terminábamos las clases normales, de ahí comenzaban las mesas y el último día de las mesas -viernes-, coincidía con la misa de egresados.

Hasta el día de hoy me pone un poco triste recordar que no terminé las clases de la secundaria siendo su compañera de banco, ni hablándole. Es más, el último día de clases fue una locura y casi no lo compartí con ella. Los profesores  y directivos nos habían dado permiso para armar un desayuno en el patio después del acto de bandera, cada curso debía llevar comida para compartir, luego de eso nos dejaban retirarnos. No, no es que en mi escuela era todo fiesta, nos azotaron con tarea en noviembre para que el último día pudiera estar libre, o sea, todos los profesores habían terminado de dar su temario un par de días antes.

Hubo comida, fotos, mate, papelitos, las banderas de los cursos, los típicos cánticos de Sociales contra Economía, cuando sonó el timbre para el primer recreo y salió toda la escuela, comenzamos a cantar sobre la promoción 2012 y lo geniales que éramos, pero de repente todo se salió de control. Un par de compañeros buscaron botellas para chayar –arrojarse agua- entre ellos y toda la promo se unió y con nosotros, toda la escuela. Terminó todo pasado por agua, hasta en los cursos. Se armó tal lío que nos dijeron que limpiábamos todo o nos aplicaban sanciones colectivas que hasta podían hacernos perder las mesas de exámenes, realmente se enojaron.

Como éramos bastante amigos entre todos, limpiar fue una anécdota nada más. En una hora ya estaba todo a la normalidad, pero nosotros definitivamente afuera. Nos echaron del establecimiento casi a la fuerza.

Seguimos haciendo lío en la plaza, nos tiramos a la fuente –eso es más que común en mi escuela- chayábamos con lo que encontráramos, nos habíamos puesto los guardapolvos como máscaras tipo counter strike ¿Saben que es lo genial de todo esto? ¡Que es cierto! Esto que les cuento es todo real, prácticamente tomamos la plaza. Nos tranquilizamos cuando un par de transeúntes llamaron, molestos, a la policía. Llegaron un par de móviles y todos inmediatamente volvimos a la calma. Cada cual se puso con su curso y reino la tranquilidad otra vez. De todas maneras, debo agregar, que apareció un diario de noticias y tergiversó todo…¡no estábamos haciendo vandalismo! –Perdón, esa nota que vi me quedó clavada en el corazón. Nos hicieron quedar bastante mal, si estábamos un poco descontrolados ¡Pero era el último día y solamente agua!-.

Ella estuvo un poco más apagada que el resto, el lunes justamente rendía y supe al pasar que venía estudiando mucho para rendir la única materia que le había quedado colgada, Geografía. Se fue un rato antes de que llegara la policía. Esa mañana la disfruté con todo el mundo, compañeros viejos, nuevos, profesores, preceptores, excepto con ella. Cuando caí en la realidad, me molesté un poco.

Yo rendía los días martes y jueves, matemática y francés respectivamente, mis dos torturas. A ambas las aprobé con ocho. Cuando salí de rendir francés y me di cuenta que había terminado la secundaria…lloré, por supuesto. Agustina no estaba porque ya había rendido –y aprobado-, así que mi llanto fue compartido con Cristina y Dani, que rendían la misma que yo. Daniela no aprobó, tenía la instancia de marzo, pero quizás le complicaba el ingreso a la facultad.

Había terminado la secundaria, hubo festejo en casa con mis familiares. Un almuerzo, tampoco tanto. Me sentía entre feliz, nerviosa, ansiosa, triste, todo y lo disfruté a medias. Ese fue el año de la mezcla de sentimientos, tanto había querido que demorara en terminar y ya casi no le quedaba nada.

El viernes en la mañana Cris rendía Literatura, le fue mal pero solamente le quedó esa en marzo. En la noche, era la misa.

Era una tradición de mi escuela, no obligación. El que no creía simplemente podía no ir, aunque casi todos asistían para pasar tiempo con sus compañeros. La oficiaban –y ofician aún- en la catedral de la provincia. Nos bendijeron los anillos de egresados –aquí tengo el mío, aún en mi mano izquierda- y también nos desearon desde la escuela, desde Dios y desde todos los lugares posibles, éxito en nuestra vida y felicidad. Fue una misa bastante emocionante, estábamos realmente muy frágiles. Llorábamos por todo. El padre dio un lindo sermón.

Previo a todo esto, me quedé dormida. Me desperté cuando faltaban veinte minutos para que empezara la misa. Mi familia ya estaba esperándome en la iglesia, yo estaba con Leo en su casa. Volamos, me bañe, cambié, vestí, maquillé y peiné en veinte minutos. Me llevó mi ex suegro en un santiamén –palabra muy vieja- hasta la iglesia. Me despedí de Leo.

-Una lástima que no voy a poder verte a las 12:00, pero te amo. –Dicho esto, me besó.

-No te hagas problema, tonto. ¡Muchas gracias por la paciencia! –Le di un pequeño beso y corrí hacia dentro, Leo era como mi hermano, realmente eso me sucedía con el.

Llegué cuando la misa llevaba más o menos quince minutos, todos estaban ubicados. No conseguía lugar. La iglesia estaba repleta y tuve que empujar a algunas personas para poder acercarme hacia donde estaban sentados los alumnos, mi preceptora me vio con cara de fastidio.

-Márquez ¡Que raro usted llegando tarde! –Claro sarcasmo- ubíquese por ahí, al lado de su compañera.

“Su compañera” era nada más y nada menos que Agustina. Comencé a temblar y no podía disimularlo, me puse muy nerviosa, saludé torpemente a algunos compañeros, incluso a ella. Me sonrió. Dios, me seguía gustando como siempre. ¡Maldición!

Todo pasó en la parte del “saludo de la paz” –La misa era católica, claramente- Esta parte, para aquel que no sea muy religioso, es la cual se representa el momento en el que Jesús le dijo a sus apóstoles que les dejaba la paz y les daba paz, todo mediante un saludo, un apretón de manos o un abrazo. ¡Que situación incómoda! Saludé a todas las personas que tenía cerca, a los que tenía lejos, a los que tenía más lejos y sin embargo aún tenía tiempo para saludarla a ella. ¿Qué se supone que tenía que hacer? Si no la saludaba bien desde hacía casi un mes.

Fue mutuo, cruzamos una mirada y nuestros brazos se dirigieron instantemente hacia la otra. Ni nos dimos el saludo de la paz, debo admitir. Fue un abrazo interminable, por suerte todos estaban muy cariñosos así que pasó bastante desapercibido para los que simplemente eran compañeros. Mis amigas sonrieron al vernos, todas. Inclusive Cris.

-Te extraño.- Me dijo, casi era un susurro.

No pude responder nada. Se me habían llenado los ojos de lágrimas.

Tuvimos que soltarnos. Pero nos sonreímos y la situación se volvió bastante más cómoda. Al final de la misa nos sacamos millones de fotos entre todos  y nos organizamos para partir hacia el local donde cenaríamos con mis compañeros, ahí se haría la entrega de los anillos ya benditos.

Llegamos, pedimos pizzas. Agustina comió, increíblemente comió.   Hablábamos poco, pero se sentó al lado mío, si nos sonreíamos mucho, cada dos segundos. Estábamos muy nerviosas. Habíamos invitado a la cena a dos profesores y a nuestra preceptora, teníamos la confianza suficiente para compartir ese momento tan especial con ellos. Hicieron la entrega de los anillos de una manera muy divertida, llamando de a uno por alguna característica. Por ejemplo, “Este anillo es de la persona más inteligente y responsable del curso, la que esperamos que nos construya nuestros hogares en un futuro: ¡La srta estudiante de arquitectura, Guillermina Valdivia! Y así con todos, a mi me tocó mi anillo por ser la alumna con más tardanzas en todo el año, realmente aunque vivía cerca me costaba muchísimo levantarme a horario. A Agustina, por ser la más callada. ¡Si supieran!

A las 23:58 aproximadamente, Cristina –que estaba sentada al otro lado de mí- hizo una señal rara a uno de los profes. Que inmediatamente se paró y se fue hacia la cocina del bar –del cual la hermana de una compañera, Lourdes, era dueña, por eso tanta confianza-.

De repente apagaron todas las luces y entró el profesor con una torta e inmediatamente todos empezaron a cantarme el feliz cumpleaños. ¡Que feliz empecé mi mayoría de edad! Cristina fue la primera en abrazarme y desearme éxitos y felicidades. Ella, la segunda. Solamente me dijo dos palabras  que me desarmaron entera.

-Te amo.

Tampoco pude responder a eso.

Todos mis compañeros estaban ahí para saludarme, obviamente que no esperaba el gesto de la torta y lo disfruté muchísimo. No cabía en mi de felicidad, por algo había elegido empezar con ellos mi cumpleaños. Los quería, mucho.

Me llamaron mis padres, Leo, mis abuelos, tíos y primos, por lo que tuve que salir afuera después de un rato para poder contestarles a todos. Cuando ya había terminado, casi media hora después, me quedé sentada en un patiecito del bar. Reflexionando, específicamente que no recuerdo pero seguramente tenía que ver con ese presente tan hermoso y el futuro tan incierto.

Sentí pasos, era ella. No dijo nada, solo me abrazó.

-¡Estas vieja eh! –Dijo, riendo mientras me soltaba.

-Soy solamente cuatro meses más grande que vos, no te achiques tanto.

No me respondió instantáneamente, solo se me quedó mirando.

-¿Vos decís que podemos seguir como estábamos antes de que vos supieras lo de Yami? Porque te juro que no hay día en el que no piense en eso. Me carcome la culpa, quiero que me perdones de verdad. –Me tomó de las manos.-

-Yo te perdono. – Dije, de todo absolutamente todo corazón. Me salió del alma.- Pero…nuestra relación no va a volver a ser la que era.

-Por favor, intentémoslo de nuevo. Yo aprendí. –Me abrazó fuertemente.-Creo que…que solamente quiero estar con vos, en serio. No soporto tenerte lejos o no ser tu centro de atención. Te amo.

Era realmente muy fuerte lo que me decía y por supuesto que podía hacerme caer, pero fui fuerte. Esta vez me tocaba a mi. Debo admitir que me pareció bastante egoísta eso de “No ser tu centro de atención”. ¿Agustina quería que yo no fuera de ella pero tampoco de nadie más? ¿Qué tan miserable tenía que ser para que ella fuera feliz?

-Dejame pensar…-Dije, soltándola y quedando muy cerca de su cara, podía hacerlo con tranquilidad porque nadie nos vería desde donde estaban. Por su puesto que no iba a ser tan hiriente en mi respuesta, pero la decisión estaba tomada y mi venganza planificada, no me iba a echar atrás- en unos días te digo que quiero hacer, por lo pronto estoy bien así.

-No, no, no. Yo te amo en serio. –Y me besó ¿Cómo no corresponderlo? De todas formas, admito, no sentí para nada lo mismo. Aunque lo continué.- Quedate conmigo, mi amor. Quiero ser tu novia de verdad y la única, creeme por favor.-Dijo, en voz bajita, muy cerca de mi boca. Quería salir corriendo de ahí, estaba totalmente vulnerable. Pero –quien sabe de donde saqué fuerzas- seguí con mi postura.

-Por favor dejame que lo piense. Yo estuve muy bien estos días de distancia, estoy terriblemente confundida y lo que menos quiero es jugar con vos…-ella agachó su cabeza, lo entendió como una indirecta, en parte lo era- un par de semanas, nada más y te digo que es lo que quiero ¿Si? –La noche de la fiesta, ahí la dejaría- Aguantame, lo necesito.

Suspiró y me dijo que me esperaría. Quiso darme la mano para entrar al salón pero le dije que prefería que no lo hiciera, le dolió. Estuvo toda la noche mirándome y haciéndome caritas para que yo sonriera desde donde la viera –no se me iba la maldita costumbre de mirar donde ella estuviera- me abrazaba, se apoyaba sobre mi, me daba pequeños besos en la mejilla.

-Con esto no vas a conseguir nada, en serio.-Le dije seriamente en un momento- Igual, gracias por ser así el día de mi cumpleaños. ¡Estoy siendo realmente muy feliz! –Fui totalmente sincera en ese momento. Todos estaban ahí conmigo, habían puesto música y los profesores nos hacían hacer juegos, me divertí un montón.

A las cuatro de la madrugada pasó mi mamá a buscarme, me saludó con un abrazo y me llevó a mi casa. Allí me esperaba una cámara de fotos genial, regalo perfecto. Le  agradecí de corazón, muy buena elección.

Me acosté a dormir y lo hice hasta el medio día. Vinieron mis dos primitos –los que se quedaron a dormir en casa cuando mi mamá viajó- al medio día, con una cadenita y un cartelito para mí. Los amé. Después de eso, me fui a la casa de mi papá a almorzar, me regaló lo mismo de todos los años, un teléfono nuevo. Soy la joven manos de tijera con los móviles, me duran un mínimo un año, por eso el regalo de mi papá son siempre celulares. Este estaba muy bueno, mis dos padres se re portaron para ese cumpleaños.

El festejo principal estaba previsto en la noche, en el club familiar. No había invitado a mucha gente, los que me querían iban a caer sin necesidad de invitación. Y así fue, estuve rodeada de tíos, primos, amigos del barrio, de la vida, mi grupo de amigas de la escuela y un par más de compañeras, Leo, mis abuelos, padrinos, etc.

Reinó un poco la tensión entre Agustina y Leo. Ella no tenía mucha idea de mi estado en la relación con él y él me trataba como su novia. En un momento, cuando estábamos cerca de la parrilla mirando el asado, me dijo.

-Agustina está enamorada de vos. –Mi reacción fue quedarme estática, esperando a que continuara su idea, como no lo hizo instantáneamente tuve que empujarlo a que lo haga.

-¿Qué has dicho? –Pregunté.

-¿No has visto como te mira? ¿Cómo me mira? ¿Cómo odia que estemos juntos? Me odia, eso es cierto. No le puedo dirigir la palabra porque le fastidio, ella no puede hablarme porque me fastidia y eso es por una razón…vos. Los dos estamos enamorados de vos. Me la juego a morir que es por eso.

Y yo creía tener la certeza de no estar perdidamente enamorada de ninguno, no supe que responder. Pero entre balbuceos desestimé su idea, era lo mínimo que podía decir en ese momento. No esperaba que Leonardo me dijera eso en lo más mínimo ¿De donde había sacado que Agustina podía estar enamorada de mi? ¿Simple deducción? No lo creo, de todas maneras nunca pude saber de donde había sacado ese pensamiento.

La noche transcurrió normal, la pasé realmente muy bien aunque tenía que equilibrarme para no desatender a mi novio,  mi ¿ex novia? mi familia y a mi grupo de amigas. Recibí muchos regalos, el de las chicas fue un cuadrito con fotos de todas nosotras y una caja de bombones, hermoso.

A pesar de haber llegado a mi legalidad ese día –así se les dice a los que cumplen 18 años y llegan a la mayoría de edad- no salí a bailar, cosa que se que molestó un poco, pero mi decisión fue respetada. Se quedaron todos hasta más o menos las cinco de la mañana, fue un hermoso cumpleaños.

Lo único malo y seré muy breve en contarlo, al otro día se terminó finalmente mi relación con Leo. Fue por mutuo acuerdo, ambos preferíamos ser amigos. De todas maneras, la idea surgió de él, sentía que yo lo veía como a un amigo o hermano, no como su amor. Y tenía razón. El cambió muchísimo después, maduró y no volvió a ser el que era conmigo nunca más, de todas formas seguimos manteniendo contacto pero como amigos, jamás volvió a pasar algo entre nosotros.

El lunes me di cuenta que me sentía muy vacía sin la escuela, sin verla todos los días, sin ver a todos mis compañeros en realidad, pero había que aceptar que el tiempo había pasado, quedaban solamente dos eventos para verlos a todos juntos por última vez, después nuestros caminos se abrirían. En una semana era el acto de colación y el viernes de esa misma semana, la fiesta.  Ya tenía preparado mi vestido, mi maquilladora, mis zapatos, todo. Y también que le iba a decir a Agustina.

No vi a ninguna de las chicas en ningún momento de esa semana. Nos reencontramos en la puerta del teatro de la escuela, que estaba colmado de amigos y familiares. Mi preceptora entregaba ansiosamente los gorritos típicos de egresados y nos acomodaba en los asientos. El acto  sería por demás emocionante, se palpaba de entrada.

En el escenario habían puesto “Hasta siempre, promoción 2012”. Con ver eso nada más ya llorábamos como criaturitas. Pasaron un video muy similar al que había dicho Cristina, pero en este no eran solamente fotos, si no también videos de los cursos llenos y segundos después, vacíos, de todas las cosas que habíamos hecho ese año, buenas y malas,  un compañero de otro curso le había dado voz al video con un escrito muy emocionante, los profesores más queridos hablaban también. Esta en youtube pero no les quiero dar muchas pistas, fue hermoso. ¡Que manera de llorar esa mañana!

Justo el discurso de despedida fue escrito por una compañera mía, de mi curso, ya la verdad es que no recuerdo bien que decía, pero seguramente fue hermoso. Si recuerdo que nos nombró especialmente a nosotros en varias oportunidades. Saltamos y gritamos como locos.

Nos entregaron el título a todos, a algunos de manera simbólica ya que tenían varias materias que dar aún y a otros de verdad, fuimos pasando uno a uno mientras nos nombraban por lista, por última vez.

Después de más palabras de despedida pero ahora de los directivos –que nos recordaron varias travesuritas-, de los profesores y de todos…el acto había terminó. Hicimos la típica acción de revolear hacia arriba los gorros a la vez. Sobraron abrazos y lágrimas esa mañana, cuando el acto finalizó no sabían como sacarnos del teatro, queríamos seguir juntos. Después de varias horas, decidimos irnos. El penúltimo evento había terminado, quedaba el más importante: La fiesta de egresados.

Los días parecían no pasar más, se hacían eternos. Nos juntamos con las chicas varias veces entre la semana, ninguna había revelado de que color o modelo sería su vestido. Todas estábamos más nerviosas que nunca en nuestra vida. Agustina no volvió a preguntarme si sería o no su novia. Pero estaba atenta a mi todo el tiempo, mensajitos, llamadas, hablarme por facebook, etc. ¡Que tarde habían llegado esas cosas!

En la mañana del día de la fiesta, nos juntamos todas para relajarnos un poco, alterábamos a nuestras familias –que ya estaban bastante alteradas- y por poco no nos echaron de nuestras casas para que los dejemos en paz.

Nos reunimos en un bar céntrico a desayunar, Agustina se sentó a mi lado y cada dos segundos apoyaba su cabeza en mi hombro. No voy a entrar en detalles con respecto al diálogo que tuvimos, pero todo giraba en la noche, en lo rápido que había pasado el tiempo, en que era el final de todo, en que había que disfrutarlo hasta morir, nos recordábamos que debíamos llevar ropa para pileta ya que al otro día estaba el “after”, en que también faltaba muy poco para Navidad –cuando nos cansábamos de nuestros  nervios volábamos a temas raros- entre otras cosas. Hoy, recordar eso me da entre risa y nostalgia, pero ya no lloro.

Estar juntas nos entretuvo pero no nos calmó, éramos un manojo de nervios y nuestros caracteres empeoraban con el correr de las horas, así que por la paz de todas, nos separamos hasta la noche.

Como siempre, de alguna manera extraña, yo me quedaba sola con Agustina en la parada de micros. No recuerdo porque fue exactamente, pero terminamos peleando por un colectivo –autobús en argentino-…si, por un colectivo que yo debía tomarme pero no quería porque prefería otra línea. Se enojó y se fue. La pelea era por demás ridícula y más el último día, pero no pensaba mover un dedo. Lo único bueno de esto es que ya no me hacía mala sangre por nada que proviniera de ella.

Llegué a casa, mi mamá había llegado minutos antes de la modista con mi vestido. Era verde petróleo –oscuro y brillante- con detalles en el frente en plateado oscuro, los zapatos del mismo plateado del vestido y la bijouterie de color verde. Mi piel y mis ojos se resaltaban bastante con esos colores, el vestido era corto y la tela de raso, más no puedo explicar porque soy malísima, le pido disculpas a la imaginación de cada uno. Todos me dijeron que estaba linda, supongo que fue verdad.

No me quise cambiar hasta que fuera el momento de hacerlo, guardé el vestido en una bolsa y me fui a intentar descansar, no quise comer, tampoco podía dormirme porque a las tres de la tarde debía partir a la maquilladora y peinadora, desde ahí me iba a la casa de mi papá y el me dejaba en la escuela, ahí salían los colectivos que llevaban a los alumnos hasta el salón.

El tiempo parecía no pasar, pero sí que lo estaba haciendo y con toda la velocidad del mundo aunque yo no me diera cuenta. De todas maneras entré en pánico cuando vi que incluso llegando a las tres de la tarde, habían otras seis mujeres adelante mío esperando para ser peinadas, ya eran las siete y media de la tarde cuando me vi sentada frente a un espejo y con la peinadora preguntándome que quería hacerme en la cabeza, no tenía la menor idea, así que lo dejé en sus manos.

Me hizo una especie de trenza que recorría mi cabeza desde la derecha hacia la izquierda y no se como lo hizo pero parecía una media cola, todo el cabello caía sobre mi hombro izquierdo, era muy hermoso aunque estaba llena de invisibles, brillitos y líquido para que no se desarmara con el correr de la noche.

Ocho y cuarto terminó de peinarme. La maquilladora venía con el paquete y ya estaba preparando bases, sombras, delineadores y etc. Pasé de un sector de la peluquería a otro, aunque ya estaba muy desesperada porque a las 21:00 –puntual- pasaban los colectivos por la escuela. De todas maneras, hizo un muy buen trabajo aún con el poco tiempo. Corrigió mis imperfecciones, maquilló mis ojos de forma que resaltaran el color conjuntamente con el vestido, realzó mis pestañas, realmente no sabía que eran tan grandes, me puso un poco de rubor y mis labios los dejó rojos, pero no exagerados, sino lo más natural que se pudiera. La adoré, hizo un trabajo genial. En realidad, las dos, aún con toda la demora. Les agradecí muchísimo por su trabajo, que ya estaba pago previamente. Y salí a ver si mi papá ya me había buscado, debía volar a su casa a ponerme el vestido, adornos y los zapatos, después volar hacia la escuela.

Cuando salí, me llevé una pequeña decepción. Mi papá me había ido a buscar, si. Pero en pijama. Faltaban minutos para que nos buscaran para ir a la fiesta y el no se había ni vestido y ese era mi miedo más terrible, porque resulta que mis padres me aman…pero solamente a mi. Entre ellos no pueden ni verse, por ende, como ya sabía que iba mi mamá con mi madrina, supuse que el había elegido no ir. Grave error, yo era su única hija mujer, la única con la que podría bailar el típico vals y aparte…¿Con quien lo bailaría yo? Me deprimí en el instante. No lloré porque el maquillaje se correría, pero tenía ganas de no ir a ningún lado.

Me halagó muchísimo cuando me vio y hasta incluso me abrió él la puerta del auto como un caballero, pero nada de lo que me decía me importaba si no iba a la noche más importante de mi vida. Voló hacia su casa, ahí me vestí completamente, cuando me vi en el espejo me encanté, pocas veces sucede para ser sinceros –más, creo que desde ese día que no me gusto tanto- estaba hermosa realmente. Salí de la habitación de mi papá y me miró emocionado. Me dio un gran abrazo y me dijo que estaba orgulloso de él mismo por crear a alguien tan lindo, no se creía capaz. Siempre con sus chistes, luego me fue sincero y me dijo que en serio estaba hermosa y que me amaba. No mencionó nada de ir a la fiesta. Miró su reloj, las nueve. Entramos ambos en pánico y volamos hacia el auto, salió a una velocidad brutal y en quince minutos llegamos a mi escuela. Gracias a la cantidad de fijador, seguía perfecta. Se despidió de mi y me deseó mucha suerte esa noche, dándome a entender que no iría. No le dije nada, yo misma le había comprado la entrada, cerré al salir la puerta del auto con toda la fuerza y me despedí secamente.

Ya habían muchos compañeros en la escuela, pero no todos, en especial faltaban chicas. Hablando con otras compañeras, las demoras en las peluquerías es algo más común de lo que yo pensaba, seguramente todas se habían retrasado por lo mismo. La busqué con mis ojos por todos lados, no estaba aún.

¡Que manera de haber gente linda! Todos estaban hermosos, todos. Mis mejores amigas, eran unas princesas nunca vistas, mis compañeros de mi curso, de otros, profesores, incluso algunos padres que se habían quedado también estaban de gala. A muchos fue la primera vez que los veía tan producidos, tan nerviosos, tan inquietos y ansiosos.

El colectivo estaba demorando, ya eran 21:30, estábamos casi todos y no llegaba, pero eso a mi no me alteraba como la ausencia de Agustina, encima Cristina –que estaba hermosa con un vestido corto de color azul- le llamaba y no daba señales de vida. Nos sacamos las típicas fotos en la escalera de la escuela, nos halagamos mutuamente, nos comenzamos a impacientar.

El padre de uno de mis compañeros  llamó a la empresa encargada de organizar la fiesta para preguntar porque no estaban los colectivos y se llevó una graciosa respuesta, nos estaban esperando desde hacían más de veinte minutos en otra de las puertas de la escuela, no la principal. Hasta allá fuimos todos para irnos finalmente al salón, Agustina seguía sin llegar.

Habían tres colectivos de los de viaje, como éramos seis cursos nos dividíamos de dos en dos, a nosotros nos tocaba ir en el tercero. Cuando el segundo estaba a la mitad de lleno, yo me desesperé y grite: “¡¿Pero donde carajo está Agustina?!” todos mis compañeros estaban en la misma preocupación, porque faltaban dos compañeros nada más, pero justo a mi me tuvo que escuchar decir eso.

-Acá estoy, tranquila. –Sentí a mis espaldas. Me di vuelta y me quedé boquiabierta, nunca en la vida había tenido una mujer tan hermosa frente a mí. No supe que decir. Me quedé admirándola y con la certeza de que esa noche no podría dejarla. Era la mujer más perfecta del mundo, por lo menos por fuera. Les ganó a absolutamente todas las chicas que estaban ahí, ella era por demás la más bonita y no hubo persona que no le dijera eso, en realidad si hubo una: Yo, porque parecía que me habían quitado la posibilidad de hablar.

Sabía que me había conquistado y pasó por al lado mío guiñándome el ojo, pero no se paró a saludarme como si hizo con todos los demás. Se había dado cuenta de mi reacción, que estúpida fui por no disimular un poco, pero la verdad es que no pude.

Tenía un vestido largo, negro, súper pegado al cuerpo, que tenía la espalda descubierta hasta donde ésta comenzaba a perder su buen nombre, la parte frontal se le transparentaba en la parte de los pechos con una tela que era de diversos colores, como no tengo la menor idea de vestidos notarán que no puedo describirlos tan bien. Pero les juro que era el más hermoso del mundo y envolvía a la persona más hermosa de, por lo menos en ese momento, mi mundo. El peinado era recogido enteramente, no se que pasó con su flequillo pero no estaba, en cambio le habían realizado vaya a saber  como un jopo que caía suavemente hacia el costado derecho, eso provocaba el hecho de que cuando levantaba la vista se viera increíblemente sexy, creo que lo hacía a propósito.

Escuché que les explicaba a los demás el motivo de su demora, era porque primero que nada porque no se decidía en el peinado, segundo, porque la peluquería estaba llenísima –a todas nos había pasado lo mismo- y tercero porque camino hacia aquí a su padre se le había pinchado una rueda y no pasaba un maldito remisse sin gente para traerla, hasta que consiguió uno que de manera suicida la trajo hasta la escuela.

Subimos al colectivo, estábamos a los gritos, excitados, dispuestos a disfrutar la última noche juntos como nunca en la vida, cantábamos las mismas canciones de cancha adaptadas al egreso. Yo subí primera, esperé que Cristina se sentara al lado mío, pero por el contrario le cedió el lugar a Agustina, que no me había hablado desde que llegó. Yo temblaba y no podía dejar de mirarla. Esa mujer terriblemente bella, me quería, mal, pero me quería. ¿Cómo iba a dejarla?

-¿Te preocupaba que yo no llegara? –Me dijo de pronto, no me esperaba que me hablara, lo hizo en un tono un poco burlesco, aprovechándose de mi pérdida de dignidad.

-Por supuesto que si. Se que vos hubieras hecho lo mismo. –Intenté defender mi orgullo- Justo me escuchaste a mi, pero todos estábamos igual. Vos y Nicolás no llegaban y obviamente queríamos que estén todos para salir. –Nicolás al final terminó llegando directamente a la fiesta, había tenido un problema con su traje y le tuvieron que prestar uno a último momento, que según él era más lindo que el que había alquilado, tuvo suerte-.

-Tenés razón… ¿Vamos a disfrutar esta noche? –Me dijo, ofreciéndome su mano.

-Por supuesto, va a ser inolvidable.-Tomé su mano. No, esa noche no iba a poder. Sería directamente en el after.

-¿Estoy linda? No me has dicho nada. –Dijo, con un poco de tristeza en su voz.

-No tengo palabras para describir lo mucho que me gustas esta noche. –Lo pensé y lo dije. No hubo tiempo de reflexión entre mi cerebro y mi lengua, simplemente salió. ¡Maldición! No quería nada muy gay esa noche, aunque sería inevitable.

-Lo mismo digo de vos, estás completamente hermosa, no sabes las ganas de besarte que tengo. –Ok, no esperaba esa respuesta. Lo único que puede hacer fue mirarla significativamente para que no hiciera esa clase de comentarios, aunque yo había hecho uno, de todas maneras no terminó de hablar como para darme lugar para responder - ¿Vas a bajar las escaleras conmigo? –Ya habíamos quedado de acuerdo con eso. Resulta que la entrada de los egresados a la fiesta era desde una escalera principal del salón, o sea, iríamos bajando cual reyes. Como eran pocos hombres de mi curso, el salón  era muy grande y estaría muy lleno como para que fueran a dar la vuelta y buscar a dos chicas, así todas bajábamos con un chico, decidimos que bajarían una vez con dos –una en cada brazo- y de ahí las demás bajábamos con una compañera. Ella quiso bajar conmigo y yo quise bajar con ella desde un principio.

-Sabes que si, creo que desde que empezó el año quedamos de acuerdo en que bajaba con vos.

Llegamos al salón después de un largo rato de viaje, ahí nos callamos todos, ahí nos agarraron fuerte los nervios. Nuestras familias ya estaban esperándonos, me puse triste al recordar que no bailaría el vals con nadie, pero más nerviosa me ponía el hecho de que Agustina tenía un vestido largo y zapatos terriblemente altos, podíamos llegar a rodar por las escaleras y sería el papelón más grande de mi vida, tenía muchísimo miedo de caerme ya que yo tampoco soy muy útil con zapatos tan altos.

De repente comenzó a sonar música electrónica y un animador dijo varias cosas introductorias, lo último fue:

“Y ya llegaron, ya los tienen acá…¡Vamos que empieza la fiesta! Con ustedes el curso Sexto Primera de la promoción 2012!”

Y comenzó a nombrar uno a uno los que venían bajando. Cuando ya iban por Sexto Cuarta, me temblaba el cuerpo, faltaban un par de alumnos para que nos tocara nosotros. Cambiaron de música y volví a hacer foco en la voz del animador:

“’¡Ahora es el turno delos chicos de Sociales Francés…o más conocidos como Sexto Quinta! Y comenzaron a nombrar a mis compañeros, no pasó mucho tiempo hasta que Agustina y yo fuimos nombradas y estuvimos iluminadas por una potente luz blanca mientras comenzábamos a bajar por unas hermosas escaleras blancas de mármol. Nos mirábamos, ella venía muy seria y nerviosa, yo le recordaba que sonriera y le decía chistes, me agarraba fuerte el brazo. Alcancé a levantar la vista y vi a la familia de Cris –que aún no bajaba- y a la mía gritándonos, estaban mis primos también, pero no vi a mi papá, sentí una pequeña punzada en el corazón. Intenté ir con la cabeza mirando hacia arriba todo el tiempo. El salón era increíblemente enorme, habían dos mesas larguísimas que eran para nosotros y muchísimas mesas redondas para los familiares, habían cuadros con fotos nuestras en cada columna y telas que atravesaban el salón, todo el decorado era en base los colores negro y blanco ¡Que hermosura, Dios!  Bajar esa escalera se me hizo eterno…¡Pero lo logramos y sin caernos! Cuando estábamos abajo, le di una vuelta y ella me dio una a mi. Reímos al hacerlo y enfilamos hacia la mesa de egresados. De pronto sentí una voz.

-Señoritas, señoritas. ¡Una foto por favor! –Me volteé y sonreí para la foto, pero no esperaba ver que el fotógrafo era mi papá, ahí estaba, incluso con una corbata que le combinaba a la perfección con mi vestido, hermoso ¡Era increíble que estuviera ahí! Si para mi cumpleaños de quince fue solamente a bailar el vals y se fue, para evitar incomodidades familiares. Me solté de Agustina y fui corriendo a abrazarlo.

-¿De verdad pensaste que me iba a perder otra noche importante de tu vida? No señorita, vaya a disfrutarla, pero ojo…porque te voy a estar vigilando. –Después de decir eso sonrió, lo abracé con fuerza y me fui a la mesa.

No quiero ahondar mucho en contarles como fue la fiesta, solamente tengo una palabra para ella: Perfecta. La cena, la música, el cotillón, los videos, las palabras de los que hablaron, la canción que cantaron un par de compañeros, las bebidas, las fotos, los abrazos, el postre, el vals con mi papá y también con el de Cristina, porque era casi de mi familia, los fuegos artificiales al principio del baile, el robot de luces, mis compañeros, el animador, la comida de la mitad de la noche, todo, todo, todo perfecto. No se si me olvido de algo, pero todo salió bien.

La familia después de la cena se podía retirar para dejarnos a nosotros solos, tipo boliche. Mis papás increíblemente se estaban llevando muy bien, es más mi papá llevaría a casa a toda mi familia por parte de mi mamá. No podía todo ser más perfecto. Se fueron a las 02:30 am.

Me la bailé toda la noche, intentaba cada tanto ir al grupo donde todo mi curso bailaba junto, pero siempre de una manera u otra terminábamos solas ella y yo, cumbia, cuarteto, reggaetón, electrónica, todo lo bailamos juntas, nos cantábamos, nos abrazábamos. En un momento cerca del final fuimos al baño, Agustina me llamó para pedirme que le arreglara su vestido, entré.

-¿Qué te pasó? – Pregunté.

-Vos- Dijo. Y me puso contra la pared, me besó como hacía tanto que no lo hacía, con desesperación y amor, no pude decirle que no, su lengua se entrelazaba con la mía, era un beso apasionado pero dulce, el gusto de su boca siempre era rico, que inolvidables iban a ser sus besos, ella no lo sabía, pero era el último. Me soltó.

-¿Pensaste que hacer conmigo? –Preguntó. Reí, pero ella no en lo más mínimo.

-No sos una cosa, tonta. Vamos, no quiero perder tiempo de la fiesta.

-Respondeme y nos vamos. –Se puso frente a la puerta.

Justo cuando iba a responder que mejor no enredarnos en esas cosas la noche más feliz de nuestra vida, Cecilia gritó –parecía un poco ebria-:

-Agus, Laura… ¿Andan por acá?  ¡Las vi entrar! Están por cortar la  música, recién nos avisan. ¡Vamos a bailar que no queda nada de tiempo!

-Voy Ceci, le arreglo el vestido a Agus y salimos. –Me fulminó con la mirada, la besé en los labios suavemente y salí.

Cecilia nos agarró a ambas y nos llevó hacia donde estaban los demás, a penas alcanzamos a llegar pusieron una canción triste y de despedida, no me acuerdo específicamente cual era. Nos abrazamos en ronda todos y así vivimos la última canción. El animador empezó a decir las típicas palabras de final, que tanto veníamos escuchando, pero esas serían las últimas…”¡No lloren porque pasó, sonrían por que sucedió, chicos! ¡Hasta siempre promoción 2012!” Eso fue lo último de su discurso, aún lo recuerdo y me moviliza un poco. La música se cortó instantáneamente. Todo había terminado.

Que feliz fui esa noche, en ningún momento estuve pensando que era el final, sino que la disfrute a morir, con la gente que más quería en el mundo. Ni un recuerdo malo esa noche, los recuerdos un poco malos se vinculan al día posterior.

El salón nos dejaba quedarnos hasta las 10:00 am, con desayuno incluido, hasta que los organizadores de la fiesta pasaran con los colectivos a buscarnos para llevarnos al camping donde almorzaríamos. Aprovechamos el tiempo para cambiarnos los trajes y ponernos la ropa cómoda que nos traía nuestra familia, dormimos un poco tirados en el pasto de los jardines del salón. No íbamos a ir todos los egresados al mismo camping, sociales iría por su lado, naturales por otro y economía por otro. Por ende me hice tiempo para despedirme de mis ex compañeros que no vería más hasta vaya a saber cuando.

Llegaron a buscarnos y partimos hacia el camping, éramos dos cursos nada más pero no estaríamos juntos tampoco, queríamos guardar el último almuerzo para los verdaderos amigos.

El paquete pagado a la empresa organizadora incluía almuerzo, así que estaba uno de los chicos que trabajaba ahí esperándonos con todo casi listo, mis compañeros tomaron la posta en la cocción del asado. El padre de Mercedes –una compañera- trajo ciertas cosillas que faltaban, vasos, platos, mantel, un poco más de bebidas y pan y también juegos de mesa, nos salvó.

En ningún momento nos deprimimos ni lloramos ni nada, todos nos fingíamos muy fuertes para encarar lo que se venía: La vida misma. Muchos no estudiarían, solamente trabajarían, otros todavía no tenían pensado que hacer, algunos se veían exigidos a salir de la secundaria por las materias que les quedaban, otros –como Cristina, eso no lo había contado aquí- se iban a vivir a otra provincia para seguir su destino. Contamos que haríamos en el año 2013 pero nada más, sin ponernos sentimentales, suficiente con todo lo que habíamos tenido.

Yo estaba un poco ausente, buscando las palabras  en mi cabeza para poder ponerle el punto final a mi relación con Agustina, se me habían ido todas. Después de almuerzo, cuando las encontré y armada de coraje, me acerque a ella y le dije:

-¿Vamos a dar una vuelta? Es muy hermoso el camping y quiero conocerlo.

Ella me miró, sabía que tramaba, que había llegado la hora de la verdad. Se levantó y nos fuimos, menos mal que a nadie se le ocurrió acompañarnos, algunos estaban en la pileta, los chicos jugaban a la pelota y otros jugaban a las cartas, pasamos desapercibidas.

Me invadieron unos nervios terribles, más que los de la noche anterior, pero intenté sentirme y verme segura.

-¿Vamos a hablar, cierto? –Preguntó, directa.

-Si, pero quiero que estemos cómodas y lejos de todos.

No respondió, también estaba nerviosa. Cuando me aseguré que no nos veía ninguno de mis compañeros y estábamos lejos de la “gente” en general, elegí un banquito y me senté, ella lo hizo frente a mi. Comencé a hablar rápidamente, quería que fuera lo más breve que se pudiera.

-Mirá, voy a ser directa y rápida, no me quiero enroscar ni nada con mis propias palabras. No quiero que esto siga, de ninguna manera. –Me miró sorprendida, no se esperaba eso- está matando una amistad hermosa, de años. No quiero más besos, ni celos, ni lastimarnos, ni nada. Yo se que te amé, que te amo mucho, como amiga y también como mi novia y te lo admito, pero por mi parte no es lo mismo que antes. En realidad, nunca tuvimos un “antes”, siempre estuvieron tus inseguridades y siempre van a estar ahí. Quiero que seas feliz y se que al lado mio no va a ser, siempre te faltaría “algo”, yo no puedo darte más que todo mi cariño y ya ni siquiera quiero dártelo de esa manera. Se que vamos a poder volver a lo de antes, nos va a costar mucho. Pero tenemos que volver a lo que éramos, por favor, se también que quizás ahora no, pero me vas a entender…

-Laura, yo de verdad quiero estar bien con vos…no quiero terminar. –Me interrumpió, con la voz un poco quebrada.

-Yo también quería, pero en otro momento. Vamos a destiempo. Ya no quiero, te juro que vamos a superar este error y sin alejarnos. Porque eso fue nuestro “noviazgo”, un error. Nunca hice las cosas bien y vos tampoco, nunca pudimos estar realmente juntas, nunca nos la jugamos de verdad una por la otra y acá están las consecuencias. Lo que no pasó en nueve meses, no va a pasar de un día para el otro y menos cuando no vamos a vernos como antes. No nos engañemos a nosotras mismas, vamos a estar mejor sin ser novias, ni amigas con besos, ni nada. ¿Entedes? –Intenté ser lo más fría y dulce posible.

Ella me pidió perdón por todo, me prometió cosas que nunca cumpliría, tuve que frenarla otra vez, le dije muchas más cosas que tenía atragantadas, nunca le admití que me había enamorado de ella, porque eso hasta el día de hoy ni yo lo se con certeza pero hablé como nunca, le fui completamente transparente…y me entendió, de muy mala manera me entendió.  Al final la charla resultó bastante más larga de lo que yo creía, no les voy a contar todo, primero porque hay cosas que no recuerdo legítimamente, segundo porque se que internamente se imaginan que le puedo haber dicho y tercero –como siempre les digo- se haría demasiado largo.

Lo que sí les voy a contar es el final de la conversación. Ella había aceptado, ahora estaba de acuerdo conmigo –no se en que porcentaje era cierto eso, pero me dijo que así era y le creí- por eso aproveché a decirle algo que no se si estuvo bien o no, pero lo hice.

-Otra de las razones por las que quiero terminar con vos es porque quiero estar con una mujer que quiera estar realmente conmigo, que me bese donde sea, que no tenga inseguridades, que me haga el amor sin sentir culpas o reproches o sin estar ebria, en realidad que me haga el amor, no que quede siempre en intentos, por algo nunca pudimos llegar a hacerlo ¿No?. No se si soy o no lesbiana, pero quiero estar realmente y 100% con una mujer, sin compartirla con nadie ni compartirme con nadie. Y la voy a buscar.

No le cayó bien en lo más mínimo ese comentario y volvimos a cero otra vez.

-Vos me dejas porque querés estar con otra. Gracias por todo lo que me toca, no me voy a meter en tus decisiones, pero no estoy de acuerdo. De todas maneras, te dejo. Te dejo que caves un pozo y te caigas en el porque ese pozo no va a tener mi nombre. Yo se que desde hace un tiempo caí en la realidad y quería hacer todo bien con vos, pero vos elegiste esto. –Se paró y se fue. Lo que creyó es que yo la dejaba por otra y seguramente creyó que yo la tenía. No era así en lo más mínimo.

Me levanté y me crucé en su camino.

-Gracias por dejarme hacer lo que quiero, pero no termino todo solamente por eso, es una de las razones pero no la fundamental. Se que si hubiera salido bien con vos, no lo haría, pero ya se perfectamente que nunca vamos a funcionar –La abracé- de todas maneras, prometeme que vamos a seguir siendo amigas, por favor.

Me soltó, me miró. Algo había cambiado en su manera de mirarme, no se que pero les juro que no era la misma de cuando llegamos.

-Se que nos va a costar mucho, también se que lo vamos a lograr, pero te admito que no quiero verte con otra.

Ignoré lo que dijo, totalmente.

-Volvamos rápido, ya casi es de noche.

Mis compañeros ya estaban juntando todo, era hora de partir. Como reinaba el clima de “No depresión aunque no nos volvamos a ver nunca más todos los días” todos hacían chistes y bromeaban entre ellos, despedidas habíamos tenido muchas. Varios padres ya nos estaban esperando, entre ellos el mío. Cuando me despedí de todos, lo hice con una gran tristeza en mi corazón, primero porque finalmente se había terminado todo con Agustina y segundo, porque no los vería mas a los chicos –a muchos no los veo desde ese día- y porque el mejor año de cualquier estudiante de secundaria se me había pasado volando, es más: En 9 días terminaba, ahora había que concentrarse en el futuro tan incierto.

Hoy a dos años y monedas de ese día, me concentro en lo que me dijo Agustina y veo que tuvo razón en una cosa que me dijo pero en otra se equivocó.

Se equivocó en decirme que yo cavaría un pozo y caería, porque el pozo ya estaba cavado con ella, incluso esa tarde se lo dije pero se ve que no me comprendió enteramente. Incluso ya había caído en él, aunque intentaba desesperadamente salir. Pero tuvo razón en algo muy importante, el pozo no tendría su nombre.

Y es cierto, el nombre del pozo no es Agustina.

Yo lo se y perfectamente, ese nombre me come la cabeza hasta el día de hoy, en próximos relatos…lo sabrán ustedes. ¡Falta la mejor parte! Agustina fue solo una introducción a todo lo que pasó, para que más o menos tengan una idea de como son las cosas.

HASTA ACÁ LLEGÓ LA PARTE 12! BASTANTE LARGA, EH? SIGO SIN PODER ESCRIBIR COMO A MI ME GUSTA Y POR ESO LA DEMORA, PERO ES BASTANTE EN COMPENSACIÓN! UN ABRAZO A LAS PERSONAS QUE SE ENGANCHARON CON LA HISTORIA, COMO DIJE ANTES…AÚN FALTA!

HASTA LA PRÓXIMA! SI LES COPA, PUEDEN ESCRIBIR QUE OPINAN, GRACIAS :D

Laura :)